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De la lectura de todos estos trabajos periodísticos se constata que, pese a todos los problemas económicos, de medios técnicos, educativos y de formación de públicos conscientes, el periodismo chileno está vivo, no baja la cabeza, y no deja de investigar y publicar las historias que impactan, que ponen nerviosos a los poderes del país, y que ayudan a formar ciudadanos conscientes e informados. Cada vez más, esta es la medida de una democracia plena.
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Seitenzahl: 449
Veröffentlichungsjahr: 2025
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EL MEJOR PERIODISMO CHILENO
Premio Periodismo de Excelencia 2024
Ediciones Universidad Alberto Hurtado
Alameda 1869 – Santiago de Chile
mgarciam@uahurtado.cl – 56-228897726
www.uahurtado.cl
ISBN libro impreso: 978-956-357-528-6
ISBN libro digital: 978-956-357-529-3
Coordinación colección Periodismo
Sebastián Ansaldo
Edición al cuidado de
Roberto Herrscher
Directora editorial
Alejandra Stevenson Valdés
Editora ejecutiva
Beatriz García-Huidobro
Diagramación interior
Gloria Barrios A.
Diseño portada
Francisca Toral R.
Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
info@ebookspatagonia.com
Prólogo Roberto Herrscher
Jurado Premio Periodismo de Excelencia 2024
PREMIO PERIODISMO DE EXCELENCIA ESCRITO Y PREMIO CATEGORÍA INVESTIGACIÓN
Serie “pedófilos ocultos en Chillán”Sandra Martínez Tapia, Felipe Díaz Montero y Nicolás Parra TapiaBioBío Chile
TRABAJOS FINALISTAS CATEGORÍA INVESTIGACIÓN
Chats revelan los favores entre Hermosilla y la suprema Vivanco: ¿Alguna posibilidad de que integres la sala penal mañana?Nicolás SepúlvedaCiper
Caso Hermosilla: Indagatoria al exfiscal Guerra revela archivos desconocidos de causas contra Ponce Lerou, Penta, Dominga y senador OssandónNicolás SepúlvedaThe Clinic
Calles sin salida: Vivir y morir en la vía públicaAntonella Cicarelli, Jesús Martínez, Benjamín Puentes, Sebastián Sepúlveda, Cecilia Derpich y Gazi JalilVergara 240
Menores de edad víctimas de homicidio: Más de la mitad estaba bajo cuidado estatal entre 2018 y 2022Valentina de Marval, Magdalena Llanos y Juan José LeytonCiper, en alianza con Vergara 240
PREMIO CATEGORÍA REPORTAJE
Serie Caso Cubillos: Universidad San Sebastián: Entre caja de Pandora y caja pagadoraIván Weisman, Claudio Pizarro, Andrés Cárdenas y Héctor CossioEl Mostrador
TRABAJOS FINALISTAS CATEGORÍA REPORTAJE
Serie “Crisis de Mejor Niñez en el Biobío” Parte I: “El suicidio de Micaela”Matías SánchezCiper
Las montañas de ropa se esfumaron del desierto de Atacama, pero el problema no desaparecióMuriel AlarcónEl País - Chile
La casa de los niños en cuidados paliativosMuriel AlarcónSábado, El Mercurio
PREMIO CATEGORÍA CRÓNICA O PERFIL
La parábola de Felipe AvelloValeria Pozo, Monserrat Carrión, Sofía Farías, Renato Gallardo, Vicente Muñoz, Antonia Núñez, Micol Parra, Nicolás Alonso y Gazi JalilVergara 240
TRABAJOS FINALISTAS CATEGORÍA CRÓNICA O PERFIL
Un polaco, un militar, una davis p380 y un estallidoPaula Rivera y Edgar de la VegaAnfibia Chile
El fatal turno de Hugo en La Moneda: La trama de abusos laborales que develó tragedia de gasfíterJonathan FloresBiobío Chile
Escape en la oscuridadFrancisco González y Juan José LeytonSábado, El Mercurio, en alianza con Vergara 240
El paso en falso de una bailarinaAlejandra LópezSábado, El Mercurio, en alianza con Vergara 240
PREMIO CATEGORÍA ENTREVISTA
Magdalena “Pichita” Piñera: Ahora tengo más presente que la vida es una y es de una fragilidad absolutaEstela CabezasEl Sábado, El Mercurio
TRABAJOS FINALISTAS CATEGORÍA ENTREVISTA
Hablan la viuda y la hermana de Ronald OjedaLenka CarvalloSábado, El Mercurio
Entrevista a Leonarda Villalobos por el Caso Audios:“Solo yo sabía que iba a grabar la reunión”Víctor RiveraLa Tercera
Cristián Campos: “La amenaza de una denuncia por este supuesto abuso sexual la hemos sufrido hace 14 años”Claudio Vergara y Leslie AyalaLa Tercera
La empresaria del amor de 10 de julioJuan Cruz GiraldoRevista Paula
PREMIO PERIODISMO DE EXCELENCIA UNIVERSITARIO
Desprotegidas: Abusos, explotación sexual y adolescentes al cuidado del estadoValeria PozoUniversidad Diego Portales
Prólogo
Una bailarina moldava con síndrome de Diógenes es rescatada de su depresión por sus antiguos admiradores.
Un profesor polaco se convierte en una víctima insólita del estallido.
Una “empresaria del amor” trans trajina las noches en la zona roja de Santiago.
Un falso profeta del amor religioso crea una red de violación y grabación de abusos a menores.
Un influyente abogado maneja las más altas cotas de la justicia y las fuerzas de seguridad chilenas desde las sombras.
Un nadador ciego cubano huye de los Juegos Parapanamericanos y se pierde en una ciudad doblemente en sombras.
Una exministra de Educación resulta contratada con un sueldo muy por sobre los habituales en la academia por una universidad cuyos servicios ella había contratado sin licitación como ministra.
Un gasfíter muere en La Moneda, exhausto, tras trabajar 29 horas en dos días, cinco meses después de que el Gobierno se felicitara por aprobar la ley que limitaba el trabajo a 40 horas a la semana.
Una montaña de ropa se esfuma en el desierto de Atacama, pero para el delicado ambiente y la población vulnerable de la región, el problema no deja de agravarse.
¿Cuántas historias caben en un año, en el periodismo de un país, en un libro que celebra que los medios y los profesionales de la comunicación siguen investigando, siguen haciendo preguntas, siguen enfrentando a los poderes, siguen contando los dramas de los perdedores de estos tiempos complejos?
Desde 2003, el Premio Periodismo de Excelencia y estos libros se hacen preguntas similares.
En el primer libro, la fundadora del galardón, Andrea Vial, argumentaba:
Si la misión de un periodista puede equipararse a la del artista en el sentido de “revelar los abismos y las luces más secretas del hombre, agitar las aguas, estimular la imaginación, provocar el cambio”, en palabras de Tomás Eloy Martínez, entonces el mejor periodismo escrito se distingue porque sus cultores encuentran información relevante hasta en el pliegue más recóndito de la realidad, utilizan con destreza múltiples recursos narrativos, entregan textos que son amenos y humanos y, en última instancia, erosionan la idea de que estamos solos en el mundo.
Una década más tarde, en el prólogo a El mejor periodismo chileno 2012, el nuevo director del premio Alfredo Sepúlveda recordaba:
Cuando se publicó el primer libro de esta serie en el año 2003, el periodismo chileno venía saliendo de un cierto compromiso con la estabilidad de la democracia que, de alguna manera, retrasó la aparición del género investigativo. Se mantenía una suerte de soterrada competencia entre el periodismo “duro”, es decir, aquel que cubría la gran política, economía y sociedad, y el “blando”, ese periodismo forjado entre técnicas literarias y que muchas veces abordaba historias personales y/o extraordinarias. A lo largo de estos años, el Premio ha distinguido a representantes de todas las categorías posibles: la consideración de la “calidad” ha escapado de simplificaciones y dialécticas y ha recaído tanto en el periodismo que derriba ministros como en aquel que emociona con lenguaje sublime e historias del día a día.
En 2017, ya en manos del tercer director, Juan Cristóbal Peña, en su prólogo destacaba en los trabajos elegidos:
la convicción de que el periodismo debe favorecer la transparencia y fiscalizar al poder desde cualquier plataforma y formato en que se ejerza. Eso es parte esencial de lo que ha querido reconocer el Premio Periodismo de Excelencia (PPE) desde sus inicios, hace quince años. El periodismo que se debe al interés público, no al privado ni al de las autoridades. El que interroga, duda y toma distancia de quienes debe escrutar.
“Pero por cierto,” continúa Peña, “no es el único criterio para evaluar la calidad de un trabajo periodístico. Los jurados de cada versión del PPE se desafían a ponderar méritos que no necesariamente son comparables. Un texto de excelencia también se reconoce por su permanencia, su profundidad, su impacto social, su narrativa”.
Hace dos años, como cuarto director de este premio, volví yo también la vista atrás a los 20 años que cumplía el PPE:
Si hoy cumplimos dos décadas es porque los y las periodistas, los medios de comunicación, las universidades y la sociedad, reconocen en el Premio Periodismo de Excelencia un referente sobre la calidad de los productos periodísticos chilenos, y porque cada año periodistas y académicos se dan cita para deliberar, discutir y reconocer el trabajo periodístico que le da sentido a nuestra profesión. En representación de todos los tremendos jurados de estos 20 años (que son el “quién es quién” de los sabios y sabias del periodismo chileno), al comienzo de este libro figura, como de costumbre, los nombres y una breve biografía de nuestros jurados de este año.
Este año también, por vigésimo segunda vez, figuran después de este prólogo los nombres de nuestros jurados. Escribo estas palabras al día siguiente de su debate, que como siempre ha sido una lección de qué debe ser el buen periodismo en tiempos de mentiras, campañas mediáticas, verdades ocultas y conversaciones privadas ventiladas en la arena del circo.
Una tendencia que se notaba ya en los últimos años aquí se consolida: los trabajos hechos por estudiantes de carreras de periodismo en varias universidades, pero especialmente en nuestra vecina Universidad Diego Portales, destacan no solo en la categoría Universitaria, sino también en las otras por trabajos publicados en medios con los que sus casas de estudio tienen convenios.
Esto tiene dos explicaciones, además del buen hacer de estos centros educativos. Por un lado, sus profesoras y profesores, en su calidad de editores y en ocasiones coautores, tienen una larga trayectoria en medios y traen los mejores aprendizajes del mundo profesional, sin el lastre que a veces implican la rapidez de la hora de cierre y la imposición de la línea editorial.
Pero por otro, los tiempos universitarios se condicen más con la complejidad de los temas que escapan al “cubrir” lo que informan los poderes. Para “descubrir” algo nuevo, para darle vuelta a las estadísticas disponibles, exigir datos que el poder no quiere revelar o lograr la confianza de fuentes lógicamente cautas ante las preguntas de los “periodistas”, hace falta tiempo, mucho tiempo bien empleado.
No solo hay en estas páginas trabajo hecho en ámbito universitario. A los medios escritos habituales –El Mercurio, La Tercera, The Clinic, Ciper– se agrega con fuerza la página web –escrita– de Radio Biobío con dos textos destacables: la crónica de la muerte del gasfíter de La Moneda, que deja al descubierto problemas e hipocresías antes y después del suceso, y el texto ganador del Premio Periodismo de Excelencia Escrito de este año: la investigación modélica sobre los horrorosos crímenes de dos personajes, “Miguel” y Daniel, pederastas, violadores y organizadores de una red de violaciones de menores. Uno de ellos fue investigado y acusado por la Fiscalía. El otro, extrañamente, no.
De la lectura de todos estos trabajos periodísticos se constata que, pese a todos los problemas económicos, de medios técnicos, educativos y de formación de públicos conscientes, el periodismo chileno está vivo, no baja la cabeza, y no deja de investigar y publicar las historias que impactan, que ponen nerviosos a los poderes del país, y que ayudan a formar ciudadanos conscientes e informados.
Cada vez más, esta es la medida de una democracia plena.
Roberto Herrscher
Director del Premio Periodismo de Excelencia
Universidad Alberto Hurtado
Jurado Premio Periodismo de Excelencia 2024
Jurado premio escrito
VERÓNICA FRANCO es subeditora general de prensa y conductora de El Diario de Cooperativa. Profesora de periodismo en la Pontificia Universidad Católica y la Universidad Finis Terrae. Licenciada en periodismo, Universidad de Chile y magíster en Formación Universitaria, Universidad Finis Terrae.
JUAN PABLO FIGUEROA es periodista especializado en periodismo de investigación y de datos, actualmente se desempeña como director de la carrera de Periodismo en la Universidad Alberto Hurtado (UAH). Ha trabajado en medios como Ciper, Radio BíoBío, Canal 13, La Tercera y Contexto Factual, y obtuvo el Premio Periodismo de Excelencia UAH (2012). Es autor de El último ramal (2009) y coautor de libros como El periodismo que remece a Chile (2010, 2012 y 2015), La gran estafa: Cómo opera el lucro en la educación superior (2015) y Piñera Offshore: de Sanhattan a las Islas Vírgenes (2022), entre otros.
CAROLA FUENTES es periodista UC. Ha dedicado sus 32 años de carrera a la investigación periodística y creación audiovisual, tanto como periodista, guionista, directora y productora ejecutiva. Autora de importantes reportajes televisivos y documentales que han ganado numerosos premios nacionales e internacionales. Desde su productora independiente La Ventana Cine, ha realizado y producido más de 200 horas de televisión que se han emitido en los principales canales chilenos e internacionales. En el 2005 obtuvo la Knight Fellowship for Professional Journalists de la Universidad de Stanford y en el 2015 fue seleccionada como Sundance Fellow.
YASNA LEWIN es periodista de la Universidad de Chile, magíster en Comunicaciones de la Universidad Católica de Chile, conductora en Radio Universidad de Chile y en UChileTV, docente de las carreras de Periodismo en la Universidad de Chile y en la UDP, también se ha desempeñado en medios de comunicación como los diarios La Nación y La Época, además de Canal La Red. Además, ha ejercido la comunicación estratégica como consultora privada y como directora de comunicaciones de los ministerios de Desarrollo Social y Cultura.
MACARENA PIZARRO es periodista y conductora del noticiero central de Chilevisión. Desde 2002 se ha desempeñado como conductora en Chilevisión Noticias, además de ser la conductora del programa “En la mira”, ambos en Chilevisión. En 2002 obtuvo el Premio APES a la mejor conducción periodística en televisión y en 2004 la eligió entre las 100 mujeres más destacadas en los ámbitos académico, de servicio público y social. En 2022 fue galardonada como mejor presentadora de programa de noticias en los Premios PRODU.
ALBERTO LÓPEZ HERMIDA es profesor titular y director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Finis Terrae. Periodista y doctor en Comunicación Pública. Magíster en Fundamentación Filosófica y máster en Gobierno y Cultura de las Organizaciones.
CARLOS BASSO es periodista y doctor en Literatura Latinoamericana. Es profesor asociado de la Universidad de Concepción, donde enseña periodismo de investigación, y además se ha desempeñado en distintos medios de prensa. Actualmente es editor de la Unidad de Investigación de El Mostrador. Es autor de más de 20 libros, tanto de ficción como no ficción, entre ellos La secta perfecta, Fantasmas de la CIA y Chilenazi.
Jurado premio universitario
CHRISTIAN MOLINARIes periodista y científico político. Programming officer en el Columbia Global Center Santiago. Experto en comunicaciones, reportero de negocios, editor científico y periodístico, traductor e intérprete.
XIMENA ORCHARD es periodista de la Universidad Católica de Chile. Posee un MA en Comunicación Política y un PhD en Estudios de Periodismo de la Universidad de Sheffield. Actualmente es investigadora asociada y profesora de la Universidad de Santiago de Chile, donde dirige el Centro de Estudios de la Comunicación Pública. Fue profesora y directora del Departamento de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado.
FRESIA SOLTOF es periodista de la Universidad Andrés Bello y diplomada en Docencia Universitaria UDP. Profesora de yoga integral, disciplina que practica e imparte en distintos niveles. Ha trabajado en medios de comunicación desde 1998, fundamentalmente en radio y televisión, además de desempeñarse como docente universitaria hace más de 20 años en distintas escuelas de periodismo de Santiago. En la actualidad está a cargo de dos noticieros en CNN Chile en sus distintas plataformas.
AMANDA MARTON es periodista brasileña-chilena y magíster en Ciencias Políticas. Ha sido becaria de la Fundación Gabo y del Laboratorio Cronos de No Ficción. Ha sido reconocida con diversos galardones como el Premio Periodismo, Memoria y DD.HH. y el Premio Suramericano de Periodismo sobre Migración, entre otros. En 2024 publicó el libro No quería parecerme a ti, una investigación personal y periodística sobre la esquizofrenia. Ha sido jefa de redacción de Anfibia Chile y actualmente es docente de la USACH.
ANTONELLA ESTÉVEZconocida periodista y académica, conductora y editora de programas en Radio Universidad de Chile como “Radiópolis”, “Semáforo” y “Cuestión de gustos”. Es editora general de CineChile.cl y docente en la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile. Cuenta con un magíster en Arte y ha cursado el doctorado en Estudios de Género en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado varios libros sobre cine chileno, feminismo y cultura pop, incluyendo Luz, Cámara, Transición, Una gramática de la melancolía cinematográfica y su reciente obra Cuestión de gustos. Actualmente trabaja en su sexto libro.
TRABAJOS PREMIADOS
PREMIO PERIODISMO DE EXCELENCIA ESCRITO Y PREMIO CATEGORÍA INVESTIGACIÓN
SERIE “PEDÓFILOS OCULTOS EN CHILLÁN”
Sandra Martínez Tapia, Felipe Díaz Montero y Nicolás Parra Tapia13 de diciembreBioBío Chile
Un trabajo impecable de investigación y escritura que deja al descubierto el infierno vivido por una víctima de abuso físico, psicológico e institucional. Lo vivido por la víctima principal de esta historia nos recuerda a las aberraciones de líderes religiosos que convencen a sus presas de que ellas son culpables de los horrores que sufren, y también al reciente caso del francés Dominique Pelicot, que sometió a su esposa a violaciones de otros. Con un agregado que lo hace más grave: las acciones incomprensibles de la Fiscalía.
Casi todas las investigaciones de este y anteriores libros de El mejor periodismo chileno están basadas en (y utilizan información recogida por) el ente persecutor. Aquí no. Se pone en tela de juicio ciertas decisiones de los fiscales. Hay que tener mucha valentía, ser un tremendo periodista y estar muy seguro de la investigación propia para cuestionar la investigación oficial.
En su decisión de concederle el premio al mejor trabajo escrito del año, el jurado determinó que “esta pieza tiene un alto impacto debido a la gravedad del tema tratado: el abuso sexual infantil, un caso de corrupción y manipulación por parte de un individuo que tenía una posición de respeto en la sociedad. La investigación logra exponer la red de abusos de forma clara y detallada, manteniendo la objetividad y documentando adecuadamente las pruebas. Cumple con los parámetros de objetividad, interés, documentación, diversidad de enfoques y amplitud. La investigación proporciona información que podría tener repercusiones tanto en la percepción pública de la justicia como en eventuales cambios legislativos y judiciales futuros”.
Asimismo, el jurado decidió premiar el trabajo de Biobío Chile porque, “en forma casi detectivesca, no solo reconstruyeron los delitos cometidos por el pedófilo denominado ‘Miguel’, sino que además expusieron la impunidad en la cual el Estado –por medio de la Fiscalía– había dejado a su cómplice directo, Daniel Fuentes Yáñez, obligando al Ministerio Público a accionar en su contra. En ese sentido, es un trabajo que no se anda con medias tintas, sino que asume desde el inicio un punto de vista, desnudando los errores de la investigación y la complacencia de los funcionarios públicos implicados en ella, especialmente de parte del asistente de fiscal que estuvo a cargo de la pesquisa. También es destacable la calidad estética del trabajo, que está muy bien escrito y que utiliza una serie de recursos literarios que le dan un toque novelesco a la historia”.
PARTE 1
Pedófilos ocultos en Chillán: cómo teólogo creó red de depredadores para violar y grabar a hijastra
Aberrante, escandaloso y repugnante. Esos son algunos adjetivos que se escuchan en medio del juicio contra los responsables de uno de los peores casos de violencia sexual contra menores del último tiempo en Chile. Fiscalía adjuntó 16 mil fotografías y 130 videos de pornografía infantil, detuvo a 14 implicados, y aun así se quedó corta. El principal imputado, un teólogo que proyectaba una vida de bondad, fue quien sometió a su hijastra para que fuera violada por más de una década por diferentes hombres desconocidos. Él mismo se encargó de maquinar una red de explotación. Pero no era el único. El segundo a cargo, que también reclutaba a pedófilos, sigue libre.
Pese a que quisimos dar los nombres de todos los imputados, el tribunal lo prohibió. Las identidades fueron modificadas u omitidas, salvo “Daniel”.
Miguel tiene 64 años. Los últimos dos los pasó en prisión preventiva. Para quienes lo conocieron antes de ser capturado por la policía, dirán que es un hombre muy recto, persuasivo y bondadoso. En este mundo de apariencias, él era un modelo a seguir. Teólogo adventista, casado, con tres hijos profesionales, impartía clases en colegios y en la cárcel. La gente de Chillán, una ciudad que apenas sobrepasa los 200 mil habitantes, lo reconocía, y para peor, lo querían.
Pocos sabían que detrás de esa careta de ciudadano ejemplar se encontraba un parafílico. Un adicto a las prácticas sexuales más retorcidas. Un depredador sexual. Mucho menos que detrás de esas arrugas y ese pelo blanco estaba el cerebro de una de las peores redes de violación que ha conocido Chile. Su mente, que le alcanzó para dos licenciaturas, magísteres y un doctorado a medias, la utilizó para “programar” a su hijastra desde los ocho años. Con eso pudo violarla por más de una década sin utilizar la fuerza, solo la manipulación. Más tarde, se demostraría que ella jamás pudo oponerse.
La vida de Miguel es solo comparable al líder de una secta: proclamaba una vida lácteo vegetariana, el alcohol le era impuro y sus reflexiones estaban plagadas de versículos bíblicos. Precisamente, esa fachada le sirvió para reclutar a decenas de hombres que también sometieron sexualmente a su hijastra de la misma forma que él lo hacía. O incluso peor.
Después de tener una causa dormida por dos años, Fiscalía logró identificar a 13 de los pedófilos que figuran en los 130 videos y más de 16 mil fotografías que, por casualidad, cayeron en manos de la policía. Ocho de ellos pactaron con el organismo persecutor procesos abreviados que les permitieron cumplir penas en libertad. Mismo destino que corrió la madre de la víctima, quien –pese a consentir las violaciones– zafó de la cárcel, al ser procesada solo como cómplice. Miguel y otros cuatro implicados fueron llevados a juicio.
Toda esa red no es ni la mitad de quienes participaron en los abusos: el Ministerio Público dejó fuera a una pieza clave del entramado, un tal “Daniel”. Sindicado como el brazo derecho de Miguel –y catalogado por la propia víctima como un “pedófilo” y el “peor de todos”–, nunca fue investigado ni mucho menos capturado. Según la Fiscalía, no pudieron llegar a él y ni siquiera dieron con su identidad. Esto, a pesar de que otros imputados entregaron sus datos personales y accedieron incluso servir de guía hasta su casa. Hoy alterna su vida como funcionario de la salud, de manera normal, entre Concepción y Chillán.
La detención
Camila dice que el 13 de septiembre de 2022 fue el día peak. Camila no es Camila. Ella misma pidió que no dijéramos su nombre ni expusiéramos su rostro. El tribunal también lo prohibió. Las razones, ante todo éticas, son obvias: es la víctima.
Es un martes de noviembre, tuvo un día pesado en la universidad y aun así accedió a conversar. Está hambrienta después de varios certámenes que dio y aún le quedan algunos pendientes. No pierde el tiempo mirando la carta digital: ordena un jugo de frambuesa y un pie de limón. Son las 18:49 en la Fuente Alemana de Chillán.
–Uffff, ese día. Por eso le digo el día peak. Para mí, fue el día que cambió mi vida –dice Camila. Su voz es tan delicada que a veces se pierde entre el bullicio del local que está a rebosar. Incluso ahora, con 21 años, fácilmente podría confundirse con una menor de edad.
Ese miércoles, recuerda, se levantó temprano. Tenía unas actividades en la universidad y necesitaba aprovechar el día. Miguel también estaba despierto porque iba a entregar su notebook a un informático para que le arreglara un programa que le había instalado. La única que dormía era Tatiana, la madre de Camila.
Miguel cruzó la puerta de la casa con el notebook y se subió al auto. Camila comía unos cereales con leche cuando notó que su padrastro no se movía. Pensó que había olvidado algo.
–Entonces abro un poquito la puerta para ver y observo a la PDI. En ese momento quedé en shock –recapitula.
Lo siguiente fue un caos. Los policías entraron a la casa, despertaron a la madre y le explicaron que tanto ella como Miguel estaban detenidos. Camila, por su parte, tendría que acompañarlos al cuartel para declarar. La dejaron cambiarse el pijama y la sentaron en el sillón mientras incautaban todos los notebooks y celulares, incluido el de ella. Le hicieron firmar un consentimiento de que pasó voluntariamente los aparatos.
Se la llevaron al cuartel sin poder avisarle a nadie. Días después se enteró que sus amigas pusieron una denuncia en Carabineros porque pensaron que estaba desaparecida. Sentada frente a los policías, ese mismo 13 de septiembre, pensó que la mejor idea era culparse.
–Miguel me dijo que tenía que echarme la culpa. Entonces dije cosas para defenderlo, para que no le pase nada. Yo me tengo que estar siempre echando la culpa.
Un programa bíblico
En ese entonces ella no lo sabía, pero el mismo informático ya había delatado a Miguel a la PDI. Lo hizo el 30 de agosto de 2022, dos semanas antes de que cayera detenido. Miguel se había presentado ante el técnico y le habló de su vida, de sus estudios en teología y le explicó, después de muchas vueltas, que necesitaba instalar un programa específico de la Biblia en su notebook. Según él, nadie había podido hacerlo y las recomendaciones del mundo cibernético lo llevaron hasta su escritorio.
El proceso de instalación no era simple. El problema principal era el sistema operativo. Miguel tenía Windows 11 y el programa requería la versión anterior. La única solución era formatear.
Miguel fue claro: no borres nada, respalda todo. Sin saberlo, esas instrucciones provocaron su propia condena.
El informático esperó que su familia se durmiera para seguir trabajando. Estaba en la mesa de su comedor: un disco duro y el notebook eran sus herramientas. Traspasó todas las aplicaciones y prosiguió con los archivos. Estaba en eso cuando vio que el Facebook de Miguel estaba abierto y no dejaban de llegarle notificaciones de mensajes. Le sorprendió que la foto no era de él, sino de una niña bajo el nombre de “Rosemary”. Más tarde, sabría que esa niña era Camila.
Quedó extrañado, pero prefirió terminar el trabajo. A medida que se traspasaban los archivos fueron apareciendo carpetas, con nombres explícitos, que le revolvieron el estómago. Las abrió y se encontró con las miles de imágenes de pornografía infantil. Nunca había visto a la víctima antes, pero supo inmediatamente que era menor de edad. En algunas fotos aparecía con el uniforme escolar.
Esa noche no durmió. Ni siquiera podía verbalizar lo que estaba sintiendo. Al día siguiente citó a Miguel para devolverle su notebook con la Biblia instalada. Sentía náuseas. No podía ni mirarlo a los ojos. Miguel, por su parte, le agradeció una y otra vez. Antes de irse, lo abrazó y le volvió a dar las gracias. Él quedó petrificado en medio de la calle.
Una semana después, el programa se le echó a perder. Por eso, la mañana del 13 de septiembre debían verse otra vez. Miguel no llegó a la cita: estaba detenido.
Un experto manipulador
Camila cuenta que a Miguel lo conoció cuando ella tenía siete años y le hacía clases particulares.
Llegó por una recomendación de la señora que ayudaba en las labores de su hogar. Camila admite que le costaba un poco más y el reforzamiento le venía bien. Además, su padre biológico, que hasta entonces vivía con ella y su madre, era muy exigente. Tanto que podía ir al colegio a pedir que le repitieran la prueba si le iba mal. Eso afectó también su autoestima:
–Empecé a sentir, inconscientemente, que no valía. Al final, todo lo que hacía no servía, como que para mi papá nunca fue un orgullo el tema de las notas.
Con esos sentimientos presentes apareció Miguel, de lunes a domingo. Él, cuando declaró en el juicio, corroboró que las clases eran todos los días porque “Camila no retenía”. Se sentaban en el comedor solos y sus padres se encerraban en la pieza para no desconcentrarlos. Camila dice que esos recuerdos los había borrado, pero volvieron recientemente.
–Él me mostraba material pornográfico. Me tocaba (…). Cosas así.
Esos fueron los primeros abusos, entre los siete y ocho años. Camila nunca se lo contó a nadie.
–Me quedaba callada. Me sentía como temerosa, con miedo. Si hablaba, sentía que nadie me iba a creer. Y al final, yo estúpidamente creía que me tenía que sacrificar. No sé por qué pensaba eso, era chica, y él también me decía que nadie me iba a creer y que yo supuestamente lo incitaba a eso. Yo no hice nada. Estaba sentada.
Las clases continuaron incluso cuando sus padres se separaron y Miguel inició una relación con su madre. Camila decidió irse con ella porque consideraba que su padre biológico era muy estricto. Al principio, vivieron solas en un departamento y Miguel se convirtió en la figura paterna que iba de visita. Así lo sentía Camila, aunque cada uno de esos recuerdos está empañado.
–Mi mamá no se daba cuenta porque estaba en la cocina y yo estaba en la pieza con él. Y estábamos jugando, no sé, él me hacía cosquillas, cosas así. Y cuando me empezaba a hacer cosquillas además me tocaba.
Ella dice que era una manipulación psicológica y emocional. Que Miguel siempre estaba presente cuando se sentía agobiada y menoscabada por sus notas. Era él quien le daba consejos y “charlas motivacionales” para mejorar su autoestima. Lo prefería antes que a su propia madre. En el juicio, frente a fiscales, jueces y abogados, Miguel simuló una de esas conversaciones:
–Siempre le señalé a Camila que a todos nos tocan a veces momentos de intensa desilusión y profundo desaliento, días en que nos embargan la tristeza. A veces, es difícil creer que Dios sigue siendo el bondadoso benefactor de sus hijos terrenales. Dicen que las dificultades acosan el alma, que la muerte a veces parece preferible a la vida. Entonces le decía a Camila que es ahí cuando muchos pierden la confianza en Dios y caen a veces en la esclavitud de la duda y la servidumbre de la incredulidad.
Camila suelta una carcajada después de escuchar aquello. Y es que las palabras que resonaron en la primera sala del Centro de Justicia de Chillán no eran de Miguel. Lo sacó textual del libro Conflicto y valor de Ellen G. White, autora que llevó a la creación de la iglesia Adventista del Séptimo Día.
Miguel tenía el talento de la manipulación, es indudable. Basta con escuchar su voz templada, pausada y con un timbre absorbente, para darse cuenta de que cada palabra que dirá al interior del tribunal fue meditada. Viste bototos cafés, jeans y un polar blanco que combina con el chaleco amarillo que dice “imputado” en su espalda, utiliza una postura acorde a sus intenciones: convencer que él jamás cometió ningún delito, solo errores, por tener una “mente tan liberal”.
Él siempre fue así. Hasta estudió tres años de Psicología, un diplomado en Intervención Educativa y un truncado doctorado en Psicología. Sus diplomas colgados en su pared no eran su único orgullo, su persuasión era su mayor logro. Él lo sabía. Esa elocuencia lo llevó a convencer a Camila que iniciar con “masajes” a su corta edad, era lo mejor que le podría pasar.
El “hechizamiento”
Tatiana, la madre de Camila, siempre estuvo enferma. Ella fue la primera en partir con los “masajes”, pero no con cualquiera, con los tailandeses o thai. Esta práctica, que se supone que es de estiramiento y compresiones, tenía un componente adicional en la vida de Tatiana: incluía relaciones sexuales. Al principio era solo Miguel quien se los hacía. Más tarde, incluyó a otros hombres.
Camila siempre supo que su madre tenía estos masajes. Él mismo le sinceró que también incluían sexo y la involucró a ella en las mismas prácticas pese a que no superaba los diez años.
–Por ejemplo, me hacía comparar cómo se fue y cómo llegaba mi mamá (a la casa). Yo cuando la veía llegar la veía tranquila, la veía así como más pausada, la veía más feliz. Yo en un momento la miraba y veía los beneficios de lo que me decía él. Y después, poco a poco, me empezó a hablar de los masajes y que yo podía empezar.
Los primeros “masajes” fueron a sus nueve años. Quizás menos. Camila ya no lo recuerda tan bien y es mejor que así sea. Sí sabe algo: todos incluyeron abusos sexuales. Miguel le llamaba “estimulaciones”. Esos duraron menos de un año. Los siguientes se convirtieron, derechamente, en violaciones.
Para someter a Camila, Miguel no utilizó la fuerza. Más bien ideó un mecanismo de “programación” para hacerle creer que sus propias parafilias eran parte de una sexualidad sana y normal. Además de los abusos y la exposición a pornografía desde temprana edad, él la convenció que estas prácticas le ayudarían a adelgazar y disminuir sus dolores de cabeza. Camila tenía diez años.
Ella, desde esa edad, creyó que todo era real porque consideraba que se lo decía alguien con muchos estudios y diplomas colgados. Alguien a quien admiraba e idolatraba.
–Yo no quería perder mi virginidad. Pero al final lo hice para complacerlo a él. Él me decía: “¡Hazlo!”. Y para no defraudarlo, para después no ver su cara manipuladora o que me dijera: “Oh, mira Camila, estás gordita. Oh, mira, un rollito. Camila, subiste de peso…”.
–¿Tu mamá sabía?
–No, mi mamá siempre creyó inocentemente que eran solamente masajes, porque tampoco ella nunca estuvo presente, porque siempre él intentó que los masajes fueran cuando ella estaba ocupada o en el trabajo.
Camila defiende a lo largo de toda la conversación que su mamá se enteró de las violaciones cuando tenía 15 años. Según ella, su madre nunca pensó que la abusaban desde tan pequeña. Pero tampoco hizo nada para impedirlo.
De hecho, cuando fue detenida, no lo negó. En su declaración policial, fechada el 13 de septiembre de 2022, horas después de caer junto a Miguel, Tatiana aseguró que “presumía” que a Camila “le podían realizar el mismo tipo de masajes, finalizándolos con sexo”.
Una manada de violadores
Los ultrajes no se detuvieron hasta que cumplió 19 años. A lo largo de ese periodo, Miguel, no satisfecho con cometer él mismo las perversiones, invitó a otros hombres para que hicieran lo mismo. Camila seguía teniendo diez años cuando desconocidos comenzaron a violarla. La excusa de Miguel, que hasta suena burda, fue que supuestamente tenía un problema en su mano y se agotaba mucho, por lo que otros sujetos tendrían que ejecutar los “masajes”.
Los primeros en sumarse se relacionaban cotidianamente con Miguel. Uno fue su alumno cuando hacía clases en un liceo. Otro era el auxiliar del mismo recinto. También aparece un colectivero y un vendedor de leña. Cuando se le agotó su parrilla de pedófilos comenzó a contactar a sujetos mediante perfiles falsos de Facebook. Usaba la foto de Camila, pero con nombres cambiados.
Esa práctica de robarse identidades para crear perfiles falsos era recurrente. Su entonces nuera descubrió que Miguel también usaba las fotos de su hija menor cuando iba en segundo básico.
Incluso a la fecha, todavía mantiene una cuenta con su nombre y la imagen de su pequeña nieta.
Cuando la hija biológica de Miguel declaró en el juicio, confesó que de niña supo que su padre almacenaba pornografía en su computador. Ella se encontraba con el material descargado cuando lo usaba para ver películas o hacer tareas. Lo más difícil fue contar que su papá llevaba una cámara y grababa por debajo de la falda a colegialas en los buses. Ella misma lo vio todas las veces porque lo hacía después de recogerla del colegio.
–Nunca quise preguntar, pero sí sabía que era algo malo. Era muy chica para entenderlo –reconoció entre lágrimas.
También contó que hubo un tiempo donde dormían juntos. Una mañana despertó y Miguel la estaba tocando. Ella lo atribuyó a que estaba durmiendo. Pero hubo más. Siempre hay más:
–Una de las cosas que me llamó la atención fue cuando yo estaba un poco más grande y un poco más desarrollada físicamente, y encontré una carpeta en su computador, donde era una carpeta exclusivamente con fotos mías que no había hecho yo.
La hoy exnuera, que encontró toda la evidencia y fue la primera en denunciar el caso en noviembre de 2020, lo corrobora:
–Las fotos estaban tomadas por debajo de la mesa o por arriba de la cortina del baño –dice a BBCL Investiga.
La denunciante cuenta que en esa oportunidad los policías anotaron su acusación y le dijeron que la llamarían en una semana. Nunca lo hicieron. Para todos, lo que ella contó no era más que una película de ficción sacada de un buen guionista. La fiscal Claudia Zárate, quien quedó a cargo en un principio del caso, jamás le creyó, asegura. Ni ella ni nadie.
–Me dijo que la investigación era de índole privada, pero que no había ningún indicio que fuese cierto. Que cada cierto tiempo se inventaban relatos así por despecho. Y, en este caso, yo era muy cercana al demandado –afirma.
No fue hasta casi dos años después que la investigación se reactivó tras la denuncia del informático. Recién ahí la Fiscalía ató los cabos y concretó las detenciones de Miguel y Tatiana.
“Daniel”
Miguel no era el único que buscaba a los hombres. Al menos dos condenados mencionan a un tal “Daniel” como quien se encargó de reclutarlos para las violaciones. Según consta en sus declaraciones policiales, el “desconocido” los contactó a través de plataformas web que, precisamente, son utilizadas para conocer gente y concertar citas.
Camila también lo sindica como el brazo derecho de Miguel. En el juicio, lo describió como “un pedófilo” y “el peor de todos”.
–Le gustaba mirar, estar con los hombres también. Y le gustaba también verme, todo.
Y aunque uno de los condenados incluso se ofreció para guiar a la policía hasta la casa de Daniel, lugar donde ocurrieron algunas de las violaciones, la Fiscalía nunca lo investigó ni mucho menos lo capturó.
–Las personas que fueron invitadas nunca la violaron. Jamás yo traje personas para que Camila fuese sometida a ese tipo de masajes. Yo nunca la violenté, nunca abusé de ella. Por ese motivo encuentro que es impropio que se esté acusando a los imputados de violación o a mí de violación reiterada, porque eso jamás en la realidad se dio –se defendió Miguel en el juicio, pese a la abundante evidencia en su contra que lo tiene al borde de pasar el resto de su vida en la cárcel.
Destruir evidencia
En los 130 videos y más de 16 mil fotos que sirvieron de prueba en el juicio, la Fiscalía identificó, además de Miguel, a 12 de los violadores. Otros tres, incluido uno al que se le ve directamente el rostro, nunca pudieron ser ubicados.
Las primeras diligencias que ordenó el organismo persecutor, a raíz de la denuncia de la exnuera, no contemplaron la declaración de Camila. Esa entrevista tardó 520 días en materializarse. Esto, pese a que desde un principio la familiar la identificó, con nombre y apellido, como la víctima. O sea, recién el 22 de abril de 2022 le consultaron a Camila si era cierto lo que se acusaba. Ella negó todo. Dijo que era un invento de la denunciante.
–¿Esa primera declaración que diste fue falsa?
–Fue mentira –Camila responde en seco–. La segunda también es mentira. Dije puras mentiras. Dije que todo era mi culpa. Y la tercera declaración es la única verdadera que di.
Camila admite que esa “diligencia” solo sirvió para destruir evidencia que podría haber inculpado a otros violadores que nunca serán identificados.
–Después de ese día empezamos a ponernos muy nerviosos, sobre todo Miguel –revela–. Yo igual me sentía nerviosa y él empezó a borrar material de cuando yo era más chica.
–¿Eso tú lo viste?
–Sí, lo vi. Y me dijo: “Camila, tranquila, porque borré las fotos”.
Es imposible calcular cuántos involucrados fueron parte de este entramado. Camila lamenta que se pueda definir así:
–En periodo de estudios eran como cada una semana o dos semanas. En las vacaciones, de repente, eran como dos veces a la semana.
La mayor investigación
En el juicio, la Fiscalía argumentó la tesis de que Camila estaba impedida para oponerse a las violaciones. Explicaron que no fue por fuerza ni amenaza, sino porque Miguel la “programó mentalmente”.
–Camila fue sometida a una sexualización traumática desde muy temprana edad, siendo sometida a agresiones sexuales reiteradas de todo tipo, de manera persistente y progresiva, desde los ocho hasta los 17 años por parte de Miguel. Este proceso abusivo alteró su capacidad para discernir entre relaciones saludables y actos abusivos –concluyó el Ministerio Público en el juicio.
Prácticamente toda la investigación estuvo a cargo de un abogado asistente de la Fiscalía Local de Chillán, Richard Urra Blanco, quien fungió como fiscal subrogante.
–Nosotros logramos establecer durante la investigación que quien ejerció el secreto en la víctima, quien ejerció este síndrome del hechizo y esta programación fue el acusado principal –explica Urra en diálogo con BBCL Investiga.
Pese a que ellos mismos lo catalogan como una de las causas más grandes en la historia de la Fiscalía de Chillán, el fiscal (s) reconoce que hubo falta de recursos y que muchas cosas se pudieron hacer mejor.
–Yo entiendo que no fue una mala investigación, se hicieron muchas diligencias con el equipo. Con pocos recursos, con poco personal, se hizo un análisis súper dedicado de toda la información.
Por ejemplo, el persecutor no ordenó periciar los celulares incautados a 12 de los imputados que pudieron haber arrojado pistas de otros violadores, además del tal “Daniel”. Los aparatos, hasta la fecha, siguen llenándose de polvo y cualquier información relevante quedó, junto con los dispositivos, en alguna bodega de Fiscalía.
–Se podría haber revisado todo, pero evidentemente no íbamos a alcanzar con el tiempo que nos quedaba –dice Urra.
–¿Está la posibilidad de que existan violadores sueltos?
–No solo él (Daniel), existen muchos otros imputados que no han sido identificados, entonces de que existe la posibilidad, claramente existe.
Perdonar y seguir
Después que se llevaron detenida a Tatiana y a Miguel, Camila volvió con su padre biológico. Lo más difícil fue hacerse cargo de su madre que estaba presa y enferma. No tenía los recursos para hacerlo e ir a verla allá, al único centro penitenciario ubicado frente a la plaza de la ciudad, le generaba malestar. Fueron días horribles.
–Yo sé que querían castigar a mi mamá, pero me castigaban a mí –confiesa.
Miguel tampoco la dejó tranquila. Le escribió cartas desde la prisión que parecían libros. La única que alcanzó a leer, que fue la primera, tenía 50 páginas. Las otras más de 100. Las misivas arrancaban como el hombre bondadoso que proyectaba ser. Le escribía que era el amor de su vida o le preguntaba por la universidad. En el desarrollo mostraba su verdadera faceta. Por eso, solo leyó la primera carta y las otras se las entregó a la Fiscalía.
–Era pura manipulación. Me hacía sentir mal. Me hacía sentir como cuando era chica y me costaba mucho. En la Media igual me costó un poco, porque de verdad era una cuestión que yo no podía sentirme bien si Miguel no estaba ahí conmigo. Entonces, al final, me enrostraba mis debilidades, que ahora me di cuenta que eran puras mentiras. Me di cuenta en la universidad que podía por mí misma.
Camila siguió con su vida. Sus amigas la ayudan y su padre biológico también. Le costó al principio, pero ahora dice que se llevan bien. Hay días y días para ella. Un día despierta y lo recuerda todo. En otros, sigue adelante de la mejor forma que puede. Con su madre restableció una relación. Dice que ya la perdonó por todo y eso es lo único que importa. Ella sabe por qué hizo todo.
–Mira, yo igual soy creyente en Dios, y creo que gracias a eso y a la terapia es que pude seguir adelante. Al final, decidí seguir y espero que mi caso pueda servir para ayudar a las demás mujeres que han sido abusadas. Ojalá que nadie de tal grado como a mí, pero puedo entenderlas un poco más. Al final, se trata todo de ayudar y seguir adelante y no darles en el gusto de yo estar mal. Es un proceso lento, no es algo rápido.
–¿En todo el proceso sentiste que te juzgaron más a ti que a Miguel?
–A mí era más. Me decían: “¡Cómo no te das cuenta!”, “¡Cómo no te diste cuenta!”. Me quitaron mi infancia. Me quitaron mi inocencia en esa parte (…). Me quitaron todo”.
De acuerdo con antecedentes recopilados por BBCL Investiga, el Ministerio Público, antes del juicio, ofreció procedimientos abreviados a la mamá de la víctima y otros ocho imputados. Para ello, calcularon penas inferiores a cinco años y un día, lo que les permitió cumplir su castigo bajo libertad vigilada intensiva. Tatiana, por los delitos consumados de violación reiterada y estupro, en calidad de cómplice. Y el resto, como autores de los delitos de estupro, abuso sexual y/o producción de material pornográfico infantil.
El juzgado no pudo oponerse a esos acuerdos.
Según explica el presidente del Tribunal de Juicio Oral en Lo Penal de Chillán, Juan Pablo Lagos, los jueces solo pueden objetar un procedimiento abreviado en tres escenarios distintos: en caso de que exista un querellante que solicite penas mayores respecto de los imputados, cuando el acusado no apruebe de manera libre las condiciones de la Fiscalía o si el Ministerio Público pide una sentencia por sobre lo que establece la ley.
Nada de eso ocurrió en esta causa.
Miguel y los otros cuatro que fueron a juicio, terminaron condenados. Este 14 de diciembre se zanjará la cantidad de tiempo que pasarán tras las rejas. Las penas solicitadas por el Ministerio Público van desde los ocho años hasta presidio perpetuo simple.
Desde la Iglesia Adventista aseguraron que actualmente Miguel, no figura “como miembro ni colaborador” de la institución.
PARTE 2
Pedófilos ocultos en Chillán: el “brazo derecho” del depredador sexual que la Fiscalía nunca indagó
“Pedófilo”; y “el peor de todos”; Con esas palabras la propia víctima define a Daniel, uno de los implicados en la red de violencia sexual más grande del último tiempo en Chile. Su rol, sin embargo, no es el de cualquier participante: se le sindica como brazo derecho y reclutador del entramado de hombres que, por más de una década, violaron a una menor de edad. Hoy, anda libre por las calles de Chillán y Concepción. Fiscalía, pese a que sabía de su existencia, prefirió no investigarlo. Mucho menos capturarlo. Daniel fue un fantasma y nadie sabía su paradero. Hasta ahora.
Pese a que quisimos dar los nombres de todos los imputados, el tribunal lo prohibió. Las identidades fueron modificadas u omitidas, salvo “Daniel”.
Daniel está nervioso. Acaba de cancelar la entrevista después de ser él mismo quien pactó una hora y un lugar. Dice que la llamada lo alteró. Que tuvo que contactar a un abogado y su recomendación fue que no hablara nada con nadie, menos con periodistas.
Daniel es Daniel Fuentes Yáñez. Tiene 61 años y alterna su vida entre Chillán y Concepción. A pesar de que lo niega, detrás de su rol público como técnico en enfermería, escondió una vida paralela: se le apunta como el brazo derecho de uno de los peores depredadores sexuales que ha conocido Chile.
Miguel, sindicado como su compañero de parafilias, está condenado por urdir una red de pederastas y pornografía infantil que tuvo como principal víctima a Camila, su hijastra (ver primera entrega). La indagatoria concluyó que “programó” a la menor para que él y decenas de hombres la sometieran sexualmente durante más de una década.
Y aunque Camila reconoce a Daniel como “el peor de todos”, e incluso otros imputados lo sitúan físicamente en las violaciones, la Fiscalía simplemente no lo indagó. Acusan que la falta de tiempo les impidió llegar hasta él, que recién se enteraron de ese nombre en el juicio oral, al final de la recta investigativa. Pero eso es falso.
El Ministerio Público también afirma que hizo diligencias para dar con su paradero, pero de aquello no hay registro alguno. Por eso, Daniel hoy camina libremente.
La cadena de errores hoy nadie la asume. Fiscalía está satisfecha con su trabajo. La Policía de Investigaciones recibió hasta un premio. Lo que faltó por hacer, quedó en una lista sobrante, en el tintero.
Daniel siempre fue una sombra en este caso para ellos. Hasta ahora.
Secretos de colegas
Son las 12:06 en el Cesfam Federico Puga de Chillán. Afuera el aire está caliente. Los 30° grados queman. Adentro, la situación también es álgida. Bastó decir el nombre de Daniel para percibir que todos en el edificio comenzaron a mirarse entre sí. Que todos saben algo y nadie quiere mover la boca. Hay un escudo: profesional, personal, ético. Quizás moral. El que sea, impide que alguno de sus compañeros hable.
Nadie se atreve a señalar siquiera que Daniel trabaja ahí. “Es una situación delicada”, responde una enfermera a modo de defensa. “Vaya a hablar con Dirección”, replica otra. Todos empiezan a cuchichear en el pasillo principal. En menos de diez minutos, todo el Cesfam sabe que lo buscan.
Daniel ese día no estaba ahí. Tampoco lo estuvo en los últimos tres meses. Sus compañeros le recomendaron que saliera con licencia psiquiátrica después que se muriera “Marito”, su pareja. Los más cercanos a él siguen en contacto y delatan que se fue a vivir a Concepción donde unos familiares. El resto no lo volvió a ver.
Entró a trabajar en el Federico Puga en 2009 como técnico en enfermería. Sus colegas, los que se atrevieron a decir algo, describen que es “degenerado” con los hombres y que era un secreto a voces que estaba metido en un grupo de WhatsApp donde se compartía pornografía con otras personas.
Carolina Riquelme, la directora del centro de salud, solo confirma dos cosas: que Daniel trabaja ahí y que está con licencia. Del resto, “no tiene información”. O prefiere no darla.
–Como dirección del establecimiento estamos en conocimiento de una publicación que hay, de un proceso judicial que se está realizando. Nosotros no tenemos mayor información del caso, no manejamos mayores datos –dispara–. Hoy día tomé conocimiento de esto que está pasando en las redes sociales. Si yo me entero a las 9:30 horas, no le puedo decir a usted a las 12:30 cuál es el trabajo que yo estoy realizando.
Es miércoles 11 de diciembre, el caso de Camila ya está en la última recta. Solo falta que lean las condenas y asegura que, como jefa directa de Daniel, no maneja información.
–¿Existe algún sumario contra él?
–Yo no puedo dar esa información.
Apenas Carolina dé por finalizada esta reunión, los convocará a todos y les prohibirá hablar con la prensa.
Las confesiones
Los primeros en mencionar a Daniel, aunque sin conocer su identidad completa, fueron dos de los condenados que Fiscalía logró identificar en los 130 videos y más de 16 mil imágenes que sirvieron de prueba en el proceso judicial. Lo hicieron de entrada. Pese a que no se conocían entre ellos y a que prestaron declaración de manera paralela en distintas salas del cuartel de la Brigada de Investigadora de Delitos Sexuales, reconocieron haber terminado participando de los hechos a través de él.
Ambos habían sido conducidos de madrugada junto a otros diez imputados hasta el edificio de Vega de Saldías 350 tras caer detenidos en un procedimiento que la PDI decidió bautizar como Operación Tailandia, misma que le valdría a la unidad policial chillaneja el Premio de Excelencia en la Investigación Criminal: máximo galardón que entrega el alto mando de la policía civil. El nombre, por supuesto, alude a los “masajes tailandeses” que ejercía Miguel contra su hijastra.
Germán, un kinesiólogo que fue condenado en procedimiento abreviado, fue el más prolífico a la hora de entregar información concreta respecto de Daniel: aseveró que él lo había reclutado a través de un sitio web que servía para concertar citas. Lo describió físicamente y hasta les ofreció a los policías que lo interrogaban servir de guía hasta su domicilio.
En su declaración del 15 de junio de 2023, Germán contó que, tras conversar brevemente por esa plataforma, intercambiaron teléfonos. Al poco andar, Daniel, sin escrúpulos, le lanzó una propuesta vía WhatsApp. Su foto de perfil era la de su perro chiguagua, mismo animal que el condenado reconocería más tarde en uno de los domicilios de su reclutador. Esa foto, es la que mantiene hasta la fecha.
“Me ofreció si quería estar con una mina mientras me miraban”, atestiguó el día de su detención.
Germán aceptó. De hecho, pactaron una primera reunión en la que también participó Miguel y Camila. La idea era conocerse. Había picoteo y jugos. Nada de alcohol ni drogas. Las reglas incluían respetar el culto a la “vida sana” que proclamaba Miguel, el líder del grupo.
Según relató Germán, todo dio paso a dos encuentros en los que Miguel lo grabó en actos de significación sexual con Camila cuando ella aún era menor de edad. De acuerdo a su versión, ambos episodios ocurrieron en dos domicilios diferentes de Daniel: uno en un barrio residencial de Chillán Viejo y otro en una parcela emplazada en la salida norte de la ciudad, específicamente en el sector Ninquihue. Ambos estaban adornados con diplomas de técnico en enfermería de los que dudó de su veracidad. Pero sí, Daniel se tituló en 2004 de la Santo Tomás.
El condenado también describió detalladamente los inmuebles y, consultado por los detectives que esa noche lo interrogaban respecto de las direcciones, Germán lanzó sin rodeos: “Sí, sé cómo llegar”.
Un pervertido al acecho
Mientras Germán describía a Daniel como un hombre de aproximadamente 1,65 metros de estatura, cabello café, con una calvicie incipiente, Carlos –otro de los detenidos, egresado de Derecho– contaba su versión en una sala contigua. Las coincidencias son evidentes: también fue reclutado por Daniel a través de internet. Se encontraron luego de que tipeara en Google “conoce gente Chillán”.
“Oye, parece que tienes los mismos gustos que yo”.
Con esas palabras Daniel entró a la vida de Carlos, al menos así lo contó él. Se presentó como técnico en enfermería de un Cesfam y sellaron tres reuniones. En la primera le habló de Miguel; en la segunda, este último llegó con Camila. En el tercero ocurrieron las violaciones.
Carlos atestiguó que Daniel, después de acompañarlo en micro hasta el domicilio emplazado en el límite oriente de Chillán, participó directamente de los ultrajes.
Camila lo confirma. En su tercera declaración ante la PDI, donde cuenta toda la verdad, detalló que Daniel “era amigo” de Miguel y que él “participaba de los videos”. Más tarde, en el juicio, la víctima volvió a mencionar a Daniel. Lo calificó como un “pedófilo”, el “peor de todos” y que buscaba hombres para que estuvieran con ella.
–Le gustaba mirar, estar con los hombres también. Y le gustaba verme (…). Era muy depravado, demasiado –reconoció.
Camila dice que fue Miguel quien le presentó a Daniel. No tiene mayores detalles, solo sabe que se conocían de jóvenes. Camila confirma que en casa de él ocurrieron varias de las violaciones, también en su parcela, la que tenía una piscina donde ella nadaba. Entre las fotos que tiene Fiscalía como prueba aparece Camila en esa piscina.
–A él le gustaba cocinar, entonces, por ejemplo, hacía un pollo, una pizza, compartíamos y después siempre teníamos la sesión. Y después masajes aparte.
–¿La sesión?
–El acto sexual.
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