Consumidas - Candela Yatche - E-Book

Consumidas E-Book

Candela Yatche

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Beschreibung

La industria mundial de la belleza genera billones de dólares por año y las mujeres representamos aproximadamente el 80% del consumo total. Diversas industrias lucran con la obediencia al mandato de belleza hegemónico: la industria de la delgadez, de la belleza estética, de la moda y la visual. ¿Cuál es la relación entre la imagen corporal, la autoestima y el consumo? ¿Somos accionistas o rehenes del Mercado de Inseguridades? ¿En qué momento naturalizamos este modelo que atenta contra nuestro propio bienestar? Convivimos con expectativas corporales que no elegimos y pagamos por satisfacerlas. Se nos critica si consumimos, se nos critica si no consumimos. ¿Se puede vender a cualquier costo? ¿Consumimos o somos Consumidas? Es hora de plantearse nuevas preguntas para avanzar en la construcción de un nuevo paradigma, libre de violencias estéticas y apartado de las lógicas de consumo que sitúan al cuerpo como bien de compraventa. En palabras de Simone de Beauvoir: "El cuerpo no es una cosa, es una situación; es nuestra forma de aprehender el mundo y el esbozo de nuestros proyectos…". En Consumidas, Candela Yatche, psicóloga y fundadora de Bellamente, traza un recorrido posible para revisar las múltiples situaciones a las que se encuentran expuestas las corporalidades femeninas, en una construcción equilibrada, tan íntima como colectiva, que se propone como alternativa y reflexión frente a una realidad acuciante que se cobra vidas y atenta contra la libertad y la salud social.

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“La forma actual de subordinación a las mujeres pasa por domesticar su cuerpo con toda clase de mandatos que son interiorizados y defendidos como libertad. Son necesarias reflexiones que, como las de Candela Yatche en este libro, interpelan a la industria de la belleza y nos hacen reflexionar sobre el concepto de empoderamiento”.

YOLANDA DOMÍNGUEZ,

artista visual y autora del libro Maldito estereotipo(Ediciones B, España).

“El consumo y los estereotipos de belleza en mujeres trans a menudo nos obligan a ajustarnos a normas sociales cis, reforzando una subordinación que controla nuestros cuerpos y nos limita poder expresar nuestra identidad y género libremente, sin entender una diferencia de cuánta expresión propia tienen nuestras decisiones, o cuánto de nuestra identidad está basada en los estereotipos de género. El nuevo libro de Candela Yatche cuestiona la industria de la belleza y nos hace reflexionar acerca de nuestra autonomía como mujeres y feminidades”.

LOUIS YUPANQUI,activista trans y peluquera especializada en rulos y ondas.

“En Consumidas, catarsis personal y colectiva, la autora revisa las muchas violencias que atraviesa el cuerpo bajo el mandato de los estándares de belleza. Pero también ofrece un bálsamo de lo posible, de la fuerza que se teje al cuestionar las estructuras para poder desmontarlas y, poco a poco, reconciliarnos con la imagen que vemos en el espejo”.

ALEJANDRA HIGAREDA PATRÓN,

fundadora de Malvestida (México).

“Recibí Consumidasal mismo tiempo que decidí dejar de hacerme las manos y teñirme el pelo con frecuencia. Quiero volver a ser dueña de mi tiempo. Declararme imperfecta para conquistar el territorio que cedí casi sin darme cuenta: mi cuerpo como terreno de pelea con el afuera exigente, patriarcal y arrasador”.

LA DALIA, autora de autora de Bruja modernay Puta madrey conductora de Concha podcast.

“Imperfectas. Falladas. Que nos falta algo. Doblemente excluidas. Sometidas a un sistema que nos percibe vulnerables y débiles. Asexuadas, pasivas. Así nos creen a las mujeres con discapacidad. Y así nos quieren ver. Anuladas, invisibilizadas en publicidades. En una carrera eterna por ser normalesocultando nuestras cicatrices, lo más bello que tenemos y destellos de supervivencia. Si tan solo se dieran cuenta de que estamos completas como somos y solo necesitamos poder brillar distinto”.

DANIELA AZA

licenciada en Comunicación (UBA), creadora de contenido y facilitadora en discapacidad.

“Si me dieran a elegir, me encantaría que todas las chicas leyeran Consumidas. Y que entiendan que son demasiado valiosas para estar en manos de mandatos que les hacen daño. Candela Yachte escribió un libro amoroso, sincero y necesario. Solo quiero darle las gracias”.

ANA CORREA, abogada, comunicadora, activista por los derechos de las mujeres, magíster en Relaciones Internacionales (FLACSO-Universidad de Barcelona), posgrado en Opinión Pública y Comunicación (FLACSO) y en Comunicación Institucional (Inglaterra, beca Chevening). Conduce el podcast sobre libros Notas al Pie. Formó parte del grupo de periodistas, comunicadoras y escritoras que el 3 de junio de 2015 organizó la primera marcha de Ni Una Menos en Argentina.

©2023, Candela Yatche

©2023, RCP S.A.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopias, sin permiso previo del editor y/o autor y/o fotógrafa.

Printed in Argentina - Impreso en Argentina

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Diseño de interior: Cerúleo

Direccion creativa: Amanda Trosman

Ilustración: Manuela Nuñez Cassina

Primera edición en formato digital: noviembre de 2023

Versión 1.0

Digitalización: Proyecto451

ISBN edición digital (ePub): 978-950-556-970-0

Yatche, Candela

Consumidas / Candela Yatche. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Galerna, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-950-556-970-0

1. Salud. 2. Psicología. I. Título.

CDD 158.1

PARTE UNO

CUERPOS PARA SER VISTOS

Adornos• 17

Nos quieren a medida• 18

Fragmentadas• 22

¿Alguna vez te trataron como a un cuerpo?• 25

¿Cuánto pesa lo que decimos?• 28

Tenedor libre de comentarios• 31

¿Qué comentarios hicieron sobre tu cuerpo y qué impacto tuvieron?• 34

Me arreglo y voy• 40

El control del cuerpo• 41

¿Alguna vez te trataste como un cuerpo?• 47

Monitoreo corporal• 50

La triple C: críticas, comparaciones y competencia• 54

¿Alguna vez te comparaste, criticaste o competiste con otra mujer?• 58

Más insatisfacción, más consumo • 60

PARTE DOS

MERCADO DE INSEGURIDADES

Barbieland• 65

Tenedor libre de publicidades• 68

Panza flaca, corazón contento• 71

Cuando sea grande quiero ser flaca• 73

Dietas milagrosas• 77

¿Alguna vez hiciste una dieta para adelgazar?• 80

Productos milagrosos• 83

¿Alguna vez consumiste un producto para adelgazar?• 84

La elegida• 89

Piernas de modelo• 90

¿Alguna vez te sentiste presionada por las reglas de la moda?• 96

Ilusiones en frascos • 100

The climb• 103

But first, let me take a selfie• 111

Maquillada• 113

Explotar todo• 114

Rutina sagrada• 115

#KylieJennerChallenge• 117

¿Qué productos de belleza consumiste y qué te llevó a hacerlo?• 118

Transformación digital en la industria de la belleza• 121

Ser likeable• 123

Vidriera digital• 124

Tinderland• 131

¿Qué experiencia tuviste con apps de citas?• 133

@riverpleit14_ te ha enviado un mensaje• 136

¿Alguna vez te sentiste desprotegida en internet?• 138

Sexy y abrumada• 140

¿Qué te genera sacarte y mandar fotos desnuda?• 141

Target vulnerable• 144

PARTE TRES

COSTOS DE LA BELLEZA

24/7• 148

La belleza duele• 150

Coger en pose• 155

¿Alguna vez dejaste el deseo a un lado por tu cuerpo?• 156

¿Cuánto cuesta el tiempo?• 158

Damas gratis • 160

No sos fea, sos pobre• 163

¿Alguna vez la imagen influyó en tu ámbito laboral?• 164

Muertas antes que sencillas • 168

Más que un cuerpo• 173

¿Cómo fue tu trastorno alimentario?• 176

Desinformadas• 185

Informadas• 188

El extremo se volvió rutina• 195

¿Qué consecuencias tuvo en tu salud consumir un producto o servicio de belleza?• 197

Entre la ética y la estética• 201

Hot sale, Hot planet• 206

PARTE CUATRO

ARCHIVO/GUARDAR COMO: “CONSUMIDAS”

¿Cuántas veces escribí la palabra belleza?• 211

??????????• 215

Tengo la mente cansada y no elongué• 217

Situación actual• 220

Hackear el sistema• 223

El antes y el después • 225

Bellamente• 226

Maquillate. Alisate el pelo. Depilate los bigotes. Adelgazá. Bron-ceate. Tapate los granos. ¿No te vas a pintar las uñas? Corregí las ojeras. Volvé a depilarte. Perfilate las cejas. Tonificá los brazos. Fi-jate la papada. Hacete la depilación definitiva. Probá un peeling. Rejuvenecé. Y ahora repetí conmigo:

“Amo cada parte de mi cuerpo”.

A la resaca de la belleza

17

Poco después de que empieces a respirar, van a perforarte las orejas. Adornarte con chupetes, brillos rosas, moñitos de bebé. Van a enseñarte a usar vestidos, pintarte la cara, cruzar las pier-nas. A tu seguridad se le inyecta vergüenza. Tu cuerpo no merece ser querido por nadie, la comparación empieza a latir. Panza cha-ta, nariz de tucán, brazos largos, piel de seda, pelo quemado, ojos tristes. Van a cambiarte el alfajor por otro alimento, vas a comer a escondidas con la culpa agarrada de la mano, y ella no te va a soltar. Una sensación cotidiana, la disconformidad. Van a arran-carte los pelos con cera caliente, ¿la obsesión tuya o de tu mamá? Vas a meter panza, encorvar los hombros, mirarte al espejo, llo-rar, y no saber por qué. Unas pastillas “naturales” regulan el ape-tito. A tu escasa seguridad se le vuelve a inyectar vergüenza. ¿Él no es mucho para vos? ¿Así vas a salir? ¿No pensaste que es mejor no existir? Siguen las fiestas, la terapia, las vacaciones, tus ami-gas también lloran y no saben por qué. Lo primero que entra en tu casa nueva es tu fábrica de belleza. Buscás acariciar la idea de buena presencia, el peso, la elegancia que tienen en el movimien-to aquellas que lo logran. Vas a casarte de blanco aunque el de-seo no te corresponda. Vas a quedar embarazada de una nena. Se te estira la piel, se te marca la piel, se te muere la piel. Tu cuerpo nunca vuelve a ser el de antes. Vas a tener miedo. A tu inseguri-dad se le inyecta vergüenza. Rezás que sea linda y cuando nace, le perforás las orejas.

18

Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, madre realizada pero no desbordada por los pañales y por las tareas del colegio, buena ama de casa pero no sirvienta, cultivada pero menos que un hombre, esta mujer blanca, feliz que nos ponen delante de los ojos, esa a la que deberíamos hacer el esfuerzo de parecernos (…) nunca me la he encontrado en ninguna parte. Es posible incluso que no exista.

VIRGINIE DESPENTES

Pienso en la palabra bellezay lo primero que se me viene a la mente es el modelo al que aspiré. Una lista que me llevó a con-sumir lo que después llamé el Mercado de Inseguridades: cada vez que tachaba un ítem, aparecían dos nuevos. Convivir con esta lis-ta y nunca ser el producto final. Vivir manufacturándome. Una industria que vende seguridad momentánea, descartable, como esas máscaras faciales que vienen envueltas en plástico platea-do. Consumo segura de que la vida mejora cuando tengo menos frizz, cuando las pestañas están resaltadas, cuando estoy depila-da. Sin consumir me siento desnuda. Gasto para pertenecer, in-vierto en mí, soy un proyecto viviente.

La belleza es subjetiva, entonces ¿por qué compartimos el de-seo de conseguir determinada corporalidad?

El cuerpo se construye, se conquista, se consume, muta se-gún el lugar y el momento donde estemos paradas. Si hubie-se nacido treinta, cuarenta, cincuenta años antes, mis gustos se-rían diferentes. Si lo hiciera en Japón, en Alemania o en Costa Rica, mis antojos corporales variarían. Escribo sobre un ideal no

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“natural”, que se construye por quienes participan de determi-nada sociedad. La construcción de la belleza está llevada adelan-te por personas. Detrás de los medios de comunicación y de las publicidades hay humanos. Tenemos que tener el ojo muy afila-do para detectar qué hay detrás de los estímulos que nos rodean en la cotidianidad, esos que reproducen mensajes, que van crean-do piso a piso un edificio, desde cuya terraza podemos ver cuá-les son los cuerpos valorados y cuáles no. Hoy estamos en una cri-sis de oportunidades, un momento en el que debemos cuestionar toda la construcción del edificio social en el que vivimos,1demoler los ci-mientos, intercambiar experiencias, redefinir conceptos y llegar a nuevos entendimientos. ¿Cómo se edificó esta construcción? ¿Sobre qué? ¿Qué columnas la sostienen? ¿Para qué conviene que se siga sosteniendo? ¿Está aplastando a alguien? ¿Por qué la ma-yoría de las personas respetamos y respondemos a estas catego-rías culturales?

Podemos hacer un análisis crítico de los medios masivos, sin perder de vista que, como personas, somos parte de la sociedad, de esta construcción de belleza y por ende responsables de no ali-mentar estos ideales desde el lugar que ocupemos, sea en el ám-bito laboral, educativo, familiar.

En búsqueda de salud, se entrena mucho el cuerpo y poco la mirada. A partir de nuestros círculos, tanto familiares como de consumo, aprendemos a ver y a ser vistas, esto nos lleva a tomar ciertas decisiones sobre nuestra imagen para satisfacer la mira-da filosa.

El género puede verse como un sistema de clasificación so-cial, tradicionalmente es una categoría binaria, dos opciones ex-cluyentes entre sí. La oposición binaria masculino/femenino no so-lo constituye el marco exclusivo en el que esta especificidad puede ser reconocida, sino que también, de cualquier otra forma la “especifici-dad” de lo femenino.2En nuestra subjetividad, el género juega un

1 Rebecca Solnit.

2 Judith Butler.

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papel importante para organizar y construir nuestra identidad,3la percepción moldeada por los roles de género va marcando cómo nos relacionamos, así como también nuestros gustos, comporta-mientos y sentimientos. Es a partir de estos estereotipos que me mimetizo con las personas de mi grupo y me diferencio de los que no forman parte. Este tratamiento diferenciado no tiene una base biológica sino cultural. No hay nada genético en que la gran mayoría de las feminidades nos maquillemos y la gran mayoría de masculinidades no lo hagan. Las feminidades tenemos más interiorizado el ideal de delgadez, mientras que las masculinida-des, el ideal de muscularidad. Cuando estamos insatisfechas con nuestros cuerpos tendemos a adelgazar, mientras que las masculi-nidades tienden a perder peso, pero a su vez ganan masa muscu-lar.4En las diferentes culturas, hay una constante: las exigencias estéticas recaen más en nosotras, que respondemos a un ideal de belleza, más cambiante que el masculino. Las exigencias estéticas son otra manifestación de las desigualdades de género que preva-lecen en nuestra sociedad. Las mismas canas que resultan “atrac-tivas” en cuerpos masculinos se leen como signos de “descuido” en las feminidades, las axilas masculinas con pelos son “natura-les,” pero las femeninas “hay que afeitarlas”, los pezones femeni-nos se censuran en las redes sociales y los masculinos se publican. Ingenua, yo que por mucho tiempo creía que veía el mundo con transparencia, cuando aprendí a mirar a través del sesgo de géne-ro. Tengo el lente empañado. De la estética femenina espero que sea delgada y fina, de la masculina que sea grande y fuerte.

Inserta en una sociedad en la que se critica por deporte, ¿có-mo miro a las personas que escapan a esos moldes? Uso seña-les de género para hacer inferencias sobre otras personas, y trato a la gente dependiendo de esos estereotipos rígidos que son di-ferenciados. También me trato a mí según ese molde. Obedez-co inconsciente, internalizo el deber ser, acepto estas creencias

3 Mayobre, 2006.

4 Estudio de Fundación Bellamente en conjunto con Privilegiados (2021) sobre presiones socioculturales en feminidades y masculinidades.

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generalizadas. La búsqueda consiste en reducir centímetros. El ancho de mi cadera, el diámetro de mis brazos, la silueta de mi cuerpo. Ser femenina, ser a medida, ser la receta a la que siempre le queda algún condimento por agregar. Un círculo vicioso en el que nunca somos el sabor suficiente.

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La insatisfacción corporal normativa de las mujeres

no es una función de la patología individual,

sino un fenómeno social sistémico.

NITA MARY MCKINLEY

Vivimos en una sociedad cuerpocentrista que nos indica a las feminidades que mientras más cerca estemos de cumplir con los índices de belleza, más cómodas nos vamos a sentir, más privile-gios vamos a tener. Estoy cómoda en el dolor, incluso encuentro placeren él, un cierto alivio. Me genera goce no estar incomo-dando la mirada ajena. Estoy cómoda cumpliendo el ideal por-que sé que desobedecer incluso puede incomodarme más. ¿Es ca-sualidad que 8 de cada 10 mujeres5nos sintamos insatisfechas con nuestro cuerpo?6Somos parte de la estadística. Para conse-guir lo que queremos tenemos que ser bellas, requisito obligato-rio para acceder a trabajos, ropa, respeto.

En un estudio realizado en University College London7se ana-lizaron datos de 3.5 millones de libros de ficción y de no ficción. Se encontraron estos adjetivos: “valiente” y “confiable” para ellos, “her-mosa” y “sexy” para ellas. Descripciones de carácter o cuerpo según el género. Los resultados de esta investigación no están muy lejos de nuestras conversaciones cotidianas, sin embargo, no se detallan las adjetivaciones sobre identidades no binarias, quedando invisibiliza-das. Las sociedades occidentales construyen una dualidad entre cuerpo y mente, y las mujeres están asociadas con el cuerpo y los hombres con la mente, siendo la mente y los hombres más valorados que el cuerpo y las

5 Mujeres y otras identidades feminizadas.

6 Primer estudio de la Fundación Bellamente sobre el Impacto del uso de Instagram en la imagen corporal en tiempos de aislamiento social (2020).

7 Hoyle, A., Wallach, H., Augenstein, I., & Cotterell, R. (2019): Unsupervised Discovery of Gendered Language through Latent-Variable Modeling.

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mujeres.8Desde la infancia, se nos anima a las feminidades a centrar-nos en cómo nos vestimos, peinamos, maquillamos y otros factores relacionados con la apariencia. Somos elogiadas y juzgadas por nues-tro aspecto. Observamos nuestro propio cuerpo desde esta perspec-tiva, como objetos que se deben evaluar, lo que genera dependencia de la aprobación de lxs demás.

Para procesar la información visual el cerebro puede perci-bir algo en su totalidad, procesamiento global, o como una co-lección de distintas partes, procesamiento local. El procesamien-to global se usa para reconocer personas y el procesamiento local para reconocer objetos. Hay un sesgo en la forma de ver a las mu-jeres, somos percibidas como objetos. No es solo el cerebro de los hombres el que percibe de esta forma, sino también el de las mu-jeres. En un estudio encontraron que los hombres lo hacen por-que están buscando parejas potenciales, y para las mujeres es una forma de compararse a sí mismas con “la competencia”.9Simo-ne de Beauvoir, Susan Orbach y Virginia Woolf, entre otras au-toras feministas, analizaron cómo la cultura occidental promueve la cosificación del cuerpo femenino, tratando a las mujeres como cuerpos que existen para satisfacer el placer de lxs demás. La co-sificación se produce cuando se separan las funciones o partes sexua-les de una mujer de su persona, instrumentalizando o reduciéndola a dichas partes sexuales.10Nuestros cuerpos se reducen a sus par-tes. La cosificación nos reduce a ser un objeto sexual, separando el cuerpo de nuestra identidad: “las tetas de”, “el culo de”, “el pe-lo de”, “la panza de”, “los ojos de”, “las piernas de”. Nos silencia, nos borra a las mujeres como iguales, como participantes, como personas con derechos. Esta visión mujer-objeto se refuerza con chistes sexistas o el acoso callejero, así como en los medios ma-sivos y la publicidad, que sostienen el rol sumiso y utilitario de las mujeres. Los hombres miran, las mujeres somos miradas. Se

8 Nita McKinley.

9 https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/ejsp.1890

10 Fredrickson y Roberts, 1997.

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nos recuerda que estamos expuestas a la valoración y crítica del público masculino. Podemos crecer en distintos lugares, tener distintas familias, niveles socioeconómicos, pero la asimetría en función del género, intacta. El feminismo es la idea radical que sos-tiene que las mujeres somos personas.11

En los últimos años hubo avances significativos y las mujeres ya no aparecemos en las publicidades como objetos exhibidos al lado de botellas de alcohol, autos, perfumes, hay una suposición latente de que ya todo está resuelto. Se obvia la historia que hay detrás de los imaginarios, los mensajes que absorbimos. El cuer-po de las mujeres sigue siendo entretenimiento en programas de medios masivos de comunicación, plataformas online y redes so-ciales. El 96 % de las imágenes en las que se cosifica sexualmen-te un cuerpo son de mujeres.12De una publicación en Instagram los medios eligen comentar e interpretar lo que quieren sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas. Es hora de plantearse nuevas preguntas. El cuerpo no es una cosa, es una situación; es nuestra for-ma de aprehender el mundo y el esbozo de nuestros proyectos,13si se saca el cuerpo de su mundo particular y se lo toma como un ob-jeto, se pierde una parte de su realidad.

Nuestra cultura —construcción colectiva— hace que nos sin-tamos observadas, dependientes de la mirada ajena, en relación a cómo nos ven se determinará cómo vamos a sentirnos. Nos miden a través del ideal de belleza las personas que van a contratarnos, nos miden a través del ideal de belleza lxs profesionales de la salud, nos miden a través del ideal de belleza nuestras abuelas, nuestras pare-jas, nosotras mismas. Convivimos con expectativas corporales que no elegimos y pagamos por satisfacerlas.

11 Angela Davis.

12 Caroline Heldman - TEDx “The Sexy Lie”.

13 Simone de Beauvoir, El segundo sexo.

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Testimonios extraídos de la comunidad de Bellamente, fundación sin fines de lucro que trabaja en la prevención de la insatisfacción corporal y los trastornos alimentarios, promoviendo la aceptación social de la diversidad corporal, sexual y de género.

“”

Teniendo sexo casual con un pibe me dijo que era como su muñeca inflable. Jamás intentó que yo disfrutara.

“”

Cuando empecé a desarrollarme, me decían: “Sos relinda, además tenés altas tetas”. Los pibes me encaraban, las chicas me lo destacaban.

“”

Un novio me dijo: “Menos mal que sos linda” (por un comentario que hice). Me hizo sentir estúpida y triste.

“”

Pasé por un abuso sexual. En ese momento fui solo un cuerpo, no importó mi persona. Cinco años de terapia consiguieron que ya no tenga ataques de pánico y pueda disfrutar de mi sexualidad, pero las secuelas siempre están ahí.

“”

En el trabajo, me mandaron a “sonreír y gustar” para conseguir ventaja, como si no tuviese cerebro.

26

“”

Soy afro y a los 18 años la atracción era saber qué tan diferente era estar con una negra.

“”

Empecé a ir a los boliches a los 15 años y en ese ambiente siempre pensaba que iban a elegir a la que mejor cuerpo tuviese. También teníamos que “mostrar piel” para que nos dejen entrar, entregar algo a cambio de otra cosa.

“”

Cuando me hacen comentarios dudando de mi identidad de género por mi cuerpo.

“”

Cada vez que fui a la nutricionista me sentí un cuerpo: “Pesás tanto, medís tanto, podemos… despacito bajar 3 kilos más…”.

“”

Me sentí un cuerpo cada vez que pisé un gimnasio. Y cuanto más hegemónica era, más lo sentía.

“”

En una fiesta, cuando tenía 14 años estaba muy borracha y un grupo de varones aprovechó para tocarme, después de eso sentí mucha vergüenza y culpa. Me sentí un juguete, asquerosa e inferior.

27

“”

Me pusieron como ejemplo de lo que no les gusta a los varones. El profe de hockey se metió en la conversación: “A los hombres les gusta agarrar, si no hay para agarrarno te prestan atención”. Yo tenía 13 años, el profe 27.

“”

Mi abuela siempre señaló que debía ser bailarina por lo flaca, mi hermana jugadora de handball porque era más grandota.

“”

Recién casada, el tío de un amigo (al que no conocía) le dijo a mi esposo: “Mirate a vos con esa pinta de boludo y te levantaste a esta terrible rubia”.

28

Las categorías nos dicen más sobre la necesidad de categorizar los cuerpos que sobre los cuerpos mismos.

JUDITH BUTLER

Hace poco una amiga me contó que cuando íbamos al secunda-rio le dije: para que te den bola, tenés que bajar de peso. Habían pasado diez años y ella lo seguía teniendo presente. Las palabras me acom-pañan desde que nací, como los aritos. A veces hablo en piloto au-tomático. Quizá vi en ella un proyecto, como en mi cuerpo, quizá quería que ella también invirtiera. Sabemos dónde empieza un co-mentario pero nunca dónde termina. Voces que dan lugar a nue-vas inseguridades. Palabras como agujas que entran en nuestra piel.

¿Cuánto pesa lo que decimos? Tengo las piernas horribles, ¿me hace gorda esto?, quiero tener tu