El camino monástico - Evagrio Pontico - E-Book

El camino monástico E-Book

Evagrio Póntico

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Beschreibung

El camino monástico reúne tres obras de Evagrio Póntico (s. IV), que nos introducen en su pensamiento y su enseñanza: Las bases de la vida monástica, destinada a quienes se inician en la vida solitaria, y Exhortación a una virgen y A los monjes en cenobios o comunidades,escritos para quienes han abrazado la vida monástica en contextos comunitarios.   Las tres obras delinean la enseñanza de Evagrio sobre el retiro en soledad, la vida ascética, la contemplación y, en definitiva, la vida espiritual. Una guía espiritual que une profundidad teológica y consejos prácticos para la vida monástica, y que puede iluminar también el camino del seguimiento de Cristo en nuestro tiempo.

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Seitenzahl: 468

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Pontico, Evagrio El camino monástico : Las bases de la vida monástica, Exhortación a una virgen, A los monjes en cenobios o comunidades / Evagrio Pontico. - 1a ed. - Munro: Surco Digital, 2024. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-82955-4-1 1. Religión Católica. 2. Monasterios. 3. Comunidades. I. Título. CDD 230

© 2024 SURCO Digital

Munro – Prov. Buenos Aires – Argentina

www.surco.org

Primera edición digital, Noviembre 2024

ISBN: 978-987-82955-4-1

Introducción, traducción y notas: Enrique Contreras, osb (Monasterio Santa María, Los Toldos, Pcia. de Bs. As., Argentina) y Damián Burgardt (Diócesis de Quilmes, Pcia. de Bs. As, Argentina).

© Diseño de tapa: SURCO digital

Hecho el depósito que prevé la ley 11.723

Todos los derechos reservados.

Queda rigurosamente prohibida, sin la previa autorización escrita de los titulares del “Copyright”, la reproducción total o parcial de esta obra, incluido el diseño de tapa e imágenes interiores, por ningún medio o procedimiento de grabación electrónica o impresión física, bajo las sanciones establecidas por la ley.

Índice

PRESENTACIÓN

REFERENCIAS Y SIGLAS

Obras de Evagrio Póntico

Publicaciones periódicas, colecciones y obras citadas de manera abreviada

INTRODUCCIÓN GENERAL

1. Vida de Evagrio (hacia 345-399)

a. Desde su nacimiento hasta su llegada a Constantinopla (HL 38,2)

b. En Constantinopla y Jerusalén (HL 38,3-9)

c. En Nitria y Las Celdas (HL 38,10-13)

2. Sus obras

LAS BASES DE LA VIDA MONÁSTICA

Introducción

1. Sobre la hesiquía

2. Hesiquía en el pensamiento de Evagrio

3. La presente versión

Bibliografía

1. Evagrio Póntico

2. Otras obras citadas de manera abreviada

Las bases de la vida monástica

Dos opciones

Abrazar la hesiquía

Hesiquía y sobriedad en la alimentación

La pobreza

La soledad

La xeniteía o estado de extranjero

Utilidad de las amistades espirituales

Ayuno, permanencia en la celda y trabajo manual

Tener presente en todo momento las realidades de la vida futura

Ayuno y abstinencia

La oración

EXHORTACIÓN A UNA VIRGEN, A LOS MONJES EN CENOBIOS O COMUNIDADES

Introducción

1. “Libros sumamente valiosos”: dos escritos unidos por su historia

2. Entre el desierto y el cenobio: contexto y destinatarios de las obras

3. “Guarde tu corazón mis dichos”: género y propósito de las obras

4. La presente versión

Bibliografía

1. Evagrio Póntico

2. Autores antiguos y patrísticos

3. Estudios (selección)

Texto: Exhortación a una virgen

Texto: A los monjes en cenobios o comunidades

PRESENTACIÓN

Las obras de Evagrio Póntico que ofrecemos en el presente volumen bien pueden considerarse como “de iniciación” al conocimiento de su pensamiento y enseñanzas.

La tarea más pesada la ha efectuado el P. Damián Burgardt, de la diócesis de Quilmes (provincia de Buenos Aires, Argentina). Mi contribución se ha reducido a la traducción, con introducción y notas, de “Las bases de la vida monástica”.

El deseo de ambos es proseguir, en un futuro no muy lejano, publicando al menos una buena parte de la producción literaria del célebre monje del Ponto.

El aporte a la teología y a la espiritualidad cristiana de la Iglesia, por parte de Evagrio, es actualmente objeto de varias ediciones y estudios importantes. Sin embargo, todavía no tenemos en castellano una edición de un “corpus” de sus obras, sino solo de algunos de sus escritos.

Los tres escritos que ahora presentamos ya han sido vertidos a nuestra lengua en años precedentes y en diversas publicaciones. Pero las versiones que componen este volumen son diversas respecto de las anteriores.

Otro tanto hay que decir sobre la introducción general que ahora publicamos.

Enrique Contreras, osb

REFERENCIAS Y SIGLAS

Obras de Evagrio Póntico

Esta lista recoge las ediciones y traducciones de obras de Evagrio citadas en este volumen. Las obras están ordenadas alfabéticamente por su abreviatura o sigla y van seguidas del título completo. Después de las ediciones de referencia, se señalan las traducciones al español disponibles o bien, en su defecto, se consigna al menos una versión alguna lengua relativamente accesible (inglés, francés o italiano).

Para más detalles e información complementaria, además de los trabajos citados en las introducciones, puede consultarse: J. Kalvesmaki (ed.), Guide to Evagrius Ponticus, ed. en línea, 2024 (evagriusponticus.net), con abundante bibliografía actualizada regularmente. Este portal, lo mismo que el sitio mantenido por L. Dysinger (http://www.ldysinger.com/Evagrius/00a_start.htm), contiene transcripciones de las ediciones críticas y algunas traducciones al inglés que pueden ser de utilidad.

Antirr.

Antirrhetikos: Euagrius Ponticus, ed. W. Frankenberg, Berlín 1912, pp. 472-545 (texto siríaco con retroversión al griego). Tratado de las réplicas, trad. J. Heiremans Correa, Madrid 2021.

Bases

Bases de la vida monástica: PG40,1252-1264.

Cartas

Carta sobre la fe: (Ps.-)Basilio, “Epistula 8”, texto y trad. J. Gribomont, en M. Forlin-Patrucco (ed.), Basilio di Cesarea: Le Lettere, Torino 1983, I, pp. 84-112.

Gran Carta(A Melania): Euagrius Ponticus, ed. W. Frankenberg, pp. 610-619, completado por G. Vitestam, Second partie du traité qui passe sous le nom de « La Grande Lettre d’Évagre le Pontique à Mélanie l’Ancienne », Lund 1964. Trad. al inglés: A. M. Casiday, Evagrius Ponticus, New York 2006, pp. 63-77. La numeración es la estandarizada, propuesta por G. Bunge en la edición alemana del epistolario y seguida por A. Casiday.

Para las demás cartas de Evagrio citadas en el texto, se indica en cada caso la fuente.

Eul.

A Eulogio: À Euloge. Les vices opposés aux vertus (SC 591), ed. Ch.-A. Fogielman, Paris 2017. Trad. al inglés: Evagrius of Pontus: The Greek Ascetic Corpus, ed. R. Sinkewicz, New York 2006, pp. 12-59 (texto griego: pp. 310-333). La numeración corresponde a la edición crítica de Ch.-A. Fogielman.

Exh.

Exhortaciones a los monjes: Ad monachos, Ad virginem, Institutio ad monachos (FC 51), ed. Ch. Joest, Freiburg im Breisgau 2012, pp. 238-261. Trad. al inglés: Evagrius of Pontus, ed. R. Sinkewicz, pp. 217-223.

Gnost.

Gnóstico (Tratado gnóstico): Le gnostique ou A celui qui est devenu digne de la science (SC356), ed. A. y C. Guillaumont, Paris 1989. “Tratado gnóstico”, trad. E. Contreras, CuadMon 224 (2023) pp. 103-155.

KG

Kephalaia gnostika: Les six Centuries des « Kephalaia gnostica » d’Évagre le Pontique (PO 28/1), ed. A. Guillaumont, Paris 1958 (texto siríaco y trad. al francés). Trad. al inglés (incluyendo los fragmentos griegos): The Gnostic Trilogy, trad. R. D. Young y otros, New York 2024 [digital].

M

A los monjes en cenobios o comunidades (Ad monachos): H. Gressmann, “Nonnenspiegel und Mönchsspiegel des Euagrios Pontikos”, Texte und Untersuchungen 39 (1913) pp. 153-165; texto revisado en: Ad monachos (ACW 59), trad. y comentario J. Driscoll, New York 2003, pp. 39-66, y Ad monachos, Ad virginem, Institutio ad monachos (FC 51), ed. Ch. Joest, Freiburg im Breisgau 2012, pp. 170-215.

Versión latina: J. Leclercq, “L’ancienne version latine des Sentences d’Évagre pour les Moines”, Scriptorium 5 (1951) pp. 195-213; trad. M. Tamburini en El Tratado Práctico. A los monjes (que viven) en cenobios y comunidades. Exhortación a una virgen. El Tratado de la Oración (Fontes 10), Buenos Aires 2015, pp. 101-121.

Ocho esp.

Sobre los ocho espíritus de la malicia (Sobre los ocho pensamientos): PG79, 1145-1164, completado por Evagriana syriaca: Textes inedits du British Museum et de la Vaticane, ed. J. Muyldermans, Louvain 1952, pp. 55-59. Trad. al inglés (con fuentes adicionales): Evagrius of Pontus, ed. R. Sinkewicz, pp. 66-90. La numeración es la propuesta por R. Sinkewicz.

Or.

Sobre la oración: Chapitres sur la prière (SC589), ed. P. Géhin, Paris 2017. “Sobre la oración”, trad. J. P. Rubio Sadía, en Obras espirituales: Tratado práctico, A los monjes, Exhortación a una virgen, Sobre la oración (BP 28), Madrid 22013, pp. 229-275. “El Tratado de la Oración”, trad. P. Saenz, en El Tratado Práctico. A los monjes (que viven) en cenobios y comunidades. Exhortación a una virgen. El Tratado de la Oración (Fontes 10), Buenos Aires 2015, pp. 135-172. La numeración corresponde a la de la edición crítica de P. Géhin.

Pens.

Sobre los pensamientos: Sur les pensées (SC438), ed. P. Géhin, C. y A. Guillaumont, Paris 1998.

Refl.

Reflexiones (Skemmata): J. Muyldermans, Evagriana. Extrait de la revue Le Muséon 42, augmenté de Nouveaux fragments grecs inédits, Paris 1931, pp. 38-44. Trad. al inglés: Evagrius of Pontus, ed. R. Sinkewicz, pp. 210-216.

Sch. Eccl.

Escolios (scholia) al Eclesiastés: Scholies a l’Ecclésiaste (SC 397), ed. P. Géhin, Paris 1993.

Sch. Pr.

Escolios (scholia) a los Proverbios: Scholies aux Proverbes (SC340), ed. P. Géhin, Paris 1987. “Escolios a los Proverbios”, trad. D. Burgardt, CuadMon 228 (2024) pp. 99-146; 229 (2024) pp. 297-334; en prensa, las últimas dos entregas de la obra.

Sch. Ps.

Escolios (scholia) a los Salmos: Scholies aux Psaumes (SC 614-615), ed. M.-J. Rondeau, P. Géhin y M. Cassin, Paris 2021.

TP

Tratado práctico: Traité pratique ou Le moine (SC170-171), ed. A. y C. Guillaumont, Paris 1971. “El Tratado Práctico”, trad. E. Contreras, en El Tratado Práctico (Fontes 10), pp. 55-100.

V

Exhortación a una virgen (Ad virginem): H. Gressmann, “Nonnenspiegel und Mönchsspiegel des Euagrios Pontikos”, Texte und Untersuchungen 39 (1913) pp. 143-151; texto revisado en: Ad monachos, Ad virginem, Institutio ad monachos (FC 51), ed. Ch. Joest, Freiburg im Breisgau 2012, pp. 216-237.

Versiones latinas: A. Wilmart, “Les versions latines des sentences d’Évagre pour les vierges”, Revue Bénédictine 28 (1911) pp. 143-153; trad. M. Tamburini en El Tratado Práctico (Fontes 10), pp. 123-134.

Vicios

Sobre los vicios opuestos a las virtudes:À Euloge. Les vices opposés aux vertus (SC 591), ed. Ch.-A. Fogielman, Paris 2017. Trad. al inglés (con fuentes adicionales): Evagrius of Pontus, ed. R. Sinkewicz, pp. 60-65.

Publicaciones periódicas, colecciones y obras citadas de manera abreviada

ACW

Ancient Christian Writers, New York 1946 ss.

BAC

Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1943 ss.

BP

Biblioteca de Patrística, Madrid 1986 ss.

CSCO

Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium, Louvain 1903 ss.

CSEL

Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, Wien 1866 ss.

CuadMon

Cuadernos Monásticos, Buenos Aires 1966 ss.

FC

Fontes Christiani, Freiburg im Breisgau 1988 ss.

FP

Fuentes Patrísticas, Madrid 1992 ss.

GCS (NF)

Griechischen Christlichen Schriftsteller (para los volúmenes de la nueva serie [Neue Folge], añadimos la sigla “NF”), Leipzig-Berlín 1891 ss.

LXX

Septuaginta (Septuaginta, editio altera, ed. A. Rahlfs y R. Hanhart, Stuttgart 2006; trad. esp.: N. Fernández Marcos y M. V. Spottorno Díaz-Caro [coord.], La Biblia Griega. Septuaginta, 4 vol., Salamanca 2008-2015).

PG

Patrologia Graeca, ed. J. P. Migne, Paris 1857-1866.

PL

Patrologia Latina, ed. J. P. Migne, Paris 1841-1864.

PO

Patrologia Orientalis, Turnhout 1903 ss.

RB

Regla benedictina

SC

Sources Chrétiennes, Paris 1941 ss.

SMon

Studia monastica, Montserrat 1959 ss.

SO

Spiritualité Orientale, Bégrolles-en-Mauges (Abbaye de Bellefontaine) 1966 ss.

VigChr

Vigiliae Christianae, Leiden 1947 ss.

Las abreviaturas y siglas para los libros bíblicos son las de la Biblia de Jerusalén (Bilbao 42009). Otras abreviaturas usadas a lo largo del libro son convencionales e incluyen: alt. (cuando la traducción citada fue ligeramente alterada), esp. (especialmente), lit. (literalmente), par. (remitiendo a los pasajes bíblicos paralelos al que fue citado), pass. (passim, cuando el mismo contenido se encuentra en diversos lugares de la misma obra), sch. (scholion, scholia, introduciendo citas de las obras exegéticas de Evagrio), y vers. (versículo/s).

INTRODUCCIÓN GENERAL

Enrique Contreras, osb

1. Vida de Evagrio (hacia 345-399)

La fuente principal, y casi única, para conocer la vida de Evagrio es la noticia que nos ofrece su discípulo Paladio de Helenópolis (+ hacia 420-430) en la Historia Lausíaca (= HL), compuesta en los años 419-4201.

La lectura del texto de la HL, en su edición griega, confrontado con la versión francesa del texto copto (QE, pp. 153-171), nos permiten establecer, con bastante detalle, el itinerario de abba Evagrio.

Su existencia terrena se puede dividir en tres grandes etapas:

a. desde su nacimiento hasta su llegada a Constantinopla;

b. en Constantinopla y Jerusalén;

c. en Nitria y Las Celdas (Egipto).

a. Desde su nacimiento hasta su llegada a Constantinopla (HL 38,2)

El lugar de su venida al mundo es una pequeña ciudad del Ponto llamada Ibora2, situada no muy lejos de Anesoi (o Anesi), donde Basilio de Cesarea (+ 379) había tenido su primera experiencia monástica personal. Por eso Evagrio será luego llamado “Póntico”. De modo muy preciso el copto dice: “El hombre del que hablamos era, pues, originario del Ponto” (QE, p. 154).

Era hijo de un chorepiskopo3 (HL) o de un presbítero (QE, p. 154), ordenado por san Basilio. El año de su nacimiento se calcula por la información que de su muerte da Paladio: “murió a la edad de 54 años” (HL 38,1). Aunque no se indica explícitamente el año de la muerte, se supone generalmente que ya había abandonado esta vida en el 400, puesto que Paladio –en su Diálogo sobre la vida de san Juan Crisóstomo– no lo menciona entre los que se fueron de Las Celdas por causa de la expedición del arzobispo Teófilo de Alejandría4 contra los “origenistas”. Evagrio mismo ya había hecho alusión, en sus cartas, a las tensiones que precedieron esa crisis, pero no parece que la haya experimentado5. Por ende, se suele ubicar su muerte en la Epifanía6 del 399, lo que nos conduce a fijar su nacimiento en el año 345 (otros prefieren los años 344 o 346).

De Basilio, y seguramente también de Gregorio de Nacianzo (+ hacia 390), recibió Evagrio su primera formación: el amor por las Sagradas Escrituras y el conocimiento de Orígenes. Y a la muerte de aquél, Gregorio lo recibió en Constantinopla, confiriéndole el diaconado hacia el año 379:

“Después de la muerte de san Basilio el obispo..., Evagrio marchó a Constantinopla lleno de ciencia, porque él caminaba tras las huellas de san Basilio y se adhería a Gregorio, el obispo de Constantinopla (desde el 378/79), y cuando éste vio que él (Evagrio) era sabio y que su inteligencia era buena, lo ordenó de diácono...” (QE, p. 155).

b. En Constantinopla y Jerusalén (HL 38,3-9)

Evagrio realmente sobresalió en la gran ciudad, en particular por sus dotes para rebatir a los herejes (cf. HL 38,11). Con toda probabilidad estuvo presente, junto a su obispo, en el IIº Concilio Ecuménico (año 381): “Fue a Constantinopla con nuestros padres los obispos en tiempos del sínodo que tuvo lugar en Constantinopla” (QE, p. 155; cf. HL 38,2).

Cuando el Nacianceno dejó la sede constantinopolitana, no mucho después del Concilio, Evagrio permaneció, al parecer por voluntad del mismo Gregorio, junto a su sucesor, el patriarca Nectario (HL 38,2).

Fue entonces cuando se produjo el “asunto” que iba a cambiar toda su existencia:

“Toda la ciudad lo alababa mucho. Después de toda esa enseñanza... tal vez por causa del orgullo que se había apoderado de él, cayó en manos del demonio de la concupiscencia de las mujeres, por el pensamiento, como nos lo contó más tarde, cuando fue librado de las pasiones” (QE, p. 155; cf. HL 38,3-7).

La situación que vivió fue, según parece, tan extrema que finalmente optó por abandonar Constantinopla y buscar refugio en la ciudad santa.

Lo recibió Melania la Anciana. Pero al poco tiempo una nueva crisis hizo presa de Evagrio:

“Su corazón dudaba, tenía el corazón dividido. La juventud efervescente, la abundancia de saber verbal, el cambio de bellas ropas multiformes –se cambiaba dos veces por día– lo hicieron caer en el orgullo y el placer del cuerpo. Pero Dios, que siempre impide la pérdida de los suyos, le envió una tempestad de fiebre fría, al extremo que contrajo una grave enfermedad y su carne devino débil como un hilo” (QE, p. 157; cf. HL 38,8).

Finalmente, frente a la impotencia de los médicos, Melania consiguió que el enfermo le abriera su corazón y le revelara todos sus pensamientos. A continuación, le hizo prometer que abrazaría la vida monástica y lo encaminó hacia la montaña de Nitria en Egipto. La HL, que nos narra este episodio (38,9), también atribuye a Melania la entrega del hábito monástico; en realidad fue Rufino de Aquileya quien revistió con sus nuevas ropas a Evagrio7.

c. En Nitria y Las Celdas (HL 38,10-13)

En su estado actual es bien poco lo que nos dice la HL sobre los años “monásticos” de Evagrio. Debe haber llegado a Nitria en torno al 383, permaneció dos años en esa montaña y en el tercer año partió para Las Celdas (Kellia), donde estuvo catorce años (HL 38,10).

Con la ayuda de la Vida copta, sabemos que Evagrio fue discípulo de abba Macario el Alejandrino, antiguo comerciante de golosinas, que era el presbítero de Las Celdas cuando aquél llegó. Sin duda, mucho le debe Evagrio, especialmente en lo que respecta a su formación ascética, y lo cita más de una vez llamándolo: “Nuestro santo padre” (cf. QE, p. 33).

Evagrio se sometió a una abstinencia rigurosa, que le provocó problemas intestinales, motivo por el cual “los ancianos le hicieron cambiar su ascesis, y no comió más pan hasta su muerte, sino que comía un poco de legumbres cocidas y un poco de tisana8 … En cuanto a los frutos u otras cosas que procuran el placer del cuerpo, no las comía ni dejaba que sus discípulos las comieran. Tal fue su ascesis alimenticia” (QE, p. 159; cf. HL 38,10. 13).

Dormía un tercio de la noche, es decir cuatro horas. Tal era, probablemente, la “regla común” en Las Celdas, según la cual los otros dos tercios de la noche se dedicaban a la oración y al trabajo manual. De día no dormía nada, sino que durante la mitad de la jornada se paseaba en un recinto, a lo largo y a lo ancho, para alejar el sueño, aplicando además “su inteligencia en la consideración de determinadas contemplaciones. De noche, cuando había dormido el tercio (correspondiente), empleaba el resto en caminar en el recinto, meditando y rezando para alejar el sueño, haciendo considerar a su inteligencia las contemplaciones de las Escrituras” (QE, pp. 159-160).

Evagrio gozó de bastante popularidad y prestigio como maestro espiritual:

«He aquí cuál era su costumbre: los hermanos se reunían en torno a él el sábado y el domingo9, examinando sus pensamientos con él durante toda la noche, escuchando sus palabras de aliento hasta el amanecer. Entonces todos se iban con alegría dando gloria a Dios, pues su enseñanza era muy dulce10. Cuando ellos lo visitaban, él les hacía esta pregunta: “Hermanos míos, si alguno de entre ustedes tiene un pensamiento oculto11 o penoso, que se calle hasta que los hermanos se retiren, y que interrogue en privado, aparte, entre él y yo. Que no lo diga delante de los hermanos, no sea que un pequeño perezca en pensamiento y la tristeza lo trague de un golpe”» (QE, pp. 161-162; cf. HL 38,10)12.

A este grupo de discípulos pertenecieron Paladio, quien posiblemente llegó a Las Celdas entre el 390-91, y Juan Casiano (+ 434/35), que tal vez haya llegado antes (386/87).

Del primero, Evagrio mismo da testimonio llamándolo: “hermano Paladio” (Carta 51,1). En tanto que éste varias veces habla del “beato Evagrio”13; llamándolo “mi maestro” (HL 23,1), y colocándose entre los discípulos de Amonio y Evagrio (HL 24,2), o más directamente entre los discípulos de Evagrio, de cuya comunidad se considera miembro (HL 35,3. 5):

“Fue él quien me enseñó, dice Paladio, la vida en Cristo, quien me hizo comprender la santa Escritura espiritualmente y me enseñó lo que son los cuentos de viejas (cf. 1 Tm 4,7)14, como está escrito: Para que se manifieste el pecado y el pecador (Rm 7,13). Pues todo el tiempo que él pasó sobre la montaña, yo lo pasé con él15, cada uno viviendo en su celda. La noche del sábado y el día domingo, los pasaba junto a él... Tomo a Cristo por testigo de que la mayor parte de sus virtudes las vi con mis ojos, al igual que los milagros que hizo y que yo voy a poner por escrito para ustedes, para provecho de aquellos que los leerán y de los que los oirán, para que glorifiquen a Cristo, que concede a sus servidores el poder de hacer lo que a Él le agrada” (QE, pp. 153-154).

La relación entre Evagrio y Casiano permanece envuelta en un velo de silencio, ya que éste nunca lo menciona en sus obras.

Aparte de sus discípulos, Evagrio parece haber recibido numerosos visitantes:

“Era tan hospitalario que en su celda nunca dejaba de recibir cinco o seis extranjeros por día, venidos de otra región para escuchar su enseñanza, su inteligencia y su ascesis16. Disponía de dinero, pues muchos se lo enviaban. Poseía más de doscientas piezas de plata, que estaban en manos de su ecónomo, que servía siempre en su casa17” (QE, p. 162; cf. HL 38,11).

Su renombre atrajo sobre él la atención del arzobispo Teófilo de Alejandría, quien quiso ordenarlo obispo de una diócesis egipcia (Thmoui). Evagrio no aceptó18 y por un tiempo huyó a Palestina, seguramente cerca de sus amigos Melania y Rufino.

Las noticias de la HL (38,11-12) y de la Vida copta (QE, pp. 162 ss.) nos muestran asimismo las muchas luchas contra los demonios que Evagrio debió sobrellevar antes de alcanzar la paz interior (cf. HL 38,13). También nos relatan algunos de los milagros que el Señor obró por su intermedio (HL 38,12; QE, pp. 165-166: conversión de una mujer y su marido, que vuelven a hacer vida matrimonial), y las revelaciones que tuvo (HL 38,12; QE, p. 164).

2. Sus obras19

La transmisión de las obras de Evagrio está marcada por la controversia “origenista”, de la cual nuestro Autor no participó.

La primera parte de la controversia se desarrolló entre los años 399 y 403. Las acusaciones no pudieron afectar seriamente la reputación de la fuerte corriente espiritual del monacato egipcio, a la que pertenecían Evagrio, sus amigos y sus discípulos. Aunque Juan Casiano no lo nombra (¿por temor a los amigos de Jerónimo?), Sócrates y Sozomeno no omiten elogiarlo, y el primero incluso cita sus obras y defiende a los monjes “origenistas”.

Por el contrario, en la segunda parte de la controversia, además de que ya no vivían quienes pudieron tener algún trato personal con Evagrio, sus amigos y discípulos, nos encontramos con la condena del Concilio de Constantinopla del 55320, que fue fatal para Dídimo y Evagrio. Fueron entonces eliminados los escritos de los dos. De forma que, a partir de ese momento, las copias de las obras de Evagrio fueron cada vez más raras en el mundo griego. Algunas incluso se perdieron totalmente, excepto unos pocos fragmentos; otras sobrevivieron bajo un seudónimo (san Nilo fue el más usado); mientras que un buen número de ellas se conservaron en traducciones efectuadas en los límites, o fuera, de las fronteras del Imperio romano (sobre todo en siríaco).

Es posible que la censura se efectuara principalmente en Palestina, donde se dio la más fuerte reacción “antiorigenista”. Porque justamente allí, en ciertos ambientes monásticos, se seguían leyendo, con mucho entusiasmo y poco discernimiento, las obras de Evagrio, comprendidos los Capítulos Gnósticos.

En la actualidad podemos acceder a tres listas de las obras de Evagrio: la de la HL (38,10, al final), la de Sócrates y la de Genadio.

La HL, en su edición griega, menciona “tres libros sagrados para los monjes, denominados Antirretikós, en los que trataba de las artes que hay que usar contra los demonios” (cap. 38,10). Estas obras serían la trilogía compuesta por:

Tratado Práctico (= TP), del que se conserva el texto griego;

El Gnóstico (= Gnost.), del que solamente se conservan fragmentos del texto griego, pero hay dos versiones antiguas (siríaca y armenia) que permiten reconstruir la obra, y

Capítulos Gnósticos (= KG), cuyo texto griego se encuentra casi totalmente perdido, aunque se ha salvado en dos traducciones siríacas, una de ellas “expurgada”21.

La “trilogía”, no conservada de esa forma por la tradición manuscrita, estaba precedida de la carta a Anatolio, epístola dedicatoria, que como tal ha sido ubicada al comienzo del Tratado Práctico.

Sócrates “entre los libros muy útiles de Evagrio” señala: el Monachos, que trata de la Practike (es decir, el TP); el Gnostikos (Gnost.), escrito para aquel que ha sido juzgado digno de la gnosis; el Antirretikos, en ocho secciones, contra las insinuaciones de los demonios22; seis centurias, los KG; y las Sentencias para los monjes y para una virgen23. Se comprueba inmediatamente que este Autor no menciona la “trilogía” completa.

Genadio da una lista muy parecida a la de su predecesor: Antirretikos, Praktikos, Gnostikos, Sentencias para los monjes y para una virgen, y “algunas sentencias muy obscuras” que no pueden ser sino los KG.

¿Puede, pues, pensarse que el mismo Evagrio tuvo más de una forma de agrupar sus escritos o partes de ellos? La Vida copta (QE, pp. 160-161) parece apuntar en tal dirección y no hay por qué desechar la posibilidad “a priori”.

Dicha Vida sostiene asimismo que Evagrio “era muy versado en las santas Escrituras” (QE, p. 160), lo cual se comprueba en sus Scholia, comentarios breves a algunos textos bíblicos24. Lamentablemente esta parte de su obra sufrió las consecuencias de la damnatio memoriae de su Autor.

A pesar de esa condena de la memoria de Evagrio, muchos continuaron leyendo sus escritos. Es lo que prueba la “salvación” de su Tratado sobre (o de) la Oración, conservado bajo el seudónimo de san Nilo.

Con el paso de los siglos, la inicial hostilidad hacia Evagrio fue atenuándose, aunque nunca dejó de ser tratado con sospechas. Los hesycastas del siglo XIV, que bebieron directa o indirectamente de sus enseñanzas, no dudaron en llamarlo “el divino” (QE, p. 27). El interés por su obra fue creciendo poco a poco. Finalmente, en el siglo XX, con el redescubrimiento y el estudio crítico de sus escritos, el pensamiento de Evagrio regresó, no sin controversias, como de un largo exilio.

1 C. Butler (ed.), The Lausiac History of Palladius (Texts and Studies, 6), Cambridge 1898 (con varias ediciones posteriores). La versión copta del texto de Paladio es mucho más amplia y aporta información no contenida en el texto griego; al respecto, cf. Quattre ermites égyptiens d’aprés les fragments coptes de l’Histoire Lausiaque (SO 60), con presentación de G. Bunge y traducción A. de Vogüé, Bégrolles-en-Mauges (Bellefontaine) 1994 (en adelante QE).

Fuentes “complementarias” de la HL son:

– Rufino de Aquileya (+ 410/11), Historia de los Monjes (Historia Monachorum) 27: PL 21,387-402 (trad. italiana de G. Trettel en Rufino de Concordia. Storia di Monaci [Collana di testi patristici, 91], Roma 1991, pp. 171-173).

– Sócrates de Constantinopla (+ hacia 450), Historia Eclesiástica IV,23: PG 67,521 (Histoire ecclésiastique. Livres IV-VI [SC 505], ed. M. P. Maraval y M. P. Périchon sobre el texto establecido por G. C. Hansen, Paris 2006, pp. 80 ss., esp. pp. 90 ss.).

– Sozomeno (contemporáneo del anterior), Historia Eclesiástica VI,30: PG 67,1384 (Histoire ecclésiastique. Livres V-VI [SC 495], ed. de G. Sabbah y otros sobre el texto establecido por J. Bidez y G. C. Hansen, Paris 2005, pp. 408 ss.).

– Genadio de Marsella (+ hacia fines del siglo V), Sobre los varones ilustres 11: PL 11,1066 (Sobre los hombres ilustres [FP 34], ed. y trad. E. Sottocorno, Madrid 2021; cf. también E. Sottocorno, El “De viris illustribus” de Genadio de Marsella. Contextos de producción y recepción, tesis doctoral, Venezia 2013, disponible en: http://hdl.handle.net/10579/3056).

Estas fuentes, excepto Sócrates y Genadio, no aportan datos distintos respecto de la HL. Sozomeno, según parece, depende del texto griego de esta obra (cf. QE, p. 57, n. 149) y Rufino, además de la alabanza de Evagrio, no agrega nada nuevo. Sócrates y Genadio presentan aportes útiles en el terreno de la producción literaria de Evagrio. Sobre estos temas, cf. QE, pp. 17 ss., y: “Evagrio Póntico en los Catálogos de varones ilustres”, Salmanticensis 33 (1986), pp. 333-343.

Por otro lado, la bibliografía evagriana es muy amplia; para una visión panorámica, pueden consultarse los sitios mencionados con las referencias y siglas al comienzo de este volumen. Sobre el controvertido tema de la “ortodoxia” de Evagrio, ver el artículo de M. DelCogliano, “The Quest for Evagrius of Pontus: A Historiographical Essay”, The American Benedictine Review 62:4 (2011), pp. 387-401, que ofrece una excelente panorámica.

2 Hoy Iverönü (distrito de Erbaa, Tokat), en Turquía. Ponto es la antigua región de Asia Menor, a orillas del mar Negro. Mitrídates, noble de origen persa, fundó allí un reino (301 a. C.), el cual fue conquistado por Roma en tiempos de Pompeyo.

3 Obispo de un distrito rural con un poder limitado, solo podía conferir las órdenes menores.

4 Patriarca de Alejandría del 385 al 412.

5 Cf. QE, p. 24, n. 46.

6 Cf. HL 38,13.

7 Cf. la Carta 22,1 de Evagrio, señalada por QE, p. 158, n. 24.

8 Parece ser una bebida purgativa (QE, p. 159, n. 33).

9 Tal era la tradición característica del monacato anacorético; cf. HL 7,5 (QE, p. 161, n. 37).

10 La dulzura (o “mansedumbre”) parece ser el meollo de la enseñanza espiritual de Evagrio. Era asimismo el rasgo característico de su personalidad. En una visión se le había dicho: “Ve, sé misericordioso, humilde (equivalente a dulce, del griego prays; cf. Sal 24 [25],9) y pon tu pensamiento recto en Dios” (QE, p. 164 y n. 53: «Según Evagrio “la dulzura es la madre del conocimiento”; Carta 27,2»). Este tema será recurrente en A los monjes en cenobios o comunidades.

11 Literalmente: “profundo”.

12 Parece resonar aquí el texto de 2 Co 2,7: “Conviene ahora perdonarlo y animarlo para que el pobre no quede agobiado por una pena excesiva”. Esta discretio no se aplica solamente a la enseñanza del abba, sino también y, sobre todo, a los problemas de la vida ascética, con la preocupación constante de adaptarse a la capacidad del otro (QE, p. 162, n. 39).

13 HL 11,5; 12,1: “A mí y al beato Evagrio”; 26,1; 35,3: “El beato Evagrio y sus discípulos”.

14 Se trata del falso conocimiento, tema que Evagrio aborda con frecuencia en sus obras (QE, p. 153, n. 3).

15 Esta noticia no es exacta, pues Paladio llegó después que Evagrio (siete u ocho años más tarde).

16 El mismo Evagrio habla de tales visitas en su correspondencia (Cartas 10,1 y 22,1), al igual que de las cartas que recibía (QE, p. 162, n. 40).

17 Evagrio debía además percibir muy buenas entradas por su trabajo de copista (HL 38,10), bien remunerado en aquel tiempo. La costumbre de tener un “ecónomo” no era extraña en Las Celdas; cf. HL 10,3 .6: abba Pambo (QE, p. 162, n. 42).

18 Cf. Carta 13 (¿alusión a este hecho?).

19 Seguimos QE, pp. 24-27.

20 Contra Orígenes, Dídimo y Evagrio, nominalmente, lo mismo que de sus discípulos.

21 Es la opinión de A. Guillaumont, que se ocupó de la recuperación y edición crítica del texto; sin embargo, la naturaleza de las distintas versiones de KG sigue siendo un tema controvertido. Sobre estas y las demás obras de Evagrio, véanse las referencias presentadas junto con las siglas al comienzo de este volumen.

22 Se conserva únicamente en su versión siríaca.

23 Se conserva de ambas el texto griego, del que ofrecemos una traducción en la segunda parte de este volumen.

24 Se han editado hasta el momento los textos griegos de los Scholia al libro de los Proverbios, del Eclesiastés y de los Salmos, aunque todavía no de los fragmentos de las restantes obras exegéticas escritas, en su mayoría, en el mismo estilo. De los Scholia al libro de los Proverbios, Cuadernos Monásticos publicó recientemente una traducción al español.

LAS BASES DE LA VIDA MONÁSTICA25

Introducción

Los primeros pasos del seguimiento de Cristo en el monacato los expone Evagrio en su obra: Las Bases de la vida monástica; la meta que se nos propone en este escrito es la hesiquía.

Probablemente Evagrio redactó su obra pensando en quienes iban a abrazar la vida monástica en su forma eremítica, o semi-eremítica. Pero no se debe excluir a priori la opción de una finalidad más amplia, que incluiría a quienes vivían o aspiraban a vivir en comunidad, en un cenobio.

¿Qué significa hesiquía, en qué consiste su práctica, cómo se la mantiene una vez abrazada, qué sentido tiene en la vida monástica? He aquí algunas de las preguntas a las que hallaremos respuesta en Las bases de la vida monástica, aunque posiblemente no siempre plenamente satisfactoria para nuestros hábitos racionales del siglo XXI.

Unidas de forma muy estrecha al tema principal se tratan otras prácticas: el ayuno, las vigilias, la limosna, el trabajo manual, la lectio divina, la oración, la pobreza, el vivir como extranjero, etc. Todas y cada una de ellas se vinculan estrechamente con la hesiquía, ayudan a su vivencia, al mismo tiempo que la completan y la abren a nuevas posibilidades de crecimiento en el ámbito de la vida espiritual.

Cristo está en el centro la vida monástica. Es por Él, en obediencia a sus enseñanzas, que nos han sido transmitidas ante todo por el Evangelio, que el monje o la monja deben hacer su opción inicial y luego conformarse a todas las exigencias que de ella dimanan. Tal el mensaje fundamental de este escrito de Evagrio.

Un resumen magnífico, a mi entender, del pensamiento evagriano presentado en Las bases de la vida monástica nos lo ofrece Orígenes (+ 254):

“El que no cultiva el hombre interior, el que no siente preocupación por él, el que no lo dota de virtudes, no lo adorna de costumbres, no lo ejercita en las divinas enseñanzas, no busca la sabiduría de Dios, no se aplica a la obra de la ciencia de las Escrituras, éste no puede llamarse hombre-hombre (cf. Nm 30,3), sino solo hombre, y hombre animal (cf. 1 Co 15,44-45), porque aquel interior, al que compete más verdadera y noblemente el nombre hombre, está adormecido en él por los vicios carnales y sofocado por aplicarse a los cuidados de este mundo, hasta el punto de que ni siquiera pueda llevar el nombre de hombre. Por ello debemos intervenir mucho en cada uno de nosotros, de modo que, si uno viese en sí que el hombre interior yace oprimido por las torpezas de los pecados y por los escombros de los vicios, en seguida arranque de él todas las inmundicias, lo libre en seguida de toda sordidez de la carne y de la sangre, se convierta alguna vez a la penitencia, recupere para sí la memoria de Dios, recupere la esperanza de la salvación. Puesto que estos bienes no hay que buscarlos fuera, en otro lugar, sino que la oportunidad de la salvación está dentro de nosotros, como dijo el Señor: ‘He aquí que el Reino de Dios está dentro de ustedes’ (Lc 17,21). Porque dentro de nosotros está la posibilidad de la conversión; en efecto, cuando, convertido, gimas, serás salvado (cf. Is 30,15), y entonces podrás cumplir dignamente tus votos al Altísimo (cf. Sal 49 [50],14) y ser llamado hombre-hombre”.

Por tanto, “si te consagras a Dios… no te es lícito dedicarte a trabajos humanos, hacer nada de lo que atañe a los hombres y a la vida presente. Más bien lo que pertenece al alma y a la observancia del culto divino, eso es lo que tú debes realizar y pensar” 26.

Se trata, en última instancia, de la restauración del hombre interior.

1. Sobre la hesiquía27

¿Qué es la hesiquía28? ¿Por qué no traducir el término en vez de transliterarlo? No verterlo al castellano, u otra lengua moderna, evita que el término sea mal comprendido y pierda toda su riqueza monástica.

La etimología del término hesiquía (esychia, o: hesychia) es incierta, y puede traducirse por: tranquilidad, quietud, descanso, paz, calma, silencio, sosiego, serenidad, imperturbabilidad29. El vocablo se relaciona con el verbo esychazo (o hesychazo): estar tranquilo, vivir en tranquilidad, no moverse, estar en reposo, callarse, guardar silencio, enmudecer, descansar.

En el Antiguo Testamento el término se nos presenta con una doble orientación:

Positiva:ausencia de guerra que permite vivir en paz (Jc 3,11; 3,30; 5,31; 8,28; 1 M 7,50; 9,57; 11,38. 52; 14,4);calma interior, que no depende necesariamente de algo exterior (Is 7,4);paz interior que se fundamenta en la fe, que escucha y acepta la voluntad del Señor (Pr 1,33).Negativa: abstenerse de:hablar (Pr 11,12);de movimientos inútiles (Pr 7,11);o de ambos (Lm 3,26).

En el Nuevo Testamento no encontramos con demasiada frecuencia la palabra hesiquía. En el evangelio de Lucas y en los Hechos, tiene el significado de:

Callarse (Lc 14,4; Hch 22,2);Observar el reposo sabático (Lc 23,56);No importunar a los demás con pedidos (Hch 21,14), u objeciones (Hch 11,18).

En tanto que en las Cartas aparece como:

Vivir en paz (1 Ts 4,11);Llevar una vida tranquila (1 Tm 2,2);Trabajar con tranquilidad (2 Ts 3,12);Que las mujeres estén tranquilas (1 Tm 2,11-12);Espíritu tranquilo (1 P 3,4).

Hesiquía, en la literatura griega, es también la soledad o el retiro que engendra y/o favorece la quietud, que ayuda a tomar una decisión importante30.

Platón (+ 347 a. C.), aunque no utiliza con demasiada frecuencia el vocablo, afirma que el verdadero filósofo debe mantenerse en la hesiquía, para que “el arte de mesurar reduzca a la impotencia las ilusiones, y, por el conocimiento de la verdad, asegure a nuestras almas una estabilidad tranquila”31. Pudiendo así llevar “una vida ordenada, con calma (esychian) y constancia”32.

Con Plotino (+ 270 d. C.) la hesiquía se convierte en un atributo que caracteriza el alma y la diferencia del cuerpo, que se inclina al movimiento: “… Todo lo que depende de nosotros está en una inteligencia libre (esycho) de la acción”33. Por eso “el sabio siempre está esychos (silencioso, quieto, inmóvil)”34; y “la inteligencia hace todo sin agitación”35.

El vocablo fue utilizado desde temprana época por los Padres de la Iglesia, aunque con significados diversos. Así, por ejemplo, san Ignacio de Antioquía (+ 108 d. C.) afirma que la virginidad y el parto de la María, al igual que la muerte de Jesucristo, “tuvieron lugar en el silencio (esychia) de Dios”36.

San Basilio (+ 379 d. C.), en sus cartas se refiere en diversas ocasiones a la hesiquía:

“Conviene esforzarse por mantener al espíritu en la tranquilidad”37.

“… La hesiquía es una hermosa ayuda…” para la contemplación y la actividad del espíritu38.

“… La tranquilidad (esychian) y la soledad…, por las que huías del tumulto de las ciudades”39.

Por su parte, san Juan Crisóstomo (+ 407 d. C.), comentando el texto de Mt 14,23, afirma:

“¿Por qué sube el Señor al monte? Para enseñarnos que nada hay como el desierto y la soledad, cuando tenemos que suplicar a Dios… Porque el desierto es madre de la tranquilidad (esychias), un puerto de calma que nos libra de todos los alborotos…”40.

Y al tratar sobre Mt 26,36 subraya:

“… El Señor tenía costumbre de orar a solas. Lo cual hacía para enseñarnos a nosotros que también nos procuremos para nuestras oraciones la mayor tranquilidad (esychian) y soledad…”41.

Esta riqueza y variedad de significados permitió a los escritores monásticos de los primeros siglos adoptar el vocablo para indicar qué debe hacer quien se inicia en el seguimiento de Jesucristo en esta particular vocación. Y la importancia de la hesiquía quedará sancionada en la colección sistemática de los Apotegmas, donde se le dedica un entero capítulo, tanto en la versión latina de Pelagio y Juan42, como en la Colecciónsistemáticagriega43.

2. Hesiquía en el pensamiento de Evagrio

En fecha reciente se ha afirmado que “Las Bases junto con el Eulogio son los tratados en que el tema de la hesiquía está más presente. Del mismo modo que el Eulogio comienza por un elogio del exilio para encontrar condiciones favorables para una vida enteramente vuelta hacia la oración, de igual modo Las Bases de la vida monástica comienzan con un elogio del celibato, garantía de una forma de vida separada del mundo y que permite la hesiquía…”44.

Evagrio en su obra A Eulogio habitualmente identifica la hesiquía con la soledad:

“… Presérvate (lit.: observa atentamente) de la presunción, sobre todo en la soledad…” (Eul.,4; p. 286).

“… Cuando estamos en la soledad…” (Eul.,4; p. 288).

“… Dobleguémonos en la soledad y en los esfuerzos (o: trabajos ascéticos)…” (Eul.,12; p. 318).

“… En la soledad cierra las puertas de tu alma” (Eul.,15; p. 332).

“… La soledad, jefa de los esfuerzos (o: trabajos ascéticos)…” (Eul.,17; p. 342).

“El que silencia (esychazon) la lengua, que se muestre valiente contra los pensamientos, porque la valentía del alma no se muestra solo en el silencio (o: reposo: hesiquía) de la boca…” (Eul.,17; p. 344).

“Si en tu soledad y tu ayuno continuo, un hermano te visita, no permitas el disgusto de tus pensamientos, que te hacen ver en ello una molestia para tu soledad, una interrupción para tu ayuno…” (Eul.,25; p. 372).

“… Cuando estamos en la soledad” (Eul.,30; p. 396).

En Los vicios opuestos a las virtudes se sostiene que la acedia “combate la soledad” (Vicios,6; p. 424), en tanto que “la perseverancia es coraza (cf. Ef 6,14) de la soledad” (Vicios,6; p. 426).

Al comentar Pr 15,15 (los buenos tienen tranquilidad siempre), en sus Scholia al libro de los Proverbios, leemos: “La hesiquía es abstinencia (o estar separado: apoche) de la maldad (o: malicia)”45. En tanto que sobre Pr 1,33 (vivirá en la tranquilidad), se dice: “El impasible ‘vive en la tranquilidad sin temer’ ningún mal pensamiento”46. En estos textos “no se trata de la hesiquía que procura la soledad (anacoresis), como la define Evagrio en Las bases de la vida monástica, sino de la tranquilidad interior que ofrece la apatheia”47.

Es posible, por ende, sin pretender agotar el tema, precisar que, según Evagrio, hay una doble forma, por así decirlo, de la hesiquía:

hesiquía – anacoresis, o soledad – apartamiento de las turbaciones que provocan los negocios/ocupaciones del mundo;hesiquía, tranquilidad interior, que favorece o abre el camino hacia la contemplación.

Es claro que ambas son complementarias, en modo alguno se oponen entre sí.

En Las bases de la vida monástica se subraya el desprendimiento de las preocupaciones como condición sine qua non para ser “soldado de Cristo”, recurriendo al texto de 2 Tm 2,4 para apoyar tal afirmación. El monje no debe enredarse en los negocios, tanto más cuanto que la hesiquía le impulsa a cargar el yugo suave y liviano del Señor, que le enseña a ser manso y humilde de corazón, y así encontrar descanso para su alma (cf. Mt 11,29). El apartarse de los deseos desordenados (la concupiscencia), hoy diríamos de las muchas solicitaciones de la sociedad de consumo, es la puerta de acceso al hermoso ejercicio de la hesiquía.

3. La presente versión

No poseemos todavía una edición crítica del texto griego. Recurrimos, por tanto, a la publicada en la Patrologia graeca (PG 40,1252-1264). También la Filocalia ha conservado esta obra en griego48. Y más recientemente Robert E. Sinkewicz ha señalado algunas variantes menores procedentes de un manuscrito del Monte Athos y de una obra seudo atanasiana49.

Nuestra traducción en lo esencial sigue el texto de la PG. Pero hemos tenido en cuenta el comentario y algunas precisiones de la traducción inglesa. Asimismo, consultamos una edición francesa publicada en 196750. Los subtítulos no se encuentran en el texto griego.

En nota citamos algunos pasajes, tanto de Evagrio mismo como también de otros autores, que ofrecen valiosos complementos o ayudan a una mejor compresión del texto que ofrecemos.

Bibliografía

1. Evagrio Póntico

Ver las ediciones y traducciones utilizadas, junto con las siglas empleadas en las citas, al comienzo de este volumen.

2. Otras obras citadas de manera abreviada

Apotegmas, colección alfabética: PG 65,71-440 (ed. J. B. Cotelier).

Apotegmas, colección sistemática griega: Les Apophtegmes des Pères. Collection systématique (SC387, 474 y 498), ed. J.-C. Guy, 3 vol., Paris 1993-2005.

Apotegmas, recensión de Pelagio y Juan(serie sistemática): PL 73,835-1022 (ed. H. Rosweyde); trad. de J. F. de Retana, Las sentencias de los Padres del desierto (Espiritualidad monástica, 9), Burgos 1981

Didajé: Didaché. Doctrina apostolorum. Epístola del Pseudobernabé (FP 3), ed. J. J. Ayán Calvo, Madrid 1992.

Basilio de Cesarea, Regla (versión latina de Rufino): Basili regula a Rufino latine versa (CSEL 86), ed. K. Zelzer, Wien 1986.

Clemente de Alejandría, Stromata (FP 7, 10, 15 y 17), ed. M. Merino Rodríguez, 4 vol., Madrid 1996-2005.

Driscoll, J., The “Ad Monachos” of Evagrius Ponticus, its Structure and a select Commentary (Studia Anselmiana, 104), Roma 1991.

Isaías (abba), Asceticon: Abbé Isaïe. Recueil ascétique (SO 7 bis), Bégrolles-en-Mauges (Bellefontaine) 21976.

Orígenes, Comentario sobre Juan: Commentaire sur Saint Jean (SC 120, 157, 222, 290 y 385), ed. C. Blanc, 5 vol., Paris 1966-1992.

——— Homilías sobre el libro de los Números: Homélies sur les Nombres (SC 415, 442 y 461), ed. L. Doutreleau sobre el texto establecido por W. A. Baehrens, 3 vol., París 1996-2001.

Sinkewicz, R. (ed.), Evagrius of Pontus: The Greek Ascetic Corpus, Oxford 2006.

Texto

Las bases de la vida monástica

Dos opciones

1. Se dice en Jeremías: «Y tú no tomes para ti mujer en este lugar, porque el Señor dice sobre los hijos y las hijas que serán engendrados en este lugar: “Morirán de mala muerte”» (Jr 16,2-4). Esta palabra muestra que, según el Apóstol: “El hombre casado se preocupa de este mundo, cómo agradar a su mujer, y está dividido. Y la mujer casada se preocupa de las cosas del mundo, y cómo agradar a su marido” (1 Co 7,33-34). Y evidentemente lo que dice el profeta: “Morirán de mala muerte”, no se entiende solamente de los hijos e hijas que son el fruto de la vida conyugal, sino también de los hijos e hijas nacidos en el corazón, es decir, los pensamientos y los deseos carnales; ellos también morirán, por así decirlo, en el pensamiento malsano, enfermo y lánguido de este mundo, y no conseguirán la vida celestial y eterna. “Pero el no casado, dice (el Apóstol), se preocupa de las cosas del Señor, cómo agradará al Señor” (1 Co 7,32), y producirá frutos siempre vivientes e inmortales de vida celestial51.

Abrazar la hesiquía

2. Así es el monje; y así debe ser el monje, que se abstiene de mujer y no engendra ni hijos ni hijas en el lugar antes mencionado (por Jeremías). Todavía más, debe ser un soldado de Cristo, desprendido de la materia, exento de preocupaciones, ajeno a todo pensamiento de negocios y de activismo, como también dice el Apóstol: “Nadie en la milicia se ocupa de las cosas de la vida civil, para agradar al jefe que lo ha enrolado” (2 Tm 2,4)52. Que el monje progrese en esto, especialmente habiendo dejado toda la materia de este mundo, y que corra para obtener los trofeos hermosos y nobles de la hesiquía. ¡Qué bella y noble es, en efecto, la ascesis para la hesiquía! ¡Cómo (es) verdaderamente hermosa y noble! Porque su yugo es suave y liviana la carga (Mt 11,30). Suave53 (es esta) vida y agradable la práctica (de ella)54.

Hesiquía y sobriedad en la alimentación

3. ¿Deseas, por tanto, querido, abrazar la vida monástica tal como es ella y correr tras los trofeos de la hesiquía? Deja las preocupaciones del mundo, de los príncipes y los poderosos (son) esas cosas55; es decir, despréndete de la materia, sé impasible56, ajeno a toda concupiscencia, para que, hecho extranjero del estado que resulta, puedas ejercitar bellamente la hesiquía. Porque si no te apartas de esas cosas, no podrás conducir rectamente este género de vida.

Toma57 un alimento frugal y de bajo precio58, en pequeña cantidad y fácil de preparar59. Si te llega el pensamiento de alimentos costosos, incluso bajo el pretexto de la hospitalidad, recházalo, no lo retengas por ningún motivo. Porque por ese medio el Adversario te tiende una emboscada, una trampa para apartarte de la hesiquía. Tienes al Señor Jesús que reprende al alma que se preocupa por las cosas materiales, (como) Marta, y le dice: “¿Por qué te ocupas de muchas cosas y te turbas? Una sola cosa es necesaria” (Lc 10,41), saber, dice (Él), escuchar la palabra divina, tras lo cual, sin fatiga se encuentra todo. Por eso también en seguida agrega: “María, en efecto, ha elegido la mejor parte, que no le será quitada” (Lc 10,42). Y tienes asimismo el ejemplo de la viuda de Sarepta que daba hospitalidad al profeta60. Si solamente tienes pan, sal61 y agua, puedes con esto obtener la recompensa de la hospitalidad. Y si no tienes esto, pero recibes a un huésped solo con una buena disposición y le ofreces una palabra útil, igualmente podrás obtener la recompensa de la hospitalidad, porque ha sido dicho: “La palabra (es) mejor que un buen regalo” (Si 18,17).

La pobreza

4. Respecto de la limosna, he aquí cómo hay que pensar: no desees tener riquezas62 para distribuirlas a los pobres; porque esto es también un engaño del Maligno, que a menudo nos vuelve hacia la vanagloria, y arroja al espíritu en vanas preocupaciones. Tienes en el Evangelio a la viuda, sobre la que el Señor dio testimonio; (ella) por medio de sus dos únicas monedas superó, por la intención y la fortaleza, a los ricos: “Porque ellos, dijo (Jesús), de lo que les sobraba han puesto en el tesoro, pero ella ha puesto todo lo que tenía para vivir” (Mc 12,44).

Sobre las vestimentas, no desees tener gran cantidad de vestimentas63. Provéete de las que bastan para las necesidades del cuerpo64. “Arroja más bien tu preocupación en el Señor, y Él proveerá por ti” (Sal 54 [55],23). “Él mismo, dice (la Escritura), se preocupa de nosotros” (1 P 5,7; cf. Mt 6,25; Si 2,6-8). Si careces de alimentos o de vestimentas, no te avergüences de recibir lo que otros te lleven, porque esa vergüenza es una forma de orgullo. Pero si tú mismo tienes cosas en sobreabundancia, dalas al que pasa necesidad. Es así que Dios quiere que sean provistos sus hijos. Por eso el Apóstol escribiendo a los Corintios, dice hablando acerca de los indigentes: «Que lo que les sobra a ustedes ayude a la penuria de los demás, para que lo superfluo de ellos subvenga a la penuria de ustedes, para que haya igualdad, como está escrito: “El que tiene mucho no tendrá demasiado, el que tiene poco no estará desprovisto”» (2 Co 8,14-15; Ex 16,18). Teniendo, por tanto, lo necesario para el presente, no te preocupes por el futuro, ya sea que se trate de un día, o de una semana, o de un año65, o de unos meses. Porque el tiempo de mañana está por llegar, y ese mismo tiempo proveerá lo necesario66; tú busca ante todo el reino de los cielos y la justicia de Dios, puesto que el Señor dice: “Busquen el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas les serán añadidas” (Mt 6,33)67.

La soledad

5. No adquieras un servidor68, no sea que el Adversario por medio de él suscite algún escándalo, y turbe tu pensamiento con la preocupación de alimentos costosos. Porque no podrías ni siquiera ocuparte de ti mismo. Y si te llega el pensamiento del descanso corporal, piensa en lo mejor, es decir en el descanso espiritual; porque, en verdad, el descanso espiritual es mucho mejor que el corporal69. Incluso si tu intención es beneficiar a (tu) servidor, no te dejes persuadir70. No es ese nuestro trabajo, sino el de otros santos padres, que viven en comunidades. Piensa solamente en tu beneficio (espiritual), y preserva el modo de vida de la hesiquía71.

No ames habitar con hombres preocupados por las cosas materiales72 y ocupados en los negocios73. Habita solo o bien con hermanos desprendidos de la materia74 y que piensen como tú. El que habita con hombres preocupados por las cosas materiales y ocupados en los negocios, participará totalmente también en sus vicisitudes, y se hará esclavo de exigencias humanas: vanas conversaciones, y toda clase de otros peligros: cólera, tristeza, locura de las cosas materiales, temor y escándalo.

No te dejes arrastrar por las preocupaciones respecto de los padres o el amor a los familiares; sino que evita las reuniones frecuentes con ellos, en el temor que te despojen de la hesiquía en la celda y te atraigan hacia sus propias preocupaciones. “Deja, dice el Señor, que los muertos entierren a sus propios muertos. Tú, ven, sígueme” (Mt 8,22). Incluso si la celda en que habitas es de muy fácil acceso, huye y no la mantengas75, no te dejes retener por el amor a ella. Haz todo, obra en todo de forma que puedas vivir en la hesiquía y la calma76, y esfuérzate por establecerte77 en la voluntad de Dios y en la lucha contra los invisibles.

La xeniteía o estado de extranjero

6. Si no puedes (practicar) fácilmente la hesiquía en tus parajes, dirige tu propósito hacia la xeniteía78, e incita tu pensamiento a practicarla79. Sé como un excelente negociante80, examinando todo en relación a la hesiquía, y reteniendo por la hesiquía todas las cosas pacíficas y provechosas81. Además, te digo, ama la xeniteía, porque te libra de las incomodidades respecto de tu propio país y te hace sacar provecho solamente de lo que puede favorecer la hesiquía. Huye de las permanencias en la ciudad y persevera en el desierto. “He aquí, dice el santo82, que me alejé huyendo, y habité en el desierto” (Sal 54 [55],8). Si es posible, por ningún motivo entres en una ciudad, porque no encontrarás nada conveniente, útil o ventajoso para tu género de vida. “He aquí, dice de nuevo el santo, que he visto iniquidad y contradicción en la ciudad” (Sal 54 [55],10). Por tanto, busca lugares apartados y libres de distracciones, no tengas miedo de ellos83. Si allí incluso ves fantasías de los demonios, no te espantes ni huyas del estadio de nuestro aprovechamiento84. Persevera sin temor, y verás las maravillas de Dios85, la ayuda, la solicitud, la plena seguridad sobre la salvación. “Porque yo esperaba, dice el varón bienaventurado, al que me salva de la pusilanimidad y de la tempestad” (Sal 54 [55],9 LXX). Que no venza tu propósito el deseo de la inconstancia; puesto que “la inconstancia unida a la concupiscencia pervierte86 al espíritu sin maldad” (Sb 4,12). De donde proceden muchas tentaciones87. Teme la caída y permanece estable en tu celda.

Utilidad de las amistades espirituales

7. Si tienes amigos, evita las reuniones demasiado frecuentes con ellos. Encontrándolos de tanto en tanto obtendrás provecho. Pero si te das cuenta que eres perjudicado por ellos, no te les acerques de ningún modo. Te conviene tener amigos útiles y que comparten tu género de vida88.

Huye las reuniones de hombres malvados y amigos de querellas89. No habites con ninguno de ellos. Más aún, repudia sus propósitos nefastos, porque no están unidos a Dios y no permanecen con Él. Que hombres pacíficos sean tus amigos, tus hermanos espirituales y tus padres santos. Es así que el mismo Señor los llama, diciendo: “Mi madre, mis hermanos y mis padres son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 12,49-50).

No convivas con personas llenas de negocios y no te juntes a comer con ellos, no sea que te atraigan hacia sus engaños y te aparten de la disciplina de la hesiquía, porque la pasión habita90 en ellos. No inclines tus oídos hacia sus palabras y no aceptes los pensamientos de su corazón, porque son realmente funestos. Que tu deseo esté con los fieles de la tierra; que el trabajo de tu corazón sea emular91 la compunción de ellos, porque (está escrito): “Mis ojos (están) sobre los fieles de la tierra, para hacerlos sentar92 conmigo” (Sal 100 [101],6).

Pero si alguno de aquellos que caminan según la caridad de Dios viene a verte y te invita a comer con él, y tú deseas ir, ve, y regresa pronto a tu celda. Si es posible, nunca duermas fuera de ella, para que continuamente se mantenga en ti la gracia de la hesiquía