El camino de tu vida - Elmi José Odor H. - E-Book

El camino de tu vida E-Book

Elmi José Odor H.

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Beschreibung

Toda vida tiene su singular historia, pero hay historias de vida que son capaces de cambiar la percepción de la tuya propia. Una vida extraordinaria que te sumerge en tu yo más profundo, y te permite descubrir tus patrones, tus creencias, tus valores, tus miedos y todo aquello que ha frenado tu progreso y tu éxito. La metodología de crecimiento personal basada en una biografía te permitirá descubrir cómo crear tu propio método para materializar tus metas y objetivos desde tu auténtico ser.

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© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.

www.Letrame.com

[email protected]

© Elmi José Odor H. y M. Carmen Lillo Cruz

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

Diseño de cubierta: Luis Miguel Ribeiro Figueira

Supervisión de corrección: Celia Jiménez

ISBN: 978-84-1068-414-0

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

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A todos aquellos que necesiten un porqué o un ¿por qué no?

A todos aquellos que estén perdidos o se den por vencidos.

Para ti, porque el hoy no debe ser igual

que el mañana si no quieres.

Sobre los autores

Mari Carmen Lillo Cruz y Elmi José Odor Hurtado, amigos leales, creativos, inventores y trabajadores incansables, siempre en busca de algo diferente que les emocione en su vida y que potencie su camino.

Mari Carmen nació en diciembre del año 1971. Una mujer luchadora y guerrera a la que jamás le dio miedo ningún trabajo o emprendimiento. Polifacética en su trabajo; te la puedes encontrar descargando un camión, ordenando un almacén o como directora comercial y de expansión (puesto que ocupa actualmente). Independientemente de lo que haga, siempre sabe cuál es su lugar. Destaca por ser una mujer humilde, divertida, atrevida, sensible y soñadora, a la que le encanta demostrar sus sentimientos a familia y amigos, con unos padres increíbles (Sergio y Mari Carmen), que le inculcaron grandes valores, y una pareja e hijo que la apoyan y acompañan. Es fiel a sus principios, a las personas que la quieren. Mujer dadora que disfruta regalando detalles o momentos y viendo la emoción de las personas. Siempre ha plasmado en papel con sentimiento y gran sutileza las historias de vidas propias y ajenas, generando en el lector inspiración y emociones.

Conoció a Elmi José Odor Hurtado en el año 2006 y, poco a poco, comprendieron que eran almas gemelas, hermanos de vida. De él no puedo desvelar mucho, ya que estás a punto de leer su biografía en las próximas páginas. Pero sí me gustaría recalcar que, pese a las dificultades de la vida, siempre ha mantenido su humildad intacta, independientemente de su posición. Es un hombre leal, emprendedor, soñador, inspirador, centro de atención en reuniones, fiestas o celebraciones gracias a la luz y a la energía tan bonita que desprende.

Dos seres que Dios, el universo y los Santos decidieron unir en esta vida para que aportasen su granito de arena para cambiar un poquito este mundo loco. Pensando en ese pequeño grano de arena, deciden escribir este libro en coautoría. ¿Por qué toman esta decisión?, Por el hecho de que Elmi tiene una historia de vida inusual y digna de ser contada, aparte de la sabiduría suficiente en cuanto a coaching y mentoring que adquirió en su Máster en Desarrollo Directivo, Inteligencia Emocional y Coaching. Es una persona con una gran carrera profesional. Terminó sus estudios en Venezuela como licenciado en Contaduría Pública y en España se licenció en Administración y Dirección de Empresas. Hizo su especialización en Tributación y decenas de formaciones que lo ayudaron e impulsaron a llegar a donde está actualmente. A pesar de que no quiero hacer spoiler, su vida no fue nada fácil, aunque a día de hoy cuente con negocios en plena expansión dentro y fuera de España.

Mari Carmen, por su parte, plasma y expresa sentimientos. Ella tiene un máster en la vida, haciendo el equipo idóneo para vivir esta experiencia y transmitir a todo aquel que lea el libro la emoción y el impulso necesario para avanzar en su vida, conseguir sus objetivos y alcanzar sus metas.

¿Estás preparado para descubrir su resiliencia a través de su historia de vida? Adelante, cada capítulo te permitirá conocer y comprender los patrones y creencias que te están frenando inconscientemente y no te dejan crecer personal y profesionalmente.

Agradecimientos:

Quiero agradecer en primer lugar a Dios, a mis guías, a mis Santos y al universo, por hacer que estas personas estuvieran en el camino de mi vida.

A mi familia, que siempre ha creído en mí incondicionalmente y me ha apoyado en todas mis decisiones.

A Yeison, un compañero de vida en el que puedo confiar, tanto personalmente como en nuestro trabajo codo a codo.

A Mari Carmen, mi hermana de vida, a quien he nombrado varias veces en el libro y hoy sigue a mi lado y en mi equipo.

A Alicia, mi otra hermana de vida desde la juventud, parte de los 5 locos.

A Carla, Julio César (Junior), Arturo y Antonino, personas inspiradoras en mi desarrollo emocional y espiritual, que siempre están ahí con su apoyo incondicional y sus consejos.

A Miguel Ángel, un gran amigo que sostuvo mi vida en momentos críticos, acompañándome y alegrándome los días.

A mi pareja actual, por su compañía, el gran cariño y amor que me demuestra y su apoyo incondicional.

Podría seguir nombrando a muchísimas más personas, todas las que han formado parte de mi vida, pero quiero hacer hincapié en los que me han marcado o han supuesto un cambio para mí. No desmerezco al resto en ningún momento, todos y cada uno de los que están en mi camino son importantes, pero tendría que escribir otro libro entero para nombrar a todos, por lo que desde aquí doy las gracias al equipo, a todos mis amigos, a todos mis conocidos y a la VIDA.

Prólogo

Si algo ha hecho cambiar mi vida sin duda fue lo que ocurrió hace 18 años aproximadamente; aunque no fue algo, sino más bien alguien, por lo que siempre daré gracias al cielo, a los santos, al universo o a quien quiera que haya hecho posible que en mi caminar apareciera quien ha sido mi estrella, mi guía, mi luz y mi apoyo incondicional. Un referente para todos los que lo conocen, un ser de luz que ilumina caminos y vidas.

Elmi y su leyenda llena de pasión, fortaleza y coraje ha logrado cambiar no solo su propio destino, convirtiendo lo que podría haber sido una historia común en una vivencia extraordinaria, sino que también ha iluminado con su luz los pasos de familiares, amigos y conocidos, transformando problemas en oportunidades, penas en alegrías, pesadumbre en esperanza y pobreza en estabilidad.

Sin duda, un ser de luz que ilumina vidas e historias.

Mucho se habla del coaching y el mentoring, cuando todos sabemos que una experiencia enseña más que cualquier libro de texto. ¿De qué te sirve leer y repetir los mismos principios para autoconvencerte de que eres el mejor si en realidad no lo sientes?, ¿qué pasaría si tu inspiración llega de forma natural a través de la biografía de una vida, del sentirse identificado con ciertas cosas que sean capaces de despertar en ti lo que tanto ansías para conseguir tus objetivos?

CAPÍTULO I Y llegó el payaso Papelillo

Descubriendo desde el inconsciente

Mis padres, Miguel y Elsa, esperaban ansiosos mi llegada. Yo fui el cuarto hijo de una familia obrera de Venezuela. Llegué a este mundo un 9 de agosto de 1980.

Mis papás pensaron en un nombre único para mí, fruto del amor, y pensaron en fusionar sus nombres y bautizarme como Elmi (El de Elsa y Mi de Miguel). Creo que ellos ya pensaban que iba a ser diferente, de ahí que me pusieran ese nombre tan difícil de encontrar en este mundo.

Mi papá, Miguel, era electricista. Una persona trabajadora, un buen padre de familia, leal a los suyos y bastante tímido y callado. Pocas veces estaba en casa, ya que era el responsable de traer el sustento familiar.

Mi mamá, Elsa, una ama de casa. Con cuatro hijos, poco más podía hacer que cuidarnos y mantener el orden familiar y enseñarnos a hacer cada una de las cosas. Era una mujer bastante dura, realmente no sé si por el hecho de que tenía que criarnos y mi papá casi nunca estaba o que simplemente era así… En fin, ella llevaba la batuta en la casa, nos daba órdenes, nos regañaba1 si era necesario, nos enseñaba y nos corregía los errores en la vida.

Hasta donde llegan mis recuerdos, siempre sentí que estaba en mi lugar, que aquel país, aquella casa y aquella bella familia eran sin duda mi sitio, al que pertenecía, por lo que, por supuesto, aprendí a amar mis raíces y a mi familia y siempre sentí un verdadero orgullo por todos ellos.

Mi hermana mayor se llama Deymar. Gran persona, bella de corazón, soñadora y algo conformista. Sí que demostró siempre ser muy familiar y amarnos a cada uno de nosotros; obviamente, con las cosas que hay entre hermanos, pero siempre está ahí. Estaba muy pegada a mi mamá, siempre andaban juntas y esto le creó cierta dependencia. Estudió varias cosas sin éxito, pero finalmente se sacó los estudios de educación infantil prácticamente como descarte.

El siguiente del clan era Miguel, al que llamábamos Catire por sus ojos azules y su blanca piel. Una persona entrañable con una eterna sonrisa. Dejó pronto sus estudios, pero sus ganas de ser independiente le hicieron encontrar trabajo como operador mecánico de una gran multinacional.

Después está Gabriel, el más revoltoso de todos, siempre intentando hacer reír a los demás con sus locuras y ocurrencias, con un corazón increíble, noble y generoso. Él tampoco quiso sacarse estudios universitarios, por lo que estudió una Formación Profesional de Electricidad y ese fue su trabajo desde que tengo memoria.

Miguel y Gabriel eran los granujillas2 de la casa; si alguien hacía una travesura, eran ellos; si alguien llegaba bebido, allí estaban ellos. Eran compinches3 de aventuras y desventuras, siempre haciendo de las suyas y poniendo un poquito de sal y pimienta en la vida diaria. Complicaban un poco la paz familiar, aunque, a decir verdad, a mí me parecían situaciones muy divertidas.

Recuerdo un día en el que Gabriel y Miguel no volvieron por la noche y mi madre, cuando llegó de hacer los recados por la mañana, vio el coche aparcado y destruido, literalmente. Entró en la casa super nerviosa y totalmente desencajada; me imagino que pensaría lo peor. Cuando llegó al dormitorio, vio a Gabriel durmiendo tan pancho4. Le preguntó una y mil veces qué había ocurrido, pero, obviamente, no tenía excusa ni nada que decir o alegar en su defensa, así que recibió una tremenda paliza. Miguel era el acompañante, así que, sin comerlo ni beberlo, también recibió su parte. Aún a día de hoy me muero de la risa pensando en esa imagen de un hombre de 20 años hecho y derecho recibiendo golpes de su mamá como si tuviera 5 años, y Catire… sufriendo los daños colaterales.

Esto me causó en aquel momento un gran impacto y, por supuesto, indirectamente aprendí la importancia de la responsabilidad y de hacer las cosas bien. Entendí que las lecciones aprendidas por tus propios errores son un símbolo de crecimiento, pero las lecciones aprendidas de los errores ajenos lo son de inteligencia. Tenía que tener los ojos bien abiertos y aprender de mis propias equivocaciones y de las ajenas.

Desde que tengo uso de razón, recuerdo una crianza feliz y tranquila, aunque, indudablemente, según iba creciendo, me iba dando cuenta de las diferencias que había entre todos los integrantes de mi familia y mi persona; todos ellos, incluidos mis abuelos, tíos y primos. Eran personas obreras, trabajadoras y muy humildes, pero no tenían ni un ápice de ambición, signos de competitividad ni un negocio que emprendiera alguno de ellos. No tenían nada espectacular que despertara en mí algo especial; todas eran vidas ejemplares por su bondad y humildad, pero también todo era muy común.

En casa teníamos lo básico que puede tener una familia numerosa, y esto era: techo, comida y cariño. El problema principal es que creo que a mí eso no me bastaba, ya que siempre supe que mi forma de ser era diferente a la de todos ellos. Yo sentía cosas cada vez que veía que no podía tener algún capricho, pero siempre entendía la situación y nunca pedía nada. También es verdad que nunca me tuvieron que negar nada, porque yo sabía de sobra que no había nada que pedir; ya lo había intuido viendo cada una de las situaciones en casa, sabía que tan solo era viable pedir cosas necesarias.

Pero ¿qué se consideraba necesario? Ropa, comida y estudios. El resto de las cosas, como juguetes, salidas en familia, ir al cine, pasear con amigos o vacaciones ya no eran necesidades, sino caprichos, por lo que, sin mucho preguntar, entendí rápidamente que, si quería algo fuera de lo básico, yo mismo tendría que salir a buscarlo, y si quería salir con los amigos o ir al cine, igualmente tendría que buscar la manera de conseguir el dinero.

He de decir que, aunque nunca me dieron esas cosas innecesarias, jamás me cohibieron ni prohibieron que yo realizara cualquier actividad para intentar ganar algo de dinero. Por supuesto, de la boca de mi mamá siempre salía un: «¡Muy bien! Si quieres hacerlo, adelante, pero no falles en tus estudios, porque entonces… se acabó».

Como he dicho antes, mi papá no estaba mucho en casa, pero también apoyaba cada uno de mis proyectos. Al respecto, debo contaros que he sido muy reservado siempre en cuanto a mis cosas y mis ideas y nunca he contado lo que tenía pensado hasta que era inminente o hasta que ya estaba funcionando, por lo tanto, ahora que lo pienso, obviamente me apoyaban…. Si ya estaba metido en el meollo5 hasta el cuello, no les quedaban muchas más opciones.

Así pasó mi feliz infancia, con mi familia, mis ideas y mis estudios. A día de hoy, no recuerdo nada que me hiciera ser diferente a todos ellos, tan solo mis propios pensamientos e inconformismo, es decir, mi yo interior y el saber que algo más había, que mi vida no podía ser tan sencilla como las vidas que tenía a mi alrededor; ese pica-pica6 que te da en la barriga y en el cerebro, ideando y pensando mil formas y maneras diferentes de hacer las cosas. Eso siempre lo sentí dentro de mí.

Independientemente de sentirme diferente, mis valores principales siempre fueron los inculcados por mis papás, por lo que aprendí a amar esas personalidades y esas creencias iniciales y, por lo tanto, desde muy pequeño aprendí a quererme a mí mismo. Sentía un gran orgullo por lo aprendido: ser trabajador y constante en los estudios; sin duda, un valor incansablemente inculcado por mi mamá. Ella diría, ya tengo tres hijos sin estudios o, si los tienen, es a la fuerza, así que este, que es mi último hijo, sí o sí tiene que sacarse una carrera universitaria; de tal manera que este pensamiento de formación lo tenía grabado a fuego.

La importancia que tiene la familia, demostrar el amor que merece cada uno de sus integrantes y, por supuesto, no anteponer nada ni a nadie a ellos son ideales que llevo muy arraigados.

En primer lugar, la humildad, la cual creo que heredé de mi madre. Como he dicho antes, mi madre era una persona con carácter fuerte pero humilde, dadora con el prójimo, mujer católica, practicante y, por supuesto, colaboradora e incansable con los necesitados.

Segundo, el compromiso. Siempre que empieces o digas algo, debes cumplir con tu palabra y, por supuesto, terminarlo.

Tercero, la honestidad. Siempre es mejor decir la verdad pese a quien pese y pase lo que pase. El ser honesto abre puertas y así me lo hicieron saber: «Recuerda, papito, el ser honesto crea lazos y da pie a la amistad, a la confianza y al amor».

Y, por supuesto, el respeto. Respetar a cada persona de este maravilloso y loco mundo, empezando por ellos (mis mayores) y terminando por cualquier persona que pudiera encontrarme a lo largo de mi caminar, independientemente de su situación financiera, sus estudios o su puesto de trabajo. «Papito, el respeto hace hombres y mujeres de bien», como siempre decía mi mamá.

Y, con esos valores por bandera inculcados en todos nosotros, cada uno fuimos armando nuestras vidas y creciendo en ellas, a la vez que elegíamos el camino por el que seguiríamos nuestra andadura.

Llegaron mis 12 años de edad. Todo había pasado muy rápido entre estudios y mi pica-pica interior. Recuerdo que, en esa época, un día llegó a mi casa mi tía Irma (hermana de mi mamá). Vino con un catálogo vendiendo productos para pagar a plazos. Hojeándolo, pude ver toda clase de cosas, desde sábanas hasta cacerolas; un catálogo interminable. A mí me llamó mucho la atención y hasta me veía capaz de hacerlo yo mismo, así que empecé a indagar con mi tía.

—Tía, explícame bien qué es eso.

—Es un catálogo, papito. En vez de tener una tienda en la calle, ahora podemos comprar y vender a través de este expositor.

—¿Y te cuesta mucho dinero, tía?

—Lo que cuesta el producto lo saco de la venta de otros productos. Cobro por adelantado y pongo una fecha de entrega posterior.

—Yo quiero hacer eso, ¿será que puedo?

—Claro, tú busca clientes, enséñales el catálogo y vende los productos, yo te ayudo.