El neobarroco en La bucanera de Alejandra Pizarnik - Haydée Leticia Boglio - E-Book

El neobarroco en La bucanera de Alejandra Pizarnik E-Book

Haydée Leticia Boglio

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Beschreibung

El texto propone un recorrido analítico sobre un aspecto destacado de La Bucanera de Alejandra Pizarnik. A partir de un estudio poco investigado, inscripto dentro de las propuestas del neobarroco sarduniano, planteamos una indagación sobre los límites y fronteras de la palabra, de la ruptura de la lógica de la causalidad, de los usos de la parodia y de otros efectos asociados a la carnavalización, en tanto operaciones discursivas que Pizarnik despliega a través de un discurso que se concretiza en un juego de estructuras múltiples. Así, no hay un hilo reconocible en el que se pueda leer una historia, sino sujetos diferentes y paradójicos que se pierden en un relato inconexo, de quiebre. Una voz poética emerge en los hiatos, en una densa furia erótica que queda atravesada por una herida vivificante; ¿no es esta voz la que habla sin cánones, la que emerge sin límites en un discurso que muta hacia el infinito, cuyo sentido es el juego urdido por el entrecruzamiento de diferentes estratos lingüísticos?. Palabra viva, lugar de encuentro de diferentes superficies textuales para conformar una imagen plástica que pone a los lectores de La Bucanera frente al desafío de transitar un discurso poético, en tanto espacio donde se liberan las vinculaciones entre palabras, que garantizan la armonía del "caos".

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Ilustración de tapa: Pablo Mossello.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Revisión de texto: Fabián G. Mossello.

Boglio, Haydée Leticia

El neobarroco en La bucanera de Alejandra Pizarnik : una estética de la multiplicidad / Haydée Leticia Boglio. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2021.

158 p. ; 21 x 14 cm.

ISBN 978-987-708-863-2

1. Ensayo Literario Argentino. 2. Análisis del Texto. 3. Análisis del Discurso. I. Título.

CDD A864

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2021. Boglio, Haydée Leticia

© 2021. Tinta Libre Ediciones

A Pedro

Gadda sabía que «conocer es insertar algo en lo real, y por lo tanto deformar lo real».

Italo Calvino

En la escritura múltiple, efectivamente, todo está por desenredar, pero nada por descifrar; puede seguirse la estructura, se la puede reseguir (como un punto de media que se corre) en todos sus nudos y todos sus niveles, pero no hay un fondo.

Roland Barthes

El neobarroco en La bucanera de Alejandra PizarnikUna estética de la multiplicidad

Leticia Boglio

Índice

Nota inicial Pág. 13

Capítulo I

Hacia una comprensión de la poética de Alejandra Pizarnik Pág. 17

Biografía intelectual Pág. 19

La travesía parisina Pág. 25

El regreso Pág. 29

Sobre la obra Pág. 32

Capítulo II

En la oscuridad abierta: la tradición Pág. 41

Capítulo III

Barroco y dialogicidad Pág. 47

El Barroco y su evolución histórica Pág. 48

El arte barroco americano: ideologías diferentes y opuestas Pág. 50

El barroco y el neobarroco: al estallar la significancia Pág. 54

Intertextualidad intratextualidad Pág. 59

Capítulo IV

Alejandra Pizarnik: interacción con figuras intelectuales y literarias Pág. 61

El efecto de la contradicción entre la piratería y el conocimiento Pág. 68

Filigrana Pág. 70

La “voluptad” Pág. 70

La Cartuja de Parma Pág. 73

La prímula del jardín Pág. 77

Hacia una constelación de la descolonización Pág. 80

Enunciador/a/lector/a Pág. 80

Pericles y el doctor Chú Pág. 82

Lectoto o lecteta Pág. 85

Una escritura que traspone los límites genéricos Pág. 85

Un arte de la contraconquista Pág. 88

Desacralizaciones Pág. 92

El texto bíblico: provocaciones y reescrituras Pág. 92

Los desnudos Pág. 99

La poesía y la vida Pág. 103

El espacio poético Pág. 113

Orfeo y “El perro de Niebla” Pág. 114

Alfeo y la inversión del mito Pág. 121

Asociación Literaria Reina Menstruy Pág. 130

Pizarnik y Mallarmé Pág. 132

La beca Guggenheim en clave poética Pág. 136

Una lectura en proceso Pág. 142

Bibliografía

Bibliografía primaria Pág. 149

Bibliografía crítica relacionada con Alejandra Pizarnik Pág. 150

Bibliografía sobre Barroco y neobarroco Pág. 152

Bibliografía teórico-metodológica Pág. 154

Otra Bibliografía consultada Pág. 154

Bibliografía complementaria Pág. 155

Nota inicial

Cuando nos detenemos en el campo literario, en la Argentina de mediados del siglo XX, nos encontramos con transformaciones importantes que se advierten desde principios de ese siglo, provocadas por la ruptura epistemológica debida a las reflexiones en torno al lenguaje como problema de la filosofía. La elección de Alejandra Pizarnik fue motivada por ser una poeta sensible a estas nuevas corrientes de pensamiento que provenían de Francia, como observaremos más adelante. Transitó por los caminos inseguros del lenguaje, de la subjetividad y de un momento histórico que le permitió arriesgarse a una escritura de nuevas rearticulaciones en relación con los vínculos tradicionales entre literatura y filosofía.

En el marco de este trabajo, nos interesa reflexionar acerca de las teorías inscriptas en distintos paradigmas sociológicos y filosóficos, puesto que los interrogantes sobre el sujeto y el lenguaje han sido de fundamental interés para comprender sus definiciones en el campo del arte y, en especial, en el texto objeto de estudio. Problematizar estas categorías nos lleva a ingresar a diferentes universos culturales para actualizarlos, en relación con las nuevas tendencias poéticas.

Ahora bien, nuestro empeño por identificar ciertas operaciones propias del neobarroco latinoamericano y del modo de su funcionamiento en la obra de Pizarnik, que constituye nuestro corpus, no son casuales, sino que forman parte de un decir oculto. Este enfoque despierta nuestro interés, motivado por el recorrido de la autora, precisamente por la producción que desarrolla entre los años 1964 y 1972, vale decir, desde su retorno a Buenos Aires hasta el momento de su muerte. Así mismo, nos planteamos indagar acerca del proceso de significancia que opta para la creación poética. Sin desestimar la presencia de alusiones surrealistas en los textos estudiados, consideramos que es posible reconocer en el texto la voz que reclama desde la legibilidad. Este es el problema central que nos interesa trabajar para explicar las elecciones estéticas de la autora en La bucanera… En este libro, ella opta por una prosa de exuberante torrente verbal, un texto paródico y humorístico, donde abundan las referencias intertextuales y en el cual, curiosamente, Pizarnik incorpora procedimientos específicos de una escritura que prioriza la renovación del lenguaje poético en función de un nuevo tono en el ambiente de la escritura de los años 60/70.

La bucanera... es un texto cuyo título pone en funcionamiento estrategias que a priori reconocemos en el neobarroco latinoamericano. Esto exige al lector una tarea de desciframiento como operaciones propias de esta concepción estética (el título, por ejemplo, está construido por elementos opuestos que hacen alusión al robo). Así, pondremos especial énfasis en el análisis de las imágenes poéticas y en la lógica de su construcción que es una lógica otra según la propuesta de Severo Sarduy (2011). Esta elección nos resultará redituable para explicar el modo de argumentación que privilegia el/la enunciador/a en el texto, en diálogo polémico con la tradición literaria argentina. Indagaremos sobre la especificidad de esta estética en la autora, atendiendo especialmente a la función de la oralidad vinculada al humor, por medio del cual se trasmite lo obsceno y lo procaz como lo prohibido, que deviene en un efecto de sentido sostenido en el ir y venir propio de la oralidad, de filiación en el neobarroco rioplatense.

La reflexión sobre el lenguaje poético desde la literatura ofrece, en abundancia, elementos destinados a fundamentar las nuevas tendencias, en consonancia con el paradigma epistemológico de mediados del siglo XX; esto es así puesto que la literatura es un ámbito donde se dice lo que la realidad censura. A su vez, la literatura enriquece la realidad. El lenguaje de La bucanera... abunda en elementos que hacen que el texto sea una fuente inagotable de posibilidades de significación o de producción de sentido.

Es de nuestro interés llevar adelante una indagación que proponga nuevas lecturas desde la recepción actual de una poeta comprometida con lo que acontecía en América Latina, respecto de nuevas corrientes filosóficas y estéticas. Una de ellas, que se desprende de La bucanera… es la visión americana de la multiplicidad. El sentimiento de ruptura se manifiesta en el desmoronamiento de lo instituido: la lengua, los géneros literarios y las instituciones. La propuesta estética de Pizarnik en esta obra trasciende los límites sexuales, con un aporte a la cultura y a la teoría de un nuevo sujeto literario, en la línea del neobarroco que hunde sus raíces en el barroco español y en la tradición francesa.

Teniendo en cuenta que nuestro interés es hacer una lectura actual de un texto poco indagado por la crítica literaria, solo nos limitaremos a señalar que esta forma de hacer prosa poética no es, por cierto, ajena a las transformaciones sociales y políticas. En este sentido, sostenemos la configuración de la enunciadora/poeta con un lenguaje de ruptura, una escritura de fronteras que refleja la insatisfacción y el desencanto por el orden instituido. En relación con ello, emerge un texto de sobreabundancia verbal, que incita a la liberación del espíritu y del cuerpo de la voz enunciadora, con un sostenido reclamo de ser reconocida desde una estética entusiasta que sacude todo orden.

El desarrollo del trabajo está organizado en cuatro capítulos relacionados entre sí: el primero está referido a la biografía intelectual de la escritora, deteniéndonos en los puntos nodales que se articulan a la hipótesis. El segundo capítulo alude a la obra e incluye toda la escritura de la poeta poniendo énfasis en la particularidad de un lenguaje llevado al límite de la disolución. El tercer capítulo precisa el marco teórico articulado con el texto-objeto de análisis, en diálogo con las nuevas tendencias promovidas por Severo Sarduy, José Lezama Lima, Julia Kristeva, Jean Luc Nancy y demás intelectuales interesados por el Barroco. El cuarto capítulo está dedicado al análisis textual; allí se puntualizan aspectos vinculados al descubrimiento de un sujeto multifacético de la enunciación con caracteres neobarrocos; consta de varios apartados cuyas temáticas aportan al fundamento de nuestra hipótesis de lectura.

Capítulo I

Hacia una comprensión de la poética de Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik es considerada una de las más importantes escritoras del siglo XX en lengua castellana. En relación con su obra, la crítica se ha dedicado con mayor interés a su poesía que a su prosa; en este aspecto, su producción ha sido abordada desde diversas perspectivas. Sin embargo, y según la reformulación que plantea Cristina Piña, en Límites, diálogos, confrontaciones: leer a Alejandra Pizarnik (2012), a partir de la publicación de la Prosa completa (2002), el interés se ha desplazado considerablemente hacia estos textos que presentan particularidades que los diferencian de sus versos.

En sus trabajos en prosa: La condesa sangrienta (1965), Los perturbados entre lilas y La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa (publicados estos últimos después de su muerte, en 1982) se ha insistido en destacar sus rasgos existencialistas y surrealistas. César Aira, por ejemplo, señala que “A.P. vivió y leyó y escribió en la estela del surrealismo” (Aira, 2004: 11). Sin embargo, al revisar la abundante bibliografía que estudia la escritura de Pizarnik, advertimos que hay un aspecto al cual los estudiosos no han prestado todavía suficiente atención, tal es el caso de algunas operaciones del neobarroco para la composición de estos textos, como han señalado las investigadoras Alejandra Minelli (2006), María Negroni (2003) y Delfina Muschietti (2006). Nos detendremos sobre este aspecto en el apartado siguiente.

Sin desestimar la presencia de la estética surrealista en los textos en prosa, creemos que es posible reconocer, como lo indican las autoras arriba citadas, rasgos del neobarroco, precisamente en La bucanera... Este es el problema central que nos interesa trabajar para dar explicación a las elecciones estéticas de la autora en este libro.

En la trayectoria estética de Pizarnik debemos detenernos en una instancia de inflexión en la cual se realiza un desplazamiento de la poesía a la prosa, que rompe de manera radical con el lenguaje cultivado en la poesía, limpio de alusiones sexuales. A partir de esa instancia, la poeta opta por una prosa de exuberante torrente verbal en un texto paródico y humorístico. En La bucanera... abundan estas referencias y, curiosamente, se incorporan procedimientos específicos de una escritura que prioriza la renovación del lenguaje poético en función de una nueva estética que surgía en el ambiente de la escritura de los años 60/70. Pizarnik, después de su permanencia en París, donde había estado en contacto con escritores e intelectuales (Julio Cortázar, Octavio Paz, Severo Sarduy, Italo Calvino, André P. de Mandiargues, entre otros), y la exhaustiva lectura que realizó de los parnasianos, surrealistas, “poetas malditos”, (el Conde de Lautréamont, por ejemplo), recogió esos frutos y los volcó en su escritura. Es de suma importancia para nuestro trabajo hacer referencia a la vinculación de nuestra autora con Severo Sarduy, quien teoriza sobre el neobarroco americano y, además, cultiva una literatura con rasgos específicos de la estética mencionada. La permanencia en París entre 1960 y 1964 la vincula con escritores, intelectuales y con estéticas que nos permiten dar cuenta del lenguaje neobarroco caracterizado por el exceso, la hipérbole, la desmesura, la apoteosis del artificio y la parodia.

En este capítulo señalaremos los aspectos que originan, tanto la reivindicación de la palabra poética de una voz que se levanta, deseosa de agradar, como un modo de resistencia al conflictivo espacio cultural de los años sesenta en la Argentina. Haremos un recorrido biográfico de Alejandra Pizarnik, con particular atención en los acontecimientos relacionados con su familia, su educación, sus amistades y los aspectos que la vinculan con escritores e intelectuales que enriquecieron su formación en el proceso de escritura. Nos detendremos especialmente en la década del sesenta y tomaremos aquellos rasgos más significativos que nos permitan leer la atmósfera en que vivió nuestra autora. Así mismo, trataremos los aspectos de la prosa donde su mirada impregna los textos con una trasgresión para delimitar los bordes del neobarroco.

Biografía intelectual

Alejandra es hija de Elías Pizarnik y de Rejzla Bromiker, inmigrantes judíos que llegaron a Buenos Aires en 1934 provenientes de Rovne (ciudad de Europa Oriental, que había sido alternativamente rusa y polaca), como consecuencia de la agitación política europea de la primera mitad del siglo XX. La familia de la autora fue parte del grupo social e ideológico de los judíos argentinos que produjeron un cambio respecto de la inmigración posterior a la fracasada revolución rusa de 1905 y los progroms.

Tal como afirma Cristina Piña, la atmósfera de la casa paterna de Pizarnik era la de un hogar de clase media burguesa apegado a las tradiciones judías de sus ascendientes, en un ambiente más cultivado que el de otros emigrados judíos de Europa Oriental. Recibió también el gusto y la preferencia por la música y las letras. Este aspecto de la formación de la autora arroja luz sobre el análisis de La bucanera... tal como lo desarrollaremos en el capítulo IV.

Sabemos que Pizarnik cursó sus primeros estudios en la escuela Nº 7 de Avellaneda y, además, concurrió al Zalman Reizien Schule, lo que le permitió acceder al conocimiento de la cultura judía en general. Aprendió a leer y a escribir en ídish y estudió historia y religión del pueblo judío. La educación proveniente de su ascendencia familiar y las relaciones con los sectores de la comunidad judía en Argentina se articulan con las maneras de inserción de la autora en el contexto de inmigración. Desde el punto de vista de su pertenencia familiar, queda situada en un aspecto fundamental de la construcción de su biografía intelectual, pues la familia de Pizarnik se inserta en un patrón inmigratorio que no responde al ideal del trabajo agrícola ni de la ortodoxia religiosa, sino al de una mayoría de artesanos, empleados de comercio e intelectuales. En la etapa que corresponde a su adolescencia, Alejandra lee a Jean-Paul Sartre y a otros existencialistas, quienes dejaron huellas tanto en su vida como en su escritura. A partir de entonces, comienza con los grandes interrogantes metafísicos, que no abandona hasta el final de su vida. Otras preferencias literarias fueron los románticos alemanes y su temática de lo nocturno y lo fantástico, “Esta preferencia temática merece verse en relación al juego del sentido y la combinatoria de las palabras” (Aira, 2004: 75); ello nos permite bucear en el texto escogido, tal como lo desarrollaremos en el análisis de La bucanera...

La preferencia de Pizarnik por los poetas “malditos”, retomando a Cristina Piña, nos permite situarla, desde el punto de vista de su formación, en la tradición de los autores como Gerard de Nerval, Charles Baudelaire, Jean Arthur Rimbaud, el conde de Lautréamont y Antonin Artaud, quienes concebían la poesía como un acto trascendente y absoluto, que implicaba una nueva ética ante la escritura.

César Aira se refiere a otra dimensión: la inversión. La relación de Alejandra Pizarnik con el surrealismo francés estuvo marcada por la experiencia de la articulación entre la escritura automática y “… la más estricta vigilancia sobre su trabajo” (2004: 58). Esta mirada enriquece la configuración intelectual y artística de Pizarnik en el ámbito de los intelectuales argentinos de la década del sesenta. Ya nos hemos referido a su rechazo a toda formación académica y, si insistimos en ello, es con el propósito de hacer justicia con la autora, al reconocerle su entrega a las lecturas y a la escritura como única razón de su vida. César Aira expresa que Alejandra Pizarnik escribió en la estela del surrealismo, o sea que las huellas de otros textos se perciben desde sus primeros poemas hasta la prosa de su última época. Nos referirnos a la apropiación de textos ajenos tales como los surrealistas franceses y otros poetas, entre ellos Valentine Penrose, Lewis Carroll, Marcel Proust, Silvina Ocampo y Antonio Porchia. En la creación literaria de Pizarnik se advierte que la reescritura no es una copia sino que, al reformularla por el mecanismo de la inversión, deviene en lo que Aira considera la originalidad de nuestra autora, fundada en el trabajo con el lenguaje. Esto nos ayuda a plantear la dificultad de rotularla en una estética definida. El secreto está en el trabajo sobre el lenguaje poético que hace Pizarnik mediante la apropiación de textos ajenos.

En cuanto a la inversión es pertinente acotar que supone una apropiación: “Para que haya inversión es preciso que haya algo que invertir (era lo que pasaba con la ‘documentación’, y en realidad seguimos hablando de lo mismo con distinto nombre); de esa necesidad viene la intertextualidad tan intensa de la poesía de A. P., desde sus primeros a sus últimos escritos. Fue de esa clase de escritores que vienen después de que todos los libros han sido escritos, y lo saben. Más que saberlo, lo viven. Eso suele dar resultados derivativos, agotados, déjà vus; en el caso de A. P., nadie podría negarle una vigorosa originalidad, casi un aire edénico, de descubrimiento, de primera poeta con la que empieza todo” (Aira, 2004: 79-80).

Pizarnik comienza y abandona pronto los estudios en la Facultad: “…primero Filosofía, que alterna con la Escuela de Periodismo, luego Letras y, paralelamente, sus clases en el taller de Juan Batlle Planas”, según afirma Cristina Piña (1991: 39). No obstante los aportes de los estudios inconclusos le permiten moverse entre estas vertientes del pensamiento, provenientes de la academia. Ellos le posibilitan ingresar al campo intelectual vigente en el momento y, además, alimentar sus apetencias literarias, a pesar de que la Facultad no puede darle una forma de leer que se adecue a su relación apasionada y no tradicional con la literatura. Además de los escritores anteriormente mencionados, debemos hacer referencia a los autores de filosofía de los que dan cuenta su biblioteca, que van desde Antonio García Morente a Sören Kierkegaard y desde Otto Friedrich Bollnow a Georg Wilhelm Hegel, Wilhelm Dilthey y Ernst Jünger, para referirnos a la atmósfera intelectual de mediados del siglo XX.

En la revista Point of Contact N° 1-2, Tamara Kamenszain señala que en los años sesenta, el giro copernicano que dio el estructuralismo plantea el interrogante acerca del sujeto de la enunciación cuando es el sentido el que se cuestiona. Prosigue sosteniendo que no es este el portador de una verdad única, incondicional, sino que se enfrenta con la inestabilidad y la falta de certeza que proviene de la creación artística. Kamenszain considera a Pizarnik entre los escritores que coincidían con estos planteos acerca de dicha concepción estética; en este sentido, nos interesa la proyección en el proceso de formación intelectual de nuestra escritora. De allí la connotación ambigua y polémica de las fuentes literarias a las que ella acudía para su producción.

Pese a su alejamiento de la academia, es la universidad la que le provee su vinculación con Juan Jacobo Bajarlía, profesor de la cátedra de Literatura Moderna de la escuela de Periodismo de Buenos Aires, quien colabora en la lectura de sus primeros poemas publicados en 1955 y, además, traduce los textos literarios de Paul Eluard, André Breton, Antonin Artaud y Henri Michaux, entre otros. La crítica la vinculó también con la línea de Friedrich Hölderlin y Novalis para culminar en Jean Arthur Rimbaud, respecto de la concepción del lenguaje poético como vía de salvación y superación de la contingencia en la creación artística. Concomitantemente, Cristina Piña vincula a la Pizarnik de los sesenta con autores de una poesía de corte metafísico como Roberto Juarroz y Elizabeth Azcona Cranwell.

Entre los años 1950 y 1962 circuló en la capital la revista Poesía Buenos Aires dirigida por Raúl Gustavo Aguirre y Jorge Enrique Mobili. La publicación ofrecía un ámbito donde se debatían las claves propias de una poesía eminentemente nacional que fuera también un medio para religar al público con los poetas y, al mismo tiempo, procurar una poesía universal. Rodolfo Alonso (2009: 79) se refiere a la posibilidad que le ofrecía Poesía Buenos Aires a escritores que iban a publicar y traducir por primera vez, como también a poetas de estéticas tan diferentes y menos vinculadas al grupo, como Leónidas Lamborghini, Francisco Madariaga o la misma Alejandra Pizarnik. Nuestra autora participa en la actividad de esta generación de poetas argentinos que abren nuevos caminos en la literatura de la segunda mitad del siglo XX.

Rubén Vela, con quien la poeta comparte el espacio literario y una fraterna amistad, es quien, destinado como diplomático a Bolivia, hace posible que la escritora sea conocida en el país andino. Vela formó parte del movimiento Poesía Buenos Aires, que compartió con escritores de marcada filiación con las vanguardias, con la cual nuestra autora sentía una gran afinidad.

A esta época pertenecen las reuniones con artistas e intelectuales en bares y librerías, lugares de charlas y tertulias, fuera de las instituciones ortodoxas en que la poeta proyectaba sus gustos, intereses y preferencias. Particularmente, formaba parte de los encuentros con los escritores del Grupo equis,con el que se contactó a partir de su amistad con Roberto Juarroz. Esta relación se remonta a 1956, a partir de una reseña que el escritor escribió en un diario tucumano1 sobre un artículo de Pizarnik y con quien mantuvo “un fructífero intercambio literario” que, según la biógrafa ya mencionada, influiría en ella. Señalamos que Juarroz estaba bastante empapado con la poesía europea contemporánea y apreciaba en Pizarnik su sensibilidad hacia la esencia de la poesía.

Por otra parte, Olga Orozco fue otra de las poetas que incidieron en los comienzos de la producción de Pizarnik. Las unió una amistad que duró toda la vida y también una sensibilidad compartida hacia el arte y la filosofía en general. En prolongadas charlas, ambas poetas ponían en juego reflexiones existenciales donde surgía el tema de la muerte. Con respecto a esto, señalamos que en Orozco existía una dimensión religiosa, mientras que Pizarnik se relacionaba conflictivamente con la muerte.

A partir de un cúmulo de tensiones, que van desde la sensibilidad hacia el arte y la literatura, y de su relación con poetas que tenían ya un camino de reconocimiento público como Orozco, Juarroz y otros, con quienes compartía la bohemia y la intelectualidad, se va proyectando su presencia en los ámbitos literarios porteños.

La travesía parisina