El empresario de Jerusalén - Wouter Droppers - E-Book

El empresario de Jerusalén E-Book

Wouter Droppers

0,0

Beschreibung

¿Cómo podemos, en nuestra calidad de empresarios, contribuir al bienestar de todos los miembros de nuestra compañía, además de obtener los beneficios pertinentes? ¿Cómo pasamos de un negocio centrado en los beneficios a otro impulsado por un propósito, que sea de bendición para la sociedad, la Creación y Dios, y que al mismo tiempo sea económicamente rentable? En "El empresario de Jerusalén", Wouter Droppers contrasta las dos ciudades bíblicas de Jerusalén y Babilonia, que representan los dos modelos de negocio que dominan el mundo empresarial moderno. Babilonia, la ciudad del hombre, subraya la realización personal por medio del poder, la competición y los resultados. Su objetivo primario es ganar dinero. Su lema es "el fin justifica los medios". Jerusalén, la ciudad de Dios, defiende el amor, la justicia y el servicio. Su objetivo primario es el bienestar de todos. Usando como ejemplo la nueva Jerusalén, Wouter revela cómo el empresario de esta nueva ciudad recibe agradecido la intervención de Dios y puede añadir valor para el cliente y para el mundo de una manera económicamente rentable. Wouter comparte sus ideas y sus lecciones por medio de anécdotas y experiencias personales, con objeto de inspirar a empresarios y a líderes de negocios a seguir a Dios en sus empresas y a convertirse en una fuente de bienestar para el mundo que les rodea. ¿Estás listo para ser un empresario de Jerusalén?

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 355

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



“¡Este libro de Wouter Droppers me pareció una lectura excelente! Lo recomiendo sinceramente. Te ayudará a practicar tu fe en tu lugar de trabajo, que es el propósito de nuestras vidas. Es una lectura imprescindible. Entre los empresarios, somos muchos los que tenemos preguntas sobre cómo contribuir al bienestar de nuestros empleados, vendedores, clientes y a nuestro propio beneficio saludable. ¿Cómo podemos equilibrar esos factores de modo que honren a Dios en todo lo que hagamos? ¿Qué haría Jesús? Este libro te ayudará a alcanzar ese equilibrio”.

Dr. Mark Whitacre, director ejecutivo, t-factor de Coca-Cola Consolidated Inc., Charlotte, NC.

“El empresario de Jerusalén es unaguíacompleta para quienes participamos en el mundo mercantil. En el ámbito en el que hacemos negocios existen muchas distracciones; sin embargo, nuestras mejores prácticas y nuestra toma de decisiones deben fundamentarse en principios bíblicos. El autor, basándose en su amplia experiencia, demuestra cómo nosotros, como embajadores en el lugar de trabajo, podemos llevar una vida íntegra, agradando a Dios y aportando valores a las personas con quienes hacemos negocios. Sin duda, El empresario de Jerusalén es un libro muy recomendable, que enseña a los empresarios a ser sal y luz para el Señor Jesucristo en este entorno competitivo y multicultural”.

Joseph Foo, presidente de la junta de CBMC International, director general y fundador de Jason Marine Group Limited, Singapur.

“El empresario de Jerusalén te extiende una invitación tremendamente necesaria para que expreses quién eres en Cristo (identidad), y cambies cómo haces lo que haces y tu motivación. Los ejemplos prácticos y los principios transferibles podrían modificar la actuación y la vida de un lector. Si más cristianos viviesen como empresarios de Jerusalén, ¡cambiarían el mundo!”.

Mike Sharrow, director general, C12 Group, San Antonio, Texas, EE.UU.

“Todo líder empresarial tiene que decidir cuál es su definición del éxito y qué está dispuesto a hacer para alcanzarlo. Wouter Droppers ofrece una atractiva yuxtaposición entre el éxito terrenal, basado en el egoísmo y en la ambición, y el éxito cristiano, fundamentado en el servicio a Dios para beneficio de su máximo tesoro: las personas. Al usar la narrativa bíblica de Babilonia y Jerusalén, Droppers expone una vía fácil de seguir y una imagen muy convincente de cómo es vivir en la práctica estos paradigmas tan diferentes entre sí. Una vez más, cada líder debe decidir qué es el éxito y a quién servirá en su intento de obtenerlo, y Droppers ayuda a tomar esta decisión mediante este libro tan contundente”.

Lee Truax, presidente de Fellowship of Companies for Christ International.

“Todos los empresarios de éxito tienen algo en común: la pasión por su trabajo. Al mismo tiempo, esta pasión suele suponer también un peligro: relaciones rotas, agotamiento, si no hay dinero no hay descanso, etc. Considero que Wouter Droppers es uno de los líderes más inspiradores de todos los que he tenido el privilegio de conocer; es un brillante empresario apasionado por su gente como pocos otros. Su libro, El empresario de Jerusalén, es una lectura obligatoria para todo profesional que quiera combinar el éxito en los negocios con el bienestar personal”.

Jan Van der Velden, presidente de la junta directiva de VDV Concrete & Steel, Bélgica.

“Este libro ofrece un testimonio personal de cómo Jesucristo es relevante para hacer negocios en esta época tan dinámica y desafiante. En él hallamos el relato de un viaje de prueba y error que convierte los conflictos de interés en el amor sanador por nosotros mismos y por otros. Recomiendo este libro a cualquiera que busque propósito y sentido en su trabajo y en la manera de hacer negocios”.

Profesor Dr. Lans Bovenberg, profesor de Economía Relacional, Valores y Liderazgo, Universidad Erasmus, Rotterdam.

“Recomiendo muchísimo este libro de Wouter Droppers. Debido a sus muchos años en el mundo de los negocios, Wouter sabe con quién está tratando. Conoce los trucos de este mundillo. En su libro plasma el contraste entre dos ciudades simbólicas con dos culturas laborales distintas. Me vinieron a la mente las primeras líneas de Historia de dos ciudades, de Charles Dickens:

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la era de la sabiduría, la era de la locura, la época de la creencia y la época de la incredulidad, era la estación de la luz y la estación de las tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno del desespero…

Actualmente vivimos una paradoja parecida. ¿Qué camino elegiremos? Wouter nos ofrece consejos prácticos para dar forma a esta decisión en el mundo empresarial y en los negocios, sabiendo que Dios es el maestro arquitecto por antonomasia de la Ciudad Celestial”.

Peter J. Briscoe, cofundador de Europartners y de Compass Financial Ministry Europe. Autor de El discipulado financiero.

“El libro de Wouter comparte experiencias valiosas vividas en las trincheras empresariales, que ayudarán a la comunidad mundial en muchos sentidos. Amplía el gran ‘por qué’ del espíritu emprendedor desde una cosmovisión bíblica, ayuda con enfoques prácticos sobre cómo tener un éxito integral y facilita la integración de la fe y los negocios. Todo empresario necesita leerlo para obtener una sabiduría genuina de una persona real que es un líder auténtico, eficaz, espiritual y atento”.

Dr. Jesús A. Sampedro, escritor sobre liderazgo, director de programa y profesor en MACU.edu y presidente de CBMC Latinoamérica.

“La teología es un campo de estudio que a menudo se piensa que no tiene nada positivo que decir sobre la empresa contemporánea. Este libro demuestra lo erróneo que es pensar esto. Mediante la combinación de su conocimiento bíblico con su experiencia empresarial, el autor crea una narrativa refrescante. No solo es un libro atractivo y esclarecedor, sino que también contiene muchas implicaciones prácticas”.

Dr. Peter S. Heslam, Universidad de Cambridge, director de Faith in Business.

“El cristianismo y la empresa, ¿se afectan mutuamente? Y si es así, ¿cómo manifiestas esto si eres empresario? Para responder a estas preguntas, Wouter Droppers, en su libro El empresario de Jerusalén, nos echa una mano para la contemplación y la reflexión. Va desgranando el tema usando dos imágenes bíblicas de dos entornos opuestos, Babilonia y Jerusalén. He leído con interés este libro tan bien escrito; lo he disfrutado y lo recomiendo a cualquiera que esté interesado en aprender sobre el mundo de la empresa partiendo de un punto de vista bíblico”.

Jan Willem Overwater, exbanquero (ING), actual asesor senior del Consejo de Administración, Holanda.

“Los empresarios son importantes. En medio de todo tipo de fuerzas e influencias en nuestra sociedad, representan los resultados, la continuidad y el servicio a los intereses de otros. ¿Cómo hacer esto de manera responsable y dónde se encuentran los peligros? En este libro, Wouter Droppers contrasta clara y sucintamente dos maneras de hacer negocios. Una es destructiva y la otra contribuye a garantizar que los empresarios hagan realmente una contribución positiva al bienestar de la sociedad y, por consiguiente, también a sí mismos. Es una buena lectura, útil para reflexionar estés donde estés en tu viaje empresarial”.

Pieter Van der Kwaak, presidente de la junta de Lansigt Accountants, Holanda.

“Con este libro, Wouter me ha hecho reflexionar de diversas maneras. Ha logrado que este libro sea maravillosamente práctico, usando incontables ejemplos sacados de su propia experiencia para demostrar lo fácil que resulta tomar decisiones equivocadas. Moverse entre la Babilonia (tan seductora) y el hermoso panorama de Jerusalén exige reflexión y algunas decisiones fundamentales. Pero esta Jerusalén no es una realidad distante. Wouter sostiene que esos principios ya son aplicables. ¿Nos atrevemos a usarlos a modo de espejo para ver qué hacemos hoy? ¿Para las decisiones que tomamos, las tentaciones a las que estamos expuestos? Leer este libro no solo te hace pensar en cosas que, a veces, son de lo más cotidiano, sino que también te inspira para que tomes esas decisiones conscientes. Algunas no son difíciles (afinar los objetivos de tu empresa); otras son tremendamente complejas porque tienen que ver con cambiarme a mí mismo y porque tengo que modificar parte de mi conducta muy enraizada. Lo que ha hecho Wouter con este libro ha sido darme un espejo extra al ofrecerme una reflexión hermosa y práctica de este tema”.

Jan-Willem Grievink, empresario cristiano, Europa.

“Daniel fue tomado prisionero por los enemigos de su pueblo, pero decidió no contaminarse, y superó increíbles retos con su firme creencia en el Señor. El autor usa la fe de Daniel para retar a todos sus hermanos en la fe dedicados a los negocios. Creo que el desafío del autor es la esencia de la actitud del empresario cristiano sometido a su entorno babilónico predominante. Considero que El empresario de Jerusalén puede ser una pauta idónea para los hombres de negocios cristianos de nuestra época, y recomiendo firmemente a todos ellos que lo lean y lo apliquen para obtener el éxito duradero”.

Lee, Dae Sik, presidente nacional de CBMC, Corea.

Dedico este libro a mi padre, Hendrik Droppers. Fue un ejemplo de fe, sabiduría y excelente espíritu empresarial. Aprendí mucho de él.

¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!

¡La gloria del Señor brilla sobre ti!

Mira, las tinieblas cubren la tierra,

y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.

Pero la aurora del Señor brillará sobre ti;

¡sobre ti se manifestará su gloria!

Las naciones serán guiadas por tu luz,

y los reyes, por tu amanecer esplendoroso.

Isaías 60:1-3, hablando de la nueva Jerusalén

ÍNDICE

Agradecimientos

Introducción

Primera parte: Historia de dos ciudades: Babilonia y Jerusalén

1 Dos ciudades: Babilonia y Jerusalén

2 Hacer negocios en la cultura babilónica

Segunda parte: El empresario cristiano de Jerusalén

3 ¿Quiénes somos?

4 Los que son llamados

5 Vivir en conexión

6 El amor como fundamento

7 El acicate de las metas

8 Cualidades empresariales

9 Crear bienestar

10 La motivación y el significado

Tercera parte: La empresa de Jerusalén

11 La propiedad

12 La toma de decisiones

13 El amor en los negocios

14 La conexión dentro de la empresa

15 Los modelos de beneficios

16 Cómo convertirse en un empresario cristiano de Jerusalén

Epílogo

Otros libros de finanzas

Agradecimientos

Quisiera dar las gracias a todos los que han hecho posible este libro. Primero, deseo expresar mi gratitud a todas las personas a las que he conocido en mi vida profesional. Cada uno de vosotros ha contribuido (a veces sin saberlo) a la sabiduría de este libro que ahora tengo la oportunidad de transmitir. Me habéis dado las experiencias que hicieron de mí lo que soy.

También quiero dar las gracias a la junta de Europartners, que me concedieron tiempo para escribir este libro. Junto con ellos, quiero dar las gracias a los patrocinadores Monique y Joost Jensen. Con vuestra aportación económica habéis hecho posible la publicación de este libro.

Quiero también mostrar mi gratitud al equipo de Europartners, Annelies Luken y Frans van Santen. Gracias por ser los primeros editores. Valoro que me hayáis soportado y que os tomarais tiempo para hacer críticas constructivas de mis pensamientos y mis palabras. Gracias a ambos.

Mi gratitud para todos los lectores que leyeron el manuscrito y me ofrecieron su feedback. Antes que nada, quiero mencionar a mis hijos, Bram Droppers y Marieke Meeske, Nienke Droppers y Ward Haarsma. Gracias por vuestra aportación.

Y, en orden alfabético, quisiera extender mi agradecimiento al siguiente equipo de expertos: Erik Borgman, Lans Bovenberg, Peter Briscoe, Jan Droppers, Paul van Geest, Gerrit Grievink, Jan Willem Grievink, Gert Hutten, Pieter van der Kwaak, Cees van der Meij, Jan Willem Overwater, Eugene Romijnders, Jan Sterk, Jan van der Velden y Cors Visser. Gracias, sobre todo por vuestro inestimable feedback.

Quiero dar las gracias a Sarah Berry, de High Bridge Media, por sus consejos y su trabajo editorial, y por conseguir que el texto fluya. También a Erik van Santen por su traducción al inglés.

Por supuesto, también quiero dar las gracias a mi esposa, Elsbeth, que, como suele pasar con mis proyectos, ha pagado el precio de verme menos, tener que escuchar mis presuntas ideas brillantes o soportar mi estado de ánimo los días en que no me venía la inspiración para escribir. Es un ángel porque, a pesar de los pesares, le sigue gustando estar conmigo.

Por encima de todo, quiero expresar mi gratitud a mi Padre celestial, que siempre es fiel y que en su amor me ha unido a él.

Wouter Droppers

Noviembre de 2020

Introducción

En cierta ocasión escuché a un hombre de negocios hablar sobre una reestructuración importante que había llevado a cabo. Debido a circunstancias económicas se vio obligado a despedir a 80 trabajadores. Habló con entusiasmo de cómo lo había hecho por e-mail, para evitar verse “involucrado emocionalmente”. La reorganización se efectuó rápidamente y sin escrúpulo alguno. Según su opinión, no involucrarse emocionalmente era una ventaja para tomar buenas decisiones. Él era conocido por tener esa cualidad.

No mucho después escuché hablar a otro empresario. Su negocio tenía diversas plantas de fabricación en varios continentes, pero era un hombre modesto, quien comentó, como si tal cosa, que donaba a causas humanitarias la mitad de sus ingresos de explotación. Luego me enteré de que dedicaba mucho tiempo a aconsejar a otros empresarios y a sus empleados. Aquí teníamos a un hombre conocido por servir a las personas y a la sociedad al compartir con otros sus talentos, percepciones y capacidades.

Esos dos hombres de negocios tienen paradigmas opuestos del bienestar y del éxito. En el mundo de la empresa, veo cómo los empresarios tienen ideas muy diferentes de lo que es tener éxito. Algunos limitan su concepto del éxito al bienestar personal, la felicidad y la adquisición de cosas para ellos mismos. Piensan en conseguir poder, ser mejores competidores y salir siempre ganando. Su meta primaria es maximizar los beneficios y su lema es “El fin justifica los medios”. En este libro los llamo “empresarios de Babilonia”, porque representan la cultura empresarial babilónica.

Hay otros, como el segundo hombre de negocios de esta introducción, que también valoran el interés del cliente y el de los otros accionistas. Su objetivo principal es aumentar el bienestar de todos los participantes y su lema es “Añadir valor al cliente, la sociedad y el mundo de una manera económicamente rentable mediante el aumento del bienestar de todos los accionistas”. Estos empresarios, cuando es Dios quien guía sus decisiones, son lo que yo llamo “empresarios de Jerusalén”, representantes de la cultura de negocio de Jerusalén.

La diferencia entre estas maneras de pensar en los negocios no solo radica en su manera de hacerlos, sino también en su definición del éxito y del bienestar. Dentro del mundo de los negocios, estas dos cosas suelen definirse en términos de crecimiento, grandes beneficios, ingresos considerables y un cargo importante dentro de la jerarquía de la empresa. Aparentemente, estas definiciones conducen al reconocimiento público y a la adquisición de símbolos deseables de estatus. Entonces el éxito se mide en función del prestigio que uno tenga en la sociedad y del estilo de vida rico y lujoso que pueda permitirse. De esta manera, muchos hombres de negocios piensan que están creando bienestar. Mi experiencia personal me dice que esto es solo una verdad a medias. Quisiera desafiar este paradigma del éxito y reformular la definición habitual del éxito y del bienestar.

La pregunta es la siguiente: ¿estamos fomentando el bienestar de los habitantes de este mundo, incluidos nosotros, o generamos más incomodidad para los humanos y la sociedad por nuestra manera de hacer negocios? ¿Qué tipo de éxito obtenemos con nuestro negocio y nuestro trabajo cotidiano? Y lo más importante: ¿cómo podemos, en calidad de empresarios, contribuir al bienestar de todos aquellos que forman parte de nuestra empresa, así como a nuestro propio interés legítimo?1 Esta es la pregunta que deseo responder.

El cambio de paradigma

Buena parte de este libro refleja mi propia búsqueda del éxito, la felicidad y el bienestar, incluyendo una faceta desagradable: un poderoso deseo de obtener el éxito empresarial. Aún no he concluido el viaje de mi vida, pero la manera en que defino el éxito y el bienestar ha cambiado. Esto es igual de cierto para mi comprensión de la meta de esta vida.

A principios de mi carrera estaba motivado por el deseo de que me reconociesen. Las opiniones de otros tenían para mí la máxima importancia y se convirtió en mi fuerza motriz. Empecé mi carrera profesional trabajando para un gran distribuidor de piezas de recambio y accesorios para automóviles en Holanda. Después de varios años exitosos en los que ocupé diversos cargos directivos, me pidieron que pasara a ser miembro de la junta empresarial, lo cual supuso un ascenso inesperado.

Cuando accedí a ese cargo, fue como si hubiera conseguido todo lo que podía y quería obtener. Sin embargo, interiormente sentía lo contrario. Estaba inseguro. A pesar de que aquel impulso de demostrar mi valía una vez tras otra me había hecho rendir estupendamente, pude conseguir grandes éxitos en la compañía y me permitió acceder a la junta, me sentía insatisfecho y vacío. Mi vida empresarial era la búsqueda del reconocimiento y de los éxitos tangibles que me permitieran obtenerlo, pero no gozaba de satisfacción ni de contentamiento.

Un tiempo después fui presidente de un concesionario de coches que tenía varias empresas asociadas. A la compañía le iba bien, obteníamos buenos beneficios y me consideraban un directivo en alza. El poder y su (ab)uso se convirtieron en una nueva experiencia. Nunca había contemplado el mundo desde aquella perspectiva. Como resultado, lentamente, pero sin pausa comencé a desarrollar rasgos egocéntricos y narcisistas. Sin que me diera cuenta, el mundo empezó a girar gradualmente en torno a mí y a mis ambiciones. La atención que conseguían mis éxitos se transformó en arrogancia. Las personas se convirtieron en objetos; los clientes, en cajeros automáticos; los empleados, en sueldos; y los amigos, solo eran buenos momentos. Mi evaluación de otros se basaba en si añadían valor y utilidad a mi ambición y a mis objetivos.

Todo este éxito tenía una faceta nociva, visible y evidente. Empecé a vivir despegado de los demás, arrogante dentro de mi burbuja de éxito y de prestigio empresarial. Curiosamente, yo no lograba captar este aspecto negativo. Solo después de ver las lágrimas y la decepción en los ojos de las personas a las que amaba, como respuesta a mi conducta, me di cuenta de en quién me había convertido. Afortunadamente, tengo una esposa fuerte e inteligente. Empezó a hacerme preguntas sobre mi conducta, mi motivación y mis decisiones en la vida. Comencé a percibir la cara oscura de mi éxito y mi felicidad, que era mi falta de interés por otros y mi desconexión de ellos.

En mi siguiente empleo, como presidente de varios concesionarios, aprendí a pensar y a actuar de una manera orientada a las personas, ética. Esto lo aprendí de un empresario que no era cristiano, pero si un hombre íntegro al que respetaba extraordinariamente. Me enseñó mucho sobre la ética empresarial. Su prioridad eran las personas. Para mí, un individuo centrado en los proyectos, aquello resultaba difícil. En aquella época, consideraba que las personas eran menos importantes que mis éxitos laborales. También descubrí que los cristianos no se pueden distinguir de los no cristianos por sus valores morales o su ética empresarial. Tanto los hombres y mujeres de negocios que son creyentes como los que no lo son pueden tener una moral y una ética excelentes. Lentamente, la búsqueda de éxito, felicidad y bienestar me fue llevando a un cuestionamiento. Me pregunté: ¿Qué valor añadido tiene la fe cristiana si no es la ética y los valores?

En 2007, fui presidente de un movimiento de empresarios cristianos en Holanda, llamado Conectando Negocios y Lugares de Trabajo con Cristo (CBMC). Yo tenía en mente una ambiciosa agenda profesional, pero me pasó algo que nunca antes me había sucedido: no pude alcanzar los objetivos que había fijado para mi rendimiento laboral. Aquello me conmocionó. La ansiedad se adueñó de mí. ¿Cómo puedo explicar esto? ¿Qué pensarán de mí los demás? ¿Cuáles serán las consecuencias? Decidí irme de retiro para ayunar y escuchar a Dios. Fue una experiencia hermosísima, sin precedentes.

Durante el retiro sentí que Dios me hablaba. La primera vez lo hizo por medio del Salmo 127:1-2, donde Dios dice:

Si el Señor no edifica la casa,en vano se esfuerzan los albañiles.

Si el Señor no cuida la ciudad,en vano hacen guardia los vigilantes.

En vano madrugáis,y os acostáis muy tarde,para comer un pan de fatigas,porque Dios concede el sueño a sus amados.

Eran unas palabras que me resultaban familiares. Aquella era mi vida. Me levantaba temprano por la mañana, me acostaba tarde, trabajaba arduamente y obtenía resultados nimios. Empecé a ser consciente de que los resultados eran menos accesibles de lo que había pensado, y que las consecuencias y los resultados de mi trabajo dependían de la intervención y de la obra de Dios. Si yo hacía menos y Dios quería bendecir mi trabajo, los resultados podrían ser más grandes y abundantes de lo que podía predecir o imaginar. Dios controlaba los resultados, y si decidía bendecirme, podía hacerlo incluso mientras yo estuviese durmiendo.

Tres años más tarde, en 2010, después de la crisis económica, esas experiencias y las palabras del Salmo 127 demostraron ser ciertas. Como resultado de mi experiencia en el retiro, CBMC suspendió las actividades más caras y se concentró en un número limitado de actividades destinadas a cambiar vidas. Tenían menos repercusión y eran menos visibles, pero también requerían menor número de trabajadores y menos recursos financieros. Fue un año con menos ingresos, menos personal y menos actividades, pero con más hombres de negocios y empresarios que llegaron a la fe en Cristo. Nosotros hicimos menos y Dios hizo más. Dios fue visible en nuestro trabajo y estuvo presente en nuestras vidas cotidianas, y eso supuso la gran diferencia. A estas alturas recordé aquel retiro y la lección que aprendí del Salmo 127.

La segunda vez que Dios me habló durante aquel retiro fue durante una lectura del Salmo 62:5-9:

Solo en Dios halla descanso mi alma;de él viene mi esperanza.

Solo él es mi roca y mi salvación;él es mi protectory no habré de caer.

Dios es mi salvación y mi gloria;es la roca que me fortalece;¡mi refugio está en Dios!

Confía siempre en él, pueblo mío;ábrele tu corazón cuando estés ante él.¡Dios es nuestro refugio! 

Una quimera es la gente de humilde cuna,y una mentira la gente de alta alcurnia;si se les pone juntos en la balanza,todos ellos no pesan nada.

Esta fue mi segunda lección: confía en Dios antes que en las personas. Esto supuso un espectacular cambio de paradigma. Antes de ese cambio, yo estaba preocupado por mi reputación debido a que mi rendimiento se había reducido. Tenía miedo de cómo me juzgarían los demás; para mí, lo que ellos pensaran era esencial. No me importaba mucho lo que Dios opinara de mi vida. Este salmo me ayudó a poner mi confianza en Dios. Él me mostró que su amor y su presencia son suficientes. Él es el único en quien puedo confiar, de quien puedo depender. A fin de cuentas, las personas y sus opiniones no son tan importantes. De hecho, el salmo dice que no pesan nada.

Sin embargo, estas revelaciones no significaron que yo experimentara en mi trabajo nada más que satisfacción y sentido. Después de cinco años en CBMC, ya no disfrutaba de mi trabajo. Durante esa época, en el plazo de un mes, tuve en cuatro ocasiones distintas el mismo sueño. En él estaba trabajando otra vez en la última compañía que había dirigido durante mi carrera en la industria del automóvil. Me pregunté qué me estaría diciendo aquel sueño. ¿Por qué lo tuve cuatro veces en un mismo mes?

En mi tiempo de calma con Dios, mientras buscaba una respuesta, me vino a la mente esta pregunta: ¿Cómo veo mi trabajo en CBMC? ¿Es un llamamientoo un paso intermedio hacia una vida más desafiante y plena? Cuando surgió esta pregunta, supe la respuesta de inmediato. Mi papel era llevar a Dios a empresarios y hombres y mujeres de negocios, y movilizar a los profesionales cristianos para que fuesen embajadores de Cristo. La historia de mi vida y mi experiencia laboral me habían preparado para cumplir aquella misión. Después de llegar a esta conclusión, volví a entusiasmarme con mi trabajo. De nuevo sentía plenitud, veía que tenía un sentido. No regresaría al mundo empresarial motivado por mi propia ambición o por nuevos retos, sino que seguiría sirviendo y dirigiendo a otros.

Continué en CBMC durante unos años, hasta que sentí que Dios me estaba guiando en una nueva dirección. La junta de Europartners,2 un movimiento europeo de líderes empresariales, consideró que mi experiencia de servicio en un ministerio para líderes en Holanda y mi trasfondo laboral eran muy valiosos, y me invitó a ser su nuevo presidente. Acepté la invitación y ya hace muchos años que trabajo con Europartners. En este rol ayudo a líderes empresariales cristianos a vivir intencionadamente el evangelio en la práctica; y a los líderes que no son creyentes, a acudir a Cristo. Durante estos años con Europartners, estoy descubriendo cada vez más lo que significa vivir por gracia.

Vivo siendo profundamente consciente de que la vida es más grande que mis capacidades. En mi trabajo actual estoy aprendiendo a recibir y a ser agradecido. Cada vez soy más consciente del hecho de que Dios nos da todo de antemano. Solo podemos usar y vivir a partir de lo que Dios nos ha dado primero. Como empresario y ser humano, estoy agradecido por lo que he recibido y con lo que puedo trabajar. Tengo el privilegio de hacer que la abundancia de dones que Dios nos da sea fructífera para bendecir a las personas. Los resultados obtenidos no proceden solo de mis propios esfuerzos; es Dios quien obra por medio de mí y es capaz de bendecir mi trabajo independientemente de mis propios actos. Después de mi trabajo, devuelvo mi esfuerzo a Dios con el conocimiento y la confianza de que desea trabajar por medio de él, usando mi labor a su manera para honrarle y servirle.

Actualmente, el reto consiste en trabajar desde el conocimiento de que Dios es el maestro arquitecto de la nueva ciudad y del nuevo mundo. Aunque este conocimiento debería dar espacio y libertad, puede resultarme difícil ceder el control y vivir de lo que Dios me da. Confiar en Dios sigue suponiendo una lucha. Trabajar basado en el conocimiento de que Dios siempre está dispuesto a empezar de nuevo y que el fracaso es una oportunidad para crecer me da esperanza y fomenta mi perseverancia. Aunque sé esto, aún sigo escuchando demasiado las opiniones y los juicios de valores de otros. Con demasiada frecuencia me resultan más veraces que la verdad de Dios. Necesito interiorizar de continuo esa verdad para poder trabajar con la convicción de que Dios está siempre ahí. Cuando lo hago, puedo trabajar con confianza, sabiendo que estoy seguro en su amor. Este es el principal acicate que me hace seguir avanzando. Pase lo que pase, sienta lo que sienta, él estará ahí para cuidar de mí, porque me ama. Su amor nunca fallará. Se basa en quién es él, no en mi rendimiento.

Mi definición del éxito y del bienestar ha cambiado. Anteriormente, trabajaba duro para obtener el éxito en mis negocios, dinero y reputación. Esto me proporcionó todo tipo de símbolos de estatus, lo cual me producía la sensación de ser respetado y amado. Ahora, defino el éxito como el proceso de convertirme en la persona que Dios quiere que sea, y el bienestar como el hecho de ser capaz de vivir por gracia.

La meta de mi vida ha cambiado, pasando de ser la de buscar el éxito, la riqueza y el respeto por mí mismo a convertirme en la persona que Dios quiere que sea. Esto supone vivir el tipo de vida que vivió Cristo, confiar en Dios, vivir con lo que él me da e introducir en este mundo, mediante mi vida cotidiana, el reino y el futuro de Dios. Para mí es importante que quienes me rodean puedan crecer y dar fruto, dado que es lo que Dios desea para ellos y ellas. Este punto de vista transformado, y las lecciones que aprendí, son lo que tengo la esperanza de hacerte llegar mediante este libro.

¿De qué trata este libro?

A lo largo de estas páginas reformularemos los términos del éxito y del bienestar en los negocios, y lo haremos al responder a esta pregunta: ¿Cómo podemos, en calidad de empresarios, contribuir al bienestar de todos aquellos que forman parte de nuestra empresa, así como a nuestro propio interés legítimo?3

Me centraré en el espíritu empresarial desde la perspectiva del llamamiento y el propósito, analizando cómo podemos hacer negocios motivados por el amor hacia todos los accionistas de la compañía, sirviéndoles bien y con excelencia. Juntos descubriremos cómo este paradigma puede contribuir a un mundo mejor, mientras nos confiere a nosotros, como empresarios, más alegría y sentido.

¿Por dónde empezamos? Lo haremos fijándonos en dos ciudades simbólicas de la Biblia: Babilonia, la ciudad del mundo, y Jerusalén, la ciudad de Dios. Durante mi propia búsqueda extraje lecciones de la historia de estas dos ciudades, aplicándolas a la iniciativa empresarial y a los negocios. Si podemos comprender los orígenes y los principios de estas dos ciudades, las reconoceremos en las personas, en los líderes y en nuestra manera de hacer negocios en la actualidad.

Antes de empezar

Cuando hablo de empresarios, me estoy refiriendo tanto a mujeres como a hombres. Sin embargo, por amor a la sencillez, me referiré a ambos con el pronombre masculino. Además, en ocasiones existe un concepto más amplio que incluye al hombre o mujer de negocios, director, director ejecutivo y profesional. No seguiré mencionando estos títulos separadamente, sino que en la mayoría de los casos los incluiré bajo el término “empresario”. Un rasgo de cada una de estas personas es que están capacitadas para tomar decisiones y son responsables tanto de los beneficios como de las pérdidas de la compañía, o de algún departamento dentro de ella, mientras tienen libertad para actuar como empresarios.

En este libro distingo entre diversos tipos de empresarios.

Primero, hablo del empresario de Babilonia, que tiene una cosmovisión babilónica y vive y trabaja conforme a los valores de esa ciudad.

Segundo, explico qué es el emprendedor de Jerusalén, que tiene un paradigma de Jerusalén y trabaja conforme a los valores de ese lugar. En la primera parte del libro explicaré los términos “Jerusalén” y “Babilonia”.

Tercero, destaco al empresario de Jerusalén que ha sometido su vida a Cristo como Señor. El empresario cristiano de Jerusalén, en el sentido más auténtico, asimila los valores de Jerusalén y dedica sus finanzas, sus bienes, su empresa y su vida a Cristo como Señor. En cierta ocasión, un buen amigo me dio la siguiente definición:

Un empresario cristiano de Jerusalén es alguien que es llamado y a quien se dota del talento, el carácter y los rasgos de personalidad necesarios para que colabore con Dios en el mundo de la empresa a fin de obtener el bien mayor, la justicia de Dios y su gloria.

En la segunda y la tercera parte de este libro, trabajaremos con esta definición.

Por último, todos los ejemplos prácticos en este libro son historias reales. Para proteger la identidad de las personas a las que menciono he adaptado las historias cambiando el ramo industrial, el tamaño de la empresa, el país, el nombre o mi relación con el empresario. Espero que, cuando leas estas historias, te identifiques o relaciones algún aspecto de cada una con tu propia vida y que eso te incite a aplicar la definición del éxito que nos da Dios a tus propias circunstancias y relaciones.

Lo opuesto al egocentrismo y el interés propio y narcisista que no tiene en cuenta los intereses de otros.

https://europartners.org/

Lo opuesto al egocentrismo y el interés propio y narcisista que no tiene en cuenta los intereses de otros.

Primera parte: Historia de dos ciudades: Babilonia y Jerusalén

1Dos ciudades: Babilonia y Jerusalén

Bienvenidos a Babilonia y Jerusalén, dos ciudades con cosmovisiones, culturas y poderes espirituales opuestos. Babilonia es la ciudad de las personas, que intenta ser poderosa, eterna, piadosa e inolvidable. Jerusalén es la ciudad de Dios, que es eterna. La ciudad de Dios es una representación fidedigna del bienestar, y siempre será visitada y recordada gracias a la presencia y a la sabiduría de Dios. En Babilonia, los habitantes intentan desempeñar el papel de dioses, están obsesionados por el poder y son adictos a las emociones fuertes, la riqueza, el dinero, el estatus, el glamur y el éxito terrenal. Los habitantes de la otra ciudad pretenden servir a Dios, a su pueblo y a su prójimo, motivados por el amor a la rectitud y la justicia.

La ciudad histórica de Babel o Babilonia es una ciudad antigua que, según la Biblia, fundó Nimrod, que era un excelente cazador y un poderoso guerrero.1Fue el primero en este mundo que utilizó el poder para dominar a las personas y construir su propio reino a expensas de otros. Hoy día, lo llamaríamos megalómano, dado que estaba obsesionado por el poder. Organizó un reino fuerte y poderoso en Oriente Medio. Construyó Babilonia y otras grandes ciudades como Nínive, Erech, Acad y Calneh.

En su época, Babilonia ya era una ciudad importante y destacada. Pronto se convirtió en la capital del país que llevó su nombre, un reino situado en la antigua Mesopotamia que perduró desde el siglo XVIII al VI a. C. Alcanzó la cúspide de su fama como ciudad predominante del creciente reino de Babilonia en los años 626-539 a. C. Bajo el gobierno del rey Nabucodonosor (605-562 a. C.) se convirtió en una de las ciudades más hermosas del mundo antiguo. Se hizo famosa por sus jardines colgantes, una de las siete maravillas del mundo. Bajo mandato de Alejandro Magno, Babilonia floreció como centro de estudio y de comercio, pero tras su muerte, en el año 323 a. C., el reino se dividió entre sus generales. Así comenzaron varias décadas de cambios y luchas, y Babilonia estuvo en el centro de todo. Las insurrecciones sucesivas asolaron aquella ciudad que en otro tiempo fuera tan rica. Los restos de la ciudad se encuentran en la Hilla moderna [el nombre de la ciudad situada sobre el yacimiento], gobernación de Babilonia, a unos 85 kilómetros al sur de Bagdad.2

Al igual que Babilonia, Jerusalén es una ciudad antigua. Se trata de una de las veinte ciudades habitadas más antiguas del mundo. Fue una ciudad cananea ancestral, antes llamada Salem.3 Jerusalén está situada en Israel, en una meseta entre los montes de Judea, entre el Mediterráneo y el mar Muerto. Jerusalén alcanzó su fama con los reyes David y Salomón. Fue la capital del reino unificado de Israel. Salomón construyó en esa ciudad un templo para Dios, y aquel era el lugar que Dios llenaba con su gloria cuando habitaba entre su pueblo.

En 589 a. C., la ciudad y el templo fueron destruidos por Nabucodonosor de Babilonia. Durante un tiempo pareció que la ciudad de Babilonia era más poderosa que Jerusalén, pero esta fue reconstruida. A lo largo de su larga historia, Jerusalén ha sido destruida al menos en dos ocasiones, ha soportado 23 asedios, ha sido capturada y recapturada 44 veces y atacada en 52 ocasiones, pero sigue existiendo.4 En la Biblia, estas dos ciudades parecen ser opuestas en todos los sentidos. Babilonia es un símbolo de la ciudad de las personas, gentes que quieren ser dioses y ser independientes de Dios. En lugar de escuchar a Dios, los ciudadanos de Babilonia siguen sus propios deseos y decisiones. Creen que son libres, pero no se dan cuenta de que están sometidos a un poder espiritual que guía y da forma a sus deseos y ambiciones. El libro de Apocalipsis llama a este poder “la gran ramera de Babilonia”. Jerusalén es un símbolo de la ciudad del Dios que se hizo hombre. Los habitantes de Jerusalén quieren vivir de lo que Dios les da. Están dispuestos a apartarse de sus propias opiniones, percepciones y esfuerzos para volverse a Dios, la fuente de la vida, el bien, el amor y la justicia.

El poder espiritual tras Babilonia

En los capítulos 17 y 18 del libro de Apocalipsis, leemos que la prostituta de Babilonia es el poder espiritual subyacente en la ciudad. Representa los valores y los principios distorsionados, como su amor por el oro, las piedras preciosas, las perlas, la belleza externa y las cosas abominables. Odia al pueblo de Dios y se la considera la madre de las abominaciones de la tierra.5

Es un poder invisible que puede influir en nuestras emociones, nuestros pensamientos y, por lo tanto, en nuestros actos. Su poder tiene una característica concreta e interesante: cuando nosotros, como humanos, nos negamos a tomar decisiones y resistirnos a él, crece para dominarnos. Su poder llega hasta los confines del mundo. “La mujer que has visto es aquella gran ciudad que tiene poder de gobernar sobre los reyes de la tierra” (Ap. 17:18).

Su lema es: “Estoy sentada como reina; no soy viuda ni sufriré jamás”.6 Es arrogante, narcisista, y solo se ama a sí misma. Cuando se revela en las personas, estas dicen cosas como: “Primero yo, primero mi negocio, primero mi pueblo y mi nación”. Usa la abundancia de su riqueza y de su poder para presentarse como benefactora, pero cuando la apariencia de hacer el bien pone en peligro sus verdaderas intenciones, su benevolencia frena en seco y está dispuesta a incumplir sus promesas.

Dará lo que haga falta para tener éxito en su búsqueda del poder, la felicidad personal y la riqueza. Representa la vergonzosa explotación de los vulnerables, la obtención de una ilimitada realización personal a costa de otros. Ha creado sus propias normas. Dice: “Yo decido lo que está bien, y lo que está bien para mí lo está para todo el mundo”. Fuera de esas normas que ha creado ella misma, no hay nada. Hace lo que quiere hacer y se mima en nombre de la libertad. Se ha convertido en su propio dios. La persona que adopta este estilo de vida adora nada menos que a la prostituta de Babilonia.

El estilo de vida y la cultura que ella fomenta no nos son desconocidos: vemos su poder y su influencia a nuestro alrededor día tras día. La religión de Babilonia es la riqueza, el hedonismo, la libertad personal ilimitada y la autorrealización. Esto lo vemos claramente en el mundo de los negocios, en la política y en las cosmovisiones y los actos de personas ordinarias. Como humanos, todos estamos influenciados por ella. Forma parte de nosotros. Si no hacemos nada, se adueñará de nuestras vidas.

Los humanos cosificados

Un individuo cautivado por la cosmovisión de Babilonia ve a otras personas como una amenaza para su propio bienestar y su seguridad. Los demás son simplemente competidores. El control, el poder, la escasez y el temor determinan la forma de pensar babilónica. Las personas quedan deshumanizadas cuando se las considera bienes de consumo, obstáculos o amenazas. Bajo el punto de vista de la ramera de Babilonia, a un ser humano sin valor se le puede encarcelar o eliminar sin ningún problema. Se asegura de que las personas consideren a otros como objetos que pueden usar para satisfacer sus deseos y obtener placer. Induce a los individuos a verse unos a otros a través de la lente de la ambición personal y egocéntrica. Las personas se entienden como objetos utilitarios, no como seres humanos iguales que tienen un valor intrínseco.

Desde buen principio, la Biblia es muy clara sobre el valor que Dios confiere al ser humano; es el portador de la imagen divina y la joya que corona la Creación.7 Cuando el ser humano renuncia a este valor original o cuando se lo arrebatan otros, pierde su identidad. Entonces, adquiere el mismo valor que el resto de la Creación. El ser humano es más inteligente que los animales, pero no se diferencia naturalmente de ellos. La prostituta de Babilonia convierte a las personas en objetos para satisfacer su interés propio y egocéntrico. La civilización ya no se valora por su humanidad y por el cuidado del individuo marginado tal como Dios lo juzga,8 sino en función de su poder, su riqueza y su progreso tecnológico. El valor de la persona queda determinado por su contribución económica a la sociedad. Si un individuo ya no tiene valor económico, se le considera inútil. Ha olvidado la identidad que Dios le dio.

El sufrimiento es absurdo

En Babilonia, el propósito y el sentido se centran en el bienestar personal y en la felicidad individual. Todo queda determinado por el interés propio y por el valor económico. Sufrir por algo más grande que uno mismo parece una locura. La gratificación instantánea prima más que el bienestar a largo plazo de otros, porque el mayor bien es el placer personal, que debe obtenerse de inmediato. La idea de que hacer el bien (el servicio, la compasión y la misericordia) tiene un precio es una tontería. Vivir y hacer negocios ya no consiste en servir a otros, sino en negociar y reclamar todo lo que puedas para ti mismo.

El atractivo de Babilonia

Durante siglos, los reyes, gobernantes y el pueblo llano han querido una porción de ese estilo de vida lujoso y decadente que posee y exuda la ramera de Babilonia. Los pueblos y las naciones de este mundo permiten que los seduzca, como un hombre seducido por una mujer hermosa. Quieren experimentar la lascivia de ella. Les gusta estar en su casa, llena de lujos y riquezas. Consienten su estilo de vida hedonista. Los hombres y mujeres de negocios, los empresarios y las grandes corporaciones la han querido desde hace mucho tiempo. Realizan buenos negocios con el dinero que ella se gasta en artículos de lujo. Todo es extravagante, lo mejor que puede comprar el dinero.

La ciudad de Babilonia florece y crece por medio de su cultura de consumo y su poder adquisitivo. A todo el mundo le seduce la promesa de tener más. Parece que son incapaces de ignorar el rutilante atractivo del aquí y el ahora, en lugar del crecimiento menos ostentoso, pero más sustancioso de una sociedad motivada por el bienestar de todos sus miembros. Por eso se le llama la gran ramera. La gente está dispuesta a renunciar a sus convicciones auténticas para formar parte de esta vida de estatus, riqueza y placer.

La cultura de Babilonia representa el egoísmo y el narcisismo. Las metas son la belleza, el prestigio y la riqueza, y el disfrute de ellas a toda costa. Las personas son instrumentos con los que alcanzar objetivos y las propias vidas humanas son un precio aceptable que pagar por el placer. En Babilonia, todo está pensado para atraer y atrapar. Al hacer esto, la cultura de Babilonia seduce y controla a quienes tienen el poder: hombres y mujeres de negocios, naciones y culturas enteras. Y también quiere seducirnos a ti y a mí.

La (nueva) Jerusalén