Don Juan Tenorio - José Zorrilla - E-Book

Don Juan Tenorio E-Book

José Zorrilla

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Beschreibung

Don Juan Tenorio es el personaje más célebre del teatro español. La historia de este burlador de mujeres comienza en los días de Carnaval y acaba en el Día de Difuntos. Don Juan es un seductor que se mofa de todos los valores sociales establecidos. Pero su vida cambiará al conocer a doña Inés. Gracias a su amor, el alma de don Juan se salvará de las llamas del infierno. En esta adaptación destaca la fidelidad al sentido de la obra original de José Zorrilla y sus principales rasgos literarios. Esta fidelidad, tanto en el texto como en las magníficas ilustraciones que lo acompañan, contribuye a mantener la ambientación histórica de este clásico universal. Existe una guía de lectura de descarga gratuita en la que, capítulo a capítulo, se ofrece la posibilidad de analizar la obra desde diferentes puntos de vista a través de las actividades.

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Seitenzahl: 104

Veröffentlichungsjahr: 2015

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Índice

Introducción

Don Juan Tenorio

Personajes

Parte primera

Acto primero: Libertinaje y escándalo

Acto segundo: Destreza

Acto tercero: Profanación

Acto cuarto: El diablo a las puertas del cielo

Parte segunda

Acto primero: La sombra de doña Inés

Acto segundo: La estatua de don Gonzalo

Acto tercero: Misericordia de Dios, y apoteosis del amor

Apéndice

Créditos

¡Qué largo me lo fiais!

Galán, seductor y burlador

Don Juan Tenorio es el personaje más universal del teatro español. Prototipo del caballero seductor, don Juan ha inspirado no solo los célebres dramas españoles El burlador de Sevilla y convidado de piedra (Tirso de Molina) y Don Juan Tenorio (José Zorrilla), sino también reconocidas obras europeas como Dom Juan ou le festin de pierre (Molière), Don Juan (Lord Byron) y Don Giovanni (Da Ponte-Mozart), entre muchas otras.

Su nombre ha pasado de la literatura al diccionario: un ‘donjuán’ es hoy una persona galante, atractiva, que domina el arte de la palabra para seducir a las mujeres. El personaje al que Tirso bautizó con el nombre de don Juan Tenorio es el fiel retrato de la seducción amorosa amparada en el engaño para satisfacer sus deseos. Vive solamente para la conquista y, por eso, lo único que le importa es añadir nombres a una lista que cuenta por decenas el número de damas burladas: Isabela, Tisbea, Ana, Aminta, Carlota, Maturina, Elvira, Zerlina, Inés... Tengo un corazón capaz de amar a la tierra entera, afirma el don Juan de Molière, y el de Tirso proclama:

Sevilla a voces me llama

el Burlador; y el mayor

gusto que en mí puede haber

es burlar una mujer

y dejarla sin honor.

Las conquistas de don Juan pasan de las cuatro mujeres del drama de Tirso a las setenta y dos del drama de Zorrilla.¡Por Dios que sois hombre extraño! / ¿Cuántos días empleáis / en cada mujer que amáis? —le pregunta don Luis Mejía. Y don Juan le responde:

Uno para enamorarlas,

otro para conseguirlas,

otro para abandonarlas,

dos para sustituirlas

y una hora para olvidarlas.

El catálogo aumenta considerablemente en Don Giovanni, pues, según informa su criado, las amantes de su señor son nada menos que:

In Italia seicento e quaranta;

in Almagna duecento e trentuna;

cento in Francia, in Turchia novantuna;

ma in Ispagna son già mille e tre!

[En Italia seiscientas cuarenta; en Alemania doscientas treinta y una; cien en Francia, en Turquía noventa y una; mas en España van ya ¡mil tres!]

Obsesionado por la fama y por exhibirse ante los demás, este infame don Juan no respeta normas sociales ni morales ni religiosas, y hasta desprecia los avisos divinos burlándose de la justicia de Dios. Cuando su criado le advierte: Los que fingís y engañáis / las mujeres de esa suerte, / lo pagaréis en la muerte, el insolente don Juan contesta: ¡Qué largo me lo fiais! La vida para él no es más que juego y entrega al placer más inmediato. Es una burla continua que culmina con el irreverente convite al difunto don Gonzalo y que provoca —en la mayoría de las versiones— la condenación final del transgresor.

El mito de don Juan

Cuando Zorrilla estrenó su Don Juan Tenorio en 1844, el personaje tenía más de dos siglos de antigüedad literaria, ya que El burlador de Sevilla y convidado de piedra se había publicado en 1630. Fue Tirso de Molina el que configuró y dio forma definitiva al mito de don Juan, pero la historia del burlador es anterior, pues pertenece a una larga tradición popular de jóvenes seductores y de muertos convidados a cenar, que ha llegado hasta nosotros a través de narraciones orales y escritas. Son cuentos y romances difundidos por toda Europa que hablan de apariciones de difuntos, de calaveras invitadas a comer y de personajes que presencian su propio entierro.

Así ocurre, por ejemplo, en la Historia del conde Leoncio, representada en Baviera en 1615. Leoncio era un joven libertino y ateo. Un día pasó por un cementerio y se tropezó con una calavera a la que en tono de burla le dijo: «Si después de la muerte aún me entiendes, vente a mi cena con los demás convidados». Un esqueleto se presentó a la hora convenida, se sentó a la mesa y mató al conde lanzando su cuerpo contra un muro, con tanta fuerza que el cerebro se desparramó en la pared.

Conocida era también la historia de un capitán napolitano que estaba prometido y a punto de casarse, cuando enfermó y murió. Tiempo después, su novia se prometió con otro joven y, antes de casarse, acudió con su futuro marido a visitar el sepulcro del novio difunto. El futuro marido se burló del difunto y le retó a que se presentara en la boda. El muerto acudió, se desabrochó el traje para mostrar su esqueleto y, dándoles su mano a los novios, los fulminó.

A finales del siglo XIX, Menéndez Pidal recogió un romance en la provincia de León que relata que un joven iba a misa solo por ver a las guapas damas. Camino de la iglesia se encontró una calavera, a la que dio un puntapié y la invitó a su casa a cenar. La calavera se presentó y, a su vez, convidó al joven a cenar con ella y a pasar la noche en su sepultura. El joven acudió. A diferencia de otras historias, se salva porque mantiene su fe en Dios. La calavera lo perdona con estas palabras:

Si no fuera porque hay Dios, / y al nombre de Dios apelas,

y por ese relicario / que sobre tu pecho cuelga,

aquí habías de entrar vivo, / quisieras o no quisieras.

Como se puede observar, en estas y en otras historias aparecen los temas clave del mito de don Juan: la seducción, la burla, la ofensa al difunto y el castigo final. Tirso de Molina recogió estos elementos tradicionales, llamó don Juan Tenorio al personaje y creó la figura del Comendador como vengador de su hija. El esquema argumental se fue repitiendo, con pequeñas variaciones, en las obras donjuanescas de los siglos XVII, XVIII y XIX. Zorrilla ideó la figura de doña Inés para enamorar y salvar a don Juan de las llamas del infierno, y así se convirtió en el personaje más célebre del teatro español.

Nació don Juan en la tradición legendaria, alcanzó fama en el teatro y en la ópera, y llegó a todos los públicos con el cine, la televisión, la publicidad y otras manifestaciones plásticas que han ido adaptando la imagen del seductor al canon de belleza de cada época. Simpático para algunos, antipático para muchos más, este eterno mujeriego no deja indiferente a nadie.

Esta edición

La presente adaptación de Don Juan Tenorio mantiene la fidelidad al sentido de la obra de José Zorrilla y a sus principales rasgos literarios: estructura en dos partes con cuatro y tres actos, respectivamente; versos sonoros y pegadizos, agrupados en redondillas, quintillas, octavillas, décimas y romances, preferentemente; presencia de algunos arcaísmos que contribuyen a la ambientación histórica del drama; exclamaciones y juramentos que plasman la vehemencia lingüística de algunos personajes. Para ajustarse a las características de esta colección, se ha reducido el texto mediante la supresión de algunos diálogos de carácter secundario, y se establece una línea de asteriscos para indicar los cambios de escena.

Don Juan Tenorio

DRAMA RELIGIOSO-FANTÁSTICO EN DOS PARTES

Al señor don Francisco Luis de Vallejo1en prenda de buena memoria,su mejor amigo,

JOSÉ ZORRILLA

Madrid, marzo de 1844.

1 F. L. Vallejo fue alcalde de Lerma (Burgos) y protector de la familia Zorrilla.

PERSONAJES

DON JUAN TENORIO

DON LUIS MEJÍA

DONGONZALO DE ULLOA(Comendador de Calatrava1)

DON DIEGO TENORIO

DOÑA INÉS DE ULLOA

DOÑA ANA DE PANTOJA

CRISTÓFANO BUTTARELLI

MARCOS CIUTTI

BRÍGIDA

EL CAPITÁN CENTELLAS

DON RAFAEL DE AVELLANEDA

LUCÍA

LA ABADESA DE LAS CALATRAVAS DE SEVILLA

LA TORNERA DE ÍDEM

GASTÓN

UN ESCULTOR

DOS ALGUACILES

LA ESTATUA DE DON GONZALO (él mismo)

LA SOMBRA DE DOÑA INÉS (ella misma)

CABALLEROS SEVILLANOS, ENCUBIERTOS, CURIOSOS,ESQUELETOS, ESTATUAS, ÁNGELES, SOMBRAS, JUSTICIA Y PUEBLO.

La acción en Sevilla por los años de 1545, últimos del emperador Carlos V.

Los cuatro primeros actos pasan en una sola noche.

Los tres restantes, cinco años después, y en otra noche.

1Comendador de Calatrava: comendador es título nobiliario superior al de caballero e inferior al de maestre. Calatrava, Santiago, Alcántara y Montesa eran órdenes militares.

Acto primero

Libertinaje y escándalo1

Hostería de Cristófano Buttarelli. Puerta en el fondo que da a la calle: mesas, jarros y demás utensilios propios de semejante lugar.

DON JUAN, con antifaz, sentado a una mesa escribiendo. BUTTARELLI y CIUTTI, a un lado esperando. Al levantarse el telón, se ven pasar por la puerta del fondo máscaras, estudiantes y gente con velones, músicas, etc.

DON JUAN:

¡Cómo gritan los malditos!

Pero ¡mal rayo me parta

si al acabar esta carta

no pagan caros sus gritos!

(Sigue escribiendo.)

BUTTARELLI: (A CIUTTI.)

Buen carnaval.

CIUTTI: (ABUTTARELLI.)

 Buen momento

Para conseguir dineros.

BUTTARELLI:

¡Qué va! No entran caballeros

en este pobre aposento,

que esta es casa mal mirada

por la gente acomodada.

CIUTTI:

Pero hoy…

BUTTARELLI:

 Hoy no entra en la cuenta,

Ciutti: se ha hecho buen trabajo.

CIUTTI:

¡Chist! Habla un poco más bajo,

que mi señor se impacienta

pronto.

BUTTARELLI:

 ¿A su servicio estás?

CIUTTI:

Ya hace un año.

BUTTARELLI:

 ¿Y tú qué tal?

CIUTTI:

No hay mozo que viva igual;

tengo cuanto quiero, y más.

Tiempo libre, bolsa llena,

buenas mozas y buen vino.

BUTTARELLI:

¡Cómo envidio tu destino!

CIUTTI: (Señalando a DON JUAN.)

Y todo ello a costa ajena.

BUTTARELLI:

¿Y a quién mil diablos escribe

tan cuidadoso y prolijo2?

CIUTTI:

A su padre.

BUTTARELLI:

 ¡Vaya un hijo!

CIUTTI:

Para el tiempo en que se vive,

es un hombre extraordinario.

Mas ¡silencio!

DON JUAN: (Cerrando la carta.)

 Firmo y pliego.

¿Ciutti?

CIUTTI:

 Señor.

DON JUAN:

 Este pliego

irá dentro del horario3

que al ama de doña Inés

ahora mismo has de llevar.

CIUTTI:

¿Qué respuesta he de esperar?

DON JUAN:

De ese diablo de dueña4,

que mis intenciones sabe,

recogerás una llave,

una hora y una seña;

y más ligero que el viento

aquí te quiero otra vez.

CIUTTI:

¡Señor, volveré al momento! (Se va.)

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

DON JUAN:

¡Buttarelli! ¿Don Luis Mejía

ha venido hoy?

BUTTARELLI:

 Excelencia,

no está en Sevilla.

DON JUAN:

 ¿Su ausencia

dura en verdad todavía?

BUTTARELLI:

Eso creo.

DON JUAN:

 ¿Y noticia alguna

no tienes de él?

BUTTARELLI:

 Ninguna.

Aunque es el caso, señor,

(sí, es verdad, no me engaño:

esta noche cumple el año)

que el caballero Mejía

un día apostó lo peor

que ocurrírsele podía.

DON JUAN:

Que apostaron me es notorio5

quién en el plazo de un año

lograría hacer más daño:

Luis Mejía o Juan Tenorio.

BUTTARELLI:

¿La historia sabéis?

DON JUAN:

 Entera;

por eso te he preguntado

por Mejía.

BUTTARELLI:

 ¡Oh! Yo quisiera

que la apuesta se cumpliera,

que pagan bien y al contado.

DON JUAN:

¿Y no tienes confianza

en que don Luis a esta cita

acuda?

BUTTARELLI:

 ¡Bah, ni esperanza!:

el fin del plazo se avanza,

y seguro que maldita

la memoria que ninguno

guarda de ello.

DON JUAN:

 Basta ya.

Toma. (Dándole una moneda.)

BUTTARELLI:

 ¡Excelencia!

(Saluda profundamente.)

 ¿Y de alguno

de ellos sabéis vos?

DON JUAN:

 Quizá.

BUTTARELLI:

¿Vendrán, pues?

DON JUAN:

 Al menos uno;

mas por si acaso sus huellas

dirigen aquí los dos,

tus dos mejores botellas

prepárales.

BUTTARELLI:

 Pero…

DON JUAN:

 ¡Adiós!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

BUTTARELLI:

¡Virgen Santa!

(Aparece DON GONZALO, que viene embozado6.)

DON GONZALO:

 Aquí es.

¿Patrón?

BUTTARELLI:

 ¿Qué se ofrece?

DON GONZALO:

 Quiero

hablar con el hostelero.

BUTTARELLI:

Con él habláis; decid, pues.

(DON GONZALO da una moneda a BUTTARELLI.)

¡Oh, excelencia!

DON GONZALO:

 ¿Conocéis

a don Juan Tenorio?

BUTTARELLI:

 Sí.

DON GONZALO:

¿Y es cierto que hoy tiene aquí

una cita?

BUTTARELLI:

 ¡Sí! ¿Seréis

vos don Luis?

DON GONZALO:

 ¡No! Mas quisiera

presenciar ocultamente

la cita sin que la gente

de aquí me reconociera.

BUTTARELLI:

Eso es muy fácil, señor;

que en días de carnaval

la gente lleva antifaz,

y queda a salvo el honor,

incluso en este aposento,

del hombre más principal.

DON GONZALO: