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El Segundo Libro de Enoc E-Book

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Beschreibung

El Segundo Libro de Enoc, es un texto apócrifo que solo se ha conservado en eslavo eclesiástico conocido como Enoc el Eslavo. El libro comienza con el relato de Enoc, en primera persona, de un viaje a través de los diez Cielos que culmina en un encuentro con Yahvéh. Sigue una discusión sobre la creación del mundo, y las instrucciones de Dios a Enoc para que regrese a la Tierra y difunda lo que ha aprendido. Las enseñanzas de Enoc duran treinta días, a su término Enoc regresa al Cielo y se transforma en el ángel Metatrón. A partir de este momento, la narración pasa a la tercera persona y cuenta las historias de Matusalén, Nir (el hermano pequeño de Noé) y Melquisedec (hijo de Nir y Sopanima).

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EL SEGUNDO LIBRO DE ENOC(Los Secretos de Enoc)

Título: El Segundo libro de Enoc (Los Secretos de Enoc)

Autor: Enoc

Editorial: AMA Audiolibros

© De esta edición: 2021 AMA Audiolibros

Audiolibro, de esta misma versión, disponible en servicios de streaming, tiendas digitales y el canal AMA Audiolibros en YouTube.

Todos los derechos reservados, prohibida la reproducción total o parcial de la obra, salvo excepción prevista por la ley.

ÍNDICE

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

FIN

INTRODUCCIÓN

El Segundo Libro de Enoc, es un texto pseudoepigráfico compuesto de diversos libros que se datan desde el siglo III a.C. hasta el siglo VI d.C y compuesto de diversas fuentes.

No está relacionado con el más antiguo “El Libro de Enoc” ni con otros dos libros de Enoc, “El Tercer Libro de Enoc” y “El Cuarto Libro de Enoc”; la numeración fue puesta por los estudiosos para distinguir los dos textos. Solo se ha conservado en eslavo eclesiástico conocido como “Enoc el Eslavo”. De este apócrifo solo se conocían fragmentos de fuentes Rusas, pero se sabe con certeza que es una traducción de un original en griego. Se piensa que la versión griega podría proceder a su vez de un original hebreo y arameo datado hacia el 70 d.C. Se han propuesto fechas de elaboración que van desde el siglo I hasta el siglo X de nuestra era, aunque la más aceptada es la primera.

Fue descubierto por el profesor Matvej Sokolov en 1886 en los archivos de la Biblioteca Pública de Belgrado. Hoy el texto se conoce por cinco manuscritos, que transmiten dos versiones diferentes (conocidas como “versión larga” y “versión corta”, de las cuales la segunda parece más fiel a un hipotético original). Algunos comentaristas de la obra han hallado ciertas influencias cristianas, aunque no está claro si corresponden al texto original o a sus posteriores traducciones y reelaboraciones.

El libro comienza con el relato de Enoc, en primera persona, de un viaje a través de los diez Cielos que culmina en un encuentro con Yahvéh. Sigue una discusión sobre la creación del mundo, y las instrucciones de Dios a Enoc para que regrese a la Tierra y difunda lo que ha aprendido. Las enseñanzas de Enoc duran treinta días, a su término Enoc regresa al Cielo y se transforma en el ángel Metatrón. A partir de este momento, la narración pasa a la tercera persona y cuenta las historias de Matusalén, Nir (el hermano pequeño de Noé) y Melquisedec (hijo de Nir y Sopanima).

Capítulo 1

En aquel tiempo dijo Enoc: Al llegar a los ciento sesenta y cinco años engendré a mi hijo Matusalén y después viví doscientos años más hasta cumplir los trescientos sesenta y cinco.

En el mes primero, en el día designado del primer mes, en el primer día me encontraba yo, Enoc, solo en casa y descansaba en mi lecho durmiendo.

Y durante el sueño invadió mi corazón una gran pena, hasta el punto de que exclamé llorando a lágrima viva: «¿Qué cosa querrá decir esto?»

En esto se me aparecieron dos varones de una estatura descomunal, tal como yo no había tenido ocasión de ver sobre la tierra.

Su faz era como un sol refulgente, sus ojos semejaban antorchas ardiendo y de sus labios salía fuego; sus vestidos tenían abundancia de púrpura; sus alas brillaban más que el oro, y la blancura de sus manos superaba a la de la nieve.

Y poniéndose en mi cabecera, me llamaron por mi nombre.

Yo desperté de mi sueño y vi claramente aquellos dos varones que estaban a mi lado. Me levanté enseguida y me postré de hinojos ante ellos, sobrecogido de pavor, hasta tal punto que el miedo hizo cambiar el color de mi rostro.

Mas ellos me dijeron: ―Enoc, ten ánimo de verdad y no te asustes, pues el Señor de la eternidad nos ha enviado a ti: sábete que hoy vas a subir al cielo con nosotros.

Comunica, pues, a tus hijos y a todos tus domésticos lo que tengan que hacer aquí abajo con tu hacienda, mientras tú estés ausente. Y que nadie te busque hasta tanto que el Señor te restituya a los tuyos.

Y obedeciendo prontamente, salí de mi casa y cerré las puertas, tal como me habían indicado.

Entonces llamé a mis hijos Matusalén, Regim y Gaidad y les comuniqué cuanto me habían dicho aquellos varones admirables.

Capítulo 2

Escuchad, hijos míos: No sé a dónde voy ni con qué voy a encontrarme.

Vosotros no os apartéis de Dios, sino caminad ante la faz del Señor y tened en cuenta sus juicios.

No mancilléis las preces de vuestra salvación, para que el Señor no rebaje el fruto del trabajo de vuestras manos. No escatiméis vuestras ofrendas al Señor, y él no dejará tampoco vacíos los graneros de aquellos que le son generosos.

Bendecid a Dios con los primogénitos de vuestros establos y con las primicias de vuestras vacas, y seréis bendecidos eternamente.

No os apartéis del Señor ni adoréis a dioses vanos, dioses que no han creado los cielos y la tierra ni ninguna de las otras criaturas, pues tanto ellos como quienes lo adoran han de perecer. Y que el Señor confirme vuestros corazones en su temor.

Ahora, pues, hijos míos, que nadie me busque hasta tanto que el Señor me devuelva a vuestro lado.

Capítulo 3

Y sucedió que, cuando acabé de hablar a mis hijos, me llamaron aquellos dos hombres y –tomándome sobre sus alas– me llevaron al primer cielo, y me colocaron sobre las nubes.

Y, cabalgando sobre éstas, pude contemplar en un plano más elevado el aire, y más elevado aún vi el éter.

Por fin me colocaron en el primer cielo y me mostraron un piélago mucho más grande que el mar terrestre.

Y trajeron a mi presencia a los señores y jefes de los órdenes estelares, y me presentaron a los doscientos ángeles que mandan sobre las estrellas y el mundo sideral, volando con sus alas alrededor de todos los astros.

Allí pude contemplar los depósitos de nieve y de hielo –así como a los ángeles que vigilan sus terribles almacenes– y los depósitos de las nubes, por donde éstos entran y salen.

Me mostraron asimismo los depósitos de la escarcha –suave como ungüento de aceite y cuyo aspecto aventaja al de todas las flores de la tierra– y a los ángeles encargados de su custodia, con poder para cerrarlos y abrirlos.

Capítulo 4

De nuevo me cogieron aquellos hombres y me llevaron al segundo cielo, donde me mostraron tinieblas mucho más densas que las de la tierra.

Allí vi unos cautivos en cadenas, colgados y esperando el juicio sin medida.

Estos ángeles tenían un aspecto más tétrico que las tinieblas de la tierra y se lamentaban sin cesar a cada instante.

Y pregunté a los hombres que me acompañaban: ― ¿Por qué razón están éstos sometidos a un tormento continuo? Y me respondieron:

«Estos son los apóstatas del Señor, los que no han obedecido sus mandatos, sino que –siguiendo su propio albedrío– han apostatado juntamente con sus cabecillas, que ahora se encuentran encerrados en el quinto cielo.

Y me dio una gran lástima de ellos. Aquellos ángeles se prosternaron entonces ante mí y me dijeron: ―Hombre de Dios, ruega al Señor por nosotros.

Yo les respondí diciendo: ― ¿Quién soy yo, hombre mortal, para interceder por unos ángeles? ¿Quién sabe adónde iré yo mismo a parar y qué es lo que me está reservado y quién será el que va a rogar por mí mismo?

Capítulo 5

Entonces los hombres me sacaron de allí y me llevaron al tercer cielo, colocándome en medio del paraíso.

Es éste un lugar de una bondad incomprensible, en el que pude ver toda clase de árboles en pleno florecimiento, cuyos frutos estaban en sazón y olían agradablemente. Vi, asimismo, alimentos de toda especie que habían sido traídos allí y despedían al bullir un aroma suavísimo.

Y en el centro se encontraba el árbol de la vida, precisamente en el mismo lugar en que suele reposar el Señor cuando sube al paraíso. Este árbol, indescriptible tanto por su calidad como por la suavidad de su aroma, es de una hermosura superior a todas las cosas existentes. Por cualquier lado que se le mire tiene un aspecto como de color rojo y gualda, parece como de fuego y cubre todo el paraíso; al mismo tiempo participa de todos los demás árboles y de todos los frutos y tiene sus raíces dentro del paraíso, a la salida de la tierra.

El paraíso está situado entre la corrupción y la incorrupción.

Allí brotan dos fuentes: de la una mana leche y miel y de la otra vino y aceite, formando cuatro caudales que discurren alrededor del paraíso plácidamente y salen al jardín del Edén entre la corrupción y la incorrupción. Desde allí siguen su curso subdividiéndose en cuarenta meandros, atravesando palmo a palmo la tierra y observando la evolución de su ciclo como los demás elementos de la atmósfera.

Allí no hay traza de árboles estériles, sino que todos y cada uno producen frutos sazonados y es un lugar de bendición.

De la vigilancia del paraíso están encargados trescientos ángeles, brillantes en extremo, que con voz incesante y canto agradable sirven al Señor todos los días.

Y exclamé: ― ¡Qué bueno es este lugar!