Chicas en tiempos suspendidos - Tamara Kamenszain - E-Book

Chicas en tiempos suspendidos E-Book

Tamara Kamenszain

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Beschreibung

Poetisa es una palabra dulce que dejamos de lado porque nos avergonzaba y sin embargo ahora vuelve en un pañuelo que nuestras antepasadas se ataron a la garganta de sus líricas roncas. Poetas y poetisas, chicas y abuelas se reencuentran en este libro en el que son las protagonistas de una suerte de carrera de postas sin principio ni final. El testigo pasa de mano en mano: de Delmira Agustini a Juana Bignozzi y luego a Cecilia Pavón y a Celeste Diéguez, entre tantas otras, para construir una historia revisitada que se pregunta: ¿la Storni o Alfonsina? Pero también es una carrera de obstáculos: hay que aprender a sortear a los vates, que no son gritones ni tienen vida personal, que solo se enamoran del amor, no como las chicas que hierven chauchas y no quieren convencer a nadie con lo que escriben, o las que tienen abuelas que las buscan aunque ahora son ellas quienes las encuentran en una Plaza de Mayo que las convoca y hermana. Con un pie suspendido en el ensayo y otro en la poesía, Tamara Kamenszain nunca pierde el equilibrio: explora ambos géneros tomando de cada uno aquello que más la interpela, y escribe un libro conmovedor, tan vital como inolvidable.

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CHICAS EN TIEMPOS SUSPENDIDOS

Tamara Kamenszain

Poetisa es una palabra dulce que dejamos de lado porque nos avergonzaba y sin embargo y sin embargo ahora vuelve en un pañuelo que nuestras antepasadas se ataron a la garganta de sus líricas roncas.

 

Poetas y poetisas, chicas y abuelas se reencuentran en este libro en el que son las protagonistas de una suerte de carrera de postas sin principio ni final. El testigo pasa de mano en mano: de Delmira Agustini a Juana Bignozzi y luego a Cecilia Pavón y a Celeste Diéguez, entre tantas otras, para construir una historia revisitada que se pregunta: ¿la Storni o Alfonsina?

Pero también es una carrera de obstáculos: hay que aprender a sortear a los vates, que no son gritones ni tienen vida personal, que solo se enamoran del amor, no como las chicas que hierven chauchas y no quieren convencer a nadie con lo que escriben, o las que tienen abuelas que las buscan aunque ahora son ellas quienes las encuentran en una Plaza de Mayo que las convoca y hermana.

Con un pie suspendido en el ensayo y otro en la poesía, Tamara Kamenszain nunca pierde el equilibrio: explora ambos géneros tomando de cada uno aquello que más la interpela, y escribe un libro conmovedor, tan vital como inolvidable.

Chicas en tiempos suspendidos

TAMARA KAMENSZAIN

Índice

CubiertaSobre este libroPortadaDedicatoriaEpígrafeI PoetisasII. AbuelasIII ChicasIV AntivatesV. Fin de la historiaSobre la autoraPágina de legalesCréditos

A Margo Glantz

Estamos ante un tiempo que no es el de las fechas.

GEORGES DIDI-HUBERMAN

I POETISAS

1.

Poetisa es una palabra dulce

que dejamos de lado porque nos avergonzaba

y sin embargo y sin embargo

ahora vuelve en un pañuelo

que nuestras antepasadas se ataron

a la garganta de sus líricas roncas.

Si él me llama le dices que he salido

había pedido Alfonsina mientras se suicidaba

y eso nos dio miedo.

Mejor poetas que poetisas

acordamos entonces entre nosotras

para asegurarnos aunque sea un lugarcito

en los anhelados bajofondos del canon.

Y sin embargo y sin embargo

otra vez nos quedamos afuera:

no sabíamos que los poetas

gustan de volverse vates

mientras a las chicas en lenguaje inclusivo

la palabra vata no nos suena

porque las mujeres no escribimos

para convencer a nadie.

Por eso la poetisa que todas llevamos adentro

busca salir del clóset ahora mismo

hacia un destino nuevo que ya estaba escrito

y que al borde de su propia historia revisitada

nunca se cansó de esperarnos.

2.

Quisimos llamarnos como ellos:

por el apellido.

Rosenberg, Moreno, Bellessi, Gruss

y sin embargo y sin embargo

viene llegando la hora de los nombres

las uruguayas siempre tuvieron

nombre. Juana, Idea, Circe, Amanda.

Delmira, la primera divorciada del Uruguay.

Delmira, la primera víctima de femicidio.

Es claro que lo que empezó como poesía

tuvo que terminar como novela

porque Delmira ya se había divorciado

pero tenía cita con su ex marido

en una pensión de barrio

donde él la estaba esperando

con un revólver cajoneado en la mesa de luz.

“Él se suicidó sobre el pecho sangrante de la amada”

tituló El Día de Montevideo evitando hablar de ella.

Entre la metáfora modernista de un pecho sangrante

y la palabra femicidio que no existía

Delmira se las ingenió para hacer y deshacer con la lengua

lo que le quedaba por decir.

Extraño amado de mi musa extraña,

le había escrito ella a ese muso