El limpiador 2: El salto - Inger Gammelgaard Madsen - E-Book

El limpiador 2: El salto E-Book

Inger Gammelgaard Madsen

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Beschreibung

"Roland Benito trabaja para la Unidad independiente de denuncias contra la policía y ha sido enviado, junto con su colega, a interrogar a dos agentes de policía que respondieron a una emergencia. Un guardia de la prisión saltó por la ventana de un cuarto piso, justo en el momento en que los oficiales acuden en respuesta a una queja sobre el volumen de la música en su departamento. Aparentemente, no hay nada sospechoso en el caso. Roland descubre que el guardia es el padre del mejor amigo de su nieta en la escuela y escucha rumores sobre la muerte de un recluso en la prisión donde trabajaba el guardia y que el guardia se había estado sintiendo amenazado y vigilado. ¿Es posible que no se tratara de un suicidio después de todo? Anne Larsen, reportera de TV2 East Jutland, también cubre la historia de las muertes. Durante su investigación se encuentra con otra muerte, la de una abogada defensora que pereció en un accidente de tránsito. Ella descubre que todas las muertes se vinculan a uno de los prisioneros, el asesino de niños Patrick Asp que está cumpliendo cadena perpetua por matar a su propia hija pequeña, y es un recluso en la prisión donde trabajaba el guardia fallecido.El limpiador es un drama criminal en seis episodios."-

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Inger Gammelgaard Madsen

El limpiador

Episodio 2 de 6

El salto

SAGA

El limpiador 2: El salto

Original title:

Sanitøren 2: Sporet Copyright © 2017, 2019 Inger Gammelgaard Madsen and SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726233261

1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

El limpiador

Episodio 2 de 6

El salto

Ya había amanecido cuando Roland Benito y Mark Haldbjerg conducían desde Horsens hasta la sede de la unidad frente a la plaza, junto a la estación central de trenes en Aarhus.

—Parece que ésta podría ser una de esas emergencias leves. No hay señales de juego sucio, por lo que veo. Ninguno de los oficiales parece haber participado en la muerte —dijo Mark y rompió el silencio que reinaba desde que salieron del edificio en que se había suicidado el guardia de prisión, Julius Habekost, saltando por la ventana de su departamento en el cuarto piso.

—Podría criticarse el hecho de que George Marsh dejara entrar solo a Leif Skovby al departamento, mientras hablaba con la vecina en la escalera, la señora que llamó para quejarse del ruido.

Mark mostró una sonrisa cansada.

—No es fácil quitársela de encima cuando empieza a hablar. Nos dimos cuenta de eso.

Roland también sonrió. Asta Bernt, la viuda de ochenta años era todo un personaje. Parecía salida del programa de televisión Matador, si bien era difícil decidir a qué personaje se parecía más. Tal vez a Roland se le había ocurrido eso porque la casa de la anciana estaba decorada como los escenarios del programa: papel tapiz de colores y cortinas pesadas que habían estado de moda en los años treinta, cuando se filmaron los episodios.

Ella había repetido varias veces que, aunque no era del tipo sensible que llamaba a la policía por cualquier ruido, sonaba como si algo malo estuviera sucediendo. Por ejemplo, escuchó que algo caía al piso y se rompía, además de que nadie abrió la puerta cuando ella llamó al departamento de Julius Habekost. Pero no había oído a nadie entrar ni salir. Los dos oficiales le habían dicho que su vecino había saltado por la ventana y murió instantáneamente. Ella era su mejor testigo, ya que les estuvo pisando los talones todo el tiempo. Excepto cuando Leif Skovby derribó la puerta del departamento, cosa que hizo por él solo.

—Me pregunto si ella mentía sobre el ruido. Porque en el piso no había nada roto o que hubiera sido tumbado, como ella dijo. Nada asemejaba el caos que ella describió. Y ambos oficiales confirmaron que habían encontrado el lugar en total orden. —dijo Mark frotándose un ojo.

Roland empezaba a sentir que el Arenero también estaba haciendo lo suyo en sus ojos.

—A mí también me desconcertó eso. Quizás el ruido venía de otro departamento. Después de todo, ella dijo que ya no oía muy bien.

—En tal caso, sería una extraña coincidencia. Tendremos que esperar los resultados de la autopsia de Habekost. El forense determinará si hubo confrontación o no —prometió Mark.

Roland estacionó el auto. Era una de las patrullas de la unidad. Por cubrir el turno semanal debía llevar el auto a casa, para poder responder con rapidez en caso de otro incidente.

—Quizás, ¿pero y las heridas que sufrió después de veinte metros de caída libre hasta el asfalto? Su rostro está completamente destrozado.

—Tienes razón, pero si fue atacado y se defendió, puede haber rastros de ADN bajo las uñas u otras pistas.

Mark abrió la puerta para salir. Se inclinó para mirar a Roland dentro del auto.

Al menos mañana es sábado y podemos dormir un poco. Conduce con cuidado y que tengas un buen turno, Roland.

—Igual tú. Esperemos que el fin de semana sea tranquilo.

Después de que Mark se despidiera y cerrara la puerta, Roland encendió la radio de la patrulla. Más bien tendría que haberle deseado los buenos días. Había sido un día largo y encontró una banda sonora relajante para el viaje de vuelta hasta su bonita casa en los suburbios de Højbjerg. Mark tenía toda la razón: maravillosamente, ya era fin de semana.

En la cocina, Angolo levantó la cabeza desde su canasta y movió lentamente la cola cuando Roland lo acarició detrás de las orejas. Por suerte no ladró o Irene se habría despertado.