Cómo sobreviví a los ataques de pánico y ansiedad - Fabián E. Sánchez - E-Book

Cómo sobreviví a los ataques de pánico y ansiedad E-Book

Fabián E. Sánchez

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Beschreibung

Los que hemos vivido algún momento de crisis, u hemos experimentado algún malestar emocional, que nos ha llevado a pensar que nuestra vida finalizaría en poco tiempo, sabemos lo difícil que es atravesar por este tipo de experiencias. Por ello he intentado volcar en este libro todas las vicisitudes que me han tocado vivir a lo largo de mis años, y contarles la forma en cómo las he padecido, y principalmente cuales fueron las "columnas vertebrales" que cimentaron mi fortaleza física y mental, que permitieron mantenerme en pie. Me gustaría transmitirles a todas aquellas personas que se sienten solas y hundidas en alguna de estas situaciones, que existe salida posible! Que nada es sencillo, pero sí posible. Por eso los invito a aferrarse a lo más sagrado que tiene todo ser humano...SU VIDA!!

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Fabián E. Sánchez

Cómo sobreviví a los ataques de pánico y ansiedad.

“Yo pude, Tú también podrás!” Ésta es una historia real

Sánchez, Fabián E. Cómo sobreviví a los ataques de pánico y ansiedad : yo pude, tú también podrás! ésta es una historia real! / Fabián E. Sánchez. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4004-1

1. Autoayuda. I. Título. CDD 158.1

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Table of Contents

ALGO SOBRE MI HISTORIA DE VIDA

PREFACIO

PRÓLOGO

CAP. I – ATAQUES DE PÁNICO

Trastornos de pánico

El proceso de pánico

Experiencia de vida

El mecanismo del miedo. ¿Lucha o huida?

Controlar el pánico

CAP. II – FUERZA DE VOLUNTAD

Creencias metacognitivas sobre el control

Los tres niveles de la mente según Freud

CAP. III – RELATO DE MI EXPERIENCIA “EL INICIO”

CAP. VI – RELATO DE MI EXPERIENCIA “EL OCULTAMIENTO”

CAP. V – RELATO DE MI EXPERIENCIA “MI CALVARIO”

CAP. VI. – RELATO DE MI EXPERIENCIA “LA REVELACIÓN”

CAP. VII – RELATO DE MI EXPERIENCIA “UN HITO IMPORTANTE”

CAP. VIII – RELATO DE MI EXPERIENCIA“INTENTANDO SANAR”

CAP. IX – RELATO DE MI EXPERIENCIA “BUSCANDO LA SOLUCIÓN”

CAP. X – RELATO DE MI EXPERIENCIA “CAMINO AL PSICOANÁLISIS”

CAP. XI. – BREVE HISTORIA DE MI PADRE Y SUS ATAQUES DE PÁNICO

CAP. XII – LA VIDA DEBE CONTINUAR

ANEXO. – “CONSTELACIONES FAMILIARES / REGISTROS AKÁSHICOS”

Epílogo

Comentario final

“La recuperación depende de ti, es como aprender a caminar nuevamente después de haber estado postrado en la oscuridad. Requiere de apoyo, fuerza de voluntad, determinación, y amor por la vida”.

Fabián E. Sánchez

AGRADECIMIENTOS

En estas líneas preliminares, quisiera especialmente dedicar mi agradecimiento, a mi compañera de toda la vida, Solange, siendo qué sin ella, jamás hubiera podido lograr mi salida de este tormentoso calvario que me tocó atravesar.

He leído en varias ocasiones sobre el significado de “compañera – compañero de vida”, pero nunca me detuve el tiempo suficiente para entender el verdadero sentido a tan importante definición.

Hoy día, finalmente, pude descubrirlo, y agradecer profundamente que ella estuviera siempre a mi lado.

Agradecer y bendecir el nacimiento de nuestras tres hermosas hijas. Su sola presencia hizo que mi voluntad afrontara con mayor fuerza y energía, el hecho de seguir estando junto a ellas, en esta hermosa vida.

A mis padres y queridos hermanos que siempre cuidaron de mí, brindándome todo lo que se espera de una familia: amor, comprensión, y respeto.

Por último, a mis amigos más cercanos, y a todos los médicos y especialistas con los que el destino me ha cruzado, ayudándome a traspasar los difíciles momentos que me tocaron vivir.

Gracias de corazón. Dios los bendiga.

ALGO SOBRE MI HISTORIA DE VIDA

Nací en febrero de 1965, en la localidad de Godoy Cruz, provincia de Mendoza, en el seno de una familia de clase media trabajadora. Mi madre, docente de escuela primaria y secundaria, mi padre, piloto de la fuerza aérea argentina.

Para aquella época nos encontrábamos en esta hermosa provincia del noroeste argentino, ya que era el destino que le habían asignado a mi padre para desempeñar su profesión como piloto militar.

El resto de mi familia compuesto por dos hermanos, Mercedes seis años mayor, fonoaudióloga de profesión; y Rubén 4 años mayor que yo, quién ejerció como maquinista naval de la marina mercante. En cuanto a mí, finalicé mis estudios como Licenciado en Administración.

A mi edad de 9 años mi padre fue transferido a Buenos Aires, y desde ese momento hasta la actualidad hemos vivido en esta provincia. Contraje matrimonio a los 28 años de edad, con una mujer extraordinaria que hoy continúa siendo mi gran compañera, y la madre de nuestras tres maravillosas hijas.

Cuento esta breve reseña, porque muchas veces he tratado el tema con mis psicoterapeutas, intentando encontrar situaciones traumáticas, ya sean familiares o personales, por las que haya transitado, y que puedan justificar, de alguna manera, el porqué de mis ataques de pánico. Por mi parte siempre he llegado a la misma conclusión: no es necesario haber vivido situaciones extremas o difíciles, por así llamarlas, para entender que estos trastornos pueden presentarse en cualquier momento de nuestras vidas, y sin aviso previo.

Luego de haber transitado por esto, abordé la temática estudiando y leyendo mucho sobre este tipo de trastornos, llegando a entender que siempre hay uno o varios motivos que originan estos desequilibrios, ya sean de tipo hereditario (trastornos de ansiedad generalizada); por experiencias de vida como acontecimientos traumáticos (muertes de familiares cercanos); por algún problema de salud “oculto” (ejemplo: diabetes, hipertiroidismo); por acumulación de estrés ocasionado por preocupaciones continuas; o por una reacción incontrolable del sistema nervioso central, solo por mencionar las más destacables.

Por ello comenzaré expresando lo más importante, en estas primeras líneas: “pedir ayuda inmediatamente sin tener ningún tipo de prejuicio al respecto, y sin importar sobre “el qué dirán”. Puede ser a nuestra pareja, a un familiar, un amigo o amiga, un médico o en centros especializados que brinden este tipo de asistencia”.

Para que quede totalmente claro, no soy médico especialista, ni profesor de vida, ni ostento ningún título profesional en la materia; sólo aspiro a contar mi historia, y todo por lo que he pasado, que ha sido muy, pero muy angustiante en todo sentido.

Mi único objetivo es poder ayudar a quienes crean que pueden necesitarlo, y repetir una y mil veces que ¡HAY SALIDA!, y que en varias oportunidades pensé que no la encontraría.

PREFACIO

De chico, cada tanto me preguntaba, ¿cuándo ocurriría alguna situación complicada que repercutiría en mi vida? No porque haya sido una persona problemática, negativa o sugestionada, sino que increíblemente venían a mi cabeza esos tipos de pensamientos, como si estuviesen anticipándome de algún momento o situación difícil por la que debía atravesar.

No me estoy refiriendo a saber exactamente cuándo sería el fin de mi existencia sobre esta Tierra, sólo intento referirme a esos momentos que llegan de manera sorpresiva e inexplicable, y que desembocan en problemas que cambian de manera radical la forma de vida que estábamos llevando.

Pues, ¡ese día llegó!

Era un 20 de septiembre de 1996, me encontraba almorzando con mis compañeros de trabajo en un lugar sumamente placentero. El sol ingresaba a cuentagotas por el entramado del follaje de las tupidas tipas, esos árboles frondosos que suelen dar flores amarillentas en los días de diciembre, previos al verano.

Un entorno perfecto, almorzando en un lugar pintoresco, en la vereda plena de la Avenida Del Libertador. Nuestras oficinas de trabajo se encontraban justo en la acera de enfrente, a escasos 50 metros de este lugar.

Éramos siete los comensales en ese momento, todos jóvenes, con muy buena relación entre nosotros, trabajando para una compañía que comercializaba indumentaria y calzado deportivo de las principales marcas del mundo.

Nuestra labor formaba parte del centro neurálgico de la Empresa, centralizado en llevar adelante la contabilidad, finanzas y control de gestión de la misma, lo que diríamos, un sector más que importante.

Todos disponíamos de excelente educación, adquirida en centros de estudio privados, y nuestros salarios se encontraban superando la media de los que se ofrecían en el mercado.

Recuerdo, con gran exactitud y detalle, esa tarde fatídica para mí, que dio comienzo al calvario que conllevé durante seis años de mi vida. Casi podría decirse, se transformó en lo que comencé diciendo al principio de estas líneas… ¿Cuándo ocurriría alguna situación complicada que cambiaría el curso normal de mi alegre y llevadera vida?

El desencadenante ocurrió cuando finalizaba nuestro almuerzo, plagado de conversaciones típicas de gente joven, con sueños por delante, risas de por medio, y disfrutando cada minuto de esos espectaculares días.

Solicitamos la cuenta para abonar lo que habíamos consumido, nos dispusimos a calcular lo que debíamos pagar cada uno, y cuando termino de abrir mi billetera, a punto de entregar mi dinero, de repente y sin previo aviso de ninguna índole, siento un “hachazo” en el medio de mi cabeza, que nubla por completo mi visión, me deja tambaleando, y casi sin control de mi equilibrio. Así es, verdaderamente, como puedo describirlo.

En ese preciso momento, todo sucedió tan de golpe e inesperadamente que ni siquiera pude hablar con mis compañeros y explicarles lo que me estaba pasando.

Inmediatamente un miedo exacerbado invadió mí mente, impidiéndome razonar sobre lo que estaba ocurriendo. Segundos más tarde, llegué a pensar que estaba sufriendo un ataque cerebrovascular.

Ese día, precisamente, comenzó mi calvario, qué como todo creyente, y con el respeto enorme que tengo hacia la religión que profeso, lo quiero expresar de esta manera, porque es la forma exacta de explicar lo que viví a partir de aquel momento.

PRÓLOGO

Esta historia resume las experiencias vividas a lo largo de mis 58 años, y que humildemente quisiera compartir, con aquellas personas que sientan que todo está perdido.

Sé que para muchos que comiencen a leer estas primeras frases, dirán, sí claro, otra obra más que expresa con optimismo el manual de autoayuda perfecto, brindando recetas mágicas que se pueden aplicar en pocos días, y volver a ser el que era antes de padecer estos trastornos de ansiedad, que hacen de mi vida una verdadera pesadilla.

Todos los que hemos padecido estas incómodas, y también angustiantes experiencias, sabemos que no hay una solución mágica e inmediata, pero sí es importante entender y convencernos, que podemos volver a estar bien, y principalmente, a ser capaces de recuperar la felicidad de vivir nuevamente.

Mis primeras experiencias “leves” con este tipo de trastornos fueron a temprana edad, sin que de mi parte pudiera reconocerlas como tal. En aquellas épocas, año 1982, nada se mencionaba sobre problemas psico–físicos relacionados con la salud mental. A primera vista, el solo mencionar algún desequilibrio emocional, lo hacía ver a uno como una persona fuera de sus cabales, y a decir verdad, a sentirse discriminado.

No había conocimiento alguno, al menos de lo que yo recuerde, que hablara con total apertura y rigurosidad médica sobre el tema. Hoy día, forma parte de uno de los problemas más tratados y abordados por la OMS (Organización Mundial de la Salud). Mucho más aún, habiéndose desarrollado una pandemia a nivel global, que ha dejado innumerables secuelas físicas y psicológicas para toda la humanidad.

El haber transitado por este calvario personal, que conllevó seis años de mi joven vida, forjó un cambio radical en mi personalidad, esmerilando, desde su manifestación, mi autoestima y ganas de seguir viviendo.

Aprendí, con lo que quedaba de mi fuerza de voluntad, a dar la pelea, y a tratar de entender el o los motivos que me llevaron hasta esta situación, que jamás hubiera imaginado poder sortear.

Entender y conocer, cómo actúan los diferentes estímulos y factores externos, que nos dirigen hacia este tipo de trastornos, fue sumamente importante, ya sea desde el punto de vista médico, como también desde el psicoanalítico.

Estructurar lo que fue mi “defensa personal”, con las cuatro columnas vertebrales, que permitieron mi recuperación, es lo que quisiera contarles en este libro.

En el final, he anexado un Capítulo, que versa sobre temas que pude experimentar en un par de ocasiones, y que enfoca algunas de estas problemáticas desde otra mirada distinta. Confieso que desconocía este tipo de terapias, las qué de alguna manera, abrieron otra puerta de información en mi mente; y me hicieron tomar en consideración que “existe una especie de lealtad invisible que nos impulsa a repetir, queramos o no, situaciones agradables o acontecimientos dolorosos; donde muchas veces, debemos pagar las deudas contraídas en el pasado por nuestros ancestros” (fragmento tomado del libro “¡Ay, Mis Ancestros!” De Anne Ancelin Schützenberger).

Traigo a colación esta temática importante, y sensible, mencionando que pude saber que mi padre también sufrió ataques de pánico y trastornos de ansiedad. Y esto tiene mucho que ver con mi vida, y la de mis propias hijas…

Algunos datos sobre la problemática de la Salud Mental:

CAP. I – ATAQUES DE PÁNICO

Me gustaría comenzar con lo que a mí parecer es de las mejores explicaciones que he encontrado, y describen a la perfección la esencia de este trastorno, al menos, desde la experiencia propia vivida. De manera muy simple debo confesarles que está al alcance de todos (Wikipedia).

Los ataques de pánico o crisis de ansiedad son períodos en los que se padece, de una manera súbita, temporal y aislada; un miedo, temor o malestar intensos, con una duración variable que suele oscilar entre 10 y 30 minutos, si bien en algunos casos se han reportado ataques de una hora. Generalmente aparecen de manera inesperada, y pueden alcanzar su máxima intensidad en unos 10 minutos. No obstante, pueden continuar durante más tiempo si se desencadenan debido a una situación en que la persona no es, o no se siente, capaz de escapar; lo que puede generar “desesperación”.

La persona que sufre episodios de pánico se siente súbitamente aterrorizada sin una razón evidente para sí misma o para los demás. Durante el ataque de pánico se producen síntomas físicos muy intensos: taquicardia, dificultad para respirar, hiperventilación pulmonar, temblores o mareos. Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento o lugar sin previo aviso.

Durante un ataque de pánico o crisis de angustia se presenta al individuo una súbita aparición de un nivel elevado de ansiedad y excitación fisiológica sin causa aparente. La aparición de estos episodios de miedo intenso es generalmente abrupta y suele no tener un claro desencadenante. Los ataques de pánico se manifiestan como episodios que irrumpen abrupta e inesperadamente sin causa aparente y se acompañan de síntomas asociados al miedo, hipertensión arterial súbita, taquicardia, dificultad respiratoria (disnea), mareos e inestabilidad, sudoración o náuseas, síntomas todos ellos coherentes con el miedo que los provoca.

No duran demasiado, pero son tan intensos que la persona afectada los percibe como muy prolongados. A menudo el individuo siente que está en peligro de muerte inminente y tiene una necesidad imperativa de escapar de un lugar o de una situación temida.

El hecho de no poder escapar físicamente de la situación de miedo extremo en que se encuentra el afectado acentúa sobremanera los síntomas de pánico.

Experimentar un ataque de pánico es una experiencia terrible, incómoda e intensa que suele relacionarse con que la persona restrinja su conducta, lo que puede conducir, en casos, a adoptar conductas limitativas para evitar la repetición de las crisis. El trastorno puede desembocar en agorafobia, por miedo a presentar nuevas crisis si se presenta una fuerte conducta evitativa en el afectado.

A veces, el fenómeno de crisis se reproduce durante el sueño.

Según el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos (NIMH), los ataques de pánico son sensaciones repentinas de terror sin motivo aparente que aparecen dentro del denominado trastorno de pánico (uno de los trastornos de la ansiedad). En estos ataques pueden presentarse síntomas físicos, tales como:

• Taquicardia

• Dolor en el pecho

• Dificultad para respirar

• Mareos

Por mencionar algunos…

Diagnóstico

La cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) (DSM IV) contempla, dentro de los criterios diagnósticos de los trastornos mentales, varios aspectos para diagnosticar la crisis de angustia:

• Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.

• Sudoración.

• Temblores o sacudidas.

• Sensación de ahogo o falta de aliento.

• Sensación de atragantarse.

• Opresión o malestar torácico.

• Náuseas o molestias abdominales.

• Inestabilidad, mareo o desmayo.

• Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).

• Miedo a perder el control o a perder la razón.

• Miedo a morir.

• Escalofríos o sofocaciones.

No obstante, el DSM IV no contempla el ataque de pánico como una enfermedad codificada ni diagnosticable. Lo considera “un síntoma”.

Trastornos de pánico

Nombre que se le da a un trastorno emocional que consiste en la aparición repetida de ataques de pánico, con ansiedad persistente. La persona sufre ansiedad persistente sobre la posibilidad que los ataques de pánico vuelvan a ocurrir.

Se presentan algunos de los siguientes miedos y sensaciones:

• Sensación de perder el control, miedo a perder la razón.

• Sensación de miedo a la muerte.

• Despersonalización o desrealización (percepción de irrealidad: sentirse que uno mismo y/o el entorno no son reales).

• Deseo imperativo de escapar del lugar, momento y situación en los que se produjeron las crisis.

Hiperventilación

En la hiperventilación, la persona respira rápida y brevemente, usando principalmente sus pulmones, en lugar de usar el diafragma lenta y profundamente, exhalando más de lo que respira.

Esto conduce a un desequilibrio en los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en el cuerpo, que puede causar un estrechamiento de los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro.

Para algunas personas, la hiperventilación es rara y sólo ocurre en respuesta a pánico, miedo, estrés o fobias ocasionales. Para otros, esta condición se presenta regularmente como una respuesta típica a los estados emocionales, como la depresión, la ansiedad o la ira. Cuando la hiperventilación es un fenómeno común, se denomina síndrome de hiperventilación.

Durante el estado de alerta se altera la forma y la velocidad de la respiración, como en toda situación en donde una persona se sienta asustada. Si en ese momento el cuerpo no consume la energía para la cual se ha preparado, puede surgir una hiperventilación que produce muchos de los incómodos síntomas percibidos durante la crisis:

• Mareos.

• Quedarse sin aliento.

• Nudo en la garganta.

• Hormigueo o entumecimiento en las manos o los pies.

• Náuseas.

• Confusión.

El cambio en la forma de respirar puede limitar estos síntomas, al volver muchas de las variables corporales a las condiciones normales. Además, el hecho de que la persona perciba poder estar haciendo algo para cuidarse a sí misma y gestionar la crisis hace que se sienta algo más segura.

Desrealización o Despersonalización

Uno de los síntomas más terribles para los afectados es la percepción de desrealización. La desrealización es un cambio en la percepción del entorno de un individuo, en donde el mundo a su alrededor parece irreal o desconocido.

Las expresiones más comúnmente usadas para describir los síntomas y sensaciones de desrealización son las que siguen:

• (...) una sensación de niebla en los sentidos.

• separado de ti mismo.

• Me siento retraído.

• (...) aislado o distante del entorno inmediato.

• (...) como espectador de algún juego extraño y sin sentido.

• (...) sin vida.

• (...) como en un sueño.

• (...) fuera del cuerpo, te observas desde la mente.

Todas estas sensaciones se generan directamente a partir de la ansiedad, son síntomas de la misma. Se deben a cambios que ocurren en la forma en la que el cerebro procesa las señales nerviosas durante los trastornos de ansiedad.

En mi caso en particular, puedo comprobar y/o ratificar que me sentí tal cual como se mencionan en varios de estos puntos. Podría decir que es algo sumamente extraño, y muy difícil de explicar a alguien que nunca vivió alguna de estas situaciones.

Por momento me encontraba con personas amigas o familiares, y cuando se me disparaban estos síntomas trataba al menos de mantenerme tranquilo, sin dar señales de estar padeciéndolos.

¿Y por qué digo sumamente extraño? Tenía la sensación de encontrarme fuera de mi cuerpo, literalmente como lo estoy describiendo. Sentía como si mi “alma o esencia” se apartaba de mi cuerpo y luego de un tiempo volviera al mismo. La despersonalización que viví en varias oportunidades de mi vida me hacía sentir como si Yo mismo me estuviera manejando desde arriba como una marioneta. Luego de unos cuantos minutos, volvía a ingresar en mi propio cuerpo. Recuerdo estas vivencias como sensaciones sumamente raras, pero no me producían tanto temor como cuando se me manifestaban los mareos y falta de visión.