Con las bases llenas - Félix Julio Alfonso López - E-Book

Con las bases llenas E-Book

Félix Julio Alfonso López

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Jugar con una pelota y un bate es algo que comenzó en Cuba casi al mismo tiempo que nuestras luchas por la independencia en el siglo XIX. Por esa razón ha devenido hecho cultural de larga duración, que ha penetrado hondo en el tejido social y conformado un imaginario colectivo de enorme importancia en la vida de millones de personas. Nombres legendarios conforman ese templo de héroes de los diamantes: Sabourín, Carlos Maciá, Méndez, Torriente, Oms, Dihigo, Luque, Miñoso, Marrero, antes; Alarcón, Huelga, Marquetti, Muñoz, Linares, Casanova, Víctor Mesa, Gourriel, Kindelán, ahora; y tantos más guardados celosamente en la memoria de un pueblo rendido ante sus jugadas y hazañas. De eso y de mucho más se trata aquí: del béisbol jugando en Cuba en los últimos cincuenta años, heredero y continuador de una inmensa y poderosa tradición. Del béisbol como sinónimo no solo de estadísticas y números fríos, sino también de alegrías y tristezas; criticado y alabado en todas las esquinas; sufrido y amado sin límites, como lo hacemos todo: con desmesura y pasión .....

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Veröffentlichungsjahr: 2017

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[Título original]

Con las bases llenas. Béisbol, historia y Revolución

[Edición y composición]

Pilar Sa Leal

[Corrección]

Yahima Leyva Collazo

[Diseño del perfil de la colección]

Mónica Cammarano Casteleiro Axel Rodríguez García

[Diseño de cubierta]

Deguis Fernández sobre foto de Liborio Noval

[Fotografías]

Archivo de Bohemia, del INDER, archivos personales de Liborio Noval, José Martínez de Osaba y Goenaga, Rolando Sánchez, Fernando Rodríguez Álvarez y Peter Bjarkman

© Félix Julio Alfonso López, 2008

© Sobre la presente edición

Editorial Científico-Técnica, 2014

ISBN: 978-959-05-0773-1

Colección 50 Aniversario del Triunfo de la Revolución

Instituto Cubano del Libro

Editorial Científico-Técnica

Calle 14 no. 4104 e/41 y 43, Playa

Ciudad de La Habana, Cuba

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

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Félix Julio Alfonso López(Santa Clara, 1972). Licenciado en Historia, Diplomado en Antropología Social y Master en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, el Caribe y Cuba. Investigador, ensayista y profesor universitario. Es autor de cuatro libros de ensayos sobre historia cultural del béisbol e historia de Cuba:Béisbol y estilo. Las narrativas del béisbol en la cultura cubana(Letras Cubanas, 2004),La letra en el diamante(Editorial Capiro, 2005),Siete ensayos sobre historia y cultura en Cuba(Editorial Capiro, 2005) yLa esfera y el tiempo(Editorial Unicornio, 2007). Prologó la primera antología de cuentos cubanos de béisbolLos escribas en el estadio(Editorial Unicornio, 2007).

Historia y revolución en los diamantes

No se conoce con certeza cuándo y dónde se celebró el primerpartido de béisbol en Cuba.1 Pero sí sabemos que el primer juego en un campeonato organizado se celebró el 29 de diciembre de 1878 en los terrenos de Tulipán, en la capital cubana, entre dos equipos llamados Habana y Almendares, con victoria para el primero con estrecho marcadorde 21 carreras a 20. El segundo desafío, el 1 de enero de 1879, enfrentó a matanceros y habaneros, y concluyó con empate a 17 carreras.2 Aquellos pioneros del béisbol cubano eran todos jugadores aficionados, hijos en su mayoría de familias acomodadas o de clase media, y no pocos lucharían con las armas en la mano contra el colonialismo español. Emilio Sabourín, Carlos Maciá, Alfredo Arango, Ricardo Cabaleiro, los hermanos José Dolores y Manuel Amieva, Juan Manuel Pastoriza, son algunos de aquellos nombres épicos. Ninguno podía imaginar que exactamente ochenta años después del inicio de la pelota organizada en la Isla, en 1959, triunfaría una profunda revolución popular, entre cuyos desafíos de cambio social estaría también transformar las prácticas beisboleras, tal y como se habían conocido hasta ese momento.

11 “Arqueología del béisbol cubano”, en Félix Julio Alfonso López: La esfera y el tiempo, Editorial Unicornio, San Antonio de los Baños, 2007, pp. 9-34.

22 Severo Nieto: Béisbol en Cuba hispánica, Editorial Científico-Técnica, La Habana, 2007, p. 4.

A finales de la década de los años cincuenta, el béisbol cubano contaba con una larga tradición competitiva y era reconocido

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y respetado a nivel continental por la calidad de sus equipos y jugadores. Estos se desempeñaban en múltiples circuitos instituidos, de carácter profesional, semiprofesional y amateur. Además militaban en equipos de las Grandes Ligas de Estados Unidos, en las Ligas Menores y en el campeonato de las Ligas de Color hasta su desaparición. En el área latinoamericana, los beisbolistas cubanos eran sen­sación en México, Puerto Rico, República Dominicana y ­Venezuela, las otras grandes potencias de la región. Pero el juego de pelota en Cuba era más que campeonatos, series y estadísticas. Constituía algo mucho más importante y trascendente en la vida de millones de cubanos, pues había devenido parte esencial de la cultura nacional de raíz popular, como la música, el baile, la transculturación religiosa y también las rebeldías populares. Sus narrativas y discursos habían entroncado con los del surgimiento y consolidación de la nacionalidad cubana, y eso lo había vuelto inseparable de la identidad cultural y convertido en uno de sus símbolos más preciados.

Con su peculiar estilo irónico, el cronista deportivo Eladio Secades diría en 1947, en pleno descrédito del gobierno de Grau San Martín:

El baseball tiene la culpa de que no acabe de cumplirse la sentencia de que Cuba es el país del choteo. Lo sería si no tomásemos el baseball tan en serio. Se desploman las ilusiones. Se malogran los apóstoles. Cada chalet que se levanta es un prestigio político que se cae. Pero todo no estará perdido mientras sigamos teniendo fe en la chaqueta de Amado Maestri. Aquí se le da más importancia a un out en home que a la caída de un Ministro. Afortunadamente.1

13 Eladio Secades: “El cubano y el base ball”, en Víctor Muñoz: Base Ball. Fundamentos, técnica, estrategia, Editorial Martí, Habana, 1947, p. 6.

Se le podría reprochar a Secades cierto tono de evasión en su reflexión frente a los males de la República, pero la invocación de Maestri como símbolo perdurable de eticidad y decencia en los diamantes de pelota, era un mensaje que trascendía los límites beisboleros y enlazaba con la raigal eticidad cubana, y la necesidad de poner fin al latrocinio, la corrupción y la ausencia de valores morales en la Cuba de los años cuarenta. Maestri, en la semblanza de Secades, podía ser considerado el Chibás de los estadios, pero como el líder ortodoxo, su prédica no bastaba para que la pelota ni el país cambiaran.

El béisbol patrocinado por la elitista Unión Atlética Amateur de Cuba (UAAC) tuvo su época dorada entre 1939 y 1953, cuando el equipo cubano se erigió en el gran triunfador de las llamadas Series Mundiales de Base Ball Amateur, que tuvieron su sede habanera en el Stadium Cerveza Tropical. Conrado El guajiro Marrero, Pedro Natilla Jiménez, Isidoro León, Julio Jiquí Moreno, Sandalio Potrerillo Consuegra, Rogelio Limonar Martínez, Francisco Chito Quicutis, Narciso Picazo y Antonio Quilla Valdés, muchos de ellos de origen campesino, como revelan sus simpáticos apodos, eran verdaderos héroes de la nación en tiempos inciertos para el país. Sin embargo, desde 1946, con la inaugu­ración del Stadium del Cerro, el circuito aficionado enfrentó la dura competencia de la pelota profesional, convirtiéndose de hecho en proveedor de talentos para los cuatro equipos profesionales: Almendares, Habana, Marianao y Cienfuegos. En 1956 la Federación Internacional de Béisbol Aficionado (FIBA) fue reconocida por el COI y convocó un campeonato del mundo por áreas geográficas, al que Cuba no pudo asistir por razones económicas y el torneo fracasó. No habría otro evento de ese nivel hasta Costa Rica, en 1961, después del triunfo revolucionario, ganado nuevamente por una novena de la mayor isla del Caribe.

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Los equipos profesionales eran de gran nivel y tenían una entusiasta y parcializada afición, al tiempo que también formaban parte del negocio industrial de la burguesía cubana, y eran respaldados por las grandes marcas comerciales y firmas patrocinadoras. Arturo Armando Bengochea González, presidente de la Liga Profesional de Béisbol, era un millonario propietario de dos compañías urbanizadoras, dos contratistas, dos transportistas urbanas, una industria de pienso y una aerolínea.1Uno de los clubes más antiguos y prestigiosos, el Almendares, tuvo entre sus presidentes decimonónicos a Juan Pedro Baró, descendiente de una acaudalada familia de hacendados azucareros, y en la segunda mitad del sigloxxera propiedad de Mario G. Mendoza Freyre de Andrade, uno de los integrantes del grupo Sucesores de Arellano y Mendoza, Contratistas S. A. y copropietario de la Constructora Mendoza. Un equipo más reciente, el Marianao, pertenecía a un Representante a la Cámara, Alfredo Pequeño, y le había sido obsequiado por un político con pésimos antecedentes en su ejecutoria pública durante el Autenticismo, José Manuel Alemán, ex ministro de Educación y jefe del BAGA.2Los peloteros rentados cobraban elevados sueldos en comparación con otros sectores asalariados, y reforzados con jugadores estadounidenses fueron los grandes vencedores en las Series del Caribe que se celebraron entre 1949 y 1960.

14 Guillermo Jiménez Soler:Los propietarios de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, pp. 77-78.

25 Guillermo Jiménez Soler Las empresas de Cuba. 1958, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, pp. 198-199.

Fue precisamente uno de los juegos del campeonato invernal cubano, el escenario escogido por un grupo de jóvenes revolucionarios de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) para expresar su protesta contra el régimen de Batista. La acción se llevó a cabo el domingo 4 de diciembre de 1955, en el tercer inning de un juego entre Habana y Almenda­res en el Stadium del Cerro. Los estudiantes se lanzaron al ­terreno con una tela que demandaba libertad para sus compañeros presos, y fueron bárbaramente reprimidos por la policía, ante un público enardecido que les gritaba “salvajes” y “esbirros”. La transmisión del juego por televisión propició que, tanto el acto de desobediencia como la represión policial, fueran presenciados más allá de las fronteras del estadio, mostrando la faz canallesca de la dictadura. El árbitro Maestri, consecuente con la actitud vertical que acompañó su vida, se puso al lado de los estudiantes.

Apenas tres años y un mes más tarde, el primer día de enero de 1959, las tropas rebeldes entraban en Santiago de Cuba y las columnas guerrilleras de Che y Camilo avanzaban sobre la capital. La Revolución había triunfado y el júbilo popular era indescriptible. Ese fue un año grande también para el béisbol cubano, iniciado con el éxito sensacional del campeón Almendares en la XI Serie del Caribe, celebrada en el Estadio Universitario de Caracas entre el 10 y el 15 de febrero, a escasas semanas del triunfo. Las medidas del Gobierno Revolucionario se radicalizaron con la Primera Ley de Reforma Agraria, y en su apoyo, se celebró el simbólico juego entre los Barbudos y la Policía Nacional Revolucionaria, el 24 de julio, con Fidel y Camilo en la batería de los Barbudos. Ambos carismáticos líderes ya habían cumplido similar función de lanzador-receptor el 14 de abril en la inauguración del campeonato de la Liga Internacional, pero ahora quedaría la ingeniosa y leal respuesta de Camilo a los periodistas: “Yo no estoy contra Fidel ni en la pelota”. La concurrencia de más de 33 mil personas dejaba atrás los anteriores récords de audiencia para un partido en el Stadium del Cerro.

Pero la atención beisbolera del país aquel año se centraba en la actuación del equipo Cuban Sugar Kings, perteneciente a la categoría Triple A de la Liga Internacional. Esta liga estaba integrada además por equipos estadounidenses y canadienses, y jugaba un número de partidos similar al de las Mayores. Sin duda, representaba un salto de calidad con relación a su predecesor, los Havana Cubans, que había pertenecido a una organización de clase C. Durante el campeonato, en un juego entre los Sugar Kings y Rochester celebrado el 26 de julio de 1959 en La Habana, la explosión de algunos petardos en las gradas y disparos aislados, atribuibles a la propia pasión del juego y a la celebración de la fecha patriótica, provocó la irritación de George Sisler, gerente general del Rochester, quien anunció que no jugaría más en la capital cubana, a pesar de las disculpas ofrecidas por el Director General de ­Deportes, capitán Felipe Guerra Matos y de las explicaciones ofrecidas por Bobby Maduro, dueño del equipo azucarero. Aun así, el campeonato siguió su curso, terminando con la espectacular victoria de los Sugar Kings en la llamada Pequeña Serie Mundial frente al campeón de la Asociación Americana, el Minneapolis. Las enormes concurrencias obligaron a celebrar los dos últimos partidos en La Habana, y el último juego, el 6 de octubre, se decidió por una carrera en el noveno inning. Fotografías de la época muestran a Fidel, Camilo y Guerra Matos felicitando al jugador cubano Daniel Morejón, autor del jit decisivo.

Sin embargo, a pesar de los éxitos del béisbol cubano y del apoyo brindado por la joven Revolución a la pasión nacional, pronto las agresiones estadounidenses se trasladarían también al ámbito deportivo. Su objetivo principal era el de despojar a Cuba de sus mejores jugadores, dañar el espectáculo deportivo y eliminar cualquier tipo de intercambio con el béisbol organizado de Estados Unidos. Una de las primeras medidas tomadas por el Departamento de Estado fue privar a la Isla de la franquicia del equipo Cuban Sugar Kings, como quedó sancionado en el verano de 1960 durante la convención anual de propietarios de los equipos enla LigaInternacional.

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Esta maniobra ya se venía fraguando desde los meses iniciales de la Revolución, según se desprende de una pregunta hecha por un periodista a Fidel durante su visita a la Asociación de Corresponsales de las Naciones Unidas, el 22 de abril de 1959:

—Se ha dicho que usted afirmó que primero pitchearía por los Cuban Sugar Kings antes que permitir que el equipo sea trasladado para Jersey City. Díganos, ¿cuál es su “average” en carreras limpias?

—Bueno, los cubanos no quieren que los Cuban Sugar Kings se vayan de Cuba. Nosotros queremos que se queden en Cuba y lo que es más, queremos hacer un equipo de Grandes Ligas. Le voy a decir algo más. Tenemos interés en los deportes, por el deporte mismo, y porque es una forma de atraer al turismo, ya que tenemos uno de los lugares más maravillosos del mundo y esperamos convertir nuestra maravillosa isla en un paraíso del turismo internacional, y eso será una forma de ayudar a resolver las pequeñas dificultades económicas. (…) Esta es una de las razones por las cuales estamos interesados en los Sugar Kings y además, estamos empeñados en demostrar que contamos con buenos jugadores de pelota. También vamos a incrementar todo tipo de deportes. Quiero que ustedes sepan que en tres meses hemos distribuido más clases de equipos para diferentes deportes, que lo que se había distribuido antes en veinte años de gobierno. Y esperamos tener uno de los mejores equipos de pelota de Cuba.

Sobre lo de cuál es mi “average”, les diré. Nunca fuimos un Babe Ruth cubano, pero muchas veces hemos colgado los nueve ceros en la pizarra… (risas y aplausos).1

16 Resumen de un viaje, Editorial Lex, La Habana, 1960, pp. 112-113.

El pretexto utilizado fue “proteger” a los peloteros rentados norteamericanos de posibles ataques en sus visitas a Cuba. La sede de la franquicia fue otorgada entonces a ­Jersey City, New Jersey, y se produjo al mismo tiempo que la administración de Eisenhower despojaba a la Isla de su cuota azucarera en el mercado norteamericano, y la Revolución respondí con la nacionalización de los centrales azucareros y monopolios de propiedad estadounidense. Otras medidas represivas fueron las de prohibir a jugadores estadounidenses participar en los campeonatos invernales cubanos o jugar en Cuba como miembros de otros equipos. Incluso, se habló de prohibirle jugar en su patria a los beisbolistas que se desempeñaban en equipos del béisbol organizado norteamericano. Semejante despropósito no encontró ningún respaldo, y por esa razón el último campeonato profesional se celebró entre el 15 de noviembre de 1960 y el 15 de febrero de 1961 solo con jugadores cubanos.

En febrero de 1960, la XII Serie del Caribe había tenido como sede a Ciudad de Panamá, y allí se impuso el equipo campeón cubano Cienfuegos, con impecable resultado de 6 ganados y ninguno perdido. La sede rotativa del año 1961 le correspondía a La Habana y un equipo de la isla era el defensor del título, pero ello no impidió que el comisionado de las Grandes Ligas, Ford Fricks, decidiera otorgar la competencia a Caracas y excluir al conjunto antillano. El resultado fue la renuncia de Venezuela a organizar un campeonato espurio y las Series del Caribe fueron suspendidas, dejando a Cuba como la gran ganadora en la justa durante sus doce participaciones, con siete títulos ganados, incluyendo los últimos cinco de manera consecutiva.

En este convulso escenario, la Revolución tomó la determinación de hacer masivas y democráticas las prácticas atléticas en el país, en función de convertir al deporte en una esfera priorizada del desarrollo social del pueblo. Bajo tales presupuestos, las actividades lucrativas y comerciales asociadas

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al profesionalismo no tenían cabida, por lo que se declaró la eliminación de las competencias profesionales mediante la resolución 82-A del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) en 1962. Pero ya desde antes, la Dirección General de Deportes había dado pasos en función de organizar campeonatos de varios deportes de carácter verdaderamente nacional, entre los cuales se destacó el torneo beisbolero celebrado entre marzo y octubre de 1960, ganado por el equipo “Mulos de Nicaro”, campeón oriental. Este fue, al decir del investigador Carlos Reig, en el texto que abre el presente libro, el “Primer inning del béisbol revolucionario”, que tomaría luego forma definitiva con las series nacionales inauguradas el 14 de enero de 1962.

Desde entonces, los campeonatos nacionales y sus diferentes estructuras y equipos1 han coloreado el panorama beisbolero de la isla, dado inmensas alegrías a su noble y conocedora afición, desarrollado talentos desde las categorías inferiores hasta las de mayores, y sobre todo han mostrado béisbol de calidad desde los más apartados rincones del país hasta los torneos oficiales de mayor nivel internacio­nal, sean juegos centroamericanos, panamericanos, campeonatos del mundo, copas intercontinentales, olimpiadas o clásicos mundiales, como el celebrado en varios países en marzo de 2006.

17 En la etapa revolucionaria han participado en torneos de béisbol de primera categoría: series nacionales, selectivas, copas Revolución y superligas, equipos con los siguientes nombres (en cursivas los actuales 16 conjuntos): Agricultores, Agropecuarios, Arroceros, Azucareros, Cafetaleros, Camagüey, Camagüeyanos, Centrales, Ciego de Ávila, Cienfuegos, Citricultores, Ciudad Habana, Constructores, Forestales, Ganaderos, Granjeros, Granma, Guantánamo, Habana, Habaneros, Henequeneros, Holguín, Industriales, Isla de la Juventud, La Habana, Las Tunas, Las Villas, Matanzas, Metropolitanos, Mineros, Occidentales, Orientales, Pinar del Río, Sancti Spíritus, Santiago de Cuba, Serranos, Vegueros y Villa Clara.

De esta historia, la de la pelota revolucionaria, olvidada o menospreciada en algunos libros sobre historia de béisbol cubano publicados fuera de Cuba,1 o aún por escribir dentro de la propia isla, se ocupan los textos que conforman el presente volumen. Se trata de un recorrido amplio por cinco décadas de béisbol, y obviamente no se mencionan todas las figuras destacadas de este pasatiempo, quienes merecerían un lugar en el Salón de la Fama de la pelota cubana, cuando este santuario deportivo sea revitalizado. No obstante, sí aparecen recogidos momentos y procesos decisivos en la conformación del nuevo mapa y de los imaginarios actuales de la pelota insular, junto a biografías de jugadores, árbitros, cronistas y periodistas destacados.

18 Un ejemplo de esta subvaloración del béisbol pos 1959 en el enjundioso libro de Roberto González Echevarría, La Gloria de Cuba. Historia del béisbol en la Isla, Editorial Colibrí, Madrid, 2004. Un serio esfuerzo de superar este desconocimiento en Peter C. Bjarkman, A History of Cuban Baseball. 1864-2006, McFarland & Company, Inc., Publishers, Jefferson, NC, y Londres, 2007.

Un rápido viaje por las páginas del libro nos permite apreciar su diversidad de enfoques y criterios, como disímiles son también los autores. Hemos preferido que este homenaje al deporte nacional no fuera de dominio exclusivo de especialistas en el tema, sino invitar también a compartir sus saberes a novelistas, cuentistas, ensayistas, dramaturgos e historiadores, para que dieran su visión desde posturas donde la calidad estética y el rigor analítico de los textos, pudieran resultar una agradable sorpresa.

Periodistas deportivos de larga y fecunda trayectoria como Elio Menéndez, Jorge Alfonso y Víctor Joaquín Ortega, abordan

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asuntos relativos a las trayectorias de los equipos que han participado en las Series Nacionales, al tiempo que rinden tributo a los inmarcesibles Amado Maestri, Eddy Martin y Bobby Salamanca. Verdaderos ídolos de la década mítica de los años sesenta, como Manuel Alarcón, Agustín Marquetti, Wilfredo Sánchez, Félix Isasi, Rigoberto Rosique, Santiago Mederos y José Antonio Huelga, son interrogados por los investigadores Martín Socarrás, Juan A. Martínez de Osaba, Arturo Pedroso y por el narrador y dramaturgo Miguel Terry; este último con una preciosa fábula donde mezcla las vidas dispares y fatales de esos dos colosos del box: Changa y ­Huelga.

Equipos imprescindibles de la pelota cubana, desde los siempre amados y odiados Industriales, el único conjuntoque ha mantenido su “franquicia” durante más de cuarenta años, hasta los increíbles Azucareros de Servio Borges, y los consistentes equipos pinareños de los setenta y ochenta, son analizados desde el prisma personal del escritor Leonardo Padura, la investigación minuciosa de Fernando Rodríguez y la prosa auto­rizada del ex pelotero y profesor Martínez de Osaba. En algunos de estos equipos brillaron también los Antonio Muñoz, Pedro José Cheíto Rodríguez, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Lourdes Gourriel, Alfonso Urquiola, Luis Giraldo Casanova, Omar Linares, Julio Romero, Rogelio García, Omar Ajete y Pedro Luis Lazo, nombres legendarios que se repiten entre los primeros en casi todos los departamentos ofensivos y de pitcheo de estos torneos, y cuyo brillo fue también notabilísimo en los diamantes internacionales. A ellos se unen en la reflexión y la memoria de Víctor Fowler, Yamil Díaz y Alberto Luberta, los inolvidables y espectaculares Rey Vicente Anglada, Víctor y Germán Mesa, quizás tres de los peloteros con mayor grandeza y carácter que hayan pisado jamás un terreno cubano.

Por último, la literatura, esa compañera inseparable del béisbol desde que Wenceslao Gálvez y del Monte escribió su prístina historia de la pelota insular, en el ya remoto 1889, nos devuelve páginas memorables en los textos híbridos de Arturo Arango, Norberto Codina, Rafael Grillo, Francisco García González, Rodolfo Zamora y Omar Valiño; en sus fábulas, crónicas y obsesiones culturales, nos reiteran una y otra vez aquello que el imaginario popular ha consagrado: la pelota “es redonda y viene en caja cuadrada” y, para suerte nuestra, “el juego no se acaba hasta que se acaba”.

Por todo ello, no nos queda sino invitar —con el poeta Roberto Fernández Retamar en su épico “Pío tai”,1 uno de los mayores homenajes líricos rendidos al béisbol cubano—: “y ahora, pasen la bola”.

19 Roberto Fernández Retamar: “Pío tai”, en RFR, Versos, Letras ­Cubanas, La Habana, 2005, pp. 91-92.

Félix Julio Alfonso LópezLa Habana, octubre de 2008

El Latino… la catedral del béisbol cubano.

Glosario

Ofensiva

JJ Juegos jugados

H Jits

HR Jonrones

CR Cogido robando

BR Base robada

AVE Promedio de bateo

TB Total de bases recorridas

CI Carreras impulsadas

C Carreras anotadas

BB Bases por bolas

BI Bases por bolas intencionales

SO Ponches

DB Golpeado por lanzamiento

FS Fly de sacrificio

SH Jit de sacrificio

VB Veces oficiales al bate

CB Comparecencias al bate

SLG Slugging1

1 Slugging: promedio resultante de multiplicar el total de bases por mil y dividirlas por las veces oficiales al bate. Es un indicador de bateadores sluggers o de fuerza al bate.

Defensa

E Errores

TP Triples jugadas o triple play

DP Dobles jugadas o doble play

INN Entradas o innings jugados

TL Total de lances

PB Passed balls.

O Outs

AVE Promedio de fildeo

2B Segunda base

CF Jardinero central

RF Jardinero derecho

LF Jardinero izquierdo

R Receptor

1B Primera base

3B Tercera base

SS Torpedero

BD Bateador designado

Pitcheo

JL Juegos lanzados

JG Juegos ganados

JP Juegos perdidos

JI Juegos iniciados

JC Juegos completos

INN Entradas lanzadas

AVE Promedio para el que le batean

PRO Promedio de ganados y perdidos

CL Carreras limpias permitidas.

C Carreras permitidas

PCL Promedio de carreras limpias permitidas por nueve entradas de actuación

L1 Lechadas propinadas

Primer inning del béisbol revolucionario

Carlos E. Reig Romero

A Felipe Guerra Matos

El 13 de enero de 1959, cinco días después del apoteósico recibimiento brindado por el pueblo capitalino al líder de la Revolución cubana, el capitán del Ejército Rebelde Felipe Guerra Matos1fue elegido por el Comandante en Jefe Fidel Castro2para conducir las riendas de la Dirección General de Deportes (DGD).3Este nombramiento fue ratificado en la Ley No. 72 del 13 de febrero de 1959,4que disolvió la anterior Comisión Nacional de Deporte y lo designó Delegado Director para la DGD.

1 Felipe Guerra Matos. Natural de Manzanillo. Participante en la lucha contra el dictador Batista, tanto en la clandestinidad urbana como en la guerrilla en la Sierra Maestra. Hombre de confianza de Celia Sánchez Manduley. Al terminar la guerra alcanza los grados de Capitán. Asesor de la Presidencia del INDER.

2 Carlos E. Reig: Entrevista con Felipe Guerra Matos, Miramar, 6 de agosto de 2008.

3 La Dirección de Deporte, como organismo del gobierno cubano, se crea en 1938, por el capitán Jaime Mariné, con el nombre de Dirección General Nacional de Deportes (DGND). Posteriormente cambia su nombre por Dirección General de Deporte (DGD). Entre sus directores están Jaime Mariné, Luis Orlando Rodríguez y Roberto Fernández Miranda, cuñado del dictador Fulgencio Batista.

4Gaceta Oficial, La Habana, febrero de 1959.

Guerra Matos tiene ante sí la tarea titánica de poner en orden y echar andar el existente entramado organizativo, participativo y competitivo del deporte nacional y, simultáneamente, hacer realidad las ideas e intenciones de la dirección de la Revolución en esta esfera de la cultura, resumidas en el lema de la DGD: “más deporte y menos vicio”, que exige llevar el deporte a todos los rincones del país, facilitar a todo el pueblo —sin exclusiones de razas o estatus económico y social—, el desarrollo de sus condiciones físicas, la sana práctica y competición deportiva y el disfrute del espectáculo que ofrecen las lides de los diferentes deportes.

Los derroteros inmediatos para lograr estas aspiraciones son: la construcción de instalaciones y terrenos; distribución de implementos deportivos; organización y ejecución de competencias en todas las provincias, fundamentalmente en las zonas más atrasadas y aisladas de la isla, en las que estas acciones son inusitadas; creación de academias en los diferentes deportes; imprescindible ayuda voluntaria de la comunidad a través de la creación de los patronatos, antecedente del posterior Consejo Voluntario Deportivo (CVD) instaurado, a partir de 1961, por el INDER; apoyo institucional a los deportistas carentes de recursos y la correspondiente atención médica; preparación de técnicos y entrenadores.

Para la DGD este quehacer fundacional del deporte revolucionario —que no ha sido estudiado todavía como amerita, a pesar de haber transcurrido casi cincuenta años—, se torna complejo y no falto de dificultades objetivas e incomprensiones de personas dedicadas a esta actividad e instituciones y sociedades deportivas establecidas, algunas de ellas constituidas desde la centuria decimonónica, pertenecientes en su mayoría a las diferentes capas de la burguesía nacional, controladoras de casi todo el calendario competitivo anual nacional y de un gran número de las instalaciones deportivas.

La DGD no puede, en los primeros momentos, sustituir abruptamente las estructuras deportivas existentes por las nuevas acorde al proyecto revolucionario, y tiene que aplazar su realización; por tanto, su punto de partida es laborar con las establecidas como le ocurre también a la dirección de la Revolución en las esferas económica, política y social de la sociedad cubana y, paralela y pacientemente —teniendo en cuenta los recursos financieros, materiales y humanos disponibles—, desbrozar el camino que posibilitará hacer ­realidad las ideas revolucionarias en el campo del deporte. Este proceso, descrito sucintamente, ocurre aparejado con los cambios que va imprimiendo el Gobierno Revolucionario en los primeros años, para crear una nueva sociedad. En la medida que la Revolución se radicaliza, lo hará el deporte. Imposible separar un proceso del otro.

Desde enero y hasta el mes de octubre de 1959, la DGD construye diecinueve campos deportivos con el apoyo de los patronatos; distribuye implementos por todos los rincones del país; logra que 3% de la población practique deportes, de menos de 1% en 1958; organiza y realiza con el apoyo de otras ligas, sociedades y clubes, cuarenta y ochos competencias de ciclismo, tres campeonatos nacionales de handball, el campeonato nacional juvenil de béisbol y el de gimnástica, un campeonato nacional de baloncesto, dieciocho regatas de ­kayacks, seis competencias de natación, un carnaval atlético de campo y pista (femenino y masculino), competencias de balompié ínter barrios, veintidós lides de tiro, series internacionales de voleibol, baloncesto y softball. Además, torneos de pesas, motociclismo, voleibol, tenis, softball, ajedrez, caza submarina, regatas de velas y botes con motor y envía al ­extranjero equipos de ajedrez, caza submarina, pelota infantil (los Cubanitos) y de balompié.5

5 Periódico Revolución, La Habana, noviembre de 1959.

El mundo beisbolero cubano no sufre cambios sustanciales en 1959. Los acostumbrados espacios públicos los ocupan, principalmente, los tradicionales torneos organizados por las diferentes ligas y sociedades como lo vienen haciendo desde hace muchos años.

La pelota profesional cuenta con un calendario amplio, desde abril y hasta febrero del próximo año, cuenta con la presencia en las diferentes novenas de peloteros del área, norteamericanos y nativos. Tiene una amplia cobertura divulgativa, al disponer de las trasmisiones de dos estaciones televisivas,6 ­varias radiales y toda la prensa plana, que hace del béisbol profesional el espectáculo con la mayor difusión en Cuba. La temporada veraniega (abril-octubre) corresponde a La Liga Internacional de Triple A,7 integrada por equipos de Estados Unidos, Canadá y la franquicia de La Habana, representada por los Cuban Sugar Kings. El 14 de abril de 1959, el comandante Fidel Castro inaugura este certamen al lanzar la primera bola, que recibe el legendario comandante Camilo Cienfuegos. En esta temporada los Cuban Sugar Kings, por primera vez, se titulan campeones de la llamada Pequeña Serie Mundial, también inaugurada por Fidel el 1 de octubre de 1959, éxito que enaltece el sentimiento nacional, apoyado con la presencia de las principales figuras de la Revolución. La temporada invernal, 1959-1960, de la Liga Cubana8 (octubre-febrero) con la tradicional porfía, de casi ochenta años, entre el Almendares y el Habana, es ganada por el equipo Cienfuegos que alcanza para Cuba, entre el 10 y el 15 de febrero de 1960, el título de la XII Serie del Caribe, para ser el quinto consecutivo de las siete ocasiones que lo obtiene. En esta temporada a petición de la DGD, se efectúan, por primera vez, partidos fuera de la capital, lo que permite a la población de esas regiones ver, en vivo, a peloteros de su simpatía y a otros que integraban la leyenda del béisbol cubano. Se escogen los terrenos de Morón, Cienfuegos, Palma Soriano y Santiago de Cuba. Se mantiene la tendencia de las cuatro temporadas anteriores a la disminución de la cifra de asistentes a los juegos, por lo que es económicamente un desastre, con las mayores pérdidas de todos los tiempos —15 000 dólares—, para los dueños de cada club.9

6 El 30 de octubre de 1950 se toman escenas aisladas del juego entre los equipos Cienfuegos y Marianao. Al día siguiente, se trasmite el primer juego completo.

7 La Liga Internacional se funda en 1949, integrada por siete equipos de Estados Unidos, Canadá y Cuba, representada por los Cuban Sugar Kings, creado por Bobby Maduro e insertado en 1954. En la temporada de 1959, los Reyes del Azúcar ganan por primera vez la pequeña Serie Mundial de la Liga Internacional. Después de varias amenazas, durante el primer semestre de 1960, por parte del comisionado de las Grandes Ligas, Ford Frick, y del comisionado de la Liga Internacional, Frank Shaughnessy, se le quita la franquicia a La Habana de los Cuban Sugar Kings el 8 de julio de 1960, dos días después que el presidente de Estados Unidos ha rebajado 700 mil toneladas de azúcar de nuestra cuota azucarera, y a siete días de la intervención de las empresas petroleras Shell y Esso, al negarse a refinar el petróleo soviético que debía entregarle el Instituto Cubano del Petróleo. El pretexto utilizado por Shaughnessy es “… para proteger a nuestros jugadores. Tenemos que protegerlos y la única forma de hacerlo es sacarlos de allí… La situación de Cuba me ha obligado a adoptar esta decisión”. De ahora en adelante la franquicia se pasa a la ciudad de Jersey City y los Cuban Sugar Kings jugarán con otro nombre.

8 La Liga cubana de béisbol profesional es constituida a finales del si­glo xix. Durante muchos años hay inestabilidad en los equipos que la integraban, hasta que en la temporada 1943-1944 quedan fijos los ­cuatro teams que la conforman: Habana, Almendares, Cienfuegos y Marianao, hasta su disolución en 1961. La mayor atracción es la rivalidad, desde los primeros torneos del siglo xix, entre el Almendares y el Habana. En 1947, las Ligas profesionales de Panamá, Puerto Rico, Venezuela y Cuba constituyen la Confederación del Caribe, que acuerda celebrar anualmente la Serie del Caribe, en la que participan los equipos campeones de los países que la integran, en sus respectivas temporadas invernales. Se rota la sede cada año. La primera Serie se efectúa en 1949. Se adjudica a La Habana la sede de la Serie correspondiente a la temporada 1960-1961, para iniciarla a partir del 10 de febrero de 1961, pero por presiones del comisionado de las Grandes Ligas, Ford Frick, que prohíbe a los peloteros norteamericanos que juegan en equipos de la Confederación del Caribe venir a La Habana, y, por otro lado, la decisión del gobierno de Cuba de que si se le quitaba la sede a La Habana, no autorizaría a ningún equipo, en representación de Cuba, a jugar en otro país, se suspende la competencia. Como alternativa se organiza una serie especial entre los otros tres miembros de la Confederación del Caribe.

9 Fausto Miranda: “Fin de temporada”, en periódico Revolución, La Habana, 8 de octubre de 1959, p. 9.

En la rama amateur, como es tradicional, la Unión Atlética Amateur de Cuba (UAAC)10realiza su torneo titulado Liga nacional de béisbol amateur (abril-octubre) con la participación de más de quince equipos, en el antigua provincia habanera; en el período invernal y en distintas regiones de la parte occidental de Cuba se efectúan los torneos de la Liga de Pedro Betancourt11y la Liga intermunicipal de béisbol amateur libre de Quivicán.12Otras ligas que integran el tejido del béisbol amateur son: la Liga de Jovellanos, Liga azucarera, y Liga azucarera de las Villas, Unión Atlética Amateur de Oriente y Liga popular.

10La Unión Atlética Amateur de Cuba se constituye el 28 de marzo de 1922. La directiva de la Liga Nacional de Béisbol Amateur, creada en 1914, transfiere esta organización a la comisiónde béisbol de laUnión Atlética Amateur de Cuba. A partir de ese momento controla la Federación Cubana de Béisbol hasta que se independiza, después del triunfo de la Revolucióncubana.

11La Ligamunicipal de baseball amateur de Pedro Betancourt aglutina un grupo de equipos de la parte occidental (Matanzas y La Habana) y del centro de la isla, fundamentalmente las novenas pertenecientes a distintos centrales de la región. Por ejemplo, Julio Lobo sufraga los gastos de los cuatro equipos representantes de igual número de sus centrales. Fundada en 1944, desde ese año realiza de manera ininterrumpida, enla temporada invernal, su torneo anual hasta el correspondiente a1959-1960, que gana el equipo del central Cuba. En agosto de 1960 daa conocer que tiene una situación crítica para organizar la temporada1960-1961 debido, fundamentalmente, a que los dueños de un grupo de equipos representantes de centrales, no han reportado su interés en participar en el nuevo torneo. Al poco tiempo se disuelve.

12La Liga intermunicipal de béisbol amateur libre de Quivicán está integrada por más de dieciocho equipos, casi todos de la antigua provincia de La Habana. El campeonato 1959-1960 lo gana el equipo del Cotorro, el segundo lugar lo ocupa la novena del Rafael Conte. El 16 de octubre se inaugura su último torneo, que se extiende hasta el mesde marzo de 1961. Participan veinte equipos. Finaliza el 2 de abril de1961 con la victoria del equipo Rayonitas de Matanzas.

Aunque la DGD no se inserta en el calendario competitivo beisbolero de 1959, descrito anteriormente, al no contar con el tiempo y los recursos necesarios, ha acumulado experiencias y preparado las condiciones para convocar públicamente, el 18 de enero de 1960, al Campeonato Nacional de Béisbol Amateur de la DGD, con un plazo de inscripción hasta el 15 de febrero.

Este campeonato tiene la importancia histórica de ser el pionero del béisbol revolucionario, relevancia, hasta donde sepa el autor de este trabajo, no reconocida por la prensa deportiva, ni por los historiadores del deporte, a lo cual se suma la Comisión nacional de béisbol y la Cátedra de béisbol del Instituto Superior de Cultura Física Comandante Manuel Fajardo. Torneo inusual, que materializa el anhelo popular, de muchos años, de convocar, sin exclusión alguna, a peloteros de todo el país, y la posibilidad de defender su provincia en una final nacional. La DGD no persigue con esta contienda afectar los intereses de las Ligas existentes, ni ser su adversario. En fraternal emulación pretende realizar o complementar lo que ellas y las anteriores directivas gubernamentales del deporte no han hecho por falta de interés, iniciativa o recursos. Es una lid libre, a la que pueden inscribirse los equipos de cualquier región de la isla, oportunidad para los que no participan en otras ligas, de llegar a la serie nacional final.

La organización recae en Juan Ealo, Bebo Izquierdo y Juan García.13 La acogida por los diferentes estratos del pueblo se demuestra en la inscripción de doscientos cuarenta equipos, integrados por cinco mil ochenta y cinco peloteros.14 Solamente en la provincia de La Habana se inscriben setenta novenas, lo que obliga a los organizadores a crear cuatro zonas: Vitico Muñoz, Camilo Cienfuegos, Pincho Gutiérrez y Noelio Capote. No se ha encontrado información de cómo las restantes provincias se dividieron en zonas, al igual que los ­nombres de los correspondientes equipos y sus integrantes. La prensa de aquellos días reporta poco las incidencias de este campeonato, a lo que se suma el no haberse localizado la ­compilación de las estadísticas, si es que se hicieron, lo que hace complejo el intento de escribir sus memorias, ausencia lamen­table para la historiografía deportiva del período revolucionario. Al leerse los nombres de algunos de los equipos inscritos, se nota su composición por campesinos, obreros, trabajadores y estudiantes (Universidad de La Habana, Reparto Naranjo, Asociación de Dependientes del Comercio de La Ha­bana, Escuela de Comercio, Plantas Eléctricas, Terminal del Diezmero, Cooperativa Expreso, Impresos Lermo, Acueducto de Matanzas, Mulos de la Nicaro, Central Vertientes, Sindicato del Comercio, Sociedad Victoria, cooperativa René Almanza y Central Narcisa). Hay casos de clubes o sociedades que participan en las contiendas de la UAAC (Universidad) o en la Liga Quivicán (Parque Martí y Rafael Conte) y, sin embargo, asisten con el mismoteamu organizan otro equipo para participar en el torneo de la DGD. Por su parte, peloteros que han jugado anteriormente en algunas de las Ligas establecidas, deciden inscribirse en esta popular convocatoria. Para realizar este campeonato en las distintas provincias, la DGD se apoya en los patronatos y en los comisionados municipales.15El 27 de marzo de 1960, en el Stadium Universitario, se inaugura el torneo al lanzar la primera pelota el presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), Rolando Cubela; ocupa la receptoría el capitán Felipe Guerra Matos. Hasta los últimos días de septiembre se realiza, en muchos municipios del territorio nacional, la etapa eliminatoria para sacar al campeón de cada provincia, que coincide con la temporada de la Liga nacional de béisbol ­amateur (23 de abril-finales de octubre) que cuenta con una historia de casi medio siglo y un público seguidor de su acontecer, pero limitada a la provincia de La Habana, territorio en el que la contienda de la DGD se juega en quince terrenos, y que cuenta con una fanaticada entusiasta en cada partido.

13 Carlos E. Reig: ob. cit.

14 Periódico Revolución, La Habana, 15 de marzo de1961, p. 7.

15El 29 de enero de 1959, el Consejo de Ministros acuerda suspender el cargo de alcalde municipal. En su lugar el gobierno municipal estará dirigido por un ejecutivo, integrado por tres comisionados municipales, nombrados por el gobierno revolucionario. Los acuerdos se aprueban por mayoría.

El 10 de octubre comienza la serie final entre los seis equipos campeones provinciales, simultáneamente en tres terrenos, lo que permite que una mayor cantidad de público, en diferentes territorios del país, puedan seguir las acciones del torneo. Al referirse a esta final un periodista expresa:

La serie nacional de Béisbol Amateur se inaugurará el domingo simultáneamente en tres terrenos… toda la preparación para esta Serie Nacional han sido completada y debe esperarse que se desenvuelva con gran éxito, aun en el orden económico. Esta es la primera vez que una serie nacional de béisbol se lleva a efecto…16

16 “Salieron los Caribes para Oriente para la Serie Final”, en La Calle, La Ha­bana, 8 de octubre de1960, p. 9.

Terrenos

Provincias

Equipos

Palmar del Junco (Matanzas)

Matanzas vs Pinar del Río

Acueducto de Matanzas vs Rometales de Santa Lucía

Las Tunas

La Habana vs Las Villas

Universidad de La Habana vs Central Narcisa (Yaguajay)

Holguín

Camagüey vs Oriente

Cooperativa René Almanza vs Mulos de Nicaro

El 18 de octubre se enfrentan el equipo de la Universidad de La Habana, dirigido por Ramón Carneado, y los Mulos de Nicaro, para discutir el título de campeón nacional y la obtención del trofeo Sierra Maestra. Entre los integrantes de las dos novenas se encuentraban los siguientes peloteros:

Universidad: R. Peláez, L. Rodríguez, F. Vázquez, Manuel Díaz Sierra, Sergio Godínez, L. R. Sánchez, J. Valdés, M. Martínez, Andrés Papo Liaño, Agustín Mayor, Fresneda y Octavio Eiriz.

Mulos de Nicaro: R. Despaigne, E. Hernández, J. Portilla, D. Thompson, R. Castañeda, E. García, N. Jardines, A. Céspedes y J. Blanco.

La victoria es para el equipo Mulos de Nicaro, campeón de la provincia de Oriente.17

17 No se han localizado los resultados estadísticos de este partido.

El balance final del primer campeonato nacional de béisbol amateur revolucionario presenta aspectos favorables, entre los que tenemos:

a. Primera contienda para peloteros de todo el país, sin exclusión alguna, que les permite discutir el campeonato de su provincia y, a su vez, la posibilidad de participar en la serie final nacional.

b. Demuestra el poder de convocatoria popular de la DGD en todo el país, al lograr incorporar doscientos cuarenta equipos, integrados por más de cinco mil peloteros, y descubre las potencialidades individuales inéditas en los diferentes territorios y estratos del pueblo, que podrán llegar a ser figuras nacionales e internacionales.

c. La aceptación de los aficionados de toda la isla de un torneo puramente popular, destrozando el mito de que solamente el béisbol profesional, con la inclusión de peloteros foráneos, puede llenar las graderías de los estadios.

d. Campeonato con posibilidades de ocupar, en un futuro no muy lejano, los espacios públicos utilizados tradicionalmente por las establecidas ligas profesionales y amateurs, al satisfacer las expectativas de los seguidores del béisbol, reflejada en los miles de asistentes a los partidos realizados en los distintos terrenos.

e. Hace realidad las ideas que la dirección de la Revolución tiene acerca de la sana práctica deportiva y el disfrute del espectáculo deportivo.

El saldo positivo de la primera experiencia beisbolera de la DGD es el catalizador para que ese organismo convoque por la prensa nacional, a principios de 1961, al segundo Campeonato nacional de béisbol amateur. Juan Ealo se mantiene como organizador. Es poco lo que puede hacer la DGD para echarlo andar, al quedar disuelta por el Decreto 936 del Consejo de Ministros, del 23 de febrero de 1961, que crea el ­INDER.

El INDER aprovecha la simiente y enjundia del concluido campeonato de béisbol de la DGD para preparar el segundo campeonato, conocido como I Serie Nacional del INDER, que prorroga su plazo de inscripción hasta el mes de mayo de 1961. Ealo, como comisionado de béisbol del INDER, le imprime a esta segunda edición nuevas ideas, entre las que están dividir el torneo en dos regiones (occidente y oriente), desde el nivel municipal y hasta el provincial; se sacará el campeón y una selección de los equipos perdedores, que permitirá al pelotero con calidad la posibilidad de jugar en la selección correspondiente y de llegar a las series regional y nacional; a la final regional asistirán las seis provincias y sus correspondientes selecciones, de las que clasificarán para la serie nacional cuatro equipos: el equipo campeón y la selección en representación de Occidente y de Oriente.

Además, las zonas en que se han dividido las provincias en la anterior lid se utilizan para el nuevo campeonato nacional. Algo similar ocurre con equipos y peloteros participantes en la primera edición y que compiten en el segundo ­campeonato. Algunos de estos jugadores ­llegarán a destacarse en la temporada 1961-1962, como son los casos del miembro del ­equipo de la Universidad, de la región occidental, Manuel Díaz Sierra, campeón de bateo, con más jits, dobles y flys de sacrificio y J. Portilla, de los Mulos de Nicaro, campeón de la región oriental en carreras impulsadas y en jits conectados.

Fidel Castro acompañado del capitán Felipe Guerra Matos, primer ­director de deportes del gobierno revolucionario, ante los implementos ­beisboleros ­adquiridos para el desarrollo deportivo del país.

Triunfo de la pelota libre: equipos y estadísticas de las Series Nacionales

Jorge Alfonso

La celebración del primer campeonato para aficionados con amplia participación de peloteros procedentes de todo el país, inaugurado el 14 de enero de 1962, contó con la presencia de cuatro equipos: Occidentales, Habana, Azucareros y Orientales, representativos de las dos regiones comprendidas en la estructura beisbolera inicial.

Habana y Azucareros fueron los respectivos titulares, mientras Occidentales y Orientales conformaron las selecciones de perdedores. Entonces, los escépticos auguraron corta vida a la iniciativa, pues consideraron que los jugadores profesionales eran insustituibles.

Sin embargo, en corto tiempo, los nuevos nombres de los peloteros calaron profundo en las simpatías del público asistente a los parques, hasta el punto de que ya en la quinta edición (1965), fue necesario aumentar a seis la cantidad de conjuntos, a tono con igual número de provincias existentes (Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Las Villas, Camagüey y Oriente).

Dentro del presente ensayo, dedicado a la celebración de las cuarenta y siete ediciones de las series nacionales, resulta oportuno mencionar las actuaciones de los ahora 16 equipos participantes en la versión, porque todos acumulan como mínimo 30 torneos bajo el mismo nombre.

Por supuesto, será imposible mencionar uno a uno los integrantes de tales conjuntos, pero al autor le pareció razonable recoger la última de las nóminas y la hizo acompañar de las actuaciones individuales de bateadores y lanzadores más destacados.

Pinar es mucho Pinar

La historia pinareña comenzó en 1967, cuando cada provincia tuvo titular y selección. Tal resultó el caso en el extremo occidental, donde apareció la escuadra del mismo nombre junto a Vegueros.

En buena medida, el debut podemos calificarlo de desastroso, ya que entre ambos celebraron 195 desafíos y solo obtuvieron 45 victorias: Vegueros (33-65) y Pinar del Río (12-85), algo lógico si tomamos en consideración que los vueltabajeros a duras penas reunían atletas para formar un equipo.

Poco a poco, el paciente trabajo de los técnicos rindió frutos y la solidez del pitcheo, conjugada con sustanciales mejorías en la ofensiva y la defensa, provocó que la condición de selecciones de segunda línea desapareciera por completo, al convertirse Vegueros en fuerte contendiente al gallardete en 1974. En nuestra valoración apuntamos las actuaciones del equipo Pinar del Río, por presentar la mayor permanencia debido a la estabilidad competitiva desde la temporada de 1992.

Los primeros pinareños con hojas de servicios destacadas al comenzar los clásicos nacionales fueron el jardinero Fidel Linares, padre de Omar y Juan Carlos, además de los lanzadores Vicente Llanos y Marcos Páez. Bajo la batuta de José Miguel Pineda, Vegueros encabezó la tabla de posiciones en la versión de 1977 (36-14), en franca porfía frente a Industriales (35-16) y Camagüey (30-21). Volvieron a subir a lo más alto del podio de premiaciones en 1980 y 1981, con idénticos balances (36-15), en el primero de los triunfos repitió Pineda y en el segundo lo hizo Jorge Fuentes, también exitoso en 1987 (39-14) y 1988 (40-14).

El propio Fuentes impuso orden para darle el primer banderín a la divisa nombrada Pinar del Río en 1997 (58-15) y el último cetro perteneció al comando de Alfonso Urquiola en 1998 (67-39).

Por cierto, Jorge Fuentes figura entre los mentores más triunfadores (4), igualado a Ramón Carneado e Higinio Vélez, pero los supera al exhibir orgulloso la titularidad absoluta en los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992) y Atlanta (1996).

Cualquier tipo de análisis sobre el comportamiento de los cuadros de Vueltabajo impone la cita primaria a Omar Linares, cuyos números en el ataque revelan por qué, casi de ­forma unánime, especialistas y aficionados lo ubican como El Más Completo de cuantos han jugado en las Series Na­cio­nales.

Tampoco podemos pasar por alto el comportamiento de Luis Giraldo Casanova, El Señor Pelotero, grande entre los grandes en cada salida al diamante dentro y fuera de casa.

Los promedios de bateo y slugging de Omar y Luis Giraldo señalan pautas de superioridad como el mejor dúo de artilleros en cualquier época de la pelota cubana.

Si algún lector desea comparar…

Omar Linares

SN

VB

C

H

AVE

2B

3B

HR

TB

SLU

BR

CR

CI

20

5962

1547

2195

368

327

54

404

3842

644

246

96

1221

Luis G. Casanova

SN

VB

C

H

AVE

2B

3B

HR

TB

SLU

BR

CR

CI

17

5288

1144

1705

322

288

41

312

3011

569

120

74

1069

Tampoco quedan atrás los estelares serpentineros Rogelio García, Julio Romero, Jesús Guerra, Juan Carlos Oliva, Faustino Corrales, Omar Ajete y Pedro Luis Lazo, entre otros, protagonistas de infinitos momentos inolvidables como defensores de la camiseta provincial o del seleccionado cubano.

Mejores promedios históricosofensivos

Retirados

SN

VB

C

H

AVE

2B

3B

HR

TB

SLG

BR

CR

CI

Omar Linares

20

5962

1547

2195

368

327

54

404

3842

644

246

96

1221

Lázaro Madera

15

5774

909

1872

324

297

26

264

3013

522

149

128

1093

Juan C. Linares

17

4797

836

1544

322

272

34

106

2202

459

53

57

715

Luis G. Casanova

17

5288

1144

1705

322

288

41

312

3011

569

120

74

1069

Yobal Dueñas

14

5025

837

1615

321

282

46

136

2397

477

131

93

763

Activos

Jorge A Padrón

3

1030

153

331

321

48

11

2

407

395

13

15

110

Norlis Concepción

10

2685

315

821

306

113

18

44

1102

411

24

32

352

Donal Duarte

6

2162

360

654

302

87

22

28

869

402

40

43

222

Luis E. Gavilán

8

1602

176

469

293

59

8

15

589

368

8

9

166

Yosvani Peraza

10

2493

308

711

291

105

3

117

1173

480

4

5

449

Mejores promedios históricos de pitcheo

Retirados

SN

JL

JI

JC

JR

JG

JP

L

JS

INN

CL

PCL

SO

BB

Rogelio García A.

16

398

326

201

72

202

100

56

18

2609.0

692

2.39

2499

1077

Omar Ajete

16

449

306

137

143

179

96

31

29

2320,0

849

3.29

1777

681

Julio Romero

15

326

270

162

56

148

100

36

13

2174.2

558

2.31

1678

727

Faustino Corrales

23

445

381

124

64

172

135

27

8

2544.1

930

3.29

2360

1190

Jesús Guerra

13

259

222

117

37

114

84

33

4

1668.1

437

2.36

819

451

Activos

Pedro Luis Lazo

17

462

378

166

84

226

122

31

19

2836.1

1018

2047

850

Vladimir Baños

5

98

77

7

21

36

23

3

0

506.1

198

297

40

Nota: Ningún otro lanzador en la nómina presenta más de 500 entradas.

Actuaciones en Series Nacionales

SN

Años

Jg

Jp

Posición

7

1967-1968

12

85

12

8

1968-1969

43

56

8

9

1969-1970

29

36

7

10

1970-1971

11

55

12

11

1971-1972

17

49

11

12

1972-1973

28

47

13

13

1973-1974

39

39

7

32

1992-1993

53

22

2

33

1993-1994

41

27

4

34

1994-1995

47

26

2

35

1995-1996

41

27

4

36

1996-1997

58

15

1

37

1997-1998

67

39

1

38

1998-1999

55

40

6

39

1999-2000

66

39

2

40

2000-2001

66

37

2

41

2001-2002

69

31

3

42

2002-2003

60

40

3

43

2003-2004

62

37

3

44

2004-2005

56

37

6

45

2005-2006

48

42

9

46

2006-2007

58

37

5

47

2007-2008

52

52

2

José Miguel Pineda y Jorge Fuentes, artífices de los triunfos pinareños.

Isleños con el menor territorio

En la contienda 2007-2008, los representantes de la Isla de la Juventud, bajo la condición de municipio especial y apenas 85 mil habitantes, cumplieron la participación exacta número 30 en los torneos nacionales. Aunque aparecen dentro del contado grupo de equipos sin saborear las mieles de conquistar gallardete, en las últimas ediciones alcanzaron bastante estabilidad e incluso en la temporada 2005-2006 clasificaron en solitario por el grupo A (54-35) con seis juegos y medio delante de Pinar del Río (48-42).

Desde la llegada a la pelota grande, en principio reforzado con jugadores procedentes de otras provincias, los muchachos nunca dejaron de luchar frente a los poderosos para abrirse paso a fuerza de derrochar coraje y más coraje en cada salida al diamante.

En tal sentido, los números indican que solo llegaron a escalar el podio en la edición de 1998-1999, oportunidad en la que finalizaron con victorioso balance (58-44) y ocuparon el tercer lugar en la tabla final de posiciones, precedidos por el titular Santiago de Cuba e Industriales.

Cuando valoramos el comportamiento general de los isleños, saltan a la vista discretos números colectivos en los tres renglones principales del juego: pitcheo, bateo y fildeo, lo cual ofrece como resultados ubicaciones entre los seleccionados de segunda línea.

Las posibilidades de desarrollo, incluida la limitación de instalaciones, provocan que el caudal de talentos locales sea bien reducido. A propósito, cabe apuntar que el primer peloterooriundo de la entonces llamada Isla de Pinos fue el lanzador zurdo Cecilio Soto, que integró la nómina de Industriales.

Algún tiempo después, su hijo Roberto también lo hizo como tirador en la Isla de la Juventud durante la década de 1990 y en la actualidad realiza idéntica función el nieto Israel desde 2004. Tampoco escapan a la memoria del redactor las actuaciones de los jimaguas Pablo y Pedro Pérez, capaces de acumular 14 y 13 temporadas respectivas bajo rangos de líderes ofensivos.

El desborde madero en mano corrió a cargo del camarero Alexander Ramos, cuyo promedio histórico acumu­lado de 339 (5980-2030) lo ubica como el primer jugador del territorio entre los mejores bateadores de las series nacio­nales, entonces solo superado por Omar ­L­i­na­res (368).

Alexander fue un hombre clave en lo que se podría denominar etapa de tránsito generacional, porque junto a él aparecieron los brazos de Gervasio Miguel Govín (22 campañas) y Carlos Yanes (24), cada uno dueño de capítulos independientes entre los lanzadores de mayor durabilidad con permanente rendimiento.

La dupla Govín (499-138-197) y Yanes (651-214-216) aún cubre un inolvidable período de esplendor en los clásicos cubanos, sobre todo al conocer el total de juegos iniciados (1150), válidos para 318 victorias y 352 reveses, muy fácil de escribir, pero difícil de hacer si revelamos que el total de triunfos de la Isla es de 857 y a ellos pertenece el 37,1 %. ¿Impresionante, verdad?

Otro de los grandes, Michel Enríquez, sentó cátedra desde la llegada al conjunto y en una década exacta mantiene el mejor promedio de incogibles conectados (121.4) y de ofensiva (363), tercero en el selecto trío que encabeza Osmani Urrutia (370) y Omar Linares (368).

La Isla de la Juventud tiene listo el parque Cristóbal Labra para iniciar el campeonato 48 del béisbol nacional; los objetivos inmediatos del director Armando Johnson consisten en profundizar el cuerpo de serpentineros, indiscutible lunar en la temporada anterior, debido a la inclusión de varios novatos. En esta oportunidad jugarán en casa la mitad del calendario en horario nocturno, lo cual nunca había sucedido por no disponer la instalación sede del correspondiente alumbrado. Tal handicap ha quedado superado y el terreno de juego dirá la última palabra, porque los tiradores saldrán en condiciones similares a las de los rivales. Hace mucho tiempo que los isleños abandonaron el sótano, tan lejos como 1992-1993 (16-49), y ese rendimiento les ha permitido aventajar por amplio margen a provincias varias veces superiores en cuanto a la cifra total de habitantes. Sus seguidores esperan mucho de ellos en el venidero certamen y para complacerlo están obligados a ganar como mínimo 50 desafíos de los 90 previstos en el calen­dario.

Michel Enríquez, el mejor bateador pinero en activo.

Mejores promedios históricos ofensivos

Retirados

SN

VB

C

H

AVE

2B

3B

HR

TB

SLG

BR

CR

CI

Alexander Ramos

18

5980

965

2030

339

268

36

112

2704

452

109

107

732

Orlis L Díaz

17

4639

740

1462

315

235

33

141

2185

471

54

60

792

ablo Pérez

14

3490

447

1006

288

164

27

60

1404

402

43

51

356

Arnaldo Fonseca

17

2611

308

702

269

122

7

104

1150

440

7

16

432

Pedro Pérez

13

2304

263

591

257

68

18

25

770

334

26

29

356

Activos

Michel Enríquez

10

3342

674

1214

363

242

15

102

1792

536

28

46

538

Luis F. Rivera

11

3237

574

1003

310

151

35

30

1314

406

85

61

335

Yoanis Pérez

17

3230

488

937

290

126

16

30

1185

367

49

64

319

Juan C. Moreno

14

4572

638

1317

288

234

14

100

1879

411

20

37

613

Vladimir García

14

3083

406

869

282

144

12

70

1247

404

11

22

450

Mejores promedios históricos de pitcheo

Retirados

SN

JL

JI

JC

JR

JG

JP

L

JS

INN

CL

PCL

SO

BB

Gervasio Miguel

22

499

357

139

142

138

197

17

5

2600,2

1369

4.74

1328

943

Roberto Soto

7

164

110

55

54

51

61

6

8

927,1

340

3,30

557

283

Jorge L. Garlobo

14

204

149

39

55

51

75

4

1

1011,1

623

5.54

417

471

Nota: Ningún otro lanzador en la nómina presenta más de 900 entradas.

Activos

SN

JL

JI

JC

JR

JG

JP

L

JS

INN

CL

PCL

SO

BB

Carlos Yanes

24

651

448

179

203

214

216

28

39

3508,2

1758

4,51

2027

1265

Omar Licourt

7

144

91

8

53

40

39

2

3

594,2

294

4,45

403

244

Wilber Pérez

7

126

95

7

31

40

32

4

1

568,0

276

4,37

443

362

Nota: Ningún otro lanzador en la nómina presenta más de 500 entradas.

Actuaciones en Series Nacionales

SN

Años

JG

JP

Posición

17

1977-1978

10

41

18

18

1978-1979

10

40

18

19

1979-1980

12

39

18

20

1980-1981

20

31

15

21

1981-1982

21

30

15

22

1982-1983

19

32

15

23

1983-1984

28

46

16

24

1984-1985

23

52

17

25

1985-1986

14

34

18

26

1986-1987

10

36

18



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