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"Hace tiempo, si uno se dirigía a Charing Cross Road desde Trafalgar Square, en cuestión de minutos se encontraba con una librería situada a mano derecha y sobre cuyo escaparate un cartel anunciaba: "WILLIAM BUGGAGE. LIBROS RAROS". Allí trabajan dos curiosos personajes: el librero, William Buggage, y su ayudante, la señorita Tottle, quienes no prestan demasiada atención a la venta de libros. Prefieren, más bien, leer cada día los obituarios, así como su obra favorita: el Who's Who. Publicado por primera vez en 1987, "El librero" es uno de los grandes relatos de Roald Dahl. El final es, como siempre en sus libros, inesperado y sorprendente.
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Seitenzahl: 38
Veröffentlichungsjahr: 2016
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Ilustraciones de Federico Delicado
Traducción de Xesús Fraga
Título original: The Bookseller
© Roald Dahl
© De las ilustraciones: Federico Delicado
© De la traducción: Xesús Fraga
Edición en ebook: abril de 2016
© Nórdica Libros, S.L.
C/ Fuerte de Navidad, 11, 1.º B 28044 Madrid (España)
www.nordicalibros.com
ISBN DIGITAL: 978-84-16440-78-8
Diseño de colección: Diego Moreno
Corrección ortotipográfica: Victoria Parra y Ana Patrón
Maquetación ebook: Caurina Diseño Gráfico
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Roald Dahl
Novelista y autor de cuentos británico de ascendencia noruega, famoso como escritor para niños y adultos. Entre sus libros más populares están Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante, Matilda, Las brujas y Relatos de lo inesperado. Comenzó a escribir en 1942 cuando, como miembro de la Fuerza Aérea, fue transladado a Washington. Su primer trabajo publicado, aparecido en la edición del Saturday Evening Post el 1 de agosto de 1942, fue un cuento titulado «Pan comido», describiendo su accidente con el Gloster Gladiator. El título original en inglés era «A piece of cake», pero fue cambiado a «Shot down over Libya» (Derribado sobre Libia) a pesar de que el accidente no tuvo nada que ver con la acción enemiga.
Federico Delicado
Nació en Badajoz en 1956. Se licenció en Bellas Artes en la universidad Complutense de Madrid. A finales de los 70 comienza su actividad como ilustrador realizando materiales audiovisuales y continuó dibujando en prensa. Ha participado en exposiciones de pintura y de escultura. Actualmente se dedica a la ilustración de libros infantiles y juveniles.
Contenido
Portadilla
Créditos
Autor
Ilustraciones
Hace tiempo, si uno se dirigía a Charing Cross Road desde Trafalgar Square, en cuestión de minutos se encontraba con una librería situada a mano derecha y sobre cuyo escaparate un cartel anunciaba: «WILLIAM BUGGAGE. LIBROS RAROS».
Si uno se detenía a curiosear a través del cristal, podía ver las paredes forradas de arriba abajo con libros y, si abría la puerta y entraba, inmediatamente lo envolvía el hedor a cartón viejo y hojas de té que impregna el interior de toda librería de lance de Londres. Casi siempre había dos o tres clientes, figuras sombrías ataviadas con abrigo y sombrero Trilby, que hurgaban en silencio entre colecciones de Jane Austen y Trollope, Dickens y George Eliot, con la esperanza de dar con una primera edición.
Daba la impresión de que nunca había un dependiente que atendiese a los clientes y, si alguien tenía tanto interés en pagar un libro como para no tomarlo, debía cruzar una puerta que comunicaba con la trastienda y donde se podía leer: «OFICINA. PAGUE AQUÍ». Al traspasarla, uno se encontraba al señor William Buggage y a su ayudante, la señorita Muriel Tottle, ensimismados en sus respectivas tareas. El señor Buggage se sentaba tras una valiosa mesa de despacho de caoba del siglo xviii, mientras que a poca distancia la señorita Tottle disponía de un mueble algo más pequeño pero no por ello menos elegante, un escritorio de estilo Regencia tapizado en un cuero verde ya desvaído. Sobre la mesa del señor Buggage siempre había un ejemplar del día del Times de Londres, así como del Daily Telegraph, el Manchester Guardian, el Western Mail y el Glasgow Herald. También tenía a su alcance la última edición del Who’s Who, un grueso volumen de tapas rojas, muy baqueteado por el uso. Sobre el escritorio de la señorita Tottle había una máquina de escribir eléctrica y una sencilla pero bonita bandeja con papel de correspondencia y sobres, junto a un surtido de clips y grapadoras y demás parafernalia de oficina.
De vez en cuando, aunque no con demasiada frecuencia, un cliente accedía a la oficina desde la librería y le entregaba el volumen de su elección a la señorita Tottle, quien comprobaba el precio escrito a lápiz en la guarda y aceptaba el dinero, buscando cambio si era necesario en el cajón izquierdo de su escritorio. El señor Buggage ni siquiera se molestaba en mirar a quienes entraban y salían y, si alguno de ellos preguntaba algo, era la señorita Tottle la que respondía.
