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La Comunitat Valenciana afronta un nuevo contexto dominado por los efectos de un cambio climático acelerado y de una transformación territorial que no respeta las dinámicas naturales, basada en decisiones políticas que ponen en jaque logros del estado del bienestar y dan lugar a problemas y riesgos que obligan a repensar comportamientos y procesos socioeconómicos considerados estables hasta ahora. Presentamos aquí, a partir de un análisis riguroso y con visión propositiva, diez retos que precisan de medidas de actuación rápidas y aplicables planteadas por un grupo de especialistas de formación diversa y comprometidos con la sociedad. No son los únicos desafíos del territorio valenciano, pero sí son los de mayor repercusión socioeconómica y territorial. Un trabajo colectivo que pretende contribuir al diseño de una hoja de ruta para las políticas públicas de la Comunitat Valenciana en este momento complejo y que parte del principio básico de la necesidad de pensar para actuar. Los territorios avanzan desde la reflexión, mediante la formulación de objetivos realistas y de ideas razonables y prácticas que aportan argumentos para un mejor gobierno y un cambio positivo en torno a cuestiones prioritarias para los años venideros.
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Seitenzahl: 518
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Colección: Desarrollo Territorial, 29
Dirección: María Dolores Pitarch
Consejo de dirección: Josep Vicent Boira, Sacramento Pinazo, Joan Romero, Ana Sales
Consejo editorial:
Nacima Baron
École d’Urbanisme de Paris
Dolores Brandis
Universidad Complutense de Madrid
Gemma Cànoves
Universidad Autónoma de Barcelona
Inmaculada Caravaca
Universidad de Sevilla
Josefina Cruz Villalón
Universidad de Sevilla
Carmen Delgado
Universidad de Cantabria
Josefina Gómez Mendoza
Universidad Autónoma de Madrid
Francesco Indovina
Istituto Universitario di Architettura di Venezia
Oriol Nel·lo
Universidad Autónoma de Barcelona
Andrés Pedreño
Universidad de Alicante
Rafael Mata
Universidad Autónoma de Madrid
Carme Miralles
Universidad Autónoma de Barcelona
Ricardo Méndez
CSIC
Joaquim Oliveira
Director de Política Regional y Urbana de la OCDE
José Alberto Rio Fernandes
Universidade do Porto
Andrés Rodríguez-Posse
London School of Economics
Julia Salom
Universitat de València Estudi General
Joao Seixas
Universidade Nova de Lisboa
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, de ninguna forma ni por ningún medio, sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso de la editorial. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
© Del texto: los autores y las autoras, 2025
© De la presente edición: Universitat de València, 2025
Publicacions de la Universitat de València
puv.uv.es
Coordinación editorial: Amparo Jesús-Maria Romero
Diseño de la cubierta y maquetación: Celso Hernández de la Figuera
Corrección: David Lluch
ISBN: 978-84-1118-613-1 (papel)
ISBN: 978-84-1118-614-8 (ePub)
ISBN: 978-84-1118-615-5 (PDF)
DOI: https://doi.org/10.7203/PUV-OA-9788411186155
Edición digital
PRESENTACIÓN, J. Fernando Vera y Jorge Olcina
CAPÍTULO 1. Emergencia climática, riesgos y seguridad hídrica, David Corell, M.ª José Estrela y Jorge Olcina
1. Introducción
2. La realidad climática actual: una situación de emergencia
3. Cambio climático en la Comunitat Valenciana: evidencias científicas e impactos
4. Incremento de extremos atmosféricos en la Comunitat Valenciana
5. Proyecciones de futuro del clima y de los riesgos climáticos en la Comunitat Valenciana
6. El agua en la Comunitat Valenciana: necesidad de garantizar la seguridad hídrica
7. Emergencia climática y gestión del agua en el territorio valenciano: hoja de ruta
CAPÍTULO 2. La infraestructura verde valenciana y los espacios naturales protegidos. Análisis crítico y propuestas para su reformulación, Ignacio Díez Torrijos, Margarita Capdepón Frías, Juan Ors Martínez y Carles Sanchis Ibor
1. Introducción
2. Las piezas clave de la infraestructura verde. Los espacios naturales protegidos
3. Conectividad del territorio. Articular la infraestructura verde
4. Medidas y acciones prioritarias. Infraestructura verde como paisaje de paisajes
CAPÍTULO 3. El litoral: límites del crecimiento y necesidad de una planificación proactiva y sostenible, José Vicente Sánchez Cabrera, Josep Antoni Ivars Baidal y J. Fernando Vera Rebollo
1. Introducción
2. El espacio litoral de la Comunitat Valenciana: dinámicas territoriales
3. Crecimiento urbanístico heredado, expectativas para seguir creciendo e insuficiencias de los instrumentos de ordenación
4. La especialización turística del litoral valenciano: desequilibrios crecientes y necesidad de una estrategia para su redefinición
5. Algunos retos esenciales para la sostenibilidad del espacio litoral
6. A modo de conclusión
CAPÍTULO 4. Els reptes demogràfics: creixement, envelliment, diversitat i ruralitat en territori valencià, Rafael Castelló-Cogollos
1. Introducció
2. Context demogràfic
3. Creixement demogràfic i densitat
4. Moviments naturals de població
5. Maduració demogràfica
6. La diversitat d’orígens
7. El territori i la població: el despoblament
8. Cloenda
CAPÍTULO 5. La sostenibilidad del modelo territorial metropolitano, Julia Salom Carrasco y José Manuel Casado Díaz
1. Introducción
2. Las áreas metropolitanas valencianas: delimitación y caracterización
3. La sostenibilidad de las áreas metropolitanas valencianas
4. Conclusiones: gobernanza metropolitana y políticas públicas
CAPÍTULO 6. La aportación pendiente de las ciudades pequeñas y medias: retos y oportunidades del sistema de ciudades, Almudena Nolasco Cirugeda y Clara García Mayor
1. Introducción
2. El papel de las ciudades pequeñas y medias en la sostenibilidad territorial
3. Los retos y las oportunidades del sistema de ciudades en la Comunitat Valenciana
4. Conclusiones
CAPÍTULO 7. El «otro territorio»: inercias y nuevos procesos en los espacios rurales de interior, María Hernández Hernández y Emilio Iranzo García
1. Introducción
2. Incidencia de las políticas en los medios rurales
3. Retos del medio rural
CAPÍTULO 8. ¿Qué explica las desigualdades de renta entre los municipios valencianos? Una primera aproximación, Rafael Boix Domènech
1. Introducción
2. La definición de renta en los datos de la Agencia Tributaria y el INE y su comparación con la contabilidad nacional
3. La descomposición de la renta bruta municipal y estimación de las fuentes de renta
4. Datos y metodología
5. ¿Qué explica las diferencias de renta entre los municipios valencianos?
6. Conclusiones
CAPÍTULO 9. ¿Estamos bien comunicados? Redes de transporte, movilidad y política de infraestructuras en el territorio valenciano, Josep Vicent Boira
1. Introducción
2. Sobre infraestructuras y movilidad valenciana
3. La necesidad de una perspectiva amplia e integrada de la movilidad
4. El modelo territorial valenciano: cambios y consecuencias sobre movilidad e infraestructuras de transporte
5. Estado de la red de infraestructuras valencianas: inversiones y stock
6. Criterios para la definición de una movilidad y de unas infraestructuras adecuadas
7. Políticas públicas en la Comunitat Valenciana en materia de movilidad e infraestructuras
8. Conclusión: todavía nos falta recorrido
CAPÍTULO 10. El territorio de la(s) política(s), Juan Romero y Ana Camarasa
1. Introducción
2. Gobernanza territorial. El gran reto pendiente
3. Contextos socioculturales, política y gobierno del territorio
4. Dos ejemplos: gestión del agua y agenda metropolitana
5. La gestión de la DANA como síntesis de los déficits de gobernanza, de fracaso de la política y de bloqueo de las políticas
6. Conclusiones
AUTORÍAS
Retos, desafíos, reflexión
J. Fernando Vera Rebollo,
Jorge Olcina Cantos
Un reto se entiende como la tarea difícil que se propone a alguien para poner a prueba sus habilidades, destrezas o resistencia y, entre las acepciones que contempla el Diccionario de la Real Academia, aparece la de «objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta». Por tanto, el reto debe entenderse como oportunidad, como posibilidad de llevar a cabo una acción, un proyecto. No como una provocación, como un duelo entre actores afectados. En materia territorial, todo reto debe planificarse; debe analizarse la situación existente y realizar propuestas para su mejora, para su cambio o para su mantenimiento si es el caso. Pero todo debe tener un diagnóstico preciso y una valoración del tiempo y el presupuesto necesarios para llevarlo a cabo. Es el modo científico de hacer propuestas en los territorios.
La Comunitat Valenciana es un espacio dinámico, de oportunidad, una de las regiones europeas con mayor dinamismo demográfico y económico en las últimas décadas. Un territorio de acogida, de culturas diversas a lo largo de la historia. Un espacio de estancia agradable, de valioso patrimonio cultural y diversidad y riqueza paisajística. Sin embargo, a la vez, es un territorio complejo, con un medio físico a veces hostil, con diferencias sociales que se agravan en los últimos años, con una comunicación mejorable a lo largo del litoral mediterráneo, con diferencias socioeconómicas notables entre la franja costera y el interior, con una economía muy dependiente de sectores tradicionales, con una sociedad que envejece demandando servicios adaptados a sus necesidades, con una estructura urbana dispar muy poco policéntrica en algunas de sus provincias y con una gran carencia de cultural territorial y de gobernanza efectiva. Todo esto, con sus luces y sus sombras, caracteriza al territorio valenciano. De ahí la necesidad de actuar para gestionar escenarios de complejidad que se muestran de forma cada vez más evidente.
El territorio de la Comunitat Valenciana ha experimentado diversas crisis en el último medio siglo. Unos años en los que se han producido notables cambios en la estructura social, económica y territorial. De ahí que la reflexión sobre el contexto y los escenarios haya sido constante, en atención a las necesidades y prioridades de cada momento. Así, ya en 1976, como ensayo sobre las cuestiones económicas y sociales, Ernest Luch destacaba «la vía valenciana» como un modo de entender la transformación social y económica basada en la capacidad de superación y el emprendimiento, que abrió nuevas perspectivas de análisis. Eran años de grave crisis económica y de transformación política.
Desde entonces, a lo largo de las últimas décadas, se han publicado diversos estudios centrados en diferentes aspectos de interés, desde la esfera pública y privada, contando con especialistas de reconocido prestigio (Ariño, Romero, Azagra, García Pilán, Farinós, García-Álvarez Coque, Goerlich, Pérez, Pedreño, Ybarra, Salom, Michavila, Sorribes, Escudero, entre otros). Asimismo, entidades, institutos de investigación y universidades han elaborado diagnósticos precisos y propuestas de actuación para la mejora de la situación existente. Por su parte, la propia Administración valenciana ha aprobado estrategias de acción, a corto y medio plazo, para el desarrollo de sus políticas, mediante documentos en los que la propuesta cobra papel protagonista, entendida como acción de mejora para el futuro. Es así como, desde la dimensión territorial, se aprobó, en 2011, la Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana, herramienta operativa que entiende el territorio como factor clave de competitividad, para lo que formula metas y directrices que permiten coordinar las políticas con incidencia territorial y ambiental.
No obstante, a mediados de la tercera década del presente siglo, la Comunitat Valenciana vive un momento económico de expansión, pero hay aspectos en materia socioeconómica, ambiental y territorial que preocupan seriamente. Entre los que se abordan en la presente obra, se está viendo afectada, con fuerza, por un proceso de cambio climático que encuentra en la región mediterránea un escenario donde los efectos pueden extremarse, por lo que este hecho debería estar condicionando el desarrollo de políticas públicas y acciones privadas, en un intento de reducir su impacto socioeconómico y territorial. Son precisamente las cuestiones ambientales, económicas, territoriales y sociales las que deben servir como punto de partida para la reflexión, para la formulación de propuestas, que persiguen la renovación, el cambio de modelo, la superación, en definitiva, de los problemas existentes.
En este contexto surge el presente ensayo, que entendemos como una reflexión colectiva e interdisciplinar para afrontar el futuro del territorio valenciano en las próximas décadas en torno a unos temas que se manifiestan en forma de retos susceptibles de actuaciones precisas. De este modo, se han seleccionado diez aspectos o ámbitos clave cuya evolución futura va a determinar el desarrollo del territorio valenciano en el contexto estatal y europeo: la crisis climática y los riesgos naturales; el valor y la protección del paisaje; la planificación y gestión integrada del litoral; las disparidades en la renta entre municipios; la desigual distribución de la población y la consiguiente necesidad de cohesión social y equidad en el territorio; la sostenibilidad del modelo metropolitano; el papel del sistema de ciudades; la movilidad y la conectividad interna y externa; las inercias y nuevos procesos en los espacios rurales del interior, y el territorio como escenario en el que se manifiesta el déficit de gobernanza de las políticas públicas. No son los únicos retos que tiene el territorio valenciano, pero consideramos que son determinantes en la evolución ambiental y socioeconómica de los próximos años.
Para abordar estos desafíos se ha contado con un elenco de investigadores de primer nivel de las universidades valencianas que proceden de distintas disciplinas (geografía, economía, sociología, arquitectura, urbanismo, ingeniería...), con amplia experiencia en los temas tratados y que han preparado sus trabajos con visión aplicada, pragmática y propositiva, con la idea de enriquecer el contenido del debate sobre el territorio, aportando una síntesis de problemas y, sobre todo, las claves para abordarlos como retos. Este ha sido el principio rector de la presente obra: la aplicabilidad mediante la presentación de propuestas que puedan ser empleadas por la acción política, en sus diversas escalas de trabajo y para la planificación de medidas necesarias que permitan adaptar el territorio valenciano a la nueva realidad social, económica, tecnológica y ambiental que está teniendo lugar en los inicios de este siglo marcado por la complejidad y la incertidumbre. Es, por tanto, una contribución a un debate necesario que, además de concienciar sobre los problemas –en gran parte derivados de políticas que tienen como prioridad el beneficio a corto plazo–, ha de servir para aportar vías de trabajo que deberían materializarse desde las políticas públicas, asignando fondos para ello y determinando prioridades.
Los territorios deben avanzar desde la reflexión. Las iniciativas inconexas, poco meditadas, las que persiguen un beneficio político o económico inmediato, las que no cuentan con un soporte intelectual racional detrás, están abocadas al fracaso. Por eso es importante plantearse objetivos realistas para mejorar coyunturas de dificultad o para planificar acciones a medio y largo plazo que permitan avanzar a las sociedades. La Comunitat Valenciana afronta un momento decisivo para su futuro. Un tiempo de cambios diversos que tendrán que gestionarse correctamente y con los que se deberá convivir. La presente contribución ofrece argumentos para que los años venideros se orienten hacia un progreso social, económico y ambiental más racional, y la planificación y la gestión del territorio son claves para garantizar la calidad de vida y el desarrollo sostenible.
Alicante, enero de 2025
David Corell,
M.ª José Estrela,
Jorge Olcina
El proceso actual de cambio climático, que cobra singularidad en la región mediterránea, es una evidencia en la Comunitat Valenciana avalada con datos científicos. El clima valenciano en la actualidad ya no es el que se registraba en este territorio hace tres décadas. Se ha modificado el valor de los elementos climáticos básicos (temperaturas y precipitaciones) y se manifiestan alteraciones en la circulación atmosférica regional con efectos en la temperie diaria, estacional y anual. A consecuencia de ello, el recurso agua también se ha visto afectado por la mayor irregularidad de las lluvias y los cambios en los tipos de precipitación que registra el territorio valenciano y las áreas de montaña próximas donde tiene lugar el nacimiento de los ríos alóctonos principales que nutren las demandas existentes. Una clave importante de la singularidad que registra el calentamiento climático planetario en esta región tiene que ver con el notable aumento de temperatura que ha registrado en las últimas décadas el agua del mar Mediterráneo, que condiciona el comportamiento térmico y pluviométrico del clima valenciano.
Y junto a ello está la propia evolución de la dinámica socioeconómica y territorial de la región valenciana desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. Una dinámica caracterizada por un crecimiento continuado, con vaivenes causados por las crisis económicas, y una transformación intensa del medio, especialmente en la franja litoral. El territorio valenciano se ha convertido en un espacio de oportunidad, con lo que ello supone de gasto de recursos –singularmente de agua–, de generación de emisiones de gases de efecto invernadero y de alteración de ecosistemas para la implantación de áreas urbanas e industriales y de infraestructuras. Hasta fecha reciente, la sostenibilidad ambiental no ha sido una preocupación destacada en el gobierno del territorio valenciano en sus diferentes escalas. La necesidad de cumplir las normativas europeas y estatales, unida de forma notable a las protestas ciudadanas (colectivos y plataformas) contra la alteración irremediable de algunos espacios y el uso abusivo del territorio y de sus recursos naturales, han ido modificando este desinterés de las políticas públicas en beneficio de la sostenibilidad, así como la mitigación del cambio climático y la adaptación a este.
Las proyecciones climáticas para las próximas décadas en el territorio valenciano señalan un agravamiento de los efectos actuales del cambio climático y una mayor irregularidad en los caudales hídricos que dependen directamente de las precipitaciones. De ahí la necesidad de activar, con urgencia, políticas públicas y acciones privadas de lucha contra el cambio climático si se quiere mantener el nivel de desarrollo actual en el territorio valenciano. En definitiva, es necesario desarrollar mecanismos de racionalidad en la planificación económica y territorial en un contexto de complejidad creciente debido a las manifestaciones cada vez más notorias del proceso planetario de cambio climático en este espacio regional. El cambio climático debe convertirse en un eje principal de las políticas en los próximos años. Este va a ser sin duda el gran reto para la gobernanza del territorio valenciano, por la capacidad del cambio climático de modificar sistemas naturales, actividades económicas y el propio bienestar y salud de la sociedad.
La emergencia climática se refiere específicamente al escenario crítico y urgente al que se enfrenta el planeta tierra debido a los efectos ya evidentes del cambio climático. El hecho de que la comunidad científica considere la situación climática actual del planeta como una emergencia es un indicador claro de la gravedad de los impactos y de los riesgos a los que se enfrenta el planeta, así como de la urgencia que hay de actuar cuanto antes. Se necesita una respuesta inmediata para evitar consecuencias futuras más graves. La comunidad científica avala con las mediciones atmosféricas y los estudios que realiza que la Tierra está experimentando una serie de impactos sobre sus diferentes sistemas originados por un proceso de calentamiento térmico incentivado por la acción humana que requiere una respuesta rápida y coordinada para mitigar sus efectos negativos.
A lo largo de los últimos 800.000 años de vida de nuestro planeta, la concentración de CO2 atmosférico se ha mantenido constante, dentro del intervalo 150-300 ppm, y los cambios más bruscos que ha sufrido han sido de 35 ppm en 1.000 años. Esta variación de la concentración de CO2 atmosférico se ha debido a causas naturales: actividad volcánica, incendios forestales o cambios en la biodiversidad debido a las fluctuaciones en la respiración y en la fotosíntesis de la vegetación. Sin embargo, en los últimos años, los niveles de CO2 de la atmósfera se han disparado, mostrando una línea de ascenso casi vertical que alcanza valores jamás vistos en los años previos (fig. 1.1, izquierda). Desde el comienzo de la era industrial, las actividades humanas han provocado que la concentración del CO2 atmosférico aumente en más del 50 %, pasando de valores de 280 ppm en 1750, a 426 ppm en junio de 2024. Durante este periodo, el ritmo de aumento de la concentración de CO2 atmosférico ha sido, en promedio, de 0,5 ppm al año, lo que supondría 500 ppm en 1.000 años.
No obstante, si se analiza la ocurrido en las últimas décadas, se observa que la tasa de cambio es incluso mayor en la actualidad. Desde 1958, la «curva de Keeling» muestra la concentración de CO2 atmosférico en un lugar remoto del océano Pacífico (observatorio de Mauna Loa, en Hawái). Dicha curva indica que el CO2 ha aumentado de 315 ppm en 1958, hasta concentraciones superiores a 420 ppm en 2024, lo que supone un ritmo anual de incremento mucho mayor que el registrado en años precedentes (1,7 ppm al año). En nuestro país, las mediciones comenzaron unos años más tarde en el observatorio de Izaña (Tenerife) y muestran un aumento de la concentración de CO2 atmosférico de 345 ppm en 1984 hasta 427 ppm en mayo de 2024, lo que refleja una tasa de aumento de 2 ppm al año (fig. 1.1, derecha). Se observa, por tanto, cómo en las últimas décadas el ritmo de aumento de CO2 atmosférico se ha acelerado significativamente, con tasas de cambio que se intensifican a medida que nos acercamos al presente. Este incremento exponencial refleja una tendencia alarmante, ya que el ritmo de aumento en los últimos años supera ampliamente los registros históricos, lo que evidencia un cambio climático cada vez más rápido y pronunciado.
El CO2 es un gas de efecto invernadero (GEI) que, al acumularse en la atmósfera, atrapa el calor solar y contribuye al calentamiento global. Ya en 1856, la científica estadounidense Eunice Newton Foote realizó experimentos que demostraron que el CO2 absorbe más calor que otros gases, lo que sugería que un aumento de su concentración en la atmósfera podría elevar la temperatura de la Tierra. Posteriormente se demostró que cuando el CO2 y otros gases de efecto invernadero, tales como el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), se acumulan en la atmósfera, atrapan parte de la radiación infrarroja proveniente de la superficie de la Tierra que normalmente se reflejaría al espacio, reteniendo el calor en la atmósfera y causando un incremento de la temperatura atmosférica. Los GEI son fundamentales para la vida, ya que actúan como una manta invisible que retiene el calor y evita que se pierda en el espacio. El problema es el incremento antrópico de estos gases en la atmósfera terrestre, que está provocando un desequilibrio en sus concentraciones y que ha desencadenado el actual proceso de calentamiento global planetario, así como otros cambios climáticos asociados.
Fig. 1.1. A la izquierda, evolución de la concentración de CO2 atmosférico en los últimos 800.000 años. A la derecha, concentración de CO2 atmosférico obtenida a partir de mediciones reales realizadas desde 1984 en el observatorio de Izaña (Tenerife). Último dato: 18 de junio de 2024. Fuente: Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y AEMET.
Según Copernicus,1 durante el año 2023 la temperatura media del planeta fue 1,48 ºC más cálida que en el periodo preindustrial (1850-1900). Desde la década de los setenta, las mediciones meteorológicas confirmaron una tendencia constante al alza de la temperatura global planetaria, con una pendiente cada vez mayor. De hecho, desde que se tienen registros de observación real, el año 2023 ha supuesto el año más cálido y los diez años más calurosos de la historia han sido los diez últimos.
En un sistema complejo e interdependiente como es la Tierra, la alteración de cualquier variable, como por ejemplo la concentración de determinados gases en uno de sus subsistemas (atmósfera), puede provocar cambios en el resto de subsistemas (hidrosfera, geosfera y biosfera). Y como ejemplo de ello tenemos el cambio (aumento) en la concentración de GEI en la atmósfera que se ha producido de forma inequívoca desde el comienzo de la era industrial, siendo ello el detonante del actual cambio climático que estamos viviendo.
La cuenca mediterránea es considerada una de las áreas del planeta más vulnerables a los efectos del cambio climático. Ello se debe a dos motivos principales: por un lado, a su ubicación latitudinal, que la sitúa en una región de transición entre los climas tropicales del sur y los climas polares del norte; por otro, a la presencia de un mar casi cerrado, rodeado de montañas, sin apenas renovación de aguas. Los cambios que está experimentando la circulación atmosférica en latitudes medias del hemisferio norte afectan de pleno a esta región. Es por ello por lo que las tasas de cambio climático observadas en la cuenca mediterránea superan las tendencias globales en la mayoría de las variables estudiadas. Desde principios del siglo XX, la anomalía térmica de esta región ha sido superior a la observada a nivel global, pero es a partir de la década de 1990 cuando esta diferencia se ha incrementado (fig. 1.2). En los últimos años, la región mediterránea ha sufrido un incremento térmico de 0,5 ºC, superior al registrado a escala planetaria, mientras que, en las primeras décadas del siglo pasado, esta diferencia era tan solo de 0,1 ºC.
Fig. 1.2. Evolución de la temperatura del aire a nivel mundial (línea verde) y en la cuenca mediterránea (línea azul). Se muestran las anomalías anuales de la temperatura media del aire con respecto al periodo 1880-1899, presentado con suavizado (trazo ondulado) y sin suavizado (trazo tipo sierra). Datos de <http://berkeleyearth.org/>. Fuente: Cramer et al. (2018) y MedECC (2024).
Sin embargo, no solo se está calentando la atmósfera, sino también el propio Mediterráneo. Según algunos estudios, entre 1982 y 2024 este mar se ha calentando, en promedio, 1,5 ºC, lo que supone un ritmo anual de incremento térmico de 0,04 ºC, el cual ha sido aún mayor en la región marina que baña la península ibérica, donde el calentamiento acumulado alcanza 1,75 ºC (Pastor et al., 2020; Khodayar y Paredes-Fortuny, 2023; Pastor, 2024).
El incremento de temperaturas en la cuenca del Mediterráneo ha sido intenso desde los años ochenta del pasado siglo y especialmente desde 2010 hasta la actualidad (fig. 1.3, izquierda), hasta convertirse en una de las cuencas marinas que más se ha calentado del mundo, lo que constata la singularidad de esta región (Bulgin et al., 2020). Prueba de ello es que, en el verano de 2024, la cuenca del Mediterráneo en su conjunto registró el día más caluroso de su historia en aguas superficiales, con una temperatura media de 28,47 ºC, superando el récord anterior de julio de 2023 (fig. 1.3, derecha). En la costa mediterránea española, la boya del puerto de València estableció, de momento, el récord de temperatura superficial del agua del mar el 11 de agosto de 2022 (29,94 ºC) y registró valores superiores a 29 ºC en 2023 y 2024. Se trata de valores de mar tropical, con las implicaciones meteorológicas que ello conlleva. Este es el factor principal de regionalización del proceso global de calentamiento climático, que permite hablar con propiedad de «mediterraneización» del cambio climático (Meseguer y Olcina, 2023).
A su vez, la región padece desde la década de 1950 un descenso general de los volúmenes anuales de la precipitación. Las áreas más afectadas por la pérdida de lluvia se sitúan en el litoral norte de la cuenca (sur de Francia, norte de Italia, países del mar Adriático), así como en su parte oeste (norte de Marruecos, Argelia y Túnez, y este de la península ibérica), con regiones que han experimentado una reducción de la precipitación de 6 mm por año. Los días de lluvia se han reducido, mientras que las precipitaciones se han vuelto más intensas y concentradas en menos días. Cada vez son más frecuentes los periodos de sequía, como el vivido en el noreste de Catalunya en los últimos años hidrológicos (2020-21 hasta la primavera de 2024), lo que provocó la declaración de estado de emergencia, con restricciones de agua agrarias y urbanas que pusieron en cuestión el propio abastecimiento de agua en Barcelona.
No obstante, debido a la intensificación de los mecanismos de inestabilidad atmosférica, cada vez son también más frecuentes fenómenos meteorológicos extremos como las lluvias torrenciales. A modo de ejemplo, los episodios ocurridos en Libia en septiembre de 2023 o en la región de Murcia en septiembre de 2019, donde se registraron intensidades de lluvia nunca vistas con anterioridad. Algunos estudios afirman que, debido al gran volumen de agua precipitable que contiene la atmósfera en la actualidad, lo cual está relacionado con la anomalía térmica de los mares, los episodios de lluvias torrenciales son más intensos de lo que cabría esperar mediante el análisis de datos históricos.
Fig. 1.3. A la izquierda, temperatura media anual de la superficie del mar (aguas costeras de la Comunitat Valenciana) entre 1940 y 2023. A la derecha, récord de temperatura del agua del mar en la cuenca del Mediterráneo (28,47 ºC) registrado el 15 de agosto de 2024. Fuente: CEAM, Copernicus y AEMET (Comunitat Valenciana).
La Comunitat Valenciana, emplazada en el extremo occidental de la región mediterránea, está padeciendo gran parte de los efectos atmosféricos descritos para el conjunto de la cuenca, aunque con algunas particularidades, las cuales se van a describir en los siguientes apartados.
La Comunitat Valenciana ha sufrido, al igual que el conjunto del área mediterránea, un notable incremento de la temperatura en las últimas décadas. Si analizamos lo ocurrido a partir de la segunda mitad del siglo XX, podemos observar que, tras un breve periodo de enfriamiento entre los años sesenta y principios de los setenta, la temperatura media anual en la región no ha dejado de aumentar hasta nuestros días (fig. 1.4), siendo los años recientes los más cálidos. Hoy en día, la temperatura media anual es aproximadamente 2 ºC más cálida que a principio de los años setenta y la tendencia observada nos hace pensar que, en el futuro, la diferencia será todavía mayor. Durante el periodo 1950-2023, la temperatura media se ha incrementado a un ritmo anual de 0,02 ºC. Sin embargo, entre los años 1970 y 2023, el ritmo anual ha sido muy superior y se sitúa en 0,03 ºC, lo que refleja que, durante los años más recientes, el calentamiento global se está agravando. A su vez, es importante destacar también cómo ha ido variando la temperatura a lo largo del año. Los estudios revelan que los meses de primavera y de verano son los que han sufrido los mayores incrementos térmicos.
Los estudios realizados en la Comunitat Valenciana muestran que las temperaturas mínimas están aumentando más rápidamente que las máximas, especialmente en las ciudades costeras. En algunos emplazamientos urbanos estudiados, la temperatura mínima se ha incrementado 1 ºC más que la máxima en un periodo de setenta años. El notable aumento experimentado por las temperaturas mínimas hace que sean cada vez más frecuentes las noches tropicales y ecuatoriales en el periodo cálido del año, fundamentalmente en áreas urbanas y en la franja costera (tabla 1.1). Este aspecto se analiza con detalle en el apartado 4 de este capítulo.
La importancia del turismo de sol y playa en la Comunitat Valenciana, uno de los pilares fundamentales de su economía, hace que el ascenso de la temperatura media en estos meses esté ocasionando veranos cada vez menos agradables. Si la temperatura del verano (máximas y mínimas) sigue subiendo, es posible que en un futuro próximo el calor excesivo dificulte las actividades al aire libre y que durante las noches el descanso se haga más complicado. Ello puede hacer perder atractivo turístico a la región durante dichos meses, con las repercusiones económicas que ello conlleva. Por otro lado, este aumento térmico permite ampliar la temporada alta de verano hacia sus extremos (primavera y otoño). Además, ello podría provocar la necesaria diversificación hacia otros segmentos, como el turismo cultural, gastronómico o de naturaleza.
Fig. 1.4. Anomalía de la temperatura media anual en la Comunitat Valenciana respecto del promedio de referencia 1961-1990. Fuente: AEMET.
TABLA 1.1Evolución de las temperaturas en las capitales valencianas
Fuente: AEMET. Comunitat Valenciana.
De momento, a pesar de los veranos muy calurosos registrados (2022, 2023 o 2024) en el territorio valenciano, la demanda turística no ha disminuido, sino todo lo contrario. Sin embargo, comienza a preocupar el discurso de algunos medios de comunicación, nacionales y extranjeros, que señalan la pérdida de confort térmico que se está registrando en el litoral mediterráneo y la promoción de las comunidades del Cantábrico como «refugios climáticos» naturales para el turismo. De ahí la necesidad de implantar medidas de adaptación en municipios y destinos turísticos del territorio valenciano para el mantenimiento de actividades y niveles de desarrollo económico.
Otro de los cambios importantes que ha provocado el calentamiento global en la Comunitat Valenciana es la manera en la que llueve. En términos generales, si analizamos los totales acumulados anualmente en nuestra región desde 1950 hasta nuestros días, no se aprecia una tendencia hacia una disminución general de precipitaciones (fig. 1.5). Si tan solo consideramos el volumen de agua que llueve cada año, podríamos llegar a la conclusión de que lo hace más o menos igual que antaño, ya que las cantidades registradas por los pluviómetros son similares a entonces o apenas han variado.
Fig. 1.5. Evolución de la precipitación anual (línea continua) y su tendencia (línea discontinua) en la Comunitat Valenciana en el periodo comprendido entre los años 1950 y 2023. Fuente: elaboración propia a partir de datos procedentes de AEMET (2023).
Sin embargo, es importante conocer cómo llueve, ya que la manera en que lo hace determina la capacidad de recarga del sistema hídrico. Las lluvias de baja intensidad y que se prolongan a lo largo de uno o varios días dan tiempo al sistema para su asimilación y son idóneas para la recarga de nuestros reservorios hídricos. Por el contrario, las lluvias intensas no permiten una adecuada infiltración y recarga de los acuíferos, ya que gran parte del agua se pierde en escorrentía superficial, generando arrastres y daños, sin poder ser aprovechada por el sistema.
Por ello, se hace necesario analizar en mayor profundidad la manera en la que llueve para así darnos cuenta de los cambios que estamos viviendo. En la Comunitat Valenciana, las precipitaciones llegan fundamentalmente de tres maneras: 1) asociadas a frentes atlánticos; 2) mediante advecciones mediterráneas que dejan precipitaciones muy intensas, principalmente en zonas próximas al mar; 3) por medio de situaciones convectivas que originan tormentas dispersas, fundamentalmente en verano.
En relación con las precipitaciones de origen atlántico, se ha observado que estas cada vez son menos frecuentes y que los volúmenes que dejan son menores. Sin embargo, las precipitaciones de origen mediterráneo son ahora más habituales en aquellas zonas donde más llueve, mientras que las tormentas de verano están dejando de aparecer en la época estival y se están desplazando hacia el otoño y la primavera (Miró et al., 2018). En relación con ello, Muñoz et al. (2020) han confirmado el aumento de la circulación atmosférica de «gota fría» en latitudes medias planetarias, que en el hemisferio norte han aumentado un 20 % entre 1960 y 2017. Tomando como referencia la cota de 200 hPa, en Europa el número de DANA al año entre 1960 y 1990 se mantuvo estable, en casi 30 por año. Sin embargo, a partir de 1990, este número ha aumentado significativamente, situándose actualmente en torno a 35-40.
Las precipitaciones de origen atlántico resultan fundamentales en nuestra región, ya que son más abundantes en las áreas de interior y constituyen la base de la recarga de nuestros acuíferos en áreas montañosas. Su pérdida es, por tanto, preocupante, ya que puede afectar a la disponibilidad de recursos hídricos en el futuro. Algunos estudios han constatado esta pérdida de precipitaciones en dos áreas clave en las cuales nacen varios de los principales ríos de nuestra región: la sierra de Albarracín, situada al noroeste de la comunidad, y la sierra de Cazorla, al suroeste. En la primera de ellas, nacen los ríos Júcar y Turia, que vierten sus aguas al Mediterráneo, así como el Tajo, que lo hace al Atlántico. De ahí también surgen las aguas del trasvase Tajo-Segura, que tanto debate político y social genera. En la segunda de ellas, nacen varios ríos importantes, como el Segura o el Guadalquivir. En ambas zonas, se ha constatado que llueve, aproximadamente, un 10 % menos que antes y se espera que la tendencia hacia la pérdida de lluvia continúe (Miró et al., 2023; Estrela et al., 2024b). El cambio climático, por tanto, está generando una situación nueva, donde las fuentes tradicionales disponen en la actualidad de menos agua, lo que hace necesario abrir un debate y analizar su viabilidad de cara a años venideros (véase infra, apartado «El agua en la Comunitat Valenciana»).
Las temperaturas máximas elevadas pueden originar dos riesgos climáticos importantes: las olas de calor y las noches tropicales. El proceso actual de calentamiento térmico planetario no implica que no se produzcan episodios de frío y nieve en la Comunitat Valenciana, aunque su frecuencia se ha reducido de forma notable en las últimas décadas.
Los episodios extremos con registro de altas temperaturas han cobrado gran protagonismo en el territorio valenciano desde el 2000. Las olas de calor son fenómenos prolongados (normalmente tres días o más) de temperaturas excepcionalmente elevadas que superan las condiciones climáticas normales de una región y afectan a una superficie extensa (al menos el 10 % del área estudiada). Este tipo de eventos suponen un riesgo para la salud de las personas, especialmente en colectivos vulnerables (ancianos, niños y enfermos), ya que pueden agravar enfermedades cardiovasculares y respiratorias. A su vez, también pueden generar estrés térmico en plantas y animales, provocar incendios forestales más graves o aumentar la demanda energética para refrigeración, por lo que representan un importante reto para la sociedad y la economía. Estudios recientes alertan de que, en la Comunitat Valenciana, este tipo de eventos son ahora más frecuentes, severos e intensos que antes y se espera que en el futuro lo sean todavía más (Paredes-Fortuny y Khodayar, 2023).
Debido a que la energía acumulada se transfiere a la atmósfera, este calentamiento del mar conlleva la alteración de los procesos atmosféricos. Uno de los impactos más claros es el del mantenimiento de las temperaturas, especialmente las mínimas, en valores por encima de lo normal, lo que ha provocado que, en los últimos años, la región haya experimentado veranos cada vez más calurosos, con temperaturas nocturnas que apenas descienden. Esto ha resultado en un incremento significativo de las noches tropicales, definidas como aquellas en las que la temperatura mínima es igual o superior a 20 ºC, lo que aumenta el disconfort entre la población. Y en los últimos años han proliferado las noches «ecuatoriales», con una temperatura mínima igual o superior a 25 ºC, lo que confirma la pérdida acelerada de confort climático nocturno.
Este tipo de fenómenos dificultan el descanso de las personas, ya que las temperaturas elevadas obstaculizan la conciliación del sueño, produciendo una disminución del rendimiento físico y mental. Del mismo modo, este tipo de noches calurosas son un factor de riesgo para personas vulnerables (ancianos, niños y enfermos) y están asociadas a mayores tasas de mortalidad. Desde los años setenta, el número de noches tropicales en muchas ciudades de nuestra región se ha cuadriplicado, pasando de veinte noches tropicales al año a más de ochenta (en algunos casos, incluso más) (fig. 1.6, izquierda). En cuanto a las noches tórridas o ecuatoriales, este tipo de noche muy calurosa apenas existía en las décadas anteriores a los años noventa, pero es a partir de entonces cuando han comenzado a surgir y su tendencia va en aumento (fig. 1.6, derecha). En ciudades como València, el número de noches tórridas ha superado la decena en algunos de los últimos años, y también han estado presentes en el resto de las capitales provinciales (Alicante y Castelló).
Las noches calurosas (tropicales y tórridas) están aumentando con el paso del tiempo y en ello tiene mucho que ver el incremento sustancial de la temperatura del mar producido por el aumento térmico global. Un mar cálido disminuye su capacidad para enfriar el aire durante la noche y lleva consigo un aumento del número de noches tropicales, especialmente en zonas costeras. Dado que el Mediterráneo está más caliente que el océano Atlántico, el litoral mediterráneo es una de las zonas con mayor número de noches tropicales de la península ibérica y las proyecciones apuntan a que en el futuro su cantidad seguirá aumentando.
Fig. 1.6. Número anual de noches tropicales (izquierda) y tórridas (derecha) en el observatorio de València (Viveros) entre los años 1938 (1940 en el caso de las noches tórridas) y 2023 (último dato computado: 3 de agosto). Fuente: AEMET.
El calor nocturno genera una gran pérdida de confort que tiene efectos sobre la salud humana, especialmente en el caso de las personas mayores, debido al agravamiento de las afecciones previas respiratorias o cardiacas. Entre 2020 y 2024, las muertes por exceso de temperatura en la Comunitat Valenciana se han elevado a 1.746 (Instituto de Salud Carlos III, 2024), especialmente en el grupo de edad de personas que tienen más de setenta años, lo que representa un número muy alto que obliga a disponer de mecanismos de gestión sanitaria adecuados en los meses de verano, que en la actualidad no se tienen (fig. 1.7).
Fig. 1.7. Mortalidad notificada, observada, esperada y atribuible al exceso de temperatura en la Comunitat Valenciana en el año 2023. Fuente: Informes MoMo. Instituto de Salud Carlos III.
El cambio en los patrones de precipitación de nuestra región provocado por el cambio climático ha tenido dos efectos importantes: los días sin lluvia son ahora más numerosos, pero, cuando llueve, lo suele hacer con más intensidad que antes, fundamentalmente en las áreas litorales. Ello trae consigo dos riesgos asociados: las sequías y las lluvias torrenciales.
Esto se relaciona con dos procesos de circulación atmosférica, aparentemente contradictorios, que se presentan con mayor frecuencia en latitudes mediterráneas desde 2010: el efecto de la dilatación de la célula de Hadley hacia latitudes polares y la mayor presencia de circulaciones meridianas (vaguadas y «gotas frías») como resultado de movimientos de reajuste del balance energético planetario en este ámbito latitudinal (Meseguer y Olcina, 2023).
Las sequías están directamente relacionadas con la falta de precipitaciones, pero también la temperatura es un factor determinante. A mayor temperatura, mayor evaporación y evapotranspiración, lo que acentúa el déficit hídrico. Ambos factores han jugado a favor del desarrollo de las sequías en nuestra región. Por un lado, el aumento de la temperatura inherente al cambio climático, y, por otro, el incremento de los días sin precipitación y de los periodos secos, el cual ha sido constatado por algunos estudios (Miró et al., 2018). Todo ello ha llevado a que se den situaciones propicias para la aparición de secuencias de sequía.
En algunas zonas de interior, como en la parte alta de la cuenca del río Júcar, esta situación es preocupante (fig. 1.8). Desde los años ochenta, estudios llevados a cabo en dicha zona, la cual es clave para la recarga del río, han puesto de manifiesto una situación dominada por periodos de sequía hídrica a largo plazo (valores negativos), alternados por periodos breves ligeramente húmedos (valores positivos). A su vez, los estudios han alertado sobre la tendencia hacia un mayor número de periodos de sequía en dicha zona clave del río. Es evidente que la disminución significativa de los recursos hídricos disponibles en la cuenca alta del Júcar, así como en otros lugares clave para la recarga de nuestros acuíferos, deberá tenerse en cuenta a la hora de planificar una gestión sostenible del agua en nuestra región en el futuro. Debe recordarse que este sector de cabecera del Júcar, en la cordillera Ibérica, es asimismo el área de cabecera del río Tajo, cuyos caudales son, desde la puesta en marcha del trasvase Tajo-Segura en 1979, una pieza básica para el abastecimiento (agrario y urbano) de las comarcas meridionales de la Comunitat Valenciana. Este sistema, debido al descenso, también, de lluvias en cabecera, manifiesta una tendencia clara en la disminución de caudales disponibles para la transferencia al sureste ibérico, con independencia de las cuestiones políticas incorporadas en el debate de la planificación de recursos hídricos (Olcina, 2024).
En sentido contrario, otro de los riesgos a los que se enfrente nuestra región son las lluvias torrenciales, por los importantes efectos territoriales y económicos que generan. Como se sabe, las características principales de la precipitación en nuestra región son la irregularidad temporal y la concentración en periodos breves de tiempo. Los totales acumulados en un año en una estación meteorológica suelen diferir ampliamente de los valores promedio, lo que refleja su irregularidad. Del mismo modo, es habitual que en algunas áreas litorales de nuestra región la precipitación de un solo día llegue a representar un porcentaje importante del total anual, lo que indica la intensidad y peligrosidad de estos fenómenos meteorológicos. Las lluvias torrenciales pueden ocasionar inundaciones, lo que conlleva un serio riesgo.
Fig. 1.8. Evolución del índice de sequía SPEI (índice estandarizado de precipitaciónevapotranspiración) en la cabecera de la cuenca del río Júcar entre los años 1952 y 2022. Valores negativos del SPEI, especialmente por debajo de –1, indican que hay sequía. Cuanto más bajos sean los valores, más intensa es esta. Fuente: Miró et al. (2023).
El territorio valenciano es una de las áreas del planeta donde se registran intensidades diarias y horarias de precipitación más elevadas del mundo, dando lugar en muchos casos a precipitaciones muy intensas. Prueba de ello son algunos de los registros alcanzados en localidades del litoral mediterráneo español, algunos de los cuales superan los 400 mm en 24 horas (Olcina, 2017). Según los datos oficiales, el municipio valenciano de Oliva registró la mayor intensidad de precipitación en 24 horas a nivel nacional, con 817 mm, el 3 de noviembre de 1987. Por su parte, Jávea (Alicante) ostenta el récord de 48 horas, con 878 mm acumulados entre el 1 y el 2 de octubre de 1957, que sería uno de valores más altos de lluvia en 48 horas de España (Núñez, 2017). Aupí y Armengot (2023) han revisado el dato de lluvia registrado en el área del embalse de Tous durante el episodio de octubre de 1982, que ocasionó la rotura de la propia presa y el desastre en la comarca de la Ribera. La Comisaría de Aguas del Júcar estimó una cifra de 1.121 mm el 20 de octubre de 1982 a partir del agua acumulada en el aljibe de la Casa del Barón. Sin embargo, estos autores han calibrado esa cifra señalando un dato más ajustado de 882 mm.
La mayoría de los estudios coinciden en señalar un aumento de las precipitaciones torrenciales en nuestra región. Sin embargo, si analizamos con detalle lo ocurrido en las últimas décadas, observamos que el aumento no se ha producido de manera homogénea en el conjunto del territorio. A partir de un estudio de este tipo realizado por Miro et al. (2018), el cual utiliza datos del periodo 1955-2016 de 890 estaciones pluviométricas de las cuencas hidrográficas del Júcar y del Segura, se pueden obtener algunas conclusiones sobre el comportamiento de las precipitaciones torrenciales. El área que se extiende desde el litoral sur de la provincia de València hasta el norte la provincia de Alicante es una de las zonas donde se ha observado un incremento del número de precipitaciones muy intensas (fig. 9). En las últimas décadas, como se ha señalado, las fuertes precipitaciones de corta duración (entre 10 y 60 minutos) están aumentando su frecuencia (González y Bech, 2017). Además, el estudio señala que los récords en intervalos superiores (9 horas o más) se alcanzaron en años anteriores a 1990. A la vista de los resultados de este estudio podemos concluir que, a pesar de que en las últimas décadas no se estén alcanzando registros superiores de acumulados máximos diarios, las lluvias intensas de corta duración son ahora más frecuentes que antes en nuestra región, con el riesgo meteorológico asociado que ello conlleva y la necesidad de adaptar los protocolos de gestión de las emergencias para activar respuestas más rápidas que aseguren la vida humana.
En la Comunitat Valenciana, el riesgo por extremos hidrológicos (sequías e inundaciones) se ha incrementado porque al alto grado de ocupación del territorio (actividades económicas, poblaciones, infraestructuras), que supone un valor importante de vulnerabilidad y exposición, se unen los efectos del cambio climático en el desarrollo de extremos hidrológicos más severos y frecuentes. Por ello, la Comunitat Valenciana es la región española de mayor riesgo ante extremos hidrológicos, lo que se manifiesta en importantes pérdidas económicas e impacto socioterritorial. A pesar del desarrollo de sistemas de alerta hidrológica, de planes de sequía, de cartografías de riesgo de inundación (PATRICOVA) y de obras estructurales de defensa ante inundaciones y de reducción del riesgo de sequía (pozos, trasvases, depuración-reutilización y desalación), en 2024 el territorio valenciano sigue siendo una destacada «región-riesgo» en el conjunto de España y Europa, en un contexto climático de gran complejidad en las próximas décadas, lo que obliga a mejorar los sistemas de adaptación, especialmente en la escala local. El 29 de octubre de 2024 la provincia de València se vio afectada por un extremo de precipitaciones que ha impactado de manera extraordinaria en el territorio, poniendo a la vista que esta región sigue siendo un área de gran vulnerabilidad en el contexto del cambio climático.
Estudio de caso: la DANA del 29 de octubre de 2024 en València
Un ejemplo del riesgo de lluvias torrenciales e inundaciones que padece la región fue la DANA del 29 de octubre de 2024, que descargó precipitaciones nunca vistas con anterioridad sobre este territorio. A causa de ellas, se produjeron inundaciones aguas abajo de las áreas de descarga que provocaron una de las mayores tragedias humanas y económicas de nuestra historia reciente. Un mes después de lo ocurrido, los datos oficiales confirmaban 222 fallecidos, 4 personas desaparecidas e innumerables daños materiales y pérdidas económicas en más de ochenta municipios de la provincia de València.
Las personas que habitan este territorio saben por experiencia que este tipo de fenómenos de gota fría o DANA aparecen de manera recurrente, provocando lluvias torrenciales e inundaciones. No hace falta remontarse muy atrás para encontrar algunos ejemplos, como las inundaciones de la Vega Baja en septiembre de 2019 o algunas más antiguas, como la riada de València en 1957 o la pantanada de Tous en octubre de 1982. Lo vivido en octubre de 2024 en València se suma a la lista de grandes lluvias torrenciales e inundaciones de esta región, aunque destaca entre todas ellas por las extraordinarias intensidades de precipitación que se registraron. Según datos de AEMET, las comarcas de la Plana Utiel-Requena y la Hoya de Buñol fueron las más afectadas (fig. 1.9, derecha), destacando los 491,2 mm registrados en Chiva y, fundamentalmente, los 771,8 mm de Turís. En esta localidad, a pesar de no batirse el récord de precipitación acumulada en 24 horas que ostenta Oliva, sí que se superaron todos los récords nacionales en intensidades menores a 18 horas. De entre todos ellos, destacan los 42 mm registrados en 10 minutos, los 184,6 mm en 1 hora y los 720,4 en 12 horas. En las 5 horas y 20 minutos que transcurrieron entre las 13:40 y las 19:00 del 29 de octubre de 2024, se llegaron a acumular en Turís 620,6 mm, valor superior a su promedio anual de lluvia, lo que da una idea del carácter extraordinario de la precipitación acumulada (fig. 1.9, izquierda).
Fig. 1.9. Detalle de la precipitación registrada en la localidad de Turís el 29 de octubre de 2024, donde cada barra representa la precipitación acumulada en 10 minutos (izquierda). Mapa de la precipitación acumulada ese mismo día en la Comunitat Valenciana y áreas adyacentes (derecha). Fuente: AEMET.
Estas extraordinarias precipitaciones, que afectaron a amplias áreas del interior de la provincia de València, se desencadenaron debido a la presencia de una DANA de gran extensión espacial situada en el suroeste peninsular que provocó una fuerte circulación de vientos marítimos en superficie con dirección hacia la fachada oriental peninsular. Esta disposición sinóptica se resolvió como un tren de tormentas convectivas que se autoalimentaban y que se adentraron extensamente hacia el interior de la Comunitat, produciendo una situación especialmente peligrosa al abarcar una gran extensión espacial de las cuencas hidrográficas. Y ello, unido a un mar Mediterráneo muy caliente aún para esas fechas, lo que favoreció el aporte de humedad a la atmósfera, fue el factor fundamental que propició estas lluvias torrenciales. Las lluvias fueron de tal magnitud que desbordaron ríos y barrancos, dando lugar a inundaciones. Sin embargo, estas inundaciones no solo afectaron a los pueblos del interior donde había llovido con gran intensidad, como Utiel o Chiva, sino que los principales daños se produjeron aguas abajo, en localidades de la llanura próxima al litoral donde no se registraron lluvias importantes. Municipios como Paiporta, Torrent y Catarroja, en la comarca de l’Horta Sud, sufrieron graves inundaciones debido al desbordamiento de la rambla del Poyo, que arrastró vehículos y anegó viviendas y comercios. En la comarca de la Ribera Alta, localidades como Alzira y Algemesí fueron severamente impactadas por el desbordamiento del río Magro, que inundó zonas urbanas y agrícolas, causando evacuaciones y destrucción de cultivos (fig. 1.10).
Fig. 1.10. A la izquierda, foto aérea del 30 de octubre de 2024 que muestra parte del área afectada por las inundaciones en València. Fuente: NASA. A la derecha, vías de tren colapsadas por efecto de las inundaciones de octubre de 2024 en Alfafar. Fuente: RTVE.
El proceso actual de cambio climático está ocasionando, también, un aumento en el desarrollo de temporales marítimos con oleaje intenso que generan graves daños en la franja costera mediterránea y ponen en cuestión ocupaciones concesionales existentes a lo largo de su litoral. Diferentes autores han señalado el aumento de la intensidad de los temporales marítimos en el Mediterráneo occidental (Amarouche et al., 2021), relacionados con depresiones profundas (Makris et al., 2023). El informe sectorial sobre los océanos y la criosfera del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) (2019) manifiesta gran preocupación por el aumento del nivel del mar que ya se registra en áreas litorales de grandes cuencas oceánicas (Pacífico y Atlántico). Para la cuenca del Mediterráneo, el problema no es tan evidente aún, pero en el informe se hace notar el efecto que tendrá la dilatación del agua del mar (calentamiento) y la frecuencia más elevada de temporales marítimos (temporales de levante en el litoral mediterráneo español) en la franja costera. Estas conclusiones han sido avaladas en el trabajo sobre los efectos del cambio climático en las costas del mundo (Kulp y Strauss, 2019) y en el propio informe de los efectos del cambio climático en la costa española (Losada et al., 2014). En esta cuestión, en el litoral mediterráneo preocupa sobremanera el incremento de situaciones atmosféricas que den lugar a temporales marítimos en la franja costera. Los episodios desarrollados en enero de 2017 y de 2020 (borrasca Gloria) han puesto de manifiesto el riesgo que existe en diversas áreas de litoral mediterráneo con ocupación del dominio público marítimo terrestre, bien por edificación previa a las legislaciones más recientes de costas (1988, 2013), bien por tratarse de concesiones administrativas en dicho dominio que han sido ampliadas por la última normativa reguladora de este medio (2013 y reglamento de 2014).
De esta manera, el litoral valenciano precisa una adaptación de las instalaciones en las zonas de elevado riesgo ante los temporales marítimos y el efecto previsto hacia finales de siglo de aumento del nivel del mar. La costa se ha convertido en nuevo objeto de deseo de las administraciones regionales, que pretenden organizar ocupaciones y usos asumiendo –intentándolo– competencias que dependen del Estado (fig. 1.11). A esta razón responde la voluntad del Gobierno valenciano de revisar el Plan de Acción Territorial de Infraestructura Verde del Litoral (PATIVEL) y la aprobación de la Ley 3/2025, de la Generalitat, de Protección y Ordenación de la Costa Valenciana, que pretende favorecer usos económicos en los primeros cien metros desde el límite del dominio público marítimo-terrestre. Asimismo, se intenta construir infraestructuras de defensa (diques, escolleras) para mantener la ocupación de viviendas en primera línea de costa (concesiones). La reducción del riesgo de los temporales marítimos sobre la costa valenciana debe pasar por: a) elaborar una cartografía detallada de la ocupación humana de la línea de costa, estableciendo un grado de riesgo en función del nivel de ocupación (ocasional o permanente) de las viviendas existentes; b) realizar una modelización climático-marítima de precisión, que señale el efecto doble de la subida del nivel del mar en la cuenca del Mediterráneo occidental y de la mayor frecuencia e intensidad de los temporales marítimos (temporales de levante) en la línea de costa del litoral mediterráneo español, y c) en los casos de elevado riesgo existente para la vida humana, consensuar con los propietarios y concesionarios la mejor solución para garantizar la vida y su propiedad, que en muchos casos deberá pasar por una desocupación de la primera línea, con canje de terrenos para la implantación de dichas viviendas tierra adentro. La colaboración interadministrativa (estatal, regional y local) resulta fundamental en este caso.
Fig. 1.11. Efectos del temporal de marzo de 2022 en la playa de Tavernes de la Valldigna. Fuente: Levante-EMV.
¿Cómo se presenta el futuro climático en el territorio valenciano?, ¿qué evolución tendrán los riesgos climáticos en nuestra región? Según los modelos climáticos, en el supuesto en el que las emisiones de GEI se estabilizasen a mediados de siglo y luego disminuyesen gradualmente (escenario de emisiones intermedio –RCP 4.5– según el V Informe del IPCC), los riesgos climáticos a los que hoy nos enfrentamos serán aún mayores en el futuro (fig. 1.12). En un futuro cercano (2011-2040), los cambios no serán demasiado evidentes, aunque notaremos un incremento de las noches tropicales, especialmente en áreas costeras y en el sur de la Comunitat, y una mayor intensidad de las precipitaciones. Sin embargo, a partir de 2040 y hasta finales de siglo, el aumento de estos riesgos será más notable y observaremos también un aumento importante de los días de ola de calor y de los días sin lluvia, cuyos efectos se extenderán a casi cualquier punto de nuestra región. Como es de suponer, en un futuro en el que las emisiones de GEI continuasen aumentando sin una reducción significativa (escenario de emisiones extremo –RCP 8.5–), las proyecciones de los modelos muestran un futuro mucho más preocupante, con manifestación de estos peligros climáticos mucho más frecuente y enérgicamente (fig. 1.13).
La sociedad valenciana tiene una amplia tradición en la planificación y gestión del agua. El agua es un elemento básico para el funcionamiento de la economía y para el desarrollo de actividades y la implantación de núcleos de población en el territorio. Desde época antigua, los habitantes del territorio valenciano han tenido una relación estrecha con los recursos hídricos, cuya disponibilidad, en un espacio geográfico con precipitaciones poco abundantes en general, ha condicionado los usos y la propia gestión de estos. El agua es, por tanto, un hecho geográfico significativo en el territorio valenciano que ha orientado políticas encaminadas a conseguir recursos, independientemente de las precipitaciones registradas en cada espacio comarcal. A comienzos del siglo XXI, el agua sigue siendo una pieza esencial en la planificación del desarrollo económico valenciano, hasta convertirse en un elemento de enfrentamiento político interno y con otras regiones próximas. En la Comunitat Valenciana, la garantía hídrica es una cuestión por resolver.
Fig. 1.12. Duración máxima de las olas de calor (anomalía en días, fila A), número de noches tropicales (anomalía en días, fila B), precipitación máxima en 24 horas (anomalía relativa en mm día (%), fila C) y número de días con lluvia (anomalía relativa en días (%), fila D), para los periodos 2011-2040 (izquierda), 2041-2070 (centro) y 2071-2100 (izquierda), respecto al periodo de referencia (1971-2000) en el escenario RCP 4.5. Las anomalías representan valores medios anuales respecto al periodo de referencia. Fuente: Adaptecca.
Fig. 1.13. Igual que la anterior, pero basadas en este caso en el escenario RCP 8.5. Fuente: Adaptecca.
Los recursos existentes no permiten hacer frente a las demandas generadas en algunas comarcas valencianas. Y esta situación se agrava en coyunturas de sequía, que ponen en cuestión los sistemas de distribución de agua para la agricultura y generan desabastecimiento en núcleos de población. En términos de huella hídrica, indicador del gasto de agua tanto del uso directo (consumidor o productor) como del indirecto, la Comunitat Valenciana es una de las regiones españolas que presenta el máximo de demanda de recursos hídricos, con valores superiores a los 10.000 hm3 para este indicador. Datos muy elevados que se relacionan directamente con una actividad productiva dinámica y muy diversa centrada en la agricultura, sobre todo la de regadío, y el sector industrial y, por supuesto, el gasto urbano-turístico. Por ello, es necesario conocer con exactitud los recursos y las demandas existentes, así como su evolución futura en el contexto del cambio climático, a fin de proponer medidas de actuación para garantizar el suministro de agua en todo el territorio valenciano.
La mayor irregularidad y los cambios en la cuantía de precipitaciones en relación con el proceso actual de cambio climático en el territorio valenciano implican cambios en la planificación y la gestión de recursos de agua en busca de la seguridad hídrica a la que obligan las leyes de cambio climático estatal (2021) y valenciana (2022). El paradigma tradicional de la planificación hidráulica basado en la oferta continuada de recursos para garantizar el abastecimiento de unas demandas crecientes debe acomodarse a la nueva realidad climática y establecer la gestión eficiente de la demanda y la circularidad del agua como principios rectores. De manera que, en la actualidad, a la hora de gestionar los recursos hídricos de un territorio, lo fundamental es conocer bien las existencias, gestionarlas para evitar pérdidas o gastos no justificados, reutilizar –con tratamiento previo– los recursos ya utilizados e incorporar, si es necesario, nuevos caudales priorizando los de menor impacto ambiental y socioeconómico. Se trata de un nuevo paradigma de planificación y gestión hídrica que responde a las necesidades de equilibrar unos recursos convencionales cada vez más irregulares y unas demandas elevadas en un territorio de oportunidad como el valenciano.
En la actualidad, el balance entre recursos y demandas de la Comunitat Valenciana es deficitario en muchos de sus ámbitos de planificación, lo que significa que se han puesto en marcha actividades que consumen por encima de los recursos naturales existentes o que no tienen sistemas de abastecimiento dimensionados para hacer frente a secuencias de sequía. Y lo será más en el futuro próximo (horizonte 2039) debido a la progresiva manifestación de los efectos del cambio climático señalados anteriormente (precipitaciones irregulares y decrecientes en algunas áreas del territorio valenciano).
La tabla 1.2 resume la situación de recursos y demandas en el territorio valenciano en condiciones climáticas normales (sin sequía). Hay que hacer notar la dificultad de obtener datos reales de recursos y demandas de agua –rasgo común al conjunto de España– debido a la carencia de contadores en la agricultura que permitan conocer con exactitud el gasto del regadío, así como la evaluación precisa de las pérdidas de la red de distribución de agua potable urbana.
TABLA 1.2Recursos y demandas de agua en la Comunitat Valenciana (2024)
Fuente%: elaboración propia a partir de la información obtenida en los planes hidrológicos de la cuenca (Júcar, Segura y Ebro), 2022-2027, memoria de gestión de EPSAR