Disparando contra Dios - John C. Lennox - E-Book

Disparando contra Dios E-Book

John C. Lennox

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El ateísmo está en auge en el mundo occidental y su enemigo es Dios. Los "nuevos ateos" afirman que la religión "es peligrosa", que "mata" o que "lo envenena todo". Y si la religión es el problema del mundo, su respuesta es simple: deshagámonos de ella. ¿Pero las cosas realmente son así de simples? John Lennox se enfrenta a autores como Richard Dawkins, Stephen Hawking, Christopher Hitchens y Daniel Dennett y resalta las falacias de sus planteamientos, argumentando que su metodología irracional y poco científica los hace culpables de la misma necedad obstinada de la que ellos acusan a los religiosos dogmáticos. "Disparando contra Dios", un libro académico y que abarca aspectos muy diversos, contiene golpes certeros que debilitan al rival. También expone nuevas ideas sobre la naturaleza de Dios y el cristianismo que harán reflexionar tanto a los mejores amigos como a los peores enemigos de los nuevos ateos.

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DISPARANDO CONTRA DIOS

POR QUÉ LOSNUEVOS ATEOS

NO DAN ENEL BLANCO

John C. Lennox

A mis amigos y colegas David Gooding, Michael Middleton y Arthur Williamson, con profundo aprecio.

Fundación RZ para el diálogo entre fe y cultura es una fundación española que promueve el debate, la reflexión y el intercambio de ideas y experiencias de diálogo interreligioso desde una perspectiva multicultural y cristiana. La fundación está integrada en la red de institutos y organizaciones del grupo global Ravi Zacharias International Ministries (RZIM).

www.fundacionrz.es

PUBLICACIONES ANDAMIO

c/ Alts Forns nº 68, sót. 1º,

08038 Barcelona. España

Tel. (+34) 93 432 25 23

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www.publicacionesandamio.com

Publicaciones Andamio es la editorial de los Grupos Bíblicos Unidos (GBU) en España.

Disparando contra Dios

© Publicaciones Andamio, 2016

1ª edición abril 2016

Gunning for God

© John Lennox, 2011

Todos los derechos reservados. Esta traducción de Gunning for God publicada primeramente en 2011 se publica con el permiso de Lion Hudson plc, Oxford, England. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización de los editores.

Traducción: Loida Viegas Fernández

Diseño cubierta: Pablo Cabrera - LatidoCreativo.com

Diseño de colección y maquetación interior: Jonatán Burgazzoli

Edición del formato ebook: Sonia Martínez

Depósito legal: B. 29123-2015

ISBN: 978-84-945511-1-6

Impreso en Ulzama

Impreso en España

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1: ¿SON DIOS Y LA FE ENEMIGOS DE LA RAZÓN Y LA CIENCIA?

CAPÍTULO 2: ¿ES VENENOSA LA RELIGIÓN?

CAPÍTULO 3: ¿ES VENENOSO EL ATEÍSMO?

CAPÍTULO 4: ¿PODEMOS SER BUENOS SIN DIOS?

CAPÍTULO 5: ¿ES EL DIOS DE LA BIBLIA UN DÉSPOTA?

CAPÍTULO 6: ¿ES LA EXPIACIÓN MORALMENTE REPULSIVA?

CAPÍTULO 7: ¿SON LOS MILAGROS PURA FANTASÍA?

CAPÍTULO 8: ¿RESUCITÓ JESÚS DE LOS MUERTOS?

CAPÍTULO 9: REFLEXIONES FINALES

INTRODUCCIÓN

Aunque no se agrupan en manadas, un número suficiente de gatos puede hacer mucho ruido y no puede ignorarse.

Richard Dawkins

Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida.

Campaña publicitaria humanista británica en autobuses

El ateísmo está en auge en el mundo occidental. Haciendo mucho ruido. Algunos siguen intentando de manera concertada alinear a los ateos fieles, animarlos a no avergonzarse de su ateísmo sino a levantarse y luchar como un ejército unido. El enemigo es Dios. Están disparando a Dios. La pistola más grande, también conocida como antiguo profesor de Comprensión Pública de la Ciencia en Oxford, ha sido Richard Dawkins. En 2005 la revista Prospect UK votó por él como uno de los tres principales intelectuales del mundo. Su libro El espejismo de Dios,1 publicado en 2006, ha encabezado las listas de ventas con más de dos millones de copias vendidas tan solo en inglés.

Sin embargo, en la actualidad existe una pistola aun más grande en lo que a las credenciales científicas se refiere, el físico teórico de Cambridge Stephen Hawking. Durante años pareció que Hawking dejaba abierta la cuestión de Dios. Al final de su éxito de ventas Brevísima historia del tiempo escribió: “Si descubriesemos una teoría completa... sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos la mente de Dios”.2 Sin embargo, en su obra más reciente, El gran diseño,3 escrita en colaboración con Leonard Mlodinow, declara que no hay lugar para Dios. Richard Dawkins se regocija, por supuesto, y hablando de Dios dice: “Darwin lo echó de la biología, pero la física seguía manteniendo la duda. Ahora Hawking le ha dado el golpe de gracia”.

Detrás de Dawkins encontramos una falange de francotiradores de menor calibre pero de gatillo fácil. En primer lugar, el elocuente Christopher Hitchens, nacido en Reino Unido pero con base en Estados Unidos, escritor y profesor de Estudios Liberales en Nueva York, autor de Dios no es bueno.4 Después, un científico, Daniel Dennett, que escribió Romper el hechizo: la religión como un fenómeno natural.5 Se describe como “un filósofo sin dios”.6 Finalmente, el más joven, Sam Harris, graduado en Neurociencia, que ha escrito El fin de la fe,7Carta a una nación cristiana8 y, más recientemente, El paisaje moral.9

La adrenalina antiDios no solo corre por las venas del mundo anglosajón. En Francia, el activista más prominente es, como era de esperar, un filósofo y no un científico. Se trata del prolífico autor Michel Onfray, que ha escrito Tratado de ateología.10 Vestido de negro de pies a cabeza, se dirige habitualmente a grandes multitudes de atentos oyentes. En Italia, el matemático Piergiorgio Odifreddi ha despertado controversias con su ensayo Por qué no podemos ser cristianos y menos aún católicos.11 El Vaticano no está nada contento con su parodia de la bendición latina, en la que sustituye a la Trinidad por Pitágoras, Arquímedes y Newton.

Dawkins espera poder orquestar un reavivamiento del ateísmo, aunque siente que la tarea es tan complicada como la proverbial reunión de gatos: “Incluso aunque no pueda juntarse en una manada, un número suficiente de gatos puede hacer mucho ruido y es difícil de ignorar”.12 Él, como pastor en jefe de los gatos, y sus colegas sin duda están mostrando cómo hacer mucho ruido. Ahora bien, que dicho ruido pueda traducirse en un lenguaje inteligible es otro asunto totalmente diferente.

Uno de sus intentos de dar a conocer su mensaje es anunciándolo en la parte lateral de los autobuses. Durante un tiempo los autobuses fueron el medio que difundía el mensaje ateo. Circulaban por las principales ciudades británicas con un mensaje destacadamente decepcionante: “Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida”. Aparte del de una cerveza muy conocida, existen pocos anuncios que contengan la palabra “probablemente”. Después de todo, ¿podemos imaginarnos atraídos por anuncios como: “Esta medicina probablemente no tenga efectos secundarios...; este banco probablemente no se arruine...; este avión probablemente le lleve a su destino”? No obstante, Richard Dawkins estuvo dispuesto a ayudar a financiar la campaña de su propio bolsillo.

Para no ser menos, los ateos alemanes, tras no conseguir permiso de las autoridades locales para llevar a cabo una campaña parecida en los autobuses públicos, alquilaron uno con el fin de que llevase el mensaje. En un grandioso estilo teutón, anunciaba cuidadosamente: “Dios no existe (la probabilidad es ya una certeza). Una vida realizada no necesita fe”. Mientras el autobús circulaba por Alemania, otro empezó a hacerle sombra, parecido, alquilado esta vez por cristianos. Con más modestia, simplemente planteaba una pregunta: “¿Y qué pasa si Él existe?”. Los medios se deleitaban con la visión de ambos vehículos aparcados uno al lado del otro, ciudad tras ciudad. ¿El resultado neto? Dios estaba firmemente a la orden del día.

Imagino que la palabra “probablemente” bien pudo haberse incluido por razones legales, para evitar un enjuiciamiento bajo la legislación de la descripción comercial. Los ateos son conscientes de que no podrían reunir pruebas suficientes que convenciesen a un tribunal de que la probabilidad de que Dios existiese fuera cero; y si esta no es cero, entonces su existencia es posible. Si lo pensamos bien, la probabilidad a priori de la existencia de Richard Dawkins es muy baja. La suya, como la del resto de los humanos, es improbable. A pesar de ello, quién lo iba a decir, Richard Dawkins, usted y yo, somos reales. El mensaje del autobús no es relevante. La verdadera pregunta no es: “¿Cuán probable es Dios?”, sino más bien: “¿Existen pruebas de que Dios es real?”.

Si aún no nos hemos subido al autobús ateo, bien podríamos preguntar qué tipo de Dios es ese cuya existencia se considera improbable. El lema nos informa con soberbia de que es un Dios cuya existencia se asocia (al menos en la mentalidad atea) con las preocupaciones y la ausencia de diversión, sin duda con la implicación de que el ateísmo es la fuente de gozo que echará a ese Dios sombrío y aliviará todas las preocupaciones de la vida.

El matemático David Berlinski entra en escena con una evaluación realista:

La teoría de que si Dios no existe los incrédulos pueden contemplar nuevos placeres suscita una pregunta obvia. ¿Han dejado al menos los ateos de preocuparse y han comenzado a disfrutar de su vida? Lo cierto es que en los últimos años no se ha observado de forma generalizada que ateos prominentes hayan tenido remordimientos de conciencia por causa de la ansiedad. A menos que entraran en coma, resulta difícil imaginar cómo Richard Dawkins, Sam Harris, Daniel Dennett o Christopher Hitchens podrían dejar de preocuparse más de lo que ya lo habían hecho y por tanto es difícil atribuir su entusiasmo al ateísmo.

Berlinski prosigue:

Sin embargo, aquellos que están considerando el ateísmo como un nuevo compromiso doctrinal, no encontrarán plausible el alivio de la ansiedad que se supone que provee. Si la gran preocupación ocasionada por el ateísmo es la indignación de Dios, entonces, dada la timidez con la que han afirmado su inexistencia, parecería que los ateos han puesto fin a sus preocupaciones de forma prematura. Sean cuales sean sus demás beneficios, el ateísmo no se presenta generalmente como una posición calculada para aliviar los peores miedos de la humanidad; y, como indica la obra de prominentes ateos, aquellos que han dejado de preocuparse lo han hecho únicamente porque han dejado de pensar.13

Uno de esos ateos prominentes, Jean-Paul Sartre, dijo: “El ateísmo es un asunto largo, duro, cruel”. Así pues, ¿no podría ser que la preocupación sea parte integrante de rechazar a Dios en lugar de una consecuencia de creer en él? ¿Y no sería sabio entonces preguntar exactamente hacia dónde se dirige el autobús ateo antes de subirse a él? Los lemas en el lateral del mismo pueden distraer a la persona y evitar que sea consciente de su destino.

Sin embargo, la campaña de carteles de los ateos no terminó ahí. En 2009, Richard Dawkins y la Asociación Humanista Británica encargaron carteles en los que aparecían dos niños muy felices con la leyenda: “Por favor, no me etiquetes. Déjame crecer y escoger por mí mismo”. Sin embargo, en una contradicción exquisitamente irónica de la reivindicación de su primera campaña, que el ateísmo es el requisito previo para la alegría, resultó que los sonrientes niños seleccionados por los ateos para representar su visión de la felicidad infantil eran de una familia cristiana devota. Como dijo el padre de los niños, fue un halago que los ateos juzgasen que esos niños en particular eran felices y libres, sin saber nada de su trasfondo familiar.14

Más adelante me detendré en por qué simpatizo realmente con el deseo de los ateos de que no se etiquete a los niños y se les permita elegir por sí mismos. La cuestión de la enseñanza de las creencias propias a los hijos por parte de los padres es, por supuesto, un asunto muy diferente.

En este momento, Richard Dawkins parece ser el conductor principal del autobús ateo. Como él, soy científico (matemático); como él, creo en la verdad; y también como él soy profesor en la Universidad de Oxford. Sin embargo, a diferencia de él, soy teísta; cristiano, para ser preciso. No asocio la existencia de Dios como tal con la preocupación, sino más bien con el gozo. De hecho, si me viese obligado a idear un lema para un anuncio en un autobús, sería parecido a este: “Hay evidencias claras de la existencia de Dios. Por tanto, confía en él y experimenta el verdadero gozo”. Por supuesto, soy consciente de que Dios podría ser una fuente potencial de preocupación para los ateos. Después de todo, como Lucrecio destacó hace siglos, si Dios existe los ateos se encontrarán con él algún día. Más sobre esto a su debido tiempo.

Richard Dawkins y yo participamos en dos importantes debates públicos, el primero de ellos en Birmingham, Alabama, en 2007, donde discutimos algunas de las principales teorías de su éxito de ventas El espejismo de Dios.15 El segundo debate trató el tema “¿Ha enterrado la ciencia a Dios?”, que es el título de uno de mis libros.16 Este último debate17 se llevó a cabo en 2008 en el Museo de Historia Natural de Oxford, el lugar en que Thomas Henry Huxley tuvo su famosa conversación con el obispo Samuel Wilberforce acerca del Origen de las especies de Darwin en 1860. El escenario era tanto inusual como espectacular. Dawkins y yo estábamos sentados en taburetes, con la inmensa cabeza y las fauces de la joya del museo, el esqueleto del Tyrannosaurus rex, amenazante sobre nosotros. Este animal se extinguió, sin duda. En eso estamos de acuerdo Dawkins y yo. Él también cree que Dios se ha extinguido o, para ser más exactos, que nunca existió. No estoy de acuerdo.

También tuve dos debates públicos con el fallecido Christopher Hitchens, que se definía como alguien a quien le gusta llevar la contraria. Nuestro primer encuentro se produjo ante una gran audiencia en el Usher Hall, en el Festival de Edimburgo de 2008, donde la moción considerada fue “La nueva Europa debería preferir el nuevo ateísmo”.18 Al final del debate numerosos miembros de la audiencia, que habían indicado inicialmente su indecisión sobre el tema, sorprendieron a muchos al pasar a rechazar la moción. En consecuencia, el moderador, James Naughtie de la BBC la dio como perdida cuando Hitchens así lo reconoció cortésmente. Un miembro de la audiencia que no contribuyó a ese cambio de opinión fue Richard Dawkins. El resultado no pareció agradarle en absoluto.

Me encontré de nuevo con Hitchens en marzo de 2009 en una animada repetición de la confrontación. En este caso el acontecimiento era incluso mayor, organizado por el Socratic Club de la Samford University de Birmingham, Alabama. El asunto tratado fue: “¿Dios es grande?” [Is God Great?], el tema del bestseller de Hitchens God is not great [N. de la T. Aunque en castellano el libro se ha traducido como Dios no es bueno].19 No es de extrañar, quizá, que en esa ocasión no se realizase votación alguna.

También he debatido con el físico Victor Stenger (entre otros) en Australia en un Debate IQ220 organizado por The Sydney Morning Herald en agosto de 2008, sobre el tema “El mundo estaría mucho mejor sin religión”. Como parte de la Semana de la Ciencia de Sídney de 2008, debatí con Michael Shermer, editor del Sceptic Magazine, sobre la cuestión “¿Dios Existe?”. En julio de 2009 mantuve un largo debate moderado en la televisión australiana con Peter Atkins, Profesor Emérito de Química en Oxford.21 Además, en abril de 2011 participé en un debate público muy conmovedor con Daniel Lowenstein, Profesor de Derecho en la UCLA, sobre el tema “¿El cristianismo es verdad?”.22

Todo ello me trae a mi motivación para escribir este libro. En cada debate y exposición he tratado de presentar en el espacio público una alternativa creíble y racional al paisaje ofrecido por los nuevos ateos, en lugar de simplemente intentar emplear armas retóricas o emocionales para “ganar” la discusión del día. Los respectivos oyentes juzgarán si he tenido o no éxito. No obstante, está claro que estos acontecimientos públicos no permiten desarrollar totalmente los argumentos. Así pues, pensé que valdría la pena aprovechar esas experiencias para ofrecer en forma de libro una presentación exhaustiva de los asuntos principales.

Ya he escrito detenidamente sobre el aspecto científico en mi libro ¿Ha enterrado la ciencia a Dios?; y he tratado la reciente entrada en el debate de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow en otro titulado God and Stephen Hawking: Whose Design is it Anyway? [Dios y Stephen Hawkins: Al final, ¿de quién es el diseño?].23 Debido a su actualidad incluiré aquí algo de la esencia de estos argumentos. Sin embargo, el debate principal no se limita a la ciencia. En su lugar, los argumentos que captan a menudo la atención del público en general tienen que ver con la moralidad y los supuestos peligros de la religión. En este libro nos ocuparemos principalmente de estos temas.

Otros autores han allanado el camino. Alister y Joanna McGrath han desmontado muchos de los principales argumentos en The Dawkins Delusion? [El espejismo de Dawkins];24 también lo hace Keith Ward en Why There Almost Certainly Is a God [Por qué casi seguro que Dios existe].25 A un nivel más accesible, la obra de David Robertson The Dawkins Letters [Las cartas de Dawkins] es una guía excelente.26 Más recientemente, David Bentley Hart expone de forma muy efectiva la superficialidad del enfoque histórico de los nuevos ateos en Atheist Delusions: The Christian Revolution and Its Fashionable Enemies [Espejismos ateos: La revolución cristiana y sus enemigos de moda].27 Uno podría preguntarse, ¿por qué entonces otro libro?

Los nuevos ateos quieren mandar “mensajes de concienciación” a los ateos y animarlos a levantarse y luchar por su fe. De ahí que estén constantemente engrosando las filas de sus portavoces. Salen a la calle a conseguir conversos.28 La importancia de los asuntos y la extensión del interés público aseguran un análisis de los argumentos del nuevo ateísmo desde el mayor número de ángulos posibles, de forma que se “despierte la conciencia” de todo el mundo, los cristianos incluidos.

Mi objetivo es ofrecer uno de esos ángulos, con la esperanza de que servirá de ayuda. Este libro no es simplemente un producto del análisis pasivo, aunque este es importante. También es un producto de la implicación pública con los nuevos ateos y sus ideas. He aparecido en la escena pública a fin de sumar mi voz a la de aquellos que están convencidos de que el nuevo ateísmo no es la posición automática y por defecto de las personas que piensan y que tienen la ciencia en alta estima. Como yo, existen muchos científicos y profesionales de otros ámbitos que consideran que el nuevo ateísmo es un sistema de creencias que, irónicamente, es un ejemplo clásico de la fe ciega de la que abiertamente acusa a otros. Me gustaría aportar mi humilde contribución para aumentar la conciencia pública sobre este hecho.

Sin embargo, tengo una razón más para escribir. El debate inevitablemente ha dado prominencia a los argumentos ateos y a las reacciones contra ellos, lo que significa que la presentación positiva de la alternativa tiende a quedarse corta. Quizá sea por esta razón que los nuevos ateos entonan incesantemente el famoso mantra de Bertrand Russell acerca de que no existen suficientes evidencias. A la luz de esto, en este libro propongo no solo tratar de forma reactiva las objeciones ateas al cristianismo, sino presentar también evidencias detalladas de la verdad del cristianismo.

Me gustaría expresar mi agradecimiento a las muchas personas que a lo largo de los años han estimulado mi pensamiento sobre estos asuntos, incluyendo a aquellos representantes del punto de vista ateo que he encontrado tanto en el debate público como en conversaciones privadas. También estoy agradecido a mi ayudante Simon Wenham y a Barbara Hamilton por su incalculable ayuda con la producción de la transcripción.

La carga de la brigada brillante

Los nuevos ateos se consideran hijos distinguidos y dignos de la Ilustración y, en un intento de abandonar la imagen negativa que sienten que ha tenido el ateísmo hasta ahora, se han bautizado consecuentemente como “los Brillantes”. Christopher Hitchens merece elogio por oponerse a semejante “vergonzosa sugerencia”.29 Imaginemos tan solo cuál hubiese sido la reacción si los cristianos se hubiesen definido de forma igualmente necia y condescendiente como “los Inteligentes”.

No hay duda de que a los que estamos en desacuerdo con los Brillantes por defecto nos llamarán “los Sombríos” o “los Apagados”, o quizá incluso “Los Oscuros”. No obstante, Dennett dice que este no es necesariamente el caso, y que aquellos que creen en lo sobrenatural [N. de la T. En inglés, “supernatural”] deberían llamarse a sí mismos los “Súpers”.30 Así pues, “Superbrillante” sería un oxímoron.

La objeción de Hitchens a esta insípida arrogancia se ha ignorado; y los Brillantes han cimentado su declaración en un trozo del ciberespacio creando bajo ese nombre una página web multilingüe. En ella encontramos la siguiente explicación del término: “Un brillante es una persona que tiene una visión naturalista del mundo, libre de elementos sobrenaturales y místicos. La ética y los actos de un brillante se basan en una visión naturalista del mundo”.

Como hijos de la Ilustración, los Brillantes se consideran luminarias de una nueva era de entendimiento racional, que repelen las tinieblas de la superstición y el error religiosos. Michel Onfray pone de manifiesto una memoria bastante limitada al explicar sus objetivos de esta forma: “Necesitamos que vuelva el espíritu de la Luz, de la Ilustración, que dio su nombre al siglo XVIII”; como si no hubiese existido un debate intelectual de alto calibre antes del siglo XVIII y, como señala Alasdair MacIntyre,31 como si el proyecto de la Ilustración no fuese un fracaso en cuanto que no ha sido capaz de proveer un fundamento para la moralidad. Como si la Ilustración nos hubiese elevado del barbarismo a la paz, en lugar de dar paso a una revolución violenta tras otra hasta alcanzar las profundidades de la maldad humana en el siglo XX, el siglo más sangriento hasta la fecha.332En su precipitada carga, la Brigada Brillante no parece querer detenerse y considerar tales cosas. Sin embargo, nosotros debemos hacerlo, y lo haremos.

¿Qué hay de nuevo en los nuevos ateos?

Los nuevos ateos ya llevan por aquí algún tiempo; por tanto, en ese sentido trivial, ya no son nuevos. Aun más, a nivel intelectual, sus argumentos nunca fueron realmente nuevos. Sin embargo, lo nuevo sobre ellos es su tono y su hincapié. Los nuevos ateos son más ruidosos y estridentes que sus predecesores. También son más agresivos. Este cambio en el tono se centra en el hecho de que ya no se conforman simplemente con negar la existencia de Dios. Por ejemplo, Christopher Hitchens dijo: “No soy tanto ateo como antiteísta; no solo mantengo que todas las religiones son versiones de la misma mentira, sino que la influencia de las iglesias, así como el efecto de la creencia religiosa, es sumamente dañina”.33 Así pues, la pauta de los nuevos ateos se ha ampliado para incluir un ataque contra la existencia de las creencias. Describen este rasgo particular como su forma de expresar su “pérdida de respeto” por la religión. Como Richard Dawkins lo expresa: “Estoy totalmente harto del respeto que se nos ha obligado a tener por la religión”. Christopher Hitchens resumió la posición en su conocida y brutal declaración: “La religión lo emponzoña todo”.34 Bradley Hagerty informa en la Radio Pública Nacional que Hitchens dijo (ante el rugido de aprobación de una gran cantidad de oyentes en la Universidad de Toronto): “Creo que la religión debería tratarse con burla, odio y desprecio, y reivindico ese derecho”.35 La intención de Sam Harris es “destruir las pretensiones intelectuales y morales del cristianismo en sus formas más comprometidas”.36

¿Por qué la agresión?

Algo parece haberse roto. Y lo ha hecho: las Torres Gemelas el 11S. Según la principal revista semanal alemana de noticias Der Spiegel, ese horrible acontecimiento ocurrido en 2001 dio lugar al nuevo ateísmo.

Un artículo de portada titulado “La culpa de todo es de Dios”37 dice: “Sin los ataques contra Nueva York y Washington no existiría el nuevo ateísmo”. En una entrevista posterior en la misma publicación, Dawkins dice que el 11S lo “radicalizó”,38 confirmando por tanto su afirmación anterior:

Mi último vestigio de respeto por la “religión libre” desapareció en el humo y el polvo asfixiantes del 11 de septiembre de 2001, seguido por el “Día Nacional de Oración” en el que prelados y pastores hicieron su trémula personificación de Martin Luther King e instaron a las personas de creencias mutuamente incompatibles a darse la mano, unidas en homenaje a la fuerza que había sido la causa del problema.39

La lógica es simple. Dawkins dice: “Imagine, con John Lennon, un mundo sin religión. Imagine que no hay terroristas suicidas envueltos en bombas, que no existe el 11S o el 7J, que no hay cruzadas, cazas de brujas, ni el Complot de la Pólvora, ni la partición india, ni las guerras árabe-israelíes, ni las masacres serbo-croatas-musulmanas, ni la persecución de los judíos como ‘asesinos de Cristo’, ni los ‘disturbios’ de Irlanda del Norte, ni los ‘asesinatos de honor’, ni telepredicadores con trajes brillantes y cabello cardado, desplumando a sus crédulos espectadores (‘Dios quiere que le des todo lo tuyo hasta que te duela’). Imagine que no hay talibanes para volar estatuas antiguas, ni decapitaciones públicas de blasfemos, ni azotes sobre la piel de mujeres por el crimen de enseñar una pulgada de la misma”.40

Este mensaje resuena poderosamente en un mundo que teme los actos fanáticos perpetrados por los extremistas. ¿Quién de nosotros, a excepción de los propios violentos, no querría un mundo libre de esos horrores? La mayoría de nosotros no dudaría en estar de acuerdo con los nuevos ateos en que existen problemas, grandes problemas, con algunos aspectos de la religión. ¿Cómo podríamos “respetar” a los extremistas religiosos que animan a hombres y mujeres jóvenes a ser bombas vivientes a fin de obtener acceso inmediato al paraíso? Los nuevos ateos tienen bastante razón cuando apuntan a este tipo de cosas, especialmente en sociedades donde existe el peligro de que el discurso público quede paralizado por la corrección política.

Página tras página, los nuevos ateos explican con escabrosos detalles la trágica historia de horror y maldad asociada con la religión, desde los actos atroces de los terroristas suicidas islámicos fundamentalistas, que matan y mutilan a sus víctimas inocentes, hasta el horrible abuso infantil por parte de sacerdotes, que roban a los niños su inocencia y a menudo les causan un trauma psicológico brutal y permanente; desde el temido lavado de cerebro de las sectas a la limpieza étnica de los Balcanes y los disparos entre protestantes y católicos extremistas en Irlanda del Norte. De hecho, una rápida mirada alrededor del mundo en este momento muestra que no solo existen guerras entre grupos religiosos diferentes, sino también luchas despiadadas entre diversas facciones del mismo grupo religioso. Es una letanía enfermiza. La religión parecería ser sin duda el problema principal.

Pues bien, si la religión es el problema, la solución es obvia según los nuevos ateos: librarse de ella. Dicen que la sociedad civilizada ya no puede permitirse más el lujo de sonreír indulgentemente a una religión que se ha vuelto demasiado peligrosa y extrema para semejante complacencia. Por tanto, debe eliminarse; el premio Nobel Steven Weinberg, por ejemplo, no duda en decirlo: “El mundo necesita despertarse de la larga pesadilla de la religión... Los científicos deberíamos hacer todo lo que podamos para debilitarla, algo que sería, de hecho, nuestra mayor contribución a la civilización”.

Ese es, en resumidas cuentas, el objetivo de los nuevos ateos; el atento lector no pasará por alto el tono totalitario de la palabra “todo” en la afirmación de Weinberg.41 Dawkins define el objetivo de esta forma: “Si este libro funciona tal como yo lo he concebido, los lectores religiosos que lo abran serán ateos cuando lo dejen”,42 aunque en su siguiente frase reconoce que esto podría ser un optimismo presuntuoso. No solo quiere reunir a los fieles (ateos) y animarlos a “dar la cara” por su fe (porque se trata de eso, a pesar de sus protestas en el sentido contrario, como veremos). También pretende hacer proselitismo, “despertar la conciencia” de otros, describiendo las atracciones del nuevo ateísmo, incrementando así la huella del ateísmo en el paisaje demográfico.

El paisaje religioso

Para tener una idea del aspecto de ese paisaje, haremos referencia a una encuesta de YouGov en Reino Unido, encargada por el presentador de la BBC John Humphrys en 2007. Según la misma, el 16 por ciento de los 2200 encuestados se definió como ateo; el 28 por ciento creía en Dios; el 26 por ciento creía en “algo” pero no podía decir en qué con seguridad; el 9 por ciento se consideraba agnóstico, entre ellos el propio Humphrys; el 5 por ciento dijo que le gustaría creer y envidiaba a los que lo hacían, pero no podían; el 3 por ciento no sabía; el 10 por ciento no había pensado mucho en ello; y el 3 por ciento dio “otra respuesta”.43 Es interesante establecer estas cifras en el contexto más amplio de una encuesta internacional anterior (2004) en diez países, encargada una vez más por la BBC, titulada “ Lo que el mundo piensa de Dios”.44

De todos los encuestados, alrededor de un 8 por ciento se consideraba ateo; así pues, el Reino Unido tenía el doble de la media con el porcentaje más elevado de ateos, el 16 por ciento. En los Estados Unidos de América, alrededor del 10 por ciento dijo no creer en Dios; aunque una encuesta de Gallup de 2005 deja la cifra mucho más abajo, en el 5 por ciento. Un rastreo por Internet a lo largo de una selección de encuestas recientes parece indicar que un número mayor de personas se siente más cómodo contestando en negativo (que no creen en Dios) que contestando en afirmativo (que son ateas), por muy ilógico que pueda parecer. Por ejemplo, la encuesta American Religious Identification Survey (ARIS) llevada a cabo en 2001 da una cifra de ateos del 0,4 por ciento en Estados Unidos, aunque el 14 por ciento se identifica como no religiosos.45

Independientemente de lo interesantes que puedan ser estas cifras como indicadores de la naturaleza ascendente de los esfuerzos de los nuevos ateos por hacerse oír, el tema central, si el ateísmo de esas personas es o no verdadero, no va a solucionarse recurriendo a un simple análisis estadístico. Para determinar la verdad necesitamos evidencias más rotundas que esas.

Un rasgo reconfortante del nuevo ateísmo es que no se ve claramente influido por el relativismo posmoderno, al menos en el ámbito de la verdad. Richard Dawkins escribe de forma divertida: “Muéstrenme un relativista cultural a 30000 pies y yo les mostraré un hipócrita”.46 Dirigiéndose a sus lectores cristianos, Sam Harris dice: “Me gustaría reconocer que existen muchos puntos sobre los que ustedes y yo estamos de acuerdo. Por ejemplo, lo estamos en que uno de nosotros tiene razón y el otro no”. Los nuevos ateos creen por tanto que existe una verdad accesible para la mente humana. Aceptan la ley del tercero excluido: o este universo es todo lo que hay, o no lo es; o existe un Dios, o no; la resurrección de Jesús ocurrió, o no. En ese sentido son totalmente modernistas en su persuasión. Esto significa, en particular, que podemos tener claro desde el principio de qué estamos hablando; tenemos al menos alguna base para el debate racional.

En lugar de Dios

En 2006 tuvo lugar una conferencia en el Salk Institute de La Jolla, California, sobre el tema “Más allá de la creencia: ciencia, religión, razón y supervivencia”. Su cometido era tratar tres cuestiones: ¿Debería eliminar la ciencia a la religión? ¿Qué pondría la ciencia en lugar de la religión? ¿Podemos ser buenos sin Dios? Destacados nuevos ateos como Richard Dawkins y Steven Weinberg se encontraban entre los oradores. The New Scientist juzgó que esta conferencia tuvo tal importancia que en la edición especial de su quincuagésimo aniversario incluyó un informe de la misma en un artículo titulado “En lugar de Dios”.47

Este título revela que el objetivo de los nuevos ateos no es simplemente completar el proceso de secularización desterrando a Dios del universo, sino también poner algo en su lugar. No se trata solamente de que la sociedad debería reemplazar a Dios con otra cosa; es que la ciencia debería hacerlo. Aparentemente, ninguna otra área o actividad humana a excepción de la ciencia está cualificada para aportar algo útil. La ciencia es la reina. Por supuesto, esta es una serie de disciplinas practicadas por seres humanos; por tanto, el objetivo definitivo parecería ser hacer de estos científicos los árbitros absolutos no solo de lo que todos los demás seres humanos deben creer, sino también de lo que deben adorar (recordemos que es Dios a quien desean sustituir). ¿Detectamos más sombras de totalitarismo?

Las dos primeras preguntas del orden del día de la conferencia de La Jolla muestran que propagar el ateísmo forma parte de una meta mayor, la entronización de la ciencia como ser supremo. Este objetivo resuena claramente a la cruzada parecida realizada por T. H. Huxley en los años siguientes a la publicación de El origen de las especies de Darwin. Huxley consideró la teoría de Darwin como su arma principal para librarse del cristianismo y lograr la secularización de la sociedad por medio de la dominación de la ciencia. En 1874 este tema se hizo evidente en una famosa reunión de la Asociación Británica en Belfast, en la que Huxley, J. D. Hooker (botánico) y John Tyndall (Presidente de la Asociación Británica para la Ciencia, que estudió los gases atmosféricos) fueron los oradores principales. Tyndall dijo: “Todas las teorías religiosas deben someterse al control de la ciencia y renunciar a todo pensamiento de controlarla”.48

La dimensión moral

Así pues, resulta inevitable que los nuevos ateos tengan que lidiar con el asunto de la moralidad y la ética. Esta es la razón de que la tercera pregunta (¿Podemos ser buenos sin Dios?) aparezca en el programa de la conferencia, aunque parezca incongruente a primera vista. Los organizadores sintieron sin duda que debían tratar el hecho innegable de que durante siglos la fuente de moralidad, al menos en Occidente, ha sido la tradición judeocristiana. Los nuevos ateos desean abolir la religión, por lo que deben resolver el problema de proveer una fuente alternativa de moralidad, sobre todo porque su principal ataque contra la religión es que no solo es errónea intelectualmente, sino también moralmente hablando.

Por tanto, podemos expresar los principales elementos del plan de los nuevos ateos como sigue:

La religión es un espejismo peligroso: conduce a la violencia y a la guerra.Por tanto, debemos librarnos de la religión: la ciencia lo conseguirá.No necesitamos a Dios para ser buenos: el ateísmo puede ofrecer una base perfectamente adecuada para la ética.

En primer lugar, debemos decir algo acerca del significado de los términos “ateísmo” y “religión”. Según el Oxford English Dictionary (OED), ateísmo (a-teísmo) es “no creer o negar la existencia de un Dios”. El OED cita a Shaftesbury (1709): “No dar crédito de un principio o mente que diseña, ni de una causa, medida o regla de las cosas sino de la casualidad... es ser un perfecto ateo”. Dawkins (citando a Steven Weinberg) define su concepto de Dios: “Si no queremos que la palabra ‘Dios’ se convierta en algo completamente inútil, deberíamos usarla de la forma en que la gente normalmente la entiende: para denotar un creador sobrenatural que es ‘apropiado que adoremos’”.49 Así pues, la antipatía declarada de Dawkins es solo hacia lo que él llama “dioses sobrenaturales”. Son dioses ilusorios y deben distinguirse del Dios de algunos científicos y filósofos (ilustrados, según Dawkins), para quienes el término “Dios” ha pasado a ser un sinónimo de las leyes de la naturaleza, o de algún tipo de inteligencia cósmica natural que, aunque superior a la humana, evolucionó en última instancia de la materia primitiva del universo como cualquier otra inteligencia menor. Así pues, el blanco principal de los nuevos ateos es el Dios sobrenatural de la Biblia, el Hacedor y Sustentador del universo.

Empleo el término “blanco” a fin de sacar a relucir el hecho de que los nuevos ateos no son simplemente ateos. Quizá se definan mejor como antiteístas, en contraste con el tipo de ateo que, aunque no cree en Dios, no le importa que otros lo hagan siempre que no lo molesten.

Un corolario de su antiteísmo es que cuando los nuevos ateos hablan de “religión” particularmente tienen en mente las grandes religiones monoteístas del judaísmo, el cristianismo y el islamismo, haciendo hincapié principalmente en el cristianismo. Las religiones panteístas como el hinduismo, así como las que podrían clasificarse razonablemente como filosofías, como el confucionismo y ciertas formas de budismo, a penas aparecen en la literatura del nuevo ateísmo.

Crecí en Irlanda del Norte y puedo entender a aquellos que creen que la única solución a los problemas del mundo es librarse de la religión. Sin embargo, precisamente porque fui criado en Irlanda del Norte y sigo siendo un cristiano convencido puedo hacer una contribución para corregir lo que creo que es un desequilibrio inquietantemente peligroso en la lógica del enfoque de los nuevos ateos, tanto en términos del diagnóstico que emiten como en la solución que proponen.

No soy el único con esa inquietud. Muchos ateos la comparten. Barbara Hagerty, en su informe NPR50 mencionado anteriormente, señala que la reacción a la cada vez mayor agresividad atea no ha encontrado una aprobación universal entre los seguidores de esta corriente. Cita al ateo Paul Kurtz en relación a los nuevos ateos: “Los considero ateos fundamentalistas. Son antireligiosos y mezquinos, desgraciadamente. Ahora bien, son muy buenos ateos y personas muy entregadas a la no creencia en Dios. Pero está esa fase agresiva y militante del ateísmo, que hace más mal que bien”. Lo interesante aquí es que Paul Kurtz fue el fundador del Centro para la Investigación, cuya misión es “fomentar una sociedad secular basada en la ciencia, la razón, la libertad de consulta y los valores humanistas”, y que organiza un “Concurso de blasfemias” que invita a los participantes a emitir afirmaciones breves criticando las creencias religiosas. Hagerty informó que Kurtz declara haber sido derrocado de su posición en el Centro de investigación por una “conspiración de palacio”.

Los ateos se encuentran claramente divididos acerca del enfoque agresivo de los nuevos ateos, y algunos lo hallan positivamente embarazoso. Su incomodidad se hace eco de la del filósofo Michael Ruse cuando escribió el siguiente comentario sobre el libro de los McGrath, The Dawkins Delusion?:51“El espejismo de Dios hace que me sienta incómodo por ser ateo y los McGrath muestran por qué”. Por esta razón es importante ser consciente desde el principio de que los nuevos ateos están lejos de representar a todos los ateos. De hecho, muchos de mis amigos y conocidos ateos se esfuerzan por distanciarse de la agresividad de los nuevos ateos.

La fraternidad agnóstica también se ve turbada por el asalto de los nuevos ateos. En su libro In God We Doubt [En Dios dudamos],52 el conocido presentador de radio de la BBC John Humphrys presenta las principales ideas de los nuevos ateos y las respuestas que él es les da con su estilo hostil y sucinto. Lo hace así:53

Los creyentes son mayoritariamente ingenuos o estúpidos. O, al menos, no son tan listos como los ateos.

Respuesta. Esto es tan claramente incierto que apenas merece la pena detenerse en ello. Richard Dawkins, en su libro El espejismo de Dios, se vio reducido a producir un “estudio” de Mensa que pretendía mostrar una relación inversa entre la inteligencia y la fe. También declaró que solo unos pocos miembros de la Royal Society creen en un dios personal. ¿Y qué? Algunos creyentes son sin duda estúpidos (como atestiguan los creacionistas) pero he conocido a uno o dos ateos en los que no confiaría para cambiar una bombilla.

Los pocos inteligentes son patéticos porque necesitan un bastón para andar por la vida.

Respuesta. ¿No lo necesitamos todos? Algunos utilizan el alcohol en lugar de la Biblia. No prueba nada sobre ambos.

También son patéticos porque no pueden aceptar la irreversibilidad de la muerte.

Respuesta. Quizá, pero no significa que estén equivocados. Cuente el número de ateos en las trincheras o las plantas de oncología.

Les han lavado el cerebro para que creyesen. No existe eso del “niño cristiano”, por ejemplo, sino solo un niño que ha sido bautizado por sus padres.

Respuesta. Cierto, y muchos niños rechazan esa fe cuando crecen. Sin embargo, otros se mantienen en ella.

Les han obligado a creer.

Respuesta. Esto también es cierto en muchos casos, pero realmente no se puede obligar a nadie a creer, solo a fingir que cree.

Si no nos deshacemos de la creencia religiosa antes del próximo jueves, la civilización tal como la conocemos está condenada.

Respuesta. Por supuesto que los mulás locos son peligrosos y el islamismo extremista es una amenaza que debe tomarse en serio. No obstante, hemos sobrevivido a la religión monoteísta durante unos 4000 años, y se me ocurren en una o dos cosas que constituyen una amenaza más grande para la civilización.

Confiad en mí: soy ateo.

Respuesta. ¿Por qué?

Humphrys añade irónicamente: “No me disculpo si he simplificado en demasía sus puntos de vista con esta pequeña lista: es lo que ellos hacen con los creyentes todo el tiempo”. ¡Así es!

Por supuesto, es necesario decir algo más. Pero este tipo de reacción por parte de John Humphrys, que es una persona muy inteligente sin afiliación religiosa (se define como alguien que duda), sirve para mostrar por qué muchas personas se sienten incómodas con el mensaje de los nuevos ateos. Lo encuentran desequilibrado y frecuentemente extremo en muchos puntos; en el mejor de los casos, infundado, y en el peor, claramente erróneo. Dawkins nos anima constantemente a ser críticos; pero veremos que él mismo es altamente selectivo en lo que elige criticar, y de hecho en lo que entiende por crítica.

La ironía del intento de eliminar la religión

Una de las ironías que surgen sobre los nuevos ateos tiene que ver con el hecho de que asignan un importante papel a la teoría de la evolución54 en su intento de aniquilar la creencia religiosa. Sin embargo, ¡la evolución no parece entrar en el juego! The Sunday Times55 publicó un artículo del editor de ciencia John Leake titulado “Los ateos son una raza moribunda pues la naturaleza ‘favorece a los fieles’”. Informa sobre un estudio realizado en ochenta y dos países titulado The Reproductive Advantage of Religiosity [La ventaja reproductiva de la religiosidad], dirigido por Michael Blume de Jena, que averiguó que aquellos países cuyos habitantes se reúnen para adorar al menos una vez a la semana tienen 2,5 niños cada uno, y los que nunca lo hacen 1,7: número menor al necesario para reemplazarse a sí mismos. Leake contrasta el argumento de Dawkins de que las religiones son como virus mentales que infectan a las personas e imponen grandes costes en términos de dinero y riesgos de salud con la obra de Blume, que sugiere lo contrario: la evolución favorece a los creyentes de forma tan poderosa que a lo largo del tiempo se ha incrustado en nuestros genes una tendencia a ser religioso.

Podríamos haber pensado que si los nuevos ateos tienen razón en lo que a la evolución se refiere, ellos, de entre todas las personas, serían las más entusiastas a la hora de difundir sus genes. Sin duda no es así.

Quizá, entonces, ¿todo lo que tenemos que hacer es esperar?

Quizá no; porque aunque los nuevos ateos parecen haber perdido interés en difundir sus genes, no han abandonado la propagación de sus “memes”.

1 Richard Dawkins, The God Delusion (en adelante ED, del título en español), Londres, Bantam Press, 2006 [El espejismo de Dios, Madrid: S. L. U. Espasa Libros, 2007].

2 Stephen Hawking, A Brief History of Time, Londres, Bantam Press, 1988, p. 175 [Brevísima historia del tiempo, Barcelona: Editorial Crítica, 2005].

3 Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, The Grand Design, Londres, Bantam Press, 2010 [El gran diseño, Barcelona: Editorial Crítica, 2010].

4 Christopher Hitchens, God is not Great (en adelante DNB, del título en español), Londres, Atlantic Books, 2008 [Dios no es bueno, Barcelona: Editorial Debate, 2008].

5 Daniel C. Dennett, Breaking the Spell, Londres, Penguin, 2007 [Romper el hechizo: la religión como un fenómeno natural, Madrid: Katz Editores, 2007].

6 Ibíd., p. 21.

7 Sam Harris, The End of Faith, Londres, Free Press, 2006 [El final de la fe: la religión, el terror y el futuro de la razón, Ribarroja (Valencia): Editorial Paradigma, 2007].

8 Sam Harris, Letter to a Christian Nation, Nueva York, Alfred A. Knopf, 2006 [Carta a una nación cristiana, Ribarroja (Valencia): Editorial Paradigma, 2007].

9 Sam Harris, The Moral Landscape, Nueva York, Free Press, 2010.

10 Michel Onfray, In Defence of Atheism, Londres, Profile Books, 2007 [Tratado de ateología,, Barcelona: Editorial Anagrama, 2006].

11 Perché non possiamo essere cristiani (e meno che mai cattolici), Longanesi, 2007 [Por qué no podemos ser cristianos y mucho menos católicos, Barcelona: RBA Libros, 2008].

12 ED, p. 16.

13 Reproducido con permiso de Fixed-Point Foundation.

14 Ruth Gledhill, The Times, 21 noviembre 2009, p. 14.

15 The God Delusion Debate, DVD de A Fixed-Point, www.fixed-point.org. Ver también www.dawkinslennoxdebate.com.

16 John C. Lennox, God’s Undertaker: Has Science Buried God? 2a ed., Oxford, Lion Hudson, 2009 [¿Ha enterrado la ciencia a Dios? Barcelona: Clie, 2003].

17 Has Science Buried God?, DVD de A Fixed-Point, www.fixed-point.org.

18 Can Atheism Save Europe?, DVD de A Fixed-Point, www.fixed-point.org.

19 Is God Great? DVD de A Fixed-Point, www.fixed-point.org

20 Intelligence Quotient Squared [El coeficiente de inteligencia al cuadrado] es una serie de debates públicos patrocinados por el Sydney Morning Herald.

21 Duelling Professors, http://www.youtube.com/watch?v=Yx0CXmagQu0

22www.veritas.org/Media.aspx#!/v/925.

23 John C. Lennox, God and Stephen Hawking, Oxford, Lion Hudson, 2011.

24 Alister & Joanna McGrath, The Dawkins Delusion? Londres, SPCK, 2007.

25 Keith Ward, Why There Almost Certainly Is a God, Oxford, Lion Hudson, 2008.

26 David Bentley Hart, The Dawkins Letters, Fearn, Christian Focus Publications, 2007.

27 David Bentley Hart, Atheist Delusions, New Haven y Londres, Yale University Press, 2009.

28 ED, p. 141 de la edición en inglés.

29 DNB, p. 19.

30 Dennett, Breaking the Spell, p. 21.

31 Alasdair MacIntyre, After Virtue, Londres, Duckworth, 2003 [Tras la virtud, Barcelona: Editorial Crítica, 2001].

32 Ver Ward, Why There Almost Certainly Is a God, capítulo 8.

33 Christopher Hitchens, Letters to a Young Contrarian, Nueva York, Basic Books, 2001 [Cartas a un joven disidente, Barcelona: Editorial Anagrama, 2003].

34 DNB, p. 27, 37.

35 A Bitter Rift Divides Atheists, Barbara Bradley Hagerty, NPR, 19 de octubre 2009.

36 Harris, Letter to a Christian Nation, p. ix.

37 Der Spiegel, 26 mayo 2007, pp. 56-69.

38 Der Spiegel, 10 septiembre 2007.

39 Richard Dawkins, A Devil’s Chaplain, Londres, Phoenix, 2004, p. 185 [El capellán del diablo, Barcelona: Editorial Gedisa, 2009].

40 ED, p. 12.

41 Y aún así, los nuevos ateos están dispuestos a acusar a Dios de totalitarismo

42 ED, p. 16.

43http://www.timesonline.co.uk/tol/comment/faith/article8534.ece.

44http://news.bbc.co.uk/1/hi/programme/swtwtgod/3518375.stm.

45www.gc.cuny.edu/faculty/research_briefs/aris/key_findings.htm.

46 Richard Dawkins, River Out of Eden, Nueva York, Basic Books, 1995 [El río del Edén, Barcelona: Editorial Debate, 2000], ver también A Devil’s Chaplain, op. cit. pp. 17-22.

47 New Scientist, 18 noviembre 2006, pp. 8-11.

48 Ver David C. Lindberg y Ronald L. Numbers (eds.), Where Science and Christianity Meet, Chicago, University of Chicago Press, 2003, pp. 198-200.

49 ED, pp. 21-22.

50 A Bitter Rift Divides Atheists, Barbara Bradley Hagerty, NPR, 19 octubre 2009.

51 McGraths, The Dawkins Delusion?

52 John Humphrys, In God We Doubt, Londres Hodder y Stoughton, 2007.

53 He entrelazado los comentarios de Humphry con sus declaraciones para mayor claridad.

54 Este papel que juega la evolución en el debate se explica con mayor detalle en mi libro ¿Ha enterrado la ciencia a Dios?

55 2 enero 2011.

CAPÍTULO 1¿SON DIOS Y LA FE ENEMIGOS DE LA RAZÓN Y LA CIENCIA?

El monoteísmo aborrece la inteligencia.

Dios da muerte a todo lo que le hace frente, comenzando por la razón, la inteligencia y la mente crítica.

Ambas citas de Michel Onfray

La fe es un mal precisamente porque no requiere justificación y no tolera argumento.

Richard Dawkins

Estas cosas se han escrito para que creáis.

San Juan

Michel Onfray no cree que Dios esté muerto. Pero los teístas no deben aplaudir prematuramente, porque su explicación es la siguiente:

Una ficción no muere, una ilusión no fallece, un cuento de hadas no se refuta a sí mismo... No podemos matar una brisa, un viento, una fragancia; no podemos matar un sueño o una ambición. Dios, creado por los mortales a su propia imagen básica, no solo existe para hacer soportable la vida diaria a pesar del camino que cada uno de nosotros recorre hacia la extinción... No podemos asesinar o matar una ilusión. En realidad es más probable que esta nos mate a nosotros, porque Dios da muerte a todo lo que le hace frente, comenzando con la razón, la inteligencia y la mente crítica. Todo lo demás le sigue en una reacción en cadena.56

Para Onfray, por tanto, este dios ficticio es un enemigo de la razón. Bueno, los dioses ficticios bien pueden ser enemigos de la razón: el Dios de la Biblia sin duda no lo es. El primero de los diez mandamientos bíblicos contiene la orden de “amar al Señor tu Dios con toda tu mente”. Ello debería ser suficiente para mostrarnos que no podemos considerar a Dios un enemigo de la razón. Después de todo, como Creador él es responsable de la propia existencia de la mente humana; la visión bíblica es que los seres humanos son la culminación de la creación. Solo ellos son creados como seres racionales a imagen de Dios, capaces de tener una relación con él, que les ha dado la capacidad de comprender el universo en el que viven.

Según este planteamiento, lejos de ser anticientífica, la Biblia fomenta positivamente la ciencia. Podría decirse que dio a esta su misión inicial. Una de las actividades fundamentales de todas las ramas de la ciencia (de hecho, de todas las disciplinas intelectuales) es nombrar, y por tanto clasificar, todas las cosas y fenómenos. Toda disciplina intelectual tiene su diccionario especial de palabras. Según Génesis, Dios inició este proceso en el campo biológico diciendo a los humanos que pusiesen nombre a los animales.57 Así la taxonomía se puso en marcha. Con el tiempo dio lugar a que la naturaleza se viera como una unidad racional que era (al menos en parte) susceptible de ser comprendida por los humanos, porque la mente de Dios, a cuya imagen creó la humana, la diseñó.

De hecho, como Alfred North Whitehead y otros han señalado, existen poderosas evidencias de que la visión bíblica del mundo tuvo mucho que ver en el avance meteórico de la ciencia en los siglos XVI y XVII. C. S. Lewis lo resume de la siguiente forma: “Los hombres se volvieron científicos porque esperaban ley en la naturaleza, y lo hacían porque creían en un legislador”. Más recientemente, el profesor de Ciencia y Religión de Oxford, Peter Harrison, ha expuesto un argumento impresionante para pulir la teoría de Whitehead. Muestra que el auge de la ciencia no fue debido únicamente al teísmo en general, sino también a los principios particulares de interpretación bíblica empleados por los reformadores, que contribuyeron de forma significativa al avance de la ciencia.58

La Biblia nos enseña que la creación es contingente; es decir, Dios como Creador es libre de hacer el mundo como guste. Así pues, a fin de averiguar cómo es el universo y cómo funciona, tenemos que ir y mirar. No podemos pensar como Aristóteles, que pretendía determinar la naturaleza del universo comenzando por principios filosóficos abstractos. Él sostenía que existían ciertos principios a priori59 a los que el universo debía conformarse, una visión que dominó el pensamiento durante siglos. Uno de estos principios era que el movimiento perfecto debe ser circular. Como Aristóteles creía que todo lo que había más allá de la Luna era perfecto, dedujo que los planetas debían moverse en círculos. Cuando Kepler, un cristiano, decidió liberarse de esa limitación metafísica aristotélica y permitir que los datos astronómicos sobre el movimiento de Marte (ya recogidos por Tycho Brahe) hablasen por sí solos, entonces descubrió que los planetas se movían en elipses igualmente “perfectas”.

Admiramos a Kepler por su voluntad de dirigirse hacia donde conducen las evidencias en lugar de dejarse coartar intelectualmente por una limitación metafísica, aunque la misma representase la sabiduría establecida durante siglos. Sin embargo, una tormenta de protesta recibió al renombrado filósofo Anthony Flew cuando anunció su conversión al deísmo sobre la base de la evidencia de la complejidad de la vida. Parecería que salir del paradigma naturalista presenta tantas dificultades como hacerlo del aristotélico. La protesta irracional contra Flew por parte de personas cuyas pretensiones intelectuales deberían haber moderado su reacción, constituye una prueba inequívoca de que un naturalismo a priori puede lograr de forma efectiva que mentes inteligentes no consideren la idea de que algunas características del universo apuntan hacia una inteligencia diseñadora, aunque esa explicación pueda ser la forma más lógica y obvia de interpretar las evidencias.

Una vez más fue un teísta, no un ateo, quien tuvo la idea que llevó al generalmente aceptado modelo actual del origen del universo a partir del Big Bang. Georges Lemaitre (1894-1966), sacerdote y astrónomo belga, cuestionó la teoría de un universo eterno que había prevalecido durante siglos, y que incluso Einstein sostenía en ese momento (por influencia de Aristóteles, una vez más). Lemaitre aplicó de forma brillante la teoría de la relatividad de Einstein a la cosmología, y en 1927 elaboró una precursora de la Ley de Hubble en relación al hecho de que el universo se está expandiendo. En 1931 propuso su hipótesis del “átomo primigenio” con la que declaraba que el universo comenzó “un día que no tuvo un ayer”. Como Alexander Friedman, Lemaitre había descubierto que el universo debe de estar expandiéndose; pero Lemaitre fue más lejos que Friedman al argumentar que debió de producirse un acontecimiento parecido a la creación. De modo interesante, Einstein recelaba de ello, porque le recordaba mucho a la doctrina cristiana de la creación. También lo hacía Sir Arthur Eddington (18821944), que había enseñado a Lemaitre en Cambridge y consideraba su obra de 1927 una “solución brillante” a un destacado problema de la cosmología. Sin embargo, la idea de una creación era mucho para Eddington: “Filosóficamente, la idea de un comienzo del orden presente de la naturaleza es repugnante... Me gustaría encontrar una escapatoria genuina”.60

Mucho después, en los años sesenta, otro conocido científico, Sir John Maddox, por entonces editor de Nature, respondió de forma igualmente negativa al descubrimiento de más evidencias que apoyaban la teoría del Big Bang. Para él la idea de un principio era “totalmente inaceptable”, ya que daba a entender un “origen absoluto de nuestro mundo” y daba a aquellos que creían en la doctrina bíblica de la creación “amplia justificación” para sus creencias.61 Resulta bastante irónico que en el siglo XVI algunas personas se resistiesen a los avances de la ciencia porque parecía amenazar la creencia en Dios; mientras que en el siglo XX los modelos científicos de un comienzo no eran aceptados porque podían incrementar la plausibilidad de la creencia en Dios.

Una posición anticientífica es completamente contraria a la visión bíblica del mundo, y me opongo tanto a ella como los nuevos ateos. No quiere decir que las personas no religiosas tengan actitudes anticientíficas. La triste realidad es que las tienen. Desde la perspectiva cristiana tales opiniones son inexcusables, y es lamentable que aún se encuentren. Por otro lado, también es deplorable que los nuevos ateos no sean siempre lo científicos que profesan ser, particularmente cuando se trata de llegar hasta donde conducen las evidencias, especialmente cuando estas amenazan sus presuposiciones materialistas o naturalistas. Los nuevos ateos pueden ser por tanto tan anticientíficos como cualquier otra persona.62