Clase y Política en España I - Modesto Gayo - E-Book

Clase y Política en España I E-Book

Modesto Gayo

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Cuando las desigualdades crecen y la concentración de riqueza deviene más ostensible, el concepto de clase emerge como una herramienta clave para comprender las sociedades actuales. Debatida desde distintas perspectivas y corrientes, esencial para comprender la movilización y el conflicto, dicha noción resulta imprescindible para la propuesta analítica de esta investigación. Tomando como eje central el hegemónico relato del «clasemedianismo», afianzado durante las décadas de los sesenta y los setenta del siglo pasado y genuino protagonista del periodo, el presente libro hace una contribución esencial al estudio de la ya larga y consolidada democracia. Partiendo de la lectura de datos estadísticos, el reputado sociólogo Modesto Gayo nos sitúa ante la política y la realidad social españolas desde el final de la transición hasta la crisis económica. El voto, las ideologías, la movilización social y las actitudes políticas son las aristas de este profundo relato. Clase y Política en España I muestra tanto las tensiones como los acuerdos que fueron constitutivos del régimen y ofrece una radiografía sociológica del sistema cuasi bipartidista cuyo modelo se quebraría irreparablemente.

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Siglo XXI / Ciencias Sociales / Política

MODESTO GAYO

CLASE Y POLÍTICA EN ESPAÑA I (1986-2008). Estructura social y clase media en la democracia postransicional

Prólogo de Alberto Garzón

Cuando las desigualdades crecen y la concentración de riqueza deviene más ostensible, el concepto de clase emerge como una herramienta clave para comprender las sociedades actuales. Debatida desde distintas perspectivas y corrientes, esencial para comprender la movilización y el conflicto, dicha noción resulta imprescindible para la propuesta analítica de esta investigación. Tomando como eje central el hegemónico relato del «clasemedianismo», afianzado durante las décadas de los sesenta y los setenta del siglo pasado y genuino protagonista del periodo, el presente libro hace una contribución esencial al estudio de la ya larga y consolidada democracia.

Partiendo de la lectura de datos estadísticos, el reputado sociólogo Modesto Gayo nos sitúa ante la política y la realidad social españolas desde el final de la transición hasta la crisis económica. El voto, las ideologías, la movilización social y las actitudes políticas son las aristas de este profundo relato. Clase y política en España I muestra tanto las tensiones como los acuerdos que fueron constitutivos del régimen y ofrece una radiografía sociológica del sistema cuasi bipartidista cuyo modelo se quebraría irreparablemente.

Modesto Gayo, catedrático de sociología en la Universidad Diego Portales (Santiago de Chile), trabajó como Research Fellow en la University of Manchester. Actualmente, es Senior Visiting Fellow del International Inequalities Institute (LSE) e investigador adjunto del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). Sus áreas de especialización son, entre otras, las teorías de la clase media, la desigualdad cultural, la reproducción social y el estudio de las prácticas de la riqueza y de las elites. Su investigación sobre capital cultural ha abordado ampliamente los casos de Reino Unido, América del Sur y, recientemente, Australia.

Es coautor de los libros Culture, Class, Distinction (2009),sobre Reino Unido; Upper Middle Class Social Reproduction. Wealth, Schooling, and Residential Choice in Chile (2019); Fields, Capitals and Habitus (2020) sobre Australia; y El nuevo régimen de las prácticas culturales. Espacio, desigualdad y Nostalgia en las metrópolis del Cono Sur contemporáneo (2021), y autor de Ideología, moralidades y reproducción social. Una introducción a la sociología de la cultura (2017) y Clase y cultura. Reproducción social, desigualdad y cambio en Chile (2020).

Diseño interior y cubierta: RAG

Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

Nota a la edición digital:

Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

© Modesto Gayo, 2021

© Siglo XXI de España Editores, S. A., 2021

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.sigloxxieditores.com

ISBN: 9788432320392

A las mujeres. Y a ti, Lula, una de ellas.

Índice
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
I. LA CLASE MEDIA COMO NOCIÓN DE RELEVANCIA SOCIOLÓGICA Y POLÍTICA
EL CRECIMIENTO DE LA CLASE MEDIA COMO ARGUMENTO
EL EFECTO POLÍTICO DE LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES COMO RAZÓN DE LA IMPORTANCIA DE LA CLASE MEDIA
LA CLASE MEDIA COMO ENFOQUE
A PROPÓSITO DE LAS DIMENSIONES ANALIZADAS
II. SOBRE LA DEFINICIÓN DE LA CLASE MEDIA
SOBRE LOS CRITERIOS DE DEFINICIÓN DE LA CLASE MEDIA
La dominación y la autoridad
La explotación
Las relaciones de empleo
Situaciones de mercado
Los recursos
La propiedad
El capital cultural
El tipo de trabajo
La función
La autonomía
Notas finales sobre nombres, definiciones y política
SOBRE LA HETEROGENEIDAD DE LA CLASE MEDIA
Otras divisiones con un efecto transversal
La educación
Origen y movilidad sociales
Estilo de vida
El género
La edad
Algunas tesis y conclusiones sobre el debate en torno a la unidad/heterogeneidad
Tabla 1. Divisiones dentro de la clase de servicio.
¿QUIÉNES SON CLASE MEDIA? UN EJERCICIO DE OPERACIONALIZACIÓN
Tabla 2. Propiedades compartidas por la «clase media», la «clase de servicio» y «las posiciones contradictorias».
Tabla 3. Detalle de las ocupaciones que componen la clase media.
III. TEORÍAS Y DEBATES SOBRE EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO DE LA CLASE MEDIA
LAS TEORÍAS
Marxismo
Tabla 4. Esquema de clases de Goldthorpe y términos habituales.
La clase de servicio
La nueva clase
El posmaterialismo
El capital cultural o la teoría del habitus
El sector de empleo
Las condiciones históricas
EL DEBATE SOBRE EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO DE LA CLASE MEDIA
LOS FACTORES EXPLICATIVOS
Factores económicos
Factores intelectuales
Factores sociales
Factores políticos
HETEROGENEIDAD, COMPORTAMIENTOS Y fACTORES EXPLICATIVOS
LA CLASE MEDIA EN ESPAÑA
¿QUÉ SE HA ENTENDIDO POR CLASE MEDIA?
Tabla 5. Estratificación social española en 1970.
LA EMERGENCIA Y EL CRECIMIENTO
Tabla 6. Estratificación social española en 1860.
Tabla 7. Distribución en porcentajes de la población activa en España por sector económico (1900-1973).
Tabla 8. Evolución en porcentajes de los distintos sectores ocupacionales de la población activa, según los censos de población de 1950, 1960, 1970 y 1981.
LA POLÍTICA
DESARROLLO, CLASE MEDIA Y DEMOCRACIA
V. ESTABILIDAD DEL VOTANTE Y CONTINUIDAD DEL SISTEMA DE PARTIDOS: EL VOTO
UN REPASO DE ALGUNAS IDEAS SOBRE CLASE MEDIA Y VOTO
Tabla 9. Preferencias partidistas dentro de las nuevas clases medias según W. Müller.
MIRANDO EN SU INTERIOR: LA DIVISIÓN DE LA CLASE MEDIA EN GRUPOS OCUPACIONALES
EL COMPORTAMIENTO ELECTORAL DE LOS GRUPOS OCUPACIONALES
El comportamiento político en términos absolutos
Comportamiento electoral en términos doblemente relativos
El voto al PP frente al PSOE
El voto a IU frente al PP
El voto a IU frente al PSOE
¿UNA ASOCIACIÓN ESPURIA? LA HETEROGENEIDAD CUANDO LAS PAUTAS DE COMPORTAMIENTO SON CONTROLADAS POR OTRAS VARIABLES
UN AGRUPAMIENTO DE CATEGORÍAS DE OCUPACIÓN
Tabla 10. Grupos resultantes de la agregación de ocupaciones.
UNA COMPARACIÓN ENTRE LOS GRUPOS DE LA CLASE MEDIA Y LAS OTRAS CLASES SOCIALES
Los valores absolutos
Odds ratios y cambio a lo largo del tiempo
ESTABILIDAD ELECTORAL Y FRAGMENTACIÓN DEL CLASEMEDIANISMO
VI. DIVISIONES DE SECTOR DE EMPLEO Y VOTO[1]
EL SECTOR DE EMPLEO: APUNTES TEÓRICOS
El alcance de los efectos de la ubicación sectorial
Mecanismos responsables de los efectos del sector de empleo
Una referencia a España
ANÁLISIS DEL CASO ESPAÑOL ENTRE 1989 Y 2008
El análisis de datos
Efectos brutos del sector de empleo sobre el voto
Tabla 11. Efectos del sector de empleo sobre el voto. Coeficientes de regresión logística binomial.
¿Efectos del sector de empleo o efectos de composición ocupacional?
Tabla 12. Efectos netos del sector de empleo sobre el voto, controlando el efecto de la ocupación. Coeficientes de regresión logística binomial.
EL EFECTO DECRECIENTE DEL SECTOR DE EMPLEO
VII. DIVERSIDAD Y EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA
CLASE MEDIA E IDEOLOGÍA
IDEOLOGÍA Y POLÍTICA EN ESPAÑA
Gráfico 5. Espacio producto de la combinación de los tres ejes ideológicos.
ALGUNAS NOTAS SOBRE LA MEDICIÓN DE LA IDEOLOGÍA POLÍTICA
Tabla 13. Dimensiones ideológicas y partidos políticos.
LA IDEOLOGÍA DE LA CLASE MEDIA DE PROFESIONALES Y DIRECTIVOS
La ideología de las ocupaciones de la clase media
Ideología en términos absolutos
Ideología en términos relativos
Una comparación con otras clases sociales
LA FORMACIÓN DE BLOQUES IDEOLÓGICOS Y SU CONSOLIDACIÓN
VIII. ACTIVISMO POLÍTICO Y MOVILIZACIÓN SOCIAL
REVISIÓN DE ALGUNAS IDEAS SOBRE PARTICIPACIÓN POLÍTICA
Gráfico 6. Síntesis de factores incluidos en explicaciones sobre la participación política.
Tabla 14. Diferencias entre miembros de los movimientos ambientalista y feminista, según Searle-Chatterjee (1999).
ALGUNAS NOTAS SOBRE PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y CLASES MEDIAS EN ESPAÑA
LA PARTICIPACIÓN COMO IMPLICACIÓN EN ORGANIZACIONES POLÍTICAS
La pertenencia a organizaciones políticas
La participación en organizaciones políticas
Donación de dinero a organizaciones políticas
Trabajo voluntario en una organización política
PERTENENCIA A ORGANIZACIONES SINDICALES
Niveles de afiliación sindical
¿Hay diferencias de afiliación a los diferentes sindicatos?
Controlando la afiliación por algunas variables.
LAS ACCIONES POLÍTICAS COMO FENÓMENO PARTICIPATIVO
Tabla 15. Acciones políticas en las que destacan los diferentes grupos de la clase media.
Tabla 16. Acciones políticas más frecuentes según grupo ocupacional de la clase media.
LAS MOVILIZACIONES CONTRA LA INTERVENCIÓN MILITAR EN IRAQ
DIVERSIDAD PARTICIPATIVA Y CLASE MEDIA MOVILIZADA
IX. LAS ACTITUDES Y VALORES POLÍTICOS DEL «CLASEMEDIANISMO»
ALGUNAS IDEAS SOBRE LAS ACTITUDES POLÍTICAS
Las actitudes y las clases sociales
Ideología y actitudes
La formación de actitudes
¿ESTÁN LOS MIEMBROS DE LA CLASE MEDIA INTERESADOS EN LA POLÍTICA?
Tabla 17. Porcentaje de interés en la política según grupo de la clase media (ECVT).
LAS ACTITUDES HACIA EL TRABAJO
IDEOLOGÍA, MOVILIDAD SOCIAL Y ACTITUDES POLÍTICAS
Autoubicación ideológica dentro de la clase media
Tabla 18. Autoubicación ideológica según grupo de la clase media (ECVT).
Una comparación con las demás clases sociales
Ideología y movilidad social
Tabla 19. Autoubicación ideológica según clase social (ECVT).
Las actitudes como contenido de la ideología
Tabla 20. Porcentaje de los que manifiestan ciertas actitudes políticas según el posicionamiento en la escala de ideología (ECVT).
LAS ACTITUDES POLÍTICAS
¿Hay algún grado de asociación entre las actitudes políticas?
¿Son las fracciones de la clase media diferentes?
Tabla 21. Porcentaje de apoyo a las prioridades políticas según fracción de la clase media (ECVT).
Tabla 22. Ordenamiento de las prioridades políticas según fracción de la clase media (ECVT).
¿Es la clase media una clase social homogénea?
Tabla 23. Porcentaje de los que han manifestado su apoyo a ciertas prioridades políticas según categoría ocupacional de clase social (ECVT).
Actitudes políticas y movilidad social
Movilidad ocupacional
El nivel educativo de los padres y las trayectorias individuales
MATERIALISMO Y POSMATERIALISMO
Materialismo y posmaterialismo en la clase media
Tabla 24. Tipos materialistas y posmaterialistas según fracción de la clase media (ECVT).
Clases sociales y valores
Tabla 25. Materialismo/posmaterialismo según clase social (ECVT).
Un trabajo de identificación de algunas variables que contribuyen a explicar el materialismo y el posmaterialismo
Identificando variables explicativas
Un intento de explicación del factor que representa la dimensión materialismo/posmaterialismo
Tabla 26. Regresiones lineales del factor materialismo/posmaterialismo.
LAS DOS IZQUIERDAS Y EL POSMATERIALISMO DE LA CLASE MEDIA
X. CONCLUSIONES
¿ESTAMOS ANTE UNA CLASE CONSERVADORA?
¿UNIDAD O HETEROGENEIDAD?
¿RADICALISMO DE CLASE MEDIA?
SOBRE EL PROBLEMA DE LA DELIMITACIÓN DE LAS FRONTERAS DE CLASE O BOUNDARY PROBLEM
LAS DOS IZQUIERDAS: ¿SE PUEDE HABLAR DE ALIANzAS DE CLASE?
Tabla 27. Posición de las clases sociales en la tabla producto de la combinación de las dimensiones ideológicas izquierda-derecha y materialismo-posmaterialismo.
¿QUÉ VARIABLES CONTRIBUYEN A EXPLICAR LA HETEROGENEIDAD DE LA CLASE MEDIA Y CUÁNDO?
LA FRAGMENTACIÓN DE LA CLASE MEDIA: MÁS ALLÁ DE LOS CAPITALES COMO FUENTE DE DIVISIÓN
CONCEPTOS, EXPLICACIONES Y METODOLOGÍAS
Tabla 28. Conclusiones sobre el comportamiento político de las fracciones de clase media y las clases sociales.
BIBLIOGRAFÍA
APÉNDICE METODOLÓGICO
DATOS Y VARIABLES
ANEXO
I. ENCUESTAS
Tabla 29. Encuestas empleadas en los diferentes capítulos y modo de agregación de estas.
Tabla 30. Encuestas CIS utilizadas en el estudio.
II. TABLAS DEL VOTO
Tabla 31. Recuerdo de voto según ocupación (1986).
Tabla 32. Recuerdo de voto según ocupación (1996).
Tabla 33. Recuerdo de voto según ocupación (2008).
Tabla 34. Coeficientes de regresión logística del modelo básico, siendo la variable dependiente el voto al PP frente al PSOE (1986-2008).
Tabla 35. Coeficientes de regresión logística del modelo básico, siendo la variable dependiente el voto a IU frente al PP (1986-2008).
Tabla 36. Coeficientes de regresión logística del modelo básico, siendo la variable dependiente el voto a IU frente al PSOE (1986-2008).
Tabla 37. Coeficientes de regresión logística binomial del voto al PP frente al PSOE según grupos ocupacionales agregados de la clase media y todas las otras clases sociales para todas las elecciones (1986-2008).
Tabla 38. Coeficientes de regresión logística binomial del voto a IU frente al PP según grupos ocupacionales agregados de la clase media y todas las otras clases sociales para todas las elecciones (1986-2008).
Tabla 39. Coeficientes de regresión logística binomial del voto a IU frente al PSOE según grupos ocupacionales agregados de la clase media y todas las otras clases sociales para todas las elecciones (1986-2008).
III. TABLAS DE LA IDEOLOGÍA
Tabla 40. Comparación de medias: ideología según grupo
Tabla 41. Ideología según ocupación (1986-2008).
Tabla 42. Modelo logístico multinomial para la ideología según la ocupación (1986-2008).
Tabla 43. Coeficientes de regresión logística ordinal de la ideología según grupos ocupacionales agregados de la clase media y las otras clases sociales (1986-2008).
IV. TABLAS DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA
TABLAS PARTICIPACIÓN POLÍTICA (CUESTIONARIO CIS 2450)
Tabla 44. Participación en diferentes tipos de acción política, según grupo ocupacional de la clase media.
Tabla 45. Participación en manifestaciones con motivo del conflicto de Iraq, según grupo ocupacional de la clase media.
Tabla 46. Porcentaje de participación en manifestaciones con motivo del conflicto de Iraq de los grupos de la clase media, según variables sociodemográficas, opiniones y otras.
TABLAS PARTICIPACIÓN POLÍTICA (CUESTIONARIO ECVT)
Tabla 47. Pertenencia a organizaciones políticas, según grupo ocupacional de la clase media (ECVT).
Tabla 48. Pertenencia a diferentes organizaciones sindicales, según grupo ocupacional de la clase media (ECVT).
Tabla 49. Porcentaje de afiliación a sindicatos de los grupos de la clase media según variables sociodemográficas, opiniones y otras (ECVT).
Tabla 50. Participación en diferentes tipos de acción política, según grupo ocupacional de la clase media (ECVT).
Tabla 51. Actitudes hacia el trabajo según grupos de la clase media en porcentajes (estudio 2088).
Tabla 52. Actitudes hacia el trabajo según grupos de la clase media en porcentajes (ECVT).
Tabla 53. Autoubicación ideológica de los miembros de la clase media según clase del padre (ECVT).
Tabla 54. Autoubicación ideológica de los miembros de la clase media según nivel de estudios del padre (ECVT).
Tabla 55. Coeficientes de correlación de Pearson de las preferencias políticas de los miembros de la clase media (ECVT).

AGRADECIMIENTOS

Este libro se gestó a lo largo de los últimos 20 años. Originalmente como una decisión sobre un posible tema doctoral, que supervisaría el hoy colega y, ahora y entonces, profesor y sociólogo de la Universidad de Santiago de Compostela Miguel Caínzos, su trayecto se prolongó más allá de la tesis para convertirse en un seguimiento de mayor alcance sobre el comportamiento político de la clase media en España. A la gran capacidad intelectual de este académico debe mucho este trabajo, pero evidentemente en mí reside la responsabilidad por los errores que todavía pudieran permanecer en el texto. En conexión con este mismo momento originario, estuvo mi visita a la Universidad de Mánchester, donde conocí a dos académicos que estaban investigando cuestiones similares y con los que tuve ocasión de compartir impresiones, Fiona Devine y Mike Savage. Trabajar en la biblioteca de dicha universidad y dialogar con Mike fue en gran medida el objetivo de este viaje. A partir de ello desarrollé con él una excelente amistad tanto personal como académica, lo que finalmente me llevaría a trabajar en un gran proyecto sobre capital cultural en el Reino Unido, Cultural Capital and Social Exclusion, cuya coordinación general correspondía al profesor Tony Bennett. Cualquier persona que conozca mi trabajo mínimamente podrá entender la increíblemente rica veta intelectual en la que inconscientemente me estaba internando. Por eso, para mí han convivido siempre de forma fluida las áreas de las sociologías política y de la cultura, siempre inspirando el trabajo en un esfuerzo por aportar al entendimiento de la estratificación de las sociedades contemporáneas.

Cuando digo que fue un largo periodo de gestación, quiero subrayar que fue tiempo suficiente para conocer a personas que de una u otra manera han ido enriqueciendo mi mirada sobre la realidad. Solo dejando volar el recuerdo, ¡qué excelentes conversaciones humanas con José Antonio García Martínez!, economista hoy de la Universidad Miguel Hernández de Alicante. ¡Qué privilegio poder compartir con José Real!, Pepe, actualmente en la Universidad de Almería, reflexionando sosegada y, por su parte, profundamente sobre problemas de la política contemporánea. Y Celestino García Arias, de la Universidad de Santiago de Compostela, siempre preciso y culto. Y Xosé Manuel Núñez Seixas, de enciclopédica sabiduría histórica. Y Fernando Jiménez, hoy en la Universidad de Murcia. Y Xosé Mahou, gran compañero desde nuestros tiempos mozos en la Facultad de Ciencias Políticas.

Agradecer me obliga también a retornar a mi origen gallego, y quiero hacerlo en la misma lengua. Pois se alguén ten levado a amizade como unha bandeira, ese é o meu amigo Pablo González Carrera, físico de formación e viaxeiro de alma. Tesme dado moito máis do que recibes, nunha longa espera común para o meu retorno desta viaxe internacional que semella non ter fin. Es ti quen me ten levado a miña terra a onde estou.

En su etapa final, este libro se benefició de mi vínculo con el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), proyecto FONDAP número 15130009, y del trabajo realizado en el marco de dos investigaciones también financiadas por el Gobierno de Chile, proyectos FONDECYT números 1140136 y 1191440, desarrollados junto a María Luisa Méndez. El espacio generado por dicha financiación nos permitió tener multitud de conversaciones sobre la clase media alta, o de profesionales y directivos, en Chile. Lo que comenzó como un proyecto de reproducción social, con el foco en la transmisión intergeneracional del privilegio, derivó en un interés común en diseccionar las subjetividades políticas de dicho grupo. Creo que ambos aprendimos, y Lula me ayudó a actualizar mi mirada prestando atención a líneas de literatura sociológica a las que difícilmente hubiese recurrido solo por mi cuenta.

Agregado a todo ello, aquí debo reconocer el interés que mostró Alberto Garzón en un texto que originalmente yo había escrito ya como una revisión de la tesis, mientras él trabajaba en el libro ¿Quién vota a la derecha? (2019). Creo que este encuentro fue bueno para ambos, pero es en gran medida gracias a su entusiasmo y empuje que esta investigación alcanzó finalmente el estadio de publicación. Es el primer volumen de un estudio que se compone de dos partes y tiene un título genérico de Clase y política en España, en este caso la parte I, cubriendo el periodo entre 1986 y 2008. En un segundo volumen, abordaremos conjuntamente el periodo posterior a 2008, o poscrisis económica y política. Con ello, se quiere contribuir a entender mejor la historia de la democracia española a través de una atención particular y detallada a su estructura social. No en vano, la clase vuelve a emerger con fuerza en el siglo XXI como una noción clave para entender el mundo actual.

Para llegar a su estadio actual, tuve la fortuna de encontrarme con Alejandro Rodríguez, editor de Siglo XXI de España. Su trabajo detenido, atento a los detalles y con gran cuidado por el lenguaje ha sido sobresaliente y me ha ayudado a mejorar el texto de forma muy significativa. Sobre todo, agradezco el tiempo de conversación y cordialidad, lo que me situó como autor en un espacio acogedor en el que el lector apareció como un componente imprescindible de la tarea que estábamos desenvolviendo.

Finalmente, como sugiero en la dedicatoria, las mujeres han sido centrales en toda esta historia, visibles a veces, en otras ocasiones invisibles: abuelas, tías, madre, pareja, hermanas, hijas, amigas entrañables. Estáis en cada letra que escribo, en cada palabra que pronuncio, en las largas reflexiones y en la breve mirada de las horas. Espero que mi trabajo esté a la altura de vuestro compromiso con la vida. Gracias a todas.

PRÓLOGO

Ha transcurrido una década desde que la conocida como crisis de las hipotecas subprime, con origen en el mercado inmobiliario de Estados Unidos, se convirtiera en España en una gran crisis económica. Una crisis gestionada, además, a la manera neoliberal en prácticamente todo el mundo. Fue durante la primavera de 2010 cuando el Gobierno de España abandonó de manera brusca su incipiente política de estímulo fiscal de impronta keynesiana –comenzada tan solo un año antes– y, bajo la presión de las instituciones internacionales y de la Comisión Europea, inició un programa de reformas neoliberales y recortes en los derechos y los servicios públicos. A partir de ese momento, el impacto de la crisis económica se pudo percibir de manera clara en el campo social, transformando de manera notabilísima la mayoría de las relaciones políticas e institucionales del país.

Aquella crisis también modificó, naturalmente, las relaciones de clase. No podía ser de otra forma, dado que, entre otras cosas, a lo largo de 2013 España llegó a superar la cifra de 6.000.000 de parados. Para hacerse una idea de la magnitud de dicho fenómeno, basta con recordar que unos cuantos años antes, en 2007, las instituciones económicas y el propio Gobierno se felicitaban de haber situado el número de parados por debajo de los 2.000.000 de personas. En efecto, aquella particular transición que significó la crisis y su gestión neoliberal supuso pasar de una tasa de paro del 8 por 100 a otra del 27 por 100 en apenas seis años. Son millones de personas que vieron todas sus vidas trastocadas por la situación económica, y que perdieron sus empleos de manera repentina en un contexto de enorme incertidumbre política y económica.

Sin duda, la crisis económica podría haberse predicho –sobre todo si se hubiera tenido en cuenta las interpretaciones económicas procedentes de la economía heterodoxa–, pero lo cierto es que los distintos Gobiernos y las instituciones económicas nacionales e internacionales siempre negaron la posibilidad de tal evento. De hecho, en el caso de España, es conocido que durante los primeros años del nuevo siglo el Gobierno negó categóricamente la existencia de una burbuja inmobiliaria y, es más, animó a la compra de vivienda mediante el endeudamiento privado. Como es sabido, esos elementos formaron parte del cóctel económico que luego eclosionó en forma de grave crisis económica, al tiempo que imprimieron en el conjunto de la ciudadanía, especialmente en las llamadas clases medias, una mentalidad específica acerca de cómo funcionaba de manera natural el mundo. No podemos olvidar que tales fenómenos tuvieron lugar en un contexto ideológico dominado por el individualismo, la expansión urbanística y, ante todo, la creencia hegemónica respecto al fin de la historia. En suma: una cierta utopía neoliberal justificaba y promovía un sistema de relaciones sociales y económicas que se vendría estrepitosamente abajo con la crisis.

Se puede decir, sin temor a equivocarnos, que a partir de 2008 nuestro país empezó a cambiar en todos los aspectos. No se trata solo de los niveles de desempleo ya apuntados, sino también, y muy especialmente para nuestros propósitos, de la volatilidad e inestabilidad política que desde entonces comenzó a visibilizarse en el campo electoral. El bipartidismo imperfecto, es decir, la alternancia en el Gobierno de los dos grandes partidos conservador y progresista, habitualmente apoyados por terceros partidos de tamaño muy menor, se comenzó a hundir a partir de que tuvieran lugar aquellos acontecimientos. Obsérvese que en las elecciones generales de 2008 los dos principales partidos obtuvieron el 83,75 por 100 de los votos, mientras que en 2015 ese porcentaje solo alcanzó el 50,71 por 100. Está claro, por tanto, que se produjo un desplazamiento político de notable importancia.

El libro que el lector tiene entre sus manos es un instrumento que ayuda a comprender lo que sucedió antes de aquella gran transformación. El material que ha elaborado Modesto Gayo nos permite enfocar con precisión al punto de partida desde el que todo comenzó a cambiar. Por eso la fecha de corte no es en absoluto arbitraria, puesto que la investigación abarca un amplio periodo de estabilidad política, el que va desde 1986 hasta 2008. En ese tiempo hubo crisis económicas, cambios de Gobierno y también sucedieron eventos de una importancia central en la evolución de las sociedades desarrolladas y también de nuestro propio país, como la caída del muro de Berlín (1989), la disolución de la Unión Soviética (1991), el Pacto de Estabilidad de Crecimiento y el Tratado de Maastricht (1992), la moneda única (2000) y la lamentable y continua actividad criminal de la banda terrorista ETA, por citar solo algunos ejemplos. Sin embargo, ninguno de ellos pareció modificar de manera decisiva la dinámica de los comportamientos electorales de los españoles. En cambio, todo ese sistema de estabilidad política, con sus instituciones, se vería radicalmente alterado solo a partir del año 2008.

En los últimos años, en ciencias sociales ha cobrado importancia el concepto de path dependence, es decir, la trayectoria de la senda, que sugiere que para comprender bien cualquier fenómeno social es clave conocer previamente algo acerca de su historia reciente, así como del conjunto de interrelaciones que pudieran haberle afectado para llegar a ser lo que es hoy. Esto sería así porque los cambios sociales se producen no en el vacío sino en el seno de instituciones que tienen su propia genealogía e imprimen una inercia que debe conocerse para poder explicar bien las evoluciones posteriores. Quizás al lector menos habituado a las discusiones académicas, y por supuesto seguro a los historiadores, esto que acabo de decir le parezca de sentido común. Y tiene razón si piensa así. Sin embargo, la actitud de las ciencias sociales, y especialmente de algunas como la ciencia económica –pero no solo–, ante los fenómenos sociales ha sido, y desgraciadamente sigue siéndolo aún en gran medida, la de analizarlos ahistóricamente, esto es, como si estuvieran desprovistos de cualquier pasado que pudiera comprometerlos. Pues bien, el presente trabajo de Gayo puede interpretarse, afortunadamente, como un intento de profundizar en el ecosistema político que posteriormente quedará trastocado debido a aquella crisis y que, por lo tanto, condicionó necesariamente su evolución. Dicho de otra forma: sin comprender lo que sucedió antes de 2008 es imposible acercarse con un mínimo de rigor a lo que vino después.

Para acometer esa tarea, el instrumental analítico que usa Gayo en esta obra es muy completo y riguroso. Pero cabe advertir de antemano que se sitúa a contracorriente de los análisis mainstream que pueblan las interpretaciones de lo sucedido durante el periodo estudiado. En efecto, el análisis de clase es el vector de trabajo principal con el que opera nuestro investigador y ello, desgraciadamente, no ha sido lo habitual a lo largo de las últimas décadas. Más al contrario, desde el punto de vista ortodoxo hablar de clases sociales era tanto como escuchar ecos del siglo XIX o, en el mejor de los casos, de principios del siglo XX, pero en ningún caso aplicables al final del siglo XX o principios del XXI. No es este el lugar para abordar las causas de esta disolución paulatina del análisis de clase en la academia y en el espacio público, pero tenga el lector en mente que este trabajo tiene ese elemento de heroicidad precisamente por situarse a contrapelo de la dinámica dominante. Sin embargo, ha sido esta una apuesta correcta, pues al fin y al cabo la investigación científica no debe estar condicionada por las distintas modas, concedan estas o no cierto estatus a sus protagonistas, sino a su utilidad para explicar fenómenos sociales. Y precisamente lo que esta investigación demuestra es que el análisis de clase es una herramienta útil para poder explicar lo que ha sucedido en nuestro país en época reciente. Dicho esto, entremos en materia. La importancia de un concepto como la clase social se deriva de su supuesta capacidad para explicar la acción social, puesto que a nosotros no nos interesa simplemente elaborar un mapa descriptivo de cómo está estratificada una determinada sociedad. Lo que Gayo hace aquí es situarse con éxito en la corriente de los pensadores clásicos que entendían que existe una relación entre la clase social y un determinado comportamiento social o político. En este caso hablamos del vínculo entre clase social y comportamiento electoral, lo que quiere decir que presuponemos que existe una relación entre el lugar en la sociedad en el que se encuentra el individuo con derechos políticos y su decisión –o no decisión– de voto. Por eso se habla de voto clasista, es decir, del voto que se puede explicar a partir de la clase social. Este es el eje sobre el que pivota el presente trabajo y que permite desplegar conclusiones ante las que los análisis mainstream suelen estar ciegos.

Ahora bien, es cierto que, en general, en los últimos 30 años ha decaído la identificación de clase y se han debilitado los mecanismos por los que los seres humanos adquieren conciencia de clase. Pero hay que evitar la confusión entre la pérdida de centralidad de la clase obrera en las sociedades postindustriales y la pérdida de relevancia del análisis de clase. Como esta y otras investigaciones demuestran, la clase social sigue siendo un factor relevante para explicar numerosos fenómenos sociales de naturaleza política.

Sin embargo, lo anterior no quiere decir que este vínculo sea el único que existe en una sociedad. Además, no es correcto creer que el análisis de clase provee un marco general para explicar todo fenómeno social. Ese error fue cometido, incluso de una manera aún más general y burda, por las lecturas dogmáticas y deterministas de un marxismo demasiado deudor de una filosofía de la historia esencialmente teleológica. En efecto, el propio Marx concedió una importancia crucial al concepto de clase social, si bien nunca llegó a definirlo con precisión y de hecho se movió confusamente entre diferentes y contradictorias interpretaciones de este, pero lo insertó en una filosofía de la historia, convenida luego por Engels en llamarse materialismo histórico, en el que las clases sociales desempeñaban un papel funcional a un desarrollo preestablecido. Recordando al profesor y sociólogo Caínzos, por cierto, tutor de tesis de nuestro investigador, con este proceder Marx inventó a la clase trabajadora, que fue por tanto más producto de especulaciones filosóficas que de un análisis empírico. Una actitud más fructífera, en mi opinión, es la de adentrarnos en el concepto de clase social atendiendo a sus condicionantes históricos e institucionales y, por tanto, también teniendo presente sus limitaciones.

La clase social es un producto histórico, en tanto que su cristalización concreta depende de los contextos institucionales, y para todo el mundo es evidente que la clase social no puede adquirir el mismo significado bajo la antigua Roma que bajo el feudalismo o el capitalismo, incluso en estos niveles de generalidad. Lo mismo puede decirse en cuanto uno desciende a niveles aún más concretos y examina las formas específicas e históricas del capitalismo, es decir, el capitalismo comercial, el capitalismo industrial, el capitalismo financiarizado… Una lectura uniforme y ahistórica de la clase social que además pretenda arribar a conclusiones fuertes o incluso preestablecidas por la ideología o, más modestamente, por los prejuicios, es fuente ciertamente inagotable de errores. En consecuencia, uno está condenado a aceptar el cambio en las formas de las clases sociales tanto como el propio cambio en las sociedades en general, y es tarea del investigador comprometido con el rigor abordar todos esos cambios desde una perspectiva crítica, esto es, cuestionando permanentemente la validez de los instrumentales utilizados.

Probablemente no hay un fenómeno que haya distorsionado más la noción unívoca de clase social propia de cierto marxismo que el fenómeno de las clases medias, lo que ha arrojado a las imprentas millones de páginas de discusiones básicamente escolásticas que, las más de las veces, no han servido para aclarar lo importante: cómo y por qué ha mutado de manera efectiva la estructura social y de clase de un país.

El trabajo de Gayo logra deshacerse de todas estas peligrosas dinámicas y aborda el concepto de clases medias precisamente con la agudeza que el fenómeno requiere. Y de hecho llega a la conclusión de que, más que una sola clase media, hay en realidad muchas clases medias. O lo que es lo mismo, se acepta la amplia heterogeneidad de estrato intermedio que se ha convenido en llamar clase media. Una heterogeneidad que, como se verá, explica los distintos comportamientos electorales que se dan en su seno. Hasta el punto de que Gayo concluye en su trabajo que no es posible afirmar que la clase media sea una clase conservadora o progresista, sino que, más bien, es su heterogeneidad o fragmentación interna lo que impide decantarse entre un perfil y otro.

Esas clases medias, como hemos dicho, no están ahí de manera natural, esto es, de manera previa a cualquier proceso político o económico. Más al contrario, las clases son el resultado de las relaciones sociales y económicas que se desenvuelven en cualquier sociedad. Por eso, más allá de los sugerentes debates acerca de la esencialidad o no de las clases sociales, y que también han llenado las páginas de múltiples trabajos académicos, lo interesante es insistir en que las clases sociales mutan con los cambios que se producen en el seno de la sociedad. En particular las clases sociales cambian –por ejemplo, en composición y tamaño– al calor de las transformaciones económicas del país. Y la economía y la sociedad de España han cambiado mucho en muy poco tiempo, de lo que necesariamente debe deducirse que las convulsiones también han alterado lo que conocemos como estructura de clases. Así, la sociedad española de hace 50 años por necesidad era muy diferente de la actual.

Es entonces cuando tenemos que preguntarnos por las bases materiales de un sistema político como el español que durante el periodo estudiado se mostró aparentemente tan estable. Aunque algunos elementos actuales pueden rastrearse en fechas anteriores, cualquier análisis sobre la modernización española debe dar gran importancia al Plan de Estabilización de 1959, pues supuso un punto de inflexión en la trayectoria económica del país. Efectivamente, fue en plena dictadura cuando empezaron a notarse notables cambios en la economía y en la sociedad española, todo lo cual se manifestó en que el Producto Interior Bruto se duplicó en apenas 20 años y estuvo durante varios años expresando cifras superiores al 10 por 100. Ya tras la admisión de España en las Naciones Unidas en 1950, nuestro país vio cómo se abrieron nuevos canales de asistencia financiera que antes le estaban prohibidos por haber sido aliado del eje fascista durante la Segunda Guerra Mundial –recordemos que para ganar la Guerra Civil Franco recibió ayuda militar y económica tanto del régimen nazi como del fascista italiano–. Así, las reformas estructurales, el contexto económico internacional y los primeros créditos facilitaron un proceso de modernización que permitió que la población española pudiera disfrutar, por primera vez en décadas, de mejoras relevantes en sus condiciones de vida. El plan de 1959 favoreció la inserción de España en la economía mundial y provocó asimismo cambios radicales en el desenvolvimiento de la economía nacional, de entre los que cabe destacar la llegada de grandes capitales extranjeros con destino, especialmente, a la industrialización y el turismo.

Sin embargo, esta industrialización tardía pronto se interrumpió con la crisis de la década de los setenta, la cual fue el origen, o justificación, de duras reformas en el mercado de trabajo, así como de las primeras privatizaciones del sector empresarial público. Sin embargo, es precisamente a partir de aquella crisis cuando empezó a constituirse en España el estado de bienestar, a contrapelo del resto de Europa. Eso supuso un soporte fundamental al desarrollo económico y una ayuda clave para las familias trabajadoras, así como una importante dosis de legitimidad adicional para la joven democracia española y para su sistema político. Sería a partir de los años ochenta cuando ese proceso se consolidaría, especialmente tras la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea en 1986. No podemos entrar aquí en todas las contradicciones y fragilidades que implicó un proceso tan complejo de modernización como el aquí esbozado, pero baste con remarcar que durante esos años el optimismo con el que la sociedad percibía el desarrollo estaba en gran medida basado en su comparación con el profundo atraso previo. En suma, la sociedad española vivió grandes y rápidas transformaciones en muy pocas décadas, coincidiendo al mismo tiempo el desarrollo de la economía, del estado de bienestar y de la democracia política de tal manera que en el imaginario público ha sido habitual entender tales componentes como diferentes aspectos del mismo proceso.

El presente trabajo de Gayo se adentra, como hemos dicho, en la relación que se da entre esa estructura de clases cambiante y su comportamiento electoral. Quizá sin sorpresa, Gayo encuentra que para el periodo estudiado el Partido Popular (PP) es apoyado principalmente por agricultores, profesionales tradicionales, empresarios, directivos y cuadros, autónomos y empleados con trabajos no manuales de nivel alto, además de por pilotos, el clero y mandos militares y de la Policía. Cabe hacer una precisión metodológica, y es que estos indicadores refieren a la mayor probabilidad de que una de esas personas sea votante de ese partido, puesto que como puede esperarse el voto está muy distribuido y es perfectamente posible encontrar a directivos de grandes empresas que voten a partidos de izquierdas y a obreros de derechas. Sin embargo, lo que el libro de Gayo demuestra es que la identificación clásica entre obrerismo e izquierdas, por una parte, y clases altas y derechas, por otra, sigue operando en gran medida en España.

De hecho, en lo que se refiere al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Gayo concluye que, tal como cabría esperar, tiene una alta presencia entre los obreros cualificados y no cualificados y en los agrarios. Por otro lado, el tercer partido en importancia en votos, Izquierda Unida (IU), encuentra su principal apoyo entre los profesionales socioculturales y, en menor medida, entre los empleados no manuales de nivel bajo y los obreros no cualificados. Es importante remarcar que este grupo de profesionales socioculturales está compuesto por profesores de universidad, profesores de enseñanzas medias y básicas, científicos, músicos y profesionales del espectáculo, artistas plásticos, diseñadores, decoradores, fotógrafos, escritores y periodistas, especialistas y científicos sociales y humanistas, profesionales del deporte y asistentes sociales. Es en todas estas profesiones donde destaca el voto de IU frente al resto de partidos, desvelándose así una de las grandes paradojas de este trabajo y que sin embargo es señalada una y otra vez por estudios similares: los partidos más izquierdistas no hunden su apoyo entre la clase obrera más desfavorecida, sino entre segmentos de la clase media mucho más politizados ideológicamente. Es más, existen suficientes indicios de que un sector de la clase media, encabezado por los ya citados especialistas socioculturales, es en España el sector más radical en términos ideológicos. En comparación con ese grupo, la clase obrera es mucho más moderada. Así, en términos generales es más probable que un obrero vote al PSOE, un alto directivo al PP y… un profesional sociocultural a IU.

Aunque los datos de Gayo se refieren al periodo analizado, los estudios subsiguientes a este trabajo han reafirmado la continuidad de estas tendencias incluso a pesar de los importantes cambios políticos que se han producido en los últimos años[1]. Esta dimensión, de hecho, es el objetivo de un futuro trabajo que publicaremos próximamente y de manera conjunta el profesor Gayo y yo mismo.

En fin, como decíamos más arriba, aquel modelo de crecimiento económico y modernización que hunde sus raíces en plena dictadura y que luego fue propulsado tras la incorporación en la Unión Europea, no solo contenía la semilla del desarrollo socioeconómico, sino que también padecía de importantes fragilidades que al eclosionar en un momento dado finalmente han conducido a la crisis económica a la que hacíamos referencia al principio de este prólogo. El país cambió a partir de 2008, abriéndose así una nueva etapa, de la que todavía estamos descubriendo sus características económicas, políticas y sociales. Afortunadamente el presente trabajo de Gayo nos proporciona un instrumento útil también para entender lo que vino después. Estoy convencido de que el lector conseguirá sacar provecho a tan estimulante libro.

Alberto Garzón, octubre de 2021

1A propósito de ello, puede verse mi texto, publicado en 2019, ¿Quién vota a la derecha? De qué forma el PP, Ciudadanos y Vox seducen a las clases medias, Barcelona, Península.

I. LA CLASE MEDIA COMO NOCIÓN DE RELEVANCIA SOCIOLÓGICA Y POLÍTICA

La producción intelectual en torno a las nuevas y vieja clases medias, la clase de servicio, las clases o estratos medios, y la clase de profesionales y directivos, ha sido enorme. Este estudio no pretende insistir en las ventajas y desventajas, suposiciones y consecuencias de cada denominación. Es posible encontrar en el mismo una exposición extensa de las variadas y abundantes discusiones teóricas que han tenido lugar durante el siglo xx, principalmente en su segunda mitad, sobre el significado de la clase media, su comportamiento político y conciencia de clase, y su relación con el sistema político. El propósito de este texto es ofrecer al lector una interpretación de la realidad informada por dicho debate de teoría social y, al mismo tiempo, proveer un relato que permita entender de forma completa y compleja el comportamiento político de los españoles durante el periodo que se extendió entre la primera etapa de consolidación democrática, que aquí se fecha por razones empíricas en el año electoral de 1986, y el último año en que voy a argumentar que se puede sostener que hubo claramente una continuidad en el sistema de partidos y las subjetividades políticas, el 2008. Tomando en consideración que el efecto de la crisis económica en las instituciones y la ciudadanía llegó de un modo diferido y debido a la relevancia del periodo, se deja para un segundo libro un tratamiento pormenorizado de las transformaciones que implicó. Es justamente por la profundidad del cambio que se consideró oportuno hacer una distinción entre dos momentos. Este libro busca comprender qué sucedió antes del «terremoto social y político» que vendría con la crisis, la que sería en gran medida de las clases medias, y por tanto del proyecto de «clasemedianismo» que condujo a consolidar un ideal en las sociedades contemporáneas de muchas latitudes, también en la española.

Para ayudar a pensar este ideal y situarnos preliminarmente dentro del marco del abordaje conceptual que se propone, se podría sostener que la clase media está compuesta por un amplio conjunto de profesionales, directivos y técnicos. No es fácil decir qué tienen en común, o en qué se diferencian de otras ocupaciones. En otros términos, no es sencillo responder a la pregunta «por qué forman una clase social». Para abordar esta cuestión, se debe enfrentar lo que se conoce como el problema de la delimitación (boundary problem), es decir, las dificultades de definir las líneas o fronteras de esta clase social[1]. El problema se hace más complejo cuando percibimos que las fronteras entre las clases cambian a lo largo del tiempo y el espacio. En cualquier caso, no es equivocado afirmar que normalmente estas ocupaciones se caracterizan por ser asalariados con un conocimiento especializado relativamente alto y un cierto nivel de autoridad[2].

En este estudio no se necesita adoptar una posición de partida sobre si estamos ante una clase con un papel y una posición propios en la sociedad[2], o si se debería evitar el concepto de clase porque no tiene la naturaleza de la burguesía y el proletariado[4]. Siendo estas dos posturas notablemente diferentes, en ambas se observa un acuerdo que es fundamental: identifican un grupo social intermedio entre las clases anteriormente mencionadas, la capitalista y la obrera. En este sentido, basta con que haya un grupo que ha sido identificado históricamente al cual se le ha atribuido relevancia social y política. Es cierto que las definiciones de este han variado considerablemente y que han existido muchas discusiones y disensos sobre su impacto sociopolítico, pero intento a lo largo del texto dejar claro lo primero, la definición, y se estudia en detalle parte de lo segundo, clave en una comprensión completa de la historia política de la España postransicional.

No obstante, esa historia, que es observada aquí desde el comportamiento de los ciudadanos, no puede ser reducida a un concepto de la política que se restringe a una asociación entre clase y voto, por relevante que la misma sea. Es por ello que, junto al comportamiento electoral, se estudian otras dimensiones del ser y actuar político como son el autoposicionamiento ideológico, diversas formas de participación no electoral (entres las cuales están la participación en organizaciones políticas, los actos de protesta, el contacto con políticos) y las actitudes políticas. El abanico de posibilidades es amplio y en ningún caso pretende esta lista ser exhaustiva. Tampoco querría que situar el voto en primer lugar fuese entendido como una afirmación de su mayor importancia relativa. No obstante, es cierto que afecta a buena parte de la población adulta en cualquier sociedad verdaderamente democrática. Los individuos se expresan a través del voto, deciden a qué partido votar y esto tiene importantes implicaciones políticas.

EL CRECIMIENTO DE LA CLASE MEDIA COMO ARGUMENTO

Históricamente, ha sido el importante crecimiento de la clase media el fenómeno que ha servido para argumentar a favor de la necesidad de prestar atención a esta nueva clase social. Incluso si muchas de las profesiones u ocupaciones que incorpora no son una novedad en sentido estricto, lo novedoso estribaba en el tamaño conjunto de aquella. Según ha sido propuesto por multitud de autores, ello se ha producido principalmente desde la década de los cincuenta del pasado siglo. Para describir y explicar su desarrollo desde entonces, deberían ser tomados en consideración procesos como la urbanización, la industrialización y la expansión de la Administración Pública. Es un fenómeno que tendría un carácter general y España debería ser entendida en ese contexto como un caso más.

Efectivamente, existe un amplio consenso sobre el crecimiento de esta clase social, el cual puede adoptar forma de argumento: las ocupaciones propias de la clase media se multiplicaron durante el siglo XX debido al gran desarrollo de las organizaciones o burocracias públicas y privadas, lo cual ha llevado al crecimiento de las ocupaciones de tipo profesional, directivo y administrativo. En este proceso destaca el fuerte impacto que tuvo la gestación y desenvolvimiento del estado de bienestar, sobre todo con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. No obstante, si bien se constata el crecimiento de la clase media, sobre este se generan tesis variadas. Quizá la más transversal es que dicho aumento numérico se produce durante el siglo XX[5]. Sin embargo, con mayor perspectiva histórica, en una investigación sobre la clase media en Inglaterra en el siglo XIX, Fraser[6] sostiene que ya se podía identificar un grupo de personas que podríamos llamar burgués, otro que sería el proletario y, finalmente, uno muy amplio que no sería ni una cosa ni la otra. No tan tempranamente, según Barbara y John Ehrenreich[7], la clase de profesionales y directivos surge con dramática rapidez entre 1890 y 1920. Por su parte, refiriéndose a los profesionales, Brint et al. (1997) defienden que constituyen un estrato que se ha expandido muy rápidamente en la última parte del siglo XX.

A ello se podría agregar que se trata mayormente del crecimiento de nuevas ocupaciones. La expansión se produce mientras decrece la clase media tradicional de agricultores, pequeños empresarios y comerciantes[8]. En el mismo sentido, Burris (1980) afirma que existe una relación de proporcionalidad entre ambos fenómenos, lo que implica que la nueva clase media vendría a ocupar el espacio de la vieja[9]. Por su parte, Li (2002) está de acuerdo con el crecimiento de las ocupaciones profesionales, administrativas y de directivos, fenómeno que considera uno de los grandes cambios en la estructura ocupacional en el siglo XX, y afirma que junto al mismo se ha producido otro, la contracción de las propias de la clase obrera. Aunque en un trabajo escrito con anterioridad, W. Mills (1959) parece transitar en medio de ambas visiones al afirmar que la nueva clase media había estado creciendo sin interrupción en proporción al conjunto de la sociedad. En referencia al caso español, Tezanos (1984) también observa un aumento de las ocupaciones de profesionales, técnicos y trabajadores de los servicios, mientras se produce un descenso de los agricultores, si bien no de los «comerciantes y vendedores» y tampoco de los «obreros no agrícolas». Sin embargo, con más perspectiva histórica, en 2002 ya habla de un declive de los «autopatronos y pequeños propietarios» junto al de los «trabajadores manuales», periodo durante el cual seguirían aumentando los «empleados de oficina y activos de clase media» (Tezanos, 2004).

Existiendo una tesis sobre el cambio de la estructura social, más mesocrática que en un pasado reciente, también existe una reflexión sobre las razones de este. Al respecto, de acuerdo con C. Mills (1995), no podemos considerar el crecimiento de este tipo de ocupaciones únicamente como una consecuencia del desarrollo del sector público tras la Segunda Guerra Mundial, dado que ha existido un fuerte crecimiento paralelo del sector privado en las áreas de la contabilidad, la banca y las finanzas. Por lo tanto, para Mills lo importante sería la expansión de la burocracia, en un sentido genérico o transectorial. Sin estar en necesaria contradicción con la tesis previa, Saunders (1992) defiende que ha sido en el sector público donde la clase de servicio ha crecido de forma más importante. Por su parte, en un sentido diferente, Guillaume (1995) atribuye la causalidad a las transformaciones económicas y a la extensión del dominio de la intervención del Estado.

La idea de que la clase media ha crecido fuertemente tuvo un gran éxito en la literatura sociológica hasta la década de los ochenta, y podría ser actualmente caracterizada como una aproximación optimista al desenvolvimiento de las sociedades, principalmente capitalistas, contemporáneas. Por tanto, no es solamente que el crecimiento de la clase media acompaña procesos de cambio social[10], sino que las transformaciones propias del creciente «clasemedianismo» potenciaron procesos sociales (como la movilidad social ascendente) y valores (como la meritocracia, la tolerancia) que han tenido, hasta el presente, un considerable respaldo académico y ciudadano.

Sin embargo, a pesar de la amplia aceptación de varias de las ideas presentadas, es posible identificar algunos autores que propugnan tesis diferentes, de corte más pesimista. A propósito de ello, se argumenta que la clase media está decreciendo y su nivel de vida cayendo[11], como lo ve Chauvel (2006) para Francia, lo que estaría en la actualidad muy en la línea de tesis surgidas de la crisis económica post-2008, en donde se identifica a perdedores de clase media producto de la expansión de las políticas neoliberales[12]. Asimismo, también se observa un retroceso en la estructura misma del tipo de empleo de las clases medias. En este sentido, Myles y Turegum (1994) arguyen que en las dos décadas previas se ha ido revirtiendo el declive de la vieja clase media y del pequeño capitalista o empresario, debido a dos tendencias: el crecimiento del autoempleo y el aumento del empleo en empresas pequeñas, mientras se produce una disminución del tamaño medio de las empresas.

EL EFECTO POLÍTICO DE LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES COMO RAZÓN DE LA IMPORTANCIA DE LA CLASE MEDIA

El crecimiento de la clase media ha tenido un impacto particularmente relevante en el pensamiento marxista. La expansión de este grupo social se opone al esquema dicotómico de dos clases, burguesía y proletariado, que se encuentra en el análisis marxista más clásico y, más en concreto, en las predicciones de Marx contenidas en el Manifiesto del partido comunista. Brevemente, en lugar de polarizarse la sociedad en torno a los dos grupos sociales mencionados, se produce un desarrollo inesperado y creciente de la clase media, lo cual modifica necesariamente el escenario social de las luchas políticas. Este hecho sirve a numerosos autores para criticar las tesis de Marx y, a menudo más en general, la teoría marxista[13]. Sin embargo, independientemente de lo acertado de algunas predicciones, que de cualquier manera tenían un carácter más político que sociológico, la reflexión marxista estableció en gran medida las bases de la discusión sobre la clase media. Según Wacquant[14], los éxitos y limitaciones de Marx definieron los parámetros básicos del debate sobre este grupo social. Más en concreto, Berg (1993) propugna que la teorización reciente sobre la clase se debe a haber identificado una anomalía teórica: el surgimiento de la nueva clase media. En un sentido diferente, de acuerdo con Giddens (1981), los marxistas esperaban el declive de la vieja clase media. Si se diese continuidad a esta línea argumentativa, esto podría implicar que no se esperaba el desarrollo de las nuevas clases medias, si bien se anuncia la concentración empresarial o del capital, y es la burocracia derivada de la misma el fenómeno que provoca el surgimiento de aquellas. Sea como fuere, es particularmente importante subrayar que la atención dedicada a las clases medias tiene que ver no solo con su crecimiento, sino de manera mayúscula con el hecho de que nunca han estado claras las implicaciones de este para las relaciones de clase[15] y políticas.

Este tipo de argumentos y preocupaciones forman parte de la tradición del pensamiento político y social. Al respecto, es paradigmático el trabajo de Lipset (1987), en el cual se asocia el desarrollo económico y la democracia al debilitamiento de la lucha de clases, lo que habría estado conectado con el crecimiento de la clase media. Otros autores también conectan el declive de la política de clase con el crecimiento de la clase media y la subsiguiente transformación de los programas de los partidos de izquierdas[16]. En palabras de Tezanos:

La importancia que las variables políticas han tenido en los procesos de cambio social en España hace necesario resaltar la manera en que se conectó la dinámica de la «modernización sociológica» con la «transición democrática» de los años setenta, en un proceso evolutivo pacífico que condujo desde un tipo de sociedad atrasada y arcaica y un régimen político autoritario, a una democracia avanzada y una sociedad moderna (2004: p. 219).

Teniendo en mente estas ideas, del debate que se ha desarrollado a nivel internacional en torno a la posición política de las nuevas clases medias podríamos extraer varias preguntas a las cuales se ha querido dar respuesta, las que también son enfrentadas en el presente estudio para el caso español. Brevemente, se podría sostener que son cuatro las cuestiones tratadas de forma preferente. En primer lugar, está la pregunta sobre la heterogeneidad, es decir, no está claro si existen diferencias importantes entre los grupos que componen esta clase social. En segundo lugar, si se encuentra un grado elevado de homogeneidad, esto es, una clase unida, deberíamos saber si estamos ante una clase social conservadora o progresista[17]. En tercer lugar, si por el contrario se concluye que se trata de una clase más bien heterogénea, debería ser explicado qué es lo que eso significa, es decir, qué categorías de individuos se comportan de un modo similar y cuáles no, y cómo se puede explicar[18]. En cuarto y último lugar, es oportuno preguntarse si los patrones de comportamiento experimentan cambios a lo largo del tiempo[19]. En otros términos, se plantea a las clases medias como un microcosmos particularmente relevante para entender los profundos cambios que se dieron en la sociedad española durante la segunda parte del siglo XX, los cuales fueron definitorios de la historia social y política del país, parte de un movimiento transformador que estaba teniendo una escala global, aunque no totalizante.

No obstante que Eder[20] afirme que solamente en la década de los setenta las clases medias pasaron a ser motivo de tratamiento teórico, debido a su papel en el surgimiento de los nuevos movimientos sociales, ello permite entender hoy, ya entrado el siglo XXI, que ha habido una reflexión sostenida durante varias décadas sobre este «actor» social preferente de nuestra contemporaneidad. En este sentido, la nueva clase media ha llegado a ser considerada la principal base de apoyo del cambio social[21], y, como se verá, lo ha sido parcialmente en España durante los últimos 40 años. De forma más dubitativa, Heath y Savage (1994) propondrían que la cuestión clave es si la clase media es una fuerza radical a favor del cambio social o se trata de un grupo conservador inclinado hacia el orden social. Según ellos, de la respuesta a esta cuestión depende el futuro de la política de izquierdas en las sociedades avanzadas.

Asimismo, para Eder[22] el concepto de nueva clase media plantea el problema de si puede ser vista en continuidad o discontinuidad con respecto a la vieja clase media. Si se piensa en la primera como una clase de profesionales y directivos, o en algunos de sus grupos componentes como representantes de la nueva clase media, es posible dar una respuesta a esta problemática a través de la comparación de su comportamiento y actitudes con los de las clases que puedan ser asimiladas a la vieja clase media, es decir, sobre todo las clases de pequeños propietarios, agricultores y, aunque en menor medida, los autónomos.

En el contexto español, las respuestas a estas preguntas no han sido hasta ahora suficientemente desarrolladas ni en términos teóricos ni en una perspectiva de investigación empírica. En otras palabras, el caso de la clase media española no ha sido estudiado previamente del modo y con la profundidad que en esta investigación se plantea. Esta es una de las razones por las cuales no ha sido posible realizar comparaciones sistemáticas con otros casos o países. De ningún modo ello significa que no haya habido contribuciones intelectuales significativas dedicadas a España, como este mismo libro deja claro. En cualquier caso, el mismo no tiene como único propósito enfrentar una carencia empírica, sino sobre todo proponer el estudio de la clase media como un enfoque para completar la comprensión de la historia política española.

LA CLASE MEDIA COMO ENFOQUE

Detrás de las razones aludidas en las secciones previas relativas a la relevancia sociológica y política de la noción de «clase media», se encuentra un modo de comprender el cambio social o las nuevas sociedades que surgieron tras la Segunda Guerra Mundial. Sea en su versión del postindustrialismo, íntimamente ligada a la historia social e intelectual de Estados Unidos, sea modelado por el paradigma del estado de bienestar, propio del liberalismo social o de la socialdemocracia europea, esta manera de entender la sociedad ha estado asociada a lo que se podría llamar la tradición de la sociología no marxista, la cual situaba en el centro de su interpretación a dicha clase. En este sentido, la clase media puede entenderse como una aproximación a la realidad social que supuso la alternativa de la sociología liberal a la sociedad de clases marxista. De algún modo, significaba anunciar una sociedad sin clases que pronto comenzaría a ser defendida, sobre todo en las postrimerías de la década de los ochenta y con fuerza en la de los noventa del siglo XX (Pakulski y Waters, 1996; Beck y Beck-Gernsheim, 2002), tras la debacle comunista. No obstante, el problema fue que la desigualdad se mantuvo, aunque cambiase de forma, y las clases conservaron su presencia, lo que no hizo más que agudizarse con los años (Piketty, 2013). Este enfoque, además, tenía un contenido político, la democracia, como un modelo de sociedad claramente diferente de cualquier vía al socialismo, lo que explicaría por qué el interés en la dimensión política de la clase media desapareció rápidamente tras el derrumbe de los regímenes «socialistas», pasando a ser asociada con el consumo creciente, el desarrollo modernizador, la globalización, la individualización, la cultura legítima, la expansión educativa, entre otras dimensiones o relatos posibles y que han tenido gran vigencia en las narrativas sociológicas más contemporáneas.

Este marco interpretativo ha mantenido hasta el día de hoy una fuerte vitalidad, siendo particularmente relevante en la actualidad en países «emergentes»[23]. Pero ¿qué razones justifican entender a la clase media como un enfoque, o parte central de una forma de comprender la sociedad, y no tanto, solo o principalmente, como una clase social que tiene una esencia, unos rasgos identificables con individuos reales? Desde mi punto de vista, tomando en consideración la larga tradición de 50 o 60 años de aportaciones sobre la sociedad de clase media, y con ello la evolución tanto del debate como de las sociedades tratadas, es posible destacar varias razones. Para comenzar, desde un punto de vista de extensión social, a pesar de su declarado y notorio crecimiento, la clase media nunca ha representado a toda la población, y a menudo ni siquiera a la mayoría. Obviamente, esto depende de qué se entienda por clase media, pero incluso en las sociedades más «postindustrializadas», salvo que se incluya en la misma al trabajo no manual mal remunerado, normalmente no excedería cifras en torno al 30 por 100[24]. Asimismo, es ampliamente compartido que la sociedad de la clase media lo sería sobre todo de la «nueva clase media», pero se observa que la «vieja» se ha resistido a desaparecer, exceptuando la rural. Esto indica que el cambio hacia una sociedad crecientemente burocratizada y urbana ha venido acompañado de la supervivencia de una proporción significativa de autoempleo y pequeña propiedad. En otros términos, la salarización no ha terminado por incluir a todos los trabajadores no manuales o a los profesionales.