Desde la mecedora - Elena Boledi - E-Book

Desde la mecedora E-Book

Elena Boledi

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Beschreibung

En 1939, al finalizar la Guerra Civil Española, muchos republicanos partieron al exilio. Entre ellos estaba Maricarmen García Antón, actriz de La Barraca. El dolor de la derrota y el destierro la dejaron partida en dos. Ella misma lo dice en su libro de memorias: "… es como si mi vida se hubiera bifurcado y una de sus ramas se hubiera quedado allí creando raíces tan profundas que nada pudo desarraigarlas". Desde ese pensamiento partí para escribir esta obra en la que el personaje está literalmente escindido: hay una Maricarmen mayor que se exilió, que tuvo a su pequeña hija en París y que luego vino a Buenos Aires con la niña y su marido, Gori Muñoz, y que desarrolló su vida aquí, donde nació su segunda hija. Y la otra Maricarmen, la joven, la que no pudo o no quiso cruzar la frontera, que se quedó en España, sin crecer, viviendo en un mundo paralelo, entre sus sueños perdidos, pero también sufriendo, como todos los que se quedaron. Y ese es el conflicto; el reproche mutuo de las dos al enfrentarse muchos años después, cuando Maricarmen mayor comienza a escribir sus memorias y la otra, la joven, decide un reencuentro y una unión.

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Elena Boledi

Desde la mecedora

República, guerra y exilio

Basada en el libro de memorias Visto al pasar. República, guerra y exilio, de Carmen Antón

Boledi, Elena

Desde la mecedora : república, guerra y exilio / Elena Boledi. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2017.

Libro digital, EPUB - (Ficcionaria)

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-599-529-1

1. Teatro Argentino. I. Título.

CDD A862

Pintura de tapa: retrato de Carmen Antón realizado por Gori Muñoz.

Foto de la pintura: Javier González Tuñón.

©Libros del Zorzal, 2017

Buenos Aires, Argentina

Printed in Argentina

Hecho el depósito que previene la Ley 11.723

Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de este libro, escríbanos a: <[email protected]>.

Asimismo, puede consultar nuestra página web:

<www.delzorzal.com>.

índice

Introducción | 6

Desde la mecedora. República, guerra y exilio | 10

Agradecimientos | 13

Desde la mecedoraRepública, guerra y exilio | 14

Personajes | 15

Ámbito | 16

Escena II | 27

Escena III | 36

Escena IV | 40

Escena V | 46

Escena VI | 48

Escena VII | 52

Escena VIII | 55

Escena IX | 57

Escena X | 61

Escena Final | 67

Nota de la autora | 69

A Maricarmen, que vive en mi memoria.

A Carmen Bernand (Gorita) y María Antonia Muñoz (Tonica),que crecieron bajo la sombra del exilio.

Introducción

Conocí a Maricarmen el 7 de mayo de 1998. En la sala de cine Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, de Buenos Aires, proyectaban un documental sobre La Barraca, el teatro ambulante que dirigía Federico García Lorca en la España republicana. Ese año era el centenario del poeta y los teatros y las salas no cesaban de homenajearlo. Lo recuerdo perfectamente; estaba sentada esperando que comenzara la película y conversando acerca de lo que íbamos a ver, cuando una señora mayor, con su acento muy español, se dio vuelta y me dijo: “Yo he sido actriz de La Barraca. Si quieres, puedo contarte…”. Me emocioné enormemente y, desde ese momento, no dejé de verla. Siempre había soñado encontrar a alguien que me contara de Federico lo que no podía leer en los libros y, aunque ya conocía a sus sobrinos, Manuel Fernández Montesinos y Laura García Lorca, era imposible saber muchas cosas, ya que Manolo era muy pequeño cuando asesinaron a su tío y Laura aún no había nacido. A Isabel García Lorca, la hermana pequeña de Federico, la vi en Madrid, pero una sola vez.

Me gusta pensar que fue el mismo Federico quien me acercó a ella. Cuando llegó a mi vida, sentí que un sueño se estaba cumpliendo. Iba a su casa todas las semanas y me sentaba a escucharla mientras desgranaba sus recuerdos. De su memoria brotaban las anécdotas que parecían no terminar nunca y que yo escuchaba embelesada. En cada encuentro con ella el asombro me iba ganando. Hablaba de su querido Federico, de los caminos de España que recorrían para llevar el teatro clásico español a los pueblitos más alejados, de la Guerra Civil, de los poetas, del Pabellón de España en París donde conoció a Gori Muñoz, gran pintor valenciano y escenógrafo de grandes películas argentinas cuando ya estaba en el exilio, y que luego sería su marido. Maricarmen era una parte viva de la Historia de esa España y de ese tiempo que a mí siempre me había fascinado y conmovido. Ella recordaba con pesar la guerra, la República derrotada, el exilio. Durante tardes enteras conversaba de su amistad con Rafael Alberti y María Teresa León, amigos entrañables también en el exilio, y de la pequeña Aitana, hija de ambos, que jugaba siempre con Gorita y Tonica, sus dos hijas. Jugaban a la guerra, pero no a cualquier guerra, sino a la de Troya. Tonica se enojaba porque la ponían en el rol pasivo de Helena de Troya. Ella se reía mucho y a veces evocaba con nostalgia esos momentos. Pero siempre estaba agradecida a Buenos Aires y a sus amigos, los españoles en el exilio y los argentinos que permanecían en sus recuerdos. Contaba que se reunían en su casa de la calle Lafinur. Por su memoria desfilaban Alejandro Casona, Margarita Xirgu, Francisco Ayala, Paco Madrid, el poeta argentino Raúl González Tuñón, sus amigas de la Galería Promenade donde durante casi treinta años estuvo su casa de ropa para niños L’enfant gâté.

Recuerdo cuando el querido y gran poeta granadino Luis García Montero me pidió convencerla para que, para la Televisión Española, le hicieran una entrevista en su casa. Ella acababa de ser operada y era muy coqueta. No quería que la vieran en cama, pero al final accedió y allí, en el living de su casa de la calle Lafinur, entre luces y cámaras, fue la maravillosa entrevista. Maricarmen le contó a Luis el episodio del ovillo de lana; cuando se estaban yendo al exilio, ella embarazada, cruzando los Pirineos en invierno, en camiones donde subían a los vencidos que debían cruzar la frontera, divisó entre la nieve un ovillo de lana amarilla y fue con ese ovillo con el que tejió el primer ajuar para su hija, Gorita, que nacería en París al comenzar la Segunda Guerra Mundial.

Cuando la conocí, ya Gori había fallecido y sus dos hijas vivían lejos; Carmen (Gorita), en París, y María Antonia (Tonica), en Río de Janeiro. Por María Balmayor, una amiga y actriz, conocimos a Mirta Mato, también actriz, con quien forjamos una amistad que perdura aún hoy. Maricarmen nos llamaba sus “hijas lorquianas”. Íbamos frecuentemente al Hotel Castelar, donde se alojó Federico durante los meses en que vivió en Buenos Aires. Era como sentirlo más cerca. Allí nos reuníamos con Mirta y María y a veces se acercaban Antonio Requeni, gran poeta argentino, y Luis Alberto Quesada, otro excelente poeta que estuvo preso durante años en la España franquista. Él dijo en un acto refiriéndose a ella: “Maricarmen, alzaste la bandera de la lucha, la abrazaste en tu cuerpo, la levantaste y con ella seguiste”. Y así fue. Ella ayudó durante la guerra. Estudiaba Medicina y se apuntó para curar a los heridos. Acompañó a los niños que había que evacuar a Valencia para salvarlos de los bombardeos. Allí, en Valencia, durante el Primer Congreso de Escritores Antifascistas, se creó el Teatro Nacional García Lorca. Fue entonces cuando se representó Mariana Pineda en homenaje al poeta que había sido fusilado un año antes. Ella hizo el papel de Mariana, su otra gran amiga de La Barraca, María del Carmen García Lasgoity, hizo a Isabel la Clavela, y Luis Cernuda compuso el rol de Don Pedro Sotomayor. Los dirigió el poeta Manuel Altolaguirre y la puesta en escena, los decorados y trajes los diseñó Víctor Cortezo. La noche del estreno las bombas cayeron sobre Valencia como respuesta al Congreso. Alejo Carpentier, en su novela La Consagración de la Primavera, relata la representación y el bombardeo, ya que se encontraba en Valencia en ese momento. Allí estaban también David Alfaro Siqueiros, León Felipe, Raúl González Tuñón y Octavio Paz, entre muchos otros.

Cerca de Valencia vivía con su madre y su hermano don Antonio Machado. Allí fueron a visitarlos Maricarmen y el grupo de poetas. Él ya estaba muy enfermo pero seguía creyendo que ganarían la guerra. Luego fue la evacuación, Barcelona, la derrota y el exilio. El dolor permanente del desterrado. Dolor que hoy se sigue repitiendo en el mundo y que nos lastima a diario con las noticias que nos llegan en forma permanente. El que siempre acompañó a Maricarmen. Esa fue su vida, llena de nostalgias por la patria perdida, pero con un espíritu joven que la llevó a seguir adelante, a no abandonar la lucha y a resistir hasta el final.

Desde la mecedora. República, guerra y exilio

Por Tonica, una de las hijas de Maricarmen, conocí a mi gran amiga Rosa Peralta Gilabert, Doctora en Bellas Artes, que reside en Barcelona aunque nació en Almería, autora del libro La escenografía del exilio de Gori Muñoz. Integra un grupo denominado GEXEL, Grupo de Estudios del Exilio Literario. Si bien yo ya tenía pensado escribir una obra en la que tomaría como hilo conductor el libro de memorias Visto al pasar. República, guerra y exilio, de Maricarmen, que fue publicado en Galicia por Ediciós do Castro en 2002, Rosa me animó a escribirla para representarla en Barcelona. Para mí fue un hermoso desafío que acepté.