Diamante político - Cristian Kouleff - E-Book

Diamante político E-Book

Cristian Kouleff

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Beschreibung

¿Qué podemos hacer si la realidad económica, política y moral de nuestro país se derrumba sin remedio? ¿Qué camino tomar si somos testigos de la injusticia, de los privilegios del poder, de relatos construidos a medida para perpetuar el engaño y ocultar la verdad? El autor de este libro nos invita a no quedarnos cruzados de brazos ante esa caótica realidad, nos anima a soñar con un país mejor y a actuar en consecuencia. Desde el vacunatorio vip, pasando por la emisión monetaria descontrolada y la instauración del relato oficial, hasta el constante ataque a la propiedad privada, el autor irá trazando un mapa preciso de la Argentina actual. A partir de esa realidad, acudiendo al pensamiento filosófico, a la literatura, a la sabiduría milenaria condensada en frases y pensamientos, tratará de mostrarnos una posible salida hacia un destino diferente.

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Diamante político

Cristian Kouleff

Kouleff, Cristian

Diamante político / Cristian Kouleff. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-8971-22-3

1. Ciencia Política. 2. Política Argentina. 3. Economía Política Argentina. I. Título.

CDD 320.82

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-987-8971-22-3

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Índice

Mantra del librepensador político 5El relato. Consideraciones temporales y ontológicas 9Alberto Fernández, el inmoral. Parte II: cumpleaños y festejos de la primera dama y su marido en julio de 2020 13La títere del títere 21Vacunatorio VIP. Privilegios de casta 23Creo en la justifica divina y al universo le daré una mano. Problemas de ricos y problemas de pobres 29Charlas de café virtual 1. Vivos de Instagram 41Los clavos en la puerta: adaptación de un cuento tradicional 59 Charlas de café virtual 2. Vivos de Instagram 61Charlas de café virtual 3.Hoy analizamos la frase: “Ayudar a los que menos tienen” 85El método de la justificación versus el método de la autocrítica 89La estafa piramidal más grande de la historia 95Socialismo moderno versus libre comercio, también llamado capitalistmo 101Marcha apoyando al campo. Sábado 23 abril 2022, participación en radio Wox de Rosario, FM 88.3 109Mantra del librepensador político 115

Mantra del librepensador político

Frente al que piensa distinto, soy libre.

Frente al que piensa igual, soy libre.

Intra-políticamente, soy libre.

No existe adoctrinamiento.

En el sistema, soy libre.

Ante las preferencias, soy libre.

Relación sujeto-objeto, soy libre

Nadie me dice qué hacer ni cómo.

Entre los ciudadanos, soy libre

porque las personas nacen libres.

Elegimos desarrollarnos libremente.

Elegimos no desarrollarnos, pues somos libres.

Vivimos en una sociedad como seres libres individuales.

Respetamos y exigimos respetar este derecho.

Lo defendemos con lo que somos, seres libres.

Como individuos libres llegamos al mundo.

Nos enseñan derechos, pero somos libres.

Nos enseñan obligaciones, pero somos libres.

Nos muestran la ley, pero somos libres.

Hay derechos, hay obligaciones, hay leyes, pero somos libres.

Tenemos voluntad porque somos libres.

Tenemos retórica porque somos libres.

Tenemos literatura porque somos libres.

Tenemos exigencias porque somos libres.

¿Qué significa propiedad? Soy libre.

¿Qué significa igualdad ante la ley? Soy libre.

¿Qué significa la constitución? Soy libre.

¿Qué significa libertad? Soy libre.

Existen palabras que se repiten, pero las nuestras son únicas.

Existen actos que se repiten, pero los nuestros son únicos.

Existen ideas que se repiten, pero las nuestras son únicas.

Palabras, actos e ideas que existen son libres.

Palabras, actos e ideas de nosotros también son libres.

La Argentina es Representativa y la elijo.

La Argentina es Republicana y la elijo.

La Argentina es Federal y la elijo.

Porque elijo querer lo republicano, lo federal, lo representativo.

Porque elijo que existe una Constitución nacional que nos represente.

Elijo la vida y vivo .

Elijo la muerte y muero.

Elijo vivir subyugado y vivo libre subyugado.

Elijo vivir como un librepensador político y soy consciente de ello.

Creo ser soberbio, pero la soberbia es libre.

Creo ser humilde, pero la humildad es libre.

Creo ser poderoso, razonable, superior, inferior

pero todo eso es libre.

Creo ser el dueño de la libertad y ella se ríe de mí.

Creen que nos pueden controlar (casta), me descontrolo.

Creen que nos pueden someter, me rebelo.

Creen ser nuestros dueños y los enfrento.

Ahora la libertad nos acompaña.

Por donde dicen, no les creemos.

Por donde insisten, menos les creemos.

Por donde hacen, ya veremos.

Por donde hacemos, también veremos.

El relato. Consideraciones temporales y ontológicas

¿Hasta dónde puede llegar un relato? ¿Cómo transitarlo uno vez puesto en marcha? ¿Es preciso convencerse de un relato para convencer a otro? ¿Y esto tiene relación con la implementación de una idea? ¿Cuál es la necesidad o cuáles son las necesidades de crearnos ideas logarítmicas en nuestra psique que nos llevan a intentar plasmarlas a la propia realidad concreta?

Pero relato también es diálogo con el otro en algún punto del proceso. Relato también tiene condiciones primigenias y reglas de juego que son insondables a la estructura de una sociedad; es decir, no puede existir un relato que prolifere y se legitime si andamos cada uno por su lado y no nos conocemos, si andamos cada uno por su lado y pasamos todo el tiempo cerca, casi rozándonos, y ni nos miramos. Pero relato también es confianza en el relato, y esta se construye en múltiples lugares de la interacción humana. Pero relato también es acuerdo en ponernos de acuerdo en que esos acuerdos los vamos a respetar si es que confiamos en los que ponen las reglas del acuerdo que luego plasmaremos en un discurso basado en esos preceptos. Pero relato puede ser reclamar esos preceptos que habíamos acordado, de palabra o no, en los diferentes contextos de la relación humana interactuando, entregando nuestra individualidad, por un tiempo tal vez, a las cuestiones de la vida pública, en la vía pública, donde hay personas que podemos asegurar, sin ser moderados, con un poco de vehemencia, que lo único que nos iguala con el resto en términos naturales es que simplemente somos personas y no otra cosa.

Esa complejidad, tan obvia y tan burda en principio, y que, por ese mismo motivo, es ridiculizada, banalizada o, todavía peor, invisibilizada; esa complejidad de todo lo otro que no es nuestra igualización natural como seres humanos es lo que, al revés de lo que se cree habitualmente, debemos volver a colocar en los asuntos de prioridad. Y debemos hacerlo, a grandes rasgos, porque las personas no reaccionamos de la misma manera por el mero hecho de ser personas; no pensamos con el mismo criterio de evaluación, a pesar de que todos tenemos un cerebro más o menos parecido; no nos aferramos a las mismas cosas, a pesar de que todos nos aferramos a algo en algún momento de nuestras vidas; no utilizamos los sentimientos en las mismas dosis que otras personas, a pesar de que todos tenemos sentimientos.

Por esto debo decir que todos configuramos relatos en nuestra mente, en nuestra manera de manejarnos en la vida, cada una particular y maravillosa. Todos configuramos relatos propios que a veces conjugan con otros muchos. Y eso nos acerca a nuestros, ¿cómo decirlo?, compañeros de caminos similares, porque vivimos en sociedad, a eso estamos acostumbrados y por eso obramos en conjunto, pero antes del conjunto tenemos preferencias propias. Cambio el enfoque: antes del conjunto, ¿tenemos preferencias propias? ¿O primero viene el conjunto y después la individualidad? ¿O llegan juntas, aunque no pareciera? ¿Es subjetivo individualizado o es subjetivo genérico? ¿Cuánto hay de porcentaje, si se quiere, de libre albedrío y cuánto hay de causalidad? Es que, si hablamos filosóficamente, el espectro se abre demasiado, ¿verdad? Y si lo regimos bajo el contexto de la ciencia o los números, lo finito, lo concreto, bueno, ahí cerramos un poco y llegamos a una verdad que, dentro de esos márgenes, es una conclusión de amo y señor. Y aquí está la clave, amigos. Primero debemos definir el punto de concordia, aceptar las condiciones o no, y si las aceptamos, construir el proyecto o el famoso relato sin olvidar las bases, las reglas, etc.

Algo tengo claro y es que si no somos conscientes de la realidad construida en la que funcionamos como un eslabón, como un engranaje de esta maquinaria llamada vida actual; si no somos conscientes de que hay una historia detrás de esta realidad presente en la que transitamos, de que habrá un futuro que deberá pensarse hoy como planificación de lo que vendrá sin dejar de lado las posibilidades imponderables de lo azaroso; si no tenemos en cuenta la mayor cantidad de posibilidades que puede tener una situación o esta situación que nuestra cabeza nos permita elaborar, por supuesto, sin llegar al desborde racional que nos lleve al sobreanálisis fáctico con un posible desencadenante de insanidad mental; si no tenemos en cuenta estas consideraciones, alguien o muchos se encargarán de pensar por nosotros y de hacernos creer que pensamos en libertad la construcción de nuestra realidad.

Entonces, el mensaje que quiero dejar aquí en este breve relato es que nos involucremos en la realidad, que pensemos las cosas consideradas banales, que pensemos las cuestiones consideradas importantes, que debatamos acerca de los relatos que nos guían en la vida cuando interactuamos en conjunto con otras personas; es decir, hagámonos cargo, desde una actitud despierta en la mayor cantidad de tiempo durante nuestros días y noches, de las situaciones que se nos van presentando, porque esa actitud y ese comportamiento refuerzan algo que necesitamos todas las personas a nivel mundo y todos los ciudadanos a nivel país: el pensamiento crítico y propio. Si no pensamos nuestra realidad, lamentablemente, alguien lo hará por nosotros y, en el mejor de los casos, se equivocará acerca de nuestras preferencias, pues no hay nadie en el mundo más que uno mismo para elegir lo que prefiera o mejor le haga. Pero este resultado solo podrá llegar y será bastante acertado, con suerte totalmente acertado, en la medida en que nos conozcamos y autoevaluemos lo más que podamos. Así y solo así podremos maximizar nuestra calidad de vida, y seremos o intentaremos construir una realidad teórica que será aplicada a la práctica para pulirla de tal manera que su resultado final sea el más adecuado a nuestros deseos realizables que proporcionen el propio y más probado relato personal o personalizado. De allí en más, podremos buscar en la oferta de los relatos externos de la, como yo le llamo, “vida pública” el que coincida en la mayor cantidad de intereses con el que ya definimos queremos para nuestra vida tanto privada como pública.

Una consideración a tener en cuenta si es que así lo desean: así como las vidas humanas son cambiantes en muchos aspectos y esencialmente iguales en otros, en igual perspectiva debiéramos operar en la relación sujeto-sociedad. En este sentido, debiéramos dejar abiertas, cual análisis científico-sociológico, las consideraciones hoy concretas pero subjetivas de nuestra elección de vida privada, pública y sus interacciones ante un contexto que puede llegar a cambiar en mayor o menor medida a lo largo del tiempo para poder adaptar nuestros deseos y objetivos personales y grupales a la nueva realidad que se vaya presentando a cada momento. De esta manera, se podría facilitar una actitud conducente entre lo personal, lo general y la movilidad subjetiva que vamos observando en las actualidades y sus reglas y la relación de estas con la historia, la idiosincrasia, las demandas y ofertas sociales y naturales, etc.

Alberto Fernández, el inmoral. Parte II: cumpleaños y festejos de la primera dama y su marido en julio de 2020

Quiero ser muy claro y específico en este asunto porque es importante saber diferenciar para entender la magnitud de lo que significan las palabras y las repercusiones que ocasiona cada una. Las palabras deben desembocar en la acción y tienen que ser respaldadas por ella. Entonces, si estamos equivocando la utilización de las palabras, vamos a equivocar la acción que elegiremos implementar para abordar una situación determinada. Quiero remarcar esto que voy a decir: necesito que seamos muy conscientes y respetuosos de lo que decimos para que quede registrado como si fuera un documento público que nos permitirá juzgar las acciones venideras de quien sea (amigo, enemigo, familiar, compañero, colega, etc., eso no debe importar).

La palabra para definir al gobierno de A. F. y sus acciones —pongamos por caso la reacción de la gente ante el vacunatorio VIP— no debe ser indignación ni sorpresa. ¿Por qué me refiero así?, se preguntarán. Porque la palabra sorpresa se utiliza si uno es sorprendido cuando se enfrenta a una situación que no veía venir, que no pudo planificar, y esta lo aborda inesperadamente. Un hecho así genera sorpresa. En lo que respecta a la palabra indignación, podemos definirla como ‘el resultado de una acción que no es digna de la situación de origen’. Ejemplo: estudié muchísimo para un parcial y no pude aprobar; ergo, estoy indignado. Entonces, para definir a este gobierno no deberíamos adjetivarlo como indignos ni sorpresivos, pues para considerarlos indignos o sorpresivos, para considerarme indignado por lo que hacen nuestros representantes, debo definir a esa persona, ese grupo o ese conjunto en una categoría de “digno”. En la teoría, lo coloco en esa categoría, pero si en la práctica esa persona, ese partido, ese gobierno, etc., realiza acciones que no están a la altura de la dignidad que pretendemos, que catalogamos como necesarias, allí sí podemos acusarlos y sentirnos sorprendidos e indignados, y reclamarles un giro en sus comportamientos. Repito: quiero ser muy claro con respecto a estas emociones expresadas en palabras que estoy escuchando en muchos ciudadanos. Les quiero decir a estas personas que, en realidad, para ser más concretos, para ser más específicos, para ser más punzantes, las palabras correctas a la hora de definir a este gobierno y lo que está provocando su accionar en los individuos no son ni sorpresa ni indignación. Específicamente, lo que despierta este gobierno y sus acciones es un sentimiento y una emoción mucho más profundos, así como también más negativos: en primera instancia, despiertan sentimientos de bronca, de “calentura”, como se dice habitualmente; en segunda instancia, despiertan y generan odio, lo cual termina provocando, en tercera instancia, una emoción muy interna y profunda de violencia reprimida.

Este tipo de accionares por fuera de la ley, por fuera de la Constitución, por fuera de lo que pregonan, de lo que dicen que hay que hacer; este tipo de acciones en las que colocan a su grupo por encima de las obligaciones y derechos que tienen los ciudadanos “comunes”, con perdón del término, y redefinen el cargo que tienen dándose un marco de superioridad, dándole una definición subjetiva de superioridad en relación a los cargos públicos en ejercicio, que no lo son, repito, que no lo son; este tipo de acciones, digo, no deberían ocurrir bajo ningún punto de vista por más situación extraordinaria por la que estemos transitando, por más que ellos lo quieran implementar hasta el hartazgo con el firme objetivo de intentar, con todos los medios disponibles, con todo el aparato público, normalizarlo. Una cosa es lo que ellos quieren implementar y otra cosa es lo que es y tiene que ser. Porque, en esta misma función, estoy totalmente seguro de que personas que tienen pensamientos liberales y republicanos no solo no actuarían de esta forma, sino que además se ocuparían de defender estas bases fundamentales. Como se dice habitualmente, “no se les subiría el poder a la cabeza”, no dejarían de tener control y consciencia de ese poder; y, por lo tanto, no obrarían de manera peligrosa, deshumana, como si fueran dioses, siendo simples mortales con muchísimos más defectos que virtudes. En estas cuestiones no se puede ser moderados, blandos ni débiles; por el contrario, se debe actuar de forma implacable, de forma firme, sin compasión ni lástima ni culpa ni ningún valor que nos acerque a la pasividad. No es el lugar ni el momento indicado para esta forma de ser.

Los peligros que atravesamos en el país son enormes. Están en juego cosas muy importantes. Es un momento decisivo. Hay que ponerle un freno a este atropello moral y ético de los que tienen privilegios hacia los que no los tenemos. No voy a mentir: estoy convencido de que para poner un freno a estos sinvergüenzas K tendremos que sufrir mucho, pasar momentos de penuria tanto intelectual como material. No voy a mentirles: seguramente, debamos hacer cosas horribles y resignar un montón de comodidades y de posiciones meritocráticamente bien conseguidas, pero la causa final es mucho más importante. Así que no es indignación ni sorpresa lo que sentimos, es bronca, es odio, es calentura y, en última instancia, todas ellas saldrán a la luz para defender a la República, a la Argentina y a la Libertad mediante una lucha y un reclamo por la violación de los derechos y las garantías de los que habla nuestra Constitución.

Apartado: pensemos por un momento en la construcción subjetiva humana actual o inactual del concepto de moral. Es decir, las actitudes a tener en tal caso, los comportamientos adecuados, qué tipo de comportamientos deberíamos tener para manejarnos en un cierto lugar en un determinado momento. Por favor, hagamos el ejercicio mental de imaginarnos nosotros allí un instante antes de estar frente a una situación habitual o límite determinada; un instante antes, si quieren, fuera de ustedes mismos o, como en un jueguito en primera persona, viendo lo que están a punto de hacer, pero con la posibilidad de colocar pausa, frenar todo y reflexionar sobre el presente y lo que vendrá en términos morales, éticos, de normativa.

Imaginemos que estamos en una fila larguísima en un parque de diversiones en un país extranjero. Hace un calor infernal y no tenemos ni una gota de agua en nuestra botellita de plástico. Son como las tanto de la tarde y no hemos almorzado, por lo que tenemos un apetito de los mil demonios. Y nada, estamos ahí, pero es como que no estamos porque hay una pausa, como dijimos antes, pero también la pausa es de la sensación de hambre, de calor, de ansiedad, porque estamos muy atrás en la fila para entrar al bendito juego y apurados porque son vacaciones en un país extranjero y se nos escapan los días. Ridículo ese apuro, como si ir más deprisa nos ayudara a escapar de la muerte, ¿verdad?... ¡¡¡Bajón!!!

Supongan que no tenemos ninguna de esas sensaciones humanas, demasiado humanas, transitando por nuestro maravilloso cuerpo humano… Metimos la pausa y ahí estamos en situación suspendida, frenados, como cuando estamos jugando a un juego en la consola y ponemos pausa, nos relajamos y podemos analizar lo que sucede por fuera de la escena o lo que podemos hacer en ella. Bueno, ahora hagamos este ejercicio: sigamos en la misma tónica en las diferentes circunstancias de vida habitual que nos suceden a menudo y “desnudémoslas” de valor agregado, ese valor agregado que les metemos porque nos hacen que se lo metamos cuando nos dicen o, mejor dicho, nos “enseñan” que las cosas son de esta manera o de la otra. Pero, peor aún, a ellos también alguien les dijo que le habían dicho anteriormente: “bueno, esto es así y aquello es asá”, y te lo ejemplifican de la siguiente manera:

—¿Ves que esos dos están haciendo esto que te digo que hay que hacer? —dice el profesor—. Y los cinco de por allá, ¡a que adivino que van a entrar a ese lugar en filita uno tras otro! ¿Ves? ¡¡¡Ves!!! Ahí está... Lo que te dije. Entonces, haceme caso. Vos vas a creer que soy un clarividente, un oráculo, pero no: son costumbres, pibe. Así funciona la cosa. Y van a funcionar mejor en la medida en que la mayor cantidad de personas se pongan y nos pongamos de acuerdo. ¿Vas entendiendo como funciona la cosa?

”Es más, mirá, mirá con atención —prosigue el profesor—. ¿Ves a ese que va caminando mirando para cualquier lado, tipo distraído? Mirá como se tropieza con el otro que viene embobado mirando el celular, y ¡a que se disculpan mutuamente! Pum… ¿Viste, viste? Te lo dije. Ahí se disculparon y siguen sus caminos. Así funciona, pibe. Así funciona desde hace mucho, y esperemos que siga así la cosa; si no, la rutina sería un caos, viste.

—Ajá, mirá vos. Bueno, a ver si me sale todo esto. —Al principio cuesta, hasta parecemos tontos, pero después arranca y ya parece que hubiéramos nacido para vivir en sociedad.