Donde flotan las estrellas - Pablo Esteban Schulz - E-Book

Donde flotan las estrellas E-Book

Pablo Esteban Schulz

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Beschreibung

La historia de Murciélago, un hermoso personaje, que desde chico no tuvo una vida fácil, ya que nació en una familia humilde. Su madre trabajaba de sol a sol para poder sobrevivir y su padre, que siempre cargó con una pena, los abandonó. Pero este tierno personaje nunca se dejó llevar por las adversidades, al contrario, siempre prefirió sonreír a la vida, a pesar de sus carencias, aferrándose a un sueño, como su único objetivo, sin importar nunca lo que pase a su alrededor o le digan. Y siempre creyendo en algo superior. Va siguiendo las señales y fluyendo con lo que la vida le presenta. Sin reprochar nada, y a su paso, va conociendo gente, a la que contagia con una linda energía que transmite, al tomar la vida de esa manera. Siempre confiando en Dios y los ángeles que lo guían. Ya que, como él mismo dice, todo pasa por algo. Y lo importante de tener un sueño y no abandonarlo nunca es que, si sabemos esperar, siempre se cumplen!!!

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Seitenzahl: 75

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Pablo Esteban Schulz

Donde flotan las estrellas

Murciélago, un atorrante de otro planeta

Schulz, Pablo Esteban Donde flotan las estrellas : murciélago, un atorrante de otro planeta / Pablo Esteban Schulz. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-2953-4

1. Novelas. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

Donde flotan las estrellas

Epílogo

Agradecimientos

A mi hermano Marcos, que es un ángel

Dicen que somos el reflejo de aquel lugar a donde pertenecemos y lo reflejamos donde quiera que vayamos y yo lo he comprobado. Conocí allá en mi barrio un hermoso personaje digno de ser contado. Este pedacito de Buenos Aires, nació un siete de junio en un día nublado, en el barrio de Barracas. Su nombre Alberto Carlos Pereda, creció en una humilde casa vieja que supo ser conventillo; su madre Elba Pereda y su padre Cacho de profesión tachero, se perdió entre el humo y el alcohol de los bares porteños, lo abandonó cuando Murciélago ya entraba en su adolescencia, jajaja, perdón me olvidaba por qué le dicen Murciélago, será por su corta estatura, su delgadez y sus orejas grandes que ya en el colegio así lo apodaron. Creció en calles de empedrado, usando ropa de sus vecinos ya que siempre faltaba el mango. Aprendió a vivir con nada, será por eso que es tan feliz. Sin miedos se arriesga a todo, ríe a carcajadas y contagia a quienes lo acompañan. Usa camisa, pantalones por debajo de las rodillas, y al día de hoy usa mocasines uno o dos números más grandes, porque dice que tiene pie plano, le fascina el sonido que emiten los mocasines al caminar. Escucha rock and roll, baila como un Stone y añora alguna amigovia que nunca volvió, con boleros de antaño y en las noches casi amanecidas se lo escucha tararear algún tango, porque es loco del bandoneón dice que cada vez que suena un fuelle transmite un dialecto que solo entiende el corazón. Siendo su tango preferido, “Bandoneón arrabalero” cantado por el mudo Carlos Gardel. Ya terminada la escuela empezó a trabajar de peón en un viejo galpón de Avellaneda, ganándose la moneda para sentarse en la vereda con un cigarrillo y una cerveza a esperar la barra amiga que de a uno van cayendo. Luego de unos cuantos minutos como cada día, la barra estaba completa y entre besos, chistes y abrazos, Murciélago notó una cara nueva, cuando de repente escuchó: Ah, perdón muchachos les presento a un amigo, Rastrillo, de esos que ya no existen, y Murciélago esbozó: Con esa remera ya sos mi amigo, ya que Rastrillo llevaba puesta una remera de un Chevrolet 400 Super Sport modelo 73.

Si bien Murciélago nunca aprendió a manejar, aprovechaba cada auto que veía estacionado con las llaves puestas, para darle marcha y moverlo aunque fuere unos metros y sintiendo debilidad por todos esos fierros antiguos, con los que se crio en su viejo barrio. Rastrillo contento contestó: ¿Te gusta? ¡¡Sos de los míos!! Tengo uno, no como el de la remera, pero te aseguro que el motor vuela. Uuuh, ya lo quiero ver, dijo Murciélago. Qué tenés que hacer el domingo, contestó Rastrillo. Nada, dijo Murciélago. Entonces te invito a casa a comer un asado y lo probamos, ¿qué te parece?

Las horas parecían haberse detenido esa semana en la que iba a conocer el barrio, la casa y el chivo de su nuevo amigo Alfonso Javier Román pero le dicen Rastrillo, vive en zona Oeste, precisamente en Lomas del Mirador, con su madre Susana, su abuela Carmen, ya mayor que gran parte se la pasa acostada, y su padre Raúl pero le dicen “el Roto”, una familia clase media muy unida, Rastrillo y su padre cada vez que pueden inventan un asado para tomar unos buenos vinos o cervezas y esa largas charlas de sobremesa con amigos, hablando de fútbol, autos y pesca.

Sin más, llegando el domingo y con el fuego prendido tipo once treinta de la mañana ya casi el medio día. Rastrillo caminó hacia la puerta, cruzando el patio porque oyó gritos en la vereda como de algún enamorado parafraseando un poema y al abrir la puerta de chapa, vio a su vecina solterona de unas seis décadas, pero muy bien llevadas toda sonriente y colorada y en su misma vereda de espalda con mocasines y gafas y un vino tinto en caja a su reciente nuevo amigo, recitando un piropo tras otro a su vecina solitaria. Lo sorprendió Rastrillo con una carcajada diciendo ¿qué hacés?, dale pasa Don Juan, que se me quema la entraña. A lo que Murciélago acotó, che, ¡¡está linda la veterana!! Y juntos pasaron al patio entre risas y charla, lo invitó Rastrillo a sentarse, en una mesa gastada, esas de cemento con pedazos de azulejos rotos, jaja hablando de roto, el padre del dueño de casa lo sorprendió junto a la mesa, con una rica picada, ¡vos debés ser Alberto!, preguntó al tiempo que lo abrazaba, ¡¡bienvenido a nuestra casa!! A la vez que también se sumaba Susana, ¡¡cómo te va querido!! Comé sin ninguna vergüenza. Ahora les traigo el aperitivo y Murciélago contento devolvía las palabras. Gracias por tanto afecto, dijo me siento como en mi casa. Ah, me olvidaba, replicó Rastrillo, ¡¡La nona!! Vení que te la presento, y allá salieron contentos a la pieza de la anciana. Abuela un amigo, dijo Rastrillo a la vez que lo acercaba. Mucho gusto señora, dijo Murciélago con la mano estrechada. Hola querido, dijo la abuela, vení acercate a la cama, estampándole un beso con ruido al tiempo que pronunciaba, qué chiquito que sos y qué hermosa mirada. Agradeciendo los halagos, miró a la derecha donde estaba la otra cama y dijo acá me voy a dormir yo, si entre tragos e historias la noche nos agarra. Y Rastrillo contestó, ya te dije hermano es tu casa, a la vez que reclamaba, vamos todos a la mesa que a la carne mucho no le falta; y ya todos reunidos saboreando la picada.

Fluían con cierta magia que en el aire se encontraba porque eso es lo que Murciélago generaba a donde quiera que vaya, de chico miraba muchos dibujos animados y películas de astronautas y él repetía mientras jugaba que todos veníamos de las galaxias, una especie de mundo paralelo donde los sueños no faltan donde volaba entre tantas estrellas y al tocarlas explotaban llenando de luz y color el cielo donde flotaba, por eso será que siempre repite una frase… nunca dejes de soñar, y a veces cae pesado porque a pesar de su edad él solo quiere jugar, y lo hace en vez de trabajar, y créanme lo logra, a toda persona que se le cruza le deja un poquito de esa magia que lleva consigo. Volviendo al tema, comieron y ya con la panza llena y el corazón contento, todavía de sobremesa le recordó a Rastrillo: amigo no te olvides de tu promesa. Rastrillo lo miró desentendido y recordó el propósito de esa linda reunión: ¡¡No!! Dijo con voz fuerte y clara, ¡¡cómo me voy a olvidar, vení vamos!! Pará que agarro las llaves y vamos a pasear en el chivo. Murciélago de un gran salto y frotándose las manos se aproximó a la puerta, ya listos caminaron unos pasos y allí asomaba un gastado Chevrolet 400. Qué máquina, gritó Murciélago. Subite, retrucó Rastrillo y por allá salieron a fondo. Murciélago con sus piernas colgando y levantando la cabeza para ver el camino grito un ¡¡Graciasss!! Al universo por haberse conocido. Rastrillo lo miró sonriendo y esbozó, vamos a recorrer el barrio que te presento unos amigos, y sin decir palabra Murciélago se entregó al destino, luego de varias cuadras detuvo su marcha justo a la vuelta de su casa, en una casa alegre con ladrillitos y una reja negra, bájate, le dijo, te voy a presentar a mi novia y unos amigos, sus hermanos.