Conjugación de vida - Rafael Gómez Pérez - E-Book

Conjugación de vida E-Book

Rafael Gómez Pérez

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Beschreibung

Conjugación de vida es una valiosa muestra de cómo la poesía se entrelaza siempre con los nudos de la existencia humana. La poesía ha estado siempre presente en la trayectoria vital del autor. En este volumen, recoge poemas perdidos, otros sugidos de las lecturas poéticas, otros escritos en la juventud.

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Veröffentlichungsjahr: 2019

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Conjugación de vida

© Del texto, Rafael Gómez Pérez

© De la edición, Ediciones Trébedes, 2016. Rda. Buenavista 24, bloque 6, 3º D. 45005, Toledo.

Portada e ilustraciones de Juan Romero

www.edicionestrebedes.com

[email protected]

ISBN del libro digital: 978-84-120497-1-8

ISBN del libro impreso: 978-84-120497-0-1

Edita: Ediciones Trébedes

Estos artículos han sido registrados como Propiedad Intelectual de sus autores, que autorizan la libre reproducción total o parcial de los textos, según la ley, siempre que se cite la fuente y se respete el contexto en que han sido publicados.

Rafael Gómez Pérez

CONJUGACIÓN DE VIDA

Ediciones Trébedes

There are a few traces of birds in the sand

(Unnamed author)

Mi familiaridad con la poesía coincide con mi infancia. Mi madre recordaba muchos poemas de memoria y me los recitaba. En el colegio teníamos, al menos hasta los once años, una hora a la semana en la que recitábamos poesías que habíamos aprendido previamente. Recuerdo que yo me decantaba casi siempre por algunas estrofas del Cántico espiritual, de san Juan de la Cruz. Me llamó la atención, hasta hoy mismo, ese final: “y la caballería/a vista de las aguas descendía”. Encuentro un eco de eso en el final del Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía, de Lorca: “y recuerdo una brisa triste por los olivos”. Incluso en un verso de la Bohemian Rapsody, de Queen, “anyway the wind blows”. Y es que “el viento sopla donde quiere” (Juan, 3, 38).

Ya en la Universidad, entendí la poesía, en literatura, como dar con algo insólito de la realidad de las cosas, del cuerpo y del alma. y decirlo con palabras ajustadas y bellas por ese ajuste. Hacia 1955 me decidí a escribir la poesía ya pensada y fue un libro al que llamé Los tiempos, porque se basaba en ese famoso pasaje del capítulo tercero del Ecclesiastés: hay un tiempo oportuno para todo, tiempo para nacer, tiempo para morir, tiempo para reír, tiempo para llorar…

Llevé conmigo el libro cuando en 1958 me fui a vivir a Roma y allí lo di a leer a un buen amigo, Alfonso, que se lo aprendió de memoria. Otro amigo, el poeta colombiano David Mejía, me pidió de ese libro algunos poemas para publicarlos en una revista de su tierra, Arco. Después, no se sabe por qué, me pareció que el libro no valía nada y lo destruí. Así que solo se salvaron esos dos que envié a Colombia y que se pueden encontrar aquí: Tiempo de coser y Tiempo de guardar.

Seguía leyendo poesía (descubrimiento de Dante, Leopardi, Keats, Claudel, Hölderlin, Dickinson, Elliot, Péguy, Rilke, Pessoa), pero no se me ocurría ya hacerla.

A principios de los años ochenta, ya en Madrid, en un otoño me vino la idea del libro que aquí se titula Invención de un viaje. Hacia finales de los noventa, el de Ficciones.

En 2001 recuperé algo que pensaba perdido: una notas de lectura que tomé de los 16 a los 18 años. Me conmovió leer de nuevo Locas letanías, de Gabriela Mistral a la muerte de su madre, que termina con estos dos versos: “¡gozo que llaman los valles!/ ¡Resucitado, Resucitado!” Lo mismo un apunte de Figuras de la Pasión del Señor, de Gabriel Miró. Ese es el origen del poema que cierra este libro.

1. Ficciones

Sabemos decir muchas mentiras con 

apariencia de verdades; y sabemos,

cuando queremos, contar la verdad.

(Palabras de las Musas, en el 

inicio de la Teogonía, de Hesiodo).

Invenciones

Es sentimiento antiguo,

que emociona al sensible, 

pero no a quien se ríe

del ruido de las lágrimas.

He imaginado voces,

dichas y muertes, cielos,

y el subir y bajar de las pasiones.

Dejo aquí estas palabras

en manos de las manos

de la gente que ama. 

Horacio: Carpe diem

No entiendo que la vida

sea una simple suma de aventuras puntuales.

No me va el carpe diem,

o aquello, que es lo mismo,

de Ronsard, de coger desde ahora

las rosas de la vida.

Tendrían que ser nuevos los días y las rosas.

No imitaciones, repetidos gestos.

Apenas quedan días 

que agarrar y estrujar, como la uva 

de un vino claro, áspero y con gusto

a pecado joven. 

Filósofo

Llegar al fondo del fondo

para mirar por dentro lo que queda.

Como lo que queda en el tubo de dentífrico cuando nada queda,

o en las paredes del bote de champú,

“las paredes del alma”,

o de cualquier otra forma que se pueda decir eso.

O así: el vaho del pensamiento,

el olor de sentido, lo enganchado al vivir.

Quería entrar en eso: fondo, capa o nada.

Solo para saber.

Solo ver. 

Como fija la vista la gaviota en las olas. 

Peluche

He de pensar en serio

por qué me gustan tanto los osos de peluche.

También los patos, los monos, los elefantes, los

perros, los gatos de peluche,

pero más aun los osos:

su mirada de asombro,

como si no supieran para qué están ahí.

No quiero explicaciones esas de psicoanálisis,

que Freud confunda.

Mi infancia fue feliz. Ni escasa ni superflua.

Me rodeó un cariño abundante, inventivo.

Tuve muñecos.

Pero ha pasado el tiempo y con los años

cada vez quiero más al oso de peluche.

Quizá porque me encuentro tantas veces como él:

asombrado, perdido,

sin entender los golpes que me dan.

en mi pecho de trapo.

Dante

Evocó aquellos días

de rosas y de risas

cuando lo efímero parecía instalarse

perpetuo en la mirada de Beatrice.

Y si acaso algún día

volvieran esos tiempos 

de risas y de rosas,

no sería ya el esplendor primero,

el bálsamo de luces.

Que el estreno de amor

solamente lo otorga el paradiso.

Pigmalión

Cuando se idea un personaje:

el arranque es real

pero luego se finge la belleza.

De allí era el principio

y apenas asomaba lo imperfecto

recomponía una línea hermosa como un dios.

Le colocaba incluso algún defecto,

porque la perfección completa es fría:

pero de esos defectos que...

Y resultaba así algo tan grande,

que se tenía que ir: que no quería

añadir el detalle que rebosa

y hace trivial el velo del misterio.

Ana Karenina

Los nervios a flor de nervios.

Sufre con el piar

lejano de gorriones.

Se sienta. Para nada.