El despertar sexual de Candela - Historias eróticas sin censura - Ewa Heart - E-Book

El despertar sexual de Candela - Historias eróticas sin censura E-Book

Ewa Heart

0,0
3,49 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

El despertar sexual de Candela Candela, una sexy y coqueta estudiante, conoce a un señor tendero cuyo principal pasatiempo es observar a las jovencitas más desarrolladas e imaginarse pensamientos morbosos con ellas. Todas las personas tienen 21 años o más. Ninguna historia trata de menospreciar o denigrar al género respectivo. El sexo es hermoso, no importa lo sucio o duro que sea. Cada mujer y cada hombre debería (poder) disfrutar del placer a su manera.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 534

Veröffentlichungsjahr: 2020

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



El despertar sexual de Candela - Historias eróticas sin censura

El despertar sexual de Candela - Historias eróticas sin censuraCapítulo 1Capítulo 2Capítulo 3Capítulo 4Capítulo 5Página de créditos

El despertar sexual de Candela

Capítulo 1

Don Angel es un viejo que ronda por los 50 años, dueño de un local de esos conocidos como “tienditas de la esquina” donde también funge como el que despacha, dicha tienda se encuentra enfrente de una escuela de bachilleres, ambos locales separados solo por una calle de doble sentido muy poco transitada, la escuela tiene dos turnos, el matutino y el vespertino, siendo este último el que concentra a las muchachitas más desarrolladas.

Don Angel se recrea la pupila día a día, excepto los fines de semana, con las jovencitas que allí estudian y una que otra maestra, las hay de todas formas y tamaños; altas, chaparritas, gorditas, delgadas, güeritas, morenitas, etc.; pero las que más llaman la atención de nuestro mirón protagonista son aquellas que la naturaleza ha dotado de cuerpos perfectos y muy desarrollados para la edad con la que cuentan, y más aquellas niñas que gozan de provocar tanto a estudiantes, maestros y cualquier hombre que las vea con esas falditas tan cortas que prácticamente no les cubren nada.

Cada día Don Angel presume la mejor de sus cariadas sonrisas cuando las niñas se pasean por su acera o entran a su tienda, le encanta ver como a algunas de ellas el viento les juega malas pasadas con sus falditas, que ante la mas mínima brisa tienden a levantarse, enseñando desde shorts cortitos, licras ajustadas, pasando por pantys sexys, hasta las que llevan tangas provocativas o incluso las que se atreven a llevar apenas un divisible hilo que se pierde entre sus carnosas nalgas, el pobre hombre casi siente que se la va a salir el corazón cuando le toca ver a una de esas.

-ay niñas, deberás que la piden a gritos- dice para si nuestro anciano amigo, recordando esos momentos mientras se masturba a salud de las jovencitas en la soledad de su cuarto.

A Don Angel le encantan los días lluviosos, pues las niñas que entrar a su tienda a refugiarse del agua le enseñan sin querer una visión traslucida de sus cuerpos a través de la mojada tela de popelina del uniforme; además, es en estos días lluviosos y fríos cuando los pezones de las jovencitas parecieran no querer esconderse y sobresalen notoriamente por sobre sus blusas escolares.

Don Angel sabe que con su edad y aspecto físico no tiene la mínima oportunidad de lograr algo con alguna de esas señoritas, es feo, viejo, una panza cervecera y peluda, casi no tiene pelo en la cabeza excepto a los costados y un pequeño mechón que sobrevive a la calvicie arriba de su frente, una nariz que asemeja la forma de un hueso de mango, muchas verrugas en su rostro, incluso pareciera como si tuviera un ojo más grande que otro, ni siquiera tiene fortaleza física, su físico es flácido, sus piernas y brazos son escuálidos señas de que nunca en su vida ha hecho ejercicio o practicado algún deporte, casi no se afeita lo que hace que por semanas enteras luzca un aspecto facial muy descuidado, en fin, no llamaría en lo más mínimo la atención de alguna mujer, sin embargo, como él dice, la esperanza es lo último que se pierde.

En el trato es algo maleducado, principalmente con los muchachos, a quienes pone cara de pocos amigos, regaña y despacha de mala gana, no así con las niñas, a quienes les sonríe muy coqueto, como todo un galán de novela, intentando hacerles plática a las que se dejen, que casi siempre son las menos agraciadas, a las más bonitas tiende a agarrarles las manos a la hora de darles el cambio, incluso les da el producto si a la niña le falta que dos o tres pesos, cerrándoles el ojo y lanzando su mirada más seductora, teniendo como respuesta de las jovencitas por mucho las gracias, en ocasiones una forzada sonrisa o simplemente nada por el miedo que les da y lo morboso que se ve.

Hay muchas niñas que llaman su atención, y cada generación que entra significa unos 4 o 5 nuevos prospectos, de las muchas que le levantan el ánimo con solo verlas, esta Candela, una jovencita que se encontraría entre las cinco más deseadas del plantel, tanto por alumnos, maestros e incluso padres de familia, quienes piensan que esa jovencita seria mucho para alguno de sus pubertos hijos.

Candela es, de cuerpo, una de las más desarrolladas, poseedora de un rostro que envidiarían los ángeles más bellos, blanca, su cabello negro azulado, lacio y largo, a veces se hace unos rizos en la parte de enfrente, y es que esta niña demora mas para peinarse que lo que dura un partido de fútbol, sus labios se ven siempre húmedos gracias al brillo labial, un cuerpecito bien formadito, no le falta ni le sobra nada, ni siquiera el uniforme de la escuela puede tapar esas espectaculares curvaturas, unos senos muy desarrollados, unas piernotas que cualquiera quisiera morir ahorcado entre ellas, Candela usa las faldas algo cortas y eso hace lucir mucho mas sus torneadas piernas.

Como es de suponerse, Candela siempre está rodeada de chicos, siempre, en la cooperativa, en el salón de clase, a la hora de entrada, a la hora de salida, hasta en el baño ahí quienes ya la están esperando afuera a que salga, todos con las mismas intenciones, parecen perros cuando andan atrás de una perra que está en celo, esto desanima mucho a Don Angel, porque cuando Candela va a la tienda rodeada de tantos muchachos que superarían en número la escolta del presidente, no dejan que nuestro protagonista arme algo con semejante belleza, maldiciéndolos a todos y recordándoles a su progenitora en su morbosa mente.

-pinches chiquillos hijos de la chingada, parecen pájaros nalgones, ni pichan, ni cachan, ni dejan batear- dice para sí el pervertido viejo.

Candela es una niña algo ingenua en cuestión del sexo (no sé qué tipo de educación se dé en España o en los hermanos países latinoamericanos, pero acá en México, no en todo, la orientación sexual en las escuelas es prácticamente nula, muy pocos maestros tocan esos temas con sus alumnos, yo creo por temor a malentendidos con los padres de familia), su cuerpo nunca había sido manoseado por otra persona que no fuera ella, muchos chicos se habían aventurado pero terminaban con una cachetada por parte de la jovencita, era una niña que a pesar de vestir sexy se daba a respetar y no andaba haciendo desfiguros en público.

Sin embargo, detrás de esa mirada inocente, de esa niña que parecía no romper ni un plato, se encontraba una jovencita que ya sabía lo que era la pornografía, pues una de sus amigas le mostraba videos en sus celulares, de esos que duran pocos minutos, ella veía eso como algo prohibido, si bien era cierto que esos videos le provocaban cierta curiosidad ella se limitaba a verlos solo porque sus amigas los veían y como todas, no quieren quedarse atrás.

Había aprendido a masturbarse imaginándose situaciones morbosas, excitantes, pero también muy fuertes para ella y que precisamente había aprendido en tales videos, Candela guardaba situaciones que en lo más profundo y pervertido de su joven mente le gustaría en algún momento realizar, como chupar un miembro, que se corran en su boca, hasta en algún momento el de tener sexo con un viejo pervertido, veía en la tele noticias sobre que la policía había atrapado a un violador o a un pedófilo y en la soledad de su cuarto se imaginaba a ella teniendo sexo con el depravado.

Don Angel tenia afuera de su tienda dos banquitas, que eran aprovechadas por los muchachos que compraban algo para sentarse y platicar un rato, a Candela le gustaba sentarse allí pues aparte siempre daban sombra, Don Angel aprovechaba cuando había poco chamaco para estar parado ahí afuera viendo a la niña mover sus sensuales labios al platicar con su amiga o cruzando las piernas para no enseñar de mas, llevando a cabo sus primeros intentos por hacerle plática con frases como:

-que tal la escuela niñas?-

-descansando?-

-pero que calor está haciendo verdad?-

Ganando ciertas respuestas de algunos muchachos o incluso de la amiga, pero Candela era más reservada.

Cierto día la escuela abrió una convocatoria para seleccionar un equipo femenil de voleibol, deporte favorito de Candela, desde luego se inscribió y quedo entre las seleccionadas, mas por su cuerpo que por su talento, pues el entrenador era otro viejo pervertido igual que Don Angel, lo malo era que las prácticas eran después de clases, y como Candela asistía en el turno vespertino, tenía que regresar a practicar de 8 pm a 9 pm, y pues eso como que no le gustó a sus papás por que ya era algo tarde, sin embargo a Candela no le m*****aba pues vivía como a 20 minutos de la escuela caminando; como la niña era seria, estudiosa, llevaba muy buen promedio y nuca les había causado problemas accedieron a su capricho.

Don Angel casi siempre cerraba la tienda a las 9 pm, a él le valía pues era el dueño, hasta que un día, una vez cerrado el negocio, Don Angel se dispuso a barrer su banqueta, estaba por meterse cuando vio a Candela que venía caminando sola, con su playerita blanca y su short deportivo sumamente ajustado a sus caderas, culito y entrepierna, al verla Don Angel primero dijo para él:

“mira nada más lo que viene por ahí, tanta carne y yo chimuelo mmmm, cosita rica”

Pero a Candela le dijo:

-buenas noches niña, que andas haciendo tan tarde?- con el tono más amable y respetuoso que pudo disimular.

-buenas noches señor, vengo de mi práctica de voli- dijo Candela

Don Angel como la vio algo sudada rápidamente pensó en invitarle una bebida.

-no quieres un agua o un refresco niña?-

-asu, si me gustaría pero, no traigo dinero- contestó la chica

-yo te lo invito, no te preocupes, pero nada más a ti ehhh, no vayas a decir en la escuela a tus amigos porque después los voy a tener a todos aquí queriendo que les invite algo y me van a dejar en la quiebra- decía el viejo.

-jejejeje, ay señor que cosas dice- decía Candela mientras se reía.

-me llamo Angellino hija, y tu cómo te llamas?- preguntó el viejo, aunque ya sabía su nombre pues había escuchado como la nombraban los demás jovencitos.

-Candela- respondió la nena

-Candela, que bonito nombre, espérame voy por el refresco o quieres agua?- ofreció el viejo.

-ay señor me da pena- decía Candela no muy convencida.

-que no te de pena hija, con confianza,- insistía el viejo.

-bueno, un agua porfa- dijo Candela pues como cuidaba su cuerpo casi no tomaba refresco.

Don Angel regresó con una botella de Bonafont de a litro, (marca de agua preferida por Candela), de las más frías que tenia, Candela comenzó a tomar mientras Don Angel no perdía detalle de cómo se empinaba el envase, como esos sensuales labios rodeaban el chipo de la botella, intentando abrir más sus ojos para observar mejor el espectáculo, así como también observaba los tragos que bajaban por su garganta, en esa posición que había adoptado la nena podía apreciar cómo se elevaban sus senos, redonditos y paraditos.

-ay, muchas gracias Don Angel, moría de sed, mañana se la pago- decía la nena quien ya se había quitado lo acalorada.

-no te preocupes hija, la casa paga- respondía Don Angel queriendo quedar bien con la muchachita.

-muchas gracias, bueno Don Angel me tengo que ir, me gustaría seguir platicando con usted pero se me va a hacer más tarde,- decía la nena.

-si hija te entiendo, te vas con cuidado, nada de platicar con extraños ehh- decía el viejo Angellino.

-hasta mañana Don Angel, otro día platicamos, sale- se despedía la niña sonriéndole agradecida.

-si hija, para mi será un honor platicar con una belleza como tu- dijo el viejo Angel, sonrojando a la nena y logrando que esta le regalara una atractiva sonrisa.

Candela continuo su andar con esa coquetería que distingue a las mujeres que saben que son dueñas de un cuerpo que no puede pasar desapercibido, Don Angel no perdió detalle de eso, veía embelesado como se le marcaba el calzoncito a la jovencita debido a su ajustadísimo short y solo se metió a su casa hasta que Candela se le perdió de vista.

-hija de la chingada si estas rebuena, pendeja rica, mmmm,-

Decía Don Angel mientras cerraba su puerta, lo más seguro es que antes de dormir se haría una chaqueta a salud de la ingenua Candela.

Al otro día, a las 6: 30 pm, la hora que salía Candela junto con el resto de los escuincles, Don Angel esperaba ansioso a ver si la niña pasaba por su acera, entre tanto chiquillo y padres de familia logró distinguirla, como siempre con uno que otro chico al lado, pero Candela con la única que platicaba era con su amiga, una muchachita también muy bonita aunque con un cuerpo menos desarrollado que el de Candela.

Don Angel pensó que a lo mejor la niña no se acordaría de lo de ayer, y que pasaría por ahí como si nada, no fue así, pues Candela al pasar cerca de la tienda volteó hacia adentro, y cuando sus hermosos ojitos visualizaron la nada atractiva figura de Don Angel lo saludó con la clásica señal de adiós con la mano, recibiendo la misma seña por parte del viejo tendero además de una sonrisa de oreja a oreja.

-a quien saludas?- preguntó la amiga de Candela.

-a Don Angel- respondió la jovencita.

-Don Angel?, ese quién es?- volvió a preguntar su amiga.

-pues Don Angel, el señor de la tienda- respondía Candela.

-¡el viejo pervertido ese!,- decía su amiga.

-ay Lupe no le digas así, ese señor se ve que es bien buena gente, anoche me invitó un agua cuando salí de mi práctica de voli- contestó la jovencita.

-¡buena gente!, ese señor es bien pervertido, a mi luego me quiere agarrar la mano cuando me da el cambio, por eso mejor siempre le pago con lo exacto y es más, se lo dejo ahí que él lo agarre, te voy a contar algo pero no vayas a decir nada, me contaron por ahí que ese señor intento manosear a Karina la del C- decía Lupe a Candela, esta última frase en una voz muy bajita para que no escucharan los que iban al lado de ellas

-ay tú que les crees a los chamacos, además Karina es bien encimosa, además conmigo nunca se ha querido pasar de listo, anoche platique con él y se ve un señor muy respetuoso- respondía Candela mientras era mal vista por su amiga.

-pues yo nada mas te digo para que no te confíes, y si puedes mejor no pases a su tienda en las noches- advertía su amiga

Candela siguió caminando y platicando con su amiga mientras Don Angel no la perdía de vista hasta que su mirada se desvió hacia una muchachita morena bien piernuda, quien se estaba bajando las calcetas a los tobillos, y de paso le daba una espectacular vista a Don Angel pues al estar agachada y con su faldita corta se le veían los calzones.

-ay niña no me pongas esa cara- decía Don Angel mientras se recargaba de frente a la pared al mismo tiempo que punteaba la pared con su empalmada verga, Don Angel se dio cuenta que era visto por un niño, quien se le quedaba viendo muy raro.

-que estás viendo chamaco metiche, deja de estarme ensuciando la entrada- decía el viejo mientras se metía para su tienda, metiendo una mano dentro de su bolsillo para acomodar su verga dentro del pantalón para que la gente no se diera cuenta que la llevaba excitada.

Don Angel siguió topándose con Candela en las noches, no todas pues había veces que sus padres iban por ella, sin embargo las poquitas noches que se la topaba trataba de aprovecharlas al máximo para hacerle plática, platicaba sobre la escuela, sus gustos, ahí se enteró que no tenia novio, aunque se daba cuenta de que pretendientes le sobraban, la niña no había hecho caso a su amiga, pensaba que todo era invento de los chamacos.

Don Angel comenzó a cerrar más tarde, para así platicar con Candela adentro del negocio, de vez en cuando le invitaba galletas, sabritas, pocas veces chocolates pues Candela casi no los comía porque decía que le salían espinillas, como Don Angel vendía cerveza, varias noche llegaba uno que otro borracho por su medicina, y se iban no sin antes darle un repaso al cuerpecito de Candela, apenas cubierto por una playerita que cuando levantaba los brazos enseñaba el ombligo y su cinturita; su cortísimo short mostraba sus blancas piernas, sin ningún tipo de bello y ninguna especie de grano, se le ajustaba tanto que casi parecía bóxer y nos daba una idea de cómo era Candela desnuda.

Otra cosa que vendía Don Angel eran revistas, desde las de Cocina Fácil, Muy Interesante, Disney para Colorear, hasta las Playboy, Maxim, y las mexicanas para adultos de las Chambeadoras, Microbuseros en Paradas Continuas, Almas Perversas y todos los demás títulos que conforman el extenso surtido de revistas eróticas mexicanas, según tenía prohibido exhibirlas a la vista de los jovencitos pero estos eran los que más consumían ese producto.

Candela no pudo voltear a ver para otro lado cuando las vio, una vez había encontrado tirada en la calle una de esas revistas, la repasó y le había parecido interesante, sin embargo ella no podía comprar una pues le daba pena ir a las tiendas y pedirla.

Una noche mientras Don Angel atendía una clienta, Candela se acercó al revistero, y de reojo trataba de memorizar las portadas tan excitantes a la vista, simulaba que leía una revista de recetas mientras sus ojos se dirigían a esas revistitas tan conocidas acá en México, sin darse cuenta que Don Angel la veía e intuía la dirección de su mirada.

Una vez que la señora que atendía Don Angel se fue, el viejo y la jovencita siguieron platicando, a Don Angel se le hizo fácil tomar una revista de esas y ojearla enfrente de Candela, mientras a ella se le veía que se la comía la curiosidad, estaban en silencio hasta que Don Angel dijo:

-sabes Candela, cuando necesites algo, cualquier cosa, ya sabes, con confianza puedes pedírmela , incluso si algún día ocupas una revista para hacer tarea te la puedes llevar y luego me la traes- decía Don Angel con un acento cómplice.

-ajaa, si gracias, ehhhh Don Angel ya me tengo que ir, ya es tarde- dijo la nena

-si hija, vete con cuidado- la despidió el viejo.

Candela se despidió y salió inmediatamente, quería llegar a su casa lo más rápido posible pues pensaba masturbarse con las imágenes que tenía en mente de las revistas aprovechando que estaban frescas, y cuando llegó así lo hizo, se desnudó para imaginarse que era ella la muchacha de la portada, y comenzó a darse placer ella misma, metía dos dedos rítmicamente dentro de su juvenil sexo, en toda su habitación se sentía un calorcito propio del cuerpo de Candela, ella aprovechaba que sus padres no se encontraban en casa para darse gusto.

Se tiró boca arriba en la cama con las piernas bien abiertas, imaginándose un cuerpo masculino entre ellas, se tallaba su juvenil coñito a ritmos acelerados, en un momento colocó una almohada entre sus piernas y empezó a usarla simulando que era un hombre, realizaba con la almohada movimientos tan naturales como si la almohada la estuviera penetrando, Candela jadeaba y jadeaba hasta que estalló en un orgasmo riquísimo y tuvo que apretar sus muslos contra la almohada dejándola empapada en jugos vaginales.

Candela respiraba agitadamente, se recuperaba de su orgasmo, su sexo le comía y ella lo rascaba con sus dedos, si bien sus masturbadas la dejaban hasta cierto punto satisfecha, ella misma se daba cuenta que no eran lo suficiente para calmar su calentura, faltaba algo mas, algo que su cuerpo le reclamaba, sentía un hueco en su panochita cada vez que terminaba de masturbarse, un hueco que sentía que debía rellenar con algo, ella misma ya sabía de que se trataba, su juvenil cuerpo ya le exigía una verga dentro de ella.

Candela se masturbaba muy seguido, contaba con la ventaja de que dormía en un cuarto independiente y no tenia hermanos m*****os que la interrumpieran, además sus padres caso todo el día estaban fuera de casa, así como para muchos el cigarro o el alcohol es su vicio para Candela se había vuelto el auto complacerse, una maña que no iba con la inocencia que el rostro de Candela exhibía al exterior.

Pasaron varios días para que Candela pudiera volver a entrar a la tienda de Don Angel porque sus padres iban más seguido por ella, además las prácticas y los partidos oficiales no eran de todos los días.

Un día estando en la tienda con Don Angel, aprovechó que a nuestro maduro amigo le hablaron por teléfono, teniendo que ir a contestar adentro, en la parte donde acaba la tienda y empieza la casa, pidiéndole a Candela que le cuidara el negocio, esa noche hacia un calor tremendo y la chiquilla se había quitado su playera de prácticas y se había quedado con un sexy top que dejaba a la vista su cintura y una buena parte de sus senos.

La joven Candela agarró una revista de la National, según para leerla, pero dentro de ella colocó una revista erótica de las mexicanas ya que por su tamaño caben perfectamente, así daba la impresión de que lo que estaba leyendo era la conocida revista amarilla.

Ya una vez desocupado el tío, continuo preguntando a Candela sobre temas personales y recorriendo con su lasciva mirada toda la anatomía de la jovencita, en un descuido de la chiquilla, el viejo pudo ver que no estaba leyendo tal revista, la verga se le paró instantáneamente con el simple hecho de saber que Candela se estaba cultivando mentalmente.

“ahhh, que niña de curiosa,” decía el viejo en su puerca mente mientras Candela ponía su faceta más inocente que tenia.

-Candela que estás viendo?- dijo el viejo Angel.

-ehhh, nada, esta revista- contestó Candela muy nerviosa levantando un poco la revista amarilla.

-a ver- dijo Don Angel mientras le arrebataba la revista de la mano, la revista erótica cayó a los pies del viejo.

Don Angel se dio cuenta de lo que Candela estaba viendo, la nena estaba entre asustada y nerviosa, pensaba que Don Angel le diría a sus padres o que se enojaría y ya no la dejaría agarrar mas las revistas, además no cabía de la vergüenza que sentía en ese momento, algo tan natural para nosotros significaba mucha vergüenza para esta jovencita.

-perdón Don Angel, no lo volveré a hacer, pero por favor no le diga a mis papas- decía esto la niña pues Don Angel ya conocía a sus padres, ya que como la escuela se quedaba vacía después de las prácticas, en ocasiones Candela esperaba a sus progenitores sentada en las bancas de la tienda de Don Angel.

Don Angel jaló a la niña hacia la parte donde es su casa, se asomó para su tienda asegurándose de que no entraba nadie y volteó a ver algo serio a la apenada Candela.

-no mi niña como crees,- decía Don Angel de una forma algo paternal, acariciando el cabello de la jovencita y aprovecho la situación para darle un abrazo, al oír esto el alma de Candela regresaba a su cuerpo así como una sensación de tranquilidad en su mente.

-gracias Don Angel, por eso es mi vendedor favorito- dijo la nena, intentado encontentar al viejo pues pensaba que se había m*****ado.

-de veras mi niña- dijo Don Angel esbozando una amarillenta sonrisa, un prolongado silencio reinó entre ellos, mientras el viejo seguía abrazándola, ella por lo tanto con los ojos cerrados aceptaba ese abrazo, sentía las pasadas manos del viejo en su espalda así como la abultada panza de Don Angel en su esbelto y firme abdomen.

-si quieres te puedo prestar las revistas para que las veas más tranquila en tu casa y luego me las regresas, solo te pido una cosa, no le vayas a decir a nadie que yo te las presto, ehh- le decía el viejo casi en el oído, pues ambos seguían abrazados.

-no Don Angel, me da pena con usted, que va a pensar de mi?- decía la jovencita en un tono muy bajo y parándose de puntitas para alcanzar a decírselo a Don Angel a su peludo oído.

-pena de que mi niña, y que no te preocupe eso, como voy a pensar mal de una niña tan bonita como tú, yo sé lo que se siente querer ver una revista de estas y no poder, yo también tuve tu edad y fui curioso, y me hubiera gustado encontrarme a alguien que me ayudara de la manera en que yo te quiero ayudar a ti- decía el viejo más cerca de su oído, mientras sus manos ya tomaban a Candela de su cintura y la apretaba hacia su flácido cuerpo.

Candela se quedó pensando un poco, muy sexy con un dedo en sus labios, hasta que dijo.

-de veras me prestaría una revista de esas Don Angel?- dijo la nena, al tiempo que sus delicadas manitas se posaron en el pecho del viejo pervertido, todo esto lo decía Candela sin voltear a ver a Don Angel, aun sentía algo de pena.

-si mija, nada mas no le digas a nadie, porque me puedo meter en problemas con tus padres, que sea nuestro secreto- decía el viejo sabiendo que ya tenía un secreto que guardar y que era cómplice de nada más y nada menos una de las jovencitas más deseadas del plantel, y porque no decirlo, de la ciudad entera.

El viejo Don Angel ahora jugaba con el elástico del shorcito de Candela y bastaba con que volteara un poco hacia abajo para que pudiera admirar lo bien que su top apretaba sus antojables senos.

-no Don Angel como cree, no soy tonta- dijo la nena

-entonces si quieres puedes llevarte una desde ahorita- dijo el viejo.

-sí, creo que me llevaré una Don Angel- dijo Candela separándose del viejo pues sentía que ya llevaban mucho tiempo abrazados, además de que sintió algo extraño en los toqueteos de Don Angel, malicia, Don Angel tocaba la piel de su femenina cintura directamente, además una de sus manos se aventuraba a ir debajo de su shorcito y jugaba ahora con el elástico de la sexy panty de la niña.

Ese descarado movimiento casi la hace rechazar la oferta del viejo Angellino, sin embargo su curiosidad era más fuerte.

-llévate las que quieras Candela- decía el viejo tendero.

Así que en la pequeña mochila donde guardaba su camisa de entrenar se llevaba las revistas para que sus papas no las vieran, así pasaron los días, semanas, meses, cada vez Don Angel se las iba subiendo de tono.

Se llegó el día del estudiante, ese día la escuela tendría una tardeada y se había permitido a los alumnos ir de civil, Candela sabía que era oportunidad de lucirse, se arregló como solo ella sabe, su cabello planchadito, bien maquilladita, su rostro sin ningún tipo de imperfección junto con su desarrollado cuerpo le daban la apariencia de ser de una muchacha de unos 22 años y eso que Candela era cinco años más chica, se pinto sus sensuales labios con su brillo, los relamía degustando ese sabor cereza y los juntaba muy coqueta dispersando el cosmético de belleza.

Incluso ella misma se sorprendió al verse, era tan bella que hasta las diosas del Olimpo deberían de estar celosas, se veía su rostro en todos los ángulos que el espejo le permitía, entonces al verse tan mujer, decidió vestirse como una y empezar a olvidar todo lo infantil que en ella aun se encontraba, se dijo que ese día se iría vestida lo más sexy posible.

Se puso una blusa roja escotada, que dejaba ver buena parte de sus redondos encantos, ya desarrollados, y un brasier ajustado que los hacían ver aun más voluminosos, abajo se puso primero una lickra roja y una minifalda negra tableada, la más mini que tenia, se observó en el espejo ahora de cuerpo completo, se daba vueltas haciendo que los tablones de su falda se elevaran y enseñaran de mas, pero como que no se sentía muy sexy a pesar de que vestida así cualquier hombre se la aventaría encima.

Optó por sacar una pantaletita mas chica, se quitó la lickra y se puso la pantaleta, se volvió a dar de vueltas sobre su propio eje, pero como que igual que con la lickra, no se sentía sexy; se dirigió a su cajón de ropa interior y ahora sacó una pequeñísima tanguita rosa pastel, Candela casi no usaba tanga, solo se la puso porque quería ver qué tal le quedaba, se daba de vueltas y veía todo lo que enseñaba, se agachaba simulando que recogía algo mientras veía en el espejo que tanta carne enseñaba, estaba en uno de esos momentos en que su joven mente la ponía a fantasear, claro que no pensaba llevarse la tanguita puesta, solo era para probársela y después ponerse algo más discreto, pues ella misma se daba cuenta de lo micro de su falda.

Se colocó unos zapatillas de tacón que lo único que hacían era realzar sus ya formidables piernas y elevar mas su deseable culito, se miró al espejo y estaba por demás impresionante, todo un mujeron, terminaba por afinar los últimos detalles y ponerse unos llamativos aretes cuando en eso recibió una llamada de su amiga Lupe que ya estaba abajo esperándola, se le había ido el tiempo arreglándose, agarró su mochila pues tendría unas cuantas clases y salió lo más rápido posible para treparse a la recién comprada moto de su amiga Lupe, su madre estando embobada viendo la tele no se dio cuenta de cómo iba su hija vestida y solo la despidió con un “te regresas temprano”; Candela, por las prisas se le olvidó cambiarse la tanga y se acordó ya cuando había llegado a la escuela, y eso porque cachó a un maestro viéndola mientras ella se abría de piernas para bajarse de la moto.

Ya en la escuela, Candela era la sensación del momento, tanto alumnos como maestros y uno que otro padre de familia que llevaban a sus hijos a la escuela desviaban la mirada con la intención de no perder ni el más insignificante detalle de sus movimientos, y porque no, tratar de ver más allá de lo que tapaba esa faldita, que de por si no era mucho, solo los glúteos; caso contrario las alumnas, maestras y una que otra madre de familia, quienes la tachaban de otra muchachita que se estaba haciendo mala fama, y es que el modo en que Candela iba vestida no era el más adecuado.

Se llegó la hora de la música y como es de esperarse Candela era rodeada por un número considerable de muchachos invitándola a bailar, que de por si ese tipo de música más que bailar se trata de arrimar, parecían buitres cazando un a****l moribundo, llegó un momento en que cansaron a nuestra protagonista con tanta galantería y presumidez que prefirió irse con su grupito de amigas, las horas pasaron y Candela bailaba con una amiga muy sensualmente, haciendo babear a más de uno y regalando poses casi rayando en lo erótico a otros, los cuales en unas horas seguro estarían en el baño desahogando sus tensiones, y es que a pesar de ser jovencitos ya tenían edad para jalarle el pescuezo al ganso.

El consumir tanto líquido hizo que a Candela le dieran ganas de ir al baño, se dirigió a los sanitarios femeninos pero el conserje no la dejó pasar debido a que no había agua y además una niña se había vomitado dejando un fuerte olor que ni el conserje se atrevía a entrar y que ni el más poderoso aroma floral podía disimular.

-malditos niños hijos de la chingada, como si no tuviera trabajo?- decía el pobre conserje enojado, considerando que no le pagaban lo suficiente para realizar este tipo de trabajos.

Candela veía que algunas alumnas entraban al baño de los hombres pero a ella le daba asco pues los muchachos eran muy asquerosos, muchas veces escuchó pláticas de que los chicos se masturbaban ahí adentro o de que otros orinaban la taza del baño a propósito solo para darle más trabajo al conserje, además sin agua esos baños deberían de estar asquerosos, no sabía qué hacer estaba a punto de entrar al baño de hombres cuando en eso se le vino a la mente el viejo Angel, así que pensó en irle a pedir prestado el baño a su pervertido “amigo”.

Se dirigió al portón de la escuela y vio que la prefecta no estaba cuidando, no lo pensó dos veces y salió para la tienda, con esas zapatillonas se la hacía difícil caminar, aun así, caminaba muy coqueto moviendo sus brazos para equilibrarse, llegó a la tienda pero el negocio se encontraba cerrado, entonces pensó que a lo mejor Don Angel no se encontraba en casa, como quiera tocó y tocó pero nadie contestó, volvió a tocar y nada, tocó otras dos veces y como no le contestaron pensó regresar antes de que la prefecta que cuidaba la entrada del portón de la escuela regresara, estaba por darse la vuelta cuando en eso abrieron una pequeña rendija de la cortina de lámina.

-quién es?- dijo Don Angel en tono algo m*****o.

-soy yo Don Angel, me puede abrir porfis- decía la sensual muchacha.

“te voy a abrir pero de patas” decía en su depravada mente Don Angel al reconocer el bello rostro de Candela,

-ay voy Candela,- Don Angel abrió la puerta de la cortina y al ver a la chamaca se le paró instantáneamente la verga y no pudo evitar repasarla de arriba a abajo mientras Candela le sonreía muy coqueta con sus manos hacia atrás y girando levemente su apetecible cuerpecito, rápidamente Don Angel la metió y asomándose que nadie los hubiera visto cerró la cortina.

-Don Angel me presta su baño, es que el de la escuela se descompuso- Don Angel ponía atención en todo el cuerpo de la nena sin escuchar lo que ella le estaba diciendo.

-ehhh, perdón Candela que me decías?- dijo el viejo Angel.

-que si me presta su baño porfis Don Angel, es que el de la escuela se descompuso-

-si mija pásale,- la llevó hasta la puerta del baño, siempre atrás de ella sin perder detalle de ese perfecto andar y ese coqueto movimiento de caderas que solo este tipo de mujeres puede realizar.

-Candela que bonitas tus zapatillas- decía el viejo cuando en realidad lo que no perdía de vista era ese tremendo culo.

-gracias Don Angel, las estoy estrenando- decía la jovencita.

Ya una vez que Candela realizó sus necesidades, se dirigió al sillón donde se encontraba sentado Don Angel, el cuarto estaba muy silencioso, solo se escuchaba los tacones de Candela al caminar.

-ay, estoy muy cansada,- decía Candela mientras se dejaba caer en el sillón cerca de Don Angel.

-de que es la fiesta?- preguntaba el viejo

-es de lo de la semana del estudiante,- respondió Candela mientras se miraba sus uñas.

-y que, no esta divertida?- preguntó el anciano mientras no dejaba de ver las piernas de la chica.

-sí, pero lo malo es que no dan Caribes y como se me antoja una- decía Candela, mientras Don Angel no perdía detalle del movimiento de sus labios.

-apoco tomas de esas cosas Candela?- preguntó el viejo

-si, porque, no tiene nada de malo- se defendía la nena.

-no, claro que no, lo que pasa es que no pensé que una jovencita tan recatada como tú, tuviera esos gustos- decía el viejo

-ay Don Angel, no me diga que me va a regañar- decía la nena en tono sarcástico.

-no mija como crees,- y aprovechó el viejo para darle un abrazo y jalarla hacia él mientras Candela reía creyendo que era de juego.

-pues agarra una mija, ya sabes cómo está el negocio, por ahí me traes una cerveza- dijo Don Angel mientras tomaba a Candela de su delicada mano pues ella se había levantado y estaba parada frente a él.

Candela fue a tomar las cosas y regresó a sentarse, en eso Don Angel le preguntó

-Candela hija, que tal están las revistas que te he prestado- dijo regalándole una mirada cómplice y dándole el primer sorbo a la cerveza.

-bien, acabo de ver ayer la que me prestó el otro día,- decía Candela mientras se acomodaba la falda para no enseñar su pequeña prenda, que aun así con las piernas cruzadas, alcanzaba a notarse.

-no te gustaría ver pero una película- dijo mientras acercaba mas su panzón cuerpo con el de la jovencita.

-una película?- dijo la jovencita.

Candela se quedo callada, si bien desde hace mucho que tenia curiosidad por rentar una película porno no se atrevía por lo mismo, sabía que era algo prohibido además nunca lo haría por miedo al que dirán; a pesar de que se llevaba con Don Angel, en ese momento se empezó a sentir nerviosa, como si estuviera ante un desconocido, Don Angel no esperó respuesta de Candela y se levantó para apretar un botón de la DVD y encender nuevamente el televisor, se volvió a sentar pero ahora muy pegado a Candela quien yacía inmóvil, con sus piernas juntas y uno de sus tirantes deslizándose por su hombro.

-yo ahorita estoy viendo una- dijo el viejo con una cara de libidinoso.

-ehh, Don Angele, creo que mejor….. -Candela no pudo terminar de decir esa frase, la película había regresado del pause y se exhibía ante los curiosos y muy abiertos ojos de la niña.

Pocos minutos pasaron cuando el viejo Angel pasó uno de sus brazos por sobre los hombros de la jovencita, Candela muy nerviosa veía tímidamente las imágenes en alta definición, veía con una claridad excelente como el enorme miembro del actor se incrustaba dentro del húmedo sexo de la actriz, escuchaba los gemidos de ella ante cada embestida, el viejo Angel volteaba a ver de vez en cuando las reacciones por parte de Candela, el pensaba que Candela se iría enseguida y que tal vez le diría alguna grosería como “viejo cochino”, “viejo depravado”, “viejo pervertido”, “viejo enfermo”, u otros tantos calificativos que las jovencitas más serias le decían cuando intentaba pasarse de listo con ellas, sin embargo Candela no actuó de esa manera, al contrario, permanecía sentada, callada y con sus piernas bien cerradas viendo atenta su primera porno.

Candela tímidamente comenzó a acariciar ella misma sus muslos, sentía un calorcito que la recorría, si por ella fuera se desnudaría pero recordaba que estaba en casa del viejo pederasta.

Don Angel en tanto le daba el último trago a su cerveza, e hizo algo arriesgado pero que no le importó, sabía que Dios le estaba dando una oportunidad de tener algo de diversión esta noche, así que era hora de avanzar, que importaba que la niña lo rechazara o se saliera, iba a intentarlo, total, no perdía nada y podía ganar muchísimo, “putas van y viene” pensaba el viejo, así que comenzó a tallar levemente su miembro por sobre su pegado short, rápidamente apareció un bulto enorme.

Candela al estar tan cerca de él no pudo evitar voltear a ver la actividad de Don Angel, ella también deseaba tocarse desde hace mucho pero la pena le podía, su pequeña manita rondaba cerca de su preciado sexo, hacia círculos con su dedo por sobre sus desnudos muslos, y de vez en cuando movía sus labios muy coquetamente, podía sentir sus pezones que se empezaban a levantar.

Candela subió sus piernas al sillón y las abrió ligeramente, después las cerraba y volvía a abrirlas repitiendo estos movimientos muchas veces y mostrando su rosita prenda, su rostro por momentos volteaba a ver el grueso mástil de Don Angel y solo dejaba de admirarlo cuando el viejo volteaba a verla.

La manita de Candela tímidamente intentaba tapar su íntima prenda, aunque solo fue un pretexto para que ella comenzara a tallar delicadamente su sexo, lo hacía cuidando de que Don Angel no la viera, y cuando el pervertido viejo volteaba ella simulaba tapar su intimidad y no estarse tocando, el viejo ya hace mucho que se había dado cuenta por los movimientos de Candela que la niña estaba excitada quizás tanto o quizás más que el.

El viejo Angel bajo un poco su short y sacó su verga para masturbarla mejor, ante los ojos incrédulos de Candela quien veía la herramienta incluso más grande que la de los actores de la película que veían.

-espero que no te incomode Candela pero es que siempre que veo una porno me dan ganas de jalármela,- decía el cochino viejo.

Candela no contesto nada, solo se quedo callada mirando la cabezota del miembro por demás lubricada.

-y tu Candela, desde cuanto hace que te masturbas?- preguntó el viejo

-yoo.. yoo.. de… desde, yo no hago eso D.. Don Angel- decía nerviosa la joven colegiala.

-y entonces que es esa mancha de humedad que sale de tu tanga- preguntó el viejo.

Candela volteo a ver su prenda y efectivamente había una pequeña mancha húmeda que revelaba la lubricación de su juvenil sexo

El viejo notó en Candela un nerviosismo extremo, así que precedió a calmarla,

-tranquila Candela, acuérdate que soy tu amigo, no diré nada a nadie, prometo guardar tu secreto de que te masturbas si tu guardas uno mío- la niña solo asintió con la cabeza.

-mi secreto es que me masturbo pensando en ti, que desde la primera vez que te vi he deseado aparearme contigo como verdaderos a****les en celo, y que me gustaría que eso sucediera esta noche- decía el viejo al oído de Candela, el viejo muy hábil había dejado de masturbarse y ahora su dedo recorría la caliente rajita de Candela.

La niña intentó apartar esa pervertida mano de su intimidad, pero al sentir los hábiles dedos de Don Angel solo acompañaba con su mano el movimiento de la del viejo.

-Don Angel, nooo- decía Candela muy débil.

-no que?- respondió el viejo-

-no meta su mano ahí, por favor,-dijo la nena, el viejo aprovecho para aspirar el perfumado cuello de Candela y pegarle una ligera mordidita.

El viejo se acercó aun mas a Candela y ahora ya eran sus dos manos las que recorrían esa virginal entrada por debajo de la prenda, el viejo podía sentir unos cuantos vellos que cubrían el sexo de Candela, el viejo metió levemente uno de sus dedos dentro de esa húmeda cuevita y empezó a buscar el clítoris de la nena,

-don Angel, tengo otro secreto,- dijo la nena al sentir el viejo dedo husmear en su intimidad.

-cual mi niña?- preguntó el viejo.

-s……………………, s………………….., soy virgen- dijo la jovencita con una vocecita casi inaudible.

-¡COMO!, no me digas que entonces, esos… esa bola… todos esos mariconcitos que siempre andan atrás de ti no te han, no eso está muy mal, eso lo tenemos que arreglar esta noche- decía el viejo.

-no, que me va a hacer Don Angel- preguntaba la jovencita quien no dejaba de ser manoseada de su sexo y sentir esas ricas cosquillitas que sentía cuando ella se tocaba, solo que según ella, Don Angel se lo hacía más rico.

-tú solo cierra los ojos y ponte flojita, de lo demás me encargo yo- dijo el viejo Angel al mismo tiempo que se iba quitando su vieja camiseta…

Capítulo 2

En una humilde vivienda característica de una familia de clase media tirándole a baja, un emocionado jovencito post puberto y de cuerpo semidesarrollado, con un rostro en donde algunas imperfecciones se negaban a desaparecer aun usando jabones anti acné de última generación, se acicalaba cuidadosamente, se vestía con una camisa azul y pantalón negro de estilo muy moderno, se calzaba con zapatos Nike de imitación y depositaba kilos de gel en su cabello buscando el peinado perfecto, perfumaba su aun infantil anatomía con una loción tomada prestada a su padre sin que este se enterara, el joven metía en su mochila un perro de peluche comprado con algunos ahorros suyos en su trabajo como cerillo en un supermercado, muy emocionado suspiraba por la dichosa afortunada quien en pocas horas tendría entre sus delicadas manos ese lindo detalle, el jovencito salía de su casa no sin antes darle un amoroso abrazo a su madre y recibiendo la bendición de ella para posteriormente tomar el autobús que lo llevaría a su escuela.

En otra casa con un nivel económico un poco más alto, el viejo Angel se levantaba después de dormir prácticamente todo el día después de haberse desvelado tomando en su casa con algunos viejos conocidos que le habían caído de sorpresa, un aspecto crudesco y malhumorado predominaba en el feo rostro del viejo, la barba de tres días compuesta en su gran mayoría por pelos blancos y tiesos era más que notoria, le dio flojera abrir la tienda ese día ya que la semana había dejado buena venta además de que le había ido muy bien en el juego de barajas de la noche anterior sin mencionar la solicitud de un préstamo bancario que le había sido aprobado con la intención de actualizar su pyme, así que decidió ver un poco de porno para masturbarse después de algo de tiempo de no hacerlo, recordaba a una tierna niña alumna de la escuela de enfrente y el solo visualizarla mentalmente y recordar cuando la abrazó casi metiéndole su sucias mano a escasos centímetros de su sexo su miembro se levantó como un poste, pensaba en la lejana posibilidad de algún día tenerla en el sillón arrodillada y vestida con lencería fina mamándole su miembro mientras el bebe una cerveza y brama disfrutando de la húmeda y suavecita lengua, el viejo cernía sus peludas bolas testiculares atascadas de espeso líquido que estaba a pocas horas de descargar, el viejo podía sentir en cada meneo el chocar del líquido contra las paredes testiculares.

El que Don Angel se quitara su sudada camiseta dio oportunidad a la joven de alejar un poco su tremendo cuerpo de las cercanías del caliente viejo, la jovencita estaba desconcertada por la osadía a la que se había atrevido Don Angel y por un momento pasó por su mente la idea de retirarse pero, por otro lado, quería seguir disfrutando las prohibidas escenas que veía en el monitor y además de que sentía un rico cosquilleo en su sexo gracias a las experimentadas caricias que el viejo Angel le había regalado, a pesar de que estas tenían minutos que habían cesado aun podía sentirlas como si todavía las estuviera recibiendo, un cosquilleo aun mas delicioso en comparación a sus todavía inexpertas masturbaciones.

El viejo ahora mediría el terreno, no atacó desesperado ya que podría asustar a la nena, tenía que ir poco a poco, se dispuso nuevamente a observar la película desparramando su desaseado cuerpo ya sin camisa sobre el sillón, quería darse cuenta del impacto que había tenido en la jovencita ese acto impuro y depravado, el viejo se sentía satisfecho (por el momento) al haber sentido con sus sucios dedos esas partes íntimas, calientitas y nunca antes manoseadas (por otro) de la adolescente, le bastaba por el momento con ver dos de sus dedos cubiertos de un néctar brilloso de olor exquisito, en caso de que la joven se retirara, ya elaboraría un nuevo método para con el cual volverla a engañar y que se dejara manosear otra vez aprovechándose de la ingenuidad y la edad de la calentura por la que Candela atravesaba.

El viejo esperó y esperó, observado de reojo a la nena quien no se incorporaba, se mantenía quieta, como si no hubiese ocurrido nada, todavía la jovencita acomodó su faldita pues se le había subido prácticamente toda y enconchándose de hombros subía el tirante de su blusa muy delicadamente, una buena cantidad de su azulado cabello cubría la parte de su rostro que daba hacia el viejo, Don Angel solo alcanzaba a ver una perfecta naricita delineada con los más finos y profesionales trazos así como un par de carnositos labios que según él mostraban una sencilla pero coqueta risita.

“de que se reirá esta putita” pensaba el viejo

La jovencita acariciaba su cabello a manera de peinarlo muy femeninamente con sus dedos; por lo tanto Don Angel acechaba como un león hambriento cazando a un indefenso y herido ciervo, las facciones pervertidas de su rostro hacían verlo como un auténtico a****l, Don Angel en ese momento poseía esa mirada retorcida de un hombre desnudando con la vista a una jovencita, además lo feo de la cara le daban un toque especialmente morboso.

El viejo no aguantó tener tan cerca a la tentación convertida en mujer y decidió avanzar, sabía que no tenía toda la tarde-noche si quería hacer algo más que un simple manoseo, y si bien no tenía intención de violar a la chamaca, ¿Cómo contenerse teniendo a dos metros de él a una jovencita como Candela?, cuyo cuerpecito despedía un calorcito acogedor y cuya desarrollada y femenina anatomía sumada a sus movimientos y posturas sugestivas que sin querer realizaba despertaba los más bajos y primitivos instintos en los jovencitos y no tan jovencitos.

Candela decidió no abandonar el lugar, la curiosidad le pudo mas, a menudo le daba tímidos sorbos a su bebida alcohólica sabor durazno muchas veces negándole su venta en otros establecimientos pues la jovencita se atrevía a pedirla enfundada en su ajustado uniforme escolar que poco alcanzaba a disimular su impresionante anatomía.

Candela no sabía que era, nunca había experimentado esa extraña sensación, pero algo pasaba dentro de su cuerpecito, sentía algo que la obligaba a quedarse, a permanecer sentada y vulnerable e incluso disponible para el viejo, algo que la hacía comportarse más provocativa de lo normal, algo que le decía “quédate, lo vas a disfrutar” y tímidamente volvió a acariciar su desnudo muslo para después seguir con su húmedo sexo, a su vez, su lengua repasaba muy sugestivamente el contorno del chipo de la botella calentando sin querer al viejo Angel, una tímida gota sabor durazno rodaba por toda la extensión del envase, Candela se dio cuenta de ello y de forma tremendamente erótica lamió desde la base de la botella hasta su chipo, recogiendo todo el dulce líquido con su mojadita lengua y, obedeciendo a esa sensación de lujuria volteo a ver al viejo mientras realizaba esta provocadora acción con unos ojitos que casi podía jurar Don Angel le estaban invitando a tomarla sexualmente, una sensación de cosquilleo invadió a la nena y su panochita pulsaba casi rogando por que se dedeara, a pesar del sostén sus pezones ya asomaban por su blusa y sus ojitos no pudieron evitar repasar la protuberancia pulsante que se formaba debajo del short del viejo tendero.

“ahhhh, pinche chamaca, como no le pasas la lengua a esta” decía el empalmado viejo mientras su asquerosa lengua se movía de un lado a otro por entre sus bembos labios empujando las babas por sus comisuras, a su vez su verga explotaba de lo hinchada que se encontraba así como expulsaba cantidades monumentales de viscoso líquido.

Con esas femeninas miraditas el viejo sentía cada vez más cerca la oportunidad de tener sexo en mucho tiempo de inactividad, de destensar los casi nulos músculos de su cuerpo, volteaba a ver la imagen de un Santo que tenía clavada en la pared y casi lo escuchaba decirle: “si no aprovechas hoy es porque eres un maricón pendejo”, el viejo volteó a ver a Candela y otra vez la descubrió tocándose, la niña rápidamente quitó su mirada y manita pues estaba expectantemente cuidadosa de que el viejo no la descubriera masturbándose, sin embargo dejó su tanguita mal acomodada, de esta manera el viejo podía ver la prenda atorada en medio de los carnositos labios vaginales.

“ora si hija de la chingada, nada más me estas calentando y yo aquí mirando como un pendejo”, decía el viejo en sus cochinos pensamientos, decidido, había llegado el momento de hacer un segundo ataque.

El viejo levantó su peludo trasero y se repegó mas a la niña, ganado más terreno en ese sillón, mientras Candela se corrió más hacia la orilla del mismo; el viejo se corrió otro poco y la chiquilla se separó casi en la misma distancia, la chiquilla parecía hipnotizada por la película y jugaba con un mechón de su cabello haciéndole forma de rizo, a la vez que disimulada, observaba si Don Angel se juntaba más hacia ella mientras una ligera risita traviesa aparecía en su rostro.

Candela grababa en su joven mente las extrañas posiciones (para ella) en que los musculosos actores se cogían a las atractivas actrices, veía las exageradas corridas de leche sobre los bellos rostros de las chicas y como ellas se tragaban ese blanco líquido como si fuese el más fino y delicioso manjar, todo esto si bien a la nena le parecía obsceno, prohibido y hasta asqueroso; por otra parte lo veía interesante, con ganas de seguir aprendiendo y porque no, practicarlo; por un momento llegó a curiosearse sobre el sabor de ese extraño líquido procedente del aparato reproductor masculino (como ella conocía a la verga); su mente no comprendía cómo es que lo obsceno podía ir de la mano con lo excitante, ponía más atención a esto que a las clases impartidas por sus maestros.

Don Angel había acorralado a Candela en el sillón, a la nena ya no le quedaba más espacio para seguir arrinconándose, la única opción era levantarse del asiento pero era más que obvio que a pesar de estar con un pervertido acosándola ella no se iba a levantar, el viejo llevó su mano a la pierna de Candela, quien se asustó al principio pero no hizo por quitarla, Don Angel levantó de mas la faldita de la niña y ella no hacía nada por bajarla, de vez en cuando Candela tomaba su blusa y la movía rápidamente para sacar el calor que estaba dentro de ella y volteaba para todos lados del cuarto como no queriendo darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

-tienes calor?- preguntó el viejo, Candela movió la cabeza dándole la razón al vejestorio.

-yo también, por eso me quité la camisa jejejeje, por qué no te quitas la blusita?,- dijo el lujurioso viejo con una mirada y una sonrisa que desafiaban los límites de la depravación mientras subía lentamente la blusita de la nena hasta que se le permitió ver el ombligo de ella, la nena aun sentada mostraba un vientre plano, sin esas antiestéticas llantas que se forman aun en las personas delgadas al estar sentadas y mal acomodadas.

Candela le contestó moviendo la cabeza en forma de negación, volteó a ver al viejo y observó detenidamente un cuerpo muy alejado de lo atlético, un cuerpo delgado flácido, pero con una pancilla prominente, un pecho levemente peludo y canoso, unas chiches ligeramente caídas que superaban en volumen a las de muchas de sus compañeritas menos desarrolladas y coronadas por unos oscuros pezones con enormes pelos gruesos saliendo de ellos, a los costados de ese desatendido cuerpo se notaba un poco el costillar, si bien Don Angel rondaba los 50 años de edad, su descuidado cuerpo daba la impresión de pertenecer a un hombre de más de 60, todo gracias a llevar una vida de excesos y pereza sumados a una alimentación desbalanceada y falta de ejercicio, sin mencionar que sus axilas despedían un característico olor de un viejo que no tiene la costumbre de echarse antitranspirante ya que en todo lo que iba del día aun no se daba un baño.

Don Angel subió su arrugada mano por toda la pierna de la mujercita sintiendo esa suavidad y tersura que brindan unos muslos perfectos y físicamente trabajados, acercó lentamente su crudesco rostro a la sensible oreja de Candela y le preguntó en voz baja:

-te gusta lo que ves?- dijo con su cervecero aliento.

Candela no contestó nada, solo se relamía los labios y ladeaba su cabeza para alejarla del viejo, pero sin mostrar signos de incomodidad ni asco.

-te gustaría sentir lo mismo que sienten esas muchachas?- volvió a repetir el enfermo viejo quien nuevamente sacaba su herramienta y la masturbaba enfrente de la nena mientras ella le miraba disimuladamente y juntando coquetamente sus labios.

Candela se quedó callada, Candela era una jovencita que como todas soñaba con que algún día llegara el hombre perfecto para ella, su príncipe azul, aquel que con solo verlo la hiciera sentir cosquillitas en el estómago y según lo que le habían enseñado las películas de amor, aquel a quien le estaba guardando el más preciado de sus tesoros; pero ese apuesto caballero estaba más que claro que no contemplaba las características físicas de Don Angel, un hombre viejo y feo, que ni en su mejor momento llegó a presentar algún tipo de atractivo, que incluso de pequeño siempre fue visto como un niño gordo y sin chiste, sin embargo la oportunidad estaba ahí, lo que podría pasar entre esas dos contrastantes personas era una moneda tirada al aire.

Candela salió de su trance cuando sintió nuevamente unos dedos acercarse a su húmeda intimidad, intentaba cerrar las piernas para que estos no avanzaran pero la vieja mano se colaba como agua, con una de sus manitas intentó débilmente empujar la mano de Don Angel, aunque lo consiguió, el descarado Don Angel aprovechó para tomar a la nena de su delicada manita, la pareja se quedó unos minutos así, viendo la porno tomados de la mano, en un acto en verdad depravado el viejo Angel colocó la joven manita cerca de su frondoso bosque púbico, la niña solo volteó y vio que su mano estaba a escasos centímetros del miembro del viejo mientras veía como algunos de sus dedos se perdían entre ese enroscado matorral negro con blanco.

Don Angel se relamió los labios solo con sentir esa suavidad de la mano de la joven, su verga se había levantado tanto que casi se recostaba en su peluda panza, entonces en otro acto impúdico por parte del viejo que aprovechó la pasividad de la nena, llevó esa manita justo al tronco de su palpitante miembro.

“aaaahhhhhhhh, que mano de calientita” Don Angel casi se vaciaba con solo sentir el calorcito manual de la señorita, su verga era un auténtico volcán a punto de hacer erupción, la caliente lava blanca hervía dentro de sus testículos casi al grado de evaporarse.

“que duro…….. y que grande” pensaba la nena, era la primera vez que la chiquilla tocaba un miembro, así que en cuanto a grosor y longitud, el viejo no decepcionaba.

La pequeña manita de la nena comenzó a sudar, ya que entre su mano y la verga del viejo se generó un calor infernal, sin embargo la nena apretó con fuerza ese asqueroso palo, como si no quisiera despegarse de ella, con la otra mano llevó uno de sus dedos a su boca y mantenía un coqueto movimiento con este alrededor de sus carnosos y brillosos labios mientras seguía mirando la película.

El viejo Angel llevó su arrugada mano para depositarla sobre la de la muchachita, de esta manera la tapaba debido a la gran diferencia de dimensiones, además la diferencia de pigmentación de ambas pieles era notoria hasta en las manos, una tonalidad cobriza cubriendo a una pequeña manita blanca como la leche.

Fue entonces cuando el viejo en su afán por seguirse masturbando, comenzó a mover su mano sobre su verga, dicho desplazamiento originó en la femenina mano un meneo similar, el viejo veía a esa pequeña niña con una corrompida cara sintiendo como prácticamente la niña le masturbaba la verga, de la generosa verga enormes ríos viscosos brotaban y resbalaban por todo su tronco hasta llegar a la joven manita, esta parte del cuerpo de Candela se lleno de aceitoso líquido que se escurría también por debajo de ella, llegando el momento en que la manita de la niña chapoteaba en líquido preseminal cada que subía y bajaba por el tronco del aparato y se cubría de un tipo de babilla que no era otra cosa que el mismo líquido batido, el viejo y la joven estuvieron así unos pocos minutos hasta que Candela simuló rascarse, liberándose de esa asquerosa labor y observando como su mano brillaba por efecto de la lubricación y como una especie de olorosa espuma cubría buena parte de su manita, esta manoseada solo originó que el viejo se calentara mas y decidido buscó el sexo de la niña.

El viejo Angel había logrado llegar hasta esas preciadas partes, su mano era apretada por ambos muslos que le impedían su avance, pero muy hábil logró estirar dos de sus dedos para comenzar con leves cosquilleos en donde se marcaba una cerradita zanjita sobre un minúsculo triangulo rosita.

-nooo Don Angeleeee,- decía la jovencita al insistente al viejo, era la primera vez que la jovencita hablaba en varios minutos.

Don Angel no decía nada, solo intentaba dominar a esa potencial putita, afortunadamente para él, la negatividad de la nena no era muy convincente como para dejarla en paz, él estaba dispuesto a que si llegase a sentir asco y desprecio por parte de la muchachita no insistiría mas, el pervertido era consciente de que si la situación se le escapaba de las manos podía meterse en muy, pero muy serios problemas.

-nooo Don Angel, saque la mano, por favooooor,- decía Candela, aunque su forma de decirlo no era enojada, hasta cierto punto era sensual y coqueta, los ricos cosquilleos estaban haciendo que poco a poco la nena comenzara a abrir sus piernas para de este modo permitirle el acceso libre a la mano del viejo.

-shhhh, cállate Candela, déjame tocarte otra vez, anda, anda déjame, te va a gustar- decía el viejo babeando del gusto.

-Don Angeleeee, nooo, no me toquee ahiiiiii,- el viejo se había apoderado nuevamente del sexo de Candela y lo manoseaba de tal modo que apretaba obscenamente los labios vaginales uno contra el otro, haciendo que la panochita se le abultara perfectamente por debajo de la humedecida y rosita prenda.

-que mojadita estás Candela, ya ves, te gusta que te toque ahí verdad?- decía el viejo.

-nooooo, déjemeee, Don Angel usted no es así,- decía la chiquilla respirando entrecortada y recordando aquellas lejanas palabras que alguna vez le dijo su amiga Karla Guadalupe, que le daban la razón de que el viejo era un acosador de niñas.

-si te gusta, cuando una niña se moja de su cosita cuando se la tocan es porque le gusta, solo que te da pena admitirlo jejejeje- decía el calenturiento viejo.

-nooo, no me gusta- decía la colegiala.

Pero Candela se contradecía ella misma, sus labios decían esas negativas palabras, pero su cuerpo se movía de forma espectacular y provocativa, su espalda se arqueaba hacia adelante contrario a su culito que se hacía para atrás, haciendo que su exquisito cuerpo mostrara una impresionante curvatura.

El viejo tomó con su mano libre la cintura de Candela para pegarla muy bien a él, aprovechando el hueco que dejaba la niña entre su breve espalda y el sillón, y acercó su feo rostro al de la chamacona, le dio un ligero beso en su sonrojada mejilla y empezó a oler el aromático cuello de tan descomunal hembra, el viejo estaba despertando en la jovencita sensaciones que nunca antes había experimentado.

El viejo repasaba a diestra y siniestra ese cuellito olfateándolo como un perro y de vez en cuando lamiéndolo, hablándole al oído muy despacito y mordiendo levemente el pabellón de su oreja haciendo a un lado los bonitos aretes que adornaban a la princesita mientras ella estaba empezando a dejarse llevar por tales sensaciones y sus manitas apretaban la gruesa tela que tapizaba el sillón, el viejo sabia como atacar cada uno de los puntos débiles de la inexperta chamaca.

Candela logró medio zafarse y encontró la manera de incorporarse, no para irse pero si en un afán de desacalorarse un poco, pero el viejo muy hábil la tomó por la cintura y sin dejarla que se enfriara la atrajo de nuevo hacia el sillón, sentándola en sus peludas piernas, el culito de Candela cayó exacto sobre la verga del viejo, la niña sintió eso duro, caliente y que palpitaba mientras parecía acomodarse entre sus glúteos, el viejo al tener su verga fuera de su short y Candela al llevar una tanguita demasiado minúscula y casi encarnada hacia que sintiera el calor de la verga y el roce de la pelucera púbica directamente en sus blancas y firmes nalgotas.

Las tremendas nalgotas de la nena cayeron pesadas sobre el abultado vientre del viejo y aplastaban la gruesa verga de este, aun así el viejo podía ver como de entre ese bien formado portento de culo que parecía haber aumentado en dimensiones sobresalía una brillante cabezota morada que se perdía en el canal que se formaba entre los apretados y blancos glúteos.