El Credo Niceno - Phillip Cary - E-Book

El Credo Niceno E-Book

Phillip Cary

0,0

Beschreibung

Hace exactamente mil setecientos años, la Iglesia enfrentó una crisis que amenazaba su unidad y doctrina. Para responder a ella, obispos y teólogos de distintas regiones se reunieron en un concilio en la ciudad de Nicea, en la actual Turquía. El resultado de ese encuentro fue el Credo de Nicea, una confesión de fe que ha definido el cristianismo hasta hoy.Muchos cristianos desconocen este pilar esencial de su fe. Comprender el credo niceno no es solo un ejercicio histórico, sino una forma de fortalecer la enseñanza y la convicción doctrinal en tiempos de confusión. Este libro es una herramienta indispensable para pastores, líderes y creyentes que deseen profundizar en las raíces de su fe con claridad y rigor. Redescubrir su historia y teología es esencial para afirmar una confesión común que trasciende denominaciones. El credo niceno. Una introducción es una invitación a explorar la riqueza y la vigencia de esta confesión que ha unido a los cristianos a lo largo de los siglos. "El libro de Phillip Cary es una cosecha en un tiempo de hambruna. Con una precisión que no renuncia a la accesibilidad, no solo explica cada palabra del credo niceno, sino que convoca a la iglesia de hoy a unir sus brazos con los hermanos y hermanas de ayer para confesar una Trinidad sin la cual no tenemos cristianismo". Matthew Barrett, autor de Simply Trinity, profesor de Teología Cristiana en el Midwestern Baptist Theological Seminary, redactor en jefe de Credo y presentador del podcast Credo.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 190

Veröffentlichungsjahr: 2025

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Índice

Abreviaturas

Oración

introducción: Marco histórico

El credo niceno

Creemos [Yo creo]

Artículo 1: Dios el Padre

En un solo Dios, el Padre, el todopoderoso

Creador del cielo y de la tierra

De todas las cosas visibles e invisibles

Artículo 2: Parte I: El Eterno Hijo de Dios

Y en un solo Señor

Jesús

Cristo

El Hijo unigénito de Dios

Quien fue engendrado por el Padre antes de todas las edades

[Dios de Dios]

Luz de Luz

Dios verdadero de Dios verdadero

Engendrado, no hecho

Con el mismo ser que el Padre

Por medio de quien todas las cosas llegaron a ser

Artículo 2: Parte II: Dios encarnado

Que por nosotros, los seres humanos, y por nuestra salvación

Descendió del cielo

Y fue encarnado

Del Espíritu Santo

Y la Virgen María

Y se hizo humano

Y fue crucificado también por nosotros bajo Poncio Pilato

Y sufrió

Y fue sepultado

Y resucitó al tercer día según las Escrituras

Y ascendió al cielo

Y se sienta a la derecha del Padre

Y volverá otra vez en gloria

Para juzgar a los vivos y a los muertos

De cuyo reino no habrá fin

Artículo 3: El Espíritu Santo

Y en el Espíritu Santo

El Señor

Y dador de vida

Quien procede del Padre

[Y del Hijo]

Quien con el Padre y el Hijo juntos es adorado y coglorificado

Quien ha hablado a través de los profetas

En una sola iglesia, santa, católica y apostólica

Confesamos un solo bautismo para el perdón de los pecados

Esperamos la resurrección de los muertos

Y la vida de la era venidera

amén

epílogo:La Trinidad en términos sencillos

“El comentario de Phil Cary sobre el credo niceno exhibe dos virtudes: la claridad y la brevedad, que conllevan una tercera: la utilidad. Tenemos aquí una introducción verdaderamente atractiva a la fe que una vez fue entregada a los santos en el bautismo y declarada continuamente en todo el mundo en la confesión de la iglesia”.

—Scott R. Swain,

presidente y profesor James Woodrow Hassell de Teología Sistemática,

Seminario Teológico Reformado

“Resumir la fe cristiana en poco más de 200 páginas no es tarea fácil. Hacerlo a la vez que se desgrana el lenguaje técnico de uno de los credos más antiguos del cristianismo es casi insondable. Sin embargo, Phillip Cary lo ha conseguido. Su pequeño libro de mano sobre el credo niceno consigue ser erudito, perspicaz e interesante, todo a la vez. Frase por frase, desentraña el significado de las palabras que muchos consideran aburridas, utilizando un lenguaje llamativo y coloquial.Entretejido con la Escritura, este libro hará cosquillas a su imaginación mientras amplía su vocabulario y fortalece su fe en el Hijo unigénito del Padre que bajó del cielo para dar vida a un mundo moribundo”.

—Harold L. Senkbeil,

autor de El cuidado de las almas

“Con su característica prosa viva, su estilo atractivo y su entrañable ingenio, Phil Cary nos lleva a un paseo por la historia de los acalorados debates sobre la naturaleza de la fe cristiana, afirmaciones que forjaron los credos. Nos expone el razonamiento teológico en el que se basan las decisiones conciliares y sus ramificaciones para la salud espiritual. Este volumen, que es completo y accesible, ayudará a los fieles que recitan el credo a comprender mejor lo que confiesan. Asimismo, desafiará a aquellos que son escépticos sobre la función y el origen de los credos, empujándolos a reexaminar sus suposiciones. Muy recomendable para adultos de todas las edades y etapas, tanto para grupos de estudio parroquiales como para el aprendizaje personal”.

—Kathryn Greene-McCreight,

sacerdote afiliada, Christ Church, New Haven;

directora espiritual, Programa Annand, Yale Divinity School

“El libro de Phillip Cary es mucho más que un comentario frase por frase sobre el credo niceno; es mi nuevo libro favorito de teología sistemática. Es cuidadoso y erudito, pero con el estilo de Cary. Recientemente se han escrito varios libros que destacan la importancia de los credos y las confesiones. Y con razón. La iglesia, más allá de las denominaciones, se encuentra a la deriva en un gran mar que busca el lugar adecuado para echar el ancla. Carl Truman escribió famosamente que “la Escritura es la norma normalizadora, los credos son la norma normalizada”. Tiene razón, y lo que el Dios trino ha hecho por su creación se resume en el credo niceno. Phillip Cary desenvuelve bellamente este tesoro. Puede leerse como devocional diario o en pequeños grupos, o será un recurso de biblioteca al que los pastores acudan primero en sus preparaciones para predicar y enseñar”.

—Rev. Can. Chuck Collins,

director del Centro para el Anglicanismo de la Reforma

“Durante más de mil años, la iglesia de todo el mundo confesó conjuntamente el Credo de Nicea. Ser cristiano significaba adorar la Trinidad de las Escrituras; una Trinidad que nuestros Padres de la Iglesia describían en el credo con claridad ortodoxa frente a la amenaza de la herejía. Qué extraño —de hecho, qué triste— admitir que muchos cristianos hoy en día nunca han leído o confesado el credo niceno. Algunos ni siquiera han oído hablar de él. El libro de Phillip Cary es una cosecha en un tiempo de hambruna. Con una precisión que no renuncia a la accesibilidad, Cary no solo explica cada palabra del credo niceno, sino que convoca a la iglesia de hoy a unir sus brazos con los hermanos y hermanas de ayer para confesar una Trinidad sin la cual no tenemos cristianismo. Mi más sincera oración es que cada cristiano lea este libro”.

—Matthew Barrett,

autor de Simply Trinity;

profesor asociado de Teología Cristiana

en el Seminario Teológico Bautista del Medio Oeste

El credo

NICENO

Una introducción

Colección Raíces

Phillip Cary

EDITORIAL CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS

(Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido tomadas de la Nueva Biblia de las Américas ™ NBLA™. Copyright © 2005 por The Lockman Foundation. Usada con permiso.

Las citas bíblicas marcadas RV60 han sido tomadas de la Santa Biblia Reina-Valera Revisada. Copyright © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado en 1988. Sociedades Bíblicas Unidas. Usada con permiso.

Las citas bíblicas marcadas NVI han sido tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional ®. Copyright © 1999, 2015 por Biblica, Inc. Reservados todos los derechos en todo el mundo. Usada con permiso.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447)».

Originalmente publicado por Faithlife (Editorial Tesoro Bíblico) © 2022.

© 2025 por Editorial CLIE. Todos los derechos reservados, para la presente edición.

EL CREDO NICENO

Una introducción

ISBN papel: 978-84-19779-97-7

ISBN ebook: 978-84-19779-98-4

Depósito Legal: B 3842-2025Iglesia cristiana - Historia

REL108020

En agradecimiento a los pastores y a la gentede la iglesia Good Samaritan, Paoli,y de la iglesia de St. Mark’s, Filadelfia

Abreviaturas

Libros de la Biblia

Antiguo Testamento

Gn

Génesis

Ex

Éxodo

Lv

Levítico

Nm

Números

Dt

Deuteronomio

Jos

Josué

Jc

Jueces

Rt

Rut

1 S

1 Samuel

2 S

2 Samuel

1 R

1 Reyes

2 R

2 Reyes

1 Cr

1 Crónicas

2 Cr

2 Crónicas

Esd

Esdras

Neh

Nehemías

Est

Ester

Jb

Job

Sal

Salmos

Pr

Proverbios

Ec o Qo

Eclesiastés o Qohelet

Ct

Cantares

Is

Isaías

Jr

Jeremías

Lm

Lamentaciones

Ez

Ezequiel

Dn

Daniel

Os

Oseas

Jl

Joel

Am

Amós

Ab

Abdías

Jon

Jonás

Mi

Miqueas

Na

Nahúm

Hab

Habacuc

So

Sofonías

Hag

Hageo

Za

Zacarías

Ml

Malaquías

Nuevo Testamento

Mt

Mateo

Mc

Marcos

Lc

Lucas

Jn

Juan

Hch

Hechos

Rm

Romanos

1 Co

1 Corintios

2 Co

2 Corintios

Gl

Gálatas

Ef

Efesios

Flp

Filipenses

Col

Colosenses

1 Ts

1 Tesalonicenses

2 Ts

2 Tesalonicenses

1 Tm

1 Timoteo

2 Tm

2 Timoteo

Tt

Tito

Flm

Filemón

Hb

Hebreos

St

Santiago

1 Pd

1 Pedro

2 Pd

2 Pedro

1 Jn

1 Juan

2 Jn

2 Juan

3 Jn

3 Juan

Jd

Judas

Ap

Apocalipsis

Oración

Cuando el Espíritu de verdad venga,

los guiará a toda la verdad...

él me glorificará,

porque tomará de lo mío y se lo hará saber a ustedes...

Todo lo que tiene el Padre es mío

Juan 16:13-15

Gloria a Dios en las alturas

y paz a su pueblo en la tierra.

Señor Dios, rey celestial,

Dios y Padre todopoderoso,

te adoramos,

te damos las gracias,

te alabamos por tu gloria.

Señor Jesucristo, Hijo único del Padre,

Señor Dios, cordero de Dios,

quitas el pecado del mundo:

ten piedad de nosotros;

tú estás sentado a la derecha del Padre:

recibe nuestra oración.

Porque solo tú eres el Santo,

solo tú eres el Señor, solo tú eres el Altísimo,

Jesucristo,

con el Espíritu Santo,

en la gloria de Dios Padre.

Amén.

Padre del cielo, que en el bautismo de Jesús en el río Jordán lo proclamaste como tu Hijo amado y lo ungiste con el Espíritu Santo: haz que todos los que son bautizados en su nombre caminen en una vida nueva y lo confiesen con valentía como Señor y Salvador; que contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, en la gloria eterna. Amén.

Introducción:Marco histórico

El credo niceno se originó porque los antiguos cristianos estaban consternados. Un maestro de una de las iglesias más influyentes en el mundo intentaba que hablaran de Cristo y dijeran cosas como “hubo un tiempo en que él no existía” y “vino a ser de la nada”. Tenían buenas razones para horrorizarse. Los cristianos adoran a Jesucristo como Señor, exaltado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Decir que “hubo un tiempo en que él no existía” sería decir que no es eterno como Dios Padre, que surgió de la inexistencia al igual que todas las criaturas de Dios. Eso significaría que no es realmente Dios en absoluto, sino una de las cosas que él hizo. Decir esto sería decir que lo que los cristianos han estado haciendo todo el tiempo, adorando a Jesús como Señor, es el tipo de cosas que hacen los paganos: adorar algo que no es completa, verdadera y finalmente Dios. El credo niceno fue escrito para decir no, en los términos más fuertes posibles, a ese tipo de paganismo cristiano.

Dice no diciendo sí a quién es Dios realmente, a quién es Jesús. Afirma lo esencial de la fe cristiana en Dios Padre y en su Hijo eterno, Jesús nuestro Señor, y añade también algunos aspectos esenciales sobre el Espíritu Santo. Y, a veces, dice quién es Dios diciendo lo que ha hecho para que seamos lo que somos: criaturas de Dios a las que levanta de la muerte a la vida eterna en Cristo. Así pues, el credo es una declaración fundamental del evangelio de Jesucristo, que es Dios en carne y hueso, que baja del cielo por nosotros y por nuestra salvación, para que podamos participar en su reino que no tiene fin.

El no es importante por el sí. Decir no es trazar un límite y decir: no vamos a ir allí, porque eso no es lo que es Cristo. Las falsas enseñanzas sobre quién es Cristo nos alejan de la fe en el Cristo real y nos dan un sustituto falso. Significa predicar un evangelio diferente al que nos llega de los apóstoles de nuestro Señor, por lo que el apóstol Pablo llega a decir: el que enseñe otra cosa sea anatema, maldito (Gl 1:9). Haciendo caso al apóstol, el Concilio de Nicea en el año 325 d. C. compuso un credo que es el precursor del que estudia este libro, y añadió anatemas, maldiciones solemnes contra cualquiera que enseñe cosas como “hubo una tiempo en que él no existía” o “vino a ser de la nada”. No nombraba a Arrio, el hombre que enseñaba esto, porque su propósito —como el de Pablo— no era condenar a un hombre en particular, sino excluir lo que enseñaba. Arrio era siempre libre de cambiar de opinión, de arrepentirse, de someterse al juicio del Concilio y de enseñar la misma verdad. Pero los verdaderos herejes son obstinados (no se puede ser hereje solo por estar equivocado; hay que persistir en enseñar su error a la iglesia incluso después de ser corregido) y finalmente la doctrina que tomó forma en oposición al Concilio de Nicea llegó a conocerse como arrianismo, una de las herejías más famosas de la historia de la iglesia.

Pero este libro no trata de una herejía, sino de la verdad: el evangelio de Jesucristo enseñado por el credo que surgió de la fe nicena. Es un libro para los cristianos que quieren comprender mejor su propia fe y así crecer en el conocimiento de Dios, aprendiendo lo que los antiguos maestros de la fe nicena tenían paradarnos.

El Concilio de Nicea, que da nombre al credo niceno, fue una reunión de obispos en el año 325 d. C. Se reunieron en la ciudad de Nicea, en Asia Menor, que es ahora la ciudad de Iznik, en Turquía. Está a poco más de cincuenta millas en línea recta de Estambul, la ciudad que se llamaba Constantinopla cuando era la capital del Imperio romano de Oriente. Roma fue derrotada un siglo después del Concilio de Nicea y el Imperio romano de Occidente se desintegró gradualmente, pero el Imperio de Oriente permaneció durante otros mil años y se convirtió en lo que se conoce como el Imperio bizantino, por Bizancio, el nombre anterior de Constantinopla. Constantinopla significa “la ciudad de Constantino”, el emperador romano que la convirtió en su capital en el año 330 d. C. y que también convocó a los obispos al Concilio de Nicea en el año 325 d. C.

El de Nicea llegó a ser reconocido como el primer concilio ecuménico, del sustantivo griego oikoumene, o ecumene en latín, que significa “todo el mundo habitado”. Un concilio ecuménico es un concilio para la iglesia de todo el mundo, la iglesia de la ecumene. La idea era nueva, pero las reuniones en concilios no lo eran. Los obispos cristianos, los líderes de las iglesias locales, se habían reunido durante años en concilios regionales o sínodos (de synodos, que es simplemente la palabra griega para “consejo”). Esta era una forma importante de mantener el orden en las iglesias y de conservar la fe. Un obispo tenía la tarea de preservar la fe tal y como se transmitía en la iglesia de su ciudad desde la época de su fundación. El nombre de esta transmisión en latín es traditio, de donde se deriva la palabra “tradición”. Fue una trasmisión que comenzó en algunos lugares, como Jerusalén, Roma y Antioquía, en los primeros días del cristianismo, antes de que se escribiera el Nuevo Testamento. Si había una grave discrepancia en la enseñanza o en la práctica eclesiástica entre una ciudad y otra, los obispos podían reunirse en un sínodo para arreglar las cosas. El Concilio de Jerusalén, por ejemplo, se reunió para resolver las disputas sobre la forma en que las iglesias que crecían a partir de la obra misionera de la iglesia de Antioquía estaban manejando las cosas (Hch 15:1-35). En ese caso, la cuestión candente era cómo incorporar a los creyentes en Cristo que no eran judíos a la comunidad de la iglesia. En este caso, en Nicea, el asunto era cómo excluir la enseñanza de Arrio de las iglesias de todo el mundo.

El modo más importante en que los obispos lo hacían era redactar una confesión de la fe cristiana, que es lo que significa un credo. Antes de esta época, los credos se transmitían oralmente y no por escrito, ya que a las personas que venían a Cristo se les enseñaba alguna forma de confesión que debían afirmar cuando eran bautizadas. Era una forma de decir a qué se comprometían al unirse al cuerpo de Cristo. La confesión de fe que hoy conocemos como el Credo de los Apóstoles, por ejemplo, tomó forma originalmente en Roma como una confesión bautismal oral.1 Cada ciudad tenía su propia confesión tradicional, transmitida a través de generaciones de obispos, con muchas pequeñas variaciones. Pero todas seguían un patrón triple, de modo que todos los habitantes de la ecumene se bautizaban en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como mandaba nuestro Señor (Mt 28:19). Lo que sucedió en Nicea es que una de estas confesiones locales no escritas fue adaptada con algunas adiciones, dirigida específicamente contra la enseñanza de Arrio, para proporcionar un credo único para toda laecumene.

El credo que se presenta en este libro es la confesión de fe más utilizada en el mundo cristiano. No es el original credo niceno del año 325 d. C., sino una confesión ampliada formulada en el Concilio de Constantinopla del año 381 d. C. y aceptada oficialmente como declaración de la fe nicena en el Concilio de Calcedonia del año 451 d. C.2 En aras de la exactitud histórica, los académicos suelen darle un nombre largo, como “credo niceno-constantinopolitano”, pero yo utilizaré el nombre más familiar de “credo niceno”, que concuerda con la razón por la que fue aceptado por la iglesia en todo el mundo: es una forma más completa de confesar la misma fe que el Concilio de Nicea. Por lo tanto, para los efectos de este libro, así como en el uso ordinario de la iglesia, la etiqueta “credo niceno” designa un texto diferente del “credo de Nicea”. Junto con una serie de pequeñas diferencias, el credo niceno omite algunas cosas del credo de Nicea, incluyendo los anatemas, y añade mucho a lo que se dice sobre el Espíritu Santo. El resultado es una confesión ampliada de la fe nicena, y, como tal, ha llegado a ser aceptada como el credo ecuménico, la confesión de la fe nicena de toda la ecumene, y se incorpora al culto habitual de la gran mayoría de los cristianos de todo el mundo, incluidos los ortodoxos orientales, los católicos romanos y la mayoría de los protestantes que utilizan una liturgia regular.

Vale la pena decir algo más sobre la unidad y la divergencia dentro de lo que ahora podemos llamar la iglesia ecuménica, la iglesia de la ecumene que está de acuerdo en confesar la fe nicena. Es la iglesia que merece ser llamada ortodoxa (con “o” minúscula) porque enseña la fe y el culto correctos (orthe doxaen griego). También es católica (c minúscula), que significa “universal” (katholikos en griego). Y es evangélica (e minúscula) porque es la iglesia del evangelio (euangelion en griego). En el sentido minúsculo de estas palabras, la única y santa iglesia de Dios, que el credo nos enseña a honrar como cuerpo de Cristo y obra del Espíritu Santo, es ortodoxa, católica, evangélica y ecuménica, y su fe es la de Nicea.

La diversidad dentro de la única iglesia ecuménica —que no debe dividirla— puede distinguirse mediante nombres con letras mayúsculas. Deberemos marcar la distinción entre ortodoxos (o minúscula), que abarca toda la ecumene nicena, y los Ortodoxos (o mayúscula), que incluyen a los Ortodoxos griegos, los Ortodoxos rusos, los Ortodoxos armenios y muchos otros, todos agrupados bajo el título de “Ortodoxos orientales”, cuya herencia se remonta al Imperio romano de Oriente, donde la lengua dominante era el griego. Y hay que destacar la distinción entre católico (c minúscula), un término que nos encontraremos en el propio credo para designar a toda la iglesia, y a los Católicos romanos (c mayúscula) que son cristianos en plena comunión con el papa, que es el obispo de Roma. Su herencia se remonta al Imperio romano de Occidente, donde la lengua dominante era el latín. Muy pronto, hubo una traducción latina estándar del credo niceno que terminó —como veremos— con algunas diferencias respecto a la versión griega, una de las cuales es trivial, otra interesante y la tercera trágica. Los protestantes son herederos de esta tradición occidental, y la mayoría de las transcripciones del credo niceno utilizadas en las iglesias protestantes tienen sus raíces en la antigua traducción latina. El credo latino sigue entre nosotros, familiar para los amantes de la música eclesiástica de compositores como Palestrina, Bach y Mozart.

La traducción del credo que he hecho para los fines de este libro no tiene exactamente la misma redacción que cualquier versión utilizada en las iglesias, ya que, por desgracia, no existe una traducción estándar del credo niceno en inglés ni en español. Supongo que los lectores seguirán recitando el credo en la versión que acostumbran a utilizar los domingos; ciertamente lo espero, porque la oportunidad de confesar la fe juntos en el culto es una de las grandes bendiciones del credo, y no algo para manipular. Pero como hay tantas versiones, algunas de las cuales se remontan a cientos de años atrás y utilizan un español que ya no es familiar, a menudo tendré que comentar traducciones alternativas y redacciones antiguas que pueden resultar confusas. En mi propia traducción he tratado de ceñirme lo más posible al griego original.3 Pero también he comentado la traducción latina estándar cuando diverge del griego, ya que esta explica a menudo las variaciones en las versiones al español y al inglés, dándonos palabras como “consustancial”, y frases como “se hizo hombre”. Para organizar el comentario frase por frase, he dividido el credo en sus tres “artículos”, que es un término técnico (del que obtenemos la frase “un artículo de fe”) para las partes del credo dedicadas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Además, es conveniente dividir el segundo artículo en dos partes, la primera centrada en la divinidad del Señor Jesús y la segunda sobre su humanidad.

Como ya habrá notado, gran parte de este libro se centra en las palabras y su historia. En efecto, el credo se compone de palabras que son mucho más antiguas que cualquiera de los que ahora las pronunciamos. Una comprensión más rica y precisa de estas palabras es, por tanto, una forma de llegar a una comprensión más profunda de nuestra propia fe, que compartimos con aquellos que han confesado el credo a lo largo de los siglos de la tradición cristiana. Porque con ellos también nosotros hemos recibido un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo.

Como las palabras son antiguas, tienen capas. Uno de los objetivos de este libro es darle acceso a esas capas, de modo que cuando diga una palab