Charlas con Fotógrafos Latinoamericanos - Jorge Piccini - E-Book

Charlas con Fotógrafos Latinoamericanos E-Book

Jorge Piccini

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Beschreibung

Este libro propone la reflexión de 20 fotógrafos, quienes alentados por el arte de retratar momentos, historias, personajes o simplemente bellos instantes regalados por la naturaleza, nos cuentan sobre la intención de su tarea y experiencias de vida. 

En este camino, el lector devenido en crítico podrá complementar el sentido de estos trabajos a partir de su personal cosmovisión. Una manera de redescubrir su propia obra, propuestas y sentidos en el sano objetivo de acercarnos. 

Adentrarnos en el recorrido de este libro, implica finalmente para los fotógrafos profundizar en diálogos que, a partir de la palabra y la imagen buscan revelar una mirada distinta sobre la  fotografía latinoamericana.

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Charlas con Fotógrafos Latinoamericanos

Producido por Jorge Piccini

Tabla de Contenido

Agradecimientos

Sara Facio

Eduardo Longoni

Francisco Mata Rosas

Andy Goldstein

Gaby Messina

Daniel Sosa

Adalberto Roque

Daniel García

Leonora Vicuña

Julie Weisz

Julio Pantoja

Héctor López

Zaida González Ríos

Federico Bechis

Antonio Briceño

Roberto Guidotti

Iatã Cannabrava

Martín Acosta

Julio Larramendi

Armando Zambrana

Acerca del Autor

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Agradecimientos

A todos los fotógrafos/as entrevistadores, entrevistados y los que apoyaron en este proyecto que de otra manera no podría haber sido posible este libro.

Abriendo espacios a la fotografía latinoamericana

SARA FACIO

BUENOS AIRES, ARGENTINA

por Giselle Otero / Mayo 2014

En la actualidad se sacan tantas fotografías y luego se borran en el acto sin darse tiempo de ver lo que elegimos plasmar en cada momento.

Sara Facio es una cultora de la fotografía directa, un tipo de producción que adscribe voluntariamente a la noción de la imagen fotográfica como huella. Sus obras no reniegan de la realidad; por el contrario, la exaltan, como lo hacen muchos otros fotógrafos interesados igualmente en testimoniar el mundo que los rodea, transmitir sus detalles, encontrar poesía en sus objetos o traducir con objetividad los acontecimientos que lo conmueven.

Sin embargo, hay una distancia singular entre su obra y la de sus contemporáneos, no menos perspicaces, atentos o importantes que ella.

Esa distancia se halla en la forma en que ha construido, a lo largo de los años, una mirada.

(Texto de Rodrigo Alonso) .

GO: ¿Qué te cautivó de la Fotografía Sara?

SF: Lo que más me gustó fue lo que para mí es la esencia de la fotografía (como supe mas tarde) “captar el instante”, una realidad fugaz, algo que desaparece. Me parece algo muy valioso y absolutamente mágico, por eso le doy tanta importancia al retrato, sobre todo, cuando uno logra captar ese momento en el cual lográs plasmar la esencia de una persona, aquello que es parte de su ser. Siempre consideré fascinante el hecho de poder trascender el simple acto de sacar una foto, algo así como “cazar”. Ahora, lo interesante y significativo sería plantearse qué es lo que sucede después con esas tomas, una vez que pasa ese momento, cuando ya tenés esas imágenes. Preguntarse por ejemplo; ¿qué hacemos con ellas?, ¿las volvemos a ver?, ¿nos interesan realmente?, ¿qué reflejo, o qué quiero reflejar?, aquí radica una gran diferencia y las puertas que se abren nos convierten en fotógrafos.

Desde ya que no somos todos fotógrafos por el simple acto de tomar fotografías, sino que lo somos porque queremos transmitir algo como principio de la filosofía básica de la fotografía.

En resumen captar un momento de la realidad que no se va a repetir más”. Partimos de un deseo, luego atravesamos un proceso reflexivo.

GO: ¿Alguna vez dedicaste un tiempo para analizar tu forma de mirar?

SF: Sí, básicamente me interesan los sentimientos, que una imagen transmita una determinada sensación y por eso creo que, en la actualidad se sacan tantas fotografías y luego se borran en el acto sin darse tiempo de ver lo que elegimos plasmar en cada momento. Le quita importancia a ese proceso. Creo que falta esa reflexión de tomarse el tiempo de mirar aún más detenidamente esas fotografías y contemplarlas, observar qué nos pasa con ese momento tan singular y también decidir qué haremos con ellas.

Actualmente, el momento social y los nuevos soportes nos sumergen en una velocidad vertiginosa, demasiadas imágenes, que en el acto nos generan adrenalina y emoción pero luego, ya te las olvidaste por completo, como ver una película de acción.

Hay una mezcla muy grande de gente que quiere expresarse pero a quienes les falta contenido. Son cosas que llenan espacios pero no provocan nada en la cultura. Como en la literatura, los verdaderos pensadores son aquellos que te hacen pensar, te hacen discutir, te hacen sentir viva.

GO: ¿Creés importante el generar una especialización dentro de la Fotografía?

SF: Es bueno, ante todo adaptar y elegir la técnica que pueda ser aplicada a muchas especialidades. Lo que me hace crecer en el desarrollo de la mirada es la cultura en general: lo que leo, absorbo y escucho...Por suerte siempre estuve rodeada de gente mucho más inteligente que yo (risas). Después de todo, sólo das aquello que llevás dentro, no se puede a la inversa. Pero si estás alimentado de “buena savia” me refiero a buenas lecturas, buenos pensamientos, ves pintura, cine, teatro etc. al final, todo ese bagaje cultural se va “amasando” y se convierte en fuente de inspiración y riquezas de nuestro mundo interno, ampliando el imaginario.

GO: ¿Quiénes fueron tus Maestros?

SF: Mi gran maestra, la que me enseñó, no sólo a tomar fotos, sino a plantarme como profesional, cuidar mis negativos, tener un orden primordial en mi trabajo fue Annemarie Heinrich. Sin ir más lejos, hoy en día vas a su estudio y encontrás todo su archivo perfectamente ordenado desde el año 1930 hasta la fecha en que murió. Modestamente, si ahora me pidieras lo mismo a mí, sucedería lo mismo.

Actualmente, he contratado una asistente que está digitalizando sólo lo trabajos que me piden.

Por ejemplo, hace poco se inauguró en París un salón del libro con 25 fotos mías sobre Julio Cortázar. Por supuesto que escaneamos todo en alta resolución. Yo participo en el control de dicho proceso desde los conceptos del laboratorio tradicional. No quiero que las retoquen ni modifiquen, sino lograr reproducirlas como fueron en su toma original.

GO: ¿Diste clases alguna vez?

SF: No, Nunca.

GO: ¿Por algo en especial?

SF: Porque no me gusta! (risas). La única vez que dí clases sobre laboratorio fue a mi socia editorial, María Cristina Orive, quien en aquél entonces vivía en París y le gustaba mi forma de trabajar las copias. Años más tarde cuando se fue a vivir a Guatemala, se montó su propio laboratorio, desde ya que lo hice sólo desde un lugar de amistad.

Sinceramente, tengo mucho respeto hacia la docencia, pero más allá de los conocimientos técnicos o expresivos, considero que hay que tener cierta vocación estética y didáctica para enseñar, y yo eso lo tengo más aplicado a otro camino, por ejemplo, escribir o realizar curaciones

GO: Respecto a ese punto, ¿Qué criterios utilizás en tus curaciones?

SF: La verdad es que viajé muchísimo, desde los 15 años y cuando lo hacía era básicamente para mirar y aprender. Me gusta estar en las ciudades, vivir adentro de los museos para ver cómo están expuestas las obras, los marcos, los epígrafes; ¡Todo miro!.

GO: ¿Esos criterios aplicaste para la creación de la Fotogalería del Teatro San Martín?

SF: Claro, en aquel momento no había curadores, ni se estudiaba al respecto. Fue en los años ´60 cuando realicé mi primera curación en París, y así continué haciéndolas aquí también.

GO: ¿Considerás que tus fotos corresponden al realismo poético?

SF: Éso es algo que el observador o el crítico tendrían que definir.

GO: ¿Qué opinás concretamente de las nuevas tecnologías aplicadas a la actual Fotografía digital?

SF: El soporte ya es lo de menos, lo que importa es el sentido y el carácter de la obra. Si me preguntás en lo personal, me gusta la fotografía directa, pero eso no quita que si veo una composición de 140 fotografías (como el trabajo excepcional que realizó Andy Goldstein;”Vivir en la tierra” ) me pueda gustar muchísimo y no podría rechazarlo bajo ningún fundamento.

Pienso que lo que puede hacer por ejemplo: Marcos López, Andy Goldstein, entre otros, son resultados compositivos que incitan, tienen su valor porque trascienden el soporte o técnica utilizada. Conllevan un contenido. Son resultado de una búsqueda.

Nuestro rubro está dado dentro de las llamadas artes visuales, cuando mencionamos esto nos referimos a que estamos conviviendo, además, con otros lenguajes y técnicas.

GO: ¿Llegaste a sosegarte a lo largo del camino que recorriste?

SF: No. Me gusta mirar, seleccionar, hacer curaciones, exposiciones, mi pasión está intacta!.

GO: ¿Cómo fue tu relación con Victoria Ocampo?

SF: No éramos precisamente amigas. Había muchas diferencias: la edad, la clase social. Sentía mucho respeto por su cultura. Lo que sí había era una gran simpatía y profunda admiración. En aquella época vivía justo al lado de dónde se ubicaba la Editorial Sur. Entonces, ella bajaba de su oficina y esperaba el auto, pues vivía en San Isidro, (donde ahora es Villa Ocampo ). Mientras ella esperaba, yo llegaba a esa hora y la invitaba a subir y tomarnos un whisky. (se emociona)

Victoria es, para mí, el modelo más grande que hay como mujer. Su manera de ser, su libertad, su sed de conocer, de viajar, estar con gente muy inteligente y sobre todo, hacer. Escribió libros, una autobiografía buenísima, básicamente la admiro y la quiero muchísimo.

Hubo muchas mujeres en esa misma época, como Alfonsina Storni, que han sido grandes luchadoras de los derechos de la mujer, lo cual se hizo extensivo al género en su totalidad.

GO: ¿Qué es lo que más recordás de tu relación con Julio Cortázar?

SF: Lo recuerdo todo. Este año se cumplieron los 100 años de su nacimiento y me hicieron un montón de reportajes. Para mí fue, ante todo, un gran amigo. A él le gustaba estar conmigo porque le llevaba “aire” de Buenos Aires. Mi forma de hablar y de ser, él lo veía como algo muy porteño y entrañable ¡ Una amistad muy linda!. Ni hablar de que era muy inteligente y cualquier observación que hacía era para pensarla. Tampoco es que se subía a un pedestal a dar cátedra. Todo lo contrario, era una persona muy accesible. Al igual que Pablo Neruda quien además, era una persona mucho más afectuosa que Julio. Incluso, con Julio compartíamos gustos en común, sobre cine, música y teatro. En cambio Pablo desde Chile, a orillas del mar, en la Isla negra, no iba a ningún sitio. Además, era un señor ya mayor y estaba bastante afuera de la realidad más típica de la ciudad. Desde ya, ambos fueron únicos, tan queridos como si hubieran sido mi propia familia.

GO: Ya que la mencionás y apreciás tanto; ¿qué es para vos la inteligencia?

SF: Un don extraordinario del ser humano. Creo que hay varias clases de inteligencia, no solamente hablamos de una persona muy culta, hablo de la inteligencia natural que tenemos y se va desarrollando y alimentando. Aunque haría una salvedad con un dicho español “Lo que natura non da Salamanca non presta”.

Tengo un respeto y una profunda admiración por la inteligencia, es lo que realmente más me atrae de una persona. Me doy cuenta de que puede ser una persona analfabeta, pero al hablar con ella cinco minutos en seguida podés percibir como algo se despierta, sus habilidades. Eso nos enseña que existe una inteligencia que se encuentra allí latente, en todo su maravilloso potencial, imagináte si fuera desarrollada.

Creo que nace de una inteligencia natural, que viene en los genes ya y no por generación espontánea

GO: En relación a las sociedades que construíste; ¿valorás especialmente el trabajo en equipo?

SF: Es que yo nací con una socia (Alicia D’Amico ). Estudiamos juntas Bellas Artes, éramos muy compañeras y a medida que crecímos descubrimos tener muchas afinidades, entre ellas “hacernos la rata” para ir al cine. Éramos cómplices en gustos y después empezamos a trabajar juntas con el proyecto para la beca que nos dió el Gobierno de Francia. Así pudimos vivir en París por un año y pico. Fue una sociedad natural.

Al regresar, como el papá de ella tenía una casa de fotografía comercial, aunque Alicia nunca quería saber nada con el negocio (pues para ella era como una “zapatería”, ya que ese tipo de fotografía no era un arte) de todos modos su papá comenzó a darnos trabajo en el cuál aplicaríamos nuestro criterio sobre la fotografía en base a lo que habíamos visto en Europa y de nuestra formación plástica. Entones aceptamos, pero luego nos alquilamos un local y allí empezamos a hacer periodismo y publicidad.

GO: ¿Cuál fue tu primer tu primer cámara fotográfica?

SF: Una Agfa Super Silette comprada en Alemania. Luego, cuando empecé a realizar reportajes me compré mi primera Leica de 35 mm y desde entonces, le fuí fiel hasta el día de hoy. Cada modelo que iba saliendo lo compraba. Actualmente debo tener unas seis, además de otras cámaras para hacer diferentes tipos de trabajos (lo que hablábamos de las técnicas y sus aplicaciones a cada especialidad). Por ejemplo una Hasselblad 6x6 para trabajos en estudio, o una Linhof en 6x9.

GO: Para ir cerrando me gustaría que me nombres un fotógrafo.

SF: Muchos!! (risas) Richard Avedon, Irving Penn, Henri Cartier-Bresson, Josef Koudelka, Brassaï , Dorothea Lange, Margaret Bourke-White (todos históricos te dije).

GO: ¿Una fotografía?

SF: Me gustan por sobre todas las cosas los retratos. Por ejemplo uno que tengo siempre es el de Edward Steichen a Greta Garbo.

GO: ¿Un libro?

SF: Mi último gran amor literario fue Doris Lessing. La empecé a leer en los años 70´ y la seguí hasta que murió. Me atrapó totalmente.

*La obra de Doris Lessing tiene mucho de autobiografía y se inspira a menudo en su experiencia africana, su infancia y sus desengaños vitales, sociales y políticos, que la hicieron feminista, comunista, pacifista y anticolonialista. Los temas plasmados en sus novelas se centran en los conflictos culturales, las flagrantes injusticias de la desigualdad racial, la contradicción entre la conciencia individual y el bien común. Abarca primordialmente medio centenar de novelas y gran número de relatos cortos, aunque cultivó también ocasionalmente otros géneros (el teatro, la lírica, el ensayo, la biografía y el libreto de ópera).

GO: ¿Una película?

SF: Hay una en especial y que aún la recuerdo. De hecho cada día la he recordado; se llama El Portero de noche (Il Portiere di notte) es una película dirigida por Liliana Cavani.

Sobre la entrevistadora:

Giselle Otero es de Lanús Oeste, Provincia. Buenos Aires.

Comenzó a estudiar Fotografía en 1996 en la “Escuela de Fotografía Creativa de Andy Goldstein”, Técnica Fotográfica con Filiberto Mugnani en C.C. Rojas

Talleres de laboratorio blanco y negro e iluminación en Imdafta,

2 (dos) años cursó en Escuela de Fotografía y Artes Gráficas Maestro Quinquela

Iluminación, Foto periodismo, Semiología de la imagen y Ensayo Fotográfico con Andrea Chame (UBA).

Dirección de Fotografía, cámara e iluminación en el S.I.C.A (Promoción1999-Tit.: Rodolfo Denevi). Hasta la actualidad realiza trabajos independientes para Foto lucida (proyecto personal) colaboradora para Bex Magazine. Fotógrafa performer en danzabismal y trabajos independientes varios bajo el nombre de Fotolucida. Contacto: [email protected]

EDUARDO LONGONI

BUENOS AIRES, ARGENTINA

por Albertina Palacio / Noviembre 2014

Mi fotografía ya no es más una fotografía militante y de lucha como lo fue durante la dictadura y contra el poder militar. Ahora es una fotografía más liberada y cómo fotógrafo me gusta poder decir lo que siento en cada momento.

Eduardo vive y trabaja en Buenos Aires.

Luego de cursar tres años de Licenciatura en Historia en la UBA, comenzó su actividad profesional como fotógrafo en la Agencia Noticias Argentinas, en la cual llegó a desempeñarse como editor de fotografía.

En 1987 creó su propia Agencia (EPD/PHOTO) realizando coberturas para publicaciones tanto nacionales como extranjeras. Sus fotografías, sobre todo las referidas a la violenta dictadura militar Argentina, han sido expuestas en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, México, Venezuela, Cuba, EEUU, Francia, España, Italia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Egipto, Japón y la ex Unión Soviética.

En 1981 fue uno de los fundadores de la exposición El Periodismo Gráfico Argentino, la muestra de mayor prestigio del fotoperiodismo argentino.

Sus trabajos han sido galardonados con la Medalla de bronce en el Interpress Photo de Moscú (1985), el segundo premio del Concurso Jóvenes Latinoamericanos organizado por la OEA (1987) y el premio ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) al mejor trabajo de fotografía de prensa del año (1993). También en 2007 recibió el segundo premio de ADEPA por su cobertura sobre los 25 años de la guerra de Malvinas.

En 2008 recibe nuevamente el premio ADEPA por su trabajo sobre la fe católica en Argentina.

En 2013 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo nombra Personalidad Destacada de la Cultura.

Desde los años 90 se ha dedicado a la realización de libros de fotografía.

En 1994 realizó el primero de ellos, Sabato Fotografías, acompañado con textos del escritor argentino Ernesto Sabato (Seix Barral, Buenos Aires).

Es coautor -junto a Miguel Angel Cuarterolo- del libro El Poder de la Imagen, apuntes sobre Fotoperiodismo (Foto Zoom, Buenos Aires, 1996).

Junto al escritor uruguayo Mario Benedetti realizó en 1988 el libro Poemas Revelados (Losada-Océano, Barcelona).

En 2001 apareció el volumen Utopías en Foco (Losada, Barcelona) también con poesías de Mario Benedetti.

En 2003 publica Aires de Buenos Tangos (Losada, Barcelona), un libro de imágenes de la ciudad de Buenos Aires y letras de tangos clásicos.

En 2004 realizó Imágenes en vuelo (Losada, Oviedo), un libro con poesías inéditas del poeta argentino Oliverio Girondo.

También en 2004 aparece Patagonia, un paraíso de siete lagos (Neuquentur, Buenos Aires) un volumen con fotos color del camino de los siete lagos junto a leyendas mapuche.

En 2005 edita fotográficamente el libro La Fotografía en la Historia Argentina (Clarín, Buenos Aires). Una verdadera enciclopedia de la fotografía en nuestro país que alcanza la cifra récord de 1.000.000 de ejemplares.

En 2006 publicó Violencias, Argentina 1980-2003 (Secretaría de Derechos Humanos de la ciudad de Buenos Aires)

Aparece en 2008 Sitios infinitos (Contraluz editores, Buenos Aires) .

En 2012 se reedita Violencias (Libros del Naúfrago, Buenos Aires).

Su último libro, Destiempos aparece en 2013 publicado por Ediciones Lariviére.

A.P.: ¿Seguís sin fotografiar? ¿Es por falta de inspiración o por falta de ganas?

E.L.: A principio de año (2014) o cuando estaba en Bariloche me angustiaba no fotografiar porque para mí el placer máximo en la vida es fotografiar. Cuando estoy fotografiando un tema que me gusta, es cómo que me pierdo y eso no lo logro con otra actividad. Mi sensación en un primer momento, cuando empecé a notar que no estaba fotografiando, que no estaba con ningún proyecto, fue mirar todos mis libros y me dije: “Tal vez no tengo nada más para decir”. A veces uno no tiene nada más para decir. Y punto.

Igual me parece que el 2013 fue un momento de ruptura muy fuerte: publicar un libro (Destiempos), separarme de mi novia, irme de Viva (la revista dominical del diario Clarín), fue todo junto. En unos meses pasó todo. Y además Destiempos fue el primer libro que encontró un editor rápidamente (Ediciones Lariviere). Muchas veces yo tengo un proyecto que está en la computadora y empiezo a trabajar en otro y esta vez yo no había empezado a trabajar en otro cuando encontré el editor de Destiempos. Yo que sé. Me quedé cómo medio vacío. Estuve dos o tres meses súper deprimido. Después lo fui superando.

A.P.: ¿Cuáles son tus proyectos actuales?

E.L.: Ahora estoy trabajando con un historiador mexicano (Alberto del Castillo) que se especializó en fotografía documental en México. Vino a hacer un trabajo acá, entusiasmado por la fotografía documental argentina. Eligió cuatro o cinco fotógrafos y yo estaba entre ellos. Entonces empezamos a encontrarnos para charlar. Y ahora como pegamos onda y ya vamos por la sexta entrevista, el otro día me dijo que va a publicar lo que vino a hacer pero también va a escribir un libro sobre mi fotografía. Y eso me obligó un poco a volver a mirar mis libros, volver a darle una repasada a mis publicaciones. Una de las cosas que descubro es que yo tenía todas mis publicaciones guardadas pero nunca las había digitalizado.

El otro día se cumplieron 35 años de mi primera nota como fotógrafo. Y como Alberto del Castillo me mostró sus libros, lo que él estaba haciendo con otros colegas, yo estaba un fin de semana en casa y me puse a digitalizar mis publicaciones de años. Empecé a recopilar, a mirar y claro te abre una perspectiva distinta. Entre otras cosas empecé a valorizar mi relación con Clarín por ejemplo. Porque siempre puteo un poco contra Clarín, pero bueno. Hay un montón de cuestiones que no me gustan del diario, de ciertos tratamientos de situaciones personales pero por otro lado también me ha servido mucho para que se vieran mis imágenes, para publicar en un medio que se ve mucho. Empecé a descubrir cierta cooperación entre Clarín y yo. Por ejemplo mi último trabajo sobre el Gauchito Gil, lo fuí a hacer para Viva y después terminó siendo un ebook junto a un trabajo de Jorge Piccini (Bariloche). Mi reportaje de los menonitas está publicado en Clarín como adelanto del libro Destiempos. Antes también había publicado el trabajo del carnaval de Humahuaca. Me gusta publicar, previo a la salida de mis libros, algunos trabajos para que empiecen a hacerse conocidos y tengan cierta difusión.

A las fotografías hay que hacerlas circular. Tengo una publicación de fotos de Sábato en la revista VIVA de 1994 y es previa al libro que hice con el escritor.

Estuvo bien esa relación de “usarse” mutuamente con Clarín. O sea, yo no estoy muy contento con la tarea que hago actualmente en el diario, podría hacer otras cosas pero reconozco que forma parte del trato de las empresas, las internas políticas de los grandes diarios. Yo lo acepto desde que laburo en una empresa importante y sé que es así. Pero por otro lado a mí me sirvió mucho para hacer visibles mis fotos. El suplemento de 25 años de Democracia y el de Malvinas son dos trabajos que tuvieron una trascendencia enorme y son súper interesantes y súper profesionales y los dos fueron ideas mías. Y sin el apoyo del diario no lo hubiera podido hacer. Además hay algunas fotos que yo soy consciente que las pude hacer porque estaba en Clarín. No voy a llamar a Menem, para el suple de Democracia y le voy a decir: “Mi idea es hacer una foto suya en La plaza de Mayo” porque me va a decir ¿Y vos quién sos?

A.P.: ¿Y sentís que te pasa al revés? ¿Qué te perdés cosas por estar en Clarín?

E.L.: Supongo que debe pasar. Ahora como no estoy tanto en la calle, no lo sé. Pero algo que sí ocurre es que Clarín en un momento era el sinónimo de un periodismo prestigioso y ahora no sé si lo es tanto. Supongo que para alguna gente lo debe seguir siendo y para otra gente, todo lo contrario. A partir de la lucha frontal con el gobierno. Estos últimos años, son años que yo no estuve en la calle para el diario. Estuve en la calle haciendo mis trabajos pero estaba alejado de la cuestión política y social. Yo hace años que no voy a una manifestación. Por lo que escucho de los fotógrafos de Clarín hay una cuestión más complicada. Algunas puertas se deben cerrar, otras se deben abrir.

Esto no había pasado en otros momentos. En otros momentos más allá de la postura de cualquier gobierno si trabajabas en Clarín se te abrían todas las puertas.

A.P.: ¿Y qué otra cosa estás haciendo además de la revisión?

E.L.: Estoy escribiendo sobre mis fotos más conocidas. De cómo fueron hechas, dónde, en qué contexto. Una historia del revés de la trama de cada una de esas fotos. Estoy laburando en eso hace seis meses.

Con un poco de dificultad porque lo mío no es escribir, es fotografiar. Pero siempre me gustó un poco la escritura. Hay dos amigos que me están ayudando, que me corrigen. La idea es hacer un libro con esas 30 fotos y esos textos. Ahora entendí que va a resultar más potente contar no solamente la cuestión específica de la foto sino también lo que estaba pasando en el país, cuál era la situación política y que era lo que estaba haciendo yo. Estoy contando un poco mi historia. Quiero que tenga formato de libro y me parece una idea original. No hay muchas publicaciones de este estilo. Hay mucho material de historiadores o críticos que escriben sobre un fotógrafo o sobre una foto. Pero se escribe desde “afuera”. Distinto es escribir en primera persona de casi toda tu carrera. El proyecto empieza con mi primera foto, y termina con una que hice este año. La foto que hice este año fue cuando Estela de Carlotto presentó a su nieto, fui a hacerla para mí.

Y me parece que cierra un poco el círculo de mi temática fotográfica. Pero en el medio también estoy escribiendo sobre mis fotos menos políticas: las de Sabato, sobre los Cartujos, sobre una foto que me gusta mucho de Charly García y Mercedes Sosa, sobre distintos temas. Pero bueno el libro cerraría con una foto que simboliza las luchas políticas que yo fotografié desde joven.

Cuando me enteré de la presentación del nieto de Carlotto me enteré tarde y obvio llegué tarde!, en el texto cuento toda la historia, la adrenalina de cruzar toda la ciudad porque estaba llegando tarde. Y la foto que hice. Solo tomé dos fotos y se terminó la conferencia. Pero es una foto que me encanta y por otro lado, si se imprime el libro, será la primera vez que se publica porque está inédita. No la hice para el diario.

A.P.: ¿Qué espacio ocupás en Clarín ahora que no estás en Viva?

E.L.: Ahora en el diario ni siquiera lo cuento porque estoy ahí como subsistiendo. Voy todos los días pero desde que me fui de Viva es un trabajo como en una etapa muerta dentro del diario. Que me sirve como sueldo y me permite seguir con mis proyectos personales. La verdad que hace mucho que yo sigo con mis proyectos, independientemente del diario. En una época el diario fue “Mi proyecto profesional”. Ahora no lo es, claramente no lo es. Mi proyecto profesional esta fuera del diario. Ahora estoy en Pymes que es una revista de negocios. Y en Ollas y Sartenes, otro suplemento que dirige una amiga mía y me pidió que trabaje con ella.

A.P.: ¿Va cambiando tu punto de vista durante tu paso por Clarín?

E.L.: Yo comienzo a fotografiar en 1979 (en Noticias Argentinas) tomando partido contra la dictadura, para mí la fotografía era en aquellos tiempos una militancia política por otros medios. Y esa manera de fotografiar termina para mí, casualmente, unos días antes de entrar a trabajar en Clarín. Cuando se produce el último alzamiento carapintada el 3 de diciembre de 1990, y la democracia parece definitivamente consolidada. Durante todo ese período (1979-1990) yo siento que mis fotos participan de una lucha frontal contra la dictadura y durante todo el gobierno de Alfonsín, en medio de planteos militares y alzamientos carapintadas, que amenazan la democracia, yo siento que hay un poder militar que aún es muy fuerte. Y mi fotografía sigue siendo, sin duda, una fotografía militante.

A partir de fines del año 1990, me parece que comienzo a fotografiar desde otro punto de vista. Y entonces empiezo a explorar temas donde ya no soy un militante político con una cámara. Inclusive cuando fotografío la caída de De La Rúa en el 2001, que termina siendo la tapa de mi libro “Violencias”, (la foto de la Madre de Plaza de Mayo entre los gases) no hay una cuestión militante. Es cierto que la gente sale a la calle porque el gobierno de De la Rúa había hecho cosas horribles. Pero tampoco es una victoria política que la gente salga a la calle a voltear un gobierno constitucional. En realidad era una cuestión de pérdida por dónde lo mires. Una tragedia política. No había nada que festejar. Una cosa era la caída del ministro de economía, Cavallo, que era re anti-popular y otra la caída de todo un gobierno elegido en elecciones democráticas.

Por eso cuando yo entro a Clarín me suelto y me digo: “Mi fotografía ya no es más una fotografía militante y de lucha como lo fue durante la dictadura y contra el poder militar. Ahora es una fotografía más liberada y cómo fotógrafo me gusta poder decir lo que siento en cada momento.”.

Y empiezo a fotografiar a Sábato, a Benedetti, a Buenos Aires, la Patagonia o los reportajes de Destiempos que están en todo caso muy alejados de lo que es mi fotografía militante. Este cambio de etapa lo fuí descubriendo en estos tiempos.

Por eso cuando me preguntan “¿No te gustaría ir a una guerra?” digo no!, yo no voy a ir a una guerra en la cual no sé de qué lado estar. ¿Qué voy a hacer en Siria? ¿Quiénes son mejores? No sé quiénes son los buenos y quienes los malos.

Robert Doisneau, salvando todas las distancias, decía que él cuando fotografiaba afuera de París, se sentía un turista y que solo podía fotografiar a la gente que conocía, que eran los vecinos de su ciudad. Y a mí me pasa lo mismo con Argentina. Me interesa mucho fotografiar lo que pasa en la Argentina. Desde la violencia política hasta los cartujos pero los que viven en Argentina. En algún momento pensé que mi fotografía era casi un gigantesco reportaje a la Argentina.

A.P.: ¿Cómo comenzaste en la fotografía?

E.L.: Cuando salí de la colimba tenía 19 años y empecé a estudiar historia. Me quería ir de la casa de mis viejos, que era una casa con mucha gente. Vivía mi mamá, mi papá, mi tía, mi tío, mi prima, mi abuela y tenían una habitación que alquilaban a una viejita que se llamaba Virginia, que oficiaba como otra abuela. Así que era una especie de conventillo. Y yo nunca tuve habitación en mi casa, entonces dormía en un pasillo. Había hecho una colimba complicada. Había estado en la frontera con Chile durante el conflicto del Beagle en el año 78. No había habido guerra casi de casualidad pero yo sentía que había ido a la guerra. Y la verdad que no resistía más vivir en la casa de mis viejos y además mi tía que era una obsesiva de la limpieza pasaba la aspiradora a las siete de la mañana y la pasaba por abajo del sofá dónde yo dormía. Así que lo único que quería era irme. Pero no sabía hacer nada. No quería trabajar de cadete o en un bar. Entonces yo tenía una cámara Olympus OM-1 con un una lente normal. Y ahí estaba la cámara y yo dije: “Voy a ir a pedir trabajo como fotógrafo”. Un caradura, porque yo no tenía la menor idea. Entonces no sé porque razón había una guía de medios en mi casa. Direcciones de radios, agencias, diarios. Yo vi que había una agencia de noticias, que no sabía ni que era, que quedaba a cuatro cuadras de mi casa. Y me mandé, fui, golpeé la puerta, y me atendió un tipo que se llamaba Miguel Ángel Cuarterolo que era el editor de fotografía de Noticias Argentinas. Le dije: “Yo soy fotógrafo, y quiero pedir trabajo”. El tipo se apiado de mí. Me dijo: “Vení mañana a la mañana y yo le voy a decir a los fotógrafos así salís con ellos y vas practicando” y me dió un rollito de película blanco y negro. Yo lo puse en mi cámara, me fui a la facultad y al otro día fui con mi Olympus y un normal, no tenía ni flash, no tenía nada! Llegué y había tres fotógrafos. Me miraron y les conté. Se ve que Cuarterolo se había olvidado de decirles, entonces cuando salió el primero y le pregunté si lo podía acompañar, me dijo que no.

No quisieron compañía ninguno de los tres. Se querían ir solos. Me quedé solo. Y me quedé leyendo mis apuntes de la facultad y en eso aparece un tipo, parecía como un dibujito animado, casi patinando por el piso, desaforado, gritando: “¿Dónde están los fotógrafos?, ¿y vos quién sos?”

Mientras le explicaba quién era vió que tenía una cámara, y ya me subió a un taxi. Yo le pregunte: “¿A dónde vamos?” yo era pibe pero había militado en política y tenía una idea clara de lo que estaba pasando en el país [...]