El jardín de las rosas - Pablo Esteban Schulz - E-Book

El jardín de las rosas E-Book

Pablo Esteban Schulz

0,0
2,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Amadeo, un muchacho que nació en el seno de una familia acomodada, se crio entre lujos y niñeras, y un padre al que poco veía, ya que estaba abocado a los negocios. Siguiendo él sus mismos pasos, se dedica a generar muy buenos ingresos, y en sus tiempos libres, viaja con amigos por el mundo, y organiza con los mismos, fiestas muy costosas. Tiene debilidad por todas las flores sobre todo por las rosas. Lo cual tiene un gran jardín de ellas, en su casa pegadas a la ventana de su pieza, para sentir su aroma por las noches. Y dice que en su país no existen rosas como las suyas. Hasta que en un bar comiendo con una amiga, se cruza con Pablo un humilde vendedor de rosas, quien le vende una para agasajar a la dama, pero al olerla queda extasiado ya que nunca había sentido una fragancia tan perfecta. Entonces comienza una alocada búsqueda, para descubrir aquel perfume sin siquiera imaginar, ¡que encontrará mucho más que eso!

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 59

Veröffentlichungsjahr: 2023

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



PABLO ESTEBAN SCHULZ

El jardín de las rosas

Schulz, Pablo Esteban El jardín de las rosas / Pablo Esteban Schulz. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-3456-9

1. Novelas. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Ilustraciones: Viviana Vivono, artista plástica

Tabla de Contenidos

El jardín de las rosas

Epílogo

Agradecimientos

A mis hermanos Wanda y Mauro y sobrino Luca, que los amo!!

Amadeo era un muchacho adinerado de unos 40 años, apuesto, siempre con las mejores ropas, zapatos bien lustrados y perfumes importados de los mejores que el mismo en persona viajaba para comprarlos. Había nacido en el seno de una familia muy acomodada, casas en distintas partes del mundo, yates autos de alta gama, campos y hasta un avión privado. Y claro no faltaban los amigos que el dinero le fue dando. Pero lo más valioso que tenía era un jardín de rosas, en una de sus casas de campo en la ventana de su habitación tenía unos cien metros cuadrados de rosas de todas las especies. Contaba con cuatro jardineros a tiempo completo para cuidarlas tanto las amaba, que no le preocupaba si un familiar se enfermaba, ¡pero si se moría, si alguna de sus rosas marchitaba!

Al acostarse no le importaba cuánto frío podía hacer afuera él abría de par en par la ventana de su cuarto y se dormía sintiendo aquella hermosa y suave fragancia que sus flores le regalaban, es más tenía una colección de perfumes que él mismo mandaba a hacer con la fragancia pura de rosas, porque cuando viajaba por el mundo quería sentir siempre aquella hermosa fragancia.

No era malo pero solo vivía para él y los que lo rodeaban, mayormente casi toda la semana auspiciaba de anfitrión en fiestas de extremo lujo que él mismo organizaba. Y que podían durar días, siempre comía en el mismo restaurant, pero con mujeres diferentes ya que mayormente, se acercaban a él para gozar de su fortuna. Tenía una mesa en el restaurant con su nombre solo para él, y allí estaba con una de sus amigas comiendo y disfrutando del mejor champagne, en un momento dado se acercó un chico de unos 16 años, muy humildemente vestido, pero limpito y con una paz en su cara, que se percibía, llevaba un puñado de rosas en su mano derecha, las mismas que estaba ofreciendo por unas pocas monedas, a lo que Amadeo respondió con ironía.

—No gracias tengo un jardín de esas. A lo que el niño lo miró, sonrió y le dijo.

—Sí no lo dudo, pero ninguna aquí y ahora para regalarle a la señora. A lo que Amadeo sonrió, por la respuesta de aquel ¡¡simple chico!! Al momento que respondió.

—¡¡Sabes qué!! Dame una, valoro tu respuesta, estuviste rápido en tu contestación jajaja.

Entonces le pagó, y al agarrar la rosa para agasajar a su dama. La olio y volvió a hacerlo una y otra vez, pues le había llamado el aroma de aquella hermosa flor, ya que él estaba acostumbrado a olerlas porque vivía rodeado de ellas, pero esa rosa en particular tenía un aroma, que nunca antes había sentido. Y pasó el tiempo y comieron y brindaron reiteradas veces, con su amiga, y no podía sacarse de la cabeza el aroma de aquella rosa, que le había vendido aquel humilde muchacho. Preguntándose así mismo, cómo puede ser si yo tengo miles de esas flores y nunca había olido un perfume tan fresco y dulzón como la que me vendió ¡este muchachito! No se aguantó más, y cortó temprano su velada, explicándole a su amada que debía acostarse temprano.

Por reuniones de trabajo a la siguiente mañana la acompañó hasta su casa. Y volvió de nuevo al restaurant. Y como un detective comenzó a preguntar a los mozos del lugar por aquel joven vendedor. A lo que el empleado contestó: –¡No lo conozco señor! Solo viene algunas noches a vender flores en las mesas y luego se marcha. –¡Ah! Contestó Amadeo, ¡entiendo! ¡Y solo flores vende! A lo que el camarero contestó: –Sí siempre flores y también algunas veces estampitas de la Virgen María. –¡Estampitas de la Virgen María! Bueno muchas gracias, contestó Amadeo y se retiró, a recorrer la ciudad, al encuentro del pequeño, y mientras manejaba iba pensando, que le debe poner a las rosas algún perfume, para que tengan más aroma.

No me extrañaría –pensó– ¡claro eso es lo que debe hacer! ¡Ponerles alguna fragancia! ¡Para que la gente le compre!

Pero era tan grande la duda que se propuso buscarlo hasta dar con él y preguntarle cuál era su método. No entendía cómo una simple rosa roja, igual a las de él, oliera diferente, más que él las abonaba con lo mejor, y tenía los mejores jardineros a cargo. Sea como fuere ¡ya desenmascararía a aquel pequeño estafador! Sin darse cuenta la hora había pasado y se habían hecho como las tres de la madrugada, a lo que decidió abandonar la búsqueda. Ya tendría tiempo para encontrarlo. Y se dirigió a descansar.

Al llegar a su hogar, abrió la ventana de su cuarto y seguía asombrado, pues el aroma que entraba de su inmenso jardín repleto de sus flores, si bien era bello no se comparaba con la rosa que le había regalado a su amiga en aquel bar. Sin más qué hacer, muy temprano en la mañana se levantó y luego de desayunar y realizar un poco de ejercicio como era su costumbre, salió nuevamente, a recorrer la ciudad en busca de aquel vendedor ambulante, ya que como tenía mucho dinero le sobraba el tiempo, que siempre gastaba con amigos en viajes y salidas. Pero esta vez fue distinto, estaba gastando su día en una caprichosa búsqueda. Recorrió la ciudad de una punta a la otra, sin obtener resultados. Pero lejos de darse por vencido, en ese mismo momento llamó a un amigo suyo para invitarlo esa misma noche al restaurante donde vio a aquel muchacho, pues seguro allí lo encontraría nuevamente y se sacaría la duda de qué es lo que le pone a las flores. Llegada la noche pasó a buscar a su amigo y se dirigieron al lugar, al entrar como siempre lo recibieron los mozos, con una copa de champagne, acomodándolos en su meza habitual, se sentaron y mirando a sus alrededores llamó al mozo, preguntándole si no había visto al chico que vende flores por las mesas a lo que el empleado del lugar le respondió, que no lo había visto por allí. Pero que algunas veces, aparecía un poco más tarde. A lo que Amadeo se quedó tranquilo, y siguió conversando con su amigo, sin dejar de observar constantemente el salón.