El Libro de Enoc - Enoc - E-Book

El Libro de Enoc E-Book

Enoc

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Beschreibung

El Libro de Enoc es un texto hebreo de la antigüedad, atribuido a Enoc, el bisabuelo de Noé. Consta de cinco secciones donde se describe la caída de los Ángeles, y se completa con la historia del Diluvio universal.

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EL LIBRO DE ENOC

Título: El Libro de Enoc

Título original: 1 Enoc.

Autor: Anónimo

Editorial: AMA Audiolibros

© De esta edición: 2021 AMA Audiolibros

Audiolibro, de esta misma versión, disponible en servicios de streaming, tiendas digitales y el canal AMA Audiolibros en YouTube.

Todos los derechos reservados, prohibida la reproducción total o parcial de la obra, salvo excepción prevista por la ley.

ÍNDICE

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

LIBRO DEL JUICIO

LIBRO DE LOS VIGILANTES

LIBRO DE LAS PARÁBOLAS

EL LIBRO DEL CAMBIO DE LAS LUMINARIAS CELESTIALES

EL LIBRO DE LOS SUEÑOS

CARTA DE ENOC Y APOCALIPSIS DE LAS SEMANAS

FRAGMENTOS DEL LIBRO DE NOÉ

INTRODUCCIÓN

El Libro de Enoc es un texto hebreo de la antigüedad, de contenido principalmente simbólico atribuido a Enoc, el bisabuelo de Noé. El libro del Génesis relata lo siguiente sobre Enoc: Hijo de Jared, nació cuando su padre tenía ciento sesenta y dos años, y fue el séptimo hombre en la línea genealógica desde Adán. A los sesenta y cinco años llegó a ser padre de Matusalén, y después tuvo otros hijos.

La mayoría de estudiosos creen que el libro son en realidad obras independientes con diferentes fechas de creación y que más tarde fueron unidas en su composición final, probablemente en el siglo I, en lo que ahora se llama El Libro Enoc.

El libro consta de cinco secciones principales bastante distintas:

Libro del Juicio y Libro de los Vigilantes: En ellos se describe la caída de los Vigilantes (los Ángeles), que se relacionaron con las hijas de los hombres y engendraron a los gigantes (Nefilim). Se acusa a los ángeles guardianes de haber desviado su misión y Dios envía a los Arcángeles a encadenar a los Vigilantes y a destruir a los gigantes «pues han oprimido a los humanos». Los ángeles caídos rogaron a Enoc que intercediese por ellos y los gigantes ante Dios. Esta parte se completa con la historia del Diluvio universal, presente en el génesis, así como una explicación de por qué habría sido moralmente necesario.

Libro de las parábolas: De carácter mesiánico, profetiza la venida del Hijo del Hombre, la caída de los reyes y poderosos y el día del Elegido.

Libro del cambio de las luminarias celestiales: Expone en detalle el antiguo calendario solar hebreo, con anterioridad al Libro de los Jubileos.

Libro de los sueños: Refiere dos visiones apocalípticas obtenidas por Enoc en sueños; la primera simplemente anuncia que la Tierra será destruida y la segunda es una historia de la humanidad y de Israel hasta el fin de los tiempos, en la que los actores son representados como animales simbólicos.

Carta de Enoc y Apocalipsis de las semanas: Divide la historia en diez semanas, interpretando el pasado y proyectándose escatológicamente al futuro.

Fragmentos del Libro de Noé: Parecen ser parte del Libro perdido de Noé, pero que está presente en los manuscritos del Mar Muerto. Predice los crímenes de la humanidad y el advenimiento de tiempos mesiánicos con el triunfo de los justos.

El Libro de Enoc asume la continuidad del discurso de los profetas y anticipo del mensaje cristiano. Es una expresión de la literatura apocalíptica como esperanza de los humildes. Se cree que fue muy apreciado por parte de los primeros cristianos, a partir la referencia en la epístola de Judas que cita un pasaje del Libro de Enoc. La referencia en Pedro y la Epístola de Bernabé, que cita como Escritura un versículo y se refiere a el libro de Enoc. Muchos Padres de la Iglesia y cristianos destacados se refieren al libro, lo citan en sus obras y lo consideraron de inspiración divina. A pesar de contar con una relevante antigüedad (incluso mayor a la de los cuatro evangelios canónicos del Nuevo Testamento), la mayoría de los cánones cristianos no incluyen el Libro de Enoc, y este es considerado un libro apócrifo, sin embargo, no pierde validez histórica o de referencia.

Enoc fue definitivamente apartado del canon cristiano tras el Concilio de Laodicea, en el año 364. En algún momento posterior, la versión griega del libro se perdió. Dado por perdido en Occidente desde el siglo IX, cuando fue citado ampliamente en la Cronografía de George Syncellus. En 1773 el viajero James Bruce llevó desde Abisinia a Europa tres copias de la obra, una de las cuales fue consignada a la Biblioteca Nacional de París, otra donada a la Biblioteca Bodleiana de Oxford y la tercera, se dice que está en manos de francmasones de rito escocés.

LIBRO DEL JUICIO

Palabras de bendición con las que bendijo Enoc a los elegidos justos que vivirán en el día de la tribulación, cuando serán rechazados todos los malvados e impíos, mientras los justos serán salvados.

Enoc, hombre justo a quien le fue revelada una visión del Santo y del cielo pronunció su oráculo y dijo: la visión del Santo de los cielos me fue revelada y oí todas las palabras de los Vigilantes y de los Santos y porque las escuché he aprendido todo de ellos y he comprendido que no hablaré para esta generación sino para una lejana que está por venir.

Es acerca de los elegidos que hablo y a causa de ellos que pronuncio mi oráculo: el Único Gran Santo vendrá desde su morada.

El Dios eterno andará sobre la tierra, sobre el monte Sinaí aparecerá con su gran ejército y surgirá en la fuerza de su poder desde lo alto de los cielos.

Y todos los Vigilantes temblarán y serán castigados en lugares secretos y todas las extremidades de la tierra se resquebrajarán y el temor y un gran temblor se apoderarán de ellos hasta los confines de la tierra.

Las altas montañas se resquebrajarán y derrumbarán y las colinas se rebajarán y fundirán, como la cera ante la llama.

Y la tierra se dividirá y todo lo que está sobre la tierra perecerá y habrá un juicio sobre todos.

Pero con los justos Él hará la paz y protegerá a los elegidos y sobre ellos recaerá la clemencia y todos ellos pertenecerán a Dios, serán dichosos y benditos, los ayudará a todos y para ellos brillará la luz de Dios.

Mirad que Él viene con una multitud de sus santos, para ejecutar el juicio sobre todos y aniquilará a los impíos y castigará a toda carne por todas sus obras impías, las cuales ellos han perversamente cometido y de todas las palabras altaneras y duras que los malvados pecadores han hablado contra Él.

Observad todas las cosas que ocurren en el cielo, cómo las luminarias del cielo no cambian su ruta en las posiciones de sus luces y cómo todas nacen y se ponen, ordenadas cada una según su estación y no desobedecen su orden.

Mirad la tierra y prestad atención a sus obras, desde el principio hasta el fin, cómo ninguna obra de Dios sobre la tierra cambia, y todas son visibles para vosotros.

Ved las señales del verano y las señales del invierno, cómo la tierra entera se llena de agua y las nubes rocían la lluvia sobre ella.

Observad y ved cómo todos los árboles se secan y cae todo su follaje; excepto catorce árboles cuyo follaje permanece y esperan con todas sus hojas viejas hasta que vengan nuevas tras dos o tres años.

Y otra vez observad las señales del verano, cómo en Él el sol quema y rescalda y entonces sobre la superficie ardiente de la tierra buscáis sombra y refugio del ardor del sol, sin encontrar forma de marchar ni por el suelo ni por las rocas, a causa del calor.

Observad y ved todos los árboles, cómo en todos ellos despuntan las hojas verdes y los cubren y todos sus frutos son para adorno y gloria. Ensalzad y considerad todas estas obras y sabed cómo el Dios vivo, el que vive eternamente, Él ha hecho todas esas cosas.

Cómo todas sus obras prosiguen de año en año hasta siempre y todas le obedecen sin alteraciones y todo pasa como Dios lo ha estatuido.

Y ved como los mares y los ríos de igual forma cumplen y no cambian sus tareas, según los mandamientos de Él.

Pero, vosotros cambiáis sus tareas y no cumplís su palabra y en cambio la habéis transgredido y habéis ultrajado su grandeza con palabras altaneras e hirientes de vuestra boca impura. Duros de corazón, ¡no habrá paz para vosotros!

Por ello maldeciréis vuestros días y los años de vuestra vida se perderán; pero los años de vuestra destrucción se multiplicarán como una maldición eterna, y no habrá misericordia ni paz para vosotros.

En esos días vuestros nombres significarán maldición eterna para todos los justos y en vosotros serán malditos todos los malditos y por vosotros jurarán todos los pecadores y malvados.

Para los elegidos habrá luz, alegría y paz y heredarán la tierra, pero para vosotros impíos habrá maldición.

Y entonces la sabiduría se dará a los elegidos y vivirán todos, y no pecarán más ni por olvido ni por orgullo, sino que en cambio los que sean sabios serán humildes.

No transgredirán más ni pecarán el resto de su vida, ni morirán por el castigo o por la ira divina, sino que completarán el número de los días de su vida. Su vida será aumentada en paz y sus años de regocijo serán multiplicados en eterna alegría y paz por todos los días de su vida.

LIBRO DE LOS VIGILANTES

Así sucedió, que cuando en aquellos días se multiplicaron los hijos de los hombres, les nacieron hijas hermosas y bonitas; y los Vigilantes, hijos del cielo las vieron y las desearon, y se dijeron unos a otros: «Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas de los hombres y engendremos hijos».

Entonces Shemihaza que era su jefe, les dijo: «Temo que no queréis cumplir con esta acción y sea yo el único responsable de un gran pecado».

Pero ellos le respondieron: «Hagamos todos un juramento y comprometámonos todos bajo un anatema a no retroceder en este proyecto hasta ejecutarlo realmente».

Entonces todos juraron unidos y se comprometieron al respecto los unos con los otros, bajo anatema.

Y eran en total doscientos los que descendieron sobre la cima del monte que llamaron «Hermon», porque sobre él habían jurado y se habían comprometido mutuamente bajo anatema.

Estos son los nombres de sus jefes: Shemihaza, quien era el principal y en orden con relación a él, Ar’taqof, Rama’el, Kokab’el, -’el, Ra’ma’el, Dani’el, Zeq’el, Baraq’el, ’Asa’el, Harmoni, Matra’el, ’Anan’el, Sato’el, Shamsi’el, Sahari’el, Tumi’el, Turi’el, Yomi’el, y Yehadi’el.

Estos son los jefes de decena.

Todos y sus jefes tomaron para sí mujeres y cada uno escogió entre todas y comenzaron a entrar en ellas y a contaminarse con ellas, a enseñarles la brujería, la magia y el corte de raíces y a enseñarles sobre las plantas.

Quedaron embarazadas de ellos y parieron gigantes de unos tres mil codos de altura que nacieron sobre la tierra y conforme a su niñez crecieron; y devoraban el trabajo de todos los hijos de los hombres hasta que los humanos ya no lograban abastecerles.

Entonces, los gigantes se volvieron contra los humanos para matarlos y devorarlos; y empezaron a pecar contra todos los pájaros del cielo y contra todas las bestias de la tierra, contra los reptiles y contra los peces del mar y se devoraban los unos la carne de los otros y bebían sangre.

Entonces la tierra acusó a los impíos por todo lo que se había hecho en ella.

Y ’Asa’el enseñó a los hombres a fabricar espadas de hierro y corazas de cobre y les mostró cómo se extrae y se trabaja el oro hasta dejarlo listo y en lo que respecta a la plata a repujarla para brazaletes y otros adornos. A las mujeres les enseñó sobre el antimonio, el maquillaje de los ojos, las piedras preciosas y las tinturas y entonces creció la mucho impiedad y ellos tomaron los caminos equivocados y llegaron a corromperse en todas las formas.

Shemihaza enseñó encantamientos y a cortar raíces; Hermoni a romper hechizos, brujería, magia y habilidades afines; Baraq’el los signos de los rayos; Kokab’el los presagios de las estrellas; Zeq’el los de los relámpagos; -’el enseñó los significados; Ar’taqof enseñó las señales de la tierra; Shamsi’el los presagios del sol; y Sahari’el los de la luna, y todos comenzaron a revelar secretos a sus esposas.

Como parte de los hombres estaban siendo aniquilados, su grito subía hasta el cielo.

Entonces Miguel, Sariel, Rafael y Gabriel observaron la tierra desde el santuario de los cielos y vieron mucha sangre derramada sobre la tierra y estaba toda llena de la injusticia y de la violencia que se cometía en ella.

Considerando esto, los cuatro fueron y se dijeron: «El grito y el lamento por la destrucción de los hijos de la tierra sube hasta las puertas del cielo».

Y dijeron a los santos del cielo: «Es ahora a vosotros a quienes las almas de los hijos de los hombres suplican diciendo “llevad nuestra causa ante el Altísimo, nuestra destrucción ante la gloria majestuosa y ante el Señor de todos los señores” en cuanto a majestad».

Y Rafael, Miguel, Sariel y Gabriel dijeron al Señor del mundo: «Tú eres nuestro gran Señor, el Señor del mundo, el Dios de dioses, el Señor de señores y el Rey de reyes; los cielos son el trono de tu gloria por todas las generaciones que existen desde siempre; toda la tierra es el escabel ante ti para siempre, y tu nombre es grande, santo y bendito por toda la eternidad.

“Eres tú quien todo lo ha creado y en ti reside el poder sobre todas las cosas; todo es descubierto en toda su desnudez ante ti; tú lo ves todo y nada se te puede esconder.

“Tú has visto lo que ha hecho ’Asa’el, como ha enseñado toda injusticia sobre la tierra y revelado los secretos eternos que se cumplen en los cielos; y lo que ha enseñado a los humanos Shemihaza, al que tú habías dado la facultad de gobernar sobre sus compañeros.

“Ellos han ido hacia las hijas de los hombres y se han acostado con ellas y se han profanado a sí mismo descubriéndoles todo pecado.

“Luego, estas mujeres han parido en el mundo gigantes, por lo que la tierra se ha llenado de sangre e injusticia.

“Y ahora mira que las almas de los que han muerto gritan y se lamentan hasta las puertas del cielo y su gemido ha subido y no puede cesar debido a la injusticia que se comete en la tierra.

“Pero tú que conoces todas las cosas antes de que sucedan, tú que sabes aquello, tú los toleras y no nos dices qué debemos hacerles al observar esto».

Entonces el Altísimo, Grande y Santo habló y envió a Sariel al hijo de Lamec.

Y le dijo: «Ve hacia Noé y dile en mi nombre, “escóndete”; y revélale la consumación que viene, pues la tierra entera va a perecer, un diluvio está por venir sobre la tierra y todo lo que se encuentre sobre ella perecerá.

“Enseguida enseña al Justo, al hijo de Lamec, lo que debe hacer para preservar su alma para la vida y escapar definitivamente, pues por él será sembrada una planta y serán establecidas todas las generaciones».

Y, además, el Señor le dijo a Rafael: “Encadena a ’Asa’el de pies y manos, arrójalo en las tinieblas, abre el desierto que está en Dudael y arrójalo en él; bota sobre él piedras ásperas y cortantes, cúbrelo de tinieblas, déjalo allí eternamente sin que pueda ver la luz, y en el gran día del Juicio que sea arrojado al fuego.

“Después, sana la tierra que los Vigilantes han corrompido y anuncia su curación, a fin de que se sanen de la plaga y que todos los hijos de los hombres no se pierdan debido al misterio que los Vigilantes descubrieron y han enseñado a sus hijos.

«Toda la tierra ha sido corrompida por medio de las obras que fueron enseñadas por ’Asa’el, impútale entonces todo pecado».

Y el Señor dijo a Gabriel: “Procede contra los bastardos y réprobos hijos de la fornicación y haz desaparecer a los hijos de los Vigilantes de entre los humanos y hazlos entrar en una guerra de destrucción, pues no habrá para ellos muchos días.

“Ninguna petición en su favor será concedida, pues esperan vivir una vida eterna o que cada uno viva quinientos años.

Y a Miguel le dijo el Señor: ve y anuncia a Shemihaza y a todos sus cómplices que se unieron con mujeres y se contaminaron con ellas en su impureza, ¡que sus hijos perecerán y ellos verán la destrucción de sus queridos! Encadénalos durante setenta generaciones en los valles de la tierra hasta el gran día de su juicio.

“En esos días se les llevará al abismo de fuego, a los tormentos y al encierro en la prisión eterna.

“Todo el que sea condenado, estará perdido de ahí en adelante y será encadenado con ellos hasta la destrucción de su generación. Y en la época del juicio que yo juzgaré, perecerán por todas las generaciones.

“Destruye todos los espíritus de los bastardos y de los hijos de los Vigilantes porque han hecho obrar mal a los humanos.

“Haz perecer toda obra de impiedad y haz que aparezca la planta de justicia; ella será una bendición y las obras de los justos serán plantadas en alegría para siempre.

“En ese tiempo todos los justos escaparán y vivirán hasta que engendren millares. Todos los días de vuestra juventud y vuestra vejez se completarán en paz.

“Entonces toda la tierra será cultivada en justicia y toda ella será plantada de árboles y llena de bendición.

“Todos los árboles de la tierra que deseen serán plantados en ella y sembrarán allí viñas y cada una de ellas producirá mil jarras de vino y cada semilla producirá mil medidas por una, y una medida de aceitunas producirá diez lagares de aceite.

“Y limpia tú la tierra de toda opresión, de toda violencia, de todo pecado, de toda impiedad y de toda maldad que ocurre en ella y hazles desaparecer de la tierra.

“Y todos los hijos de los hombres llegarán a ser justos y todas las naciones me adorarán, y se dirigirán en oración a mí y me alabarán.

“Y la tierra estará limpia de toda corrupción, de todo pecado, de todo castigo y de todo dolor y yo no enviaré más plagas sobre la tierra, hasta las generaciones de las generaciones ni por toda la eternidad.

“Y en esos días abriré los tesoros de bendición que están en el cielo, para hacerlos descender sobre la tierra, sobre las obras y el trabajo de los hijos de los hombres y la paz y la verdad estarán unidas todos los días del mundo y por todas las generaciones.

Ante esos sucesos Enoc había sido ocultado y no había ningún humano que supiera dónde fue escondido ni dónde está ni qué le sucedió.

Él hacía todas sus acciones con los Vigilantes y pasaba sus días con los santos.

Así, yo Enoc estaba comenzando a bendecir al Señor de majestad, al Rey de los tiempos, y he aquí que el Vigilante del gran Santo me llamó a mí, Enoc el escribiente y me dijo:

“Enoc, escriba de justicia, ve a los Vigilantes del cielo que han abandonado las alturas del cielo, el eterno lugar santo y que se han contaminado con las mujeres haciendo como hacen los hijos de los hombres, y han tomado mujeres y han forjado una gran obra de corrupción sobre la tierra, y hazles saber que no habrá para ellos paz ni redención de su pecado.

«Y así como gozaron a causa de sus hijos ellos verán la muerte de sus bienamados y llorarán por la pérdida de sus hijos y suplicarán eternamente, pero no habrá para ellos misericordia ni paz».

Luego, Enoc se fue y le dijo a ’Asa’el: “No habrá paz para ti, contra ti ha sido pronunciado un gran juicio para encadenarte.

“No habrá para ti ni tregua ni intercesión, porque has enseñado la injusticia y a causa de todas las obras de impiedad, violencia y pecado que has enseñado a los humanos.

Y avanzando les hablé a todos ellos y todos temieron y se espantaron y el temblor se apoderó de ellos.

Me suplicaron que elevara una petición por ellos para que pudieran encontrar perdón por sus pecados y que la leyera en presencia del Señor del cielo.

Porque desde entonces ellos no pueden hablar a Dios ni levantar sus ojos al cielo, debido a la vergüenza por los crímenes por los cuales fueron condenados.

Entonces escribí su oración con todas sus peticiones por sus almas y por cada una de sus obras y por lo que suplicaban todos, que hubiera para ellos perdón y larga vida.

Fui y me senté junto a las aguas de Dan, en la tierra de Dan, al sur del Hermonín, a su lado occidental y estuve leyendo el libro donde anoté sus peticiones, hasta que me dormí.

He aquí que me vinieron sueños y cayeron sobre mí visiones hasta que levanté mis párpados a las puertas del palacio del cielo y vi una visión del rigor del castigo. Y vino una voz y me dijo: «Habla a los hijos del cielo para reprenderles».