De Homero a Kafka - Rafael Gómez Pérez - E-Book

De Homero a Kafka E-Book

Rafael Gómez Pérez

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Beschreibung

75 autores clásicos tratan sobre la creación literaria, el trabajo, la vida y la muerte, la guerra y la paz, los diversos tipos de amores, la amistad, la libertad, el exilio, la corrupción, la decadencia, la bondad y la maldad, el silencio y la inocencia..., ofreciéndonos una valiosa geografía del alma, que fácilmente despertará el deseo de ahondar en ella. Por sus páginas aparecen, entre otros, Homero, Hesíodo, Safo y Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes y Tucídides, Platón, Cicerón y Horacio, Virgilio y Ovidio, Séneca, Tito Livio y Marco Aurelio, Dante y Jorge Manrique, Tomás Moro y Luis Vives, Erasmo y Garcilaso, Camoens, Montaigne, santa Teresa y san Juan de la Cruz, Marlowe, Cervantes y Shakespeare, Lope de Vega y Quevedo, Molière, Pascal, Racine, Defoe y Novalis, Austen y Hölderlin, Brontë, Goethe y Manzoni, Leopardi, Chateaubriand y Balzac, Dickens y Dostoievski, Rimbaud, Tolstoi y Wilde, Pessoa, Chesterton, Eliot y Kafka.

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Veröffentlichungsjahr: 2018

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RAFAEL GÓMEZ PÉREZ

DE HOMERO A KAFKA

75 clásicos para una geografía del alma

EDICIONES RIALP, S. A.

MADRID

© 2017by RAFAEL GÓMEZ PÉREZ

© 2017byEdiciones Rialp, S. A.,

Colombia, 63, 8º A - 28016 Madrid

(www.rialp.com)

Realización ePub: produccioneditorial.com

ISBN: 978-84-321-4939-9

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

PORTADA

PORTADA INTERIOR

CRÉDITOS

INTRODUCCIÓN

1. METALITERATURA (HOMERO)

2. ¡TRABAJA, PERSES! (HESÍODO)

3. PRIMERA POETISA CONOCIDA (SAFO)

4. DEMOCRACIA O AUTOCRACIA (ESQUILO)

5. LA LEY NATURAL SE LLAMA ANTÍGONA (SÓFOCLES)

6. DESENFRENO DIONISIACO (EURÍPIDES)

7. EL DISGUSTO DE LOS FABRICANTES DE ARMAS (ARISTÓFANES)

8. LA CONSTANTE NATURALEZA HUMANA (TUCÍDIDES)

9. PLATÓN ENSEÑA QUÉ ES POESÍA

10. LA DIFÍCIL AMISTAD (CICERÓN)

11. LA MITAD DE MI ALMA (HORACIO)

12. UN CASO DE DESAMOR (VIRGILIO)

13. LA AMARGURA DEL EXILIO (OVIDIO)

14. LA MALA DILACIÓN (SÉNECA)

15. SOCIEDAD EN DECADENCIA (TITO LIVIO)

16. RASGOS DE UN BUEN CARÁCTER (MARCO AURELIO)

17. EL GUSTO DE LO PROHIBIDO (SAN AGUSTÍN)

18. DIVINA BELLEZA (DIONISIO AEROPAGITA)

19. NOBLEZA DE ORIGEN (BOECIO)

20. SENTIMIENTOS EN EL MEDIEVO (MÍO CID)

21. ECOLOGISMO DIVINO (FRANCISCO DE ASÍS)

22. AMOR EN LA CONDENA (DANTE)

23. INDEPENDENCIA PERSONAL (JORGE MANRIQUE)

24. UN GOLFO MEDIEVAL (FRANÇOIS VILLON)

25. AGONÍA Y MARTIRIO (TOMÁS MORO)

26. EL SOCORRO A LOS POBRES (JUAN LUIS VIVES)

27. LAS EDADES DEL HOMBRE (ERASMO DE ROTTERDAM)

28. DOLORIDO SENTIR (GARCILASO DE LA VEGA)

29. LA NOSTALGIA (LUIS DE CAMOENS)

30. LA VERDADERA AMISTAD (MONTAIGNE)

31. LA VERDAD NO PERECE (SANTA TERESA DE JESÚS)

32. BELLEZA DE LO INDETERMINADO (SAN JUAN DE LA CRUZ)

33. ELECCIÓN DEL MAL (MARLOWE)

34. DON QUIJOTE: UN “BOBO” INMORTAL (CERVANTES)

35. EL EXTREMO DE LA MALDAD (SHAKESPEARE)

36. SONETO PARA LA NAVIDAD (LOPE DE VEGA)

37. QUIEN SIEMPRE ESPERA (LOPE DE VEGA)

38. AMOR Y ALMA, INMORTALES (QUEVEDO)

39. AMOR Y SILENCIO (CALDERÓN DE LA BARCA)

40. AQUELLO DEL HONOR (CORNEILLE)

41. ODIAR A LOS RICOS (LA ROCHEFOUCAULD)

42. EL DEMONIO TENTADO POR LA BELLEZA (MILTON)

43. LA “VIRTUD” DE LA HIPOCRESÍA (MOLIÈRE)

44. SER BUENA PERSONA (PASCAL)

45. AMOR DE MADRE (RACINE)

46. YO Y EL OTRO (DANIEL DEFOE)

47. CABALLOS Y VERDAD (JONATHAN SWIFT)

48. CADA PERSONA ES IMPORTANTE (NOVALIS)

49. ELOGIO DE LA INOCENCIA (VON KLEIST)

50. PREJUICIOS JUVENILES (JANE AUSTEN)

51. PELIGRO Y SALVACIÓN (HOELDERLIN)

52. AMOR DE PERDICIÓN (EMILY BRONTË)

53. EL ETERNO FEMENINO (GOETHE)

54. EL ESPLENDOR DE LA HIERBA (WORDSWORTH)

55. DECIR TODO, CALLANDO (MANZONI)

56. OBSERVACIONES AGUDAS (STENDHAL)

57. PONERSE EN LO PEOR (LEOPARDI)

58. LA ESENCIA DEL AMOR (PUSHKIN)

59. EL FUTURO DE EUROPA (CHATEAUBRIAND)

60. SI HAY O NO PRINCIPIOS (BALZAC)

61. NEGOCIOS SUCIOS (GOGOL)

62. LA ENSEÑANZA DEL SUFRIMIENTO (BAUDELAIRE)

63. EL HUMOR DE SAM WELLER (DICKENS)

64. SUPERACIÓN DEL OLVIDO (BÉCQUER)

65. RELIGIÓN, NO FANATISMO (MELVILLE)

66. EL IMPLACABLE AFÁN DE LIBERTAD (DOSTOIEVSKI)

67. SOBRE LOS ÁNGELES (EMILY DICKINSON)

68. GENIALIDAD ADOLESCENTE (RIMBAUD)

69. APOLOGÍA Y FRACASO DEL PECADO (OSCAR WILDE)

70. LA SINGULARIDAD DE MI MUERTE (TOLSTOI)

71. CORAZÓN DE LA ROSA (RILKE)

72. RACIONAL Y MARAVILLOSO (CHESTERTON)

73. ¿QUÉ ES CREAR? (PESSOA)

74. SABIDURÍA DE LA HUMILDAD (ELIOT)

75. EL TERROR QUE SE AVECINABA (KAFKA)

EPÍLOGO

TRADUCCIONES

INTRODUCCIÓN

«Puesto que la naturaleza admite que lleguemos a ser copropietarios de todas las épocas, ¿por qué desde este tramo escaso y perecedero de tiempo no nos entregamos de todo corazón a esas realidades que son inmensas, que son eternas, que compartimos con los mejores?»

(Séneca, Sobre la brevedad de la vida)

LA CONDICIÓN HUMANA —DESEOS, PENSAMIENTOS, pasiones, grandezas, vicios, tristezas, amor, miedos, esperanzas, gozos, odios, nostalgias…— ha sido analizada desde antiguo en Occidente. Ha quedado en muchas de las obras que llamamos clásicas, al menos desde el siglo VIII a. C. hasta el siglo XX. El XXI y los que después vengan también las tendrán, pero para saber cuáles hay que contar con la perspectiva del transcurso del tiempo.

Siguen setenta y cinco textos de otros tantos autores y autoras. Podrían ser muchos más, pero quizá basten para apuntar los principales trazos de una geografía del alma con relieves insólitos, y expresados con una inteligente belleza.

Se leerá sobre la creación literaria, el trabajo, la vida y la muerte, la guerra y la paz, diversos tipos de amores, la amistad, la libertad, el exilio, la corrupción, la decadencia, los rasgos de carácter, la bondad y la maldad, los sentimientos y las pasiones, la belleza, el silencio, la infancia, la inocencia…

Sobre las obras aquí citadas hay gran profusión de comentarios, muchos de ellos de cuidada erudición. Lo que aquí se pretende es otra cosa: destacar textos que tienen un toque distinto, una singularidad.

He pensado el libro no para los expertos: sobre cada uno de estos clásicos se puede rizar el rizo, incluso hasta hacerles decir lo que nunca dijeron.

Me dirijo, en cambio, a quienes deseen un primer o segundo acercamiento a autores y autoras que, a veces a distancia de casi treinta siglos, a veces de ayer mismo, tienen mucho más que decir, hoy, que un cargamento de best-sellers.

Para otros, el libro será un sencillo repaso a cosas conocidas y no frecuentadas desde hace mucho. Con la esperanza de que esta selección anime a acudir más a las obras de los clásicos, que es explorar la geografía del alma. Hasta bien entrado el siglo XX la formación en los clásicos, tanto en el bachillerato como en la universidad, era habitual. Desde hace unas décadas se ha perdido, en gran parte, quedando como pasto para especialistas lo que se escribió para todos.

Salvo en griego y en ruso, se ofrece el texto bilingüe para quienes puedan apreciar el idioma original. Al final se detallan las traducciones utilizadas. Si no se indica nada, son propias.

1. METALITERATURA (HOMERO)

FUERA QUIEN FUERA HOMERO (SIGLOVIII a. C.) es la piedra miliar de la literatura en Occidente, con invenciones tan anticipadoras que asombran.

Es el caso del siguiente texto de La Ilíada. Son palabras de Helena, una de las causas de la guerra de Troya. La verdadera fue probablemente el deseo de los griegos de hacerse con la ciudad. Helena dejó a su marido, Menelao y se fugó con el hermoso Paris, también llamado Alejandro.

Helena habla aquí a su cuñado, Héctor, el gran héroe troyano: sencillo, valiente y esforzado.

En ti especialmente, sobre tu propio pecho, montado está a horcajadas el trabajo, por culpa mía, que soy una perra, y por culpa del error de Alejandro, que a entrambos Zeus impuso un mal destino, para que en el futuro lleguemos a ser temas de canciones en boca de hombres venideros (Canto VI).

Cuando se habla de metaliteratura, es decir, en una de sus modalidades, de lo literario dentro de lo literario, quizá no se cae en la cuenta de este primer ejemplo en el siglo octavo antes de Cristo. Los fingidos seres reales (literarios) son conscientes de ser personajes para que el mundo tenga de qué hablar, emocionarse, llorar o reír.

La metaliteratura no es una invención “moderna”. Está ya en el padre Homero hace casi treinta siglos.

Helena ha sido después casi siempre considerada el ideal de la belleza femenina, como se ve en Doctor Faustus, de Marlowe («Dulce Helena, hazme inmortal con un beso») y en la segunda parte del Fausto, de Goethe. Y, a la vez, es la primera adúltera famosa[1]. Pero aquí se presenta con una inteligencia capaz de verse a sí misma con la inexorabilidad de ser un personaje. Como anticipando aquello de Jessica Rabbit[2]: «No soy mala; me han dibujado así».

[1] El tema del adulterio de la mujer será ampliamente tratado (por ejemplo, Francesca, en la Divina Comedia), pero encuentra un gran desarrollo en el siglo XIX: la Madame Bovary, de Flaubert; Anna Karenina, de Tolstoi; Luisa, en El primo Basilio, de Eça de Queiroz; Melanie de Caparoux, en La adúltera; Effi Briest, de Theodor Fontane; Ana Ozores, en La Regenta de Leopoldo Alas “Clarín”; Augusta, en Realidad, de Galdós; Hester Prynne, en La letra escarlata, de Nathaniel Hawthorne; Madame de Rênal, en Rojo y Negro, de Stendhal… No hay novela alguna, en cambio, con esos acentos, para el adulterio del hombre, en esa época socialmente aceptado y hasta celebrado como una hazaña.

[2] El personaje de Who Censored Roger Rabbit?, de Gary K. Wolf, más popular por la película de Robert Zemeckis,¿Quién engañó a Roger Rabbit?, de 1988.

2. ¡TRABAJA, PERSES! (HESÍODO)

HESÍODO (SIGLOSVIII-VII a. C.), en Los trabajos y los días, se dirige así a su hermano, Perses:

Mas tú, recordando siempre nuestra admonición ¡trabaja!, Perses, divino retoño, para que el hambre te odie, y te quiera en cambio la bien coronada Deméter augusta, e hinche de alimento tu cabaña. Es el hambre habitual compañera del varón inactivo. Dioses y hombres se irritan con aquel que vive inactivo, semejante en su índole a los zánganos rabones, los que el fruto del afán de las abejas esquilman, devorándolo sin trabajar. A ti, por el contrario, séate grato atender a trabajos honestos, a fin de que con el anual alimento se hinchen tus cabañas. Por sus trabajos son los hombres ricos en rebaños y opulentos, y trabajando serás mucho más querido de los Inmortales y de los mortales: pues mucho aborrecen a los inactivos. El trabajo no es ningún oprobio; la ociosidad sí que es oprobio. Si tú trabajas, pronto te envidiará el ocioso en tu riqueza; a la riqueza acompaña siempre excelsitud y gloria. En el destino en que estás, el trabajar te es mejor, si es que apartas de bienes ajenos tu extraviado corazón, y volviendo al trabajo te cuidas del sustento, como yo te pido.

Este elogio al trabajo irrumpe desde muy pronto en la cultura occidental. Es un testimonio para al menos matizar la opinión de que, a diferencia del mundo judío, en el griego el trabajo no estaba valorado, ya que, en la mayor parte, era labor de esclavos. El elogio de Hesiodo no es a un trabajo intelectual sino manual, agrícola: lo preciso para que se puedan llenar los graneros. El pensamiento de que “el trabajo dignifica al hombre” ya está ahí.

Es cierto que, siglos después, se ve en Aristóteles (384-322 a. C.) la frecuente opinión —no le doy categoría de verdad— de que el trabajo manual es un impedimento para la vida intelectual, que sería la mejor. Por entonces los ciudadanos libres podían eximirse del trabajo manual: para eso estaban los esclavos. Hesíodo, muy anterior, en cambio, era probablemente un campesino y además poeta.

3. PRIMERA POETISA CONOCIDA (SAFO)

DE SAFO (circa 650/619-580 a. C.) apenas se sabe nada. Y lo poco que se sabe se intuye de sus poemas, de los que solo quedan fragmentos basados en citas posteriores.

Este poema, como otros de ella, evoca a Afrodita:

Ven a mí, desde Creta, ven al sacro,

recinto, donde un grato bosquecillo,

de manzanos se eleva y en las aras,

arde el incienso.

Canta aquí el agua fresca por las ramas

del manzanar; sombreando rosales

el lugar todo y, al temblar las hojas,

sopor difunden.

Aquí florecen lirios en el prado

que apacienta corceles; los eneldos

exhalan, en la noche deleitable,

su hálito dulce.

Cíñete aquí las ínfulas, ¡oh, Cipris!,

y en las doradas copas tiernamente,

mezclado con delicias el divino

néctar escancia.

En poesía y en prosa, a lo largo de los siglos, se volverá muchas veces a la descripción del locus amoenus, un lugar paradisíaco donde es bello vivir. Así en los poetas romanos Teócrito, Horacio o Virgilio. También en la literatura medieval, en Gonzalo de Berceo. O en el Decamerón, de Boccacio. O en la Arcadia, de Jacopo Sannazaro, muchas veces imitada después. O en Shakespeare en Sueños de una noche de verano. También en La Galatea, de Cervantes, hay elementos de estos parajes idílicos e incontaminados.

Safo consigue que ese lugar parezca vivo y a la vez ensoñador: agua que corre, sombras, hojas que tiemblan y ese misterioso prado donde pacen los caballos. Lo recordaremos al tratar de Juan de la Cruz, cuando termina su Cántico espiritual con ese «y la caballería/a vista de las aguas descendía».

4. DEMOCRACIA O AUTOCRACIA (ESQUILO)

ENLAS SUPLICANTES, DE ESQUILO (524-456 a. C.) hay un importante apunte sobre el modo de ejercer el poder político: o consultando al pueblo o de forma autócrata.

La acción de esta tragedia es mínima: las suplicantes son las danaides, hijas de Dáneo[1]. Dáneo era hermano de Egipto. Egipto quería obligar a sus sobrinas, que eran 50, a casarse con los hijos de él, también 50. Las danaides huyen y acaban en Argos, donde reina Pelasgo. Piden al rey protección contra Egipto.

El rey les dice, en determinado momento:

«Si en común se pierde la ciudad, debe el pueblo hallar remedio en común; no me atrevo a hacer promesas sin consultar los hechos con el pueblo».

Esto suena ya a democracia.

El coro de las suplicantes, para obtener el apoyo del rey, hace el elogio de la autocracia. Se anticipan a Luis XIV en lo de “El Estado soy yo”.

«El estado eres tú, tu eres el pueblo; señor no sometido a juez alguno; tú eres rey del altar, del hogar de esta tierra. Solo con el sufragio de tu mente y solo con el cetro de tu trono lo decides todo».

Alrededor de estos dos breves párrafos se podría hacer la historia política del mundo, desde el principio hasta hoy.

[1]La posterior historia de las Danaides es trágica. Los cincuenta hijos de Egipto llegan a Argos y las Danaides son obligadas al matrimonio con sus primos. En la noche de bodas cada una asesina a su marido, con una daga. En castigo, son condenadas en el inframundo a llenar de agua un cesto que se derrama incesantemente.

5. LA LEY NATURAL SE LLAMA ANTÍGONA (SÓFOCLES)

ENTRE LAS OBRAS DESÓFOCLES(486-406 a. C.),Antígona destaca por su fuerza dramática y por la profundidad de sus ideas. Antígona pertenece a un linaje desgraciado. Es hija de Edipo y de Yocasta. Tiene una hermana, Ismene, y dos hermanos, Eteocles y Polinices[1]. Los dos hermanos luchan entre sí por el reino de Tebas y los dos mueren en el enfrentamiento. Creonte, que se convierte entonces en rey de Tebas, ordena que Eteocles sea enterrado con honores. En cambio, Polinices, a quien considera traidor, deberá quedar insepulto para que lo devoren los cuervos.

Antígona, que ama por igual a los dos hermanos, cumple con Polinices los ritos funerarios, desobedeciendo a Creonte.

CREONTE: ¿Y aun así osaste transgredir estas leyes?

ANTÍGONA: Es que no fue Zeus, en absoluto, quien dio esa orden, ni tampoco la Justicia, que es convecina de los dioses del mundo subterráneo. No, no fijaron ellos entre los hombres estas leyes. Tampoco suponía yo que esas tus proclamas tuvieran tal fuerza que tú, un simple mortal, pudieras rebasar con ellas las leyes de los dioses anteriores a todo escrito, e inmutables. Pues esas leyes divinas no están vigentes, ni por lo más remoto, solo desde hoy y desde ayer, sino permanentemente y en toda ocasión, y no hay quién sepa en qué fechas aparecieron.

Se ha escrito mucho sobre la existencia y vigencia de una ley natural moral, común a todos los seres humanos. Pero mucho antes de esos escritos más o menos teóricos está este testimonio de Sófocles que refleja lo que era creencia común. El público que asistía a la representación estaba con Antígona (casi parece escucharse el murmullo de asentimiento a sus palabras) y Antígona a su vez era portavoz de realidades perennes: el amor de hermanos y rebelarse contra las leyes injustas.

[1]El mito de Edipo recorre la literatura occidental. Sin saber que eran sus padres, Edipo mató a Layo y se casó con Yocasta. (Sobre eso Freud inventó lo del “complejo de Edipo”). Del matrimonio incestuoso nacen Antígona, Ismene, Polinices y Eteocles. Al enterarse de la verdad, Yocasta se suicida y Edipo se arranca los ojos. Será, una vez más, Antígona, la que acompañará y guiará a su padre.