Del vivir-envejecer - Carlos Arturo Robledo Marín - E-Book

Del vivir-envejecer E-Book

Carlos Arturo Robledo Marín

0,0

Beschreibung

La diferencia parece obvia, pero en ocasiones se confunden las experiencias del envejecimiento y de la vejez; y aunque están estrechamente ligadas, comprender por qué no son lo mismo es fundamental para llevar una vida de calidad, independientemente de los años que se tengan. Este libro aborda las comprensiones y representaciones que tienen las mismas personas viejas, desde una perspectiva teórica, interdisciplinaria y fenomenológica, sobre la salud y el cuerpo; las relaciones socia-les y la sexualidad; las expresiones y la incidencia en el contexto del envejecer; los significados respecto de las transformaciones en la idea de sí; el manejo de la economía y el consumo; y alrededor de la vida, la muerte y la trascendencia. En esa construcción de narrativas sobre el envejecer, se resignifican visiones foráneas y estereotipadas del envejecimiento y se proponen nuevas formas de vivir la longevidad.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 301

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Robledo Marín, Carlos Arturo

Del vivir-envejecer / Carlos Arturo Robledo Marín. – Medellín : Editorial Eafit, Editorial Cesa, Editorial Universidad Icesi, Editorial Universidad del Norte, 2023.

179 p. ; 24 cm. -- (Académica).

ISBN: 978-958-720-849-8

ISBN: 978-958-720-850-4 (versión EPUB)

1. Envejecimiento. 2. Vejez. 3. Envejecimiento - Aspectos psicológicos. 4. Envejecimiento – Aspectos sociales. 5. Gerontología. I. Cardona Pineda, Javier, pról. II. Tít. III. Serie

305.26 cd 23 ed.

R666

Universidad Eafit- Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas

Del vivir-envejecer

Primera edición: septiembre de 2023

©   Carlos Arturo Robledo Marín

©   Editorial Universidad Icesi

Calle 18 No. 122-135 (Pance), Cali - Teléfono: +57 (2) 555 2334

http://www.icesi.edu.co/editorial - Correo electrónico: [email protected]

©   Editorial CESA

Diagonal 34a # 5a-23, Barrio la Merced, Bogotá - www.editorialcesa.com

Correo electrónico: [email protected]

©   Editorial Universidad del Norte

Km. 5 Vía Puerto Colombia - https://editorial.uninorte.edu.co/

Correo electrónico: [email protected]

©   Editorial EAFIT

Carrera 49 No. 7 sur-50 - https://editorial.eafit.edu.co/index.php/editorial

Correo electrónico: [email protected]

ISBN: 978-958-720-849-8

ISBN: 978-958-720-850-4 (versión EPUB)

DOI: https://doi.org/10.17230/9789587208498lr0

Coordinación editorial: Cristian Suárez Giraldo

Corrección de textos: Juana Manuela Montoya

Diseño y diagramación: Margarita Rosa Ochoa Gaviria

Imagen de carátula: https://www.freepik.es/

Universidad EAFIT | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto Número 759, del 6 de mayo de 1971, de la Presidencia de la República de Colombia. Reconocimiento personería jurídica: Número 75, del 28 de junio de 1960, expedida por la Gobernación de Antioquia. Acreditada institucionalmente por el Ministerio de Educación Nacional hasta el 2026, mediante Resolución 2158 emitida el 13 de febrero de 2018.

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la editorial.

Editado en Medellín, Colombia

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

Para las personas viejas de hoy y paraaquellas que lo serán en el futuro

Agradecimientos

A la Fundación Opción Colombia Fundacol, que por más de veinte años continuos, con su quehacer por la generación de pensamiento, discusión y conocimiento, ha forjado en mí la pasión por el envejecimiento y la vejez.

A Javier Cardona Pineda, quien, siendo fuente de inspiración permanente, ha realizado aportes de gran calado a esta obra. Además, por su escucha incondicional en los momentos más significativos.

A Johnny Orejuela Gómez, quien ha dedicado su vida a la investigación y ratificó con mi proceso formativo su premisa de investigar sin angustia.

A Doris Cardona, quien con su amistad y su ejemplo me ha demostrado que la investigación es una herramienta de poder para la transformación social.

A cada uno de los entrevistados, que generosamente compartieron conmigo su visión frente a lo que significa envejecer.

A mis padres, mis hermanas y mi sobrina, quienes me acompañaron con su cariño, sus voces de aliento y su paciencia mientras llevaba a cabo el cometido.

A las personas viejas, que han sido el motor de mi trabajo profesional e investigativo.

Finalmente, a Elisa Dulcey-Ruiz, quien en los momentos más cruciales de mi obra sentenció que Zamora no se hizo en un día, y antes que desanimarme, me sirvió de inspiración para seguir con nuevas fuerzas.

Contenido

Prólogo

Introducción

Envejecimiento, vejez y ser una persona vieja: definiciones y generalidades

Creencias sobre la vejez: entre la precariedad y la emancipación

Una aproximación interdisciplinaria a la vejez

Teorías psicológicas del envejecimiento y la vejez

El envejecimiento de las poblaciones: dimensión demográfica

La comprensión del sistema vital: dimensión biológica

La vejez en el tiempo: dimensión histórica

Pensar la vejez: dimensión filosófica

La sociedad y la vejez: dimensión sociológica

La cultura y la vejez: dimensión antropológica

El sentido de la vida en la vejez: dimensión trascendente

Las relaciones intergeneracionales: dimensión socioantropológica

Significados del vivir-envejecer

Caracterización sociodemográfica de los sujetos participantes

Significados respecto a la salud, el cuerpo y la muerte

Significados respecto a la salud

Significados respecto al cuerpo

Significados respecto a la muerte

Significados respecto a la importancia y la transformación de las relaciones sociales

La pareja

La soledad

La familia

Los amigos

Las redes de apoyo

Los vecinos

La intergeneracionalidad

Los grupos

La sociedad

Las expresiones socioculturales y su incidencia en la significación del hecho de envejecer

Expresiones de lo sociocultural

El cuidado

Los rituales

Las formas de vertirse

El tiempo libre

Los lugares frecuentados

Incidencia de lo sociocultural

El género

La dimensión étnico-racial

La edad

La noción de vejez y el origen de la idea

Significados respecto a las transformaciones en la idea de sí

Significados del envejecimiento

Envejecer

Ser una persona vieja

Transformaciones de la idea de la vejez

Lo valioso y lo interesante de la vejez

Lo dificil de la vejez

La idea de sí mismo antes y después de la vejez

Definición de sí antes de ser personas viejas

Transformación de la idea de sí durante el proceso de envejecimiento

Ganancias y pérdidas respecto a la idea de sí en el proceso de envejecimiento

El cuerpo y la sexualidad

Transformaciones en la imagen del cuerpo

La vivencia y el significado de la sexualidad

Posicionamiento respecto al manejo de la economía y el consumo

El trabajo

Los ingresos

El ahorro

La pensión

Concepción de la vida, la muerte y la trascendencia

La vida

La muerte

La viudez

La trascendencia

A modo de conclusión

Referencias

Notas al pie

Prólogo

La diferencia parece obvia, pero en ocasiones la sociedad confunde el envejecimiento y la vejez, y aunque están estrechamente ligados, comprender por qué no son lo mismo y en qué consisten las maneras como se relacionan es fundamental para llevar una vida de calidad, independientemente de los años que se tenga. Este libro es el resultado de un riguroso trabajo académico, derivado de una tesis doctoral cualitativa, con un diseño fenomenológico-hermenéutico, de carácter descriptivo-interpretativo, realizado a la manera de un estudio de caso, en el marco del Doctorado en Humanidades de la Universidad EAFIT, ajustado para la lectura de un público lego o ilustrado en la temática.

Con la presente obra, el autor, Carlos Arturo Robledo Marín, se propone aportar a un vacío del conocimiento relacionado con la comprensión y la representación, desde una perspectiva teórica, interdisciplinaria y fenomenológica, del envejecimiento, por parte de las mismas personas viejas, teniendo en cuenta lo que respecta a la salud, al cuerpo, las relaciones sociales, las expresiones y la incidencia en el contexto del envejecer; los significados respecto de las transformaciones en la idea de sí; el posicionamiento respecto al manejo de la economía y el consumo; la vida, la muerte y la trascendencia. En ese sentido, este libro apunta a responder cuáles son los significados de la experiencia de envejecer, construidos por un grupo de personas viejas, de clase media alta, residentes en la ciudad de Medellín.

Para identificar el vacío de conocimiento mencionado, el autor realizó un estado del arte de la cuestión, relacionado con la vejez y con el hecho de ser una persona vieja, y de manera sistemática estudió las investigaciones de los últimos diez años relacionadas con la temática (libros, artículos científicos y tesis de doctorado, de maestría, de especialización y de pregrado), así como los eventos académicos más destacados de los últimos cinco años. Esta tarea supuso la selección y el análisis de ciento cuarenta manuscritos, lo que posibilitó la identificación de las recomendaciones, las conclusiones, los resultados, las técnicas, los sujetos participantes, los tipos de estudio y de diseño, los referentes conceptuales y los propósitos generales más destacados. En caso de que el público lector esté interesado en ahondar en la aproximación al estado del arte de la cuestión sobre la vejez y el hecho de ser una persona vieja en el ámbito internacional y nacional puede consultar la publicación de Robledo y Orejuela (2020a) en la revista Diversitas: Perspectivas en Psicología.

Por otra parte, el autor realiza una exposición sobre las teorías sociológicas más influyentes en el diseño de políticas públicas y la investigación académica, en las que se evidencia una clara evolución desde las teorías sociológicas de primera generación, hasta las de tercera generación. Las teorías de primera generación se preguntan por las personas viejas y su lugar en la sociedad; las de segunda generación se cuestionan sobre las diversas formas de relacionamiento de este sector poblacional con otros grupos etarios; y las teorías de tercera generación se interesan en algunos fenómenos que las ciencias sociales han visibilizado, así como en la reivindicación de la vejez, en una sociedad que tiende a valorarla de manera negativa. Para ahondar en estos aspectos se puede consultar el artículo “Teorías de la sociología del envejecimiento y la vejez”, publicado en la Revista Guillermo de Ockham (Robledo y Orejuela, 2020b).

La presente obra indaga por la significación de la experiencia de envejecer, pues aun siendo una persona vieja, se sigue envejeciendo, y hasta el último momento de la vida se hace necesario reflexionar sobre las motivaciones, los sentidos de la existencia y los temores que sienten los seres humanos, especialmente durante la vejez.

La construcción de narrativas sobre el envejecer de las personas viejas lleva a la comprensión de las particularidades del envejecimiento en contextos específicos, y este estudio se ocupa sobre todo de las clases medias altas, que pocas veces han sido abordadas, quizá por el afán de atender a contextos que lo requieren de una manera más urgente. Reflexionar sobre los significados de la experiencia de envejecer para las personas viejas resulta de interés para las humanidades y para la sociedad actual porque permite no solo entender la complejidad y la dimensión humana en toda su extensión, sino también darles voz a aquellos que, por tener unas condiciones económicas favorables, han sido marginados de investigaciones que promuevan su comprensión y que alienten su vinculación permanente a las dinámicas sociales.

El libro está configurado por cuatro capítulos. En el capítulo 1 se sitúan ciertas discusiones respecto a la noción del envejecimiento, la vejez y el hecho de ser una persona vieja, integrando creencias que a lo largo del tiempo han fortalecido ideas estereotipadas y negativas, con creencias positivas que suponen una nueva oportunidad de visibilizar y reivindicar a este sector poblacional, con el propósito de llevar al público lector a cuestionarse sobre su postura frente a la significación de la propia experiencia de envejecer, a través de las creencias de otros sujetos.

En el capítulo 2, desde una perspectiva interdisciplinar, se describen las implicaciones y las discusiones planteadas en las teorías psicológicas sobre el envejecimiento y la vejez, así como en áreas relacionadas con la demografía, la trascendencia y las relaciones intergeneracionales, y en la biología, la historia, la filosofía, la sociología y la antropología, lo que da lugar no solo a destacar la importancia que ha tenido el tema en las últimas décadas, sino a poner en evidencia la multicausalidad y la complejidad del objeto de estudio abordado.

En el capítulo 3 se exponen las voces de las personas viejas entrevistadas, junto a una presentación sistemática y el análisis categorial de los resultados obtenidos. Este inicia con la caracterización sociodemográfica de las participantes, y el examen de los resultados en congruencia con las categorías de análisis: significados respecto a la salud, el cuerpo y la muerte; significados en torno a la importancia y la transformación de las relaciones sociales; expresiones de lo sociocultural y su incidencia en la significación de envejecer; significados respecto a las transformaciones en la idea de sí; el posicionamiento respecto al manejo de la economía y el consumo; y la concepción de la vida, la muerte y la trascendencia. A partir de estas categorías emergen las palabras que en muchas ocasiones suelen callar u omitir las personas viejas, quizá porque es más fácil ignorarlas que ponerlas en evidencia. Al reconocerlas, seguramente el público lector se verá reflejado en los miedos, las esperanzas, las alegrías y las afugias de las personas entrevistadas, las cuales desnudan su experiencia del proceso del vivir-envejecer.

Para cerrar, el capítulo 4 presenta las conclusiones más destacadas de la obra. Quizás alguna de ellas sacuda al público lector, pues ponen en evidencia el cambio paradigmático del hecho de ser una persona vieja en el siglo XXI, lo que en muchas ocasiones en nada se parece a la forma como las personas viejas del siglo pasado experimentaron su proceso de envejecimiento.

Sobre la utilidad práctica de este libro puede decirse que obedece a que realiza una ruptura con la tradición investigativa, puesto que la mayoría de las veces se ha investigado a las personas viejas bajo enfoques cuantitativos, y aunque se ha hablado de ellas, no se les había preguntado, desde un enfoque cualitativo, con diseño fenomenológico, por los significados asociados a la experiencia de envejecer. Al ser actores fundamentales en el siglo XXI, es crucial comprender y reconsiderar aquello que se ha pensado, hasta el momento, sobre el envejecimiento y la vejez, sobre todo en relación con las humanidades, que se deben interesar por comprender, desde un horizonte humanístico, un fenómeno tan amplio, multidimensional, heterogéneo y complejo como este.

Javier Cardona Pineda

Introducción

Las transformaciones de la sociedad contemporánea en los ámbitos social, cultural y económico, caracterizados por la rapidez de los cambios, generan una serie de oportunidades y riesgos a los que se enfrentan las personas, que, en un estado de incertidumbre y de relaciones cada vez más impersonales, deben identificar los puntos de anclaje y los significados personales para guiar sus vidas (Giddens, 1991).

El proceso de envejecimiento se convierte en una oportunidad de reflexión importante para el ser humano, al ser una condición de vida que determina su identidad singular, sobre todo en un contexto de transición demográfica, como el que se presenta actualmente en América Latina y el Caribe, una región en la que se está produciendo un rápido envejecimiento de las poblaciones y en la que cada país se ha ido convirtiendo, a su propio ritmo, en una sociedad cada vez más envejecida. La expectativa de vida a comienzos del siglo pasado rondaba entre los treinta y los cuarenta años en los países de la región, y actualmente los progresos de las ciencias biomédicas han logrado extenderla a más de ocho décadas (Loewy, 2004).

Esta tendencia regional es similar en el contexto del envejecimiento demográfico de Colombia. Según el comparativo con los Censos Nacionales de Población y Vivienda 2005-2018, realizados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), se presentó un incremento del 6,5% de la población, debido al progreso de la transición demográfica relacionado con los cambios de fecundidad, los descensos en la mortalidad, la rápida urbanización y el desarrollo económico. Para el año 2018, el país contaba con 48.258.494 habitantes, de los cuales el 51,2% (22.593.924) eran mujeres y el 48,8% (21.570.493) fueron hombres. Del total de la población colombiana, el 13,3% era mayor de 60 años, con un índice de envejecimiento del 58,64%, es decir, por cada 100 personas menores de 15 años, había 58 personas que tenían 60 años o más. Antioquia fue el departamento con más habitantes (5.974.788), con un índice de envejecimiento del 72,48%, superando el promedio colombiano en 13,84 puntos porcentuales; y Medellín, con cerca de 2.370.000 habitantes, fue el distrito con más personas viejas (DANE, 2018).

Como es de prever, una transformación demográfica de esta magnitud, con el envejecimiento de las poblaciones que supone, tiene profundas repercusiones en la sociedad, y entre ellas se identifican las siguientes: i) la familia, en comparación con los censos 2005-2018, disminuyó la distribución de las viviendas de tipología casa (del 68,68% pasó al 61,53%) y aumentó la tipología apartamento (del 24,81% al 32,75%), además de presentarse la tendencia, cada vez mayor, de la creación de familias unipersonales, sobre todo en los estratos 4, 5 y 6, tal como se evidencia en Antioquia con un paso de 3,8 personas por hogar a 3, y en Medellín de 3,6 a 2,9 personas por hogar, ambos entre el 2005 y el 2018; ii) en cuanto al género, se evidencia una mayor presencia de mujeres que hombres en el país (104,7 mujeres por cada 100 hombres) y un aumento de la jefatura femenina (del 29,9% en el 2005 al 40,7% en el 2018), con respecto a la masculina (del 70,1% en el 2005 al 59,3% en el 2018) (DANE, 2018); iii) en lo concerniente al trabajo, la jubilación y el envejecimiento, dado que la población vieja comienza a sobrepasar en número a la población menor de 15 años, surgen algunas inquietudes: ¿qué oportunidades existirán para el trabajador que ha envejecido?, ¿cómo superar el casi 30% de personas viejas jubiladas en el país?, ¿quién trabajará para sostener la jubilación del futuro? (Cardona, 2019; Mercado, 2019), ¿cómo queremos envejecer? y ¿qué significa envejecer en el siglo XXI, en estas condiciones socioeconómicas y culturales?

A partir de una reflexión teórica, envejecer supone un proceso que integra pérdidas y ganancias fisiológicas, morfológicas, sociales y funcionales que se presentan durante el curso de la vida (Sánchez, 2004) y que están determinadas por condiciones físicas, sociales, culturales, económicas, políticas e históricas (Dulcey, 2015). El hecho de envejecer está condicionado por los contextos, y para dar cuenta del mismo se hace necesario un abordaje que integre las diversas áreas del conocimiento y las múltiples dimensiones del ser humano; es decir, estudiar el envejecimiento como un proceso multidimensional supone un abordaje interdisciplinario. Por otro lado, la vejez, como parte del proceso de envejecimiento, supone tener cierta edad que está determinada por procesos burocráticos; por ejemplo, en los países del primer mundo se es una persona vieja a partir de los sesenta y cinco años (Organización Mundial de la Salud, 2001) y en los países en vía de desarrollo, como Colombia, se asume la vejez a partir de los sesenta años de edad (Congreso de la República, 2008), por tal razón no es posible ofrecer descripciones únicas del envejecer ni del ser una persona vieja. Estos hechos se configuran de manera diversa, supeditados por las condiciones individuales, sociales y del contexto (Brigeiro, 2016); no existe la vejez como fenómeno universal, sino que existen las vejeces, como fenómenos idiosincráticos, situados, fechados y contextualizados.

El crecimiento demográfico de las poblaciones ha alentado la realización de diversos estudios e investigaciones en los que cobra especial interés la comprensión del proceso de envejecimiento que lleva a ser una persona vieja, propio y ajeno, con las respectivas pérdidas y ganancias que supone y su relación con el bienestar afectivo, físico y social. Sin embargo, persiste una insuficiente comprensión teórica y práctica del envejecimiento, que se complejiza por la mezcla de conceptos, muchas veces contrapuestos, y la diversidad de definiciones, categorías y prejuicios que circulan, lo que va en detrimento de significaciones favorables y de la construcción de la propia vejez desde paradigmas más positivos (Cabrera y Hernández, 2016). Lo anterior está relacionado con la manera generalizada como los estudios sobre el envejecimiento y la vejez han adoptado enfoques empíricos, difícilmente articulados con modelos teóricos, situándolos bajo perspectivas descriptivas, más que explicativas, de carácter práctico y hasta cierto punto ateórico (Gómez y Curcio, 2021), que no favorecen comprensiones que se reflejen en las teorías, la literatura científica, los modelos de investigación y la formulación de políticas públicas (Bengtson, Gans, Putney y Silverstein, 2009; Rice, Löckenhoff, y Carstensen, 2002).

Otro aspecto es la necesidad de enriquecer este abordaje desde una perspectiva interdisciplinar, de tal manera que la filosofía permita ahondar en cuestiones sobre la vida, el envejecimiento y la vejez, y comprender por qué vivimos envejeciendo, por qué morimos y cuál es el sentido de la vida y del envejecer (Cicerón, 1998); que una perspectiva histórica facilite la comprensión de los momentos claves o puntos de quiebre del envejecimiento a través de los tiempos; que la antropología posibilite el estudio, la interpretación, la explicación y la clasificación de las maneras en que es concebido el envejecimiento y los factores que contribuyen a que se entienda de distintas formas y en diferentes contextos sociales, históricos y culturales, además de contemplar nuevas posibilidades de interpretación para repensar el envejecimiento como una realidad cambiante y para que los conflictos, las relaciones de poder, la dependencia, la negación o el reconocimiento y la exclusión-inclusión social pueden ser analizados (Dulcey, 2015).

El estado del arte de la cuestión que sustenta este libro, publicado en Robledo y Orejuela (2020a), evidencia la importancia que en los últimos diez años se le ha dado al objeto de estudio en Colombia, a través de una nueva oferta educativa y la difusión de producción académica de todo tipo. Sin embargo, al revisar más ampliamente las publicaciones, se evidencia la necesidad de ampliar la investigación sobre la experiencia de envejecer de las personas viejas; más específicamente, es necesario abordar el asunto desde una perspectiva crítica y comprensiva que trascienda lo instrumental. Asimismo, dado que la mayoría de los estudios se adscriben a un enfoque cuantitativo, surge la necesidad de estudiar este fenómeno desde lo cualitativo, con poblaciones de clases medias y altas, y desde la interdisciplinariedad, que integren las teorías existentes que den cuenta de las diversas pérdidas y ganancias que implica envejecer. De este modo, se contribuirá a la superación del paradigma dominante de investigación, que inclina la imagen de la vejez hacia una percepción de vulnerabilidad y de precariedad.

Se requiere, entonces, un abordaje teórico interdisciplinario del envejecimiento y la vejez, en el que i) se trascienda el obstáculo epistemológico de creer que el envejecimiento y la vejez son lo mismo, y se entienda la vejez como una realidad diferencial y el envejecimiento como un proceso, para ampliar la conciencia sobre la importancia de envejecer; ii) se contribuya al rescate del valor de ser una persona vieja y a la dignificación de la vejez en una sociedad que obedece a una lógica capitalista que entroniza lo joven; iii) se estudie a las personas en su proceso vital, en un contexto social, histórico y cultural específico, para analizar las formas en que es entendido el envejecimiento y las relaciones de sentido que promueven ciertas significaciones de este concepto, para plantear posibles alternativas teóricas; y iv) se enriquezca la temática desde una perspectiva humanista, de cara a la construcción de una sociedad para todas las edades y que promueva visiones alejadas de los estereotipos negativos relacionados con la edad.

Envejecimiento, vejez y ser una persona vieja: definiciones y generalidades

El estudio científico del envejecimiento es complejo, ya que surge a partir de un cambio paradigmático de la modernidad hacia la posmodernidad; sin embargo, este hecho presenta oportunidades para implementar nuevas formas de significación, de acuerdo a los contextos y las situaciones específicas de la trayectoria del curso de vida, tales como la relatividad de los relatos, la subjetividad y el mundo de los significados (Curcio, 2010).

En la actualidad existen diversos puntos de vista sobre el envejecimiento. Según Le Breton (2002) y Brigeiro (2016), el envejecimiento está determinado por factores tanto internos (intrapersonal y personal), como externos (social y cultural). Mientras el primero plantea que es un término de manipulación occidental, que “no es un dato objetivo, no es un hecho, es un valor que resulta, esencialmente, de la influencia del medio y de la historia personal del sujeto” (Le Breton, 2002, p. 148), el segundo enfatiza en su significado variable, al estar relacionado con el paso del tiempo y por ser entendido como “un proceso, asociado a las implicaciones del paso del tiempo sobre la experiencia biográfica y colectiva, [...] definido en función de signos corporales y aptitudes para el desempeño de determinadas atribuciones sociales” (Brigeiro, 2016, p. 8).

Baars (2007, 2009, 2010) problematiza los estudios sobre el envejecimiento con relación al tiempo, desarrollando dos perspectivas: la primera es el enfoque cronológico-superficial-extrínseco, que explica cómo se queda corto al momento de hacer lecturas integrales del envejecer, puesto que determinar las edades de los seres humanos con relación al tiempo es sumamente complejo, dada la relatividad de este y lo heterogéneo del proceso de envejecimiento en las personas; la segunda es el enfoque de tiempo-intrínseco-experiencial-autobiográfico, que ayuda a comprender lo que significa la vida para las personas, durante todo el transcurso de esta, desde una perspectiva personal y subjetiva. Por su parte, Moody (2010) y Moody y Sasser (2012) se refieren al error que implica relacionar el envejecimiento con las edades cronológicas, sin considerar las experiencias de vida, pues más que considerar el paso de los años, es necesario tener presentes los escenarios en los que cada persona vive para hacer lecturas contextualizadas del proceso de envejecimiento.

Existe un riesgo con respecto al uso de adjetivos calificativos, pues esta estrategia retórica puede desviar la atención que debe prestarse a las inconsistencias y propiciar la estandarización de términos en la agenda de investigación o política,1 sin tener en cuenta que tales definiciones son herramientas del lenguaje, no verdades, y que son perspectivas creadas en contextos particulares, que cambian a medida que se adquieren nuevos conocimientos y surgen nuevas circunstancias. La variedad de nociones sobre el envejecimiento y el rechazo tácito a envejecer hace que se utilice el término para alimentar toda suerte de metáforas, sobre una supuesta decadencia social vinculada a la decadencia física. En este caso, la metáfora trasciende a la figura retórica, para convertirse en un mecanismo a través del cual se comprende el mundo, y aunque envejecer implique ciertas limitaciones de orden biológico, lo que más limita socialmente es la metáfora del envejecimiento como obsolescencia o declive (Pérez, 2004).

El hecho de que en la actualidad no se tenga una noción nítida de lo que es el envejecimiento y este se confunda con la vejez da lugar a visiones estereotipadas entre los diversos grupos de edad, y a que en ocasiones el envejecimiento se entienda como sinónimo de tragedia, pérdida de capacidades, vulnerabilidad o pobreza. Existen autores que luchan en contra de esta visión estereotipada del envejecimiento, entre quienes se destacan Bengtson et al. (2009), que hacen un llamado a realizar investigaciones sobre el análisis de las causas, las consecuencias, las interpretaciones y las limitaciones sociales del envejecimiento (clase, dimensión étnico-racial, género y cultura), además de las instituciones sociales (salud y sistemas de pensiones estatales), dado que los humanos son actores reflexivos y decididos, que acomodan o reducen el impacto del envejecimiento modificando personalmente sus comportamientos y colectivamente los entornos de políticas que determinan los recursos disponibles para su vejez.

El envejecimiento es entendido como un proceso continuo, que comienza con el nacimiento y termina con la muerte, en el cual se producen ganancias y pérdidas de orden fisiológico, morfológico, social y funcional (Sánchez, 2004); además, es un proceso diferencial, desde el punto de vista demográfico e individual, que atiende a dimensiones socioculturales, históricas y de contexto (Dulcey, 2015).

Por otra parte, la vejez se refiere a “haber vivido mucho tiempo” (Dulcey, 2015, p. 228), y una persona vieja se identifica como una “persona que ha vivido mucho tiempo, en comparación con otras” (Dulcey, 2015, p. 228), lo anterior determinado por el contexto y el grupo poblacional en el que se ubique, “su definición y fronteras no son universales, configurándose de forma diversa, de acuerdo con la contingencia de las dinámicas culturales y los momentos históricos, abarcando disputas entre especialistas, procesos burocráticos, del Estado, etc.” (Brigeiro, 2016, p. 9).

Bobbio afirma que la vejez es la última etapa del proceso de envejecimiento: “Tomar en serio la vida quiere decir aceptar firmemente, rigurosamente, lo más serenamente su finitud” (1997, p. 13), y diferencia la vejez burocrática (edad en la que generalmente tienen derecho a jubilarse las personas) de la vejez fisiológica (determinada por el deterioro fisiológico de las personas), lo que pone en evidencia el desplazamiento y la resignificación de la vejez en la vida de las personas, al punto de considerar la aparición de una cuarta edad, en contraste con la tercera edad, que se muestra desde una perspectiva de vitalidad, autonomía y determinación. Le Breton afirma que “la vejez no se trata solo de una cifra cronológica, no comienza a una edad precisa, es una suma de indicios que solo el sujeto conoce” (2002, p. 150), queriendo decir con esto que tiene una significación singular para cada individuo, y que lo subjetivo tiene un peso importante en el momento de definir lo que la vejez es, ya que nos toca personalmente y está ligada, además, a unas consecuencias sociales e individuales. Resulta fundamental no desligar la vejez del curso de la vida, en el que confluyen condiciones físicas, sociales, culturales, económicas, políticas e históricas, además de diversos tipos de relacionamientos, transiciones y experiencias que se experimentan permanentemente desde el nacimiento hasta la muerte (Dulcey, 2015).

En el presente libro el envejecimiento será entendido como un proceso multidimensional, universal, heterogéneo, intrínseco e irreversible, que se produce a lo largo de la vida, generando un sinnúmero de cambios biológicos, físicos, psicológicos y sociales en el individuo, durante el periodo determinado en el que experimenta interacciones sociales, económicas, culturales y políticas. En cuanto a la vejez, hace parte del proceso de envejecimiento y es producida por el paso del tiempo en el individuo; ser una persona vieja implica tener sesenta años o más de edad (Congreso de la República, 2008; Ministerio de Salud y Protección Social, 2015), sin desconocer que la población que se encuentra en este momento de la vida es heterogénea en términos de valores, motivaciones, estado social y comportamiento, así como de rápido crecimiento (Zeiss, 2001).

Creencias sobre la vejez: entre la precariedad y la emancipación

Cada sociedad construye y transforma sus creencias relacionadas con la vejez de acuerdo con el contexto al que se circunscribe. El análisis de lo que se cree con respecto a la vejez es relevante, debido al vertiginoso cambio demográfico y al aumento en la expectativa de vida de sus habitantes, lo que genera transformaciones sociales que confluyen en los patrones socioculturales que se tienen sobre la vejez.

En el ámbito internacional se evidencian creencias favorables, neutrales y desfavorables sobre la vejez. Las creencias favorables se relacionan con lo físico, lo familiar, lo educativo, lo social y lo cognitivo; además, se evidencia una valoración mejor para las mujeres viejas que para los hombres viejos (Moreno, Roa y Vacas, 2000); la vejez también suele entenderse como sinónimo de experiencia y sabiduría (Freitas y Ferreira, 2013). En menor número, otros estudios exponen creencias neutrales relativas a lo afectivo y lo cognitivo; es decir, no hay una inclinación desfavorable, pero tampoco favorable hacia la vejez (Sánchez, Pirela y Árraga, 2016). Las creencias desfavorables de los individuos de cultura musulmana y cristiana de España la asocian con las ideas de carga social y familiar, deterioro cognitivo y físico, y fealdad. También se evidencian diferencias significativas en la percepción de la vejez en función de variables tales como el sexo, la edad, la cultura y el origen sociocultural (Roa, Ramírez, Herrera y Villaverde, 2002). En España, los adolescentes asocian la vejez con una imagen restrictiva, autoritaria y censuradora de sus actitudes y costumbres (Melero, 2007), mientras que en Brasil se encuentra que la vejez se relaciona con la enfermedad y aspectos negativos asociados con lo físico, lo psicológico y lo social (Freitas y Ferreira, 2013). Estudios cubanos asocian las creencias negativas con los patrones hegemónicos y androcéntricos, y las marcadas incidencias en el valor de lo juvenil como lo verdaderamente importante (Cabrera y Hernández, 2016).

En Colombia se evidencian dos perspectivas: una favorable, asociada con el momento en el que se disfruta de la experiencia y la sabiduría (Cerquera, Álvarez y Saavedra, 2010), y en el caso de las personas viudas, con posibilidades de comenzar una nueva relación (Cerquera, Galvis y Cala, 2012); y otra desfavorable, que asocia la vejez con las ideas de decadencia, enfermedad, pérdida, deterioro e incapacidad (Cerquera et al., 2010), y con la imposibilidad de disfrutar del derecho de amar y tener una vida sexual activa (Cerquera et al., 2012). De acuerdo con lo planteado, prima una perspectiva negativa de la vejez (Cerquera, et al., 2010; Cerquera et al., 2012), asunto preocupante, puesto que fortalece la creencia de que las personas viejas no pueden participar de las dinámicas sociales ni desarrollar muchas de sus tareas cotidianas por sí solas (Cardona y Agudelo, 2005).

Existen diferentes creencias sobre la vejez en Colombia, dependiendo del contexto, rural o urbano, y de las distinciones de género. En los hombres y la población rural se evidencia una mayor aceptación; los de menos recursos o zonas apartadas manifiestan que no tienen tiempo ni dinero para preocuparse por ello y que su interés se centra en el presente. En la ruralidad, el viejo continúa trabajando, y cuando no puede hacerlo, encuentra el apoyo de la familia y de la comunidad; la actitud ante la vejez, generalmente, es de aceptación y resignación. Por otro lado, las mujeres y la población urbana se preocupan por evitar el envejecimiento y sus manifestaciones externas. Las personas de clase social alta que disponen de información y recursos para dedicarlos a la salud y la estética son las que más se preocupan por este asunto (Echeverri, 1994).

Con respecto a la representación que los medios de comunicación colombianos hacen de la vejez y su influencia en la manera de envejecer, Guerrero (2004), Restrepo (2004) y Sarmiento (2004) coinciden en que es poco el aprecio y es escaso el aprovechamiento del valor de todas las edades en los medios de comunicación, al no saber mirar hacia el futuro, ni ser conscientes del ineludible envejecimiento poblacional e individual. Estos comunicadores señalan la necesidad de reconocer que se vive envejeciendo desde que comienza la vida hasta que se termina. De igual manera, destacan el predominio de creencias negativas y estereotipadas sobre la vejez por parte de los periodistas, quienes suelen presentar noticias lastimeras ligadas al abandono, la asistencia, la comicidad o la noverdad. Estos resaltan que los medios eligen el camino de la exclusión cuando se trata de la vejez, pues no constituye un tipo de noticia que venda. Dicho asunto requiere, entonces, una seria reflexión sobre la divulgación adecuada en los medios de comunicación.

Estudios tanto nacionales (Cerquera et al., 2010; Cerquera et al., 2012) como internacionales (Mikusinski y Omar, 1982; Moreno et al., 2000; Roa et al., 2002; Freitas y Ferreira, 2013; Sánchez et al., 2016) coinciden en recomendar la realización de nuevas investigaciones sobre este tema, ya que las creencias sobre lo que significa llegar a la vejez influyen en los comportamientos frente a quienes ya son personas viejas o están en el propio proceso de envejecimiento. Además, se señala la necesidad de ampliar el espectro de análisis hacia otras realidades socioculturales, como una manera de ayudar a los individuos a construir su propia vejez desde una postura reflexiva y crítica, con la que se promueva una percepción de la vejez que no acentúe su dimensión negativa a través de estereotipos como los del deterioro, la invalidez física y mental, la dependencia, la pérdida de roles sociales, la depresión y la pasividad (Cabrera y Hernández, 2016).

Estos llamados de atención de investigadores nacionales e internacionales coinciden con el que hace la Política Pública Municipal de Envejecimiento y Vejez (Concejo de Medellín, 2012), con el propósito de consolidar la cultura del envejecimiento y la vejez, “en procura de lograr el reconocimiento de la situación de vejez como el resultado del proceso vital de los seres humanos” (2012, p. 1). Además, la Política Pública Nacional de Envejecimiento y Vejez 2022-2031 (Ministerio de Salud y Protección Social, 2022a) ofrece recomendaciones para superar las desigualdades sociales y propiciar el cambio cultural de las creencias desfavorables frente a la vejez como un primer paso para transformar la realidad de las personas viejas; desmontar los mitos y los estereotipos que habitualmente se asocian con la edad –socializando otras maneras de convivir con personas viejas–; asumir la edad con una actitud participativa e incluyente; y construir la propia vejez desde paradigmas positivos.

Como conclusión, se evidencian tres aspectos relevantes: i) existe cierto interés de la comunidad científica por estudiar las creencias con relación a la vejez desde perspectivas como el desarrollo físico y cognitivo, el amor y la sexualidad, el trabajo, la jubilación y las relaciones interpersonales, y la salud y la muerte. ii) Se evidencia una tendencia hacia las creencias desfavorables, que pueden ser modificadas a pesar de las dificultades que ello comporta si los individuos reciben la información adecuada, para lo cual son claves los medios de comunicación y la idea que construyen sobre la vejez (Cabrera y Hernández, 2016; Freitas y Ferreira, 2013; Melero, 2007; Roa et al., 2002; Sánchez et al., 2016); de no hacerlo, dichas creencias, que incluyen, por ejemplo, la de que a mayor edad, menor es el aporte social (Herrán, 2004), se pueden fortalecer a lo largo de la vida y pueden causar efectos negativos durante el proceso de envejecimiento (Salvarezza, 2000