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Jaime Bailón

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Beschreibung

Los autores recrean la historia de los grupos de música chicha, que apuestan por la mezcla de instrumentos, géneros y formas de interpretación; sistematizan el modus operandi de los agentes del mercadeo y sus organizaciones, y establecen analogías con las prácticas de las empresas formales, demostrando que el contacto con la realidad y la vida cotidiana es el ingrediente principal del márketing.

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Chicha power. El márketing se reinventa

 

Jaime Bailón • Alberto Nicoli

Bailón Maxi, Jaime

Chicha power: El márketing se reinventa / Jaime Bailón Maxi, Alberto Nicoli — 1.a ed., 3.a reimp. Lima: Universidad de Lima, Fondo Editorial, 2013.

160 p. (Investigaciones)

Bibliografía: p. 153-158

Contenido: Introducción — El nacimiento del imperio — Las multitudes chicheras — Los nuevos gurués del márketing

1. Desarrollo socioeconómico — Perú 2. Música chicha — Historia — Perú

3. Globalización y cultura — Perú 4. Márketing — Aspectos sociales

5. Posmodernismo — Perú 6. Pequeña empresa — Perú

ISBN: 978-9972-45-225-3

303.44 / B16

Colección Investigaciones

Chicha power: El márketing se reinventa

Primera edición, abril 2009

Primera reimpresión, setiembre 2009

Segunda reimpresión, setiembre 2010

Tercera reimpresión, marzo 2013

© Fondo Editorial

Universidad de Lima

Av. Manuel Olguín 125

Urb. Los Granados, Lima 33

Apartado postal 852, Lima 100

Teléfono: 437-6767, anexos 30130 y 30131

Fax: 435-3396

[email protected]

www.ulima.edu.pe

Diseño y edición: Fondo Editorial

Impreso en el Perú

Versión ebook 2015

Digitalizado y distribuido por Saxo.com Peru S.A.C.

www.saxo.com/esyopublico.saxo.com

Teléfono: 51-1-221-9998

Dirección: calle Dos de Mayo 534, Of. 304, Miraflores

Lima - Perú

Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso expreso del Fondo Editorial.

ISBN 978-9972-45-225-3

Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú No 2013-03744

Índice

Introducción

Capítulo 1. El nacimiento del imperio

1. Tiempos violentos

1.1 La posmodernización económica

1.2 La revolución cultural

1.3 El capitalismo histórico: destrucción creadora

1.4 El imperio contraataca

1.5 Paradigmas económicos y tecnología

1.6 La competitividad biopolítica

2. Las “nuevas” estrategias de gestión empresarial

2.1 La reingeniería chicheril

2.2Outsourcing para todo(s)

2.3Benchmarking: yo te copio, yo tampoco

3. Un nuevo paradigma del conocimiento

3.1 El conocimiento y la economía global

3.2 La crisis del orden disciplinario

3.3 El paradigma “fabril” del aprendizaje

3.4 Un nuevo paradigma

3.5 El núcleo del nuevo modelo

3.6 Transformaciones irreversibles

4. El capital devela su misterio

5. Más allá del otro sendero

5.1 El sistema pyme

5.2 El empleo y los trabajadores

5.3 Los problemas de la flexibilidad

5.4 Las pymes y un nuevo contrato social

5.5 La inclusión de los informales

5.6 Las fuerzas del contraimperio

5.7 Bárbaros y piratas del siglo XXI

5.8 Tecnología: el talón de Aquiles de las pymes peruanas

5.9 Perú, el país más emprendedor del mundo

5.10 Banco chicha

Capítulo 2. Las multitudes chicheras

1. Apuntes históricos de la música chicha

1.1 Los rumberos preparan el terreno

1.2 El Perú hirviente de esos días: El boom de la chicha

1.3 El Beatle chichero

1.3.1 Productora Caracol

2. La cumbia se “achora”

2.1 Nace una estrella: Chacalón

3. El epicentro de la chicha se encuentra en Huancayo

3.1 Shapimanía

4. La chicha fermenta

5. La caída de la chicha

6. La chicha no estaba muerta... estaba de parranda

6.1 La tecnocumbia: De la selva su chicha

6.2 La era del tecno

6.3 El tecnohuaino, nuestra manifestación local de la tecnocultura

7. Siguiendo el sendero de la chicha

Capítulo 3. Los nuevos gurúes del márketing

1. El márketing del imperio

1.1 Made in Perú

1.2 Las 4 C: la hegemonía del consumidor

1.3 Las percepciones del consumidor y el funcionamiento de las comunicaciones en el márketing posmoderno

1.4 El papel crucial de las comunicaciones

1.5 La medición de los resultados

1.6 Es cuestión de amor, es cuestión de marca

2. El márketing “chicheril”

2.1 Ike, “el comandante” de la chicha

2.1.1 Ike invade el dial

2.1.2 Elizabeth Isla Láinez, “La voz sensual de la chicha”

2.1.3 El “comandante” prepara el campo

2.2 Las fuentes de información del márketing chicheril

2.2.1 La segmentación de mercados en el márketing chicheril

2.3 La gestión de marca, otro talón de Aquiles de las pymes chicha

2.4 Marcas y posicionamiento chicha

2.5 Nilver Huarac: El rey Midas de la chicha

2.6 El concepto del servicio en el márketing chicheril

2.7 El precio y las utilidades en los espectáculos chicha

2.8 La comunicación en el márketing chicheril

2.9 Las tácticas chicheras

2.10 La radio del imperio

2.10.1 En el campo de batalla

2.11 El pequeño gigante

2.11.1 El regreso

2.11.2 Grados, empresario

2.12 Fortalezas y debilidades chicheras

2.12.1 Abel Quispe: La hora de los mercados

3. La producción discográfica chicha

3.1 Los piratas son nuestros aliados

3.2 Más piratas, más música

Conclusiones: Identidades, imperio y tecnocultura

Bibliografía

Introducción

Los fenómenos que producen o aceleran trastornos radicales o revolucionarios de nuestros sistemas de vida no suelen ocasionar espectáculos dantescos. Con alguna frecuencia, no son advertidos por el mundo académico; sin embargo, son los medios de comunicación quienes convierten estos acontecimientos en crónicas de color local para sus magacines dominicales.

Ese es el tratamiento que ha venido recibiendo la cultura chicha en nuestro país, movimiento que se expresó inicialmente como un género musical “intermedio” entre la cumbia y el huaino, para luego pasar a definir los rasgos más característicos de la peruanidad del siglo XXI: mestizajes y mezclas múltiples, creatividad y un inquebrantable afán de superación expresado en los constantes desplazamientos de la población en busca de un futuro mejor.

Mientras en la década de 1970 la música chicha se iba “fermentando” y adquiría nuevas tonalidades y matices, el sistema capitalista inició un agresivo proceso de transformación y reinvención (poscapitalismo). Los procesos de globalización del sistema que se iniciaron en el siglo XVI (con la consolidación de los grandes imperios coloniales) adquirieron, en las postrimerías del siglo XX, sus puntos de expresión más altos con el surgimiento de un orden político-económico mundial (Naciones Unidas, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional) y la conformación de corporaciones económicas imbuidas de nuevas formas de producción. La tecnología informática abarató de manera significativa la comunicación, lo que hizo posible la descentralización de los procesos productivos (un par de zapatillas se puede diseñar en Estados Unidos y fabricar en Indonesia) y, sobre todo, una mayor retroalimentación entre la oferta y la demanda: hoy se lanzan productos al mercado de acuerdo con los niveles de exigencia y distinción exigidos por el público consumidor. Se pasó entonces de un sistema de producción industrial de fabricación en serie y máquinas energéticas simples a un sistema donde el sector servicios y las computadoras tienen la hegemonía.

Establecer un punto de conexión entre los complejos procesos de globalización y la cultura chicha podría parecer inverosímil, pero es una relación que efectivamente ha tenido puntos de convergencia. La transformación de la sociedad fabril al orden poscapitalista no fue producida exclusivamente por los gurúes de la administración contemporánea, sino también fue creación de los complejos movimientos de resistencia de las multitudes al orden fabril. En el primer mundo, esa resistencia tuvo como vehículo de expresión a todos los movimientos contestatarios de los años 60: música rock, hippies, ecologistas, feministas, gays, movimientos de liberación nacional. Estos grupos se encargaron de inventar nuevas formas de aprender y producir, más allá del territorio de la escuela o la fábrica.

En el Perú, las multitudes migrantes del Ande, más que resistirse a la industrialización, querían ser parte de ese proceso, porque en nuestro país era sinónimo de modernidad y desarrollo. Pero las puertas les estaban cerradas, los enclaves del llamado Perú oficial se atrincheraron en su cúpula de cristal y se reservaron el derecho de admisión. Los migrantes se vieron obligados a construir un orden paralelo, creando su propia música, levantando ciudades (primero pueblos jóvenes, luego distritos, conos y una nueva Lima) y elaborando sus propios mecanismos de producción y empleo. Mientras el país formal seguía bajo la férula del capitalismo disciplinario (de horarios rígidos, protección estatal, mercado local), los migrantes se adscribieron al orden poscapitalista de horarios y labores flexibles, trabajo simbólico (medios de comunicación, informática), creación de nuevas subjetividades, prácticas de consumo y unidades económicas caracterizadas por su versatilidad, emprendimiento e innovación (pequeñas y medianas empresas, pymes). Todo este trabajo creativo, tal como ocurrió en el primer mundo, fue aprovechado por las grandes corporaciones del orden poscapitalista. Por ejemplo, en el caso de las pymes promotoras de música chicha, el eje de su negocio no es la venta de discos sino las presentaciones del grupo en conciertos y bailes. Las grandes transnacionales de la música y los productores de las grandes bandas de rock están adaptando esta estrategia debido a la fuerza de la piratería discográfica. Otro tanto ocurre con la venta de libros en nuestro país, algunas editoriales extranjeras han incorporado la distribución informal (venta callejera) como uno de sus principales canales de venta. A diferencia de una librería, los ambulantes son nómades que están en todas partes.

Como señalamos en algunos pasajes del libro, el nuevo orden imperial o poscapitalista es un orden muy eficiente, que aprovecha económicamente cualquier forma de producción tangible o intangible. Incluso usufructúa el “trabajo sentimental” al existir una fuerte relación con el consumidor, la forma de captarlo es a través de los afectos. Los medios de comunicación y el márketing son los encargados de establecer estrechos vínculos afectivos con sus audiencias con el objetivo de estimular y alentar el consumo.

Estudiar los encuentros y desencuentros de la producción económica de las multitudes migrantes con el nuevo orden económico mundial es uno de nuestros objetivos y hemos trazado una serie de croquis para seguir el devenir de estas convergencias. Como se trata de una aproximación, este libro puede leerse de muchas maneras: de la primera página a la última o eligiendo el título que resulte más atractivo. En la primera parte presentamos el nuevo orden económico mundial, sus nuevas formas de administración, la creatividad de las multitudes y su rol económico a través de las pymes, al analizar las características de estas últimas dentro del nuevo contexto económico mundial.

La segunda parte es una recreación de la historia del movimiento musical chichero. Dado que en el orden imperial la producción de subjetividades es muy importante, hemos desarrollado esta historia como crónica para rescatar los afectos y sentimientos en juego. Por música chicha no solo entendemos la cumbia “ahuainada”, sino también sus variedades contemporáneas como la tecnocumbia, la cumbia norteña y de la selva. Así mismo, hemos incluido todas las variedades de huaino jaranero y con arpa, debido a que todas estas corrientes comparten las mismas características de producción y consumo (bailódromos, programas radiales, conciertos), así como una decidida apuesta por el cruce y las mezclas. La evolución histórica, más que respetar cronologías, tiene como eje los procesos de transformación: inclusión de nuevos instrumentos, formas de interpretación y nuevas prácticas de apropiación (introducción de ritmos y géneros foráneos).

La tercera parte es un intento de sistematizar las estrategias de mercado de los agentes del márketing chicha al rescatar el modus operandi de sus organizaciones e intentar establecer analogías con las prácticas de mercadotecnia de las grandes empresas formales. Tarea complicada, porque el empresario de la chicha todo el tiempo está generando tácticas y estrategias imaginativas para capturar consumidores y mantenerse en el mercado utilizando, por ejemplo, sus redes de colaboración con paisanos y ahijados. Esta costumbre les permite presentar espectáculos atractivos a precios accesibles, gracias a este espíritu de solidaridad y apoyo mutuo.

Hemos utilizado esta estrategia para formar un entusiasta equipo de investigación que ningún generoso presupuesto hubiera podido financiar. No queremos terminar esta introducción sin agradecer a las siguientes personas. Al colega y amigo Óscar Luna Victoria, que alentó y revisó este proyecto de investigación. A Julio Hevia, que nos presentó y aclaró muchos conceptos teóricos; a Carlos Castro, que nos ayudó en la evaluación de la bibliografía; a Celeste Vela, Rocío Espinoza y Alberto Pacheco, que revisaron textos y gráficos; a nuestros compañeros de chichódromos William “Boza” Chávez y Moisés Corilloclla. Y a nuestros estudiantes de los cursos de Industrias Culturales y Estrategias de Márketing que con sus preguntas hicieron que el interés por las pymes y los chicheros no decayera.

Aunque es un lugar común, es bueno advertir que los aciertos de la investigación han sido posibles gracias a ellos. Los errores son patrimonio exclusivo de los autores.

Capítulo 1

El nacimiento del imperio

Cuando era niño, viajé con mi padre a Mon te-video. Mi padre me dijo: “Mira bien las banderas, las aduanas, los militares, los curas. Todo eso va a desaparecer y podrás decir que lo has visto”. Ha ocurrido lo contrario, hay más fronteras que nunca. Pero tal vez mi padre tenía razón, solo que su profecía era prematura. Yo no la veré realizada.

JORGE LUIS BORGES

1. Tiempos violentos

1.1 La posmodernización económica

A veces los economistas cuentan mejores historias que los literatos, dijo alguna vez Mario Vargas Llosa1. Los textos de administración, márketing y economía son los que vienen describiendo con mayor claridad la generación de un nuevo orden mundial que algunos autores han denominado imperial, posmoderno o poscapitalista. Sus características principales son suspender la historia, anular la geografía y mezclar los territorios de la política, la cultura y la economía. Su impronta sigue siendo la apropiación, el lucro y la guerra. Difiere de los regímenes que le precedieron solo por su extraordinaria eficiencia, producida por una nueva maquinaria política y de guerra. El nuevo orden es terriblemente tanático: ha matado dioses, hombres, naturaleza e historia. Su universo está habitado por capitales y multitudes errantes que vagan por mundos reales y virtuales. Es un orden reñido con cualquier tipo de trascendencia, tiene como eje de sus mecanismos de poder el número de dólares y personas. Es altamente organizado, no en vano ha erigido a la administración como la “reina de las ciencias”. La adecuada interconexión de saberes, recursos y personas es la clave de su eficiencia, y algo tan delicado no se puede dejar en manos exclusivas de los estados nacionales y sus élites locales. Las grandes compañías transnacionales aliadas con el poder político y militar de los países más poderosos dictan las pautas generales de funcionamiento; estas serán ejecutadas en un sistema de redes de alto nivel de complejidad y elasticidad. El orden imperial lo flexibiliza todo, los empleos son eventuales y los salarios están en relación con la productividad del trabajador. Las empresas ya no requieren tampoco centralizar en un solo espacio todas sus actividades, la desterritorialización es la norma: las oficinas administrativas pueden estar en Nueva York y las fábricas en Osaka o Sao Paulo.

La organización exitosa es la que se está reinventando todo el tiempo y busca la máxima competitividad en las actividades que realiza. Su jefe supremo es el gusto y la satisfacción de los deseos de sus consumidores. Para alcanzar esta meta, a diferencia de la organización disciplinaria, que fue el paradigma de la organización empresarial decimonónica y de la primera mitad del siglo XX (el fordismo y el taylorismo), el orden imperial involucra a todos en el ejercicio del poder, ya sea de manera activa o pasiva.

En oposición al capitalismo industrial, el nuevo orden no se contenta con apropiarse de la producción física, sino también de la simbólica. Con este fin ha ido transformando paulatinamente todos los espacios de interacción de los individuos en territorios al servicio de la producción. Esta actitud más “inclusiva” del orden poscapitalista responde a su carácter parásito. Al no poseer ninguna ontología, aprovecha todo lo que generan las multitudes. La lógica y las herramientas de la administración moderna, enseñadas por los gurúes de la economía de mercado, fueron creadas por las multitudes populares.

1.2 La revolución cultural

Las transformaciones económicas y políticas experimentadas en las postrimerías del siglo pasado, tales como la desaparición del mundo socialista, el desarrollo del sector servicios y la crisis del sistema de producción fabril, tuvieron en los grupos contestatarios de la década de 1960 (movimientos de liberación nacional, pacifistas, hippies) a sus agentes catalizadores más importantes. Las principales operaciones de estos grupos fueron, en opinión de Hardt y Negri:

El rechazo del régimen disciplinario y la experimentación con nuevas formas de productividad. Este repudio se manifestó mediante apariencias muy variadas y proliferó en miles de prácticas cotidianas. Una de esas manifestaciones era el estudiante universitario que experimentaba con LSD en lugar de buscar un empleo; otra era la mujer joven que se negaba a casarse y formar una familia; otra era el obrero afronorteamericano ‘incompetente’ (…) que se rehusaba a trabajar de todas las maneras posibles. La juventud que rechazaba la repetición narcótica de la sociedad fábrica inventaba nuevas formas de movilidad y flexibilidad, nuevos estilos de vida. Los movimientos estudiantiles obligaron a dar un alto valor social al conocimiento y al trabajo intelectual (Hardt y Negri, 2002: 255).

El hippismo y los diversos movimientos musicales surgidos en los años sesenta, considerados casi una anécdota en los textos de historia del siglo XX, sacudieron los cimientos del sistema disciplinario de producción (industrialización masiva con una escasa comunicación entre productores y consumidores). Los nuevos apóstoles contraculturales no solo arremetieron en contra de los convencionalismos de la época, crearon además nuevas subjetividades y formas de trabajo. Su relación con los medios masivos de comunicación resultó una mezcla explosiva, y la onda expansiva cubrió todo el planeta; ningún muro de Berlín pudo amortiguar la explosión. La creatividad musical, artes visuales, revistas subte y publicidad fueron campos que se convirtieron intempestivamente en muy lucrativos, pero demandaban formas distintas de trabajo. Al ser actividades abstractas, no había posibilidad de un control policial fordista, con horario constante, salarios fijos y centros específicos de trabajo. Todo esto hizo necesaria una profunda transformación del sistema de producción capitalista.

1.3 El capitalismo histórico: destrucción creadora

El sistema capitalista después de la Segunda Guerra adquirió niveles de expansión y hegemonía absolutos. Entre los principales indicadores de esta supremacía podemos destacar: a) la incesante desruralización del mundo, incluso en los países periféricos como el Perú, la tasa de habitantes que viven en el campo es inferior al número de habitantes urbanos; b) la crisis de los estados nacionales, que hace que los estados y su clase política sean cuestionados mundialmente tanto por los grupos hegemónicos (capitalistas) como por los sectores populares; y c) consolidación de una concepción científica (newtoniana) de la realidad, que tuvo como correlato una expansión de los niveles de cobertura educativa.

Sin embargo, el capitalismo ha empezado a pagar un alto precio por su eficiencia. La desruralización del mundo ha traído como consecuencia la paulatina desaparición de la reserva laboral. Cada vez que un grupo de trabajadores de cualquier parte del globo ve que sus necesidades económicas más apremiantes están siendo satisfechas, empieza a exigir más por su trabajo. Enseguida las grandes corporaciones migran buscando otra reserva laboral, es decir, siempre se puede encontrar una masa laboral desesperada. Pero, conforme el sistema tienda a expandirse más, las exigencias económicas de una población plenamente urbana van a ser siempre mayores que los de una masa campesina. Aunque es claro que los capitalistas van a querer pagar menos, las expectativas salariales creadas por el propio sistema han hecho que las expectativas remunerativas de los trabajadores a nivel mundial se incrementen, lo que genera procesos de migración laboral. En la práctica: un éxodo de poblaciones tercermundistas rumbo al paraíso laboral europeo o estadounidense.

Otra manifestación del éxito capitalista, que simultáneamente ha venido configurando la pauta de una crisis profunda del sistema, es el progresivo debilitamiento de los estados-nación y las clases políticas. Si bien han existido en otros periodos históricos formas parecidas, la concepción moderna de estado-nación surgió en Europa a fines de la Edad Media. Esta concepción, según Chomsky (2005), desarrolló, desde sus inicios, una cultura de violencia y salvajismo que hizo posible a los principales países de ese continente someter a las poblaciones del resto del mundo. La violencia era necesaria porque se trata de un sistema que intenta imponer una lógica política y económica uniforme sobre sociedades muy heterogéneas. La mayoría de los conflictos contemporáneos en los territorios de la ex Yugoslavia, la extinta Unión Soviética y Medio Oriente son remanentes del intento europeo de construir estados-nación artificiales sobre territorios disímiles. Inclusive en los principales países europeos sobreviven las disputas entre etnias y naciones que reclaman autonomía, aunque los niveles de violencia han disminuido en comparación con lo que se vivió en los siglos anteriores.

… la principal razón por la cual los conflictos salvajes terminaron en Europa en 1945, fue que ellos mismos reconocieron que si continuaban con este juego por más tiempo terminarían exterminándose a sí mismos. Así es como, desde 1945, usted tiene paz interna en Europa. Los alemanes y franceses ya no consideran que el objetivo principal de sus vidas sea matarse unos a los otros. Durante el desarrollo del sistema de estados nación, también se desarrollaron, paralelamente, diversas disposiciones económicas que hace más o menos un siglo se convirtieron en lo que se conoce como el capitalismo corporativo contemporáneo, en gran parte impuesto no por vía legislativa sino a través de acuerdos judiciales y que está estrechamente integrado y vinculado a los estados poderosos (Chomsky, 2005: 1, el énfasis es nuestro).

Pero lo importante, como señala Noam Chomsky, es la relación que los estados nacionales establecieron con las corporaciones económicas. El sistema capitalista estuvo desde sus inicios traslapado con los estados; gracias a estos, las grandes empresas gozan de monopolios, seguridad garantizada por la policía y fuerza armada, defensa legal (las corporaciones son tratadas como sujetos de derecho, tal como si fueran personas naturales del país en el que operan), operaciones de “salvataje” financiero (los estados no pueden permitir que una gran empresa o banco quiebre). Además, las empresas están obligadas por ley a externalizar costos y a maximizar sus ganancias (obtener el más alto margen de beneficios).

El desarrollo de una economía de libre mercado sin intervención estatal no es más que un mito neoliberal; la única vez que algo parecido se quiso implantar en Europa, a fines del siglo XIX, significó la ruina de las empresas embarcadas en una lucha de todos contra todos. Es así que se fueron organizando en carteles, consorcios, o cualquier forma de concentración, que los estados, a través de su aparato judicial (sin intervención del legislativo en el caso de Estados Unidos), comenzaron a reglamentar y otorgar una serie de derechos, antes solo reservados a personas naturales: poseen libertad de expresión, no se puede investigar su funcionamiento interno e incluso tienen derecho a demandar al estado en el que operan. Este tipo de sistema es el moderno capitalismo corporativo avalado por el estado que actúa como un árbitro parcializado, pues su función no es defender al ciudadano de las grandes corporaciones, sino coadyuvar a una coexistencia pacífica de estas organizaciones, estableciendo y limitando áreas de influencia. Es “un estado gerente, sin fines y consecuentemente sin política, transmisor y ejecutor de las decisiones de una élite que ni Mosca ni Pareto hubieran imaginado” (Dieterich, 1997: 165).