20,99 €
Un comentario erudito al texto griego del NT. Práctico y útil a nivel de predicación y enseñanza. Incorpora los recientes descubrimientos en materia de análisis retórico y sociológico, así como, las tendencias más actuales y académicas al estudio de Lucas-Hechos, pues Bruce es reconocido como uno de los mejores expertos a nivel mundial en Lucas y Hechos.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Veröffentlichungsjahr: 2017
F. F. Bruce
Editorial CLIE
C/ Ferrocarril, 8
08232 VILADECAVALLS
(Barcelona) ESPAÑA
E-mail: [email protected]
Internet: http://www.clie.es
Publicado originalmente en inglés por Wm. B. Eerdmans Publishing Co con el título The Book of the Acts: Revised edition by F. F. Bruce
© 1988 Wm. B. Eerdmans Publishing Co. Grand Rapids, Michigan.
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447)».
© 2016 Editorial CLIE, para esta edición en español.
EL LIBRO DE LOS HECHOS
ISBN: 978-84-8267-709-5
eISBN: 978-84-8267-579-4
Comentarios bíblicos
Nuevo Testamento
Referencia: 224771
COLECCIÓN TEOLÓGICA CONTEMPORÁNEA
Estudios bíblicos
Michael J. Wilkins & J.P. Moreland (editores), Jesús bajo sospecha, 2003.
Michael Green & Alister McGrath, ¿Cómo llegar a ellos? Defendamos y comuniquemos la fe cristiana a los no creyentes, 2003.
Wayne A. Grudem, ed., ¿Son vigentes los dones milagrosos? Cuatro puntos de vista, 2004.
Murray J. Harris, 3 preguntas clave sobre Jesús, 2005.
Bonnidell Clouse & Robert G. Clouse, eds., Mujeres en el ministerio. Cuatro puntos de vista, 2005.
J. Matthew Pinson, ed., La Seguridad de la Salvación. Cuatro puntos de vista, 2006.
Robert H. Stein, Jesús, el Mesías. Un estudio de la vida de Cristo, 2006.
John Piper, ¡Alégrense las Naciones! La Supremacía de Dios y las Misiones, 2006.
Xabier Pikaza, Mujeres de la Biblia judía, 2013.
Samuel Pagán, Introducción a la Biblia hebrea, 2013.
Estudios teológicos
N.T. Wright, El verdadero pensamiento de Pablo, 2002.
G.E. Ladd, Teología del Nuevo Testamento, 2002.
Leon Morris, Jesús es el Cristo: Estudios sobre la teología joánica, 2003.
Richard Bauckham, Dios Crucificado: Monoteísmo y Cristología en el Nuevo Testamento, 2003.
Clark H. Pinnock, Revelación bíblica: el fundamento de la teología cristiana, 2004.
James D.G. Dunn, Jesús y el Espíritu, 2014.
C.K. Barrett, El Espíritu Santo en la tradición sinóptica, 2015.
Arthur W. Wainwright, La Trinidad en el Nuevo Testamento, 2015.
I. Howard Masrshall, Teología del Nuevo Testamento, 2016.
Comentarios bíblicos
F.F. Bruce, Comentario de la epístola a los Gálatas, 2004.
Peter H. Davids, La Primera epístola de Pedro, 2004.
Gordon Fee, Comentario de la epístola a los Filipenses, 2004.
Leon Morris, El Evangelio de Juan, volúmenes 1 y 2, 2005.
Robert H. Mounce, Comentario al libro del Apocalipsis, 2005.
Xabier Pikaza, Comentario al Evangelio de Marcos, 2013.
Douglas J. Moo, Comentario a la epístola de Romanos, 2014.
F.F. Bruce, El libro de los Hechos, 2016.
Prefacio
Abreviaturas
INTRODUCCIÓN
I. HECHOS EN EL NUEVO TESTAMENTO
II. ORIGEN Y PROPÓSITO DE HECHOS
III. PABLO EN HECHOS
IV. BIBLIOGRAFÍA SELECTA
A. EDICIONES Y COMENTARIOS (HECHOS)
B. OTROS LIBROS
TEXTO, EXPOSICIÓN Y NOTAS
I. EL NACIMIENTO DE LA IGLESIA (1:1-5:42)
A. LOS CUARENTA DÍAS Y DESPUÉS (1:1-26)
1. Prólogo (1:1-3)
2. La comisión de los apóstoles (1:4-8)
3. La ascensión (1:9-11)
4. En el aposento alto (1:12-14)
5. Sustituto para Judas Iscariote (1:15-26)
B. EL DIA DE PENTECOSTÉS (2:1-47)
1. El descenso del Espíritu (2:1-4)
2. El asombro de la multitud (2:5-13)
3. La proclamación de Pedro (2:14-36)
a. ¡Esto es Eso! (2:14-21)
b. La resurrección de Jesús es proclamada (2:22-28)
c. Jesús: Señor y Mesías (2:29-36)
4. Llamada al arrepentimiento (2:37-40)
5. La primera iglesia cristina (2:41-47)
C. UN ACTO DE SANIDAD Y SUS CONSECUENCIAS (3:1-4:31)
1. Un inválido sanado (3:1-10)
2. Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón (3:11-26)
a. El poder del nombre de Jesús (3:11-16)
b. Llamada al arrepentimiento (3:17-21)
c. El testimonio de los profetas (3:22-26)
3. Arresto de Pedro y Juan (4:1-4)
4. Pedro y Juan delante del Sanedrín (4:5-12)
5. Debate en el Sanedrín (4:13-17)
6. Los Apóstoles despedidos con amenazas (4:18-22)
7. Pedro y Juan se reúnen con sus amigos (4:23-31)
D. TODAS LAS COSAS EN COMÚN (4:32-5:11)
1. Comunidad de bienes (4:32-35)
2. La generosidad de Bernabé (4:36-37)
3. Engaño y muerte de Ananías (5:1-6)
4. Muerte de Safira (5:7-11)
E. LOS APÓSTOLES DELANTE DEL SANEDRÍN (5:12-42)
1. Señales y prodigios (5:12-16)
2. Los Apóstoles encarcelados y liberados (5:17-21a)
3. Los Apóstoles son traídos ante el Sanedrín (5:21b-26)
4. Los cargos del Sumo Sacerdote y la respuesta de los Apóstoles (5:27-32)
5. La decisión de la Corte (5:33-40)
6. Los Apóstoles continúan con su testimonio público (5:41-42)
II. PERSECUCIÓN Y EXPANSIÓN (6:1-9:31)
A. ESTEBAN (6:1-8:1A)
1. El nombramiento de los Siete (6:1-6)
2. Informe de progreso (6:7)
3. La actividad de Esteban suscita oposición (6:8-10)
4. Esteban acusado delante del Sanedrín (6:11-15)
5. La pregunta del Sumo Sacerdote (7:1)
6. La réplica de Esteban (7:2-53)
a. La era Patriarcal (7:2-8)
b. Israel en Egipto (7:9-19)
c. Los primeros días de Moisés (7:20-29)
d. La llamada de Moisés (7:30-34)
e. Peregrinación en el desierto (7:35-43)
f. El Tabernáculo y el Templo (7:44-50)
g. Aplicación personal (7:51-53)
7. El apedreamiento de Esteban (7:54-8:1a)
a. Testimonio final de Esteban (7:54-56)
b. Muerte de Esteban (7:57-60)
c. La aprobación de Saulo (8:1a)
B. PELIPE (8:1b-40)
1. Persecución y dispersión (8:1b-3)
2. Felipe en Samaria (8:4-8)
3. Simón el Mago cree y es bautizado (8:9-13)
4. Pedro y Juan visitan Samaria (8:14-17)
5. Pedro y Simón el Mago (8:18-24)
6. Los Apóstoles regresan a Jerusalén (8:25)
7. Felipe y el Etíope (8:26-40)
C. CONVERSIÓN DE SAULO DE TARSO (9:1-31)
1. Saulo expedición a Damasco (9:1-2)
2. La luz y la voz desde los cielos (9:3-7)
3. Saulo entra en Damasco (9:8-9)
4. Ananías es enviado a Saulo (9:10-16)
5. Ananías visita a Saulo (9:17-19a)
6. Saulo predica en Damasco (9:19b-22)
7. Saulo escapa de Damasco (9:23-25)
8. Saulo en Jerusalén; Él es enviado a Tarso (9:26-30)
9. La iglesia disfruta de paz y prosperidad (9:31)
III. LOS HECHOS DE PEDRO Y EL PRINCIPIO DE LA CRISTIANDAD GENTIL (9:32-12:25)
A. PEDRO EN JUDEA OCCIDENTAL (9:32-43)
1. Pedro en Lida: sanidad de Eneas (9:32-35)
2. Pedro en Jope: la sanidad de Dorcas (9:36-43)
B. LA HISTORIA DE CORNELIO (10:1-48)
1. Cornelio el centurión tiene una visión (10:1-8)
2. Pedro tiene una visión (10:9-16)
3. Los mensajeros de Cornelio llegan a Jope (10:17-23a)
4. Pedro entra en la casa de Cornelio (10:23b-33)
5. Los Gentiles escuchan las Buenas Nuevas (10:34-43)
6. Los Gentiles reciben al Espíritu Santo (10:44-48)
C. LA ACCIÓN DE PEDRO APROBADA EN JERUSALÉN (11:1-18)
1. Pedro llamado a rendir cuentas (11:1-3)
2. La defensa de Pedro (11:4-17)
3. La defensa de Pedro es aceptada (11:18)
D. ANTIOQUÍA SE CONVIERTE EN BASE CRISTIANA (11:19-30)
1. Evangelización gentil en Antioquía (11:19-21)
2. Bernabé y Saulo ministran en Antioquía (11:22-26)
3. Alivio contra la escasez (11:27-30)
E. HERODES AGRIPA I Y LA IGLESIA (12:1-24)
1. Martirio de Jacobo y encarcelamiento de Pedro (12:1-4)
2. Pedro escapa de prisión (12:5-11)
3. Pedro informa de su salida de prisión (12:12-17)
4. La escapada de Pedro descubierta (12:18-19)
5. Muerte de Herodes Agripa I (12:20-23)
6. Progreso continuo del Evangelio (12:24)
IV. EXTENSIÓN DE LA IGLESIA DESDE ANTIOQUÍA Y EL DECRETO APOSTÓLICO DE JERUSALÉN (12:25-15:35)
A. BERNABÉ Y SAULO (12:25-13:3)
1. Los enviados desde Antioquía regresan (12:25)
2. Bernabé y Saulo enviados desde Antioquía (13:1-3)
B. CHIPRE (13:4-12)
1. Los misioneros llegan a Chipre (13:4-5)
2. Confrontación en Páfos (13:6-12)
C. ANTIOQUÍA DE PISIDIA (13:13-52)
1. Llegada a Antioquía de Pisidia (13:13-15)
2. Discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (13:16-41)
a. Exordium (13:16)
b. Preparación para Cristo (13:17-22)
c. Cumplimiento en Cristo (13:23-37)
d. Conclusión (13:38-41)
3. Respuesta al discurso de Pablo (13:42-43)
4. El interés de los Gentiles suscita la oposición de los Judíos. (13:44-52)
D. ICONIO, LISTRA, DERBE (14:1-28)
1. Aventuras en Iconio (14:1-7)
2. Sanidad milagrosa en Listra (14:8-13)
3. Proclamación del Dios Viviente (14:14-18)
4. Perseguidos en Listra, los misioneros continúan hacia Derbe y luego regresan sobre sus pasos (14:19-23)
5. Regreso a Antioquía de Orontes (14:24-28)
E. EL CONCILIO DE JERUSALÉN (15:1-35)
1. Los Judaizantes visitan Antioquía (15:1-2)
2. Pablo y Bernabé suben a Jerusalén (15:3-5)
3. La reunión del Concilio (15:6)
4. Discurso de Pedro (15:7-11)
5. Pablo y Bernabé informan al Concilio (15:12)
6. Resumen de Santiago (15:13-21)
7. La carta apostólica a los cristianos gentiles (15:22-29)
8. La iglesia de Antioquía recibe la carta apostólica (15:30-35)
V. PABLO ABANDONA ANTIOQUÍA Y SE DIRIGE AL MUNDO EGEO (15:36-19:20)
A. LAS NUEVAS IGLESIAS VISITADAS DE NUEVO (15:36-16:5)
1. Pablo y Bernabé se separan y Pablo toma a Silas como compañero (15:36-41)
2. Pablo y Silas en el sur de Galacia; Timoteo se une a ellos (16:1-4)
4. Las Iglesias crecen en fe y en número (16:5)
B. FILIPOS (16:6-40)
1. La llamada de Macedonia (16:6-10)
2. De Troas a Filipo (16:11-12a)
3. La fe de Lidia (16:12b-15)
4. La adivina (16:16-18)
5. Pablo y Silas encarcelados (16:19-24)
6. Terremoto a medianoche: la conversión del carcelero (16:25-34)
7. Pablo y Silas abandonan Filipos (16:35-40)
C. DE TESALÓNICA A ATENAS (17:1-34)
1. Llegada a Tesalónica (17:1-4)
2. Problemas en Tesalónica (17:5-9)
3. Berea (17:10-15)
4. Atenas (17:16-21)
5. Pablo en el Areópago (17:22-31)
6. La reacción de los atenienses (17:32-34)
D. CORINTO (18:1-17)
1. Pablo llega a Corinto (18:1-4)
2. Pablo pasa 18 meses en Corinto (18:5-11)
3. Pablo ante Galión (18:12-17)
E. ÉFESO (18:18-19:20)
1. Apresurada visita a Éfeso (18:18-21)
2. Breve visita a Judea y a Siria (18:22-23)
3. Apolos (18:24-28)
4. Pablo y los Doce discípulos de Éfeso (19:1-7)
5. Discurso en la escuela de Tirano (19:8-10)
6. Conflicto con los Magos (19:11-19)
7. Informe de progreso (19:20)
VI. PABLO PLANEA VISITAR ROMA Y LLEGA ALLÍ POR UNA RUTA INESPERADA (19:21–28:31)
A. SE PREPARA PARA ABANDONAR ÉFESO HACIA MACEDONIA Y ACAYA (19:21–20:6)
1. Pablo hace planes para el futuro (19:21-22)
2. El disturbio en Éfeso (19:23-41)
a. Indignación de los Plateros (19:23-28)
b. Manifestación en el teatro (19:29-34)
c. El escribano de la ciudad calma la agitación (19:35-41)
3. Pablo visita Macedonia y Grecia (20:1-6)
B. EL VIAJE A JERUSALÉN (20:7-21:16)
1. Pablo en Troas (20:7-12)
2. Desde Troas a Mileto (20:13-16)
3. Pablo envía a traer a los ancianos de la iglesia en Éfeso. (20:17)
4. Pablo se despide de la iglesia de Éfeso (20:18-35)
a. Retrospectiva de su ministerio en Éfeso (20:18-21)
b. Las perspectivas de Pablo (20:22-24)
c. Su recomendación a los ancianos (20:25-31)
d. Admonición final (20:32-35)
5. Una despedida afectuosa (20:36-38)
6. De Mileto a Tiro (21:1-6)
7. De Tiro a Cesárea (21:7-9)
8. Ágabo reaparece (21:10-14)
9. Llegada a Jerusalén (21:15-16)
C. PABLO EN JERUSALÉN (21:17-23:30)
1. Reunión con Santiago y los Ancianos (21:17-26)
2. Disturbio en el Templo (21:27-30)
3. Pablo rescatado por los romanos (21:31-36)
4. Pablo obtiene permiso para dirigirse a la multitud (21:37-40)
5. Defensa de pablo ante el Pueblo de Jerusalén (22:1-21)
a. Sus primeros días (22:1-5)
b. El camino de Damasco (22:6-11)
c. Ananías de Damasco (22:12-16)
d. La visión de Pablo en el Templo (22:17-21)
6. Pablo revela su ciudadanía romana (22:22-29)
7. Pablo traído ante el Sanedrín (22:30)
8. Pablo ante el Sanedrín (23:1-10)
a. Diálogo con el Sumo Sacerdote (23:1-5)
b. La esperanza de la resurrección (23:6-10)
9. El Señor se le aparece de noche a Pablo (23:11)
10. Conspiración contra la vida de Pablo (23:12-15)
11. La conspiración desvelada (23:16-22)
12. El Tribuno se prepara para enviar a Pablo a Cesárea (23:23-24)
13. Carta del Tribuno a Félix (23:25-30)
D. PABLO EN CESÁREA (23:31-26:32)
1. Pablo llevado Cesárea (23:31-35)
2. Pablo acusado delante de Félix (24:1-9)
3. Defensa de Pablo ante Félix (24:10-21)
4. Félix aplaza el proceso (24:22-23)
5. Entrevista de Pablo con Félix (24:24-26)
6. Félix sustituido por Festo; Pablo sigue bajo custodia (24:27)
7. Festo visita Jerusalén (25:1-5)
8. Pablo apela a César (25:6-12)
9. Agripa II y Berenice visitan a Festo (25:13-22)
10. Pablo comparece ante Agripa (25:23-27)
11. Pablo acepta la invitación de Agripa para hablar (26:1)
12. La “Apología pro vita sua” de Pablo (26:2-23)
a. Exordium (26:2-3)
b. La esperanza de la resurrección (26:4-8)
c. El celo perseguidor de Pablo (26:9-11)
d. La visión celestial (26:12-18)
e. Obediencia de Pablo a la visión (26:19-20)
f. El arresto de Pablo (26:21)
g. Defensa (26:22-23)
13. Intercambio entre Festo, Pablo y Agripa (26:24-29)
14. Unanimidad en cuanto a la inocencia de Pablo (26:30-32)
E. VIAJE Y NAUFRAGIO DE PABLO (27:1-44)
1. De Cesárea a Mira (27:1-5)
2. Transbordo en Mira para navegar a Creta (27:6-8)
3. El Consejo de Pablo rechazado (27:9-12)
4. Atrapados por el viento Euraquilón (27:13-20)
5. El ánimo de Pablo (27:21-26)
6. Se aproximan a Tierra (27:27-29)
7. El intento frustrado de huída de los marineros (27:30-32)
8. La comida a bordo (27:33-38)
9. El naufragio (27:39-41)
10. ¡A salvo en la playa! (27:42-44)
F. INVIERNO EN MALTA (28:1-10)
1. ¡Bienvenidos a Malta! (28:1-6)
2. Trabajo de sanidad en Malta (28:7-10)
G. ¡POR FIN ROMA! (28:11-31)
1. El último tramo: ¡Y así llegamos a Roma! (28:11-15)
2. Pablo es entregado y sigue bajo custodia (28:16)
3. Pablo y los judíos de Roma (28:17-28)
a. Primera entrevista (28:17-22)
b. Segunda entrevista (28:23-28)
4. El Evangelio avanza sin dificultad en Roma (28:30-31)
ÍNDICE
General
Autores
Textos bíblicos
La primera edición de esta obra contiene un Prefacio del Editor General de la Serie, el último Ned Bernard Stonehouse, en el cual introduce al comentarista, con el tono amable que le caracteriza. Después de la prematura muerte del Dr. Stonehouse en 1962, el propio comentarista fue invitado a ser el Editor General, responsabilidad que aún mantiene. Para esta edición revisada, nos parece apropiado sustituir el prefacio original y el prefacio del autor con un único prefacio.
Cuando el Dr. Stonehouse me invitó a contribuir al volumen de los Hechos de esta serie, yo estaba trabajando en el comentario del Texto Griego de este libro, que fue publicado en 1951. (Comentario que ha recibido ahora una revisión exhaustiva simultáneamente con el presente volumen.) Acepté fácilmente la invitación del Dr. Stonehouse porque durante la preparación del trabajo del texto Griego habían surgido varias vías de pensamiento que no podían ser abordadas en toda su dimensión, y me pareció que una exposición del texto en inglés me daría una oportunidad para desarrollarlas.
Durante los últimos treinta años, se han hecho contribuciones notables al estudio de La Historia de Lucas en general y al libro de los Hechos en particular. En 1951 la Colección de Martin Dibelius de “Estudios de los Hechos de los Apóstoles” apareció en alemán (la traducción al inglés llegaría cinco años más tarde). Ha sido difícil acceder a un gran número de trabajos reeditados en aquel volumen que fueron publicados al principio, debido a la brecha de comunicación entre los países de habla alemana e inglesa. Pero pronto se hizo patente que los estudios de Dibelius marcaban una nueva era en el estudio de interpretación de los Hechos; su influencia es inequívoca en muchos de los trabajos que se realizaron durante los siguientes años. Otro escritor de gran influencia fue Hans Conzelmann, cuya monografía Die Mitte der Zeit (publicada en 1954) fue publicada en inglés bajo el título menos preciso de The Theology of St. Luke. En él se argumentó que la motivación de Lucas fue el aplazamiento de la una vez inminente esperada parousia, que venía a remplazar la primitiva perspectiva cristiana con algo nuevo, en el que el ministerio de Jesús, coronado por su muerte y resurrección, fuera reconocido no como el eschaton, sino como la historia de la era intermedia, precedida por la era de la ley y los profetas (comp. Lucas 16:16) y seguida por la era de la Iglesia. El profesor Conzelmann ha contribuido también al último comentario de Hechos (disponible ahora en inglés) en Lietzmann’s Handbuch zum Neuen Testament.
Ernst Käsemann, en varios ensayos, ha mantenido que Lucas es “el primer portavoz del catolicismo primitivo” (Frühkatholizismus), con una perspectiva en la que el ministerio de Jesús no es el centro y origen; sino la era de la Iglesia. En otras palabras, que la teología crucis paulina, ha sido sobrepasada por la teología gloriae). Algunas críticas a esta posición fueron hechas por C. K. Barrett en un número de artículos que despertaron la avidez de los lectores por el volumen de los Hechos que se estaba preparando para la serie del Nuevo Comentario Crítico Internacional.
El mejor trabajo sobre los Hechos que se ha producido hasta ahora en el mundo académico, que obtiene su inspiración en Martin Dibelios, es el comentario de Ernst Haenchen, primero publicado en la serie Meyer en 1966 y disponible desde 1971 en una buena traducción inglesa: Los Hechos de los Apóstoles. Y aunque su afinidad con Dibelius, Conzelman y Käsemann son reconocibles, el profesor Haenchen, no los sigue sin criterio; su preocupación es presentar la composición de Lucas, una composición marcada por una libre creatividad que hace de la narrativa histórica el vehículo de la teología de Lucas. Esta teología no es una digresión del pensamiento paulino; es una de las variantes de la teología gentil cristiana, la cual crece a lo largo y después de la teología de Pablo, virtualmente independiente de él.
Sin embargo, estos escritores no han monopolizado la literatura reciente en la materia. Lucas-Hechos permanece, en palabras de W.C. Van Unnik, como “el centro de la tormenta en la erudición contemporánea”. Estas palabras forman el título introductorio a su discurso en el simposio, “Estudios En Lucas-Hechos”, otorgado a Paul Schubert en 1966. Lo apropiado de sus palabras queda demostrado por la variedad de perspectivas que encuentran expresión en los otros dieciocho ensayos de este volumen. Al margen del Simposio de Schubert, esta variedad podría ser mejor ilustrada por el trabajo de Johannes Munck, y especialmente por su volumen “Pablo y la Salvación De La Humanidad”, (como se titula en la versión inglesa). Munck libró una valiente batalla contra las tendencias prevalecientes e insistía en que solamente se podría hacer justicia a la historia y a la literatura de la edad apostólica, cuando el último vestigio de la influencia de Ferdinan Christian Baur y sus asociados fueran eliminadas. Durante estos años, también (1950- hasta hoy) nuestro entendimiento de los Hechos, ha sido enriquecida por una sucesión de estudios, positivos y valiosos de Dom Jacques Dupont. Más recientemente, el registro de Hechos, junto con otras áreas del cristianismo primitivo, ha sido iluminado por el saber y la perspicacia de Martin Hengel.
Un acercamiento nuevo y fresco a los Hechos, es evidente en un gran número de nuevos comentarios que han aparecido en 1980 y los años siguientes –por I. Howard Marshall en inglés y por Jürgen Roloff, Gottfried Schille, Gerhard Schneider, y Arnold Weiser en alemán. En este campo hay hoy en día un “exceso de calidad” en contraste con la situación que existía, cuando la primera edición del presente comentario estaba tomando forma.
Como en todos los volúmenes del Nuevo Comentario Internacional de Nuevo Testamento, la versión americana Estándar de 1901, sirvió como base para la exposición en su primera edición. Ahora ha sido reemplazada por mi propia traducción ad hoc.
En el prefacio a la segunda edición de su Römerbrief, Karl Barth se queja de la tendencia de muchos comentaristas bíblicos que confían en una forma de interpretación textual, la cual, en su opinión “no es comentario en absoluto, sino solamente el primer paso hacia un comentario”. Como ejemplo de un auténtico comentario citaba a Calvino en Romanos: “¡con que energía Calvino, habiendo establecido primero lo que dice el texto, se sienta para pensar todo el material y bregar con él hasta que las paredes que separan el siglo XVI del siglo I se hacen transparentes! Pablo habla, y el niño del Siglo XVI escucha”.
Sin ninguna duda, según el criterio de Barth, mi volumen en el texto Griego, fue solo “el primer paso hacia un comentario” dedicado a los aspectos lingüísticos, textuales e históricos de los Hechos. Así sea: aquellos que no dan el primer paso, nunca darán el segundo. En efecto, no se puede decir, que incluso el presente trabajo ha hecho transparente la pared entre el Siglo I y el XX. Concretamente, me doy cuenta ahora como no lo hice en 1950, que he hecho mucho menos que justicia a la distintiva teología de Lucas. En vez de intentar remediar esta deficiencia en este momento, yo aconsejo a mis lectores hacerlo, analizando bien a I. Howard Marshall en: Lucas Historiador y Teólogo. Pero permítaseme mantener la esperanza expresada en 1954, de que lo que sea que haya descubierto en el curso de este estudio, no solamente sea la voz de Lucas, sino la Palabra de Dios, y que ésta pueda ser captada por mis lectores al final del siglo XX.
Los Hechos de los Apóstoles es el nombre por el que se conoce desde el siglo II d.C. al segundo volumen Historia de los Orígenes del Cristianismo redactado por un cristiano del primer siglo y dedicado a cierto Teófilo. El primer volumen de Historia es también uno de los veintisiete documentos que finalmente fueron incluidos en el Canon del Nuevo Testamento: es el trabajo comúnmente conocido como El Evangelio según Lucas.1
Originalmente, como podríamos esperar, estos dos volúmenes circularon juntos como un libro de Historia completo e independiente, pero no por mucho tiempo. Pronto, en el siglo II, el cuarto Evangelio “canónico” (como nosotros lo llamamos) se presentó junto a una colección que empezó a circular como los cuatro Evangelios. Esto significa que el primer doble volumen de Historia fue separado de su secuencia natural y añadido a los tres trabajos de otros escritores que cubren más o menos el mismo tema, empezando con la historia de Jesús y terminando con el testimonio de su resurrección. El segundo volumen, Hechos, fue pues abandonado a seguir su propia carrera, pero una importante e influyente carrera, tal y como se demostró con el tiempo
Durante la misma época en que los cuatro Evangelios se unieron para formar una única colección, otras colecciones de documentos cristianos se estaban formando—la colección de la cartas de Pablo. Estas dos colecciones—El Evangelio y El Apóstol, como fueron llamadas—constituyeron la mayor parte de nuestro Nuevo Testamento. Pero habría un hiatus entre las dos colecciones si no fuera por el segundo volumen de la Historia de los Orígenes del Cristianismo, el volumen al que desde ahora nos referiremos de forma abreviada como Hechos. Hechos juega un papel indispensable al relacionar las dos colecciones mutuamente. Con respecto a la colección de los Evangelios, Hechos constituye su continuación natural, como fue desde el principio la continuación de uno de los cuatro documentos hasta la creación de esta colección (el tercer Evangelio). Con respecto a la colección de Pablo, Hechos provee el trasfondo de la narrativa para que las cartas que la componen pueden ser más fácilmente entendidas, y—más importante todavía a los ojos de algunos cristianos de la última mitad del segundo siglo—Hechos provee una convincente e independiente evidencia de la validez de la reivindicación de Pablo hecha en sus cartas, de ser un siervo de Jesucristo que trabajó “más abundantemente” que ninguno de los otros.2
La importancia de los Hechos fue aún más subrayada durante la segunda mitad del siglo II como resultado de la controversia en la que Marción y sus enseñanzas emergen. Marción de Sinope fue un excepcional ardiente devoto de Pablo que, sin embargo, lo mal interpretó.3 Alrededor del año 144 d.C. Marción promulgó en Roma lo que mantenía que era el canon divino de las Escrituras para la nueva era inaugurada por Cristo. Cristo, en las enseñanzas de Marción, era el revelador de una religión enteramente nueva, completamente independiente de todo lo que hubiera precedido a su venida (tal como la fe de Israel documentada en nuestro Antiguo Testamento). Dios el Padre, de quien Cristo da testimonio, nunca ha sido conocido antes en la Tierra: él era un ser superior al Dios de Israel, quien había creado el mundo material y habló a través de los profetas. Pablo, según Marción, era el único apóstol que preservó fielmente la pureza de la nueva religión de Cristo, sin contaminar por la influencia Judía. El Antiguo Testamento no podría tener un lugar en el canon cristiano. El canon cristiano, tal como fue promulgado por Marción, comprendía dos partes,—una llamada El Evangelio (una adecuada recensión del tercer Evangelio) y otra llamada El Apóstol (una recensión similar editada de las nueve cartas de Pablo a las iglesias y su carta a Filemón).
La publicación del canon de Marción fue un desafío y un estímulo para los líderes de la iglesia en Roma y en otras Iglesias que se sumaron a la fe “católica” (como vino a ser llamada). Esto no les obligó a crear el canon de la Sagrada Escritura el cual había sido aceptado, con variaciones menores, a través de la historia de la iglesia cristiana;4 pero les obligó a definir ese canon con gran precisión. Para ellos, los escritos de la nueva era no reemplazaban el canon del Antiguo Testamento; permanecieron juntos como complemento divinamente ordenado. Para ellos, El Evangelio no comprendía un documento, sino cuatro, y estos cuatro incluían el texto completo de lo que Marción había publicado de una forma mutilada. Para ellos El Apóstol no incluía diez sino trece cartas Paulinas, y no cartas paulinas solamente sino también otros escritos de “hombres apostólicos”. Y, uniendo El Evangelio y El Apóstol, se reconoció que Hechos tenía más importancia que nunca, porque no solo validaba las vindicaciones de Pablo, sino que también validaba la autoridad de los apóstoles originales—estos a quienes Marción repudiaba como falsos apóstoles y corruptores de la verdad así como de Jesús. La posición de los Hechos como la clave en el corpus del canon cristiano estaba confirmada. Un trabajo universal como Hechos era un pivote adecuado para un canon universal; no hubiera tenido cabida en un canon sectario como el de Marción.5
Este importante aspecto de los Hechos se refleja en el título Los Hechos de los Apóstoles, el cual le ha sido dado desde entonces hasta hoy día. Tan lejos como la evidencia existente se extiende, primero recibió este título en el asíllamado Prólogo Anti-Marcionita al tercer Evangelio, más tarde en el siglo II, (el documento existente más antiguo, también, adscribe la autoría del doble trabajo de Lucas, el Médico de Antioquía).6 El título Los Hechos de Los Apóstoles puede haber pretendido testificar que Pablo no fue (como pensaba Marción) el único apóstol fiel a Cristo. Incluso así, da una impresión exagerada: el único apóstol (aparte de Pablo) del que se da un informe extenso es de Pedro. (Si el título fuera simplemente Hechos de Apóstoles, entonces podría ser una referencia a Pablo y Pedro—aunque el autor, que restringe el apelativo de “apóstol” a los doce, no se lo da a Pablo en ningún caso en el que Pablo no lo vindicara para sí mismo.7 Aún más exagerada es la forma del título dado en un documento contemporáneo, el Canon Muratori; aquí es titulado Los Hechos de Todos Los Apóstoles,8 aunque nada se dice de la mayoría de ellos después de la elección de Matías para sustituir a Judas al final del primer capítulo.
El importante papel de los Hechos en la segunda mitad del siglo II ha sugerido a algunos eruditos que (en la forma final al menos) fue compuesto en aquel tiempo para desempeñar esa función. Un erudito ha argumentado incluso, que Lucas-Hechos fue compuesto como un solo Evangelio-y-Apóstol corpus universal para enfrentarse al desafío presentado por el canon sectario de Marción.9 Contra tales opiniones, una consideración de peso nos dice que: la situación histórica, geográfica y política presupone que Hechos, y para el caso Lucas-Hechos como un todo, es inequívocamente del primer siglo y no del segundo. Esto es especialmente cierto por la invocación de Pablo a su ciudadanía romana y su apelación al César.10
El propósito de Hechos no puede ser considerado independientemente del propósito del Evangelio de Lucas. Las dos partes, a pesar de sus diferencias estilísticas,11 crean un todo integral, con un único propósito coherente. El autor no abandona a sus lectores a especular sobre cuál podría ser el propósito de su obra: él lo dice explícitamente en el prólogo a su Evangelio, que debería leerse como el prólogo a la doble obra. Aquí están sus palabras (Lucas 1:1–4):
“Como muchos han intentado compilar una narrativa de las cosas que han sido realizadas entre nosotros, tal y como nos han sido trasmitidas por aquellos que desde el principio fueron testigos y ministros de la palabra, me ha parecido bien también a mí, habiendo investigado concienzudamente todas estas cosas desde el principio, escribirlas en un informe para ti, excelentísimo Teófilo, para que tú puedas conocer la verdad acerca de estas cosas, de las cuales has sido informado”.12
Él mismo, al parecer, no podía pretender ser un testigo de los primeros eventos recogidos en su historia, pero ha tenido acceso a la información que los testigos pudieron suministrarle. No fue el primero en esbozar un relato basado en la información de los testigos (pensando, seguramente, en el Evangelio de Marcos que fue recopilado antes que el suyo), pero vindica que su informe descansa sobre una amplia y concienzuda investigación y que ha sido ordenada en la secuencia correcta.13
Cuando dice que él mismo ha “investigado todas estas cosas concienzudamente desde el principio” implica que ha tenido parte en al menos algunos de los últimos eventos recogidos.14 Es difícil evitar la vinculación de esta afirmación implícita con la incidencia de las secciones “nosotros” en Hechos—es decir, las secciones (que tratan ampliamente los viajes por mar de Pablo y algunos de sus amigos) en las cuales la narrativa se hace en la primera persona del plural (“nosotros” / “nuestro”) en vez del uso habitual de la tercera persona plural (“ellos” / “su”).15 Es razonable inferir que el narrador era uno de los compañeros de Pablo durante los períodos incluidos en esas secciones. Esta deducción (que es universalmente aceptada)16 puede haber dado origen a la tradición de que el autor de esta doble obra era Lucas el médico, mencionado como uno de los compañeros de Pablo en Col. 4:14. Por otra parte, la tradición y la evidencia interna de las secciones “nosotros” pueden ser recíprocamente independientes, y así mutuamente confirmatorias. Esta tradición aparece al final del siglo II, en el así llamado prólogo anti-Marcionita a Lucas y en el Canon Muratori, y posiblemente en una fecha anterior incluso, ya que aparece en una o dos recensiones de Hechos. El texto original no revela el nombre del autor, pero en el papiro Occidental de 11:28, hablando de un incidente ocurrido en Antioquía de Orontes, pronto después de la fundación de la iglesia allí, tiene la forma de las secciones “nosotros” (“cuando nosotros nos reunimos”), implicando que el narrador era uno de Antioquía (y según confirma la tradición a este efecto en el prólogo anti-Marcionita),17 mientras otra recensión temprana (posiblemente la misma) introduce el nombre de Lucas en la narrativa “nosotros” en 20:13.18 A través de este comentario la autoría de Lucas de la doble obra es aceptada, aunque se entienda que algunos eruditos encuentren imposible creer que el autor podría haber estado personalmente familiarizado con Pablo.19
Lucas, (como el autor será llamado desde ahora), después anuncia que su propósito al escribir es dar a Teófilo (quien quiera que éste haya sido) un informe exacto y ordenado de los orígenes del Cristianismo, acerca del cual Teófilo tenía ya alguna información. Estaba ansioso de que Teófilo pudiera confiar plenamente en el relato que ahora le era entregado. La parte temprana del informe (contenida en lo que conocemos como el Tercer Evangelio) es en esencia una recopilación del testimonio apostólico del ministerio de la palabra, hechos, sufrimiento y triunfo, ampliado por el material recogido por el mismo Lucas.20 El segundo volumen se inicia con el relato de la resurrección de Jesús y va hasta los treinta años siguientes; registra el avance del Evangelio a lo largo del camino que va desde Judea vía Antioquía a Roma, y finaliza con el heraldo en jefe proclamando el Evangelio en el corazón del Imperio con la aquiescencia en pleno de las autoridades imperiales.
Pero no es solo información lo que Lucas se propone dar a Teófilo. En el momento en el que escribe, el cristianismo era, usando una de sus propias frases, “una secta de la que en todas partes se habla en su contra” (28:22). Había una sospecha muy extendida de que era un movimiento subversivo, una amenaza contra la ley y el orden imperial. Y ciertamente a los ojos de aquellos que ostentaban la ley y el orden imperial, el cristianismo empezó con una grave dificultad. Su fundador había sido reconocidamente condenado a muerte por un gobernador romano por el cargo de sedición. Así Tácito estimó que su carácter criminal estaba basado parcialmente en el hecho de que debía su creación a un Cristo, quien “fue ejecutado por la sentencia del procurador Poncio Pilatos, cuando era gobernador de Tiberiades”.21 Y así el movimiento, tan adversamente inaugurado, parecía estar acompañado por el tumulto y el desorden dondequiera que se extendía, en las provincias romanas y en la misma Roma. Lucas se propone lidiar con esta dificultad.
La crucifixión de Cristo se presenta en su Evangelio como un craso error de la justicia. Es verdad que Pilatos lo sentenció a muerte, pero ya había pronunciado su “no culpable” de los cargos que se le imputaban, y aprobó la pena de muerte solamente bajo presión y en contra de su mejor juicio.22 Herodes Antipas, tetrarca de Galilea (donde la mayor parte del ministerio público de Jesús había tenido lugar), está de acuerdo en que los cargos traídos contra él no debían tomarse seriamente.23
De la misma manera en Hechos, una variedad de oficiales tanto gentiles como judíos, mostraban buena disposición hacia Pablo y otros misioneros cristianos, o al menos admitían que no había base para las acusaciones de sus oponentes contra ellos. En Chipre, el procónsul de la isla-provincia es favorablemente impresionado por Pablo y Bernabé, y por su mensaje y actividades.24 En Filipo, una colonia romana, el jefe de los magistrados colegiados se disculpa ante Pablo y Silas por haberlos azotado y encarcelado ilegalmente.25 En Corinto, el procónsul de Acaya, Galión (miembro de una influyente familia Romana), decreta que las acusaciones que le han sido presentadas contra Pablo por los líderes locales judíos, están relacionados con disputas internas de la religión judía, y lo declara sin culpa de ninguna ofensa contra la ley romana.26 En Éfeso, los asiarcas, ciudadanos líderes de la provincia de Asia, se declaraban a sí mismos amigos de Pablo, y el jefe ejecutivo de la administración de la ciudad lo absolvió, a él y a sus asociados, de cualquier cosa de naturaleza sacrílega.27 Durante la última visita de Pablo a Judea, los Procuradores Félix y Festo sucesivamente declaran no encontrar evidencias para ninguno de los cargos urdidos contra él por el Sanedrín, ni el intento de violación de la santidad del templo de Jerusalén, ni de provocar disturbios a través del imperio.28 El cliente judío, rey Agripa II, está de acuerdo con Festo en que Pablo no había hecho nada que mereciera ni la muerte, ni la cárcel, y que podría haber sido puesto en libertad inmediatamente si no hubiera apelado a llevar su caso ante el tribunal imperial de Roma.29 Y cuando es llevado a Roma para que su caso sea escuchado, ocupa su tiempo de espera predicando el Evangelio allí, durante dos años, bajo vigilancia constante, sin ningún intento de estorbarle.30 Si el Cristianismo fuera tal movimiento sin ley como era ampliamente creído, a Pablo ciertamente no se le hubiera permitido propagarlo estando bajo la custodia de la guardia pretoriana.
¿Cómo entonces, se podría preguntar, estuvo el avance del Cristianismo involucrado en tanta lucha y desorden? Lucas procesa a las autoridades judías en Judea y otras provincias como los máximos responsable de esta situación. Fueron las autoridades sacerdotales de la élite de Jerusalén las que acusaron a Jesús ante Pilatos, una generación más tarde, a Pablo ante Félix y Festo; y la mayoría de los disturbios que se produjeron cuando el Evangelio es introducido en las provincias de Roma fueron fomentadas por las comunidades judías locales, que se negaban a aceptar el mensaje de salvación para ellos y se enfadaban cuando sus vecinos gentiles creían.31
Sin embargo, Lucas no es anti-judío en principio. El Cristianismo es para él, no innovación sino, el verdadero cumplimiento de la religión de Israel. Él se esfuerza en presentar a Pablo como leal y adscrito a la ley judía. Esto emerge especialmente en los discursos hechos por Pablo en su propia defensa en Jerusalén, Cesárea y Roma.32 Como con los otros discursos reportados en Hechos, Lucas (siguiendo la mejor tradición Tucedíana) tiene el propósito de mostrar la intención general de lo que realmente se dijo,33 mientras que al mismo tiempo, hace del discurso una parte integral de su presentación y argumento. En aquellos discursos apologéticos, Pablo vindica creer en la Ley y los Profetas y no haber hecho nada contrario a las costumbres ancestrales de Israel.34 El tema conflictivo entre él y sus acusadores es la fe en la resurrección: con esto se quiere decir la fe en que Jesús se levantó de los muertos, pero la resurrección de Jesús es para él la confirmación de la esperanza nacional de Israel. ¿Por qué entonces la objetarían?35 Nada se dice en estos discursos acerca del Evangelio-libre de la ley de Pablo, el cual, de acuerdo con sus cartas, era el principal obstáculo para sus oponentes, ya fueran judíos o cristianos judaizantes.
Es necesario, por tanto, buscar el contexto apropiado para un trabajo que aborda la nota apologética precisamente de esta manera. Una sugerencia atractiva señala el período del año 66 d.C. o poco después, cuando los principales detractores contra Pablo, las autoridades judías, se desacreditaron completamente a sí mismas ante los ojos de Roma por las revueltas contra la ley imperial.36 Es verdad que Pablo ya había muerto por aquel entonces, pero las acusaciones contra él, especialmente las de fomentar el desorden público, continuaron contra los cristianos en general, y su defensa, que había sido vista como un evento de vindicación, podría haber sido válidamente aplicada en su nombre. En aquellos años habría sido bastante eficaz enfatizar que, a diferencia de los rebeldes judíos, los cristianos no eran desleales con el imperio—que, de hecho, fueron los propios rebeldes judíos quienes siempre habían renegado de la cristiandad.
El argumento de que no hay nada en Hechos—o incluso en Lucas37 —que presupone las revueltas judías y la resultante destrucción del templo y la ciudad de Jerusalén (año 70 d.C.) ha sido utilizado en defensa de una fecha anterior al año 70 en dos ensayos—al principio del siglo XX por Adolf Harnack38 y unos 60 años más tarde por J. A. T. Robinson.39 En efecto, ha sido también argumentado, ya que no hay alusión a los dos eventos anteriores—la persecución de Nerón y la ejecución de Pablo—que la composición de Lucas-Hechos debería ser probablemente fechada no después del año 65d.C.40 Con respecto a la persecución de Nerón, incluso Tácito (poco amigo de los cristianos) admite que era la acción de la maldad de un hombre más que la expresión de las políticas sociales,41 y la reprobación oficial de la memoria y las acciones de Nerón a su muerte deberían haberse extendido a su persecución contra los cristianos en Roma. De modo que, los informes de Lucas sobre los juicios favorables, que fueron los que habían sido pasados a la cristiandad por otras autoridades romanas, podrían haber tenido la intención de sugerir que la actuación de Nerón contra el cristianismo fue un ataque irresponsable y criminal por el ahora execrable gobernante, contra un movimiento cuya inocencia había sido ampliamente afirmada por muchos dignos representantes del poder de Roma.
De nuevo, si la ejecución de Pablo fue o no un incidente en la persecución de Nerón, el hecho de que no se menciona en Hechos no es un argumento decisivo para fechar el libro:42 El objetivo de Lucas ha sido conseguido cuando él ha llevado a Pablo a Roma y lo deja allí predicando el Evangelio libremente.43 Verdaderamente, la llegada de Pablo a Roma, su testimonio del Evangelio allí durante dos años, el procedimiento legal en el que estaba involucrado por llevar su apelación al César, debe haber hecho que el cristianismo fuera notado por las clases sociales de Roma en las cuales no había hecho, hasta entonces, impresión alguna. El interés que todo ello suscitó no murió, sino que se mantuvo y continúo creciendo, hasta Domiciano (81–96 d.C.) alcanzando las clases más altas. En cualquier momento durante este período, una obra, que dio lugar a una historia inteligible del surgimiento y progreso del Cristianismo, y que en todo momento ofreció una respuesta razonada a las calumnias populares que enfrentaba, fue sin duda recibida entre el inteligente público lector – o más bien audiencia44 —de Roma, de quien Teófilo fue probablemente un ejemplo representativo. Su defensa positiva fue mejor expresada en las palabras de Pablo, un ciudadano romano, cuya apelación al César no fue hecha para su propio beneficio, sino en favor de la comunidad cristiana y de su fe.
Es difícil determinar la fecha de composición de Hechos más allá de algún punto en la época de Flavio (69-79 d.C.), posiblemente sobre la mitad del período. Los argumentos de Sir William Ramsay, a finales del siglo XIX, que concluyen que fue compuesto en el 80 d.C. son precarios,45 pero ninguno de los descubrimientos posteriores ha señalado una fecha más probable. Una consideración, confesadamente subjetiva, es la perspectiva desde la cual el libro fue compuesto. Las relaciones entre Pablo, Pedro y Santiago de Jerusalén son presentadas de una forma que sería más natural si los tres hubieran muerto y el autor hubiera sido capaz de ver sus últimos logros con una perspectiva más adecuada, lo que hubiera sido posible mucho más fácilmente que si aún estuvieran vivos. Ciertamente la impresión que nos da de su relación no es la impresión recibida de Pablo en sus cartas, y eso sería más entendible si llevaran muertos algunos años y sus desavenencias (a los ojos de un hombre como Lucas)46 no hubieran parecido ya tan importantes como lo habrían sido en su momento.47
La narrativa actual de Lucas tal como es, no podría haber sido concebida para servir como evidencia de la defensa cuando la apelación de Pablo llegó a la audiencia de la corte imperial. Un documento esbozado para este propósito podía haber servido como fuente para Hechos, pero en Hechos hay mucho más (y a fortiori en Lucas-Hechos) que hubiera sido bastante irrelevante desde el punto de vista forense, ya sea, por un lado, el detallado informe del viaje de Pablo y el naufragio o, por otro lado, el énfasis constante en el papel dominante del Espíritu Santo en la expansión del Evangelio. Este énfasis constituye uno de los principales temas teológicos de Lucas.48 Otro, es su concepto de la historia de la salvación:49 el Evangelio, basado como está en la resurrección de Cristo, es la culminación de un largo proceso preparatorio de la revelación divina y al prevalecer, se rastrea hasta el Éxodo de Israel de Egipto (como Pablo afirma en la sinagoga de Pisidia de Antioquía)50 o incluso antes, hasta la llamada de Abraham (como en la defensa de Esteban ante el Sanedrín).51
¿Habrían sido estos aspectos enfatizados más relevantes para el inteligente público que Lucas tiene en mente de lo que hubieran sido para el abogado de la defensa de Pablo ante Nerón? Para muchos miembros de aquel público habría tenido poco significado, pero sí para Teófilo personalmente, y algunos otros como él, creyentes o personas interesada en la fe cristiana. En cualquier caso, Lucas desea dejar claro que el progreso de esta fe no era producto meramente humano; estaba dirigido por agencia divina. En un sentido, esto puede haber contribuido al propósito apologético de Lucas, aunque no hubiera sido de mucha utilidad como apelación en una corte romana.
Lucas es, de hecho, el apologeta pionero entre los cristianos, especialmente en esta forma de apología que se dirige a las autoridades civiles para establecer el carácter respetuoso del cristianismo frente a la ley. Pero hay otra forma de apología que está presente a lo largo de este trabajo, especialmente en algunos de los discursos de Hechos. Así, la defensa de Esteban es el prototipo de una defensa cristiana frente a los judíos, diseñada para demostrar que el cristianismo, y no el judaísmo, es el verdadero cumplimiento de la palabra de Dios hablada a través de Moisés y los profetas, y que el rechazo judío del Evangelio es consistente con su rechazo del mensaje divino que les fue predicado por mensajeros anteriores. La defensa de Pablo en el Areópago es uno de los primeros ejemplos de apología contra los paganos, diseñada para mostrar que el verdadero conocimiento de Dios es dado en el Evangelio y no en las vanidades idólatras del paganismo.52 Su discurso de despedida en Mileto, dirigido a los ancianos de la iglesia de Éfeso, es en parte apologético; él replica implícitamente a algunas voces críticas contra él dentro de la comunidad cristiana.53 Y su discurso en Cesárea, ante el más joven Agripa, es la corona de la apología de su propia carrera misionera.54
En algunas de sus cartas Pablo ve necesario defender la realidad de su divino llamado y comisión contra aquellos que lo cuestionan, y apela en defensa de su vindicación a las “señales del apóstol” que asistían su ministerio.55 Era innecesario para él describir estas señales con detalle a las personas que habían tenido una experiencia personal de primera mano. Pero para otros lectores de sus cartas esta apelación podría carecer de validez alguna si no fuera por el registro de Lucas del ministerio de Pablo. Nadie puede leer Hechos y dudar de que Pablo fuera realmente comisionado por el Cristo resucitado como un “instrumento escogido”56 por su mano, para la proclamación generalizada del Evangelio.
Las vindicaciones de Pablo no eran el propósito principal de Lucas al escribir. Lucas lo hace de pasada, al mostrar que la comisión de Pablo era tan válida como la de Pedro, y que los dos fueron igualmente fieles a su llamado. Pero estos aspectos del libro adquieren especial importancia en el siglo II, en vista de la tendencia de Marción de reclamar peculiarmente a Pablo para ellos mismos, y también en vista de la tendencia de otros grupos al menospreciar los logros de Pablo en interés de Pedro o Santiago.57 Tertuliano, por ejemplo, señala la inconsistencia de estos sectarios, (los marcionitas en particular, sin duda) que rechazaron el testimonio de los Hechos, pero apelaron tan confiadamente a la autoridad única de Pablo. “Debes mostrarnos primero de todo quién era este Pablo,” les dijo, “¿Qué era antes de llegar a ser apóstol? ¿Cómo llegó a ser apóstol?”58 Pablo en sus cartas responde a tales preguntas, pero para corroboración independiente uno, naturalmente, debería apelar a Hechos, una vez que el trabajo había sido publicado. Pero los Marcionitas no podían hacer esto: Hechos vindica las reclamaciones hechas por y para Pablo, ciertamente, pero como vindica simultáneamente las reclamaciones hechas por y para Pedro, su testimonio no era aceptable. Hechos muestra que Pedro y el resto de los doce eran verdadera y fielmente apóstoles de Jesucristo (lo cual negaban los marcionitas), al mismo tiempo que muestra cómo los logros misioneros de Pablo eran no solamente tan grandes como los de ellos, sino los más grandes. Una característica de Hechos, que se observará en el curso de nuestra exposición, es la serie de paralelismos establecidos entre la actividad misionera de Pedro y la de Pablo,59 aunque ninguno de las dos es el estándar de comparación por el cual el otro es evaluado.
El registrar la grandeza de los logros de Pablo en Hechos podría haber tenido felices consecuencias más allá de la intención inmediata de Lucas. Una comparación de los discursos de despedida en Mileto con la evidencia de las epístolas pastorales sugiere que, después de que Pablo abandona su misión en el campo Egeo, su influencia allí, y especialmente en las provincias de Asia, declina, y que sus oponentes ganan al menos temporalmente una victoria en las iglesias.60 Pero a medida que dichos oponentes inculcaban tendencias judaizantes, su victoria se convirtió, sin embargo, en puramente temporal. Poco después, el nombre y la reputación de Pablo fueron firmemente restablecidos y venerados en las áreas en las que él había evangelizado (aunque sus enseñanzas no habían sido entendidas o aplicadas tan consistentemente como él hubiera deseado). Hay dos razones para esta vindicación de la memoria de Pablo. Una fue la dispersión de la iglesia en Jerusalén poco antes de la caída de la ciudad en el 70 d.C. Otra razón, y aún más importante fue probablemente la publicación de Hechos y su circulación entre las iglesias Egeas—un público mucho más extenso que aquel al que Lucas se dirige primero en su Historia. La aparición de Hechos puede haber reavivado el interés en Pablo, puede incluso, como Edgar J. Goodspeed ha sugerido, haber hecho algo para estimular la colección de sus escritos en una colección literaria que circulaba entre las iglesias.61 Un punto a tener en cuenta (y uno que ha sido interpretado de varias maneras) es que al autor de Hechos lo traiciona su no conocimiento de las cartas de Pablo;62 lo que sea que esto indique, significa seguramente que Hechos fue escrito antes de que las cartas empezaran a ser conocidas como una colección.63
Pablo es sin duda el héroe de Lucas. Y este hecho explica la diferencia de impresiones entre las que nos da Lucas de la personalidad de Pablo y las que recibimos de las propias cartas de Pablo. Pablo no era ciertamente un héroe a sus propios ojos.
En Hechos, desde el momento en el que Pablo se establece en Antioquía para extender su trabajo misionero desde allí, domina la situación. Siempre seguro de sí mismo; siempre triunfa. En sus cartas, Pablo es a menudo también víctima de conflictos emocionales – “por fuera, conflictos; por dentro, temores”. (2 Co. 7:5). Él confiesa que no ha tenido ni seguridad en sí mismo, ni la autoafirmación de los intrusos que han suscitado los problemas entre sus convertidos en Corinto: donde estos otros han explotado a sus convertidos, él rehúsa vindicar sus derechos como padre espiritual, y algunos de ellos lo desprecian por su debilidad.64 El Pablo de las cartas es un personaje multilateral. A veces, seguro, él puede afirmar su autoridad,65 y este es el aspecto que Lucas muestra mayormente.66 Pero, sin duda, hay otros aspectos del Pablo real que nosotros apenas podríamos adivinar si no tuviéramos sus cartas, el retrato que Lucas nos da de él es imborrable. Y mostrándonos este retrato, aunque pueda ser limitado, Lucas ha hecho una gran – de verdad, única – contribución al registro de los primeros años de extensión del cristianismo. Su narrativa, de hecho, es un extraordinario libro de consulta para la historia de la civilización.67
Podría ser o no una buena cosa que para la mayor parte del mundo, el cristianismo se considere una religión Europea. Pero ¿cómo fue que una fe que surge en Asia ha llegado a integrarse en la civilización europea más que en la asiática? La respuesta está seguramente, en la providencia de Dios, guiando a su heraldo y misionero en las tres décadas que siguen a sus comienzos como ciudadano romano, que vio cómo los centros estratégicos y las comunicaciones del Imperio Romano podrían utilizarse para el servicio del reino de Cristo, y plantó su fe cristiana en aquellos centros y a lo largo de las líneas de comunicación. “En poco más de diez años San Pablo establece iglesias en cuatro provincias del Imperio: Galacia, Macedonia, Acadia y Asia. Antes del año 47d.C. no hay iglesias en estas provincias; en el año 57 d.C. San Pablo podía hablar como si su trabajo estuviera hecho, y podría planear ampliar sus viajes al lejano Este sin ansiedad, por miedo a que las iglesias que había fundado pudieran perecer en su ausencia por la necesidad de guía y apoyo”.68
Y Lucas es el historiador de esta aventura – una de las que más ha enriquecido la historia del mundo. El muestra llanamente como se llevó a cabo. “Generalmente hablando, la actividad de Pablo se basó en ciertos centros, desde los cuales emprendió sus largos y cortos viajes, y desde los que, a lo largo de los años, se fue transfiriendo de una provincia a otra”.69 El primero de estos centros