El limpiador 5: Tú eres el próximo - Inger Gammelgaard Madsen - E-Book

El limpiador 5: Tú eres el próximo E-Book

Inger Gammelgaard Madsen

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Beschreibung

"Anne Larsen le muestra a Roland una foto de Uwe Finch y él reconoce algunos de sus rasgos. Hay algo en sus ojos, que están tan juntos. Pero no puede tratarse del hombre al que se le parece, porque murió hace años en el incendio de un hotel. Cuando una huella dactilar evidencia que sí se trata del hombre que Roland temía, este se interesa en averiguar por qué ha regresado con una nueva identidad y por qué se encuentra en Aarhus. La madre de Bertram encuentra la chaqueta de cuero robada en su habitación y quiere devolvérsela a su novio. Bertram intenta convencerla nuevamaente y hacerle entender que su vida está en peligro, pero ella está enfadada y se niega a escucharlo. Afirma que son sus celos y lo acusa de ser el verdadero asesino de su hermana menor. Bertram está furioso, se fuma un porro y se duerme con el televisor encendido. En estado de intoxicación, descubre la horrible verdad. Al finalizar la noche, Bertram despierta de su trance para descubrir que su madre no ha vuelto a casa.El limpiador es un drama criminal en seis episodios."-

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Inger Gammelgaard Madsen

El limpiador

Episodio 5 de 6

Tú eres el próximo

SAGA

El limpiador 5: Tú eres el próximo

Original title:

Sanitøren 5: Du er den næste

Copyright © 2017, 2019 Inger Gammelgaard Madsen and SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726233247

1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

El limpiador

Episodio 5 de 6

Tú eres el próximo

Anne Larsen ya había estado en su casa, en Højbjerg. Nunca antes había sido invitada, y en ese sentido, esta visita era diferente. Roland había sugerido que fuera hasta allá, a pesar de la hora. Después de haberlo sugerido, se arrepintió. Pero había percibido algo en su voz, algo que él recordaba como una señal de que ella sabía algo importante.

O podría ser una forma inteligente de obtener información de la unidad, pero si esa era la razón, él tendría que echarla de allí. Eso también había pasado antes. Mientras la esperaba, se dio cuenta de lo mucho que extrañaba los viejos tiempos en la estación central de policía. No extrañaba la prensa, por supuesto, pero Anne Larsen era diferente. Era una reportera hábil, pero también pudo haber sido una detective de policía hábil. No temía ensuciarse las manos. En su reportaje, mencionó que el prisionero había muerto por sobredosis y que el guardia de prisión se suicidó. ¿Quizás tenía información que podría beneficiar a la unidad?

Irene decidió darles un poco de privacidad y ya estaba acostada cuando Anne tocó el timbre.

Angolo saludó con entusiasmo a la invitada en la puerta y ella le dio unas palmaditas nerviosas en la cabeza al gran alsaciano. Siempre es obvio cuando alguien no está acostumbrado a los animales. Roland hizo que el perro se acostara en su cesta en la cocina, con una simple seña.

—Muy bien entrenado —comentó Anne con una ligera sonrisa mientras se quitaba la chaqueta.

—Perro de policía —respondió Roland—. ¿Te gustaría tomar algo? Aún me queda algo de Barolo.

—Sólo un trago, gracias, estoy manejando, así que... ¿dónde está Irene?

—Se fue a la cama, después de todo, es bastante tarde.

—Lo sé, y me disculpo de nuevo por ser tan impertinente, pero quería preguntarte si me podrías ayudar con algo.

Roland se sintió algo preocupado, buscó una copa limpia en el armario y le sirvió un poco de vino. A él le quedaba media copa. No solía beber vino tinto fino con Irene entre semana, pero de repente había un motivo de celebración porque el Club de fútbol de Nápoles, su favorito por ser de su ciudad natal, había obtenido una victoria masiva.

—¿Qué clase de ayuda es, Anne? —preguntó sentándose de nuevo—. Sabes que no estoy en libertad de discutir ninguno de los casos investigados por la unidad, en caso de que estés aquí representando a TV2 East Jutland. —Sintió que debía recordárselo desde el principio.

—No es eso. Al menos no directamente. Más bien es algo… personal. Se sentó frente a él, sacó su iPhone y giró la pantalla hacia él.

—¿Sabes quién es este hombre? —preguntó ella.

Roland miró durante mucho tiempo la imagen de un hombre delgado, de mejillas huesudas, con un cigarrillo entre los labios delgados. Parecía estarse subiendo a un auto: un Corvette plateado.

—No, no sé. ¿Quién es?

—Se hace llamar Uwe Finch, pero actúa como si quisiera ocultar su verdadera identidad.

Anne le contó que había estado siguiendo a ese hombre. Entró a un bar junto al rio, bebió una pinta y limpió el vaso cuidadosamente con un pañuelo, antes de volver a salir del bar.

—¿Y por qué rayos lo seguías?

—Porque... es una larga historia, ya llegaremos a eso.

Hizo un acercamiento al rostro deslizando el pulgar y el índice en la pantalla.

—¿Estás seguro de que no lo conoces? De cuando trabajabas en la policía, quiero decir.

Roland cogió el teléfono y miró la foto más de cerca. Era bastante vívida, porque estaba iluminada por el sol de la tarde. Había algo en los ojos del hombre que de repente le pareció familiar a Roland. Estaban muy juntos entre sí y su mirada era maliciosa y penetrante. Era una mirada que nunca olvidaría, pero no podía ser él.

—Me temo que no, Anne. ¿Por qué estás interesada en ese hombre? —Le devolvió el celular.

—Es el novio de Eva Maja Karlsen, la esposa de Patrick Asp. Sabes quién es Asp, ¿no es así?

—Claro que sí. Fue el que estranguló a su hija de dos meses. Un caso absolutamente horrible, pero eso fue hace mucho tiempo.