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El Nuevo Tenorio es una obra de teatro escrita conjuntamente con Rosendo Arús y es una continuación de la obra escrita por José Zorrilla, Don Juan Tenorio. Esta obra es una de las dos que escribió Bartrina y sigue la línea de Lo Matrimoni civil: es una obra costumbrista con alto contenido político, en clave de leyenda dramática. La trama se sitúa un año después, en un convento. Aunque todos dan por muerto a don Juan Tenorio, este sobrevivió al ataque de Centellas y se hace pasar por prior de Yuste. A pesar de recordar todas sus vivencias pasadas, ha sucumbido a la melancolía por culpa de la muerte de Inés. Pero su vida apartada y apacible dará un vuelco cuando se encuentre con su amada en el confesionario.
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Seitenzahl: 124
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Joaquim Bartrina
leyenda dramática en 7 actos, en prosa y verso,
ROSENDO ARÚS Y ARDERIU Estrenada en el teatro Ribas de Barcelona la noche del 3 de Novíembre de 1886
Saga
El nuevo Tenorio
Copyright © 1886, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726686999
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
ACEPTÓ la dedicatoria de este drama en su sesión verificada el día cuatro de Octubre de 1886, el Excmo.AyuntamientodelamuynobleyesforzadaciudaddeReus para honrar la imperecedera memoria del insigne y malogrado vate reusense, don Joaquin María Bartrina.
D.a INÉS (Sor dolores)
D. aPilar Clemente.
FÁTIMA
» Adela Clemente.
BRÍGIDA
» Luisa Maiques.
D.a ANA DEPANTOJA
» Adela Blanca.
TERESA
» Dolores Muntal.
D. JUAN TENORIO
D. Pedro Riutort.
D. GIL PANTOJA
» Juan Bertran.
CIUTTI
Abelardo Lastre.
DUQUE DE MÓDENA
» Modesto Santolaria.
PASCUAL
» Leandro Sinca.
MICHELETTO
» José Ferrandiz.
ANACLETO, (Arzobispo de Sevilla )
» Antonio Pamies.
PROVINCIAL GERÓNIMO
»Lorenzo Intentas.
FRAY ANTONIO
» Juan Dias.
CENTELLAS
» Miguel Riba.
AVELLANEDA
» Francisco Labastida.
CAPITÁN
» Tomás Carpincto.
CONTRAMAESTRE
» José Garcia.
D. LUIS DE ALARCON
» Mariano Curiases.
PEDRO MENDOZA
» Antonio Vico Atané.
MENSAJERO
UN FAMILIAR
NOBLES 1.o , 2.o y 3.°
HOMBRES 1.°, 2.° y 3.o
Frailes, monjas, nobles, soldados, marineros, esbirros, familiares, hombres y mujeres del pueblo.
Los autoros de esta leyenda, al rendir el más respetuoso y profundo homenaje de su admiración al primero de los ingenios españoles, al insigne y eminente poeta, honra de España y gloria de este siglo
DON JOSÉ ZORRILLA
autor del popular é inmortal drama DON JUAN TENORIO, en el que está inspirado y pretende ser su continuación la presente obra, le piden y suplican se digne disculparles semejante atrevimiento y tamaña profanación.
LA RESURECCION
Doña inés (Sor Dolores)
centellas
Brígida
avellaneda
Don juan
noble i. °
Don gil
— 2.o
Ciutti (Fra Angélico)
— 3.°
Pascual (Pedrote)
Nobles, damas, fráiles, monjas, curas, monaguillos, soldados, hombres y mujeres del pueblo
_________
La escena representa los claustros del Monasterio de Yuste. A la izquierda altar en primer término, en segundo un paso secreto, y en tercero una puerta de dos hojas; próximo al altar un sillón de baqueta. A la derecha, primer término, portal grande, en segundo y al fondo las columnas de los arcos.
_________
ciutti
(Saliendo de la derecha. Voces dentro)
Allá voy!... Corro!... Vá al punto!
(Corriendo de una parte á otra)
Jesús! Cuanta algarabía!
Dále...! ¡Voy!... ¡Santa María!
si dura quedo difunto!...
(Sentándose en el sillón)
Mal aconsejado anduve
cuando di el adios postrero
á mi vida de escudero
y entre frailes de andar hube.
Si siempre mi amo Tenorio
iba, en el cieno del vicio,
de un bullicio á otro bullicio,
de un jolgorio á otro jolgorio,
en cambio con él también
comía á gusto, bebía,
cobraba y me entretenía...
y me iba aquello muy bien.
Pero aquí, tino y prudencia,
grandes trabajos de zapa,
y mucho aguantar la capa
y mucho hacer penitencia.
Que un fraile á copia de fé
de un matrimonio en un día,
no hace á ella Vírgen María,
pero hace á él San José.
(Vuelven á llamar)
Otra vez! Bien sí!... Allá voy!...
Tendré que cumplir al fin.
Muchos días de tragín
vi!... Ninguno como hoy!
Y me van á atropellar...
pues señor no lo consiento;
me llaman?... Sí?... yo me siento
(Se sienta en el sillón, se oyen más redobladas las voces)
No me dejan sosegar!...
(Se levanta, se pasea inquieto y se cuadra ante el retablo del altar)
Escucha Vírgen María
la ferviente oración,
que os dirige el corazón
que os tiene mas simpatía.
(Se arrodilla)
Haced señora
por caridad,
que aquí me dejen
todos en paz;
que si lo logro
debido á vos,
os daré en cera
mi corazón!...
ciutti , don gil
D. Gil. (Sale embozado por la derecha primer término)
Un fraile rezando… Decid hermano.
CIUTTI. Vuelvo! (Contestando á las voces de dentro)
Ni rezar puede uno con tranquilidad!
(Levantándose)
D. GIL. Perdonad.
CIUTTI. (Advirtiéndo al embozado)
Eh?... cómo?... qué quereis?... qué se os ofrece... Pero observo que estais embozado; recordad que esta es la casa de Dios y semejantes libertades...
D. Gil. Suplicóos que me dispenseis. Es un voto, (Ap.) Andemos con tiento. (Alto) Sois de la orden?
CIUTTI. Soy lego todavía y me parece que por mucho tiempo. Injusticias señor, injusticias... El que no tiene buen árbol donde arrimarse, se cae de espaldas, ó se queda lego, que es lo mismo.
D. Gil. (Ap.) Probemos. (Alto) Tomad.
(Dándole unas monedas)
Ciutti. Dinero! Nunca digo que no, cuando me dan razones á que no sé resistir. Hablad cuanto gusteis; supongo que esta será vuestra íntención al... Preguntad.
D. Gil. Estabais ya en este convento la noche del trece de Marzo de 1551?...
Ciutti. Estraña casualidad! aquella misma noche entré... (Ap.) Uf... Que bruto he sido.
D. GIL. (Sorprendido y mirándole atentamente)
No... no puede ser...
Ciutti. (Ap.) Ya la solté... Y como me mira!
D. Gil. Entró alguien más... aquella misma noche?...
Ciutti. (Ap.) A que viene eso...? Digo, no trae poca cola... Lo sabrá?
D. Gil. Un hombre todavía jóven... hermoso... apenas curado de una mortal herida...
Ciutti. (Ap.) Cabal, cabal!... Pero este hombre es el mismo demonio. Ciutti no te precipites y obra con cautela y parsimonia (Alto) No sé nada... absolutamente nada sé... Dormiría yo en aquella hora, es decir cuando entró el todavía joven...
D. Gil. Pero le visteis al día siguiente?...
Ciutti. Tampoco... no señor tampoco!... Ah recuerdo ahora que yo... estaba enfermo de la vista... no distinguía casi nada...
D. Gil. Pues bien, hay un Yuste hoy un fraile cuyas facciones recuerden las de este retrato?
Ciutti. (Ap.) Misericordia, sumetrato! Lo sabe todo... (Alto) Es vuestro hijo este mancebo?
D. Gil. Mi hijo?... es un infame.
Ciutti. Vuestro hijo es un infame... y es su padre quien tal dice!
D. Gil. No, el infame... es este torpe seductor. No déis crédito á la fingida nobleza que se descubre en este semblante; bajó á las cabañas, subió á los palacios dejando en todas partes, la siniestra huella de su alevosa pisada.
Ciutti. Y como se llamaba ese... esa fiera feroz?
D. Gil. Llevaba un apellido ilustre, que manchó en el lodo de sus vicios, se llamaba Tenorio.
Ciutti. Tenorio?... pero cómo, Damián, Cosme, Anastasio... Procopio?...
E . Gil. Qué? hasta vos no ha llegado la horrible fama de don Juan?...
Ciutti. Los ecos del mundo no turban la paz de los claustros (Ap.) Es necesario jugar el todo por el todo; he de saber sus intenciones y quien es.
(Aparentando que recuerda)
Don Juan... don Juan... sí; ahora recuerdo...
D. Gil. Qué?...
Ciutti . Que uno de los nobles que visitaban al Emperador, precisamente por la época que vos habeis mencionado... (Ap.) Gorda, gorda. (Alto) Costeó unos funerales para el descanso de ese don juan, de ese tunante que murió en Sevilla de mala muerte, á manos de un capitán llamado Rayos...
D. Gil. Centellas!...
Ciutti. Rayos ó Centellas... sé que era algo de tempestad.
D. Gil. Es falso, no murió...
Ciutti. Ah! ya comprendo el objeto de vuestra venida. Venís á reclamar la devolución de los gastos del funeral... Amigo mío, cuan inocente sois!... os volvereis con las manos vacías... Aquí para recibir, siempre la mano abierta; para dar, el puño cerrado, asi (Marcándolo) bien apretadita. Es axioma: lo que entra en la iglesia consumatum est.
D, gil. No es eso; voy buscando á ese hombre.
Ciutti . Pero ya sabeis de cierto, que no lemató Relámpagos?
D. Gil. Losé de cierto... Oid. Don Juan habia deshonrado mí nombre, yo juré matarle: supe, un año ha, que había llegado á Sevilla después de una larga ausencia y vi cercana la hora de mí venganza. Una noche, la misma de su regreso, me aposté á la puerta de su casa decidido á medir con él mi acero, más de repente se oyeron voces, se abrió la puerta y saltaron á la calle con las espadas desnudas, tres hombres, uno de ellos don Juan... Batiéronse allí mismo, y un minuto después, caía Tenorio exánime bañado en su propia sangre, herido diestramente por Centellas. Este se inclinó sobre el cuerpo ensangrentado y le oí murmurar: «Ha muerto.» Su comcompañero opinó de idéntica manera Ambos huyeron; quise cerciorarme por mí mismo, y el corazón de don Juan latía aún... ¿Qué hacer? Dios me inspiró; era preciso volverle á la vida á la salud, para que se batiera conmigo cuerpo á cuerpo... Hice trasladarle sigilosamente á la casa de uno de mis criados, alli según mis oldenes fué curado sin saber á quien lo debía.
Ciutti. (Ap.) Gran Dios! Todo es verdad... quien puede ser?....
D. Gil. Procuré que corriese la pública voz de su muerte, y el día primero de su convalescencia corri á su encuentro... ¡Maldición! ¡había desaparecido!...
Ciutti. (Ap.) Habíamos, eramos dos.
D . Gil. Desde entonces hasta hoy, no han cesado mis pesquisas; sé que se halla en un convento... Su antigua amistad con el emperador me hacía creer que era el de Yuste. Este es el objeto de mi venida.
Ciutti. Pues habeis perdido el tiempo (Ap.)
Es necesario apartarle de enmedio.
D . Gil. (Mal humorado)
Vos que sabeis! ¿La celda del Prior?...
Ciutti. Lo que es hoy... atareado con las augustas exéquias del monarca...
(Acudiéndole una idea)
(Ap.) ¡Ah! (Alto) Si os place, entrad y aguardadle.
(Señalándole la puerta de la izquierda)
Yo iré á avisarle que vuestra señoría espera.
D. Gil. Oslo agradeceré en el alma.
Ciutti. No vale la pena. (Ap.) Verás la encerrona que te llevas. (Alto) Cuando gusteis!...
(Después de haber entrado don Gil, Ciutti da vuelta á la llave)
ciutti
Ya tienes para rato, si has de salir hasta que yo te abra!... Buena, buena se vá á armar! .. El embozado aquí... él aquí... yo aquí... todos aquí!...
(Al ir á marchar, le detiene Brígida)
brigida, ciutti
Brígida. Perdonadme.
Ciutti. (Impaciente) ¡Buena es esa!
Brígida. Pero es fuerza que os moleste
porque cueste lo que cueste,
ver á un fraile me interesa.
Ciutti. (Ap.) Esta voz….. Cielos que miro!...
Brígida!
(Persignándose, hace como que reza)
Brígida. Dejad el rezo...
Ciutti. (Ap.) Es ella; y aún vive.
Brígida. Empiezo.
(Ciutti continúa rezando)
No me escuchais!...
(Ciutti suspira)
Un suspiro!
Ciutti. Para expresar mi deseo,
salido de lo profundo...
¡Ya no hay paz en este mundo
para mí... pues que te veo!
Brígida . (Sorprendida)
Quién sois?... que quereis decir?
(Cogiéndola de la mano y bajándola al proscenio)
Ciutti. Soy quien ya en lejano plazo
os llevó sobre su brazo,
cerca del Guadalquivir:
Soy quien un día, señora,
lleno de dicha y contento
por las tapias de un convento
con vos saltaba á deshora.
Brígida. Qué escucho!
Ciutti. Mi pecho estruja.
(Abriéndole los brazos)
Brígida. Sois pues...
Ciutti. Mira!
(Bajándose la capucha)
Brígida (Sorprendida)
Cielos!... Ah!
(Hablando con dificultad)
Ciu... Ciut... ti!
Ciutti. Brígida!
(Se abrazan)
Ya
estás satisfecha bruja?
Mala yerba nunca muere...
Brígida. Y qué es de don Juan?
CLUTTI . (Con ademan espresivo) Marchó
Centellas lo despachó
á salga lo que saliere.
Ni exclamar pudo ¡Dios mío!
ni llevarse así de plano,
según costumbre, la mano
en el corazón ya frío;
de séria estocada al punto
con mano fuerte y valiente,
quedó de cuerpo presente.
Brigida. Muerto?
Ciutti . Cadáver
Brigida. Difunto?
Ciutti. Como os cuento, fallecido.
Brígida. Sin vida!...
Cíutti. Sin existencia.
Brigida. Gran Dios, tan joven...!
Ciúttí. Paciencia,
mucho más pudo haber sido!
Brigida. Mucho más?
Ciutti. ¡Vaya que sí!
Brigida. No entiendo...
Ciutti Pues el doncel
á más de matarle á él,
podía matarme á mí.
Brigida . Fraile tú? (Mirándole con extrañeza)
Ciutti. Muerto don Juan,
á la casa del Señor
dijeme; donde mejor?...
allí en paz y calma dan
buena cama y cinco ó seis
buenos platos suculentos...
Y vos?
Brigida. Yo trota conventos
como siempre, ya sabeis,
Ciutti. Pero, hija del alma, hoy
casi no puedo aguantarlos;
las exequias de don Cárlos
me muelen, rendido estoy.
Brigida. También la comunidad
de Santa Rosa, la mía,
hoy viene con pompa pía
á ver á su Majestad.
Ciutti. Vivo quiere presenciar
su entierro, idea escelente;
se divertirá la gente
el féretro al ver pasar.
Y el monasterio también
pues como el cobrar le place,
vivo, el Requiescat in pace
le cantará, y dirá: Amen!
Brigida. Siempre sereis un truan;
yo por vuestra culpa hube
de faltar, pues me entretuve
y allí aguardándome están.
(Mirando por todos lados)
Ciutti. ¿Qué buscais?
Brigida. Un confesor.
Ciutti (Sentándose en el sillón con
mucha gravedad, dispuesto á
escuchar la confesión)
Decid hermana...
Brigida. Callad,
no es para mí...
Ciutti. Pues buscad
por ahí cerca otro mejor.
No lo encontrareis.
Brigida. Quien sabe
Adios Ciutti.
(Se vá Brígida)
Ciutti Adios, lucero...
(Marchándose)
Que él lo sepa es lo primero...
(Yendo á la puerta donde está encerado don Gil)
No saldrá; tengo la llave.
(Váse Ciutti por el fondo y sale por el lado opuesto don Juan.)
don juan
¡Siempre, siempre el recuerdo! En vano pido
á Dios la de olvidar suprema suerte...
Nó, la muerte del mundo no es la muerte,
la verdadera muerte es el olvido.
Por nuestro mal el curso del Letéo
ningún mortal conoce,
solo el olvido encuéntrase en el goce
¡cómo hallarlo si vivo en el deseo!
Si pudieran volver aquellas horas
que pasaron tan rápidas, cual lentas
hoy las miro, vengándose cruentas,
de aquellas sus hermanas voladoras;
si escuchara de Inés el dulce acento,
sus manos á las mías enlazadas,
bebiéndome la luz de sus miradas,
y aspirando el perfume de su aliento,
feliz tal vez... ¡Mas nó!... La suerte un día