Comentario de las epístolas de 1ª y 2ª de Timoteo y Tito - Gordon D. Fee - E-Book

Comentario de las epístolas de 1ª y 2ª de Timoteo y Tito E-Book

Gordon D. Fee

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Beschreibung

El comentario de Gordon Fee sobre 1ª y 2ª Timoteo y Tito está escrito de una forma accesible, pero a la vez profunda, pensando tanto en pastores y estudiantes de seminario como en un público más general. Empieza con un capítulo introductorio que trata las cuestiones de la autoría, el contexto y los temas de las epístolas, y luego ya se adentra en el comentario propiamente dicho, que incluye notas a pie de página para profundizar en los detalles textuales que necesitan mayor explicación.

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Comentariode las Epístolasa 1ª y 2ª de Timoteoy Tito

Gordon D. Fee

Editorial CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

Internet: http://www.clie.es

COMENTARIO DE LAD EPÍSTOLAS A 1ª Y 2ª DE TIMOTEO Y TITO

Gordon D. Fee

Publicado originalmente en inglés con el título New International Biblical Commentary 1 and 2 Timothy, Titus

Copyright © 1984, 1988 by Gordon D. Fee Hendrickson Publishers, Inc

Copyright © 2008 por CLIE para la edición en español

Todos los derechos reservados

Director de la colección: Dr. Matt Williams

Traducción: Pedro L. Gómez Flores

Equipo editorial (revisión y corrección):

Anabel Fernández Ortiz

Diseño de cubiertas: Ismael López Medel

ISBN: 978-84-8267-521-3

eISBN: 978-84-8267-646-3

Clasifíquese:

258 COMENTARIOS DEL NT:

Timoteo y Tito

Referencia: 224684

Para David M. Scholery J. Ramsey Michaels,consiervosy coherederos

COLECCIÓN TEOLÓGICA CONTEMPORÁNEALibros Publicados

Estudios bíblicos

Michael J. Wilkins & J.P. Moreland (editores), Jesús bajo sospecha

F.F. Bruce, Comentario de la Epístola a los Gálatas

Peter H. Davids, La Primera Epístola de Pedro

Gordon D.Fee, Comentario de la Epístola a los Filipenses

Gordon D.Fee, Comentario a 1ª y 2ª Timoteo y Tito

Murray J. Harris, 3 preguntas clave sobre Jesús

Leon Morris, El Evangelio de Juan, 2 volúmenes

Robert H. Mounce, Comentario al Libro de Apocalipsis

Robert H. Stein, Jesús, el Mesías: Un estudio de la vida de Cristo

Estudios teológicos

Richard Bauckham, Dios Crucificado: Monoteísmo y Cristología en el Nuevo Testamento

G.E. Ladd, Teología del Nuevo Testamento

Leon Morris, Jesús es el Cristo: Estudios sobre la teología joánica

N.T. Wright, El verdadero pensamiento de Pablo

Clark H. Pinnock, Revelación bíblica: el fundamento de la teología cristiana

Estudios ministeriales

Bonnidell Clouse & Robert G. Clouse, eds., Mujeres en el ministerio. Cuatro puntos de vista

Michael Green & Alister McGrath, ¿Cómo llegar a ellos? Defendamos y comuniquemos la fe cristiana a los no creyentes

Wayne. A. Grudem, ed., ¿Son vigentes los dones milagrosos? Cuatro puntos de vista

J. Matthew Pinson, ed., La Seguridad de la Salvación. Cuatro puntos de vista

John Piper, ¡Alégrense las Naciones!: La Supremacía de Dios en las Misiones

Dallas Willard, Renueva tu Corazón: Sé como Cristo

Gregory J. Ogden, Discipulado que transforma: el modelo de Jesús

Gregory J. Ogden, Manual del discipulado: creciendo y ayudando a otros a crecer

Índice

Presentación de la Colección Teológica Contemporánea

Prólogo

Prefacio a la edición revisada

Prefacio a la Primera Edición

Prefacio

Abreviaturas

Introducción

1 Timoteo

§1 Salutación (1 Tim 1:1–2)

§2 La Comisión: Detener a los falsos maestros (1 Tim 1:3–11)

§3 Un testimonio acerca del Evangelio (1 Tim 1:12–17)

§4 La comisión renovada (1 Tim 1:18–20)

§5 Por quiénes hemos de orar (1 Tim 2:1–7)

§6 La conducta apropiada en la oración (1 Tim 2:8–15)

§7 Requisitos de los supervisores (1 Tim 3:1–7)

§8 Requisitos de los diáconos (1 Tim 3:8–13)

§9 El propósito de la carta (1 Tim 3:14–16)

§10 Censura de las falsas doctrinas (1 Tim 4:1–5)

§11 Responsabilidades personales de Timoteo (1 Tim 4:6–16)

§12 Responsabilidades para con los creyentes (1 Tim 5:1–2)

§13 Instrucciones para las viudas (1 Tim 5:3–16)

§14 Instrucciones acerca de los ancianos (1 Tim 5:17–25)

§15 Instrucciones para los esclavos (1 Tim 6:1–2a)

§16 Acusación final contra los falsos maestros (1 Tim 6:2b–10)

§17 Exhortación final a Timoteo (1 Tim 6:11–16)

§18 Una palabra para los que ya son ricos (1 Tim 6:17–19)

§19 La Comisión Final (1 Tim 6:20–21)

Tito

§1 Salutación (Tito 1:1–4)

§2 Nombramiento de los ancianos (Tito 1:5–9)

§3 Advertencias contra las falsas enseñanzas (Tito 1:10–16)

§4 Instrucciones para distintos grupos de creyentes (Tito 2:1–10)

§5 Base teológica para vivir cristianamente (Tito 2:11-15)

§6 Instrucciones para vivir en el Estado y en la sociedad (Tito 3:1–8)

§7 Últimas exhortaciones y advertencias contra los errores (Tito 3:9–11)

§8 Instrucciones y saludos personales (Tito 3:12–15)

2 Timoteo

§1 Salutación (2 Tim 1:1–2)

§2 Acción de gracias (2 Tim 1:3–5)

§3 Un llamamiento a la lealtad a pesar de las dificultades (2 Tim 1:6–14)

§4 Ejemplos de deslealtad y lealtad (2 Tim 1:15–18)

§5 El llamamiento renovado (2 Tim 2:1–7)

§6 Base para el llamamiento (2 Tim 2:8–13)

§7 Exhortación a resistir a los falsos maestros (2 Tim 2:14–19)

§8 Una analogía procedente de los enseres domésticos (2 Tim 2:20–21)

§9 Responsabilidades de Timoteo en vista de los falsos maestros (2 Tim 2:22–26)

§10 Acusación final contra los falsos maestros (2 Tim 3:1–9)

§11 Otro llamamiento a la lealtad y a la perseverancia (2 Tim 3:10–17)

§12 Última comisión a Timoteo (2 Tim 4:1–5)

§13 Testimonio final de Pablo (2 Tim 4:6–8)

§14 Palabras e instrucciones personales (2 Tim 4:9–18)

§15 Últimos saludos (2 Tim 4:19–22)

Bibliografía de la edición original en inglés

Bibliografía de la edición en español

Presentación de la Colección Teológica Contemporánea

Cualquier estudiante de la Biblia sabe que hoy en día la literatura cristiana evangélica en lengua castellana aún tiene muchos huecos que cubrir. En consecuencia, los creyentes españoles muchas veces no cuentan con las herramientas necesarias para tratar el texto bíblico, para conocer el contexto teológico de la Biblia, y para reflexionar sobre cómo aplicar todo lo anterior en el transcurrir de la vida cristiana.

Esta convicción fue el principio de un sueño: la “Colección Teológica Contemporánea.” Necesitamos más y mejores libros para formar a nuestros estudiantes y pastores para su ministerio. Y no solo en el campo bíblico y teológico, sino también en el práctico –si es que se puede distinguir entre lo teológico y lo práctico–, pues nuestra experiencia nos dice que por práctica que sea una teología, no aportará ningún beneficio a la Iglesia si no es una teología correcta.

Sería magnífico contar con el tiempo y los expertos necesarios para escribir libros sobre las áreas que aún faltan por cubrir. Pero como éste no es un proyecto viable por el momento, hemos decidido traducir una serie de libros escritos originalmente en inglés.

Queremos destacar que además de trabajar en la traducción de estos libros, en muchos de ellos hemos añadido preguntas de estudio al final de cada capítulo para ayudar a que tanto alumnos como profesores de seminarios bíblicos, como el público en general, descubran cuáles son las enseñanzas básicas, puedan estudiar de manera más profunda, y puedan reflexionar de forma actual y relevante sobre las aplicaciones de los temas tratados. También hemos añadido en la mayoría de los libros una bibliografía en castellano, para facilitar la tarea de un estudio más profundo del tema en cuestión.

En esta “Colección Teológica Contemporánea,” el lector encontrará una variedad de autores y tradiciones evangélicos de reconocida trayectoria. Algunos de ellos ya son conocidos en el mundo de habla hispana (como F.F. Bruce, G.E. Ladd y L.L. Morris). Otros no tanto, ya que aún no han sido traducidos a nuestra lengua (como N.T. Wright y R. Bauckham); no obstante, son mundialmente conocidos por su experiencia y conocimiento.

Todos los autores elegidos son de una seriedad rigurosa y tratan los diferentes temas de una forma profunda y comprometida. Así, todos los libros son el reflejo de los objetivos que esta colección se ha propuesto:

Traducir y publicar buena literatura evangélica para pastores, profesores y estudiantes de la Biblia.

Publicar libros especializados en las áreas donde hay una mayor escasez.

La “Colección Teológica Contemporánea” es una serie de estudios bíblicos y teológicos dirigida a pastores, líderes de iglesia, profesores y estudiantes de seminarios e institutos bíblicos, y creyentes en general, interesados en el estudio serio de la Biblia. La colección se dividirá en tres áreas:

Estudios bíblicos

Estudios teológicos

Estudios ministeriales

Esperamos que estos libros sean una aportación muy positiva para el mundo de habla hispana, tal como lo han sido para el mundo anglófono y que, como, los cristianos –bien formados en Biblia y en Teología– impactemos al mundo con el fin de que Dios, y solo Dios, reciba toda la gloria.

Queremos expresar nuestro agradecimiento a los que han hecho que esta colección sea una realidad, a través de sus donativos y oraciones. “Tu Padre... te recompensará”.

Dr. MATTHEW C. WILLIAMS

Editor de la Colección Teológica Contemporánea

Profesor en IBSTE (Barcelona) y Talbot School of Theology

(Los Angeles, CA., EEUU)

[email protected]

Lista de títulos

A continuación presentamos los títulos de los libros que publicaremos, DM, en los próximos tres años, y la temática de las publicaciones donde queda pendiente asignar un libro de texto. Es posible que haya algún cambio, según las obras que publiquen otras editoriales, y según también las necesidades de los pastores y de los estudiantes de la Biblia. Pero el lector puede estar seguro de que vamos a continuar en esta línea, interesándonos por libros evangélicos serios y de peso.

Estudios bíblicos

Jesús

Michael J. Wilkins & J.P. Moreland (editores), Jesús bajo sospecha, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 4, 2003. Una defensa de la historicidad de Jesús, realizada por una serie de expertos evangélicos en respuesta a “El Seminario de Jesús,” un grupo que declara que el Nuevo Testamento no es fiable y que Jesús fue tan solo un ser humano normal.

Robert H. Stein, Jesús, el Mesías: Un Estudio de la Vida de Cristo, Downers Grove, IL; Leicester, England: InterVarsity Press, 1996 [Jesus the Messiah: A Survey of the Life of Christ]. Hoy en día hay muchos escritores que están adaptando el personaje y la historia de Jesús a las demandas de la era en la que vivimos. Este libro establece un diálogo con esos escritores, presentado al Jesús bíblico. Además, nos ofrece un estudio tanto de las enseñanzas como de los acontecimientos importantes de la vida de Jesús. Stein enseña Nuevo Testamento en Bethel Theological Seminary, St. Paul, Minnesota, EE.UU. Es autor de varios libros sobre Jesús, y ha tratado el tema de las parábolas y el problema sinóptico, entre otros.

Juan

Leon Morris, Comentario del Evangelio de Juan [Commentary on John], 2nd edition, New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1995. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.

Romanos

Douglas J. Moo, Comentario de Romanos [Commentary on Romans], New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1996. Moo es profesor de Nuevo Testamento en Wheaton College. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.

Gálatas

F.F. Bruce, Comentario de la Epístola a los Gálatas, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 7, 2003.

Filipenses

Gordon Fee, Comentario de Filipenses [Commentary on Philippians], New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1995. Los comen-tarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.

Pastorales

Leon Morris, 1 & 2 Tesalonicenses [1 & 2 Thessalonians], rev. ed., New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1991. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.

Primera de Pedro

Peter H. Davids, La Primera Epístola de Pedro [The First Epistle of Peter], New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1990. Los comen-tarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto. Davids enseña Nuevo Testamento en Regent College, Vancouver, Canadá.

Apocalipsis

Robert H. Mounce, El Libro del Apocalipsis [The Book of Revelation], rev.ed., New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1998. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto. Mounce es presidente emérito de Whitworth College, Spokane, Washington, EE.UU., y en la actualidad es pastor de Christ Community Church en Walnut Creek, California.

Estudios teológicos

Cristología

Richard Bauckham, Dios Crucificado: Monoteísmo y Cristología en el Nuevo Testamento, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 6, 2003. Bauckham, profesor de Nuevo Testamento en St. Mary’s College de la Universidad de St. Andrews, Escocia, conocido por sus estudios sobre el contexto de los Hechos, por su exégesis del Apocalipsis, de 2ª de Pedro y de Santiago, explica en esta obra la información contextual necesaria para comprender la cosmovisión monoteísta judía, demostrando que la idea de Jesús como Dios era perfectamente reconciliable con tal visión.

Teología del Nuevo Testamento

G.E. Ladd, Teología del Nuevo Testamento, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 2, 2003. Ladd era profesor de Nuevo Testamento y Teología en Fuller Theological Seminary (EE.UU.); es conocido en el mundo de habla hispana por sus libros Creo en la resurrección de Jesús, Crítica del Nuevo Testamento, Evangelio del Reino y Apocalipsis de Juan: Un comentario. Presenta en esta obra una teología completa y erudita de todo el Nuevo Testamento.

Teología Joánica

Leon Morris, Jesús es el Cristo: Estudios sobre la Teología Joánica, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 5, 2003. Morris es muy conocido por los muchos comentarios que ha escrito, pero sobre todo por el comentario de Juan de la serie New International Commentary of the New Testament. Morris también es el autor de Creo en la Revelación, Las cartas a los Tesalonicenses, El Apocalipsis, ¿Por qué murió Jesús?, y El salario del pecado.

Teología Paulina

N.T. Wright, El verdadero pensamiento de Pablo, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 1, 2002. Una respuesta a aquellos que dicen que Pablo comenzó una religión diferente a la de Jesús. Se trata de una excelente introducción a la teología paulina y a la “nueva perspectiva” del estudio paulino, que propone que Pablo luchó contra el exclusivismo judío y no tanto contra el legalismo.

Teología Sistemática

Millard Erickson, Teología sistemática [Christian Theology], 2nd edition, Grand Rapids: Baker, 1998. Durante quince años esta teología sistemática de Millard Erickson ha sido utilizada en muchos lugares como una introducción muy completa. Ahora se ha revisado este clásico teniendo en cuenta los cambios teológicos, al igual que los muchos cambios intelectuales, políticos, económicos y sociales.

Teología Sistemática: Revelación/Inspiración

Clark H. Pinnock, Revelación bíblica: el fundamento de la teología cristiana, Prefacio de J.I. Packer, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 8, 2004. Aunque conocemos los cambios teológicos de Pinnock en estos últimos años, este libro, de una etapa anterior, es una defensa evangélica de la infalibilidad y veracidad de las Escrituras.

Estudios ministeriales

Apologética/Evangelización

Michael Green & Alister McGrath, ¿Cómo llegar a ellos? Defendamos y comuniquemos la fe cristiana a los no creyentes, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 3, 2003. Esta obra explora la evangelización y la apologética en el mundo postmoderno en el que nos ha tocado vivir, escrito por expertos en evangelización y Teología.

Dones/Pneumatología

Wayne. A. Grudem, ed., ¿Son vigentes los dones milagrosos? Cuatro puntos de vista, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 9, 2004. Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. Esta obra nos ofrece los argumentos de la perspectiva cesacionista, abierta pero cautelosa, la de la Tercera Ola, y la del movimiento carismático; cada una de ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las perspectivas opuestas.

Soteriología

J. Matthew Pinson, ed., Cuatro puntos de vista sobre la Seguridad de la Salvación [Four Views on Eternal Security], Grand Rapids: Zondervan, 2002. ¿Puede alguien perder la salvación? ¿Cómo presentan las Escrituras la compleja interacción entre la Gracia y el Libre albedrío? Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. En él encontraremos los argumentos de la perspectiva del calvinismo clásico, la del calvinismo moderado, la del arminianismo reformado, y la del arminianismo wesleyano; todas ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las posiciones opuestas.

Mujeres en la Iglesia

Bonnidell Clouse & Robert G. Clouse, eds., Mujeres en el ministerio. Cuatro puntos de vista [Women in Ministry: Four Views], Downers Grove: IVP, 1989. Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. Esta obra nos ofrece los argumentos de la perspectiva tradicional, la del liderazgo masculino, la del ministerio plural, y la de la aproximación igualitaria; todas ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las perspectivas opuestas.

Vida cristiana

Dallas Willard, Renueva tu Corazón: Sé como Cristo [Renovation of the Heart: Putting on the Character of Christ], Colorado Springs: NavPress, 2002. No “nacemos de nuevo” para seguir siendo como antes. Pero: ¿Cuántas veces, al mirar a nuestro alrededor, nos decepcionamos al ver la poca madurez espiritual de muchos creyentes? Tenemos una buena noticia: es posible crecer espiritualmente, deshacerse de hábitos pecaminosos, y parecerse cada vez más a Cristo. Este bestseller nos cuenta cómo transformar nuestro corazón, para que cada elemento de nuestro ser esté en armonía con el reino de Dios.

Prólogo al Nuevo Comentario Bíblico Internacional

Aunque no aparece en las listas usuales de best sellers, la Biblia sigue siendo, sin duda, el libro más vendido. Y a pesar del creciente secularismo que se extiende por todo el mundo occidental, no hay signos de que el interés por su mensaje esté disminuyendo. Todo lo contrario, son cada vez más los hombres y mujeres que se dirigen a sus páginas en busca de luz y orientación en el marco de una vida moderna que es cada vez más compleja.

Este renovado interés en las Escrituras es un hecho que hay que situar tanto dentro como fuera de la Iglesia, y tanto en los países de Asia y África como en los de Europa y Norteamérica; ciertamente, fuera de los países tradicionalmente cristianos el interés en la Biblia parece estar en auge. Los creyentes de las distintas confesiones tradicionales católicas y protestantes manifiestan la misma atracción hacia la Palabra que se observa en las iglesias y confesiones evangélicas de más reciente aparición.

Por nuestra parte, deseamos estimular y fortalecer este movimiento laico de estudio bíblico por medio de esta nueva serie de comentarios. Aunque esperamos que tanto pastores como maestros encontrarán en estos volúmenes unas herramientas útiles para entender y comunicar la Palabra de Dios, hemos de decir que éstos no se dirigen a ellos en primer lugar. Nuestro objetivo es aportar a cualquier lector de la Biblia unas guías a los textos bíblicos que sean provechosas y confiables, y que representen lo mejor de la erudición contemporánea presentada de tal modo que no sea necesaria una previa formación para su comprensión.

La convicción tanto del editor como de los autores es que la Biblia pertenece a la gente de a pie y no solo al mundo académico. El mensaje de la Biblia es demasiado importante como para que quede circunscrito a ensayos y monografías dirigidas a los teólogos y especialistas. Si bien no hay duda de que en el servicio de Cristo hay un lugar para la erudición bien documentada, aquellos que trabajan en el ministerio docente de la Iglesia tienen la responsabilidad de hacer que los resultados de sus investigaciones sean accesibles a la comunidad cristiana en general. Por ello, los eruditos bíblicos que participan en esta serie escriben teniendo como objetivo este alcance más amplio de sus obras.

En nuestros días, el estudiante de las Escrituras tiene a su disposición una gran variedad de traducciones modernas. La mayoría de ellas son muy buenas, y superiores —por lo que a facilidad de comprensión del texto se refiere, aunque no siempre en cuanto a belleza literaria— a la antigua versión King James (que se ha dado en llamar Versión Autorizada de la Biblia). La Revised Standard Version (versión revisada de la King James) se ha convertido en la versión oficial de muchos seminarios y universidades y representa lo mejor de la erudición protestante moderna. Esta obra está también disponible en una edición de divulgación ligeramente alterada con el imprimátur católico y, en breve, aparecerá una tercera edición revisada. Por otra parte, la New American Bible es una traducción fresca que representa lo mejor de la erudición católico romana posterior al Concilio Vaticano II y está redactada en un lenguaje más actualizado que el de la RSV.

La Biblia de Jerusalén, basada en el trabajo de eruditos católicos franceses, pero vívidamente vertida al inglés (también al castellano. N. del T.) por un equipo de traductores británicos, es quizás la más literaria de las traducciones recientes, mientras que la New English Bible es un monumento a la moderna investigación protestante británica. La Good News Bible es probablemente la versión más asequible para aquellos que hayan tenido poco contacto con la tradición cristiana o para quienes el inglés sea una segunda lengua.

Prefacio a la Edición Revisada

La presente edición de este comentario se ha reorganizado y reescrito para adaptarla al texto de la New International Version (NIV). No obstante, sigue siendo sustancialmente el mismo comentario que el que se publicó en 1984 con el nombre de Good News Comentary.

He aprovechado la ocasión para corregir algunos errores de la primera edición y también para reescribir y añadir unas cuantas frases a fin de hacer más claro el sentido del texto. Puesto que este comentario es básicamente el mismo que el anterior, he resistido la tentación de actualizar la bibliografía incluyendo con ello algún material procedente de importantes estudios recientes.

Quiero dar las gracias a Philip A. Frank, uno de mis antiguos estudiantes, que trabaja ahora como editor en Hendrickson Publishers, por redactar de nuevo todos aquellos pasajes del comentario original basado en la GNB y adaptarlos al texto de la NIV. Ha llevado a cabo con excelencia una tarea difícil y tediosa.

Prefacio a la Primera Edición

Existen distintos tipos de comentarios. Algunos interpretan el texto en el marco de un diálogo abierto con anteriores comentarios; otros desarrollan su tarea como si no existieran otros comentarios. Algunos se centran estrictamente en la exégesis (lo que el texto en cuestión significó para sus receptores originales); otros le dan más importancia al aquí y ahora, es decir, a cómo se aplican estas palabras en nuestro tiempo, pero sin darle suficiente valor al sentido que tuvieron para los primeros lectores (excepto cuando éstas les son difíciles de entender). Puesto que este comentario tiene una orientación muy específica y deliberada, y desarrolla un punto de vista bastante singular, parece apropiado explicar desde el comienzo cuál es su principal objetivo.

Mi preocupación esencial será la exégesis: una exposición del propósito de Pablo al escribir estas epístolas a Timoteo y a Tito en su contexto histórico. Sin embargo, y puesto que también creo —y ello de un modo comprometido—, que la Escritura es la Palabra de Dios, a lo largo de esta obra se irá poniendo de relieve que estudiar el texto bíblico implica algo más que recabar mera información respecto al pasado. No obstante, a pesar de mi interés en que estas cartas se vean como la Palabra de Dios, he intentado por todos los medios evitar las aplicaciones de carácter dogmático y partidista. De ahí que la tarea de aplicar el texto a la propia vida se haya dejado en su mayor parte a los lectores. En mi obra, How to Read the Bible for All its Worth (escrita juntamente con Douglas Stuart), se plantean algunas directrices respecto a este asunto.

Es muy importante observar el peculiar punto de vista desde el que se escribe este comentario. Tal como se explicará en la Introducción, el asunto crucial al escribir un comentario de estas epístolas es la cuestión de si son o no auténticas. Tras enseñar estas epístolas en varias ocasiones a universitarios y estudiantes de seminario, he llegado a la sólida convicción de que, a pesar de todas las dificultades lingüísticas, teológicas y de estilo, la autoría de Pablo es la que mejor responde a todos los hechos acerca de estas epístolas del Nuevo Testamento. Sin embargo, no podía sustraerme a un sentido de insatisfacción con mi propia enseñanza y la que compartían otros comentarios acerca de la autoría, puesto que parecía faltar una perspectiva unificadora respecto a la razón por la que se escribieron las pastorales y el argumento esencial que desarrollaban. Era evidente para todos que la razón para la redacción de la que se suponía la primera de las epístolas (1 Timoteo) era la presencia de falsos maestros. Sin embargo, y en general, ésta era una suposición que se asumía de manera muy teórica; tras reconocer este hecho todo se trataba como si lo que, en verdad pretendiera Pablo, hubiera sido escribir un manual de eclesiología a fin de guiar a la Iglesia en las tareas de organización que había de acometer en el futuro inmediato. Esto era lo que me hacía sentir incómodo, y ello a pesar de que una buena parte del material de los capítulos 2, 3 y 5 parecía apoyar este punto de vista.

Un año decidí enseñar esta epístola a un grupo de alumnos del seminario tomando 1:3 de un modo absolutamente serio, como si el verdadero propósito de la epístola fuera urgir a Timoteo a detener la influencia de los falsos maestros que operaban en Éfeso. Ante las distintas situaciones que surgen en el texto, se planteaba constantemente la pregunta: ¿de qué modo refleja o podría reflejar esto la situación concreta de la iglesia de Éfeso que estaba siendo dividida por los falsos maestros? Los resultados fueron sorprendentes. Y después de algunos otros años enseñando las epístolas pastorales desde esta misma perspectiva a otros cursos, me convencí de lo acertado de este punto de vista. Este es el enfoque que mejor permite entender las primeras epístolas de Pablo, y tanto para mí como para varias generaciones de estudiantes del seminario, se ha convertido en la clave para entender las epístolas pastorales.

Quiero dar las gracias a estos muchos estudiantes del Gordon-Conwell que a lo largo de varios años me han ayudado a configurar las ideas que se expresan en este comentario, y especialmente a los del Segundo Trimestre de 1983 que trabajaron con el primer borrador de esta obra y me ayudaron a mejorarla. Por encima de todo quiero dar las gracias a Patrick Alexander, el ayudante que me ha ayudado muchísimo leyendo dos veces el manuscrito original, mejorando con ello el estilo en muchos aspectos, comprobando todas las referencias y preparando la bibliografía. Siento una deuda especial de gratitud hacia Corinne Languedoc, secretaria de la Facultad y hacia Connie Gundry y Barbara DeNike, cuyas capacidades mecanográficas combinadas permitieron cumplir con los plazos de la editorial.

Prefacio

Como explica el propio Dr. Fee en su Prefacio a la Edición Revisada, este comentario se reescribió completamente a fin de adaptarlo al texto de la New International Version (NIV). Esto, unido al hecho de que el autor va integrando el texto bíblico (en negrita) dentro de la redacción de sus explicaciones, plantea ciertas dificultades para la traducción del comentario al castellano. ¿Qué versión bíblica utilizar para que las explicaciones exegéticas del autor sean siempre pertinentes?

A primera vista, parecería que la mejor opción sería recurrir al texto de la Nueva Versión Internacional (NVI) que, supuestamente, sigue los mismos criterios de traducción que la NIV. Sin embargo, una simple lectura de ambas versiones pone de relieve que, al menos por lo que respecta al texto de las Pastorales, los equipos de traducción de cada versión siguieron pautas bastante distintas (más literal la NIV, más literaria-dinámica la NVI).

Dadas las circunstancias, se ha optado por traducir el texto bíblico directamente de la NIV aunque, en ocasiones, ciertas frases se han expresado con las palabras de la LBLA, la RV60 o la propia NVI en aquellos casos en que alguna de estas versiones se corresponde claramente con la NIV. Con ello se consigue mantener el sentido original y la pertinencia de todos los comentarios del autor (aun de los más sutiles, los que podrían surgir, por ejemplo, del uso inexacto de una preposición por parte de la NIV).

Abreviaturas

Normalmente los comentarios se citan por el apellido del autor (véase la «Bibliografía»), excepto en el caso de Dibelius y Conzelmann en que se utiliza la abreviatura (D-C).

AB

Analecta Biblica (series)

ANF

Padres Ante Nicenos

(series)

ASV

American Standard Version

ATR

Anglican Theological Review

BAGD

Bauer, Arndt, Gingrich, and Danker,

A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature

(1979)

Berkeley

G. Verkuyl,

The Berkeley Version in Modern English

BibSac

Bibliotheca Sacra

BJRL

Bulletin of the John Rylands Library

BT

The Bible Translator

BTB

Biblical Theology Bulletin

CBQ

The Catholic Biblical Quarterly

cf.

comparar

CH

La historia de la Iglesia

chap(s).

capítulo(s)

CTJ

Calvin Theological Journal

Danby

H. Traducción de Danby,

The Mishnah

(1954)

D-C

Dibelius and Conzelmann,

The Pastoral Epistles

(1972)

DSB

The Daily Study Bible Series

EvQ

The Evangelical Quarterly

ExpT

The Expository Times

f. (FF.)

y el versículo(s) o página(s) siguientes

GNB

The Good News Bible

Goodspeed

E. J. Goodspeed,

An American Translation

HNTC

Harper’s New Testament Commentaries

HS

Hennecke-Schneemelcher,

New Testament Apocrypha

(1963, 1965)

IB

The Interpreter’s Bible

ICC

International Critical Commentary

ITQ

Irish Theological Quarterly

JB

The Jerusalem Bible

JBL

The Journal of Biblical Literature

JETS

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Introducción

Estas tres cartas (1 y 2 Timoteo y Tito), llamadas epístolas pastorales desde el siglo XVIII, pretenden ser cartas del apóstol Pablo dirigidas a dos de sus colaboradores más jóvenes a quienes había dejado a cargo de las iglesias de Éfeso y Creta respectivamente. No obstante, desde comienzos del siglo XIX, época en que F. Schleiermacher expresó las primeras dudas respecto a la autenticidad de estos escritos, se han presentado una gran cantidad de argumentos cuestionándola. Tanto es así que, en este momento, la gran mayoría de los eruditos del Nuevo Testamento de todo el mundo consideran que las epístolas pastorales no fueron redactadas por Pablo, sino por un pseudoepígrafo (que sí era discípulo del apóstol), hacia finales del siglo primero dC. Este comentario se ha escrito desde la perspectiva de la autoría paulina, plenamente consciente de las muchas dificultades que plantea esta posición, pero convencido de que las teorías pseudoepigráficas presentan dificultades históricas que son incluso mayores.1 Por tanto, aunque una buena parte de lo que se dice en esta Introducción asume de manera indirecta la forma de una conversación con la erudición acerca de la autoría, la preocupación esencial de esta sección es introducir al lector en los datos históricos necesarios para una lectura inteligente del comentario.

Los receptores

Timoteo era un colaborador de Pablo mucho más joven que el apóstol, y que se había convertido en su asiduo compañero de viajes y amigo íntimo. Según Hechos 16:1-3, Timoteo era de Listra, un pueblo licaonio de la provincia romana de Galacia, en la zona centro-sur de Asia Menor. Probablemente, Pablo le conoció entre los años 46-48 dC., durante su primer esfuerzo misionero en esta zona (cf. Hch 13:49-14:25 y 2 Tim 3:11). Es muy probable que tanto él como su madre y abuela se hubieran convertido en aquella época. Durante la segunda visita de Pablo a esta zona (aproximadamente en 49-50 dC.) y por recomendación de los creyentes locales (Hch 16:2), el apóstol decidió tomar consigo a Timoteo en sus viajes. Sin embargo, puesto que la madre de Timoteo era judía y su padre pagano, y para no poner obstáculos a su misión entre los judíos de la Diáspora, Pablo había mandado circuncidar a Timoteo.2 De este modo comenzó una relación de mutuo afecto que habría de durar toda la vida. (Véase Fili 2:19-24).

Pablo se refiere a Timoteo como su «amado y fiel hijo en el Señor» (1 Cor 4:17 NAB; cf. Fil 2:22; 1 Tim 1:2; 2 Tim 1:2) y su «colaborador» en el Evangelio (Rom 16:21; cf. 1 Ts 3:2; 1 Cor 16:10; Fil 2:22). Como hijo, se convirtió en el compañero más íntimo y estable de Pablo; le seguía de cerca (1 Tim 4:6; 2 Tim 3:10-11; cf. 2 Tim 1:13; 2:2), compartía sus puntos de vista (Fil 2:20) y podía expresar a las iglesias su modo de proceder (1 Ts 3:2-3; 1 Cor 4:17). Como colaborador de Pablo, a Timoteo se le habían encomendado tres tareas anteriores en iglesias: una en Tesalónica, aproximadamente en el 50 dC. (1 Ts 3:1-10); otra en Corinto, más o menos en el 53-54 dC. (1 Cor. 4:16-17; 16:10-11); y otras en Filipos, aproximadamente entre los años 60-62 dC. (Fil. 2:19-24). Timoteo colaboró también en seis de las cartas que tenemos de Pablo (1 y 2 Tesalonicenses, 2 Corintios, Colosenses, Filemón, Filipenses; cf. Rom 16:21). En estas cartas se le asigna una tarea más, en esta ocasión muy difícil. Pablo le dejó en Éfeso para detener el avance de ciertos falsos maestros que estaban camino de inhabilitar a la Iglesia como una alternativa cristiana viable para aquella ciudad.

A menudo se presenta a Timoteo como un muchacho muy joven, un tanto enfermizo, tímido, y falto de energía. De ahí que en estas dos cartas se vea frecuentemente a Pablo como intentando reforzar su valor ante las dificultades. Aunque puede que haya algo de verdad en esta imagen (ver 1 Cor 16:10-11; 2 Tim 1:6-7), probablemente es también un poco exagerada. Timoteo era joven según los criterios antiguos (pero sin duda tenía más de treinta años cuando se redactó 1 Timoteo), y al parecer tenía recurrentes problemas de estómago (cf. 1 Tim 5:23). Sin embargo, una persona de su edad capaz de asumir la responsabilidad (según parece, solo) de las primeras misiones a Tesalónica y a Corinto no podía ser completamente pusilánime. En cualquier caso, las exhortaciones a la lealtad y a la perseverancia que encontramos en 1 y 2 Timoteo son probablemente resultado de dos factores: su juventud y la gran intensidad de la oposición.

Acerca de Tito, se sabe mucho menos. Curiosamente, no se le menciona en el libro de los Hechos. Por el testimonio de Pablo sabemos que era un gentil, cuya incircuncisión3 fue un factor clave para que Pablo asegurara el derecho de los gentiles a un Evangelio sin Ley (Gál 2:1, 3). Él también era uno de los primeros colaboradores de Pablo (el acontecimiento de Gálatas 2:1 probablemente tuvo lugar entre los años 48-49 dC.4) que se convirtió en un hombre de su confianza durante el resto de su vida. Éste le había encomendado la delicada situación de Corinto, que implicaba tanto la entrega de una carta muy difícil (2 Cor 2:3-4, 13; 7:6-16) como la recogida de la ofrenda corintia para los pobres de Jerusalén (2 Cor 8:16-24).

Según la carta que lleva su nombre, Tito se quedó en Creta, después de evangelizar la isla juntamente con Pablo, para establecer las iglesias de un modo ordenado. Sin embargo, Tito iba a ser pronto sustituido por Artemas (veáse la exposición de Tito 3:12) y tenía que encontrarse con Pablo en Nicópolis. Al parecer lo hizo así puesto que, según 2 Timoteo 4:10, había seguido hasta Dalmacia, es de suponer que con propósitos ministeriales.

Aunque no podemos estar del todo seguros, probablemente Tito era mayor que Timoteo (véase la exposición acerca de Tito 2:15). Parece que era también de temperamento más fuerte. Pablo le llama «verdadero [legítimo] hijo», lo cual significa que su ministerio es una legítima expresión del de Pablo; es muy probable que esta expresión indique también que se había convertido con Pablo (cf. 1 Cor 4:14-15; Filemón 10).

Cabe observar que las figuras que surgen en las epístolas pastorales están en consonancia con las que aparecen en otros pasajes. Es, por supuesto, posible que un pseudoepígrafo hubiera leído con esta intención las cartas de Pablo y hubiera desarrollado sus propias imágenes verbales basándose en las del apóstol. Sin embargo, esto hubiera demandado la realización de una considerable tarea de investigación por parte del falso autor, lo cual es muy poco probable. Además, la consignación de los diferentes movimientos de Tito (Tito 3:12; 2 Tim 4:10) no es precisamente un rasgo típico de una obra pseudoepigráfica, que más bien tendería a plantear una secuencia de los acontecimientos coherente y fácil de seguir. Estas cuestiones respecto a Timoteo y Tito favorecen la autenticidad de las cartas.5

La situación histórica de Pablo

Una de las dificultades que plantean las epístolas pastorales tiene que ver con la tarea de situarlas históricamente en lo que se conoce de la vida de Pablo. El problema surge de una combinación de varios factores.

En primer lugar, el cuadro de Pablo que emerge de 1 Timoteo y Tito le presenta viajando libremente por las regiones orientales. Junto con Tito, ha evangelizado la isla de Creta (Tito 1:5); al parecer se ha desplazado a Éfeso con Timoteo y espera regresar desde allí (1 Tim 1:3; 3:14); en algún momento se plantea pasar el invierno en Nicópolis, en la zona sur del Adriático (Tito 3:12). Sin embargo, en 2 Timoteo está de nuevo en la cárcel, en esta ocasión recluido en Roma, donde espera morir (cf. 2 Tim 1:16-17; 2:9; 4:6-8, 16-18).

El problema surge porque todo esto no puede situarse fácilmente en la vida de Pablo, que puede reconstruirse a partir de los datos que encontramos en el libro de los Hechos y en las cartas más antiguas.6 A la respuesta tradicional de que Pablo fue puesto en libertad de su encarcelamiento de Hechos 28, y regresó al Este para ser encarcelado en Roma por segunda vez, se responde diciendo que lo que Pablo pretendía era dirigirse hacia el oeste de Roma, no hacia el Este (Rom 15:23-29); se dice también que es muy difícil asumir que Lucas guarde silencio respecto a un acontecimiento como éste y que, en cualquier caso, habría sido muy poco probable que Pablo hubiera sido puesto en libertad tras una detención por parte de las autoridades romanas o, de haberlo sido, que éstas le arrestaran de nuevo. Si consideramos que la única prueba que tenemos de este segundo encarcelamiento procede de las epístolas pastorales, de cuya autenticidad se duda también por otros motivos, a menudo se considera que tal planteamiento representa la invención del pseudoepígrafo.

Sin embargo, quienes proponen tales dificultades simplemente no toman suficientemente en serio los datos históricos. Si, como creen la mayoría de los eruditos,7 las epístolas de Colosenses, Filemón y Filipenses se escribieron desde Roma durante el encarcelamiento de Hechos 28, está claro en tal caso que Pablo había cambiado de opinión respecto a dirigirse hacia el Oeste y ahora esperaba regresar a Asia Menor (Filemón 22) y que tenía claras esperanzas de ser puesto en libertad de su primer encarcelamiento (Fil 1:18-19, 24-26; 2:24).8 No existen motivos históricos sólidos para pensar que esto no llegara a suceder. Por otra parte, parece muy poco probable que un pseudoepígrafo, escribiendo de treinta a cuarenta años más adelante, hubiera intentado quitarse de encima tradiciones como la evangelización de Creta por parte de Pablo,9 la casi capitulación a la herejía por parte de la iglesia de Éfeso, o la puesta en libertad y segundo encarcelamiento de Pablo si en realidad tales cosas nunca hubieran sucedido. De nuevo, los datos históricos favorecen la autenticidad de las cartas.

Sin embargo, lo que sigue sin estar claro a partir de las pruebas que arrojan las propias Pastorales es el verdadero orden de acontecimientos y la secuencia de 1 Timoteo y Tito. La solución más probable sostiene que Pablo fue a Creta con Tito y (probablemente) Timoteo tras ser liberado de su encarcelamiento en Roma. Allí ambos evangelizaron la mayor parte de los pueblos, sin embargo se encontraron también con cierta oposición por parte de los judíos helenistas que parecían adoptar una táctica distinta respecto a la lucha por la circuncisión que había caracterizado la anterior oposición del judaísmo palestino (ver Gál 1-2; Hch 15). Pablo, por tanto, habría dejado a Tito en la isla para normalizar las cosas y establecer el orden en las iglesias.

Entretanto, Pablo y Timoteo se pusieron de camino a Macedonia vía Éfeso y la estancia en esta ciudad resultó ser un pequeño desastre. Algunas de las falsas enseñanzas parecidas a las que antes habían encontrado en Colosas, y en días más recientes en Creta, estaban camino de destruir completamente la iglesia de Éfeso. De modo que Pablo excomulgó a los dos cabecillas de este movimiento, Himeneo y Alejandro (1 Tim 1:19-20); sin embargo y puesto que él tenía que seguir su camino hacia Macedonia, dejó a Timoteo en Éfeso, a cargo de la difícil situación (1 Tim 1:3). A su llegada a Macedonia, el apóstol escribió cartas tanto a Timoteo como a Tito. Timoteo tenía que permanecer en Éfeso, sin embargo, Tito sería sustituido por Tíquico o por Artemas (al parecer éste último) y recibió instrucciones de reunirse con Pablo en Nicópolis para pasar el invierno en esta ciudad (ver Tito 3:12). Desde Nicópolis, Pablo se habría puesto camino de Éfeso y habría sido arrestado, probablemente en Troas, por instigación de Alejandro el calderero (véase la exposición acerca de 2 Tim 4:13-15). No está muy claro en qué punto habría el apóstol visitado las ciudades de Corinto y de Mileto (2 Tim 4:20).

Finalmente, fue llevado de nuevo a Roma, donde tuvo una audiencia preliminar ante un tribunal romano (2 Tim 4:16-18) y quedó bajo custodia hasta la celebración del juicio. Durante su arresto, Pablo experimentó una gran ambivalencia por lo que a la reacción de sus amigos se refiere. Onesíforo de Éfeso llegó a Roma, le buscó, le ayudó en sus necesidades y le informó de la situación en Éfeso, que al parecer había seguido deteriorándose (2 Tim 1:15-18). Sin embargo, otros se habían alejado de él, al menos uno de ellos por cobardía, pero otros por razones legítimas (2 Tim 4:10-12). En esta situación de angustia, Pablo decidió enviar a Tíquico para sustituir a Timoteo en Éfeso. (2 Tim 4:12). Con él, el apóstol envió una carta a Timoteo (2 Timoteo) alentando a éste último a permanecer leal tanto a él como al Evangelio y pidiéndole, finalmente, que dejara lo que estaba haciendo y se dirigiera a Roma, antes de que el invierno hiciera imposible la navegación por el Mediterráneo (ver la exposición de 2 Tim 4:21).10

Ocasión y propósito

En la perspectiva general que acabamos de ver hemos hablado un poco de las situaciones que motivaron estas cartas; no obstante, hemos de profundizar un poco más en ello puesto que se trata de un asunto crucial para la comprensión del texto. Sin duda, ésta es la cuestión esencial para la interpretación de todas las cartas del Nuevo Testamento, y es precisamente en este punto donde las teorías que proponen una autoría pseudoepigráfica han de hacer frente a sus mayores dificultades.

Cualquier análisis exegético de una epístola presupone que se trata de un documento ad hoc, es decir, que es parte de una correspondencia ocasionada por una serie de circunstancias históricas específicas, de los receptores, del autor, o de ambas partes. Por tanto, las teorías de una autoría pseudoepigráfica, han de reconstruir una situación histórica del tiempo del verdadero autor, en este caso hacia los años 90-110 dC., que justifique los datos de estas cartas en relación con la situación «del autor» al tiempo que siguen siendo verosímiles como documentos motivados por la supuesta situación histórica que describen las propias cartas. Es aquí exactamente donde surgen las dificultades.

La reconstrucción más común entiende que lo que ha llevado a su autor a escribir estas cartas es una combinación de tres factores: el declive de la influencia de Pablo en la Iglesia, la amenaza de una forma «gnóstica» de falsa doctrina, y la necesidad de estructuras organizativas durante la transición de la Iglesia, que deja de ser una comunidad intensamente escatológica con un liderazgo «carismático», para convertirse en un pueblo preparado para establecerse en una vida más prolongada en el mundo con un liderazgo más «normal». En la mayoría de los casos los eruditos aceptan esta última razón como el elemento que hace más urgente la redacción de la epístola. Por ello, «el autor, alarmado por la invasión de extrañas teorías y especulaciones, se esfuerza por llevar nuevamente a la Iglesia a la genuina enseñanza cristiana, tal y como la habían recibido del apóstol Pablo. A fin de que la tradición paulina pueda ser preservada, él desea que la Iglesia se organice correctamente».11

Tal reconstrucción, no obstante, plantea varios problemas: en primer lugar no consigue situar las epístolas en un contexto histórico específico e identificable, por ejemplo, Éfeso o Creta al final del primer siglo.12 Por tanto, tiende a ver las Epístolas sin argumentos genuinamente lógicos, demandando así teorías de «técnica composicional» en las que se ve al autor siguiendo un propósito por lo que al esquema general se refiere, pero negligente o sin una clara razón para incluir ciertos materiales.13 Por otra parte, quienes defienden este punto de vista han de reconocer con candidez que una gran parte del texto de estas cartas no encaja en absoluto en la ocasión que se propone. Y, más importante aún, nunca responde adecuadamente a algunas preguntas, por ejemplo ¿por qué tres cartas? o ¿por qué escribir Tito o 1 Timoteo, una vez escrita cualquiera de ellas? ¿Por qué desde una perspectiva y contexto histórico tan notoriamente distintos? y ¿por qué redactar 2 Timoteo teniendo en cuenta que encaja tan mal con la reconstrucción propuesta?14

En este punto propongo que, en contraste con las dificultades que plantean las teorías pseudoepigráficas, se puede reconstruir el escenario histórico de estas cartas de modo que éste, no solo encaje con otros datos constatables de este periodo, sino que responda también a todos los detalles de la situación histórica. En último análisis, éste es el argumento más sólido a favor de su autenticidad.

1 Timoteo

Tal como se ha indicado anteriormente, la razón que motivó la redacción de 1 Timoteo es que Pablo dejó a Timoteo en Éfeso como su representante personal y con el fin de que éste detuviera la influencia de ciertos falsos maestros. Ésta es la única razón que se menciona específicamente en la carta (1:3). No obstante, los capítulos 2 y 3 tratan acerca de la adoración pública y del carácter de los dirigentes de la Iglesia, y concluyen con otra declaración de propósito: «para que, si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente» (3:15, NVI). Por esta razón, la mayoría de eruditos, incluyendo a los que aceptan la autoría paulina, ven a los falsos maestros como la razón de ser de 1 Timoteo aunque sostienen que «el orden de la Iglesia es el antídoto adecuado contra los falsos maestros», es el principal propósito. Por ello, asumen el punto de vista de que 1 Timoteo es básicamente un manual de eclesiología práctica, y que lo que realmente pretende es poner en orden la Iglesia.15

En contraste con este acercamiento, este comentario asume que todo lo que contiene la carta responde a 1:3 («Al partir para Macedonia, te encargué que permanecieras en Éfeso y les ordenaras a algunos supuestos maestros que dejaran de enseñar doctrinas falsas»), y que estas palabras expresan tanto la ocasión como el propósito de 1 Timoteo. Como se verá en el comentario, esto no solo hace que cada detalle de la carta tenga sentido, sino que ayuda también a explicar la naturaleza y contenido de Tito y 2 Timoteo. Tres preguntas, por tanto, requieren un análisis más concienzudo: ¿Quiénes eran los falsos maestros? ¿Cuál era la naturaleza de su enseñanza? ¿Por qué se escribió 1 Timoteo?

En contraste con lo que sucedía en las iglesias de Galacia y Corinto, por ejemplo, cuyos problemas se debían básicamente a la acción de personas procedentes de fuera de la comunidad («falsos hermanos» que se han «infiltrado entre nosotros», Gál 2:4; cf. 2 Cor 11:4), como se ve en 1 Timoteo, en Éfeso no hay ninguna indicación de que los falsos maestros procedan del exterior. Por el contrario, no solo parecen ser personas de dentro de la Iglesia, sino que toda la carta cobra sentido si la profecía dirigida a los ancianos de esta iglesia que se consigna en Hechos 20:30 se hubiera cumplido plenamente: «Aun de entre vosotros mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan».16 Cuando este hecho se toma con la debida seriedad, se esclarece la dificultad —y la urgencia— de la situación de Éfeso. ¿Acaso el problema es que la iglesia está siendo perturbada por algunos de sus propios ancianos?17

Existen varias cuestiones internas que apoyan esta hipótesis: en primer lugar, es evidente que los portadores del error eran maestros (1:3, 7; 6:3), y la tarea de enseñar la llevaban a cabo los ancianos (3:2; 5:17). Además, una parte importante de la epístola se dedica a considerar el carácter que han de tener los dirigentes de la Iglesia, así como los requisitos que éstos han de cumplir para aspirar a esta posición, y los principios que rigen su disciplina (3:1-13; 5:17-25); una buena parte de todo esto se plantea en evidente contraste con lo que se dice específicamente acerca de los falsos maestros. En este sentido, es también probablemente significativo que se mencione por nombre a dos de los cabecillas de este grupo y se les excomulgue (1:19-20).

En segundo lugar, está claro por lo que dice 2 Timoteo 3:6-9, y se ratifica en 1 Timoteo 2:9-15 y 5:3-16 (esp. vv. 11-15), que estos maestros habían encontrado un campo muy fructífero entre ciertas mujeres, al parecer viudas jóvenes, que les habían abierto sus hogares y ayudado incluso a propagar sus enseñanzas (ver la exposición de 5:13).

En tercer lugar, la iglesia de Éfeso estaba formada muy probablemente por muchas células eclesiales que se reunían en distintos hogares (cf. 1 Cor 16:19; ver la exposición acerca de 1 Tim 2:8). De ser así, es entonces fácil de entender que cada una de tales células eclesiales estuviera a cargo de, al menos un anciano, y que el problema no era tanto la división en dos facciones de una sola y gran comunidad, sino que algunas de las células eclesiales se subordinaban completamente a alguno de los dirigentes que se habían apartado de la sana doctrina (cf. Tito 1:11). Esta capitulación de algunos de los dirigentes y de sus seguidores es lo que configura el sentido de urgencia que se percibe en el trasfondo de toda la carta.

Al igual que en el caso de Colosenses y Efesios,18 es difícil definir con precisión la naturaleza de las falsas enseñanzas. Algunas cosas son, no obstante, seguras. En primer lugar, tales errores tenían una dimensión ética y otra cognitiva. Las descripciones que encontramos en 1:3-7 y 6:3-10, 3:1-13, muestran que los falsos maestros estaban, no solo implicados en especulaciones y disputas acerca de palabras, sino también en polémicas y riñas de varias clases. Asimismo, éstos eran orgullosos, arrogantes y cizañeros. No obstante, el rasgo que mejor les definía era la codicia; tales personajes habían llegado a creer que la piedad, o la religión, eran un buen medio para sacarse sus buenos dracmas.

En segundo lugar y por lo que respecta al contenido de lo que enseñaban, existen varios elementos: de algún modo estas falsas doctrinas estaban relacionadas con el uso del Antiguo Testamento (1:6-10; cf. Tito 1:14-16; 3:9), que a su vez era en parte la causa de su ascetismo (4:3; cf. 5:23; Tito 1:14-16), y también de los «mitos y genealogías» que causaban las controversias (ver la exposición de 1:4; cf. 4:7 y Tito 3:9). Sin embargo, parece evidente que en la falsa doctrina en cuestión había también elementos del helenismo, especialmente un agregado de dualismo griego (con su oscura perspectiva del mundo material), que puede también explicar el ascetismo, así como la afirmación de que la resurrección (entendida al parecer como una realidad espiritual, no física) ya se había producido (2 Tim 2:18). Sin embargo, es más difícil de determinar lo que se quiere significar exactamente con la expresión: «los argumentos de la falsa ciencia [gnosis]» en 6:20-21. En cualquier caso, pueden demostrarse ciertas afinidades con los problemas que hubo anteriormente en Corinto y Colosas.

Lo que es, sin duda, muy sorprendente respecto a estos elementos no es tanto sus afinidades con el gnosticismo del siglo segundo (con el que guardan muchas más diferencias que similitudes), sino las que tiene con los errores que antes habían invadido a la iglesia de Corinto (aproximadamente en el 53-54 dC.) y también, en un periodo más cercano a la redacción de esta epístola, el Asia Menor, especialmente el valle del Lico (Colosas y Laodicea). En Corinto los «conocedores» («gnósticos», que también se consideraban a sí mismos como los «espirituales»), estaban hasta tal punto embebidos del dualismo helenista y de una escatología extrema, que negaban la licitud de las relaciones sexuales dentro del matrimonio (7:1-7; cf. 1 Tim 4:3)19 y la realidad de una resurrección corporal futura (15:12, cf.. 2 Tim 2:18). Y en Colosas, una forma de judaísmo helenista no hacía mucho que había comenzado a sintetizar la fe cristiana con elementos judaicos y helenistas, lo cual había desembocado en prácticas ascetas (2:16-23) y en una idea del perfeccionamiento mediante la sabiduría, el conocimiento (2:3-8) y los rituales veterotestamentarios (2:16, 21).20

Lo que parece haber sucedido en la década que media entre los años 54 y 63 dC., es que Pablo había tenido que luchar contra dos frentes. Por un lado, una facción de judaizantes procedentes de la iglesia de Jerusalén y espoleados sin duda por elementos conservadores de la Diáspora, insistía acerca de la circuncisión de los gentiles que habían creído en Jesús. Su deseo era que tales personas se hicieran miembros del pueblo de Israel según los antiguos requisitos (ver Gál; Fil 3:2-16). Por otra parte, en el mundo helenista flotaba en el aire un sincretismo religioso y, según parece, muchos judíos helenistas se sumergieron en tales especulaciones. A medida que muchos gentiles se iban convirtiendo, también añadían a la fe mucho de su bagaje, tanto filosófico como religioso, que a ellos les parecía fácil de integrar con su nueva fe en Cristo. Sin embargo, Pablo se dio cuenta con toda claridad de que, en última instancia, estos elementos extranjeros tenían el mismo potencial para destruir al Evangelio que los procedentes del judaísmo. Primero hubo de hacer frente a estas nefastas influencias en Corinto; ahora, en Asia Menor había hecho su aparición un tipo ligeramente distinto, y quizá más sutil (debido a su ropaje característicamente judío). Recientemente, Pablo había hablado contra estas desviaciones en su carta a los colosenses durante su encarcelamiento en Roma. A su llegada a Éfeso, el apóstol descubrió que allí también habían aparecido, pero ahora pretendían representar la línea «oficial» promulgada por algunos de los ancianos. Su avance tenía que ser detenido, y Timoteo fue dejado en Éfeso precisamente para hacerlo.21

El propósito de 1 Timoteo emerge entonces de estas complejidades. Por todas partes el texto pone de relieve que su autor escribía a toda la Iglesia y no solo a Timoteo. Sin embargo, dada la deslealtad de una parte del liderazgo, Pablo no escribe directamente a la Iglesia, sino que se dirige a ella por medio de Timoteo. La razón de esta medida habría sido doble: animar al propio Timoteo a llevar a cabo esta difícil tarea de poner freno a los ancianos desencaminados, que se habían convertido en redomados polemistas, y autorizar a Timoteo ante la Iglesia para realizar esta tarea. Al mismo tiempo, por supuesto, las enseñanzas de los falsos maestros serían puestas en evidencia ante la Iglesia, además de las instrucciones de Pablo a Timoteo acerca de lo que había que hacer. Por ello, la carta, aunque dirigida a Timoteo, resulta ser una comunicación de trabajo. Como tal, carece de la típica acción de gracias (ver la exposición acerca de 1:3) y los saludos personales al final (ver la exposición acerca de 6:20-21);y todas las palabras personales dirigidas a Timoteo que aparecen (p. ej., 1:18-19; 4:6-16; 6:11-14) están completamente supeditadas a su tarea de restablecer el orden de la Iglesia.

La ocasión y el propósito que estamos describiendo ayudan también a explicar otro fenómeno de la carta, a saber, que Pablo está constantemente apelando a Timoteo para que éste enseñe doctrina «sana» o «saludable», pero sin explicar con detalle la naturaleza o contenido de tal enseñanza.22 La razón se hace ahora obvia. La carta se dirige a un compañero de toda la vida, para quien tal instrucción era completamente innecesaria. Sin embargo, la Iglesia necesitaba oír que aquellas desviaciones eran una enfermedad que se extendía entre ellos y que lo que Timoteo tenía que enseñar eran las sanas palabras de la fe (ver la exposición de 1:10). Igual que en 1 Corintios 4:17, Timoteo estaba allí para recordar a la Iglesia el proceder de Pablo. La carta que, de este modo le autorizaba, no tenía por qué consignar al mismo tiempo una exposición detallada de tal «proceder».23

Tito

El rasgo que probablemente más llama la atención acerca de Tito, a quien primero ha trabajado a fondo con el texto de 1 Timoteo, es el gran parecido que guarda con esta carta. Aparte de la situación (1:1-4) y de los saludos finales(3:12-15), únicamente los dos pasajes de 2:11-14 y 3:3-7 presentan un material que no guarda correspondencia con 1 Timoteo. Por esta razón, con frecuencia se ha visto a Tito como una miniatura de 1 Timoteo y, a excepción de 2:11-14 y 3:3-7, se ha tratado esta carta con benigna negligencia.

No obstante, un examen más minucioso pone de relieve un gran número de sorprendentes diferencias con 1 Timoteo (y mucho más sorprendentes todavía si se trata de una de carácter pseudoepigráfico). La más obvia de tales diferencias es la ocasión de la carta y las propias circunstancias de Tito. Igual que Timoteo (1 Tim 1:3), Tito ha sido dejado en Creta; sin embargo y a diferencia de Timoteo, que se quedó para reformar y establecer a la Iglesia, la estancia de Tito en la isla tenía como objeto poner en orden una situación que todavía no se había conseguido regularizar, a saber, el establecimiento de ancianos en las diferentes iglesias de todo el territorio insular (1:5). Parece evidente a partir de estos datos que las iglesias de Creta eran más jóvenes y que, al margen del tipo de oposición que enfrentaran, ésta había surgido dentro de la propia Iglesia (a lo largo de su desarrollo), y procedía principalmente de convertidos procedentes de un trasfondo judeo helenista (1:9-11).