No tengas miedo - John C. Lennox - E-Book

No tengas miedo E-Book

John C. Lennox

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Beschreibung

Los cristianos están bajo una presión cada vez mayor para que guarden silencio. Se nos ha hecho creer que en el mejor de los casos nuestras creencias son anticuadas, y en el peor son peligrosas. Silenciados por el temor, es demasiado fácil quedarse callados.

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No tengas miedo: cómo ser sal y luz aun cuando sea costoso

© 2023 por John C. Lennox

Publicado por Editorial Patmos,

Miramar, FL 33025

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por 10Publishing, una división de 10ofthose.com, Unit C, Tomlinson Road, Leyland, PR25 2DY, England, con el título Have No Fear. © 2018 John C. Lennox

Las citas bíblicas se toman de la versión Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de Sociedades Bíblicas Unidas, y se puede usar solamente bajo licencia.

Traducido por Eduardo Jibaja

Adaptación al español por Adrián Romano

Revisado por Regina Romano

Conversión a libro electrónico: Cumbuca Studio

ISBN: 978-1-64691-270-4

eBook: 978-1-64691-271-1

Categoría: Vida Cristiana

DEDICATORIA

Para Richard y Jane Borgonon como gratitud por su amistad y compañerismo a lo largo de muchos años.

CONTENIDO

Introducción

1. Cómo empezar

2. Cómo presentar defensa

3. Cómo conversar acerca de Jesús

4. El uso de la Escritura para testificar

5. Hacer lo que se predica

6. La diferencia entre la religión y el cristianismo

7. Cómo explicar la salvación

Notas

INTRODUCCIÓN

Jesús dijo que sus seguidores eran «la sal de la tierra» y «la luz del mundo» (Mateo 5:13-14). Ellos debían tener una profunda influencia en la sociedad en la que vivían, ser un conservante salado para detener el deterioro y abrir un camino para que otros lo sigan. Esto es, sus vidas debían ser activas, no pasivas. Debían ser testigos de Jesús para el mundo por la manera en que vivían y lo que decían. Esas dos cosas tenían que ir juntas, lo que decían solo sería creíble si también estaba modelado en sus vidas; y la gente solo comprendería sus vidas y la motivación de ellas si hablaban de esto y lo explicaban. Los discípulos de Jesús debían caracterizarse por vivir su fe en público, en lugar de mantener su fe en privado. Debían demostrar su autenticidad como cristianos nadando, deliberada y voluntariamente, contra la corriente.

Eso no quiere decir que nunca tuvieron miedo. Incluso Pedro, cuando una muchacha lo desafió en el momento del juicio a Jesús, negó conocerlo. Se asustó tanto que juró con todas sus fuerzas que no tenía nada que ver con él .

No obstante, unas cuantas semanas después, cuando autoridades religiosas hostiles trataron de censurar a los apóstoles, el mismo Pedro dijo: «No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído» (Hechos 4:20). Ellos no iban a ser silenciados. Después Pedro escribió a sus compañeros cristianos en todas partes, y por lo tanto a nosotros: «Siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pedro 3:15).

Sin embargo, muchos de nosotros no siempre nos sentimos preparados. Siendo sinceros, algunos de nosotros realmente no nos sentimos preparados en absoluto. Nos asustamos por lo que la gente podría decir. La presión para silenciar la testificación pública de los cristianos no ha desaparecido, es muy real. En efecto, en muchas partes del mundo, la oposición secular y religiosa se ha intensificado a tal punto que, particularmente en Occidente, la actitud dominante es que la religión es un asunto privado y debe mantenerse de esa forma. Como resultado, muchos cristianos han sido silenciados de manera efectiva. Ellos pueden continuar yendo a la iglesia, pero su testimonio ha cesado hace tiempo debido al temor y la presión de grupo.

Experimenté esta presión muy temprano cuando era estudiante. En una cena formal de la universidad me encontré sentado junto a un ganador del Premio Nobel. Nunca antes había conocido uno y, para aprovechar la conversación al máximo, traté de hacerle unas preguntas. Por ejemplo: ¿de qué manera su conocimiento de la ciencia había moldeado su cosmovisión y cuál era su perspectiva extensa sobre la condición y el significado del universo? En particular, yo estaba interesado en saber si su amplia gama de estudios lo había llevado a reflexionar sobre la existencia de Dios.

Fue evidente que él no se sintió cómodo con esa pregunta, así que inmediatamente di marcha atrás. Sin embargo, al terminar la cena, me invitó a ir a su estudio. Él también había invitado a otros dos o tres académicos experimentados, pero ningún otro estudiante. Me sugirió que me sentara y, hasta donde yo recuerdo, ellos se quedaron parados.

Él empezó: «Lennox, ¿quieres una carrera en ciencia?»

«Sí, señor», respondí.

«Entonces», dijo él, «delante de testigos, esta noche, debes dejar esa fe infantil en Dios. Si no lo haces, te volverá inválido intelectualmente y sufrirás en comparación con tus compañeros. Simplemente no alcanzarás tu meta.»1

¡Qué presión! Nunca antes había experimentado algo así. ¿Qué hace uno cuando se encuentra con esta clase de situación? No se requiere un científico brillante para crear este tipo de presión e intimidación. Un comentario sarcástico acerca de nuestra fe en Dios, de parte de un maestro en la escuela, puede ser suficiente para avergonzarnos delante de nuestros compañeros de clase. Aun peor son los posts en las redes sociales cuando se burlan de lo que creemos. Nos pueden hacer vacilar o incluso sentir avergonzados y temerosos de asomar nuestras cabezas y alinearnos con Jesucristo.

Es difícil nadar contra la corriente. ¿Qué nos puede ayudar a hacerlo?

El propósito de este pequeño libro es demostrar que tú, sí, tú, puedes ser realmente un fiel testigo de Jesús. Es más, esta no es una especie de tarea horrible que haces porque te sientes culpable. Más bien, te dará un gran sentido de gozo y fortalecerá tu vida y experiencia cristiana enormemente.

1 . Lennox, J. C., Can Science Explain Everything? [¿Puede la ciencia explicar todo?] (Good Book Company, 2019).

1

CÓMO EMPEZAR

Ya hemos visto, en 1 Pedro 3:15, que Pedro insta a todos los cristianos a que estén constantemente preparados para explicar su fe. Conforme empezamos a ver el evangelismo detalladamente, es útil reparar cuidadosamente en el contexto de este mandato:

¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal (1 Pedro 3:13-17).

La mención que hace Pedro acerca del temor es un buen lugar para empezar, ya que a mucha gente al principio le parece que testificar causa mucho temor. Pedro conocía personalmente el temor como cristiano, como también lo hemos visto. Él estaba escribiendo a gente que se sentía intimidada e insegura, y tenían un buen motivo para sentirse así. Sin embargo, en vez de decirles que bajen la cabeza, él les ordena: «Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (v. 15).

El antídoto contra el temor no se halla tanto en nuestro almacén de respuestas a posibles preguntas que podrían surgir sino, ante todo, en nuestra actitud hacia nuestro Señor. Debemos honrarlo como Señor. También debemos recordar que él es «santo», lo cual significa «separado». Pedro está explicando que nosotros nos preparamos a participar en dar testimonio al enfocarnos deliberadamente en el señorío de Jesús, sobre el mundo y también sobre la manera en que debemos vivir nuestras vidas. De esta forma, una clase equivocada de temor, el temor a otros, es disipada por una clase correcta de «temor»: El temor al Señor.

Debemos ser embajadores de Jesús por medio de nuestras palabras y acciones. Sin embargo no estamos solos en esto. Jesús prometió a sus discípulos, y a nosotros, que enviaría al Espíritu Santo para llevar la carga principal de dar testimonio: «Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también» (Juan 15:26-27). Jesús está al mando, animándonos a dar testimonio. Necesitamos entender bien esto y podremos esperar tener conversaciones acerca de Jesús, puesto que él está más interesado en otra gente que nosotros. Jesús también está presente, por medio de su Espíritu, para guiar nuestras conversaciones y ayudarnos en todas nuestras incertidumbres y temores.

LA CONVERSACIÓN

Observa a continuación en este pasaje, que Pedro no está hablando acerca de la predicación, esa es una habilidad que la mayoría de nosotros no tiene. Él prevé una situación en la que otra persona nos pregunta acerca de nuestra esperanza cristiana. Esto es, él está hablando de una conversación de uno a uno. Si bien esto es público en un sentido, solo es entre ustedes dos. ¡Eso ya debería hacerte sentir un poquito más cómodo!