El discurso híbrido - Silvia Ramírez Gelbes - E-Book

El discurso híbrido E-Book

Silvia Ramírez Gelbes

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Beschreibung

El mundo actual está plagado de pantallas y escribir en ellas demanda una sensibilidad particular. Con rigurosidad y encanto, Silvia Ramírez Gelbes entiende los vertiginosos cambios que se están dando en la comunicación, tanto pública como privada, y con este libro se propone desarrollar, entre la teoría y la práctica, las aptitudes necesarias para la producción de contenido eficiente en el entorno digital. En un ecosistema donde manejar las normas de etiqueta tiene tanta importancia como los conocimientos de gramática en el difícil arte de hacerse entender, El discurso híbrido funciona como una herramienta imprescindible para periodistas, publicistas, community managers, tuiteros, trendsetters, influencers, asesores de imagen, diseñadores, profesores y estudiantes.

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EL DISCURSO HÍBRIDO

Formas de escribir en la web

Comunicación & LenguajesColección dirigida por Silvia Ramírez Gelbes

SILVIA RAMÍREZ GELBES

EL DISCURSO HÍBRIDOFormas de escribir en la web

Índice de contenido
Portada
Portadilla
Legales
INTRODUCCIÓN
1. LA LENGUA EN LA PANTALLA
El español en internet
Emoticones y emojis
¿Y la corrección?
Distintos “dialectos”
Cómo tratar al interlocutor
¿Y de qué modo se representa a sí mismo el escribiente?
Las características inexcusables de la lengua en la pantalla
La hipertextualidad
La multimedialidad
La interactividad
EJERCICIOS
Claves
Para seguir leyendo
2. LECTURA Y ESCRITURA EN PANTALLA
La lectura en la pantalla: los usuarios
Algunos estudios sobre la lectura en pantalla
¿Se lee todo lo que aparece en la pantalla?
¿Y cómo se comparan la lectura en pantalla y la lectura en papel?
La tipografía en pantalla y la extensión de la línea
La historia de la escritura: los soportes
Características de la escritura en pantalla
Páginas cortas
Párrafos cortos
Oraciones cortas
Palabras “cortas”
Cómo señalizar el texto
Las categorías
Los títulos y los enlaces: qué deberían decir
Los títulos
Los enlaces
Los rasgos generales del texto bien escrito
La cohesión
La coherencia
Las construcciones impersonales
La adecuación
La claridad y la corrección
Preguntas que no son preguntas y exclamaciones que no lo parecen
Sustantivos femeninos que empiezan con sonido Á
EJERCICIOS
Claves de los ejercicios
Para seguir leyendo
3. CORTESÍA Y NORMATIVA
La cortesía
Las variedades y la cortesía
Cortesía y anticortesía
Los e-mails y la cortesía entre los jóvenes: un ejercicio
Un tono para cada intercambio
El sexismo en el lenguaje
Normativa y antinormativa
Transgresiones indeseadas
Los puntos
Las comas
Proposiciones explicativas y proposiciones especificativas
EJERCICIOS
Claves de los ejercicios
Para seguir leyendo
4. IDENTIDAD, CREDIBILIDAD Y REPUTACIÓN
Palabra y representación
La imagen discursiva
Imagen colectiva e imagen individual
La identidad y el entorno digital
La noción de capital y la identidad
Una descripción de la identidad digital
Identidad digital
Algunas precauciones relativas a la construcción de la identidad digital
La credibilidad
Los parónimos
Qué significa ser creíble en el entorno digital
La reputación
EJERCICIOS
Claves de los ejercicios
Para seguir leyendo
5. GÉNEROS Y REDES SOCIALES
Los géneros discursivos
La secuenciación
La narración
Los tiempos verbales y la narración
Los gerundios
La descripción
Los adjetivos
La instrucción
La explicación
Marcadores del discurso que sirven a la explicación
La argumentación
Marcadores del discurso que sirven a la argumentación
¿Qué clases de géneros hay en la pantalla?
Una discusión sobre los formatos: ¿pirámide invertida o historia?
La pirámide invertida
La historia narrada
Las redes sociales
Facebook, la red social todo terreno
Twitter, la red de microblogging más difundida
Los mensajes instantáneos
El lenguaje SMS
EJERCICIOS
Claves de los ejercicios
Para seguir leyendo
FUENTES

Ediciones Ampersand

Cavia 2985 (C1425CFF)

Ciudad Autónoma de Buenos Aires

www.edicionesampersand.com

Ramírez Gelbes, Silvia

El discurso híbrido : formas de escribir en la web / Silvia Ramírez Gelbes. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ampersand, 2018.

Libro digital, EPUB - (Comunicación & Lenguajes / sILVIA Ramírez Gelbes ; 1)

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-4161-17-8

1. Escritura. 2. Cultura Digital. 3. Sociedad de la Información. I. Título.

CDD 302.231

Colección Comunicación Lenguajes

Primera edición, Ampersand, 2018.

Primera reimpresión, julio de 2019.

Primera edición en formato digital: enero de 2022

Derechos exclusivos de la edición en español reservados para todo el mundo.

Versión: 1.0

Digitalización: Proyecto 451

© 2018 Silvia Ramírez Gelbes

© 2018 de la presente edición en español, Esperluette SRL,

para su sello editorial Ampersand

Edición al cuidado de Diego Erlan

Corrección: Belén Petrecolla

Diseño de colección y maquetación: Colombo+Heinberg

ISBN 978-987-4161-17-8

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante el alquiler o el préstamo públicos.

A Rodri.

A Tato.

A Lula.

INTRODUCCIÓN

La alfabetización ya no se refiere solamente al aprendizaje de la lectura y la escritura que se lleva adelante en los años iniciales de la escuela primaria. En el sofisticado mundo en que nos movemos, hay alfabetizaciones mucho más complejas. Como la digital, que exige habilidades particulares para interpretar y elaborar textos en pantalla. Y que reclama una voluntad más tenaz para la práctica de la escritura, porque supone la transgresión de hábitos formados desde la niñez.

Escribir para las pantallas (la pantalla de la computadora o la de los móviles) demanda una sensibilidad diferente por parte de quien produce el texto. Una sensibilidad apta para comprender los cambios vertiginosos que se están dando en la comunicación, tanto pública como privada. Una sensibilidad adiestrada para entender el ritmo de las lecturas intersticiales, las que se realizan en los breves intervalos aprovechables entre tareas o entre los descansos intermedios de una tarea. Una sensibilidad, en fin, madurada a partir de la reflexión consciente y de la práctica activa in situ.

Este libro está dedicado a esa sensibilidad. Y está destinado a todos aquellos que pretenden desarrollarla e incrementarla: periodistas, correctores, comunicadores, publicistas, community managers, encargados de prensa, asesores de imagen, diseñadores de páginas web, profesores, maestros, estudiantes, tuiteros, trendsetters, influencers y todos los que necesiten –y deseen– comunicarse en forma escrita. A través del teléfono inteligente. A través de la tablet. A través de la computadora.

Es decir que, salvo quienes quieran producir literatura (la literatura requiere unas competencias y una sensibilidad que no aparecen previstas aquí), cualquier sujeto interesado por la comunicación escrita en este segmento del siglo XXI puede satisfacer (algunas de) sus inquietudes con las explicaciones –exposiciones, reflexiones, observaciones, sugerencias– de este libro.

Son cinco los capítulos que lo conforman. Y los cinco pretenden disponer una suma de contenidos, si no exhaustiva, al menos global –y pertinente–, relacionada con la escritura online.

En el primero, “La lengua en la pantalla”, se habla de las características particulares del código que se ha creado y se sigue creando para la web. Desde el empleo de imágenes para representar emociones hasta la explotación de propiedades diferenciales de este tipo de escritura, como la hipertextualidad, la interactividad y la colaboración de la multimodalidad.

El segundo capítulo, “Lectura y escritura en la pantalla”, hace un recorrido por los hallazgos de distintas investigaciones referidas a este nuevo tipo de lectura –una lectura fragmentaria, transversal, en los intersticios–. Y propone soluciones a los problemas de la escritura que esa propia forma de lectura desencadena.

En el capítulo tres, “Cortesía y normativa”, se tratan estos dos temas que intervienen caprichosamente en la concepción de este tipo de escritura. La cortesía lingüística adopta, en efecto, rasgos especiales cuando se trata de la escritura en la web. Y la normativa admite habilitaciones que tienden a convertirse en una nueva normativa, exclusiva de este discurso.

El cuarto capítulo, “Identidad, credibilidad y reputación”, trata un tema bien vigente en los discursos de la actualidad. En tiempos de la posverdad, la confianza en la veracidad de lo que se comunica adquiere un valor más relevante que nunca. Y es la imagen de quien enuncia –representada en el modo en que enuncia– lo que confiere confiabilidad a lo enunciado.

En el capítulo final, “Géneros y redes sociales”, se revisan las peculiaridades de algunos géneros y se hace foco en dos de las redes sociales más difundidas, Facebook y Twitter, con el fin de ejemplificar un fenómeno discursivo de esta era. Se concluye con la indagación de los atributos propios del lenguaje de los mensajes instantáneos, como WhatsApp o iPhone Messenger.

Seguidos de ejercitación complementaria –asistida por las claves correspondientes–, los capítulos resultan ilustrados por textos reales tomados de la web. Y es importante señalar, a ese respecto, que los nombres propios implicados fueron cambiados, toda vez que esto resultó necesario para preservar la intimidad, sin perjudicar el ejemplo.

El discurso híbrido procura, en definitiva, convertirse en una herramienta eficaz para resolver conflictos relacionados con la escritura en pantalla y suscitar la reflexión sobre las propias estrategias de escritura en quien lo lea. Y, por sobre todas las cosas, aspira a volverse un instrumento estimulante que invite a comunicar por escrito. Más y mejor. En el entorno digital.

1. LA LENGUA EN LA PANTALLA     PARTE A: LA TEORÍA

El español en internet

Desde la aparición de internet y, especialmente, de las conversaciones escritas en pantalla, la cultura del videoclip se ha venido afianzando en la escritura. Una escritura espasmódica (como los diálogos de WhatsApp), llena de símbolos extraños (emoticones y emojis) y palabras abreviadísimas que exigen una decodificación mucho más rápida –y trabajosa– que la de la escritura tradicional.

La pregunta que podría disparar los primeros interrogantes es: ¿qué es la web? La World Wide Web o red informática mundial (como dice el DRAE) es una especie de telaraña con documentos, las páginas web, que contienen información. Archivo universal, por medio de buscadores, es más que frecuente buscar en la web la información que se necesita, desde la dirección de una empresa hasta las causas de una enfermedad, por dar solo un par de ejemplos cotidianos.

Quizás usted, gracias a Umberto Eco, imagina las bibliotecas de la Edad Media como esos interminables anaqueles de muchos pisos que se describen en la novela (y aparecen en la película) El nombre de la rosa. Si eso es cierto, la biblioteca mundial del presente se concentra en el exiguo espacio que ocupa el teléfono celular y es una biblioteca que tiene una característica muy extraña: la virtualidad. Y la vertiginosidad.

Sí. Un dato que marea es la rapidez con que internet se ha alojado en nuestro universo: mientras el teléfono demoró 74 años en imponerse, internet nació como proyecto para armar una red de información entre científicos en 1989, y se abrió al público general alrededor de 1994. Para 2016, casi el 50% de la población mundial usaba internet.

Pero internet no es solo la más grande y variada biblioteca que haya existido jamás: es un punto de encuentro privilegiado, una especie de mesa de café planetaria, lugar en el que millones de personas pueden publicar sus opiniones, expresarse y comunicarse e intercambiar ideas, pensar (escribir) en voz alta, esperando ser escuchados (observados) en las redes, en los foros, en los blogs, leídos –en fin– por decenas de conocidos... y de desconocidos. Y todo eso en español.

El español es hablado, según datos del Instituto Cervantes para 2016,(1) por más de 500 millones de nativos y ocupa el segundo lugar como lengua más hablada en el mundo después del chino mandarín.(2) Es, además, la segunda lengua más usada en las redes sociales Facebook y Twitter.

Ahora bien, ¿cuáles son las características propias del español en internet? Antes que nada, debe decirse que en internet pueden encontrarse textos escritos que aparecen en pantalla pero bien podrían aparecer –y muchos de ellos aparecen– publicados en papel. Efectivamente, muchos artículos científicos, por caso, están publicados en revistas tradicionales impresas y también aparecen online. No vamos a ocuparnos de esos casos.

De hecho, hay otro tipo de escritura virtual que no tiene reproducción en el papel. ¿Cuánto difiere esa escritura de la tradicional, es decir, por qué decimos que es distinta esa escritura para contexto electrónico de la que se plasma por medio de la tinta material?

Sin dudas, el español de muchos textos en pantalla –el de las presentaciones de empresas y organizaciones, el de los medios digitales, el de la mayoría de los e-mails o el de los artículos de los que se hablaba en un párrafo anterior– es, por supuesto, el español que se escribe siempre sin importar el soporte (como sostendré en el próximo capítulo, las diferencias entre el soporte digital y el papel no son de código sino, más vale, de género).

En contraste con él, la novedad viene dada por ese otro español escrito, el de las redes o algunas aplicaciones como WhatsApp, esa lengua jibarizada que no está muy bien descripta todavía y que suele definirse como híbrida o “anfibia”.(3) ¿Por qué híbrida o anfibia? Porque busca representar, en la escritura, rasgos propios de la oralidad.

Por un lado, el borrado de letras o grafemas, como en

tamos perando (por estamos esperando)

o la repetición de letras para indicar intensidad, como en

graciasssss (por gracias)

y las invenciones que pretenden parodiar alguna pronunciación jocosa.

qué orible (por horrible)

Por el otro, la posibilidad de respetar los turnos propios del diálogo, como cuando la leyenda “escribiendo…” en algún lugar de la pantalla sugiere la espera mientras el interlocutor modula, pronuncia, o sea, escribe.

Y no es esa la única representación de la oralidad que aparece en la escritura propia de algunas aplicaciones o plataformas: uno podría pensar que los errores de tipeo son un remedo de los titubeos o los deslices al pronunciar.

Sigo esperando tu respuetsa (por respuesta)

Y los gritos, ya se sabe, se simulan por medio de la utilización de mayúsculas.(4)

QUE FEA FOTO

Con todo, el artificio más interesante en esta lengua híbrida es –quizá– la inclusión de la gestualidad, una manera de indicar cómo se dice lo que se dice.

Si no se quiere usar otros medios, el teclado común de la computadora o de los teléfonos celulares y las tablets ofrece disponibilidad para representar “caritas”, especie de lectura jeroglífica sui generis. En general, las caritas que pueden representarse por medio de las teclas están siempre acostadas, lo que significa que, para verlas adecuadamente, el usuario debería girar la cabeza 90º, normalmente hacia la izquierda (aunque hay algunos pocos casos registrados en que hay que mover la cabeza hacia la derecha).

El que sigue es un brevísimo “diccionario” de esas caritas.

:)

Dos puntos y paréntesis de cierre –o signo igual y paréntesis de cierre– equivalen a una sonrisa (los dos puntos son los ojos, el paréntesis es la boca).

:D

Dos puntos y d mayúscula –o signo igual y d mayúscula– equivalen a una sonrisa franca en la que se muestran todos los dientes.

XD

Equis y d mayúscula equivalen a una carcajada (la X representa los ojos cerrados).

:P

Dos puntos y p mayúscula –o signo de igual y p mayúscula– es una sonrisa burlona en la que se saca la lengua (la pancita de la P es la lengua).

:S

Dos puntos y s mayúscula –o signo igual y s mayúscula– es un gesto de incertidumbre.

:O

Dos puntos y o mayúscula –o signo igual y o mayúscula– es un gesto de asombro (la O es la boca abierta).

:(

Dos puntos y paréntesis de inicio –o signo igual y paréntesis de inicio– es un signo de disgusto o de tristeza (el paréntesis es el rictus de la boca hacia abajo).

(Y)

Una y mayúscula entre paréntesis equivale al pulgar levantado para indicar que está todo bien (como la señal de partida de los viejos pilotos aéreos).

A esta altura del desarrollo del lenguaje en internet, de todos modos, la posibilidad de incluir símbolos en la escritura resulta una práctica cotidiana. Y si bien las transformaciones constantes hacen que toda descripción quede obsoleta en poco tiempo, reseñaré en el próximo parágrafo los dos lenguajes de símbolos más comunes para las aplicaciones en pantalla: emoticones y emojis.

Emoticones y emojis

Los emoticones (palabra que proviene de la conjunción de emotion y icon, o sea, ícono para representar la emoción) son esas caritas amarillas con sonrisas, con gestos de duda o de sorpresa o con el ceño fruncido, que también se vienen representando desde fines de los años noventa con los caracteres ASCII del teclado, como expuse en la sección anterior.(5)

Fig. 1. Emojis; Fig. 2. Cara que ríe hasta las lágrimas; Fig. 3. Emoji de horror; Fig. 4. El grito de Edvard Munch; Fig. 5. Smirk; Fig. 6. Cara disgustada; Fig. 7. Pila de heces.

Estas imágenes suelen ser reemplazadas en la actualidad por los emojis (cuyo nombre proviene del japonés e, ‘imagen’, y moji, ‘carácter’), que exceden el universo de los rostros para representar objetos y situaciones por medio de dibujos batante convencionales (fig. 1).

Creados por Shigetaka Kurita, empleado de una compañía de telecomunicaciones que buscaba atraer a los jóvenes, es evidente que el uso de los emojis se ha generalizado más allá de las diferencias de edad. De hecho, muchos adultos los emplean para evitar tener que escribir. Y todos recurren a ellos como una forma de reforzar lo que dicen, complementarlo, sumar humor al enunciado, acercarse al interlocutor y, sobre todo, construir una imagen propia descontracturada, actualizada y jovial.

Sugiero observar con detenimiento las imágenes de la figura 1. Las caritas representan gestos o expresiones casi universalmente aceptadas, como la tristeza, la sonrisa franca y la famosa “cara que ríe hasta las lágrimas” (elegida palabra del año por el diccionario Oxford en 2015) (fig. 2).

O también la carita de “horror” (fig. 3), que en la mayoría de los sistemas aparece en dos colores (azulino en la parte superior y amarillo en la inferior de la cara), con los ojos y la boca muy abiertos y las manos a los lados de la boca, estilizada a partir del cuadro El grito de Edvard Munch (fig. 4).

Tan cierto como esto es que algunas representaciones son ambiguas y pueden ser usadas con distintos sentidos o incluso provocar malos entendidos. Ese es el caso, por ejemplo, de la llamada smirk en inglés (fig. 5), que representa una sonrisa con suficiencia, pero también puede denotar complicidad o disgusto liviano. Esta carita suele ser confundida con la que la Emojipedia caracteriza como “cara disgustada” o “cara de tedio” (fig. 6).

Y ni qué decir de las imágenes más “pictóricas” y hasta escatológicas con sentidos arraigados en la cultura oriental, como el símbolo de una pila de heces (fig. 7), que en japonés se relaciona por su fonética con la palabra suerte. (Casualmente, no por fonética sino por la historia, el francés ha generalizado el término mèrde para desear suerte, tal como hacían los miembros de la comunidad teatral en la época de los teatros instalados en carpas en los suburbios de las ciudades. Allí, la bosta de los caballos en el camino era un índice de la cantidad de espectadores que asistían a la función).

Pero no terminan aquí las representaciones gráficas de lo paraverbal (o lo alusivo) en la conversación en pantalla. Las conversaciones en pantalla (ya sea de WhatsApp, de Twitter o de los espacios de distintas plataformas, como el chat de Google o las sesiones de chat libre) permiten seleccionar un nick, es decir, un apodo, un nombre, que es una forma como de ponerse una cara y un cuerpo.(6) Claro, no es lo mismo llamarse juan de moreno que moroch@_sexi o GUAICAPURO CUATEMOC, ni es lo mismo ser vivi que tu nena ni que caro la piba cumbiera.

Y siguen las novedades. Tanto en un smartphone como en los e-mails, se pueden configurar imágenes activas para representar algunas palabras.(7) Una boca animada que tira besos, una carita que mueve la cabeza de un lado a otro para decir que no. Un corazón que late. Un diseño y un colorido especial, personalizado, para los signos de pregunta o para alguna letra, que vienen a representar la ropa, el peinado, los zapatos del escribiente. La imagen, en fin, de quien escribe o de quien habla por medio de la computadora, si se me permite la metáfora.(8)

¿Y la corrección?

Ya casi ninguno de nosotros lamenta los errores de tipeo ni los de ortografía en los textos digitales breves.Así (me estoy repitiendo), aparecen palabras con las letras invertidas: preo en lugar de pero o apesantdo en lugar de apestando, para dar ejemplos de mi recolección. De la misma manera, se tiende a reproducir la oralidad, usando palabras como güeno, con g u onomatopeyas como wachiwau (con w) y nah en lugar de no o nada. Pero también surgen las abreviaturas, como se ve en lo que sigue:

k o q en lugar de que

too en lugar de todo

bue en lugar de bueno

x como por

xq en lugar de porque

dsp como después

tmb como también

tb en lugar de todo bien

tkm en lugar de te quiero mucho

Y mezclas de números con letras como salu2 (que quiere decir saludos) o H2Onte (que quiere decir aguante!!!)

Y ya va siendo hora de verbalizar la pregunta del millón que usted está esperando desde que empezó el capítulo: esa incorrección o jibarización ampliamente permitida en la pantalla, ¿afectará la lengua escrita tradicional, la formal, la lengua de la comunicación empresarial, institucional, ciudadana, periodística, la comunicación escrita, en fin?

La verdad es que pronosticar lo que pasará es función de los adivinos y no dispongo de poderes de predicción. Lo que sí puedo afirmar es que la lengua de Facebook, de Twitter, de WhatsApp o incluso de los e-mails más informales es un código diferente y como tal la tomamos la mayoría de quienes intervenimos en esas plataformas.

Quiero decir que charlar en pantalla implica aprender un nuevo código escrito, que incluye a los emoticones o a los símbolos combinados de los que se habló más arriba, y ese código que se aprende es un código más, un código que se suma y que no necesariamente influirá en el código escrito tradicional. Se me ocurre pensar, por ejemplo, que la lectura de la literatura gauchesca no ha inducido a ningún lector a usar la palabra naides o a escribir ajuera por afuera.

Hay ejemplos en contrario, sí: en mi registro de escritura digital he encontrado, por ejemplo, vallas en lugar de vayas, lo que es una clara incorrección ortográfica. Y, por supuesto, otros casos de error ortográfico, como estubo con b (que bien puede ser un error de tipeo), osea todo junto, comenze con z y sin tilde o billa Ballester (en lugar de Villa Ballester), que un escribiente, probablemente equivocado, describe como fabella (?!).(9)

Me cuestiono (y le pregunto a usted) si quienes presentan estos problemas dejarían de tenerlos al no participar de conversaciones en pantalla o si lo único que hacen es trasladar a ella las dificultades ortográficas que tuvieron siempre. Y si nadie los corrige en pantalla es por el simple hecho de que existe una llamada “netiqueta”, es decir, una cortesía en pantalla que ve como de muy mal gusto corregir la ortografía de los otros. Tan mal gusto como el de alguien que le corrigiera la pronunciación al vendedor ambulante cuando ofrece su mercancía en un medio de transporte.

(Otra anécdota divertida: en una sesión de chat abierto o conversación virtual con desconocidos de la que participé específicamente hace tiempo, y como soy muy creativa, decidí ponerme como nick o sobrenombre aivlis, es decir, silvia al revés, en espejo, por lo que lo escribí la palabra con v corta.

En ese espacio, como usted probablemente ya sabe, mi nick aparecía entre corchetes en un color distinto del de los demás cada vez que yo hablaba (escribía). Varias veces, cuando me respondían, mis interlocutores corrigieron mi nick (supongo que sin darse cuenta) y me nombraron como aiblis, con b larga.

Al principio me pregunté por qué se equivocaban, si lo veían escrito en pantalla. Pero después se me ocurrió que debe haber sido simplemente la fuerza de la costumbre ortográfica en español, que exige una b larga antes de una l. Cierto, ¡la v delante de la l es inexistente en castellano!).

Distintos “dialectos”

Y hay más todavía. No todos los diálogos son similares por los códigos que usan los escribientes. Al igual que en las conversaciones presenciales, cara a cara, se pueden analizar las características lingüísticas según lo que técnicamente se llama perspectiva diatópica y perspectiva diastrática.

La perspectiva diatópica considerará las diferencias que manifiestan los participantes del diálogo según sea que pertenezcan a una región geográfica o a otra. Para dar un ejemplo, es obvio que la marca diatópica más saliente de los argentinos en la pantalla es el uso del vos y las formas verbales que van con el pronombre vos. Quiero decir que, mientras los argentinos preguntan “¿De dónde sos?”, los mexicanos o los peruanos replican “¿Y tú? ¿De dónde eres?” aunque ya lo deben de haber adivinado.(10)

En cuanto a las diferencias diastráticas, puedo decir (con conocimiento de causa) que las chicas de 11 años no se comunican exactamente igual en el WhatsApp que los chicos de 14. Por supuesto: tampoco hablan igual los hombres que las mujeres ni los jóvenes que los mayores.

Sin entrar en detalles, se suele esperar que los adultos cuiden más su ortografía y su escritura en general o traten de no cometer errores de tipeo, como si releyeran, al menos muy rápidamente, lo que han escrito antes de pulsar la tecla enter para que lo que acaban de escribir sea visto por el interlocutor.

¡Cuidado con los prejuicios! En la pantalla se revelan los problemas ortográficos de todos, niños, jóvenes y quienes no son ni niños ni jóvenes. En eso no hay diferencias. Y, lo que es más gracioso, los teclados predictivos del celular y la presbicia les juegan muy malas pasadas a los escribientes mayores.

(Una anécdota al margen. Mientras iba caminando por la calle y al tiempo que miraba que las baldosas que pisaba estuvieran sanas, le escribí un mensaje por WhatsApp a una conocida. Cuando terminé de escribirlo, apreté enter sin releer. Pero algo me llamó la atención: el texto decía “Grem jutri ob 10”. ¿Me había vuelto loca? No. ¡Había apretado, sin querer, la tecla de cambiar idioma!).

Cómo tratar al interlocutor

Según subyace a lo planteado en el parágrafo anterior, una de las preguntas que resultan pertinentes al momento de escribir es cómo será tratado el interlocutor.

a. que usted se anime

b. que te animes

c. que vos te animes

d. que te animés

¿Cuál de las cuatro formas sería la adecuada para cada texto particular? Obviamente, eso depende de cada texto particular. Veamos algunos ejemplos.

Como se ve en la figura 8, el tratamiento se realiza explícitamente con el pronombre usted (como en el ejemplo [a]). Y eso no parece extraño para una organización de salud mental. ¿Por qué? Porque se puede entender que quien enuncia busca presentarse con una imagen profesional, la de alguien que sabe mucho y toma cierta distancia de sus pacientes. Sí, es un estereotipo, pero el estereotipo funciona en las decisiones de la comunicación.

Fig. 8. El tratamiento del interlocutor en una organización de salud mental

Fig. 9. El tratamiento en la página de Facebook de una confederación

Decisiones del mismo orden toman otras empresas que se dirigen a interlocutores diferentes (o presuponen interlocutores diferentes, aun cuando pudieran llegar a ser los mismos que los de la organización de salud mental).

¿Qué efecto busca este tratamiento de mayor confianza o familiaridad –“Queremos que te animes a emprender, a innovar y a crear. Dale COMPARTIR y apoyá vos también al empresariado joven que es el futuro del país”– con el interlocutor de la figura 9 (similar a los ejemplos [b] y [c])? Sin dudas, busca construir la imagen de un espacio de comunidad, una especie de fraternidad reunida por un mismo interés (en esta ocasión, el emprendedurismo).

El caso de la figura 10 es todavía más interesante (“¿Sabías que [vos] podés hacer unas exquisitas albóndigas de pollo usando Avena Instantánea QUAKER®? Acá te dejamos la receta para que te animés a hacerlas”). Sin entrar en tecnicismos, es fácil ver que tanto el texto de la figura 9 como el de la figura 10 hacen uso de vos. Sin embargo, y a pesar de que ambos sitios están localizados en el mismo país (la Argentina), el primero emplea las formas del subjuntivo correspondientes a tú (“Queremos que te animes…”), mientras que el segundo emplea las propias de vos (“para que te animés…”, como en el ejemplo [d]).

¿Qué significa eso? Si nos atenemos a lo que sostienen las investigaciones, en un país en el que se usa vos invariablemente en el indicativo pero variablemente en el subjuntivo, el subjuntivo de vos indica una familiaridad marcada, destacada, explicitada. Como si se dijera “somos tan amigos que te trato así”.

Es más, si usted quiere buscarlo en una gramática, observará que la forma del indicativo correspondiente a vos está aceptada por las academias de la lengua, pero la forma del subjuntivo correspondiente a vos, no. Y eso revela que se trata de una forma muy local, vernácula (como la llaman los especialistas) o propia de un grupo cohesionado. Como un grupo de amigos.

Sea como fuere, es importante tener en claro que el modo de inscribir al usuario –el interlocutor– no debería cambiar a lo largo de una misma página. Veamos lo que ocurre con el sitio de la figura 11.

Como puede observarse en el recuadro, el escribiente no se ha decidido entre el tratamiento de vos (pensamos en vos) y el de tú (descubre y contigo).

Esta alternancia genera un efecto de esquizofrenia de tratamiento que debería evitarse. ¿Cómo? Planificando de antemano y tomando una decisión consciente: cualquiera de los dos, vos o tú, puede elegirse sin problemas.

Fig. 10. El tratamiento del interlocutor en la página de Facebook de una empresa de cereales

Fig. 11. Inconsistencia en el tratamiento del interlocutor

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Fig. 12. Representación del interlocutor en primera persona del singular

Pero hay que tener en claro dos aspectos: uno, quién es el receptor; dos, que debe mantenerse la decisión a lo largo del texto.

Hay, por supuesto, otros modos de representar al interlocutor en el texto digital. Por ejemplo, escribir el texto como si fuera el propio interlocutor quien en realidad lo está escribiendo.

En el centro de la figura 12, como se ve, se pone en boca del interlocutor lo que el escribiente interpreta como una de sus acciones. Esta estrategia está orientada a provocar la identificación del usuario a partir del empleo de la primera persona del singular (“estoy buscando”). Sugiero observar, de todos modos, que el texto que está justo encima parece encarnar la voz del escribiente, quien aparece con la intención de colaborar con esa acción (“Encontrá el producto perfecto para tu pelo”).

Es bueno aclarar, antes de terminar, que hay tipos de discursos que se caracterizan por no mencionar explícitamente al interlocutor (¡como si todo discurso, en definitiva, no fuera un diálogo!). Ese es, por ejemplo, el caso del discurso periodístico.

En el discurso periodístico, tanto la presencia del escribiente como la presencia del usuario aparecen borradas y el texto se presenta como si no hubiera ningún tipo de mediación. Por eso, encontrar ejemplos en que el interlocutor aparezca representado de alguna manera explícita en la prensa informativa digital –salvo los que mostraremos en el segmento de interactividad, que apelan en todo caso a las opiniones– es bastante más difícil.

¿Y de qué modo se representa a sí mismo el escribiente?

El escribiente, por su parte, puede elegir recursos variados para presentarse en el texto. El primero, por supuesto, es el natural empleo de la primera persona del singular (yo y sus formas correspondientes en los verbos y en los pronombres).

Tal cual se observa en la figura 13 (“Releo… y siento algo así como…”), las notas periodísticas de opinión admiten el empleo de yo y todas sus formas correspondientes. A diferencia de lo que queda dicho sobre el periodismo informativo, la nota de opinión autoriza –y, a veces, viabiliza– ese uso. Quien opina, en definitiva, deja en claro –de ese modo– que se hace responsable personalmente de su juicio de valor y del modo en que lo expresa.

La primera persona no se reduce, en la pantalla, a las opiniones. También los sujetos individuales, como es el caso de los políticos, pueden elegir esta forma de inscribirse en el texto. Eso es lo que ocurre en la figura 14. La aparición de verbos en primera persona en la homepage (“Quién soy”, “Qué pienso”, “Qué quiero”) revelan que la página le da voz individual a su “propietario” (observe usted, de todos modos, la polifonía de esta página: hay una presencia del colectivo partidario en “Repudiamos aprietes a la prensa, al diario Hoy” y también se le da voz al usuario que lee en “Quiero participar”).

¿Para qué se usará esta primera persona del singular? Por un lado y como decía más arriba, esta forma pone en primer plano al responsable de lo dicho en el texto. Pero no solo eso. La primera persona del singular instaura un diálogo obligatorio con el usuario, instala al usuario como interlocutor sin escapatoria, lo intima a interpretar que hay un alguien (la primera persona) que le habla de frente y de manera directa.

Fig. 13. Inscripción del escribiente en primera persona singular.

¿Conviene elegir la primera persona del singular en la página de un sujeto? Depende de cuán firme o fuerte sea la personalidad que se pretende representar. Como se verá más adelante, no es esta la única opción. Pero sí es, sin duda, la más apelativa.

Ahora bien, cuando se trata de una empresa, es difícil exhibir un personalismo manifiesto. Será por ello que, en la mayoría de los casos, habrá tendencia al uso de la primera persona del plural (figuras 15 y 16) o de la tercera persona (figura 17).

La expresión “Celebramos las diversas campañas…” no puede imputarse a un solo individuo porque está en plural. Esto mismo ocurre con etiquetas del tipo “Nuestra empresa”, “Nuestros locales” o la presentación de la propia misión y valores de la figura 16.

Fig. 14. Inscripción del escribiente en primera persona singular

Fig. 15. Inscripción del escribiente en primera persona plural

Fig. 16. Inscripción del escribiente en primera persona plural.

Fig. 17. Inscripción del escribiente en tercera persona

Resulta oportuno observar aquí que la primera persona plural tiene dos sentidos: el que incluye al interlocutor y el que lo excluye. Evidentemente, los casos de las figuras 15 y 16, que hacen alusión a la propia empresa, excluyen al usuario (quien, se supone, no es un miembro de la empresa).

En ambos casos, el valor colectivo y hasta solidario del “nosotros” no solo parece ponerle cuerpo a la organización, sino que también instituye a esa voz de la contundencia que da una representación social. Como contrapartida, el costado –si se quiere– negativo es el hecho de que no puede imputarse a un sujeto individualizable la responsabilidad de lo dicho.

Claro que no son estos los únicos casos. De hecho, quizás el más frecuente sea la inscripción del escribiente en el texto por medio de la tercera persona.