De la Andalucía islámica a la de hoy - Claudio Sánchez-Albornoz - E-Book

De la Andalucía islámica a la de hoy E-Book

Claudio Sánchez-Albornoz

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Sánchez-Albornoz reúne varios artículos que reivindican la integral españolía de las tierras andaluzas. Llama la atención del lector sobre los beneficios que supuso para Andalucía su reincorporación a la vida española. El autor declara que no le mueve ninguna hostilidad hacia el Islam, ni hacia su acción en la historia hispana, cuya influencia reconoce. El libro se completa con una selección de textos árabes que revelan algunas de las sombras de la España islámica, y sirven de apoyo a los argumentos del autor.

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Seitenzahl: 116

Veröffentlichungsjahr: 2022

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CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ

DE LA ANDALUCÍA ISLÁMICA A LA DE HOY

Cuarta edición

EDICIONES RIALP

MADRID

© 1983 by Claudio Sánchez-Albornoz

© 2022 de la presente edición by EDICIONES RIALP, S. A.

Manuel Uribe 13-15, 28033 MADRID

(www.rialp.com)

Preimpresión y realización eBook: produccioneditorial.com

ISBN (edición impresa): 978-84-321-6196-4

ISBN (edición digital): 978-84-321-6197-1

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

PORTADA

PORTADA INTERIOR

CRÉDITOS

ADVERTENCIA

VELEIDADES ISLAMIZANTES EN ANDALUCÍA. RECONQUISTA DE LA RECONQUISTA

CONTRA LAS SEDUCCIONES ISLAMIZANTES. UNA LANZA POR LA ANDALUCÍA CRISTIANA

SUEÑO CRUEL: ESPAÑA SIN RECONQUISTA

¡Y SI LOS ISLAMITAS NO HUBIESEN INVADIDO ESPAÑA!

PROYECCIÓN DE LA INVASIÓN ISLÁMICA EN LA VIDA CULTURAL ESPAÑOLA

ANDALUZAS: OJO A LA VIDA EN EL HAREN DEL CALIFA

MÁS NOTICIAS SOBRE LA TRISTE CONDICIÓN DE LA MUJER EN LA ESPAÑA ISLÁMICA

ÁSPERAS VIDAS DE DISIDENTES Y DE INTELECTUALES EN LA ESPAÑA MUSULMANA

A LOS NUEVOS MUSULMANES ANDALUCES. RÉPLICA A UNA RÉPLICA

TEXTOS. ALGUNAS SOMBRAS DE LA ESPAÑA ISLÁMICA

LA JORNADA DEL FOSO. MATANZA EN TOLEDO

CRÍMENES PRINCIPESCOS

CRUELDAD EN LAS ALTURAS

AL-HAKAM I

FIN TRÁGICO DE HAXIM BEN ABD AL-AZIZ

EL HIPÓCRITA Y SANGUINARIO ABD ALLAH

PARRICIDIO CALIFAL

VENENO DE REYES

ALMANZOR. SU FALTA DE ESCRÚPULOS Y SU CRUELDAD AL DESHACERSE DE SUS RIVALES

ALMANZOR ORDENA LA EJECUCIÓN DE UNO DE SUS HIJOS

PERSECUCIÓN

ASTUCIA Y CRUELDAD DE AL-MUTADID DE SEVILLA

AL-MUTAMID, PRISIONERO

PERVERSIÓN

EL LUNAR

DESEOS

EL VELLO

LA MARGARITA

EL MANCEBO SASTRE

EL MANCEBO CARPINTERO

EL MANCEBO TEJEDOR

ODIO A CRISTIANOS Y JUDÍOS

DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO DE HÉRCULES EN CÁDIZ

TRISTE FIN DE UN HISTORIADOR POLÍTICO

AUTOR

ADVERTENCIA

DURANTE MIS PASADAS dolencias —¿pasadas?—, tendido en mi lecho, he tenido muchas ocasiones y mucho plazo para meditar sobre las noticias que me llegaban de España acerca de la actitud de muchos andaluces que se dejan seducir por el pasado islámico de sus tierras y ponen en paréntesis su integral españolía.

Me han ido informando de que en unos casos esa seducción era grata vice, es decir, espontánea ante las maravillas del arte hispano-árabe y ante algunos halagos culturales del ayer. Pero también me han señalado que, a veces, en tal seducción intervenían los dólares arábigos o, como se habría dicho humorísticamente en mi lejana juventud, que ella habría triunfado hanc metallicam propinam.

En ambos casos el éxtasis ante el ayer islámico contradice la realidad de la historia española en general, e incluso la historia hispano-islámica. Imposibilitado yo para continuar mis tareas eruditas por mi fatiga de estos días, me he dejado atraer por la facilidad que para salir al paso de los honestos errores o de las maniobras crematísticas señaladas me brindaban mis largas horas de irrealizable creación científica. Y heme aquí reuniendo los ensayos que he escrito para inclinar a los andaluces a la verdad de la historia. Para arrancarles de su cautiverio, espontáneo o no, por falsas ideas acerca de su ayer, y en defensa de su españolía integral y de los beneficios que su incorporación, ya multisecular, al caudal de la vida hispana ha procurado a su hoy y ha brindado a su mañana, dentro de la órbita histórica europea occidental.

No sé si habré logrado mi intención. Acaso no hayan sido muy leídos al sur de Sierra Morena los ensayos en que desarrollé lo sabido sobre la realidad de la historia andaluza. Por ello y por hispana devoción me he decidido a reunirlos en este librito con la intención de difundir la verdad de la historia de un magnífico jirón de la España integral.

Al releer estos mensajes quiero hacer constar que no me mueve ninguna hostilidad al islam ni a su acción en la historia hispana. En uno de ellos he destacado las proyecciones que la presencia del islamismo en España tuvo en la forja del talante hispano y en el curso de nuestra historia. He llegado a escribir que si los musulmanes no hubiesen invadido España, los españoles no habrían conquistado América. A tal punto influyó la lucha contra el moro en la forja del talante hispano.

Deseo, además, que los lectores andaluces de estas páginas comprendan que no siento ninguna animosidad hacia su patria regional, tierra bellísima que me enamora como a todos los españoles del centro y del norte de la Península.

Solo aspiro a comprobar su plena españolía y sus servicios fecundos al hacer de España y de los hispanos y a hacerles olvidar las veleidades islamizantes que hoy padecen no pocos; veleidades sin justificación, pues descienden de los cristianos conquistadores norteños. Y deben a la Reconquista cuanto son y como son.

VELEIDADES ISLAMIZANTES EN ANDALUCÍA. RECONQUISTA DE LA RECONQUISTA

UN HISTORIADOR ESPAÑOL que ha visitado en enero Andalucía me ha enviado una serie de ingratísimas noticias. Encontró a Córdoba llena de carteles de propaganda islámica y se sorprendió de la cesión por el alcalde, para mezquita, del antiguo convento de las Clarisas. El de Granada y varios concejales se habían negado a participar en la fiesta de la Reconquista de la ciudad, por entender que se conmemoraba el aniversario de un día triste de la historia granadina. En Sevilla se habían repartido, al parecer, octavillas protestando del culto de una «secta» —la religión católica— responsable del asesinato de millones de musulmanes andaluces. Confieso mi irritación ante esas noticias. Estoy habituado a la estúpida negativa de que los largos siglos que median entre la batalla de Covadonga y la rendición de Granada deban llamarse Reconquista. He defendido muchas, muchas veces, la realidad de esa gran aventura cuyas proyecciones históricas han llegado hasta hoy. Sin la Reconquista, nuestra historia moderna sería inexplicable. Porque esa gran aventura afirmó nuestro talante nacional, conquistamos América y fuimos espada de Dios sobre la tierra.

Esas veleidades islamizantes de algunos grupos andaluces de hoy me han suscitado otrora algunas páginas y me obligan hoy a salir al paso de tantas falacias. Parecería que Andalucía es hija del islam y de la cultura islámica, y que la Reconquista estranguló una brillantísima realidad histórica por el islam creada.

Olvidan tales exégetas del ayer de Andalucía una realidad histórica innegable. Cuando en el año 711 los musulmanes conquistaron España, por la traición de una facción nobiliaria visigoda en Guadalete y por la ayuda de los judíos, Andalucía tenía más de mil años de magnífica historia cultural prerromana, romana y visigoda. Quedan espléndidas huellas de esas sucesivas civilizaciones, muy en contacto siempre con el Oriente, y quedan esas huellas no obstante la sistemática destrucción por los islamitas de sus milenarias maravillas.

Hoy sabemos, por ejemplo, que destruyeron el fabuloso templo de Hércules en Cádiz, en busca de tesoros.

Los islamitas conquistadores —unos millares de berberiscos y mucho menor número de aventureros orientales— no pudieron importar magnas novedades culturales porque no las tenían. Está probado que el arte hispanoárabe continúa viejas tradiciones andaluzas; incluso son preislámicos el arco de herradura y las bellas yeserías.

Fueron los españoles conversos al islam quienes crearon la civilización hispano-árabe. Los españoles que se convirtieron despaciosamente a la nueva fe mantuvieron vivas, décadas y aun siglos, sus viejas creencias en pugna a veces martirial con el señorío islámico. Pero poco a poco fueron aceptando el islamismo atraídos por las ventajas fiscales que su conversión les procuraba. Al convertirse, se eximían del pago de la chizia y del jarach, de las contribuciones personal y territorial. Muchas veces he formulado la misma observación. Si hoy se eximiera de impuestos a quienes se declarasen budistas, ¿cuántos millares de budistas aparecerían en el mundo por arte de magia?

He sentido una gran devoción por el pasado islámico español. Perdóneme que cite mis libros Fuentes de la historia hispano-musulmana del siglo VIII, El Abjar Machmua, La España musulmana, El Islam de España y el Occidente..., obras de gran aliento y de gran extensión. En uno de mis últimos libros he trazado un vivo cuadro histórico que he titulado Un día en la Córdoba califal.

No he sentido jamás sino gran simpatía hacia la España islámica. Puedo afirmar dos convicciones anidadas en lo más hondo de mi mente y de mi corazón. La Reconquista salvó a Andalucía de ser una piltrafa del islam y de padecer un régimen social y político archisombrío. Y nada hay más dispar de la libertad ansiada por los andaluces de estos días que la organización de las sociedades y de la vida islámica.

Deliciosa imagen la de la Córdoba califal de hace mil años. Pero quien en un salto de magia pudiera acercarse hacia ella, hallaría las almenas de sus murallas coronadas por los cráneos de cristianos del norte y de rebeldes andaluces. Las tropas muslimes decapitaban a los enemigos muertos, heridos o prisioneros; cargaban sus cabezas en carretas e iban repartiéndolas por las ciudades de al-Ándalus como trofeos de victoria.

Espantan las crueldades que los emires y califas realizaron. En el año 807 tuvo lugar la matanza del Foso de Toledo, en la que cayeron centenares y centenares de moradores en la ciudad del Tajo ante el jovenzuelo hijo de Al-Hakam I y futuro Abd al-Rahman II, que tuvo toda la vida un tic nervioso en un ojo por el terror que le produjeron las ejecuciones por él presenciadas.

En el año 818, la revolución del Arrabal. Los moradores de Secundq se alzaron contra el emir, al saber que uno de los hombres de su guardia había dado muerte a un bruñidor de espadas. Fueron vencidos y muchos fueron ejecutados. El Arrabal se sembró de sal y sus pobladores tuvieron que salir de España. Unos se establecieron en Fez, otros llegaron a Egipto, conquistaron Alejandría y luego Creta, atestiguando su valentía y su heroísmo.

El muchacho que presenció la matanza del 807 subió a la postre al trono. Docenas y docenas de cristianos sufrieron en sus días el martirio.

El emir Abd Allah, el califa Abd al-Rahman III y el gran Almanzor, que rigió a su grado la España islámica, hicieron cada uno de ellos ejecutar a uno de sus hijos, y el segundo de los nombrados asistió impávido a la estrangulación del suyo.

El mismo califa hizo crucificar cabeza abajo, en las orillas del Guadalquivir, a trescientos oficiales de su ejército acusados de no haberse batido heroicamente en las jornadas de Simancas y de Alhándega (939) y cabeza arriba a un jefe de origen hispano —un Banu Qasi—, al que además se cortó la lengua para que no pudiera maldecir al califa. Abd al-Rahman, mostrando su habitual crueldad, fue a verle morir; pero el bravo muladí logró lanzar un gargajo contra él y el soberano hubo de picar su caballo para no ser alcanzado.

No estaban libres y seguros ni los ministros y favoritos de los emires y califas. Hazim ibn Abd al-Aziz, omnipotente reinando Muhamad, fue ejecutado por orden del nuevo soberano, Almundir. Al-Mussafi, favorito y factótum de Al-Hakam II, fue asesinado por Almanzor. Y el hijo de este, Sanchol, lo fue durante las revoluciones cordobesas de principios del siglo XI.

En el curso de las mismas, aparte de las violencias padecidas por los cordobeses, fueron destruidas Medina Al-Zahra y Medina Al-Zehira. La ola de las habituales crueldades siguió subiendo durante la época de los taifas. El rey de Sevilla, Al-Mutadid, tenía adornado su jardín con las cabezas de sus enemigos convertidas en tiestos. Son inenarrables las atrocidades de los Ziríes granadinos. El sevillano Al-Mutamid mató a hachazos personalmente a su antiguo favorito.

Mancharon torrentes de sangre las tierras andaluzas durante la conquista y dominación de Andalucía por los almorávides y los almohades. Y siguieron derramándola los reyezuelos islamitas de los últimos siglos. Recordemos la matanza de los Abencerrajes.

Los gobernadores o valles de emires y califas eran con frecuencia concusionarios. Abd al-Rahman III exigió a alguno participación en los ingresos mal habidos. E Ibn Hazam de Córdoba dijo que los de su época eran peores que los salteadores de caminos.

Los reyes de taifas que rigieron al-Ándalus fueron insaciables allegadores de riquezas, que alcanzaban mediante la explotación cruelísima de sus súbditos, e incluso mediante brutales rapiñas. Invito a leer las memorias del soberano granadino Abd Allah.

Quiero recordar también a los andaluces nostálgicos de la España islámica los mercados de esclavas a los que iban a parar las mujeres de sus harenes cuando sus amos se cansaban de ellas.

Y la triste vida de las que alegraban los serrallos de príncipes y magnates: muchas veces sus esclavas y siempre sometidas a sus excesos.

El citado soberano granadino confiesa que realizaban diez —diez, insisto— coitos diarios.

Y el gran arraigo de la homosexualidad. Abd al-Rahman III ordenó la ejecución del joven cristiano Pelayo —rehén en Córdoba— porque se negó a dejarse violar por él. Su hijo, Al-Hakam II, tenía poblado su harén, pero no usaba de él porque prefería a los efebos. Y podría seguir acumulando pruebas del arraigo de tal vicio. Abd Allah de Granada confiesa paladinamente en sus memorias su gusto por ellos, y no fue en tal debilidad una excepción. Los poetas les dedicaban poesías encendidas. Abundan las anécdotas a ellos relativas. Y no me atrevo a reproducir los archiobscenos versos de Ibn Quzman a ellos concernientes.

Y no debe olvidarse tampoco que fue muy cruel la situación de las clases inferiores, esclavizadas con frecuencia y sometidas siempre a duros y humillantes trabajos y a una impiadosa explotación fiscal.

No, amigos andaluces, abandonad vuestra nostalgia por la España islámica. Las maravillas de su cultura, de su ciencia, de su filosofía, de su poesía, de su erudición, de su arte están balanceadas por sus torpezas. Pero, además, quiero recordaros fallos graves de su vida social y política.