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La trama de Deste agua no beberé de Andrés de Claramonte, se refiere a Pedro I el Cruel o el Justiciero, citado en los primeros romanceros, en los poetas y dramaturgos del Siglo de Oro e incluso entre los románticos (véase la obra Blanca de Borbón, de José de Espronceda). Pedro el Cruel repudió a su legítima esposa, doña Blanca de Borbón, de la dinastía Valois, tras conocer que no recibiría la dote pactada. Más tarde la encerró en un castillo hasta la muerte de ésta. Mientras él disfrutaba de su amante predilecta, doña María de Padilla. Su reinado fue interrumpido por su medio hermano, el infante don Enrique de Trastámara
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Andrés de Claramonte
Deste agua no beberé
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: Deste agua no beberé.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-174-6.
ISBN rústica: 978-84-96428-66-9.
ISBN ebook: 978-84-9897-178-1.
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Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
El rey cruel 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 53
Jornada tercera 79
Libros a la carta 123
Andrés de Claramonte (1580-1626). España.
Se sabe muy poco de su vida. Nació en su Murcia y algunos estudiosos le atribuyen la autoría de La estrella de Sevilla. Trabajó en teatros de dicha ciudad y escribió varias obras notables por su acción y sentido épico.
La trama de esta obra se refiere a Pedro I el Cruel o el Justiciero, citado en los primeros romanceros, en los poetas y dramaturgos del Siglo de Oro e incluso entre los románticos (véase la obra Blanca de Borbón, de Espronceda).
Pedro el Cruel repudió a su legítima esposa, doña Blanca de Borbón, de la dinastía Valois, tras conocer que no recibiría la dote pactada. Más tarde la encerró en un castillo hasta la muerte de ésta. Mientras él disfrutaba de su amante predilecta, doña María de Padilla.
Su reinado fue interrumpido por su medio hermano, el infante don Enrique de Trastámara.
La presente edición se basa en la de: Madrid, Atlas, 1951.
Criados
Don Diego Tenorio, noble
Don Fernando, noble
Don Gil de Colomba, noble
Don Gutierre Alfonso, noble
Doña Juana Tenorio, dama
Doña Mencía de Acuña, dama
El rey don Pedro I
García de Lirún, escudero
Labradores
Monteros del rey
Músicos
Soldados
Tisbea, criada
Un caballero
Un villano
Una Sombra
Una villana
(Salen el rey don Pedro, don Fernando don Gil, caballeros, de caza.)
Rey Coman los caballos, que hoy
tengo de entrar en Sevilla,
si en mi pensamiento voy.
Gil Morirán.
Rey No es maravilla
que mueran, si muerto estoy. 5
Fernando Ya en este castillo están,
donde con gusto les dan,
por saber que tuyos son,
abundante la ración;
y soberbio el alazán, 10
con soplos atemoriza,
que, enojado del camino,
hunde la caballeriza.
Gil Parece un monstruo marino
bañado en espumariza, 15
que a los huéspedes caballos,
juzgándolos por vasallos,
arrincona a las paredes;
que imitando al de Diomedes,
pretende despedazallos. 20
Tal brío y valor le ha dado
el haberle sustentado,
que por distinto y por ley,
ve que es caballo del rey,
y quiere ser respetado. 25
Rey Convidando a descansar
está este apacible sitio;
no es tan ameno el lugar
donde un tiempo a Apolo Fitio
le consagraron altar. 30
Gil Siéntate un poco, señor,
en la margen cristalina
deste arroyuelo.
Rey Si amor
natural alma le inclina,
sentarme yo fuera error. 35
Si sus eternos raudales
corren con presteza iguales,
murmuradores y esquivos,
por las piedras fugitivos,
despedazando cristales 40
hasta llegar a la mar,
que es su dichoso elemento,
¿por qué yo me he de parar,
si en su eterno movimiento
de mí le oigo murmurar? 45
Antes que aprisione el día
entre la espumosa fría
cárcel la noche, he de ver
otro Sol amanecer,
don Gil, en doña María. 50
Convóquense mis hermanos,
y con su rigor inciten
a guerra a los castellanos;
que no hay armas que me quiten
de la prisión de sus manos. 55
Ve por los caballos.
Fernando Voy,
pero apenas han comido.
Rey Lo que me detengo estoy
de los cabellos asido;
que Absalón de España soy. 60
Gil Convidando está a beber,
con su risueño correr
sobre búcaros de arena,
el agua.
Fernando En las hojas suena,
muestra de risa y placer. 65
Rey Sed me ha dado el verla así
brindar y no detenerse;
¿hay bolsa?
Fernando Ignorante fui;
no la truje; mas traerse
puede, señor, agua aquí 70
del castillo.
Rey Dices bien.
Don Gil, ve; di que me den
un jarro de agua, sin dar
a nadie que sospechar.
Gil ¿Y no diré para quién? 75
Rey No, no.
Gil Ya saben, señor,
quién eres; que los lacayos
lo han publicado.
Rey ¡Qué error!
Fernando Si un rey es Sol, de sus rayos
luego se ve el resplandor; 80
y como encubrirse el Sol,
así en el orbe español,
señor, puedes encubrirte;
porque es forzoso vestirte
los rayos de su arrebol. 85
Rey Pues a cualquiera que esté
en el castillo, dirás
que agua para mí te dé;
y quién vive en él sabrás
con recato.
Gil Así lo haré. 90
(Vase.)
Músicos Llámente Jerusalén,
(Cantan dentro.) rompe el aire en fieros gritos:
porque es desdichado el reino
si su rey viene a ser niño.
Roboán, Roboán, coge 95
la rienda a tus apetitos;
mira que tus verdes años
no cumplirán treinta y cinco.
¡Ay de ti, rey desdichado,
que en el monte de tus vicios 100
te precipitas! Detente,
no digas que no te aviso.
Rey Mira quién canta.
Fernando Un villano,
sentado al pie de unos mirtos,
está cantando y tejiendo 105
una corona de lirios.
Rey Dale una voz.
Fernando ¡Aldeano!
(Sale un villano con una corona de mirtos.)
Villano ¿Decís a mí?
Fernando Sí, a vos digo.
Villano ¿Qué es lo que mandáis?
Fernando ¿Quién sois?
Villano Jardinero, que cultivo 110
en esta apacible huerta
cuadros con que el tiempo admiro,
pues compongo de arrayanes
y de olorosos tomillos,
en estos curiosos lazos, 115
intricados laberintos,
donde la naturaleza
a Atlante deja vencido,
brotando Dafnes de murta
en aqueste paraíso. 120
Rey ¿Quién te enseñó esa canción?
Villano En esta canción repito
las profecías de amor.
Rey ¿Quién fue amor?
Villano Un pastorcillo
que profetizó en los montes 125
lo que ahora profetizo.
Rey ¿Eres profeta?
Villano Yo, no;
mas Dios las verdades dijo
por boca de sus profetas,
y yo cantando las digo. 130
Rey Ven acá; ¿para quién tejes
esta corona?
Villano He querido
que el rey la lleve en su frente;
que así su fin pronostico.
Símbolo los lirios son 135
de la muerte.
Rey Y dime, ¿has visto
tú al rey?
Villano Ni le quiero ver;
pero a voces le apercibo
que en breves días le espera
el más tremendo juicio. 140
(Vase.)
Rey ¡Ah, villano! Don Fernando,
matadle.
Fernando En los brazos mismos
le he de hacer dos mil pedazos.
(Éntrase tras el villano.)
Rey Mancharé en su pecho el limpio
acero deste puñal. 145
(Vuelve don Fernando con una mortaja en las manos.)
Fernando Como viento se deshizo
y me dejó entre los brazos
un lienzo.
Rey ¡Extraño prodigio!
Fernando ¡Mortaja es!
Rey Muestra, ¿qué es esto?
¡Cielos, estoy sin sentido! 150
¿A mí mortaja un villano,
cuando reino, cuando vivo?
¿A mí fingidos temores?
¿A mí embelecos fingidos?
¿Piensas, Enrique, que ansí 155
me espanto y atemorizo,
que con dos varas de lienzo
quieres enterrar mis bríos?
Pues si te diere Tesalia
sus diabólicos ministros, 160
sus mágicos Zoroastes,
y sus engaños Egipto,
viera a vuestros conjurados
como los mármores indios.
Músicos No consienten compañía 165
(Cantan dentro.) el reinar desde el principio,
pues en Caín y en Abel
aqueste ejemplo se ha visto.
Fernando Otra vez por estos olmos
enlazados y tejidos 170
de mil parras, de quien penden
negros y rubios racimos,
que unos corales parecen
y otros parecen jacintos,
sueña, y parece mujer 175
la que canta.
Rey Si a Virgilio
crédito diera, pensara,
Fernando, que los Elíseos
Campos estoy contemplando.
Fernando Señor, aplica el oído; 180
que hacia acá cantando vuelve
por las márgenes del río.
Músicos Por reinar sin compañía,
(Cantan.) Semíramis mató a Nino,
propagando desta suerte 185
el reino de los asirios.
Rómulo dio muerte a Remo,
que hace el reinar fratricidios.
Mira por ti, rey don Pedro,
no digas que no te aviso. 190
(Sale una labradora)
Rey ¿Quién eres, mujer?
Villana Señor,
por Sierra Morena guío
un ejército de ovejas,
cuyos blancos vellocinos,
considerados de lejos, 195
ensortijados y limpios,
copos de peinada nieve
parecen entre los riscos.
Rey Ven acá, y eso que cantas,
¿por quién lo dices?
Villana Lo digo 200
por ver este triste reino
así en bandos dividido,
y vendrá a ser asolado;
palabras que Dios ha escrito
con sus dedos sempiternos 205
en sus inefables libros.
Reinar quieren dos hermanos.
Y reinará el más bienquisto,
porque son investigables
de Dios los altos juicios. 210
Rey ¿Reinará Enrique o don Pedro?
Villana Dios lo sabe.
(Vase huyendo.)
Rey Aguarda, dilo.
Tenla, Fernando.
Fernando También
la tragó la tierra.
Rey Ovidio
dejó sus transformaciones 215
en este encantado sitio.
¿Qué dejó?
Fernando Un puñal sangriento.
Rey Fernando, éstos son avisos
del cielo, que en el puñal
y en la mortaja me han dicho 220
que dé muerte a mis hermanos.
¡Santo y milagroso arbitrio!
Publicaré a sangre y fuego
guerra a mis hermanos, dignos
por su ambición, de la muerte, 225
de quien haré sacrificio.
(Sale don Gil.)
Gil Por el agua que pediste,
llegué, señor, al castillo;
pero Mencía de Acuña,
en cuyo rostro divino 230
cifrada la omnipotencia
de la mano de Dios miro,
mujer del comendador
de Alanís, cuyo apellido,
Gutierre Alfonso Solís, 235
es, señor, que al fronterizo
Moro de Tarifa pone
espanto y miedo, me dijo
que ella quería servirte
la copa, y tomando un vidrio 240