Cuentos Viajeros - Sebastián Martín Condal - E-Book

Cuentos Viajeros E-Book

Sebastián Martín Condal

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Beschreibung

Cuentos viajeros es un libro de pequeños relatos que llevará al lector por diversas historias, lugares, pensamientos, reflexiones, absurdos y ficciones. Un libro creado para romper con la normalidad y con el sentido, para provechar los viajes como materia prima literaria. Una pequeña viñeta a los abrazos y los sueños. Sebastián Martín Condal es un joven autor de Buenos Aires que nos trae una serie de textos generados a lo largo de un viaje por el mundo. Cada cuento es el resultado de la inspiración consciente de la aventura: "Un regalo para aquel que quiera viajar junto a mí".

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Seitenzahl: 132

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Martín Condal, Sebastián Cuentos viajeros / Sebastián Martín Condal. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2559-8

1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Sebastián Martín Condal

Cuentos Viajeros

Índice

1. El final

2. Morir para trascender

3. ¡Oh, virtuosos!

4. La trampa

5. Milton

6. El guardián

7. El faro

8. Sesé

9. Sensación del sueño

10. Los cínicos

11. El capitán Le Fleur

12. El enredo

13. La escalera

14. El lago oscuro

15. Sam

16. Verdugo y víctima

17. El lago espejo

18. La angustia de Ian

19. La construcción que se frena

20. Antes

21. Pichoncito

22. David, el yugoslavo

23. Living the dream

24. Salamad

25. El tutor

26. Las cerezas de Cromwell

27. El silencio del tiempo

28. Sargento Johny

29. La guerrilla

30. Un cuento de bodegón

31. Lo bueno de estar desconectado

32. Los bomberos de Guatemala

33. El mensaje del dragón

34. Eugenie y su sonrisa

35. El bosque

36. El poder del tiempo

37. Contrasentido

38. El hombre nuevo

39. Los ladrones de Malapascua

40. El fin del mundo

41. El circo maldito

42. La batalla de Adil

43. Inconsistencia coloquial

44. La fama malgastada

45. La matanza en su espalda

46. Pelear para devolver

47. Tony, el delirante

48. Un lugar único

49. Maldita suerte

50. La sonrisa de todos

51. ¿Qué pasó ayer?

52. Sres. discretos

53. Un tren chino

54. Lemon tea

55. Un lugar sagrado

56. El bus

57. Los monos

58. Mal karma

59. Buen karma

60. Amor y compasión

61. Travesía por la India

62. La balanza

63. La lluvia

64. De la mezcla en los mares

65. Un cuento

66. Jugar sin sentido

“Lo importante no es, pues, tampoco remontarnos a la raíz de las cosas, sino, siendo el mundo lo que es, saber cómo conducirnos en él”

Albert Camus en El hombre rebelde

1. El final

Dar un final es una tarea cotidiana en los humanos. El tema crucial es a qué. Una forma, una rima, una sensación o muchas, un impacto. El límite en el arte. Los músicos que componen la canción, el último acorde de la guitarra o la última nota de un acordeón de tango. La pincelada que completa el cuadro más surrealista de Dalí y su firma perfecta en el borde. El impacto bien calculado con la cabeza del volante tapón que lucha entre otros tres jugadores una pelota dividida en un saque de portería en un partido de fútbol. Esos momentos en los que el espacio y el tiempo se ralentizan en nuestra manera de concebir la realidad del presente. El remate de una poesía y su sabor tan diverso como especias del mejor thali indio. La tesis del esforzado estudiante de universidad que ansía acabar su enorme trabajo y comenzar una nueva etapa. El cansancio del soldador cuando termina de soldar la última placa de aluminio y sale dispuesto y contento para su casa. El punto final de un cuento y el sentimiento inconcluso por parte de su autor y sus personajes. El desenlace de la película más atrapante y su enorme vértigo circular; las piezas que encajan, las cuerdas que se cortan. El fin del viaje alrededor del mundo, una anécdota tan abismal que, si se la desmenuza, no alcanzan los días ni los años para describirla. La meta de una carrera entre deportistas; meses de entrenamiento para que, en segundos apenas, la competencia concluya con un ganador. El cierre de la novela más hermosa que, en el transcurrir de sus páginas, se saborean historias tan maravillosas y lugares a los que, sin existir, el autor nos transporta y de los que nos da un poco de su esencia para colorear el lago de la nuestra. La conclusión de una teoría científica y los hombres que estuvieron detrás de cada una de las hipótesis subyacentes para que, en el presente, nos traiga una razón nueva para creer y conocer eso que existe y que no vemos. El movimiento de una estrella y su explosión. El eclipse en la vida de un insecto y sus últimos signos. La finalización de un semestre en el colegio secundario y sus estudiantes tan contentos de ir a casa con su tiempo y su autenticidad que por tanto rato es reprimida y “educada” para algún día convertirse en muralla de un mundo que, tal vez, también tenga un pronto ocaso. El fin de la meditación y la sensación de paz; el punto y seguido de un juego entre amigos un sábado a la noche previo a dirigirse hacia una disco. El final de una historia, tan necesaria, tan trascendente, tan arrogante, tan natural, tan parecida.

2. Morir para trascender

Existe un lugar en la tierra tan antiguo que sus habitantes no saben cuándo se fundó. Las leyendas son recientes, los mitos son nuevos y la historia es naciente si se la compara con su edad. Es más antigua que todas estas cosas juntas. Allí los devotos van a morir. Se dice que aquellos que mueren bajo los rituales de las poderosas cremaciones se convierten, directamente, en dioses. Dejan el ciclo de la reencarnación y el sufrimiento para convertirse en seres iluminados. Es interesante pensar la posibilidad de encontrar destinos tan místicos, misteriosos, únicos. Como si, dentro del mismo planeta, hubiera discriminación de sitios, espacios elegidos por los dioses para generar un cambio en el rumbo de las almas.

En esta ciudad de peregrinación y rituales, se puede observar la muerte en todo momento: perros por doquier infectados con sus crías y construcciones con moribundos y enfermos terminales. Niños descalzos caminando sobre el excremento de las vacas. Mujeres rapadas y doloridas que suben a una balsa por el Dios río que las conducirá, en unos días, a sus hogares, satisfechas de haber cumplido con el rito y la última voluntad de un ser amado. Esa alma sufrida, ansiosa por liberarse, desesperada por escapar de la miseria de la vida. El humo que se respira es de un tinte extraño. Se mezclan en el aire el fuego de los cuerpos ardiendo día tras día durante años, por no decir milenios… Todo sucede junto con la polución de las industrias.

Todo va hacia el río. De este se extrae el agua que alimenta las aldeas y a este también van a parar todos los desechos del pueblo. Se puede observar en la misma mañana a un hijo, desgarrado por la pérdida de su padre, esparcir las cenizas sobre el arroyo y a un hombre a escasos metros de distancia tomar un baño y cepillarse los dientes de la misma vertiente. Es altamente impactante ver la naturalidad de este pueblo con relación a la muerte. Aquí es una etapa más de la vida y no se la oculta. Allí se la bendice, se la alaba, se la acepta como se admite nacer o disfrutar del amor.

Desde una azotea se puede ver un horizonte de ladrillo a un extremo y el torrente al otro. La contaminación siempre presente y los pájaros que vuelan en círculos hasta que, ¡zas!, un hombre atrapa con una red su cena. La energía de esta ciudad es muy intensa. Se puede sentir la magia blanca y la negra, el ruido de las cítaras, los ojos de aquellos que viajan y te desnudan con una mirada.

¿Qué vida es digna de elegirse? ¿Cómo tener una verdad tan exacta para erigir un camino tan ascético que presiento en sus ojos, pero que me recuerda lo religioso? ¿Qué pasa si aquellos que viven de la fe están equivocados? Evidentemente, hay seres que saben algo más que la “gente común”. Por eso siguen un destino y están convencidos: morir para trascender. La existencia es solo el camino. Ciudades hay muchas; sagradas, casi ninguna.

3. ¡Oh, virtuosos!

Mil pasadizos, escondrijos y ratoneras. ¿Más puertas tendrán aquellos recovecos? Pintados de blanca nieve. Tan clara que al soñarla se encandila uno. ¡Y, cuando se abre una puerta, millones más se bifurcan! Para llegar al picaporte, primero haz de encontrarlo. Será difícil, sin dudas. Se puede probar más de uno a la vez, pero pocos lo intentan. ¿Cuál es el motivo de la búsqueda en medio de la ceguera?

Caminamos por las esferas; las pasamos por alto. Mejor dicho, algunos no se detienen lo necesario. Por momentos, siento que hay almas que mueren, contrariadas y perdidas. En lo verde como el bosque yace la mía, como una vela en el medio de la penumbra derritiéndose en el vasto candelabro ceremonial. Se multiplica a medida que avanza. Se convence una y dos veces; se equivoca. Las grietas en las que circula son diversas y subjetivas. Se determinan en una sumatoria de factores mixtos. Condiciones infinitas.

Los pinos se alzan en la noche y las mentes, en forma de fuegos, se adentran en él. Locura poderosa tienen los mortales. Se piensan importantes. El árbol más longevo tiene dos mil quinientos años. Se creen civilizados… ¡Son plaga de gusanos boicoteándose los unos a los otros! ¿Destruirán el mundo?

Así, alguno de estos logra abrir una o varias ventanas. Se destaca y se encamina en cierta senda extraordinaria. El tema es que se canse y abandone. El paso hacia la virtud, ¡oh, virtuosos! Si se los reconoce cuando nos enseñan —y no es cualquier zaraza—, su disciplina esconde un haz de magma que sobresale y nos inclina en la voluntad. Solo disciplinándose se llega a la perfección de un arte. Atribuir a aquella su tiempo y compañía.

4. La trampa

Lucas, oriundo de la ciudad de La Plata, se siente nervioso. Está preocupado porque no consigue trabajo. Él se vino a vivir a Nueva Zelanda en busca de experiencias nuevas y a especializarse en lo que más le gusta: cocinar. Hace once años que viene ejerciendo, pero aquí no consigue trabajo. Entrega currículums, recorre los restaurantes, envía mails desde los cibercafés y nada. Luquitas no es un tipo muy moderno. No le gustan las computadoras y los celulares. Apenas habla un poquito de inglés, pero entiende poco y nada. Está alojado en un albergue de inmigrantes bastante rudimentario que tiene internet limitado. Para poder conectarse sin restricciones, debe pagar, lujo que no se puede dar. Al no entender las aplicaciones online, se pone tenso. Piensa en que su presupuesto se acaba lentamente y el sueño de una vida mejor se desvanece. ¿Cómo vivir sin una ocupación en un país tan caro? ¿Cómo volver a La Plata sin un billete de vuelta?

La web del hotel al cual quiere aplicar como chef le pide que rellene unos campos con información personal. Lentamente, tratando de entender con traductores e intuición, termina por completarlos y presiona la tecla Enviar. Algo sucede. Su dispositivo queda congelado. Lucas decide apagar el computador de forma manual, pero no funciona.

“Que porquería de tecnología que, en vez de facilitar la vida, la complica”, piensa. Luego de resignarse, observa un cartel en la pantalla que dice: “Necesitamos una muestra del número de su tarjeta bancaria para saber que usted es residente y cumple impositivamente con el país”. Emocionado saca su tarjeta y los completa imaginando que avanza en el proceso de selección. Al finalizar, otra referencia le replica: “Gracias, se le debitarán la totalidad de los fondos de su cuenta bancaria”.

Pálido y con una sensación amarga en su garganta, actúa. Apaga el dispositivo y mira su estado bancario desde el móvil. Efectivamente, se ha quedado sin nada. Fue víctima de un timo, de una manipulación, de un truco al que no sabe jugar. No entiende de sistemas, nunca le interesó. Lo inunda una sensación de impotencia, de perder toda esperanza. No podrá volver a la Argentina ni trabajar; se quedó vacío y en otra ciudad.

5. Milton

Trepa por la piedra y piensa: “Ajustar el pie para no resbalar”. Milton se sujeta a la soga lateral que ayuda a la escalada. Intenta no pisar el barro; no quiere ensuciarse ni patinar. “¿Qué sentido tiene que no me manche si estoy escalando?”, vuelve a meditar, pero de todas maneras continúa esquivando las rocas con lodo. “¿Quién habrá armado estos senderos? ¿Cómo es posible que haya tantos? ¿Quién los mantiene?”. Todo en su cabeza mientras sube.

Las nubes despejan el sol y algunos rayos lo abrazan; ¡qué distinto es el invierno con el calor del gran astro! “¿Qué vista será la de la cumbre?”, vuelve a preguntarse. ¿Será que Milton no puede parar de pensar? Él es un tipo muy activo; no se conforma. Hay algo que lo mantiene nervioso, flexible, hiperactivo. Siente que, cuando se queda quieto, pierde una oportunidad, un nuevo día. No le gusta la frase típica: “Otra jornada, otro dólar”.

Hoy está lejos de sus años en la oficina: atendiendo clientes, desayunando frente a la compu, manejando con tránsito. Todo eso es pasado; no se conforma. Ansiaba escalar los montes mientras tomaba su café de las mañanas; ahora imagina estar caminando por Pekín, Hong Kong o Tokio. Se cuestiona el porqué de no poder disfrutar del momento. No puede sentir la ruta en sus zapatos, el olor del aire fresco, la incolora soledad. Prolonga su marcha hacia la cumbre. Su mente no está allí y, uf…, puso el pie en el lodo. El humor cambió; el sol también se escondió. Poco a poco, se aproxima a la cima; la puede divisar. “Por fin voy a llegar”, piensa. Tremendo esfuerzo valió la pena.

Ve a unos turistas sacando unas fotos y su ánimo vuelve a virar: “Siempre hay gente en todos lados; ya no hay lugar en el mundo donde uno pueda disfrutar de una cumbre solo”. Su problema es que no puede alegrarse. Le molesta todo. No valora el trayecto ni la recompensa…

Camina sus primeros pasos en la cresta y el escenario lo sorprende. La vista es muy bonita. La sonrisa lo salpica y cree ser afortunado. Otro momento, otra conciencia. Tanta debilidad humana en su carácter. Milton es un pequeño humano volátil igual que todos.

6. El guardián

En la carretera oscura y zigzagueante, Juan despierta. Va en busca de lo que ansió toda su vida: las fuentes termales de Taupo. No son cualquier tipo de fuente. Están las turísticas y las místicas. Desde niño investiga acerca de estas. Las oyó nombrar en un viejo programa de radio, pero nunca más supo sobre ellas: buscó en internet, bibliotecas, testimonios de gente local, nada. Por lo pronto, sigue una pista. Ir a Taupo y buscar. Sin más, el micro se detiene: “Aquí es el bosque impenetrable”, grita el chofer y Juan se baja. Él sabe que allí comienza un sendero sobre el que algunos han corrido el rumor de que es el verdadero camino. Tan lejos ha viajado…

Decide prender su vincha linterna de minero y echar a andar. Mientras pisa el barro y escucha sonidos del bosque, piensa: “Podría haber venido de día a explorar la zona primero”. Desde chico que es de esta forma: ansioso, impulsivo, visionario, activo. De par en par, sus pasos avanzan, tanto es así que comienza a escuchar ruidos de agua. “Pueden ser ríos, cascadas quizás”. Una neblina lo ciega al punto de no ver más de dos metros de distancia. Choca con un puente colgante de madera que decide cruzar y al otro lado… ¡las termas!