El centinela muerto - José Pedro Bellán - E-Book

El centinela muerto E-Book

José Pedro Bellán

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Beschreibung

«El centinela muerto» es una comedia en tres actos de José Pedro Bellán. Es la noche de carnaval y las hijas de Andrés convencen a su madre Catalina para que las deje divertirse, a pesar de que su padre les haya prohibido participar en la fiesta. Mientras tanto, Francisco intenta conquistar a Mercedes.

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Seitenzahl: 83

Veröffentlichungsjahr: 2022

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José Pedro Bellán

El centinela muerto

 

Saga

El centinela muerto

 

Copyright © 1930, 2022 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726682274

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances.

José Pedro Bellán

JOSE Pedro Bellán realizó su obra durante la segunda y tercera décadas del siglo. Su primera obra teatral, Amor, fue publicada en 1911, y las últimas, Elcentinelamuerto e Interferencias, integran un volumen de 1930, año de su muerte.

Entre esas fechas límites se destaca además un corto período en el que se advierte un esfuerzo creador muy intenso y la aparición de una primera madurez: es el período que va de 1917 a 1920, durante el cual Bellán escribe los relatos de Doñarramona y Primavera, y las tres piezas teatrales Tro-la-ró-la-rá,Vasitodeagua y Diostesalve! . . ., la última de las cuales lo consagró, en su estreno de 1920, como el dramaturgo de su generación. Frente a estas obras las publicaciones anteriores de Amor (1911) y Huerco (1914) se ofrecen como simples primeros ensayos.

Sin embargo, y luego de esa que llamamos su primera madurez, la obra de Bellán continúa más rica, más variada y, también, más desconcertante. Su labor literaria sigue realizándola en los dos campos de la narrativa y el teatro. Los relatos se agrupan en dos títulos que publica en 1922 y 1926: LosamoresdeJuanRivault y ElpecadodeAlejandraLeonard.

Las obras teatrales de ese período son Larondadelhijo, en 1924, y Blancanieves y Elcentinelamuerto en 1929. Como ya indicamos, esta pieza se publica en 1930 conjuntamente con Interferencias, obra que, evidentemente, iniciaba otro ciclo en su producción.

Ante el conjunto así ordenado de su obra es difícil no sentir que hay en ella algo de trunco y de incompleto. La aparición, el mismo año de su muerte, de Interferencias, esa pieza de estructura abstracta y atrevida ejecución, en la que algunos pasajes de lenguaje y concepción realista procuran integrarse con otros de más suelta fantasía poética o de persistente tono alucinatorio, está evidenciando esto que digo: que hay, en la obra de Bellán, una evolución que no pudo cumplirse totalmente. No nos referimos ahora a su narrativa; dentro de ella señalamos ya, en otra oportunidad, ejemplos de una más cabal y profunda madurez (personalmente creemos que el mensaje más hondo de Bellán nos llega, precisamente, en un relato que integra ElpecadodeAlejandraLeonard: La realidad). Pero no aludimos aquí a su narrativa sino a su obra dramática, en la que se puede sentir la ausencia de aquel momento que lo exprese cabal y plenamente, de aquella obra en la que todo él esté presente y en la que nos llegue entero su mensaje.

Este sentimiento puede empañar en un sentido la imagen del dramaturgo, pero en otro nos lo enriquece al obligarnos a verlo en la aventura de la búsqueda.

Esta preocupación por hallar nuevas formas y este paralelo sentimiento de obra trunca que ofrece su dramaturgia, deben relacionarse, sin duda, con el período histórico que vivió. El desarrolló casi toda su obra durante la década del 20; pero precisamente las décadas del 20 y del 30 fueron, en Montevideo, las que más fuertemente acusaron la primera desconcertante influencia de las corrientes europeas de vanguardia. Es difícil encontrar autor nuestro que no evidencie, en obras publicadas en esas décadas, un momento de inquietud o de crisis que se vincula con la aparición, para él, de uno u otro de los diversos rostros con que el siglo XX europeo vino a encontrarlo.

En la prosa narrativa este fenómeno no alcanzó a perturbar ni a excitar en una u otra dirección el desarrollo de Bellán. En este género se le ve madurar directamente hacia el hallazgo de temas y planteos propios sin que se advierta ningún desajuste que pueda ser atribuído a la influencia de nuevas formas expresivas. Pero en el teatro la situación es diferente. El teatro directo y realista que heredó de sus mayores parece resultarle al fin un molde demasiado rígido. Probablemente fue en oportunidad de escribir Elcentinelamuerto, que Bellán decidió buscar otras formas. Lo que a él le importaba salvar de su personaje ¿no quedaba sofocado bajo la estructura de la comedia de costumbres que lo expresaba? Era necesario encontrar una forma más libre, más flexible. La publicación conjunta de Elcentinelamuerto y de Interferencias, señala, justamente, que un ciclo se clausura allí donde una búsqueda nueva empezaba.

JOSE PEDRO DIAZ

EL CENTINELA MUERTO

COMEDIA EN TRES ACTOS

de JOSE PEDRO BELLAN

___________

PERSONAJES

ANDRES MARQUES CATALINA MERCEDES FRANCISCO ELISA ANDRESITO UNA VECINA ISABEL ENRIQUETA MASCARA GUARDIA CIVIL JUGADORES TRANSEUNTES

ACTO PRIMERO

ESCENOGRAFIA

Frente de dos casas de familia. Al centro, puerta de calle con un balcón a cada lado, practicable el de la derecha. El número que corresponde a esta casa es el 36. Hacia la izquierda, la otra puerta de calle con el número 38. Ambas están abiertas. En la casa 36 debe verse el zaguán con algunas plantas y las puertas que corresponden a las entradas de los cuartos. Izquierda y derecha las del actor.

Son las veinte horas. Noche de carnaval en un barrio apartado y silencioso donde sólo de tarde en tarde se oyen gritos destemplados y otras explosiones bullangueras.

Al levantarse el telón, Mercedes aparecerá en el fondo del zaguán, cantando a voz en cuello un tango de moda. A medida que se va acercando a la puerta de calle, el canto disminuye en intensidad y termina una vez que Mercedes haya llegado al umbral. Luego de una breve pausa se asomará Elisa por el balcón de la izquierda.

ESCENA I.

MERCEDES. Luego ELISA

 

Elisa. — (A Mercedes que observa por la calle). ¿Viene alguien?

Mercedes. — (Fastidiada). ¡Qué ha de venir! . . . Por aquí ni las ánimas. ¡Qué carnaval más bobo!

Elisa. — No te aflijas. Vas a ver cómo bailamos luego en lo de doña Rosario.

Mercedes. — No te hagas ilusiones. A lo mejor papá no viene a buscar a mamá y . . .

ESCENA II.

DICHOS y un TRANSEUNTE, un MOZO mal enfachado que aparece por la izquierda.

 

Transeunte. — (Al pasar junto a Mercedes. Con mucha intención). ¡Qué ricura más papusa! . . . (Sigue de largo).

Mercedes. — (Con fastidio. Volviendo la cabeza). ¡Pche! . . .

Catalina. — (Desde adentro). ¿Qué hay?

Mercedes. — Un atrevido.

Elisa. — (Siguiendo con la vista al transeunte que ha hecho mutis por la derecha). No creas. No es tan antipático.

ESCENA III.

DICHOS menos el TRANSEUNTE; en seguida CATALINA, vestida como para salir de paseo, pero sin sombrero. Llega hasta el zaguán.

 

Catalina. — Ya estoy. (Se oye hacia la derecha toques de cornetines y chillidos afeminados, carcajadas y gritos de mascaritas. Las tres miran contagiadas por la bullanga).

Mercedes. — ¡Oy! . . . ¡qué de cuántos! . . . Todas parejas.

Catalina. — Qué lástima. No vienen por aquí.

Mercedes. — Se van derecho a un baile.

Elisa. — ¡Oy! . . . miren . . . Ahí van las Rodríguez.

Catalina. — Que van a ser . . .

Elisa. — Y sí que son. Mira a Amalia con ese de payaso. (Sin poder contenerse). ¡Te conozco mascarita! Le voy a decir a Fernando.

Catalina. — (A Elisa). Muchacha impertinente. Cállese la boca.

Mercedes. — Son, sí, son. . (Nuevos gritos de las máscaras que se alejan. Las tres continúan mirando en el mismo sentido. Breve pausa. De pronto. Como quien toma una resolución). ¡Ah! . . . no . . . Esta noche vamos.

Catalina. — He dicho que no.

Elisa. — ¿Y por qué no podemos ir a lo de doña Rosario?

Catalina. — No faltaba más. Les parece bonito esperar a que sus padres salgan para irse? Es el colmo de la desfachatez.

Mercedes. — Pero si es aquí a la vuelta.

Elisa. — (Que tiene el hábito de lloriquear cuando quiere obtener algo). Y bueno. La culpa la tiene papá. ¿Por qué no nos deja ir? (Lloriquea más fuerte). ¡Qué se cree ahora! ¡Qué vamos a estar en casa como los viejos! . . .

Catalina. — (Acercándose a Elisa. Con falsa energía). Quiere callarse la boca, mocosa atrevida, que la van a oír de la esquina.

Mercedes. — Elisa tiene razón. Todas las muchachas se divierten menos nosotras. Papá es un ridículo que todo lo encuentra mal.

Catalina. — (Entre una y otra sin saber a quien atender). Pero ustedes han perdido el juicio. ¿Qué se proponen, mocosas atrevidas? ¿Quieren callarse la boca?

Elisa. — (Siempre lloriqueando). Sí, mocosas atrevidas, mocosas atrevidas. Para limpiar la casa no somos mocosas atrevidas, no. Pero vas a ver. Esto algún día tendrá que acabarse.

Catalina. — (Inquieta). ¡Qué quieres decir con eso, ché!

Elisa. — No sé. No se me da la gana de decirlo, no se me da la gana.

Mercedes. — Tú nos diste permiso.

Catalina. — Dije que sí porque yo pensaba ir con ustedes, porque tu padre todavía no me había invitado para ver el desfile.

Mercedes. — No vayas al desfile.

Catalina. — ¿Estás loca?

Elisa. — Entonces vamos solas.

Catalina. — (Amagándole un cachete). ¡Te voy a dar, mocosa atrevida! . . . (Permanecen un instante en silencio, visiblemetnte incomodadas).