Dios y el trabajo - John C. Lennox - E-Book

Dios y el trabajo E-Book

John C. Lennox

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Beschreibung

El lugar de trabajo de hoy es rápido, digital y más ajetreado que nunca. El trabajo está aumentando exponencialmente mientras que sus recompensas y beneficios se reducen. Es fácil quejarse, arrastrar los pies y afrontar las tareas diarias con una actitud apática. Sin embargo, en Dios y el trabajo: riqueza y sabiduría en la vida del creyente, John Lennox anima a los cristianos a considerar su trabajo como una forma de adoración. En este libro profundiza el tema con una reflexión bíblica y cuidadosa sobre cómo estamos llamados a abordar el trabajo. Con su claridad, fidelidad y sabiduría que le caracterizan, Lennox crea espacio para un debate más amplio sobre los enfoques cristianos hacia los salarios, la gestión del tiempo, la motivación y las actitudes en el trabajo.

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Seitenzahl: 293

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Fundamental, humilde y conmovedor: es mi opinión sobre este libro. Fundamental, porque presenta el manual de los principios bíblicos para tu trabajo. Como dice un trabajador de la ciudad en el prólogo: «¡Lo que yo habría dado por tener el beneficio de este libro al comienzo de mi vida laboral!». Humilde, porque John Lennox ha desempeñado dos trabajos simultáneamente durante los últimos cincuenta años: académico en Oxford y apologista. Me estremezco al pensar en lo arduo que debió de ser su esfuerzo, de modo que por experiencia personal sabe de lo que habla. Y, por último, conmovedor por las advertencias sobre la pereza y la explotación entre aquellos que se dedican a la labor cristiana a tiempo completo.

RICO TICE

Ministro principal (evangelista), All Souls, Langham Place, Londres

Con la precisión de un matemático, el doctor Lennox presenta una gama de factores empresariales que desearía haber leído antes de iniciar mi propia empresa hace treinta y cinco años. Los beneficios que se obtendrán de la lectura de este libro multiplicarán el éxito empresarial de manera exponencial. Mi consejo es: ¡lee este libro y asimila sus mensajes!

MARK LANIER

Fundador de The Lanier Law Firm y Lanier Foundation, Houston, Texas

Dios y el trabajo: Riqueza y sabiduría en la vida del creyente

© 2025 por John C. Lennox.

Publicado por Editorial Patmos, Miramar, FL 33027.

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por Christian Focus Publications Ltd, Geanies House, Fearn, Ross-shire, IV20 1TW, Great Britain, con el título A Good Return: Biblical Principles forWork, Wealth and Wisdom © 2023 John C. Lennox.

Las citas bíblicas fueron tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1973, 1978, 1984, 2011 por Biblica, Inc. Usado con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.

Traducido por Loida Viegas. Revisado por Regina Romano. Diseño de portada e interior por Adrián Romano.

ISBN: 978-1-64691-458-6 ISBN: 978-1-64691-459-3 (eBook)

Categoría: Vida cristiana / Trabajo

Este documento digital fue realizada por Nord Compo.

Me gustaría agradecer a las muchas personas que han contribuido a mi reflexión sobre este tema a lo largo de los años, incluidas varias generaciones de estudiantes que han asistido a mis clases.

En particular, estoy agradecido a Akeel Sachak por escribir el prólogo y a Rico Tice y Mark Lanier por sus generosos elogios.

También agradezco al Profesor David Cranston y a Simon Pillar por sus valiosos comentarios.

Contenido

Portada
Copyright
Prólogo
Prefacio
Capítulo 1 - La creación y el Sabbat
Capítulo 2 - La motivación
Capítulo 3 - Buscar el reino de Dios
Capítulo 4 - ¿Secular o sagrado?
Capítulo 5 - Patrones del evangelio
Capítulo 6 - Gestión de la riqueza
Capítulo 7 - Recompensas eternas
Apéndice A: Principios de apoyo al evangelio
Apéndice B: Percepciones de la neurociencia
Bibliografía

Prólogo

Lo que yo habría dado por tener este libro al principio de mi vida laboral como banquero, en lugar de hoy, cuando estoy mucho más cerca del final de mi vida laboral. Me pregunto cómo podría haber hecho las cosas de manera diferente. En cambio, he recorrido la mayor parte de mi vida laboral sin respuestas claras a las preguntas que John aborda en este libro. He tenido el privilegio de conocerlo durante muchos años y me ha asombrado la forma en que Dios ha utilizado su formidable intelecto, su sólida comprensión bíblica y su talento como escritor para llevar la enseñanza de Dios desde las Escrituras, y abordar muchas de las preguntas y de los problemas de nuestra época.

En este libro, John ha plasmado sus ideas de una manera refrescante y estimulante sobre un tema con el que he luchado durante mucho tiempo como cristiano. A menudo se nos intenta persuadir de que nuestra vida laboral tiene poco que ver con el plan y los propósitos de Dios, y que la parte de nuestra vida orientada a Él se define por lo que hacemos fuera del trabajo, a pesar de que pasamos la mayoría de nuestras horas de vigilia en el trabajo, tanto en cuerpo como en mente. John desenreda brillantemente la abundante enseñanza bíblica sobre cómo debemos ver nuestro trabajo y cómo Dios lo percibe en el contexto de Su plan de creación. Desde esa perspectiva, John aborda de manera metódica y exhaustiva las innumerables cuestiones y preguntas con las que el trabajo nos confronta a diario, mientras que a menudo nos conformamos con no responderlas, o con responderlas con poco rigor bíblico.

Me resulta increíblemente fortalecedor y alentador entender que nuestro deseo de trabajar, que ocupa tanto de nuestras vidas, es un aspecto fundamental de la forma en que Dios nos ha creado. Me hace pensar en mi trabajo y su propósito de manera muy diferente, cuando reflexiono sobre el hecho de que es parte de haber sido creado a imagen de Dios, cuyo propio trabajo se demuestra suprema y magistralmente en Su creación. También significa que, cualquiera que sea lo que la Nueva Creación nos tenga reservado, no implicará el cese del trabajo como tampoco lo hizo antes de la Caída; esto, una vez más, cambia mi perspectiva sobre el trabajo.

Un ámbito de gran confusión para mí, y sin duda para muchos trabajadores cristianos, proviene de la incapacidad de distinguir entre el propósito primario, o motivación, y lo que se debería ver como el propósito secundario, o resultado, de nuestro trabajo. John analiza esto con su característico rigor, y nos ayuda a tener claridad sobre por qué trabajamos y cómo ver nuestro trabajo en el contexto del plan de Dios para nuestras vidas, especialmente en lo que respecta al llamado de Dios para que proclamemos el evangelio.

Hace poco había llegado a la conclusión de que mi trabajo era lo que Dios me había llamado a hacer como servicio a Él. Sin embargo, igual que muchos otros cristianos, percibía mi llamado a servir a Dios en un entorno secular como un ministerio de segunda clase en comparación con aquellos llamados a servir en una iglesia. Es increíblemente fortalecedor descubrir que no existe base bíblica alguna para esta herejía. Leemos innumerables pasajes en las Escrituras que pueden llevarnos a todo tipo de callejones sin salida. Es como suponer que la parábola del rico insensato o la parábola del joven rico deben entenderse de manera simplista como exhortaciones bíblicas a regalar toda nuestra riqueza si de verdad queremos seguir a Jesús o, en el otro extremo del espectro, imaginar que si nuestra salvación es solo por gracia, por medio de la fe, lo que hacemos con nuestro dinero no tiene relevancia eterna alguna, por lo que podemos hacer con él lo que queramos.

John también aborda la cuestión crucial de dónde debemos invertir la riqueza que nuestro trabajo genera, para promover la gloria de Dios. Este es un tema que ha estado muy cerca de mi corazón durante muchos años. Siento la responsabilidad de ayudar e, incluso, de convencer y persuadir a la generación actual de cristianos a entender y responder al desafío de ser mecenas del evangelio. Dios ha utilizado a patrocinadores cristianos a lo largo de la historia de la iglesia para asociarse con aquellos llamados a proclamar Su Palabra y a edificar Su iglesia, y para proveerles los recursos necesarios. Como es obvio, lo uno no sería posible sin lo otro, y esto transforma nuestra forma de ver a aquellos llamados a trabajar para apoyar a otros en el ministerio.

Recomiendo este libro a todos y cada uno de los que están involucrados en un tipo de trabajo en el que son tentados a pensar que lo que están haciendo es una necesidad de este mundo sin consecuencia eterna. Recomiendo este libro a aquellos que piensan que su trabajo es una consecuencia de la Caída, y no parte de la manera en que Dios quiso que viviéramos. Recomiendo este libro a aquellos que creen que los frutos de su trabajo les pertenecen a ellos y no a Dios. Recomiendo este libro a aquellos que piensan que su trabajo no puede ser parte del plan de salvación de Dios para el mundo. Para todas estas personas, este libro será un desafío sorprendente a su forma actual de pensar sobre el trabajo, la riqueza y Dios.

AKEEL SACHAK

Socio y Director Global de Consumo, Rothschild & Co.

Prefacio

La pandemia del coronavirus ha provocado un cambio radical en el mundo laboral. Muchas personas que consideraban que sus empleos eran seguros, especialmente en los sectores de la hospitalidad, el ocio y los viajes, se han encontrado de repente sin trabajo y, por ende, incapaces de pagar sus facturas y sostener sus hogares y a sus familias. Otras muchas personas, en particular aquellas en los sectores de la salud y del cuidado, se han visto sometidas a un agotamiento extremo, desarrollando todo tipo de síntomas de salud mental bajo la presión implacable de ayudar a los enfermos y moribundos. La ética del trabajo ha cambiado con un movimiento masivo hacia el trabajo desde casa o a ser suspendidos temporalmente de sus funciones por períodos considerables, sin garantía alguna de tener un empleo al cual regresar. La pandemia también trajo a la luz otro problema: la necesidad de replantear la proximidad de los trabajadores en su espacio de trabajo para mantener un grado saludable de distanciamiento social.

No solo eso, sino que la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha interrumpido el suministro de energía, sobre todo en Europa Occidental, y el precio de la energía, del combustible y de otros muchos productos se ha disparado, dejando a millones de personas luchando por primera vez para llegar a fin de mes. El miedo y la incertidumbre acechan a muchos hogares, dado que la estabilidad laboral y de los ingresos se ha perdido.

Más aún, de forma constante se produce un avance implacable de la tecnología, con la robótica y la inteligencia artificial absorbiendo muchos empleos que antes se consideraban seguros en ámbitos como la logística, el transporte, la manufactura, el marketing, la banca, el derecho, la medicina, la educación y muchos más. Esto ha llevado a que se discutan cada vez más escenarios, no solo de desempleo, sino también de no empleabilidad. Los trabajos más en riesgo de ser automatizados son aquellos que involucran tareas rutinarias como la contabilidad, el trabajo secretarial y el de los obreros en las fábricas. Sus actividades altamente repetitivas y predecibles se programan hoy con facilidad en máquinas eficientes, que pueden operar las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, y que no requieren pago alguno una vez adquiridas.1

Aristóteles vislumbró este problema siglos atrás. En el año 350 a. C. escribió: «Porque si cada instrumento pudiera realizar su propio trabajo, obedeciendo o anticipando la voluntad de otros, como las estatuas de Dédalo o los trípodes de Hefesto, que según el poeta, “por su propia cuenta entraron en la asamblea de los dioses”; si, de igual manera, la lanzadera tejiera y el plectro tocara la lira sin una mano que los guiara, los principales artesanos no necesitarían sirvientes ni los amos esclavos».2

En la película de 2016 The Future of Work and Death [El futuro del trabajo y de la muerte], Gray Scott, un futurista y tecnofilósofo, afirmó que hasta un tercio de los empleos en Estados Unidos podrían ser reemplazados por robots o sistemas automatizados para el año 2025. El doctor Stuart Armstrong, del Future of Humanity Institute, añadió que los menos vulnerables son aquellos con habilidades interpersonales y creatividad, como coreógrafos, gerentes y trabajadores sociales. Su estudio estimó que hasta el 47 % de todos los empleos en los Estados Unidos podrían ser reemplazados para el año 2036.

A la luz de esto, no es de sorprender que el tema del Futuro del trabajo haya ingresado en la academia convencional, a medida que las sociedades luchan con la tarea de garantizar empleo para sus ciudadanos, reconociendo que en ciertos ámbitos, las cosas nunca volverán al estado anterior a la pandemia. Por ejemplo, según encuestas globales de McKinsey Consumer Pulse, alrededor de tres cuartas partes de las personas que utilizaron canales digitales por primera vez durante la pandemia afirman que continuarán haciéndolo, si las cosas regresan a algún tipo de normalidad, y en cuanto lo hagan. Esto significa que las habilidades digitales tienen una gran demanda, una circunstancia que crea dificultades en países donde existe una infraestructura educativa o técnica limitada para dotar a las personas de esas habilidades.

No es un momento fácil para un gran número de personas. Cada visión del mundo tiene su propio enfoque hacia el trabajo, por lo que es importante que aquellos de nosotros que nos adherimos a la visión cristiana estemos familiarizados con lo que enseña sobre el trabajo que, por encima de todo, está dignificado porque Dios mismo ordenó que los seres humanos lo realicen.

Soy muy consciente de que existen muchos libros sobre la perspectiva bíblica del trabajo. No obstante, casi cada vez que he impartido una charla sobre estos temas, alguien ha sugerido que recopilara el material en un libro. Tras una larga duda, me he tomado ese estímulo en serio. Una de las razones de mi duda es que nuestras experiencias laborales son muy variadas. He sido profesor universitario y matemático investigador durante la mayor parte de mi vida, con un interés especial en la filosofía y la ética. Al mismo tiempo, he estado involucrado en la enseñanza bíblica y en la defensa pública de la fe cristiana, así como en una activa vida familiar. Por lo tanto, creo que, en el lado positivo, poseo cierta comprensión de las presiones que conlleva mantener un equilibrio entre la docencia, la investigación, los compromisos organizacionales, pastorales y familiares, aunque algunas de estas actividades sean especializadas.

Sin embargo, usted, el lector, puede sentir con cierta justificación que tengo poco conocimiento directo de las presiones laborales a las que podría enfrentarme si, por ejemplo, es agricultor, abogado, cirujano, fontanero, constructor, contable, minero, cocinero, marinero, ama de casa, madre soltera, piloto de aerolíneas, banquero de inversiones, oficial de policía, funcionario público, o cualquiera de las otras diez mil cosas que podría ser, incluido el desempleo. Dicho esto, la experiencia me ha enseñado que los problemas reales que enfrentamos como cristianos en el lugar de trabajo, ya sea en el hogar, la fábrica o la oficina, tienen mucho en común. Por lo tanto, mi intención es discutir los principios bíblicos que he encontrado útiles en mi propio trabajo, con la esperanza de que pueda ajustarlos para aplicarlos a su propia situación.

Una motivación adicional para escribir ha sido que, a lo largo de los años, he conocido a demasiados cristianos que se sienten decepcionados porque sus iglesias muestran poco o ningún interés en lo que ellos, como miembros fieles, hacen en su lugar de trabajo, el ámbito en el que probablemente pasen la mayor parte de su tiempo, ya sea en su hogar o fuera de él. Peor aún, algunos miembros comprometidos de la iglesia se sienten como cristianos de segunda clase, quedando rezagados en comparación con aquellos que están en lo que se denomina «trabajo cristiano a tiempo completo». Por otro lado, que la salvación sea por la gracia de Dios y no dependa de nuestro mérito o logro, puede llevar a otros a formarse la errónea opinión de que nuestro trabajo tiene muy poca importancia eterna.

En una famosa conferencia titulada Why Work? [¿Por qué trabajar?], pronunciada durante la guerra en 1942 y que sigue siendo muy recomendable, Dorothy L. Sayers abordó con fuerza el primero de estos problemas: «En nada ha perdido la Iglesia su contacto con la realidad como en su fracaso para entender y respetar la vocación secular. Ha permitido que el trabajo y la religión se conviertan en departamentos separados, y se sorprende al descubrir que, como resultado, el trabajo secular del mundo se orienta hacia fines puramente egoístas y destructivos, y que la mayor parte de los trabajadores inteligentes del mundo se han vuelto irreligiosos o, al menos, desinteresados en la religión».

«Pero, ¿acaso es asombroso? ¿Cómo puede alguien mantener el interés en una religión que parece no preocuparse por nueve décimas partes de su vida? El enfoque de la Iglesia hacia un carpintero inteligente suele limitarse a exhortarlo a no estar borracho ni ser desordenado en sus horas de ocio y a asistir a la iglesia los domingos. Lo que la Iglesia debería decirle es esto: que la primera demanda que su religión le hace es que debe hacer buenas mesas».3

Deseo alentar a aquellas personas que han experimentado semejante negatividad, mostrándoles que Dios mismo muestra un gran interés en nuestro trabajo precisamente porque este tiene realmente una importancia eterna. La Biblia contiene principios que pueden ayudarnos a resolver muchos de los malentendidos que rodean el tema del trabajo, incluso entre los cristianos.

Imagino que todos nosotros comprenderemos fácilmente la siguiente reacción ante una situación laboral.

Nosotros, los cristianos, decimos que Dios está en todas partes y que Él es Señor de todo, pero para la mayoría, la realidad honesta es que nuestro trabajo y los mercados parecen estar sumamente desprovistos de Dios y de Su propósito. Vamos al trabajo con valentía y regresamos a casa desalentados. ¿Cuál es el lugar y el propósito del trabajo? ¿Hay algo sagrado en el trabajo secular? ¿Tiene significado el mercado? ¿Es nuestro gran destino simplemente comer, beber y dejar detrás un plato vacío?

Fue la declaración sincera y honesta de un cristiano que vivía y trabajaba en Singapur. Cristianos de muchas partes del mundo podrían hacerse eco de ella. Todos la entendemos. Piensa en esto por un momento: si empiezas a los veinte años y te retiras a los sesenta y cinco, habiendo trabajado cuarenta horas a la semana, durante cuarenta y dos semanas al año, habrás realizado ochenta mil horas de trabajo. Esto equivale a poco más de nueve años de tu vida. ¿Es Dios relevante en todo esto, o simplemente tenemos que aceptar que la mayoría de nosotros necesitamos trabajar para vivir, de manera que hay que seguir adelante?

Hace muchos años, durante la época de la Guerra Fría, me encontraba en el lado oriental del infame muro de Berlín, conversando con jóvenes. Un joven expresó su envidia por mi posesión de un pasaporte que me permitía viajar tanto al Este como al Oeste. De alguna manera, comenzamos a discutir sobre la fe cristiana, y él me dijo que no le impresionaba. Afirmó que el comunismo era claramente muy superior al cristianismo, ya que era una ideología que tenía algo que decir sobre todos los aspectos de la vida. Tenía una filosofía de la historia, de la política, de la literatura, del arte, de la educación y del trabajo. Le parecía que, en comparación, el cristianismo ocupaba muy poco espacio y tiempo en la vida de una persona: una hora más o menos los domingos y, tal vez, si estabas muy comprometido, otra hora a mitad de semana. «Tu cristianismo», comentó, «es mucho menos que una ideología. Es poco impresionante e inútil. ¿Por qué se lo tomaría alguien en serio cuando exige tan poco?».

Nunca lo he olvidado. Porque me di cuenta de que, en la práctica, algunas personas que profesan el cristianismo dan la impresión de que su fe en Dios está restringida a ciertos ámbitos, es limitada en el tiempo, no exige mucho y tiene poco o nada que decir sobre la vida diaria en su conjunto. Lo que ese joven alemán del Este me señaló fue, y sigue siendo, un desafío para mí y para todos los creyentes cristianos: poner nuestras vidas en orden y despertar al hecho de que el cristianismo, incluso más que el comunismo, nos ofrece orientación para todos los aspectos de la vida. En particular, tiene mucho que enseñarnos sobre esa gran parte de la vida que se ocupa del trabajo.

En su conferencia Why Work? citada más arriba, Dorothy Sayers se refirió a una charla anterior que había impartido: «Lo que insté entonces fue una revolución total en nuestra actitud hacia el trabajo. Pedí que no se considerara como una tarea necesaria que se debe soportar con el propósito de ganar dinero, sino como una forma de vida en la que la naturaleza del hombre debería encontrar su ejercicio y su deleite adecuados, y así realizarse para la gloria de Dios». Esta es una visión completamente bíblica. En Génesis leemos: «Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara».4 El término hebreo usado aquí para cultivar es avodah. Es el mismo término que usa Moisés: «El SEÑOR ordenó a Moisés: «Ve a advertirle al faraón que así dice el SEÑOR: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto».5 Esto significa que los conceptos de trabajo en el sentido ordinario y el servicio a Dios están tan estrechamente relacionados en la mente hebrea que se usa la misma palabra para ambos. La misma idea se repite en el Nuevo Testamento. Pablo escribe: «Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor».6 Aquí, la palabra para servir está relacionada con el término griego doulos, que significa esclavo o siervo. Es este vínculo estrecho entre Dios y el trabajo lo que deseamos examinar en detalle.

Sobra mencionar que lo que tengo que decir no mejorará necesariamente tus perspectivas laborales. Tampoco encontrarás las respuestas a todas tus preguntas ni las soluciones a todos tus problemas en estas páginas. Cuando yo era más joven, como muchos otros, imaginaba que resolvería la mayoría de los problemas de la vida antes de los treinta años, y luego comenzaría a vivir. Le expliqué esto a alguien mayor y más sabio, quien me dijo que no había entendido nada: luchar con los problemas de la vida y resolverlos es vivir. Desde entonces, he encontrado esa perspectiva esclarecedora y liberadora a la vez.

La Biblia no es un manual lleno de soluciones para cada problema imaginable que cualquiera de nosotros pueda afrontar. Principalmente, nos proporciona principios que pueden moldear nuestra vida, desarrollar nuestro carácter y ayudarnos a madurar y a adquirir más experiencia en el enfrentamiento de los desafíos de la vida. Por lo tanto, discutiré la enseñanza bíblica sobre el propósito y el significado del trabajo, con la esperanza de trazar una perspectiva y principios cristianos útiles sobre cómo el trabajo encaja en una visión más amplia e integrada de la vida. He añadido un apéndice sobre los principios bíblicos para el apoyo al evangelio.

Veremos que desarrollar una mentalidad cristiana sobre el trabajo está íntimamente relacionado con el crecimiento de un carácter cristiano y que, en sí mismo, es un atributo que ciertamente será útil tanto en las solicitudes de empleo como, por supuesto, en el desempeño del trabajo. El libro no necesita leerse necesariamente de manera lineal: el lector puede ir directamente a un tema de interés particular y ponerse al día con el resto más adelante.

Preguntas

1. ¿Cómo han afectado la pandemia y la crisis energética a tu actitud hacia el trabajo?

2. ¿Te preocupa que el avance de la tecnología afecte tu trabajo, o piensas que la tecnología ofrecerá una nueva gama de empleos? ¿Considerarías cambiar de trabajo debido a la revolución tecnológica?

3. ¿Se interesa tu iglesia en lo que haces durante la semana? De no ser así, ¿por qué lo crees, y qué podrías hacer para mejorar la situación?

4. ¿Te «diriges al trabajo con valentía y regresas desalentado»? Si es así, ¿qué podría ayudarte a mitigar esto?

5. Debate la afirmación de Dorothy Sayers respecto a que «nuestro trabajo no debería considerarse como una tarea necesaria que se realiza con el propósito de ganar dinero, sino como una forma de vida en la que la naturaleza del hombre debería encontrar su ejercicio y deleite adecuado, y así cumplir con su propósito para la gloria de Dios».

Resumen del libro

Capítulo 1. La creación y el Sabbat

La primera referencia al trabajo en la narrativa bíblica es el trabajo original de Dios al crear los cielos y la tierra, en una secuencia de días, seguido por un descanso que se convierte en un modelo para la semana laboral humana. Discutimos el ciclo trabajo-descanso, en particular el significado y la relevancia del Sabbat en el mundo contemporáneo. Concluimos reflexionando sobre el estatus del día de reposo para el cristiano y la importancia de la doctrina teológica de la salvación por la fe en Cristo, y no por obras de mérito personal.

Capítulo 2. La motivación

En este capítulo desglosamos la enseñanza principal de Jesús sobre la motivación para el trabajo y la vida que se encuentra en el Sermón del Monte. Comenzamos con tres preguntas clave: ¿dónde invertimos? ¿cómo vemos el mundo? y ¿a qué maestro servimos? La primera y la tercera están relacionadas con el dinero; la del medio tiene que ver con la percepción, y en relación con estas, recurrimos a algunos trabajos recientes fascinantes sobre la estructura y función del cerebro humano.

Nuestra forma de responder a esas preguntas afectará a nuestros niveles de ansiedad en la vida en general y en el trabajo en particular. Jesús emite un mandato radical y, en el contexto de satisfacer nuestras necesidades diarias, nos instruye a buscar primero el reino de Dios y Su justicia, y veremos que nuestras necesidades serán satisfechas. Exploramos lo que esto significa diferenciando, mediante ejemplos, entre el objetivo del trabajo y sus subproductos o resultados.

Capítulo 3. Buscar el reino de Dios

Comenzamos el capítulo explorando más a fondo el significado de buscar el reino de Dios en el trabajo diario, estudiando la experiencia de la pesca milagrosa de Pedro, registrada en Lucas 5. Luego pasamos a lo que la Biblia dice sobre la moralidad, el dinero, el poder y el sexo en el lugar de trabajo. En particular, analizamos los ejemplos de José y Nehemías para destacar las presiones que el trabajo puede ejercer sobre nosotros.

Capítulo 4. ¿Secular o sagrado?

El relato de la transición de Pedro, en el capítulo anterior, de pescador a pescador de hombres y mujeres, nos lleva ahora a examinar la noción generalizada de que existen dos clases de cristianos: aquellos que ganan su sustento en empleos seculares y aquellos que están empleados a tiempo completo por la iglesia, considerándose estos últimos superiores a los primeros. Por lo tanto, investigamos esta idea en su totalidad y encontramos que es errónea y poco útil, en contraste con la idea bíblica del trabajo como vocación.

Capítulo 5. Patrones del evangelio

Desde el principio, el progreso del evangelio en el mundo ha dependido en gran medida de la generosidad de los creyentes. Jesús y sus discípulos fueron apoyados en su ministerio itinerante por un grupo de mujeres creyentes, y la misión de Pablo en Europa fue facilitada por una mujer de negocios, Lidia. A lo largo de los siglos, el patrocinio del evangelio, tanto por parte de cristianos ricos como pobres, se ha practicado como una gracia cristiana de dar. Damos ejemplos de esto y examinamos algunos de los principios involucrados.

Sin embargo, existen diferentes tipos de riqueza, incluso más importantes que la riqueza monetaria; piensa en la riqueza intelectual y espiritual de Pablo. Analizamos cómo se han unido diversas formas de riqueza para mantener el ímpetu del evangelio.

Capítulo 6. Gestión de la riqueza

Aunque existen muchos tipos diferentes de riqueza, la Biblia tiene mucho que decir sobre cómo deben relacionarse los creyentes con la riqueza material. Jesús mismo enseñó al respecto en varias parábolas memorables, que discutimos para descubrir los principios que ilustran: el rico insensato, el hijo pródigo, el mayordomo deshonesto y el rico y Lázaro.

Concluimos el capítulo examinando el encuentro entre Jesús y Zaqueo, el recaudador de impuestos.

Capítulo 7. Recompensas eternas

Jesús enfatizó constantemente que existe una conexión entre lo que hacemos en esta vida y nuestra experiencia en el mundo venidero. Aunque la entrada al cielo no puede ser por el mérito de nuestras obras, tanto Jesús como sus apóstoles enseñaron que habrá recompensas de diversos tipos, no solo por el trabajo que hemos hecho para el Señor, sino también en relación con el carácter que hemos desarrollado. Examinamos los principios que operarán en lo que se llama el tribunal de Cristo y explicamos sus implicaciones para nuestra forma de ordenar nuestra vida en la tierra.

Apéndice A. Principios de apoyo al evangelio

En esta sección examinamos en mayor detalle los principios bíblicos que gobiernan el respaldo del evangelio, principios tanto para el dador como para el receptor.

Apéndice B. Percepciones de la neurociencia

Aquí desarrollamos de manera adicional las importantes ideas de Iain McGilchrist, perfiladas en el capítulo 2, sobre el funcionamiento de los dos hemisferios cerebrales que constituyen el cerebro humano.

1. Para más información sobre la Inteligencia artificial, ver mi 2084: Artificial Intelligence and the Future of Humanity, Grand Rapids: Zondervan, 2020.

2. Politics, Londres: Penguin, 1992, Libro 1, Parte 4.

3. https://malyonworkplace.org.au/wp-content/uploads/2013/12/Wht-Work-Dorothy-Sayers-Essay.pdf

4. Génesis 2:15.

5. Éxodo 8:1.

6. Colosenses 3:23-24.

Capítulo 1La creación y el Sabbat

El trabajo fue idea de Dios. Génesis nos cuenta cómo comenzó todo. Lo primero que nos enseña sobre Dios, que es fundamental para toda la narrativa bíblica, es que Él es un trabajador que creó y, a la vez, ordenó el mundo, y lo hizo de tal manera que nos proporcionó el patrón universalmente familiar de una semana laboral: seis días de actividad, seguidos de un día de descanso.1

En el sexto día, se nos indica que Dios alcanzó el pináculo de su actividad creativa al hacer a los seres humanos, hombres y mujeres, a Su imagen. La importancia de este hecho no puede sobrestimarse. Por ejemplo, el intelectual y psicólogo canadiense, Jordan Peterson, afirma que esta declaración de Génesis sobre los seres humanos creados a imagen de Dios es esencial para la civilización y los valores occidentales. De ello deduce que: «Cada individuo tiene algo de valor trascendental… Advierto que prescindir de esa idea es un serio peligro para nosotros».2

«Los cielos cuentan la gloria de Dios», declara el salmo 19:1. Cada vez que miro la Nebulosa de Orión o la Galaxia de Andrómeda a través de mi telescopio, mi mente se llena de asombro ante su pura magnificencia. Sin embargo, los cielos, aunque gloriosos, no fueron hechos a imagen de Dios. Nosotros, los seres humanos, sí lo fuimos, y eso nos confiere una dignidad y un valor incalculables.

El trabajo de Dios fue crear y ordenar el mundo, y nosotros, que estamos hechos a Su imagen, tenemos el privilegio de ser creadores, aunque en un sentido mucho menor. Esto es cierto para todos nosotros, seamos trabajadores de fábrica, agricultores, maestros, artistas, músicos, limpiadores o amas de casa. Sentimos una sensación de logro al crear y organizar cosas.

Dios colocó a los primeros humanos en un jardín (Edén) y les dio instrucciones de cuidarlo y mantenerlo. El primer trabajo humano sobre el que leemos es, por tanto, la jardinería. Observamos, de paso, que este trabajo era, por razones obvias, no remunerado y será importante no caer en la trampa de imaginar que el único tipo de trabajo que importa es el trabajo remunerado. De hecho, mucho trabajo hoy en día es no remunerado: el cuidado de familias y parientes, y todo tipo de voluntariado individual u organizado en el hogar, la iglesia y en otros lugares, sin el cual muchas economías se desmoronarían.

También aprendemos que el entorno de los primeros humanos tenía el potencial para la realización de muchos tipos diferentes de trabajo. Aparte de los frutos y cultivos producidos por la jardinería, leemos que había cuatro ríos que regaban el jardín, y Génesis 2 describe de manera intrigante lo que encontrarías si siguieras sus cursos. Uno de ellos, por ejemplo, conducía a una región donde había riqueza mineral: se podía encontrar oro, de hecho, oro de buena calidad. Esto nos recuerda la curiosidad humana y las vastas áreas de trabajo que el deseo de conocer el mundo ha abierto: la exploración, la minería, el trabajo con minerales e investigación y el desarrollo de todo tipo. Los seres humanos son seres curiosos, y esa curiosidad impulsa el empleo para millones. Después de todo, ¡me pagaron por investigar las matemáticas puras! Sin embargo, hay justificación para ello porque muchas disciplinas dependen de las matemáticas.

Génesis nos dice que Adán no solo recibió el trabajo físico agrícola de cultivar el jardín, sino que también se le encargó la actividad intelectual abstracta de nombrar a los animales. Asignar nombres a las cosas, darle su título más sofisticado, taxonomía, es una disciplina académica fundamental. «Poner nombre es domesticar», asevera el viejo refrán, y no importa cuán simple o profunda sea nuestra actividad, desde la fontanería hasta la fabricación de aviones, desde el tejido hasta la física nuclear, tenemos que aprender el vocabulario apropiado para esa actividad. Conozco el vocabulario de las matemáticas, pero no la terminología de los mecánicos de automóviles o del tejido, al margen de una o dos palabras.

A medida que la humanidad se multiplicaba, se desarrollaron todo tipo de nuevas actividades al aprender a intercambiar habilidades y comerciar entre sí. Esto sentó las bases de la interdependencia económica de la que dependen las sociedades civilizadas.

Génesis nos enseña que Dios otorgó a los humanos el honor y la dignidad de ser administradores de Su creación. No se les concedió licencia para explotarla y, por ende, destruir el delicado equilibrio de su ecosistema sin considerar las consecuencias de sus acciones. Debían mantenerla y cuidarla (y a sí mismos) de manera responsable como virreyes del Creador. Esta tarea continua es actualmente de máxima importancia, ya que el calentamiento global y el cambio climático amenazan con sumergir al planeta en múltiples catástrofes. Dios está lejos de ser indiferente a la forma en que tratamos al planeta. En Apocalipsis 11, Juan describe la reacción de los veinticuatro ancianos al tomar Dios las riendas del gobierno:

Tocó el séptimo ángel su trompeta y en el cielo resonaron fuertes voces que decían: «El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos». Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios diciendo: «Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras, te damos gracias porque has asumido tu gran poder y has comenzado a reinar. Las naciones se han enfurecido; pero ha llegado tu ira, el momento de juzgar a los muertos y de recompensar a tus siervos los profetas, a los que creyeron en ti y a los que temen tu nombre, sean grandes o pequeños, y de exterminar a los que destruyen la tierra». (Apocalipsis 11:15-18)

La última frase muestra con exactitud lo que Dios piensa de aquellos que destruyen la tierra.

Aquella situación original del Edén suena idílica. En ocasiones se alude a él como el paraíso, un término derivado del francés, el latín y el griego, a partir de un antiguo término iraní que significa parque rodeado por un muro.