El Emperador Constantino - Hans A. Pohlsander - E-Book

El Emperador Constantino E-Book

Hans A. Pohlsander

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Beschreibung

Constantino es considerado el personaje más importante de la Antigüedad Tardía. Puso los cimientos de la Basílica de San Pedro y de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, y de toda la civilización europea posclásica. Su victoria en el Puente Milvio se cuenta entre los momentos decisivos de la historia del mundo. Pero también fue muy controvertido, y desde hace siglos los historiadores lo critican, y dudan e incluso niegan su conversión al cristianismo. En este libro, el autor reúne ese legado con equilibrio y brevedad, y presenta al personaje a la luz de las últimas investigaciones, ahondando en su posición como primer emperador cristiano.

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Veröffentlichungsjahr: 2015

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Hans A. Pohlsander

EL EMPERADOR CONSTANTINO

EDICIONES RIALP, S. A.

MADRID

Título original: The emperor Constantine

© 2015 Routledge, a member of the Taylor & Francis Group.

© 2015 de la versión española, realizada por MIGUEL MARTÍN,

by EDICIONES RIALP, S. A., Colombia, 63, 8º A - 28016 Madrid

(www.rialp.com)

Realización ePub: produccioneditorial.com

ISBN: 978-84-321-4565-0

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

PORTADA

PORTADA INTERIOR

CRÉDITOS

CRONOLOGÍA

I. INTRODUCCIÓN

II. LOS EMPERADORES-SOLDADO Y DIOCLECIANO

III. LA SUBIDA AL PODER DE CONSTANTINO

IV. LA CONVERSIÓN DE CONSTANTINO

V. CONSTANTINO COMO ÚNICO GOBERNANTE DE OCCIDENTE

VI. EL CONFLICTO CON LICINIO

VII. LA CONTROVERSIA ARRIANA: EL CONCILIO DE NICEA Y SUS CONSECUENCIAS

VIII. LA CRISIS EN LA FAMILIA IMPERIAL

IX. LA NUEVA ROMA

X. EL GOBIERNO DE CONSTANTINO

XI. ÚLTIMOS AÑOS DE CONSTANTINO: MUERTE Y SEPULTURA

XII. LA IMAGEN DE CONSTANTINO EN EL ARTE ROMANO

XIII. UNA VALORACIÓN

APÉNDICE I. Las fuentes para el reinado de Constantino

APÉNDICE II. Glosario de términos griegos, latinos y técnicos

APÉNDICE III. Notas biográficas

CRONOLOGÍA

Fechas destacadas de la historia romana, 235-337:

235-84

Los emperadores soldado

244-9

Filipo el Árabe

249-51

Decio

249

Persecución de los cristianos

253-60

Valeriano

257

Nueva persecución de los cristianos

268-70

Claudio II Gótico

270-5

Aureliano

283-4

Numeriano

284-305

Diocleciano

285

Maximiano promovido césar

293, 1 marzo

Se establece la Primera Tetrarquía: Diocleciano y Maximiano, augustos; Galerio y Constancio, césares

301

Edicto de Precios

303

Comienza la gran persecución

305, 1 mayo

Se retiran Diocleciano y Maximiano; Galerio y Constancio son augustos

306, 25 julio

Constancio muere en York. Constantino aclamado emperador

307

Matrimonio de Constantino y Fausta, hija de Maximiano

308, 11 nov.

Reunión de Diocleciano, Maximiano y Galerio en Carnuntum; Licinio nombrado augusto

310

Muerte de Maximiano

311

Edicto de limitada tolerancia de Galerio

311, 11 mayo

Muerte de Galerio

312, 28 oct.

Batalla del Puente Milvio

313, (¿) feb.

Reunión de Constantino y Licinio en Milán; Licinio casa con Constancia, medio hermana de Constantino

313

«Edicto de Milán»; controversia donatista

314

Concilio de Arlés

315

Constantino celebra su decennalia

316

Primera guerra entre Constantino y Licinio

317, 1 marzo

Crispo, Constantino II y Licinio II nombrados césares

324

Segunda guerra entre Constantino y Licinio

324, 8 nov.

Constancio II nombrado césar

325, primavera

Muerte de Licinio I y Licinio II

325, 25 mayo

26 julio

Concilio de Nicea; adopción del credo niceno

325-6

Constantino celebra su vicennalia

326

Muerte de Crispo y Fausta. Helena peregrina a Tierra Santa

330, 11 mayo

Dedicación de Constantinopla

333, 25 dic.

Constante nombrado césar

335-6

Constantino celebra su tricennalia; concilio de Tiro

335, 13 sept.

Dedicación de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén

335, 7 nov.

Atanasio desterrado a Tréveris

337

Constantino bautizado después de Pascua por el obispo Eusebio de Nicomedia

337, 22 mayo

Muerte de Constantino en Nicomedia

337

Golpe del ejército en Constantinopla

337, 9 sept.

Constantino II, Constancio II y Constante se proclaman augustos

I. INTRODUCCIÓN

Al emperador Constantino se le considera el personaje más importante de la Antigüedad Tardía. Su fuerte personalidad puso los cimientos no ya de la Basílica de San Pedro o de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, sino de la civilización europea posclásica; su reinado estuvo repleto de acontecimientos de lo más dramático. Su victoria en el Puente Milvio se cuenta entre los momentos decisivos de la historia del mundo.

Pero Constantino es también una persona controvertida, y esa controversia comienza incluso en la antigüedad misma. Los escritores cristianos Lactancio y Eusebio vieron en Constantino un benefactor de la humanidad enviado por Dios. Juliano el Apóstata, por el contrario, le acusa de codicia y despilfarro, y el historiador pagano Zósimo le hace responsable de la caída del imperio en occidente.

La visión positiva fue la que prevaleció, aunque no siempre, a lo largo de la Edad Media, llevó a muchos gobernantes a imitarle e inspiró numerosas obras de arte. Otón obispo de Freising (c. 1114-58), en su Crónica o historia de las dos ciudades, escribe lleno de entusiasmo: «Cuando sus asociados alcanzaron el fin de sus mandatos, y en consecuencia Constantino quedó como único gobernante y tuvo el poder sobre todo el imperio, la deseada paz se estableció en toda la afligida Iglesia… Pues los malos y perseguidores habían desaparecido de la tierra y los buenos se veían libres de cuidados; las nubes de tormenta se disiparon y un día feliz comenzó a brillar sobre la Ciudad de Dios en todo el mundo». Por el contrario, Petrarca en su Bucolicum Carmenllama a Constantino miser (miserable) y espera que sufra para siempre. Aquí, y también en su De vita solitaria, Petrarca desaprueba la Donación de Constantino, un decreto falsamente atribuido al emperador, por el que se creaba el Patrimonio de San Pedro.

En tiempos más recientes, Constantino ha sido criticado ásperamente tanto por filósofos como por historiadores. Así Voltaire, en su Diccionario Filosófico (1767), describe a Constantino como «un afortunado oportunista al que le importaba poco Dios o la humanidad» y que «se bañó en la sangre de sus parientes». Y el filósofo alemán Johann Gottfried Herder (1744-1803) pensaba que, al apoyar el Estado en la Iglesia, Constantino había creado «un monstruo de dos cabezas».

Edward Gibbon, en su celebrada Decadencia y caída del Imperio Romano (1776-88), sostiene que Constantino degeneró convirtiéndose en un «monarca cruel y disoluto», alguien que «podía sacrificar, sin reparos, las leyes de la justicia y los sentimientos de la naturaleza a los dictados de sus pasiones e intereses». También mantuvo que Constantino era indiferente respecto a la religión, y que su apoyo a los cristianos respondía a consideraciones puramente políticas.

En su libro La Época de Constantino el Grande (1852), el renombrado historiador suizo Jacob Burckhardt vio en Constantino una persona esencialmente irreligiosa, alguien completamente consumido por su ambición y afán de poder, peor aún, un «asesino egoísta» y un perjuro habitual. Y, según Burckhardt, un hombre no solo inconsistente en materia de religión sino «intencionadamente ilógico».

Incluso el gran Theodor Mommsen, cuyo juicio nunca se puede tomar a la ligera, expresó la opinión, en 1885, de que habría que hablar de una época de Diocleciano más que de una época de Constantino; aparte de lo que se pueda decir del carácter de Constantino, de las adulaciones o hipocresía de sus partidarios y de los furiosos ataques de sus enemigos.

Henri Grégoire (1881-1964), distinguido estudioso belga, negó vigorosamente una conversión de Constantino en 312 y, bastante irrazonablemente, afirmó que el verdadero campeón del cristianismo fue Licinio.

Por lo general, en nuestro propio tiempo, competentes historiadores de la antigüedad han visto las cosas con algo más de objetividad y han alcanzado, si no un consenso, al menos unas conclusiones más equilibradas. En los siguientes capítulos haremos el esfuerzo de presentar esas conclusiones equilibradas de forma concisa o, donde no es posible llegar a conclusiones, trataremos las cuestiones y problemas de un modo imparcial.

Como muchos otros libros sobre Constantino, el presente modesto estudio pone énfasis en las cuestiones religiosas. La posición de Constantino como primer emperador cristiano, y la energía y dedicación que puso en materia de religión lo requiere, la naturaleza de nuestras fuentes nos lleva ahí con facilidad, y buena parte de nuestros lectores así lo esperan.

II. LOS EMPERADORES-SOLDADO Y DIOCLECIANO

Si queremos comprender al emperador Constantino, debemos antes examinar brevemente el tiempo en que nació y creció y la impronta que dejó en su persona.

Durante el medio siglo transcurrido entre la muerte del emperador Alejandro Severo en 235 y la accesión del emperador Diocleciano en 284, el Imperio Romano presenció una serie interminable de crisis y calamidades, políticas, militares, económicas y sociales de toda clase.

Una indicación clara de la inseguridad de aquel tiempo la encontramos en la rápida sucesión de emperadores. Con predecible regularidad, un emperador tras otro procede de las filas del ejército, reina un corto periodo y muere en el campo de batalla o víctima de asesinato. La duración media de los reinados de estos emperadores es de tres años, y ninguno dura más de ocho (salvo que Galieno fue coaugusto con su padre Valeriano en 253-60 antes de reinar como único augusto en 260-8). Es difícil saber con algún grado de precisión cuántos emperadores hubo, pues además de los que obtuvieron el reconocimiento del senado, hubo numerosos usurpadores y contendientes. Todos ellos salieron de las filas del ejército y son por eso llamados con frecuencia los emperadores-soldado. Muchos de ellos, como Claudio Gótico y Aureliano, fueron bastante capaces y enérgicos, pero ninguno consiguió romper ese ciclo vicioso. Al mismo tiempo, la integridad del imperio estaba amenazada por movimientos separatistas tanto en occidente como en oriente: el emperador Aureliano (270-5) tuvo que superar tanto un reino secesionista de Palmira, bajo la famosa Zenobia, en oriente, como un separatista imperio Galo-Romano, en occidente.

A lo largo de la extensa frontera Rin-Danubio, los romanos tuvieron que enfrentarse con unas tribus germánicas mejor organizadas y más aguerridas que antes: sajones, francos, alamanes, marcomanos, vándalos, burgundios y godos. De cuando en cuando, una u otra de estas tribus penetraba profundamente en el territorio romano. La Galia y el norte de Italia sufrían especialmente repetidas incursiones germánicas; Dacia (la actual Rumanía) tuvo que ser abandonada. Incluso la seguridad de la ciudad de Roma estaba comprometida; el muro de Aureliano, con 12 millas de largo, que rodea casi por completo el corazón de la ciudad, es un monumento a la pericia de los ingenieros romanos, pero también a la inseguridad de Roma. En oriente, la Persia sasánida proseguía su política de agresión y expansión. En 260, el emperador Valeriano cae prisionero del rey persa Shapur I en Edessa y sufre una indescriptible humillación antes de morir en cautividad.