Deep Web - Claude Kramer - E-Book

Deep Web E-Book

Claude Kramer

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Beschreibung

Nunca hizo falta la web para cometer un delito. Acaso la red, al igual que un bisturí, podrá usarse para salvar una vida o para quitarla. La Internet profunda puede generar confusión; descubre la leyenda y la realidad contenida debajo del iceberg virtual

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Seitenzahl: 33

Veröffentlichungsjahr: 2014

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Inhalt

Introducción

El limbo digital llamado deep web

Cómo funciona lo oculto

El iceberg dentro de internet

Deep web como sinónimo de ilegal

Cómo se ve la red profunda

El riesgo en el fondo del mar

Bitcoin y deep web

Los mitos que encierra la web

Piratas famosos

Herederos de Tor

El enrutamiento anónimo

Caza submarina en internet

Poseidón vive en el fondo del océano

Introducción

Ha pasado el mediodía en la Biblioteca Pública de San Francisco. Las mesas están casi vacías. Es un martes de octubre en 2013. El silencio es amable. Los bibliotecarios terminan de ordenar las consultas de la noche anterior. Las mesas de lectura están casi vacías. En una de ellas, a la izquierda, se sienta un muchacho que está vestido con jeans y remera. Acaba de sacar dos libros. Los abre en el medio y los apoya en la mesa. Luego saca su portátil, la abre y comienza a escribir.

Un lector de la derecha se ha aproximado sigilosamente al joven, lo toma por los hombros, lo aleja velozmente de su computadora asegurándose de que no la cierre, y luego lo empuja contra la pared. Súbitamente el silencio se quiebra. Un grupo armado del FBI irrumpe en la sala de lectura e inmoviliza al joven.

El sospechoso es Ross Ulbricht. Acaba de digitar la clave de desbloqueo de su computadora ya conectada a la red inalámbrica de la biblioteca. Tiene 29 años. En el mundo virtual se mueve bajo el seudónimo de Dread Pirate Roberts (Temible Pirata Roberts).

El objetivo más relevante de esta ruidosa operación del FBI no ha sido apresar a Ulbricht, sino confiscar su computadora abierta y desbloqueada. Si Ulbricht hubiese alcanzado a cerrar su portátil, al abrirla nuevamente un complejo sistema de protección la habría transformado en la computadora de un estudiante común y corriente, sin la menor posibilidad de rastreo de dato alguno.

Esa portátil ha constituido el centro de administración de Silk Road, el mayor mercado mundial de venta de drogas. Se trataba de un portal de compra online, al estilo Amazon o eBay. Los productos que comercializaba eran diferentes tipos de estupefacientes.

El seudónimo de Dread Pirate Roberts está tomado de un personaje de la novela de William Goldman La princesa Prometida. Se trata de un pirata de reputación mítica, conocido en los siete mares por su crueldad y su diestra esgrima.

El hallazgo del FBI fue publicado más tarde por el gobierno de los Estados Unidos. En la página de administración de Silk Road se encontraron transacciones comerciales, tipos de droga por cada transacción, y hasta constancias contables digitales que reflejaban ingresos por cerca de 80 millones de dólares.

Dread Pirate Roberts era un mero intermediario entre los traficantes y los consumidores. Retenía un 15% en cada operación. Los vendedores publicaban sus productos sin disimulos ni restricciones de lenguaje, por ejemplo “5 gramos de cristal de cocaína puro”. Un tutorial daba consejos a los principiantes. Una sección de servicios ilustraba temas afines como el método para piratear cajeros automáticos. Había guías de otros productos digitales y hasta de falsificaciones.

Pero la investigación terminaría aportando un elemento escalofriante: Ulbricht parecía haber desembolsado una parte del dinero obtenido en su emprendimiento para contratar sicarios. Con todo, el progreso de las investigaciones no pudo comprobar que se hubiera cometido un solo asesinato.

En el transcurso de pocos meses, Silk Road representó para Ulbricht muchos millones, pero también muchos dolores de cabeza. Surgieron chantajistas, timadores y hasta compradores que fueron capturados y que podían conectar a Dread Pirate Roberts y allanar la tarea de la Administración Federal de Drogas. Preocupado por la posibilidad de que alguien hablara, Ulbricht habría ordenado los asesinatos.

Aunque aparecieron pruebas de los encargos, las presuntas víctimas estaban vivitas y coleando. A pesar de que no se pudo certificar ninguno de los crímenes, la disposición de Ulbricht a financiar los asesinatos hizo que le negaran la libertad condicional.

La conducta social de Ulbricht no dejaba rastros sobre su alter ego informático. Sus familiares y allegados se negaban a creer lo que había salido a la luz. Podían imaginárselo comprando en Silk Road