Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Salmos - F.J. Delitzsch - E-Book

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Salmos E-Book

F.J. Delitzsch

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 El Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento de los Salmos es una obra cumbre de la exégesis, teología y aplicación pastoral del Libro de los Salmos en los últimos dos siglos. Este comentario a los Salmos forma parte de la colección de Comentarios exegéticos al texto hebreo del Antiguo Testamento, realizada por F. Delitzsch en colaboración con K. F. Keil, y va a ser presentada en lengua castellana. Es imprescindible para conocer a fondo los salmos y, por eso, ha sido preparada por la Editorial Clie como un libro básico para el conocimiento, estudio y experiencia de los salmos entre los cristianos, hombres y mujeres, más comprometidos en lengua castellana.  Esta obra recoge el proceso de composición e interpretación judía del Libro de los Salmos, desde el tiempo de David (siglo X a. C.) hasta la fijación del texto masorético hebreo (siglo IX d. C.), tal como ha sido transmitido, vocalizado y precisado con acentos, música y vivencia espiritual a lo largo de los siglos. Al mismo tiempo muestra y desentraña la historia de la interpretación de los salmos, con las traducciones más significativas a las diversas lenguas de Europa, desde el griego de los LXX (siglo III a. C.), el arameo de los targumes y la peschita (siglo I-IV d. C.), pasando por el latín de San Jerónimo (Vulgata, siglo IV d. C.), hasta Lutero (siglo XVI d. C.), con los Padres de la Reforma Protestantes y el resto de las iglesias cristianas (católica, ortodoxa) de la modernidad.   

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LOS SALMOS

FRANZ J. DELITZSCH

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento por C. F. Keil y F. J. Delitzsch

Traducción y adaptación de Xabier Pikaza

EDITORIAL CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS

(Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

Publicado originalmente en alemán bajo el título [Biblischer Commentar über das Alte Testament] Biblischer Commentar über die Poetischen Bücher des Alten Testaments: Die Psalmen, von Franz Julius Delitzsch; 4ª edición, Dörffling und Franke, Leipzig 1883/1884.

Traducido y adaptado por: Xabier Pikaza Ibarrondo

“Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447)”.

© 2021 Editorial CLIE, para esta edición en español.

COMENTARIO AL TEXTO HEBREO DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Libros Poéticos I: Los SalmosISBN: 978-84-18810-80-0

Depósito Legal: B 5535-2022

Comentarios bíblicos

Antiguo Testamento

Referencia: 225178

Querido lector:

Nos sentimos honrados de proporcionar este destacado comentario en español. Durante más de 150 años, la obra monumental de Keil y Delitzsch ha sido la referencia estándar de oro en el Antiguo Testamento.

El Antiguo Testamento es fundamental para nuestra comprensión de los propósitos de Dios en la tierra. Hay profecías y promesas, muchas de las cuales ya se han cumplido, como el nacimiento y la vida de Jesucristo, tal y como se registra en el Nuevo Testamento. Algunas se están cumpliendo ahora, mientras que otras se realizarán en el futuro.

Los autores, Keil y Delitzsch, escribiendo cuando lo hicieron, solo podían imaginar por la fe lo que sucedería cien años después: el renacimiento de Israel como nación y el reagrupamiento del pueblo judío en la Tierra. Este milagro moderno continúa desarrollándose en nuestros días. Desde nuestra perspectiva actual podemos entender más plenamente la naturaleza eterna del pacto de Dios con su pueblo.

Según nuestro análisis, los escritos de Keil y Delitzsch parecen haber anticipado lo que vemos hoy en Tierra Santa. Donde su interpretación es menos clara, es comprensible dada la improbabilidad, desde el punto de vista natural, de que la nación hebrea renaciera y su pueblo se reuniera.

En resumen, le encomendamos este libro de referencia, solo añadiendo que lo involucramos desde la perspectiva de la realidad de lo que ahora sabemos acerca del Israel moderno. De hecho, el Señor está comenzando a levantar el velo de los ojos del pueblo judío.

Sé bendecido con el magnífico comentario de Keil y Delitzsch, ya que estamos ayudando a que esté disponible.

John y Wendy Beckett

Elyria, Ohio, Estados Unidos

Contenido

PRÓLOGO DEL TRADUCTOR

INTRODUCCIÓN

1. Lugar de los Salmos entre los hagiógrafos y, en especial, entre los libros poéticos

2. Nombres del Salterio

3. Historia de la composición de los Salmos

4. Origen de la colección

5. Distribución e “inscripciones” (encabezados)

6. El sistema de estrofas de los Salmos

7. Música del templo y salmodia

8. Traducciones de los Salmos

9. Historia de la interpretación de los Salmos

10. Consideraciones teológicas preliminares

LIBRO I.Salmos 1–41

Breve introducción al Salmo 1–2. El lote de los piadosos y el de los impíos

Salmo 1. Bienaventurado el hombre que…

Salmo 2. El reino de Dios y su Cristo, ante quien todo ha de inclinarse

Salmo 3. Himno de mañana de un angustiado que confía en Dios

Salmo 4. Salmo vespertino ante difamadores y hombres de poca fe

Salmo 5. Oración de la mañana antes de ir a la casa de Dios

Salmo 6. Grito de misericordia bajo el juicio

Salmo 7. Al Juez de la tierra, contra los calumniadores

Salmo 8. Gloria del creador, cielos estrellados

Salmo 9. Al justo juez: Los enemigos han sido derrotados

Salmo 10. Lamento y súplica bajo presión de enemigos

Salmo 11. Niégase a escapar en una situación peligrosa

Salmo 12. Lamento y consolación en medio de la falsedad triunfante

Salmo 13. Grito suplicante de alguien muy quebrantado

Salmo 14. La corrupción reinante y la redención deseada

Salmo 15. Las condiciones del acceso a Dios

Salmo 16. Refugio es Dios, Bien supremo, en tiempo de tristeza y muerte

Salmo 17. Un inocente y perseguido huye buscando refugio en Dios

Salmo 18. Himno de David sobre una vida llena de mercedes de Dios

Salmo 19. Alabanza a Yahvé, por su doble revelación de sí mismo

Salmo 20. Oración por el rey en tiempo de guerra

Salmo 21. Acción de gracias por el rey en tiempo de guerra

Salmo 22. Eli Eli Lama Asabtani

Salmo 23. La alabanza del buen pastor

Salmo 24. Preparándose para recibir al Señor que viene

Salmo 25. Súplica pidiendo protección y guía de Dios

Salmo 26. Un perseguido inocente da gracias a Dios en su casa

Salmo 27. Un inocente perseguido, refugiado en el Señor, que conoce a los suyos

Salmo 28. Petición de ayuda y acción de gracias en un tiempo de rebelión

Salmo 29. El salmo de los siete truenos

Salmo 30. Tras haber sido sanado de una dolorosa enfermedad

Salmo 31. Un hombre duramente perseguido se entrega en manos de Dios

Salmo 32. El camino del perdón de los pecados

Salmo 33. Alabanza al Gobernante del mundo, defensor de su pueblo

Salmo 34. Acción de gracias y enseñanza de uno que ha sido liberado

Salmo 35. Guerra de Dios contra los perseguidores ingratos

Salmo 36. Maldición de alejarse de Dios, la bendición de su compañía

Salmo 37. Falsa prosperidad para los malvados, verdadera para los piadosos

Salmo 38. Por el cambio de la ira merecida al amor que redime

Salmo 39. Oración de uno que sufre por la prosperidad de los impíos

Salmo 40. Acción de gracias, ofrenda de uno mismo y oración

Salmo 41. Lamento de un sufriente, entre personas hostiles y traidoras

LIBRO II.Salmos 42–72

Salmos 42–43. Anhelo por Sión en un país hostil

Salmo 44. Letanía de Israel, oprimido por los enemigos y fiel a Dios

Salmo 45. Canto de matrimonio en honor del rey excelso

Salmo 46. Nuestro Dios, una defensa segura

Salmo 47. Exultación ante la ascensión triunfante del Señor

Salmo 48. La inaccesibilidad de la Ciudad de Dios

Salmo 49. Vana prosperidad en la tierra. Poema didáctico

Salmo 50. Discurso divino sobre el verdadero sacrificio y adoración

Salmo 51. Oración penitencial e intercesión para recuperar el favor de Dios

Salmo 52. El castigo que espera a la lengua mala

Salmo 53. Variación elohista del Salmo yahvista (cf. Sal 14)

Salmo 54. Consuelo ante la presencia de adversarios sedientos de sangre

Salmo 55. Oración de uno que es acosado y traicionado por su amigo

Salmo 56. El gozoso coraje de un fugitivo

Salmo 57. Antes de caer dormido en el desierto

Salmo 58. Grito de venganza sobre aquellos que pervierten la justicia

Salmo 59. Plegaria de un inocente a quien los hombres intentan prender

Salmo 60. Salmo doliente tras haber perdido una batalla

Salmo 61. Plegaria agradecida de un rey expulsado que retoma su trono

Salmo 62. Confianza en Dios cuando amenazan los enemigos

Salmo 63. Himno matutino de un perseguido en el desierto, sin agua

Salmo 64. Invoca la protección divina en contra de la falsedad de los hombres

Salmo 65. Acción de gracias por la victoria y bendiciones concedidas

Salmo 66. Acción de gracias por una liberación nacional y personal

Salmo 67. Canto de acción de gracias por la cosecha

Salmo 68. Himno de guerra y victoria, al estilo de Débora

Salmo 69. Oración desde el hondo desconsuelo, por causa de la verdad

Salmo 70. Grito de un perseguido, pidiendo ayuda

Salmo 71. Oración de un siervo de Dios anciano pidiendo ayuda divina

Salmo 72. Oración por la paz y el Ungido de Dios

LIBRO III. Salmos 73–89

Salmo 73. Tentación de apostasía vencida

Salmo 74. Invocación a Dios, contra la persecución y la violación del templo

Salmo 75. Viene el juez con la copa de la ira

Salmo 76. Alabanza de Dios tras haber realizado su juicio

Salmo 77. Consuelo que deriva del pasado en años de aflicción

Salmo 78. Historia de Moisés a David: un espejo que avisa

Salmo 79. Oración de súplica en tiempo de devastación, matanza y burla

Salmo 80. Oración pidiendo ayuda de Dios

Salmo 81. Fiesta de verano. Saludo y discurso

Salmo 82. El juicio de Dios sobre los dioses de la tierra

Salmo 83. Grito a Dios en contra de la alianza enemiga

Salmo 84. Anhelo por la Casa de Dios y la felicidad de habitar en ella

Salmo 85. El pueblo antes favorecido pide a Dios que le favorezca de nuevo

Salmo 86. Oración de un piadoso perseguido

Salmo 87. Sión, todos han nacido en ella

Salmo 88. Lamentación de un paciente que sufre como Job

Salmo 89. Pidiendo a Dios que renueve sus misericordias a David

LIBRO IV. Salmos 90–106

Salmo 90. Refugiado en la ternura de Dios, contra el juicio airado de la muerte

Salmo 91. Canto de agradecimiento en tiempo de guerra y peste

Salmo 92. Pensamientos sabáticos

Salmo 93. El trono real sobre el mar de los pueblos

Salmo 94. El consuelo de la oración bajo la opresión de los tiranos

Salmo 95. Adorar a Dios y obedecer su Palabra

Salmo 96. Saludo ante la venida del Reino de Dios

Salmo 97. Llegada del Reino; Dios juez y salvador

Salmo 98. Saludos al Dios conocido por su justicia y salvación

Salmo 99. Canto de alabanza en honor del tres veces Santo

Salmo 100. Canto universal para servicio del Dios verdadero

Salmo 101. Deseos o votos para el rey

Salmo 102. Oración de uno que sufre, por sí y por Jerusalén en ruinas

Salmo 103. Himno en honor del Dios todocompasivo

Salmo 104. Himno en honor al Dios de los siete días

Salmo 105. Himno de acción de gracias al Dios de la historia de Israel

Salmo 106. Infidelidad de Israel desde Egipto, fidelidad de Dios hasta el presente

LIBRO V.Salmos 107–150

Salmo 107. Dar gracias a Dios porque supera las calamidades

Salmo 108. Dos fragmentos elohistas vinculados entre sí

Salmo 109. Imprecación contra aquel que prefiere maldición a bendición

Salmo 110. El rey sacerdote a la derecha de Dios

Salmo 111. Salmo alfabético en alabanza de Dios

Salmo 112. Salmo alfabético, alabanza de aquellos que temen a Dios

Salmo 113. Aleluya a Aquel que eleva a los pobres

Salmo 114. Conmoción de la naturaleza ante el Dios que redime a Egipto

Salmo 115. Invocar al Dios vivo, rescatar el honor de su nombre

Salmo 116. Canto agradecido de uno que ha escapado de la muerte

Salmo 117. Invitación a los pueblos para que entren en el Reino de Dios

Salmo 118. Canto de fiesta para la dedicación del nuevo templo

Salmo 119. Veintidós series de aforismos de un perseguido por la fe

Salmo 120-134. Los veinte salmos graduales

Salmo 120. Grito de tristeza de un hombre rodeado por violentos

Salmo 121. El Consuelo de la protección divina

Salmo 122. Una mirada de buen deseo a la ciudad de los peregrinos

Salmo 123. Mirada más alta al Señor en tiempos de desprecio

Salmo 124. Liberador de la muerte, en el agua y en la trampa

Salmo 125. Baluarte de Israel, contra la tentación de apostasía

Salmo 126. Sembrar con lágrimas, cosechar con alegría

Salmo 127. Todo depende de la bendición de Dios

Salmo 128. Prosperidad de la familia de temerosos de Dios

Salmo 129. El fin de los opresores de Israel

Salmo 130. De lo profundo

Salmo 131. Como niño en manos de Dios

Salmo 132. Por Dios y la casa de David

Salmo 133. Por la amistad fraterna

Salmo 134. Vigilia nocturna ante el santuario

Salmo 135. Aleluya a cuatro voces: Dios de Israel, Dios de los dioses

Salmo 136. Dad gracias al Señor porque es bueno

Salmo 137. Sobre los ríos de Babilonia

Salmo 138. Mediador y perfeccionador

Salmo 139. Adorar a Dios, omnisciente y omnipotente

Salmo 140. Oración protectora, contra malvados y poderosos

Salmo 141. Oración de la tarde, en tiempos de Absalón

Salmo 142. Grito desde la prisión para el bien de los amigos

Salmo 143. Ansia de misericordia desde una dura prisión

Salmo 144. Pidiendo valentía a Dios ante un combate decisivo

Salmo 145. Himno de alabanza al Dios que es todogeneroso

Salmo 146. Aleluya a Dios, el único socorro verdadero

Salmo 147. Aleluya al que sostiene todo y restaura a Jerusalén

Salmo 148. Aleluya de todas las creaturas del cielo y de la tierra

Salmo 149. Aleluya: el Dios de la victoria y del pueblo elegido

Salmo 150. Aleluya final

PRÓLOGO DEL TRADUCTOR

Esta es una obra cumbre de la exégesis y estudio de la Biblia, uno de los textos más significativos de la teología y espiritualidad judeo-cristiana, escrito desde una perspectiva protestante, abierta a las diversas iglesias y confesiones cristianas de la modernidad, en un contexto universal de fe en el Dios bíblico, en comunión con los creyentes monoteístas, de tradición cristiana e incluso musulmana, dentro de eso que puede llamarse la religión (din) semita (de expresión hebrea, aramea y árabe)1.

Forma parte de la colección de Comentarios Exegéticos al texto hebreo del Antiguo Testamento, escrita por F. Delitzsch (1813-1890) en colaboración con K. F. Keil. Es una obra viva, que sigue siendo consultada, utilizada y leída por especialistas y estudiosos de la Biblia. La traducción y adaptación española que ahora ofrecemos constituye uno de los acontecimientos bíblicos más significativos de los últimos decenios.

Esta obra, que fue varias veces actualizada por su autor, se sigue publicando online (https://www.betanien.de/kd/Keil_Delitzsch_Band_08_Psalmen_1883.pdf), pero también en edición alemana impresa (Brunnen V. 1984 y Kindle V.) y en traducción holandesa (Importantia Publishing, Dordrecht,2019) e inglesa (Hendrickson, Grand Rapids 1989 y Kindle V.).

F. Delitzsch escribió además otros comentarios bíblicos (entre ellos el de Isaías y Libros poéticos del A. T., en esta misma colección), y fue especialmente famoso por su elaboración de un Sistema dePsicología bíblica (1961), que sigue siendo fundamental para el conocimiento del hombre en la Biblia, con una Traducción del Nuevo Testamento al hebreo, que forma parte de su intento de recrear el cristianismo desde su base y esencia judía, universalizada por Jesús.

A pesar del valor de sus restantes libros, su obra más importante sigue siendo quizá esta, su traducción y comentario de los Salmos como texto clave de oración y experiencia no solo judía, sino también cristiana. Este es el libro de la Biblia hecha “vida”, experiencia de revelación y encuentro de los hombres con Dios, en un proceso impresionante de desvelamiento divino y de despliegue de la nueva humanidad, tal como se expresa en la historia de Israel y culmina en Jesucristo, que es para F. Delitzsch la plenitud y verdad del judaísmo.

Partiendo de ese fundamento, este libro recoge el proceso de composición e interpretación de los Salmos, desde el tiempo de David (siglo X a. C.) hasta la fijación del texto masorético (siglo IX-X d. C.), tal como ha sido transmitido, vocalizado y precisado con acentos, anotaciones musicales y testimonios de vida a lo largo de los siglos. Al mismo tiempo, muestra y desentraña la historia de la interpretación judía y cristiana de los salmos, con las traducciones más significativas a las diversas lenguas en las que la Biblia ha sido reinterpretada y recreada, desde el griego de los LXX (siglo III a. C.), el arameo de los targumes y el sirio de la Peschita (siglo I-IV d. C.), pasando por el Latín de San Jerónimo (Vulgata, siglo IV d. C.), hasta Lutero (siglo XVI d. C.), con los Padres de la Reforma Protestante y el resto de las iglesias cristianas (católica, ortodoxa) de la modernidad.

No es obra de lectura fácil, pues implica un conocimiento básico de las lenguas bíblicas y de su interpretación a lo largo de la historia. De todas formas, para iniciarse con ella en el mejor conocimiento de los salmos, no es necesario llegar siempre hasta el fondo del original hebreo y de sus traducciones y comentarios posteriores. El lector atento (aunque no especializado) podrá prescindir del análisis científico del texto hebreo, con la aportación de los masoretas, quedándose en el plano de la lectura literaria, teológica y “pastoral” de los salmos, recibiendo el impacto y enseñanza de su interpretación.

Así descubrirá que los salmos, en unión con los evangelios y las cartas de Pablo, son para el cristianismo (y, en otro plano, para la cultura occidental), el libro más impactante de la Biblia (y quizá de la historia religiosa de la humanidad). Quien se aproxime a ellos entrará en un mundo maravilloso de poesía y oración, de historia y experiencia vital, de iluminación creyente y de compromiso pastoral que antes no podía imaginar. Ellos son, con los Vedas de la India, la colección más importante de himnos y cantos sagrados de la humanidad.

Todo el mensaje de la Biblia del Antiguo Testamento se condensa y contiene en los salmos y, por otra parte, el proyecto y camino de Jesús y de la Iglesia primitiva se entiende a partir de ellos. Así lo va mostrando F. Delitzsch en este comentario prodigioso de historia y filología, de poesía y pensamiento, con la tradición del rabinismo judío y de la Iglesia antigua (griega y latina), con Agustín y el conjunto del monacato occidental y oriental, con Lutero y los reformadores protestantes, y de un modo especial con la recuperación bíblica de la teología evangélica del siglo XIX.

Esta es una obra múltiple y así puede y debe valorarse desde diversas perspectivas (histórica, poética, filológica, teológica…). Se puede leer por interés cultural, pero sobre todo por búsqueda y profundización religiosa. Se debe estudiar acudiendo a los idiomas originales (hebreo, arameo y árabe, griego y latín…), pero también dejando al fondo esos idiomas y pasando directamente a su mensaje poético, musical y religioso (teológico).

Sea cual fuere su manera de entrar en este comentario de F. Delitzsch, el lector quedará profundamente enriquecido, con un conocimiento más hondo de los salmos y de la historia bíblica, con una visión ensanchada del cristianismo, con una experiencia más honda de la vida humana, pues en los salmos se refleja y condensa como en un espejo o en un prisma o lente fotográfico la diversidad de luchas y mensajes de la historia humana.

1. Diez temas centrales del comentario de Delitzsch

Esta es una obra de lectura seguida, pero también de consulta más ocasional, en un momento dado de la vida personal (o también de la comunidad) cuando sea necesario entender mejor y comentar un salmo, teniendo que dedicar un tiempo para ello. Sea cual fuere la ocasión de su lectura, la mejor forma de entender este comentario en su conjunto, esto es, de entrar en su contenido, es comenzar con los temas de la introducción que expone el mismo F. Delitzsch, pues ellos nos permiten llegar a los centros neurálgicos del salterio, entendido como libro bíblico de historia y oración, como texto clave de la identidad cristiana:

1. Lugar de los Salmos entre los hagiógrafos y en especial entre los libros poéticos. Los salmos forman parte de la tercera sección de la Biblia (tras la Ley Pentateuco y los Profetas anteriores y posteriores); de esa forma se inscriben en el “resto” de los libros sagrados (hagiógrafos) llamados “escritos” (ketubim); ellos se encuentran al lado de los libros sapienciales (de la hokma: Proverbios, Eclesiastés), pero se definen en especial como libros poéticos (con el Cantar de los Cantares), que no razonan ni describen la grandeza de Dios en el hombre, sino que la cantan, en forma de belleza y grandeza emocionada.

Los salmos emergen en un contexto en el que la poesía, vinculada a la profecía, puede y debe entenderse como lenguaje clave del encuentro del hombre con Dios, que es la oración, como experiencia simbólica y realísima de la presencia de Dios y de la plenitud humana. Una de las decisiones fundamentales de la Iglesia cristiana ha sido (y sigue siendo) la de tomar los salmos como libro o formulario fundante de su relación personal con Dios y de su alabanza al misterio, tal como culminará en Jesucristo.

2. Nombres del Salterio. Los salmos han recibido diversos títulos que responden a su esencia. (a) Ellos se han llamado y se siguen llamando tephilim, es decir, “oraciones”, textos (modelos) de comunicación del hombre con Dios. (b) Al mismo tiempo son tehilim,himnos de alabanza, que cantan la grandeza de Dios y de su acción y presencia en la historia de los hombres. (c) Son mizmor, en plural mizmorı̂m o mizmoroth, es decir, “cantos” (y también shir, shirim: Canciones), porque el lenguaje básico de la oración bíblica y cristiana no es la pura meditación interior, ni el silencio supraverbal, sino el canto jubiloso de alabanza.

A pesar de esos nombres hebreos, estos cantos del salterio se han terminado llamando y se llaman normalmente en otras lenguas (menos en hebreo) salmos, palabra de origen griego, que retoma el sentido de “mizmor”, y traduce el contenido de los otros dos nombres hebreos (tephilim y tehilim), en la línea de “canto acompañado por la música de un instrumento que se llamaba normalmente salterio, un tipo de cítara o arpa. En ese sentido, sin música no hay salmo, sin canto no hay plegaria verdaderamente humana.

3. Historia de su composición. Los salmos han ido surgiendo a lo largo de un extenso período de tiempo que, por comodidad, podemos centrar entre el siglo X y el II a. C. Están atribuidos en principio al Rey David, a quien la tradición presenta como primero y más grande de los salmistas, y así lo pone de relieve F. Delitzsch, en contra de una opinión ya extendida en su tiempo que tendía a negarla paternidad davídica de la mayor parte de los salmos.

Ciertamente, el mismo Delitzsch sabe y dice que muchos salmos son de origen posterior, pues han surgido a lo largo de la historia de Israel, hasta el tiempo de los Macabeos (en el siglo II a. C.). En ese sentido, los salmos recogen el despliegue de la religión bíblica del Antiguo Testamento, en diálogo con las religiones del entorno, desde la constitución del reino de David hasta la gran crisis de los Macabeos, en cuyo entorno surgieron también las visiones apocalípticas de Daniel.Pero en el principio de ellos, está a juicio de Delitzsch, la inspiración y revelación de Dios a David, quien aparece así como antepasado espiritual y promotor del camino de Jesús, que será el verdadero Rey de Israel y de la humanidad, en un sentido distinto al de David, pero cumpliendo de un modo más alto, más universal, sus auténticas promesas y experiencias.

4. Origen de la colección. En principio los salmos fueron himnos y oraciones de tipo ocasional, compuestos y cantados en un momento preciso de la historia de Israel. Ellos son la “interpretación” y declaración creyente/orante de esa historia. Pero desde muy pronto (según Delitzsch desde el tiempo de David y Salomón) se fueron creando colecciones de salmos que servían como ejemplo y modelo de oración para los cantores (levitas) del templo. Ellos forman la verdadera esencia y religión del Templo de Jerusalén, hasta el día de hoy, para judíos y cristianos.

Al lado de esas colecciones antiguas, vinculadas al culto del templo, junto a los salmos del reinado de Dios, del culto sagrado o de la realeza de David y de su descendencia, han venido a situarse otros grupos de salmos que provienen de las familias de Asaf o de Coráh, con meditaciones de tipo penitencial, cantos de peregrinación (graduales) e himnos de alabanza de Dios, en la naturaleza y en la historia (con otros salmos de tipo aleluyáticos). A imitación de los cinco libros del Pentateuco, los salmos se han recogido también o coleccionado en cinco libros, como podrá verse por el índice de este comentario.

5. Distribución e “inscripciones” (encabezados). Buena cantidad de salmos (no todos) llevan una inscripción o encabezado, en el que se describe la identidad del salmo (unos son tephila, otros tehila, mizmor o shir); esos encabezados o títulos sirven también para indicar el tipo de acompañamiento musical y el tipo de melodía del salmo, indicando también a veces la ocasión del origen o surgimiento del salmo (especialmente en relación a la historia de David). Parece que, en la mayor parte de los casos, estos encabezamientos no son del autor directo del salmo, sino de los copistas o adaptadores posteriores, especialmente aquellos en los que se incluye una referencia para el director y/o maestro de música, con una indicación del “tono” o melodía musical.

Muchos autores modernos han tendido a quitar importancia a esos encabezamientos, como si fueran menos fiables, de manera que ellos no suelen incluirse en las ediciones y traducciones de la mayoría de los comentarios actuales a la Biblia. En contra de eso, Delitzsch ha puesto de relieve su valor, como guía segura para situar e interpretar el salmo, conforme a unas indicaciones que han sido incluidas en el mismo título de los salmos.

6. Sistema de estrofas. Los salmos forman parte de la poesía bíblica y solo como poesía pueden entenderse. Así lo ha visto y mostrado de un modo ejemplar F. Delitzsch, siguiendo la gran tradición de la masora, esto es, de la fijación e interpretación del original hebreo, a través de la vocalización del texto consonántico y también (sobre todo) por medio de la composición y distribución de un sistema extraordinariamente preciso de acentos, que tienen una función rítmica, musical y de precisión del argumento.

Esa fijación textual culminó en el siglo IX-X d. C., con la edición definitiva del texto masorético. Muchos comentaristas modernos dejan a un lado esa interpretación masorética de los salmos, de manera que no tienen en cuenta la referencia a las estrofas, al nuevo sentido de algunas palabras y, sobre todo, a la aportación de los acentos, pensando que ellos vienen de una composición posterior, no siempre fiable, del texto primitivo. En contra de eso, F. Delitzsch considera que esas indicaciones han sido y siguen siendo fundamentales para entender el salterio, y así lo va mostrando salmo a salmo. Esta referencia al orden y tipo de acentos, que ha sido fijada y comentada por los masoretas judíos, ofrece una de las primeras y más precisas interpretaciones gramaticales de los salmos, ofreciendo así una “ciencia hermenéutica” de gran precisión que, en general, los comentaristas cristianos han pasado por alto.

7. Música del templo y salmodia. Los salmos pueden entenderse como poesía musicalizada, pero también como música poetizada, de forma que letra y melodía son inseparables, conforme a la “escuela coral” (poético-musical) del templo de Jerusalén. Así lo ha mostrado paso a paso F. Delitzsch, estudiando con gran cuidado los tonos y/o melodías de los salmos, con su acompañamiento musical (con instrumentos que son básicamente de cuerda (un tipo de cítaras, arpas y salterios), pero también de percusión (címbalos, tambores) y de viento (trompetas y/o cuernos sacerdotales, entre los que sobresale el sophar).

En esa línea debemos recordar que el templo de Jerusalén como lugar de sacrificios sangrientos había cumplido en ese tiempo su misión (había perdido su sentido), como dice la carta a los Hebreos, pero, en otra línea, el recuerdo y actualización de ese templo ha seguido siendo básico como santuario musical, pues de ese templo vienen los salmos que reza la iglesia cristiana, la música litúrgica y celeste que ha puesto de relieve el libro cristiano del Apocalipsis, y que ha pasado de alguna forma hasta el “canto gregoriano” de la iglesia medieval, a través de la tradición musical de los cristianos sirios, más cercanos por afinidad lingüística y musical, al canto de los salmos judíos.

8. Traducciones de los salmos. Los salmos han sido escritos y cantados en hebreo, un idioma y texto que a veces resulta difícil de restituir, por los cambios que ha sufrido a lo largo del tiempo. En este campo se ha situado el primer esfuerzo de Delitzsch, que ha querido fijar el texto y mensaje antiguo de los salmos, siguiendo con gran fidelidad la tradición de los masoretas. Pues bien, para ello ha debido acudir no solo al original hebreo, sino a las grandes traducciones posteriores, empezando por la griega más antigua (de los LXX), con los diversos targumes arameos y la versión siria, pasando a las nuevas traducciones griegas (Aquila, Símaco…) y las latinas (ítala, Jerónimo…).

En esa línea, gran parte de la traducción y recreación histórico-literaria de F. Delitzsch está dedicada al estudio de las interpretaciones más antiguas de los salmos, partiendo no solo del texto hebreo, sino de sus diversas traducciones. Su comentario nos sitúa, según eso, ante la obra de conjunto de la tradición exegético-teológicas de la sinagoga y de la Iglesia de los primeros siglos (del III a. C. al VI d. C.), tal como desemboca en la tradición latina por San Jerónimo y, más tarde, en el siglo XVI por la traducción alemana de Lutero.

9. Historia de la interpretación de los salmos. Partiendo del texto original y de las traducciones antiguas, Delitzsch retoma la historia de la interpretación de los salmos, desde una perspectiva cercana a su origen (primeros intérpretes judíos, patrística cristiana), pasando por San Agustín y la Edad media, con los “padres de la iglesia” (griegos, sirios, latinos), hasta llegar a la Reforma Protestante, con la crisis posterior de la separación de las iglesias (siglo XVI-XVIII d. C.), hasta llegar su tiempo (entre el 1860-1974), cuando él estaba fijando su comentario. En esa línea, F. Delitzsch podría decir que el cristianismo sigue siendo la religión de la Biblia con algunas anotaciones a pie de página (no solo en la tradición moderna protestante, sino igualmente en la católica).

La época que le tocó vivir (la segunda mitad del siglo XIX) ha sido, según dice el mismo Delitzsch, el momento clave de la historia de occidente y del mundo, situada ante la nueva gran encrucijada de la humanidad, que no puede entenderse ya como un enfrentamiento de religiones, que combaten entre sí, sino como una lucha entre la verdadera religión bíblica y la nueva irreligión militante, con dos posibles “salidas”: (a) el afianzamiento y triunfo de un tipo de liberalismo anticristiano (que puede terminar destruyendo las raíces y formas bíblicas de la cultura occidental); o (b) el renacimiento bíblico/cristiano, expresado y condensado en una nueva interpretación y actualización de la experiencia orante de la Biblia.

10. Consideraciones teológicas. En ese momento se sitúa y nos sitúa F. Delitzsch, entre el año 1860 y el 1883 d. C., una etapa que a su juicio es convulsa, llena de amenazas. Él es, por una parte, un buen “protestante alemán”, empeñado en recuperar a Jesús partiendo de la “verdad hebraica”, para recrear así un cristianismo bíblico, abriendo el “evangelio judío” de Jesús a la totalidad de los pueblos, no en forma de imposición, sino de testimonio de vida y de paz universal.

Tres son, conforme a mi visión de conjunto de su obra, sus propuestas principales; (a) La recuperación de Dios, como Yahvé, aquel que es y actúa en la historia de los hombres. A juicio de F. Delitzsch, sin el retorno al Dios que actúa en los salmos no se puede hablar de misión cristiana. (b) La recuperación y triunfo de la iglesia oprimida (ecclesia pressa) de los seguidores perseguidos de Jesús, entre los poderes adversos de un mundo, con su gran promesa pascual, fundada en la resurrección de Jesús. (c) El enraizamiento en la historia concreta, en este mundo, como presencia y anuncio de un Dios que, al culminar la historia, encuentra una visión puramente espiritualista de la inmortalidad del alma o de las ideas.

2. Vivir según los salmos. Novedad y tarea del cristianismo actual

He presentado los diez temas principales del comentario de los salmos de F. Delitzsch que han definido su espléndido comentario de los salmos (culminado el año 1883/1884 d. C.), y que siguen siendo también fundamentales en la actualidad, pasado casi siglo y medio. Ciertamente, en ese tiempo han pasado muchas cosas en el estudio de la Biblia y especialmente en los salmos; descubrimientos y novedades que se pueden condensar en dos aportaciones más significativas que no se oponen a su propuesta exegético-teológica, sino que la ratifican y desarrollan, pero de un modo algo distinto.

La primera novedad ha sido el análisis de las formas literarias de los salmos, realizado, especialmente por escritores protestantes, de origen alemán o escandinavo, entre los que sobresalen H. Gunkel (1862-1932) y S. Mowinckel (1884-1965). Este nuevo estudio de las formas literarias (poéticas y políticas, litúrgicas y jurídicas, económicas y espirituales) en un plano personal y comunitario nos ha ofrecido y abierto una nueva dimensión para entender los salmos, no en contra de lo que decía F. Delitzsch, sino para completarlo. Por eso debemos tenerlo actualmente en cuenta, para precisar así mejor lo que él quiso decir y dijo en este comentario, no para rechazar su investigación, sino para ratificarla2.

La segunda aportación puede y debe ser de tipo histórico. F. Delitzsch era un grandísimo filólogo e historiador, pero su visión de la historia era más “dogmática” que crítica. Quería mantener de un modo literal las interpretaciones bíblicas, sin hacer una crítica positiva de ellas, tanto en el plano de la historia de David como en la visión “externa” de los libros del Pentateuco, con Samuel, Reyes y Crónicas.

Esta visión histórica ha sido matizada, y en parte superada por el conjunto de los exegetas, creyentes o no creyentes, protestantes, católicos o agnósticos. No se trata de negar la historia, sino, al contrario, de fortalecerla y así resituarla, no para rechazar la revelación de Dios y la fe de los creyentes, sino para resituarla y entenderla de un modo más hondo, más concreto.

Precisamente para entender y aplicar mejor la historia de Dios con los hombres resulta necesario situar con cierta precisión el origen y finalidad de los salmos, como ha hecho F. Delitzsch en este comentario, que se sitúa en la línea de una neoortodoxia protestante, básicamente luterana, pero abierta, por un lado, al judaísmo de fondo de la Biblia y de la Iglesia y, por otro, al diálogo con las diversas iglesias cristianas, llamadas a superar desde arriba (desde la revelación de Dios y desde el estudio bíblico) sus enfrentamientos actuales.

Esta reinterpretación histórica y religiosa de los salmos puede y debe vincularse a la investigación filológica que defiende y realiza F. Delitzsch, desde la base de la verita hebrea, esto es, de la verdad bíblica originaria de la Biblia, no en contra de las tradiciones posteriores, de tipo griego, latino o alemán, sino para fundarlas y situarlas en su verdadera base.

En ese contexto resulta muy significativo el esfuerzo de F. Delitzsch por ampliar esa base hebrea, retomando de algún modo el sustrato pan-semita de la Biblia, no solo con el arameo-siríaco como lengua franca del antiguo oriente sino también, y sobre todo, con la recuperación del árabe, desde una perspectiva literaria y teológica. En los casos de mayor dificultad, para retomar el sustrato antropológico más universal de los salmos hebreos, F. Delitzsch apela al árabe antiguo y moderno como lengua viva de una gran tradición y corriente espiritual (y cultural), vinculada al “din” o religiosidad de Abraham, tanto en su vertiente premusulmana como musulmana.

Fueron y son muchos los que se sienten incómodos ante esa apelación al árabe, pero ella resulta muy significativa (y necesaria) no solo para situar la experiencia y mensaje de los salmos en la religiosidad semita antigua, sino para mantener un diálogo vivo entre las tres religiones abrahámicas o monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam). Eso significa que este comentario de F. Delitzsch es, por un lado, muy latino (occidental) y muy germano (protestante), siendo, al mismo tiempo, muy universal, abierto a la tradición semita antigua y moderna.

Este es un comentario totalmente judío, siendo al mismo tiempo cristiano y semita (islámico y árabe en el sentido profundo del término). Desde ese fondo, F. Delitzsch dialoga y se enriquece con la aportación de los grandes “reformadores” cristianos, con los clásicos del siglo XVI (Lutero, Calvino…) y con los de su propio tiempo, entre los que destaca el pastor bautista Charles H. Spurgeon (1834-92).

En esa línea, su obra ofrece una aportación sobresaliente (necesaria) para la recuperación actual de los salmos, tal como la está realizando, por ejemplo, Eliseo Vila-Vila, a partir de los discursos y escritos de C. H. Spurgeon, resituados e interpretados en un amplio contexto espiritual y cultural, en su obra enciclopédica titulada El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos I-II, Ed. Clie, Viladecans 2015 y 2020.

Y llegando aquí puedo ir concluyendo este prólogo, ratificando lo ya dicho y añadiendo que el lector afortunado que se decida a penetrar en esta obra de F. Delitzsch (y en el mensaje de los salmos) tendrá que empezar realizando un gran esfuerzo cultural (de contacto con lenguas y tradiciones antiguas) que en principio podrá agobiarle, pero que merecerá decididamente la pena. Empiece por la introducción de la obra de F. Delitzsch y siga después con calma, leyendo paso a paso la traducción de Reina-Valera (1995) para entrar después en el comentario espiritual y técnico de F. Delitzsch.

No se preocupe si no entiende todo a la primera, porque es como si entrara en un nuevo continente o, quizá mejor, en una nueva “galaxia” de hermosura y sencillez, pero también de complejidad y vida, donde se necesita tiempo para asumir y desarrollar la novedad del enfoque del estudio de los salmos. El lector de este comentario se hallará inmerso de pronto ante más de tres mil años de poesía que brota de la vida, tres mil años de dolor inmenso, pero también de alegría nueva, intacta, originaria (casi brutal, en el sentido coloquial que hoy tiene ese término).

El lector de este libro de F. Delitzsch y los salmos tendrá que abandonar y superar por un momento su “pequeño” mundo uniformado de la postmodernidad (año 2021/2022), domesticado, nivelado, dominado por el puro afán económico y por unos mass-media que tienden a repetir siempre lo mismo, para tenernos así atrapados en su red falsamente “dorada”.

Este lector de los salmos entrará, si tiene paciencia y una gran voluntad espiritual, en un mundo más alto, más libre, más abierto a la sinfonía profunda (divina) de su vida. El lector de salmos podrá así penetrar en un mundo superior de riqueza vital, en un espacio extremado (desaforado, desmedido), de revelación de Dios, de llamada y respuesta, de búsqueda dolorosa y de placer más hondo de la vida, un mundo iluminado por la figura de David y por el evangelio de Jesús…

Para entrar en ese “mundo superior” de la experiencia bíblica, el lector y cantor de salmos deberá hacer un esfuerzo para romper el primer “cascarón” del “orden actual de la realidad”, que podría compararse con una “caja de hierro” que le tiene cerrado, dominado. Tendrá que salir con esfuerzo de un mundo que tiende a dominarle (pensando por él, decidiendo por él…), pero habrá merecido la pena. Solo si hace ese esfuerzo podrá comprender lo que implica de riqueza, de esperanza y de comunicación salvadora el mundo pluriforme del libro de los salmos.

Con esa decisión y esa confianza deberá salir al campo abierto de los salmos, con su colección variada de textos, de cantos, de experiencias, con su riqueza multiforme, llena de enormes propuestas de sentido. Desde ese fondo, debo repetir al lector que vaya directamente al mensaje fundamental de los salmos, muy distintos entre sí, pero todos ellos unidos por un mismo soplo de espiritualidad, de vida, de humanismo, dejando a un lado quizá (en un primer momento) las discusiones más concretas sobre el texto hebreo, sobre el arameo o árabe de fondo y, sobre el griego y latín de las traducciones posteriores.

Es importante la forma literaria de los salmos, pero más importante es aún su sentido, su mensaje, su canto. El lector que acepte esta propuesta (que no es mía, sino de la Biblia en su conjunto y de la misma Iglesia, verá que ha merecido la pena.

Por mi parte, como traductor y adaptador del comentario, solo me queda decirle que he querido facilitarle su lectura, pero no he querido (ni podido) resolverle todos los problemas, pues eso ha de hacerlo el mismo lector, con algo de paciencia al principio, con gran gozo después, mientras vaya descubriendo el sentido antiguo y actual de algunas palabras fundamentales.

Evidentemente he tenido que conservar el esquema de escritura y lectura de F. Delitzsch, con su estilo denso, lleno de “paréntesis” intratextuales, abreviaturas incesantes, referencias continuas a otros textos bíblicos o a otras traducciones, que obligan a pararse un momento, a tomar tiempo para ir entrando en el mensaje de cada salmo, de tal modo que al final cada lector pueda ser comentarista del texto. No olvide el lector que el salterio es un libro o manual de cantos, un “cantoral” bíblico, y que la mejor forma de entenderlos es cantarlos y celebrarlos.

Las abreviaturas (tomadas en su mayoría del latín) se pueden entender sin dificultad (o empleando un buscador de Google), y por eso las he conservado, casi al pie de la letra, pues el propio lector podrá interpretarlas. Lo mismo pasará con las referencias a los textos rabínicos (del Targum o la Misná, del Talmud y de los grandes maestros de la masora). También será fácil entender la referencia a los rabinos y maestros judíos, lo mismo que a los exegetas y teólogos cristianos, desde los Padres de la Iglesia hasta los reformadores del siglo XVI, con los nuevos comentarios especializados del siglo XIX a quienes F. Delitzsch cita y estudia (evalúa) uno por uno en el apartado 9 de la introducción. Allí se verán sus nombres completos, con sus obras de referencia.

Ciertamente, este comentario se puede y debe leer de un modo individual, cada lector sí mismo, como texto y camino de enriquecimiento personal (cultural y espiritual). Pero la verdadera comprensión de los salmos se alcanza allí donde se cantan y celebran en comunidad, como ha puesto muy de relieve F. Delitzsch indicando el motivo y fiesta del canto y celebración de cada salmo, conforme a la liturgia judía y cristiana.

Así se han compilado y editado los salmos desde antiguo, formando el liber usualis, o libro de uso para el canto litúrgico, adaptado a las fiestas y días normales, para los momentos más significativos de la celebración, como son las laudes de la mañana y las vísperas de la tarde. Al lado de ese libro de uso general se han coleccionado en las diversas iglesias varios tipos de cantorales de salmos, entre los que destacan los Graduales (con salmos de peregrinación) y los Penitenciales (con los salmos de confesión de pecados y petición de perdón).

Hay muchos cristianos modernos que tienden a convertir la Biblia y el conjunto de la religión en un objeto de reflexión, meditación o fe puramente intelectual y pensamiento, olvidando que la fe bíblica se expresa en la vida y el canto, en la emoción y la esperanza compartida. Pero la Biblia y especialmente los salmos son “textos” de música personal y comunitaria, para ser vividos y cantados, celebrados y sentidos en forma de gozo compartido, en una liturgia de agradecimiento y recuerdo, de petición de perdón y de alabanza.

La renovación de la iglesia ha sido y sigue siendo inseparable de la liturgia de canto de los salmos. Para que esa liturgia se conozca y valore mejor son fundamentales los buenos comentarios como este de F. Delitzsch. No es necesario que todos los cristianos lo tengan y lo lean, ni que lo entiendan del todo, pero es bueno que hagan un esfuerzo en ello en cada una de las comunidades o iglesias.

Para eso es conveniente (yo diría que necesario) que cada iglesia, cada comunidad litúrgica, cada parroquia o centro de culto tenga entre sus libros un comentario de los salmos, como este de F. Delitzsch, y que se utilice no solo como texto de posible lectura particular de algunos creyentes más interesados o eruditos, sino como libro de consulta de las comunidades como tales. Por eso, me parece necesario que las comunidades e iglesias, las parroquias y locales de culto adquieran este libro (con otros que exponen el sentido de los salmos) y lo tengan, como texto de lectura, reflexión creyente y preparación para el buen orden del culto litúrgico.

Ciertamente, la aportación de Delitzsch se puede completar teniendo en cuenta el nuevo estudio de las formas literarias de los salmos, con una comprensión más precisa de su fondo histórico y de su situación en la vida personal de los creyentes. Pero será difícil superar su visión de conjunto, mejorar su contenido en un sentido de experiencia creyente y de celebración compartida de la Palabra.

En ese sentido, este libro de F. Delitzsch constituye la mejor introducción al estudio de los salmos, y de esa forma, unido a la gran “enciclopedia” de los salmos de C. H. Spurgeon y Eliseo Vila-Vila, será por decenios el mejor comentario de los salmos. Solo de esa forma los cristianos que cantan los salmos sabrán lo que dicen, pudiendo aplicarlo mejor al despliegue y sentido de su vida.

Por otra parte, decir que este comentario es muy bueno (quizá el mejor en un sentido filológico) no significa que sea el único. Hay a su lado otros que son muy valiosos. Entre ellos, especialmente en lengua castellana, citaré en la nota que sigue algunos que, a mi entender, son más significativos en este momento (año 2021/2022), fijándome de un modo más directo en los publicados en lengua castellana, escritos desde diversas “confesiones e iglesias”, pues, como dice en su introducción F. Delitzsch, en el estudio y aplicación de los salmos, han de tomarse como buenas todas las aportaciones que nos ayuden a entender, a celebrar y a preparar el camino del Reino de Jesús. Y con esto puedo ir terminando ya mi prólogo, deseando que los lectores puedan penetrar de un modo personal en este tesoro de David y de la Iglesia de Jesús que son los salmos.

Para mí ha sido un gran trabajo (pero también un gozo grande) la puesta a punto de la traducción y edición española de este comentario de F. Delitzsch, no solo para comunidades e iglesias protestantes y/o reformadas, sino también para todos los cristianos interesados en el conocimiento y liturgia de los salmos. Por otra parte, este es un comentario que puede interesar también a muchos judíos de lengua española, lo mismo que a muchos musulmanes, cuya oración dirigida al Dios Uno se inspira de un modo especial en los salmos.

Un libro hebreo de los salmos, con el título de Tehilim, se encuentra a disposición de todos los orantes ante el “muro de las lamentaciones” del antiguo Templo de Jerusalén. Allí me he sentado muchas veces, en los bancos traseros de la plaza, para orar con uno de los salmos, recordando la historia de Sión, que es la historia de sus orantes y sus salmos.

He orado, evidentemente, con los miles y millones de judíos, que han orado y siguen orando y llorando (cantando) en hebreo con los salmos de Sión; pero he orado también, al mismo tiempo, por y con los miles y millones de cristianos que rezan y cantan con el libro de los salmos de Israel, en las diversas lenguas de la tierra, venerando al mismo Dios y pidiendo la llegada de su reino, para judíos y cristianos, y también para musulmanes y creyentes de todas las religiones que han venerado y siguen venerando al Dios de los salmos3.

Xabier Pikaza

INTRODUCCIÓN

Tanto un pequeño estante como una gran librería deben contener el libro de los salmos, como decía Basilio (Πάντα ὥσπερἐνμεγάλῳ τινὶ καὶ κοινῷ ταμιείῳτῇ βίβλῳτῶν ψαλμῶντεθησαύρισται).

1. Lugar de los Salmos entre los hagiógrafos y, en especial, entre los libros poéticos

Todos los textos de la Biblia toman el salterio como una parte esencial de los Ketubim o Hagiógrafos, pero su posición entre ellos varía. A partir de Lc 24, 44 se puede pensar que, en el período más antiguo de la era cristiana, el Salterio era el primero de los Ketubim, es decir, de la tercera parte de la Biblia Hebrea4.

El orden de los libros en los Manuscritos hebreos de tipo askenazí (provenientes de Europa oriental), sobre los que se basan en general nuestras ediciones impresas de la Biblia Hebrea, es actualmente el siguiente: Salmos, Proverbios, Job y los cinco Meguillot o Rollos. Pero en la Masora y en los manuscritos de tipo sefardí (hispánico) los Ketubim comienzan con los libros de las Crónicas, que de esa forma se separaron de manera extraña de los libros de Esdras y Nehemías, y se colocaron al lado de los Salmos, Job, Proverbios y los cinco Meguillot5.

Conforme al Talmud (Baba Bathra 14b), el orden normal es este: Rut, Salmos, Job, Proverbios. El libro de Rut precede a los Salmos, como si fuera su prólogo, porque ella, Rut, aparece como antepasada de David, esto es, de aquel a quien la lírica hebrea debe su mayor riqueza, en su era de florecimiento. Sin duda, el orden más natural sería aquel en que los Salmos estuvieran al principio de los Ketubim, porque ellos responden al tiempo de David, lo mismo que Proverbios y Job responden a la literatura de la Hokma, del tiempo de Salomón. Pero, en un caso o en otro, es evidente que los Salmos han de formar parte de los Ketubim.

Situándonos en el principio de la Biblia, el primer lugar del canon lo debe ocupar el libro de la Ley o Pentateuco, que es el fundamento de la Antigua Alianza, el libro que marca la identidad nacional de Israel, y de toda su literatura posterior. Bajo el título colectivo de profetas(נביאים) se incluye una serie de escritos históricos de tipo profético, que exponen la historia de Israel desde la ocupación de Canaán hasta el primer destello de luz que aparece en la tenebrosa condición del exilio de Babilonia, en unión con los libros de los profetas estrictamente dichos.

Esos libros históricos son llamados profetas anteriores (Prophetae priores) y son los que primero han sido añadidos a los cinco libros de la Torá. Después viene la serie de libros estrictamente proféticos (Prophetae posteriores), escritos por los profetas de su nombre, que se extienden hasta el tiempo de Dario Noto, e incluso hasta el tiempo del segundo viaje de Nehemías a Jerusalén, bajo el rey persa.

Por lo que toca a la cronología se podría haber invertido quizá el orden, poniendo primero los profetas escritores, pues los libros históricos del período persa (Crónicas, con Esdras, Nehemías y Ester) son bastante tardíos. Pero esto no se ha hecho por una razón muy justa, pues la literatura histórica ha distinguido nítidamente dos formas y métodos de escribir los acontecimientos: una es la historia de los anales y otra la profética. Sirven como tipos generales de estas dos formas de escritura histórica la forma así llamada elohista y la yahvista del Pentateuco.

Pues bien, los libros históricos del período persa responden al tipo de historia de los anales (a pesar de que el libro de las Crónicas haya incorporado muchos elementos de historia profética de tipo yahvista) y, al contrario, el libro de los Reyes incluye muchos elementos que corresponden a la historia profética. Por su parte, el libro de Rut presenta rasgos propios, que van por encima de la división entre libros proféticos y sapienciales, entre libros yahvistas y elohistas.

Este pequeño libro de Rut se parece tanto al libro de los Jueces (cf. cap. 17‒21) que podría haberse incluido muy bien entre Jueces y Samuel; y, de hecho, estuvo originalmente tras el libro de Jueces, lo mismo que las Lamentaciones estuvieron detrás de las profecías de Jeremías. Solo por razones litúrgicas esos dos libros (Rut y Lamentaciones) han sido incluidos entre los llamados Meguillot (Cantar, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester) que forman parte de los libros sapienciales o escritos y no de los histórico-proféticos, tal como aparecen en las ediciones normales, conforme al orden de lecturas de las festividades judías.

Evidentemente, los restantes libros solo podían ser clasificados bajo la tercera división del canon (Escritos o Sapienciales), de manera que ellos han recibido el título general de כתובים, Escritos, cosa que difícilmente podía haberse hecho de un modo diferente. De esa manera, estos Escritos o כתובים siguen unidos a la תורה y a los נביאים, aunque tienen un carácter distinto.

Tal como lo traduce el nieto de Ben-Sira en su prólogo al Eclesiástico, este título general (כתובים, escritos) significa simplementeτὰ ἄλλα πάτρια βιβλία, “los otros libros patrios”, o “el resto de los libros”, y nada más que eso. Con ese título, y precisando que han sido escritos ברוחהקדשׁ (por el Espíritu Santo), no se quiere indicar que ellos tienen un tercer grado de inspiración, que iría vinculada con una presencia menor del Espíritu, pues, conforme a la noción sinagogal de inspiración, estos libros han sido escritos también por el Espíritu Santo, es decir por el Espíritu .הקדשׁ

2. Nombres del Salterio

Este nombre puede parecer también extraño, porque la mayor parte de los salmos no son himnos en sentido propio, sino que muchos son de tipo elegíaco o didáctico, y solo un salmo, el 145, se inscribe directamente como תהלה. Pero incluso ese nombre colectivo de Salmos resulta admisible, pues todos ellos comparten un tipo de naturaleza y finalidad hímnica, pues tienen como finalidad glorificar a Dios.

Los salmos narrativos alaban las magnalia (obras grandes) de Dios; de un modo semejante alaban a Dios los salmos de súplica, pues todos están dirigidos a él como el único ayudador, y culminan con una palabra de confianza agradecida porque Dios oirá la petición de los orantes y responderá a ella. El verbo הלּל (alabar, del que proviene תהלה, alabanza) incluye esos dos matices, uno más propio del Magnificat (cf. Lc 1, 46-58)y otro del De profundis (Sal 51). El lenguaje de la Masora da preferencia a la forma femenina del nombre (תּפלּות en vez de תהלים) y así llama siempre al Salterio ספרתהלות (e.g. Coment. a 2 Sam 22,5)6.

En siríaco, a los salmos se les llama ketobo demazmûre (escritos a modo de mizmor, de alabanza). En el Corán se les llama lwazabûr (no zubûr como puntúan Golius y Freytag), palabras que en el lenguaje usual árabe significan simplemente “escrito” (sinónimo de kitâb, cf. comentario a Sal 3.1). Esta denominación ha surgido, quizá, de una corrupción de mizmor, palabra de la cual se forma en plural mezâmir, por una metátesis de vocales, y así aparece en los manuscritos judeo-orientales.

Así veremos en el comentario que muchos salmos llevan el nombre de mizmor (nombre emparentado con el siríaco y el árabe que acabamos de indicar). En los escritos del AT no aparece el plural de mizmor, en el sentido de salmos. Por su parte en el uso post‒bíblico mizmorı̂m o mizmoroth (salmos en plural) sólo aparece en escasos lugares refiriéndose al libro de los Salmos.

En el griego helenístico, el nombre más común de salmos es ψαλμοί (de ψάλλειν que equivale a זמּר). Lógicamente, la colección de Salmos se llama βίβλος ψαλμῶν(Lc 20, 42; Hch 1, 20) o ψαλτήριον, que es el nombre del instrumento musical (psantêrı̂n en el libro de Daniel)7, de manera que el nombre del instrumento se aplica metafóricamente al conjunto de los cantos que solían ser acompañados con ese instrumento. Según eso, los salmos son cantos para ser acompañados con un tipo de lira harpa; eso significa que son poemas líricos que ha de ser cantados en sentido estricto.

3. Historia de la composición de los Salmos

Antes que intentemos obtener una idea más clara del origen de la colección de los salmos, debemos precisar de un modo general el curso del desarrollo de la escritura de los salmos. En general, la lírica constituye la primera forma de poesía, y la poesía hebrea, siendo el ejemplo más antiguo de poesía que ha llegado hasta nosotros, ha sido una poesía esencialmente lírica. Ni la épica ni el drama se han desarrollado por sí mismas (independientemente de la poesía lírica), sino solo el “mashal”, es decir, un tipo de poema lírico o sapiencial que ha logrado tener una forma de vida independiente.

Incluso la profecía, que se distingue de la salmodia por el impulso más hondo que la mente humana recibe partiendo de la mente divina, comparte con la salmodia la designación común de נכּא (1 Cron 24, 1-3), y por su parte el cantor de salmos, llamado משׁרר (cantor de shirim, poemas) recibe en cuanto tal el nombre de חזה o vidente (1 Cron 25, 5; 2 Cron 29, 30. 35. 15, cf. 1 Cron 15, 19 passim).

En ese sentido, la poesía lírica y la profecía se encuentran muy unidas, tanto por la inspiración de los temas como por la forma artística de expresarlos. De forma lógica, la lírica sagrada se eleva a menudo hasta la altura de la visión profética; y, por su parte, la visión profética del futuro se expresa en forma lírica (aunque tenga que estar mucho más liberada de la inspiración subjetiva del poeta como tal).

El tiempo de Moisés fue el período del nacimiento de Israel como nación y también de la lírica nacional. Los israelitas trajeron en el éxodo instrumentos musicales de Egipto, y con ellos acompañaron su primer canto (el de Ex 15), el himno más antiguo cuyos ecos resuenan en la historia de Israel a través de todos los himnos de las edades siguientes y también en el conjunto del salterio (comparar Ex 15, 2 con Sal 118. 14; Ex 15, 3 con Sal 24, 8; Ex 15, 4 con Sal 136, 15; Ex 15, 8 con Sal 78, 13; Ex 15. 11 con Sal 77, 14 (y con Sal 86, 8; Sal 89, 7); Ex 15, 13 con Sal 78, 54. Hay también otros paralelos de tipo semejante). Si añadimos a estos el Sal 90 y Dt 32, tenemos ya los prototipos de todos los salmos.

Hay salmos que pueden llamarse hímnicos, otros elegíacos y otros profético-didácticos. A estos tres tipos de salmos y cantos les falta, en principio, la simetría estrófica que caracteriza la poesía posterior de Israel. Incluso el canto de victoria de Débora, compuesto con Hexa-esticos —un canto de triunfo proclamado ocho siglos antes que Píndaro, al que supera por mucho— nos muestra ya un arte estrófico que se aproxima a su perfecto desarrollo.

Se ha dicho que es muy extraño que la poesía de Israel haya sido tan perfecta desde su principio, pero la historia de Israel, y también la de su literatura ha seguido una ley diferente a la de otros pueblos entre los que suele darse un progreso constante entre un grado más bajo y uno más alto de perfección. El período redentor y más perfecto de Moisés, único en su estilo, ha influido tanto en los comienzos creadores de la teología de Israel como en todo su desarrollo futuro.

Ciertamente, hay un progreso constante, pero se trata de un progreso que se limita a desarrollar aquello que había comenzado en la era de Moisés con toda su fuerza primordial y con la plenitud de su creación divina. Vemos, sin embargo, que los estadios de ese progreso están estrechamente vinculados entre sí, descubriendo que Ana, la cantora del Magníficat del Antiguo Testamento era la madre de aquel que ungió como rey a David, el dulce cantor de Israel, en cuya lengua reposaba la palabra del Señor.

La lírica sagrada alcanzó en David su plena madurez. Muchas cosas se combinaron para hacer del tiempo de David la edad de oro de la lírica israelita. Samuel había puesto los fundamentos de ello a través de sus enérgicas reformas en general y en particular a través de la fundación de escuelas de profetas, en las cuales se enseñaban bajo su guía (cf. 1 Sam 19, 19) la música y el canto, unidas a la evocación y desarrollo del don profético. El mismo David se educó en ese tipo de “escuelas” de las cuales surgió un tipo de renacimiento espiritual que hasta entonces era desconocido en Israel.

En esas escuelas no se despertaba quizá el talento poético (que ya existía), pero se cultivaba y perfeccionaba. David era un músico y poeta de nacimiento. Siendo pastor de Belén, él tocaba el arpa, combinando con sus dones naturales el desarrollo de un corazón profundamente imbuido de sentimientos religiosos. Pero el salterio no contiene huellas de salmos de David antes de que él fuera ungido como rey (cf. Coment. a Sal 8, 1-9; Sal 144, 1-15), lo mismo que pasa en el Nuevo Testamento donde no hay huellas de escritos apostólicos antes del tiempo de Pentecostés. Eso significa que los salmos están vinculados a la llamada de David como rey mesiánico sobre Israel.

Solo a partir del momento en que el Espíritu de Yahvé vino a reposar sobre él, cuando fue ungido como rey de Israel, asumiendo la dignidad de su llamada profética, en conexión con el pacto de la redención mesiánica que recibió, David comenzó a cantar unos salmos, inspirados por Dios, que se han convertido en una parte integral del canon de la Biblia. Esos salmos son no solo el fruto de los altos dones de David y de la inspiración del Espíritu del Señor (2 Sam 23, 2), sino también de su propia experiencia personal y artística, y de la experiencia de su pueblo, entrelazada con la suya propia.

El camino de David, desde que fue ungido hasta la culminación de su reinado, lleva de la aflicción a la gloria. En esa línea, como dice un proverbio hindú, el canto es la expresión del sufrimiento, cada çôka (canto) viene de la çôka (dolor), proverbio sánscrito, que vincula sufrimiento y canto. Su vida estuvo marcada por una serie de vicisitudes que unas veces le llevaban al dolor de la elegía y otras a la alabanza y acción de gracias que se despliega en sus grandes himnos. Él fue el fundador de la historia entendida como promesa, como profecía del Cristo futuro y de esa forma su vida, modelada de manera ejemplar, solo podía expresarse en un lenguaje típico y conscientemente profético y sálmico, de honda poesía.

Elevado al trono, David no se olvidó del arpa que había sido su compañía y solaz cuando huyó de Saúl, sino que la siguió tocando con toda su inspiración. Él nombró 4000 levitas, una cuarta parte de todo el orden levítico, haciéndoles cantores y músicos, al servicio del tabernáculo, unos en Sión y otros en Gabaón, lugar donde se hallaba el tabernáculo que Moisés había construido para Dios. Él dividió estos levitas en 24 clases, bajo preceptores como Asaf, Heman y Etan, con Jedutún (1 Cron 25, en comparación con 1 Cron 15, 17) y multiplicó los instrumentos, especialmente los de cuerda, que él mismo inventó (1 Cron 23, 5; Neh 12, 36)8.