El placer de estar conmigo - Carolina González Jiménez - E-Book

El placer de estar conmigo E-Book

Carolina González Jiménez

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Beschreibung

El placer de estar conmigo es un viaje esencial para todas aquellas mujeres que desean conocer un espectro más completo de su sexualidad. El libro abarca desde lo biológico, fisiológico, psicológico y emocional, pasa por lo sociocultural y llega a aspectos vinculados con lo erótico y espiritual. Con la mente de una científica y el corazón de una mujer sensible, la médica sexóloga Carolina González Jiménez despliega todo su talento académico, reflexivo y narrativo para conducirnos cuidadosamente por el universo misterioso de la sexualidad femenina.

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Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

González Jiménez, Carolina

El placer de estar conmigo : un viaje hacia mi sentido sexual como mujer / Carolina González Jiménez ; ilustraciones de Lina Gracia. -- 1a ed. -- Bogotá : Taller de Edición Rocca, 2022.

358 p. – (Ex-Libris)

Contiene referencias bibliográficas.

ISBN 978-958-53774-5-5

ISBN Digital: 978-958-53774-7-9

1. Sexo 2. Sexualidad 3. Costumbres sexuales 4. Educación sexual 5. Erotismo I. Gracia, Lina, ilustradora, il. II. Título III. Serie

CDD: 306.77 ed. 23

CO-BoBN– a1089285

 

© Carolina González Jiménez

       [email protected]

© Paulina Millán (del prólogo)

© Lina Gracia (de las ilustraciones)

       [email protected]

© Taller de Edición Rocca® SAS

Colección Ex-Libris

Primera edición: TALLER DE EDICIÓN ROCCA®, abril de 2022

Bogotá, D. C., Colombia

ISBN: 978-958-53774-5-5

ISBN Digital: 978-958-53774-7-9

Edición y producción editorial:

TALLER DE EDICIÓN ROCCA® SAS / COLECCIÓN EX-LIBRIS

Carrera 4A NO. 26A-91, oficina 203

Teléfonos: (57+601) 243 2862 - 284 8328

[email protected]

[email protected]

www.tallerdeedicion.com

Bogotá, D. C., Colombia

Director:

Luis Daniel Rocca Lynn

Coordinación editorial:

Juanita Rocca Toro

Edición al cuidado de:

Camila Rocca Toro

Diseño y diagramación:

Juan Pablo Rocca Barrenechea

Fotografía de solapa:

Diana Zuleta / @dianazuletaboudoir

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida en su todo o en sus partes, ni registrada o transmitida por un sistema de recuperación, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico o fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la autora y del editor, Taller de Edición Rocca®.

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

ÍNDICE DE CONTENIDO

PRÓLOGO

PAULINA MILLÁN

¿SEXÓLOGA?

CAPÍTULO UNOLA SEXUALIDAD COMO PARTE DE TI

¿QUÉ ES LA SEXUALIDAD?

CONCEPTOS BÁSICOS EN SEXUALIDAD

SEXO

GÉNERO

ORIENTACIÓN SEXUAL O PREFERENCIA GENÉRICA

IDENTIDAD DE SEXO/GÉNERO

¿ES NORMAL QUE…?

CAPÍTULO DOSTU HISTORIA SEXUAL

MENSAJES QUE RECIBÍ

MI HISTORIA SEXUAL INFANTIL Y ADOLESCENTE

INFANCIA, PUBERTAD Y ADOLESCENCIA

CAPÍTULO TRES¿QUÉ PASA CUANDO TENEMOS «SEXO»?: LA RESPUESTA SEXUAL HUMANA

RESPUESTA SEXUAL HUMANA

ESTÍMULOS SEXUALES EFECTIVOS (ESE)

EXCITACIÓN

MESETA

ORGASMO

RESOLUCIÓN

PERIODO REFRACTARIO

CAPÍTULO CUATRO¿POR QUÉ YO, POR QUÉ A MÍ? DISFUNCIONES SEXUALES

DISFUNCIONES SEXUALES

CAUSAS DE LAS DISFUNCIONES SEXUALES

DISFUNCIONES SEXUALES MÁS COMUNES EN NOSOTRAS

DISFUNCIONES SEXUALES EN LOS HOMBRES

QUÉ HACER ANTE UNA DISFUNCIÓN SEXUAL

CAPÍTULO CINCOTU CUERPO ES TU CASA: ASPECTOS BIOLÓGICOS

ANATOMÍA SEXUAL DE LAS MUJERES

ÓRGANOS SEXUALES INTERNOS

ÓRGANOS SEXUALES EXTERNOS

PISO PÉLVICO

FUNCIONES DEL PISO PÉLVICO

CICLO MENSTRUAL

OPCIONES PARA LA MENSTRUACIÓN

CAPÍTULO SEISLO QUE NOS HACE ÚNICAS: FACTORES PSICOLÓGICOS

AUTOESTIMA

COMPONENTES DE LA AUTOESTIMA

EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

CAPÍTULO SIETEEL LUGAR DONDE HABITAMOS: FACTORES SOCIOCULTURALES

SOCIEDAD Y CULTURA

TABÚ VERSUS MITO

CREENCIAS

EDUCACIÓN

FORMAS O NIVELES DE EDUCACIÓN DE LA SEXUALIDAD

GÉNERO

RELACIONES INTERPERSONALES

CULPA VERSUS RESPONSABILIDAD

CAPÍTULO OCHOUNA VIDA CON INTELIGENCIA SEXUAL

INTELIGENCIA SEXUAL

CONOCIMIENTOS BÁSICOS EN SEXUALIDAD

CAPÍTULO NUEVEETAPAS EN EL CAMINO DE NUESTRA VIDA

CICLO VITAL Y ETAPAS DE VIDA

NIÑEZ O INFANCIA

ADOLESCENCIA

ADULTEZ

SOLTERA VERSUS EN PAREJA

EMBARAZO

CLIMATERIO Y MENOPAUSIA

ADULTA MAYOR O VEJEZ

CAPÍTULO DIEZEROTISMO MÁS QUE SEXO

ÓRGANOS DE LOS SENTIDOS

CAPÍTULO ONCEAUTOEROTISMO: UNA FORMA DE RECONOCERTE

FANTASÍAS SEXUALES

MASTURBACIÓN

CARICIAS Y RECONOCIMIENTO CORPORAL

EYACULACIÓN FEMENINA

JUGUETES SEXUALES

CAPÍTULO DOCEMIS CAMINOS: EXPERIENCIAS DE CONEXIÓN

EXPERIENCIAS CREATIVAS

EXPERIENCIAS ESPIRITUALES O ENERGÉTICAS

EXPERIENCIAS ERÓTICAS

EPÍLOGO

AGRADECIMIENTOS

REFERENCIAS

VIDEOS

SPOTIFY

NOTA AL PIE

 

 

 

En la vida no hay cosas que temer, sólo cosas que comprender.

MARIE CURIE

PRÓLOGO

MUY POCAS MUJERES ESTAMOS satisfechas con la educación sexual que recibimos. Para algunas de nosotras esta educación se limitó a una charla preparatoria para la llegada de la menstruación y la consecuente letanía de advertencias sobre lo que podía pasarle a nuestro cuerpo si nos descuidábamos. Con la primera menstruación, nos decían, nos «convertíamos» en mujeres, y eso traía consigo una serie de problemas —como un embarazo no planeado— que podían arruinarnos la vida y acarrear escarnio social. Era la plática que abría para nosotras un nuevo panorama y, a la vez, el mensaje subyacente que dejaba claro el peligro de explorar nuestra sexualidad.

Quizás en parte como consecuencia de lo anterior, muchas de nosotras crecimos y aprendimos de nuestro cuerpo y nuestro placer en secreto, rodeadas de miedos y culpas; sabíamos que teníamos dudas, pero también sabíamos que alzar la voz era ponernos encima un reflector. Las niñas que hacen preguntas y muestran curiosidad por el sexo, a ojos de la sociedad tradicional, rara vez se convierten en mujeres respetables.

Desde luego, nadie aquí está diciendo que los cambios revolucionarios que ha logrado el feminismo y los avances científicos no hayan sido determinantes en la transformación positiva que ha tenido la conversación en torno al placer femenino. Sin embargo, si bien ya no vivimos sumergidas en los ideales de pureza victoriana, la sexualidad femenina aún no ha logrado cortar todas las cadenas que la restringen y la mantienen supeditada a la reproducción y la explotación. Todavía hoy, aprendemos que el sexo es algo que alguien le hace a alguien más, un acto centrado en objetivos y adecuado sólo según ciertos estándares cuantitativos arbitrarios; y así, más que aprender a explorar todo aquello que somos capaces de sentir, aprendemos sobre aquello que alguien más nos dice que debemos sentir.

Incluso la investigación reciente al respecto muestra que lo anterior sigue siendo una realidad. En un estudio realizado en el Instituto Mexicano de Sexología en 2021 en mujeres mexicanas, sólo un poco más de la mitad (56 por ciento) está total o parcialmente de acuerdo en decir que conoce las zonas erógenas de su cuerpo, tres de cada diez afirma que existen aspectos de su sexualidad que las hacen sentir culpables y apenas el 45.2 por ciento dicen que pueden tener orgasmos siempre o casi siempre que tiene relaciones sexuales (versus el 72.1 por ciento de los hombres).

Por otro lado, como sucede con todas las investigaciones realizadas en muestras nacionales, el análisis interseccional1 siempre revela una verdad más profunda y mucho más difícil de desmenuzar. Por ejemplo, los hallazgos de un estudio de 2012 realizado por Raigosa-Londoño y Echeverri-Ramírez, mostraron que las mujeres colombianas con mayor prevalencia de deseo sexual hipoactivo son aquellas con menor nivel educativo, mayor edad y mayor presencia de sentimientos de depresión.

A pesar de lo anterior, la intención de este libro no es la de elaborar sobre el camino que como sociedad nos falta por recorrer, sino la de profundizar sobre los distintos y maravillosos viajes que podemos emprender en la exploración de nuestra sexualidad. Así, el trayecto que este texto nos invita a recorrer implica el reconocimiento de nuestro potencial erótico desde un enfoque libre del confinamiento de los estándares que dejan de lado la individualidad y obstaculizan nuestra libertad de encontrar aquello que para cada una de nosotras constituye una vida sexual satisfactoria.

Cada capítulo atraviesa un camino lleno de aprendizaje y reflexión sobre nuestro cuerpo, nuestros límites, nuestra narrativa sexual, nuestras fantasías, nuestro placer y nuestra capacidad de conectar con otras personas. Sin embargo, el verdadero tesoro que nos descubre la autora, es la oportunidad de emprender la aventura de desaprender todo aquello que hizo que, por tanto tiempo, muchas mujeres asociáramos el placer sexual a la vergüenza. En compañía de este texto, aprendemos sobre sexualidad y nos desprendemos de la noción de que esta existe de manera totalmente independiente a los demás aspectos de nuestra vida diaria; aprendemos sobre nuestro cuerpo y nos despojamos de la idea de que existe un único ideal de belleza; aprendemos sobre nuestro placer y nos liberamos de la idea de que este sólo puede experimentarse de una forma y existir en un único contexto.

Así, el conjunto de enseñanzas que nos deja la lectura de este libro nos abre las puertas al poder que vive en cada una de nosotras y que crece alimentado de nuestra inteligencia erótica, nuestra identidad, nuestra afectividad y todos aquellos deseos que alguna vez nos fueron censurados. Es una forma de empoderamiento que no concibe el poder como un estándar que todas debemos alcanzar en igual tiempo y medida, sino como un estado de autorrealización y bienestar personal en el que podemos llegar a habitar y sentirnos seguras.

El placer de estar conmigo es el regalo que nos debía el discurso incompleto y censurado que muchas de nosotras recibimos como sustituto de una educación sexual positiva, integral y respetuosa. No obstante, este libro ofrece mucho más que eso. La información que la autora nos presenta aquí de manera espectacularmente didáctica es también una historia de amor. Las ideas que contiene han sido cuidadosamente tejidas a lo largo del tiempo y son el resultado de muchas otras reflexiones históricas; de algunas propuestas que, en su momento, fueron desestimadas o censuradas; de ideas quizá también concebidas como resultado de una búsqueda personal; de luchas inagotables por el derecho de las mujeres al placer y por el respeto a los derechos sexuales y reproductivos de todas las personas.

Leer este texto es conectar, enlazar ideas pasadas y presentes con el reconocimiento de que nunca hemos estado solas en nuestro camino al autodescubrimiento. También, con suerte, estas letras pueden ser un modo de asomarnos al futuro de la sexualidad femenina y de todo aquello que queremos que las mujeres del mañana miren y vivan con libertad. Quizás hoy ya conozcamos a alguna niña cuyo futuro queremos imaginar distinto. Un futuro no muy lejano en que la educación sexual de las mujeres no sólo sea una letanía de advertencias a partir de un evento biológico en su desarrollo, sino el inicio de una relación amorosa con su cuerpo; un cuerpo al que nunca teman conocer, explorar y disfrutar.

PAULINA MILLÁN

Ciudad de México, octubre 28 de 2021

¿SEXÓLOGA?

SENTADA EN UN BALCÓN MIRABA al cielo oscuro, las lágrimas salían de mis ojos sin el más mínimo esfuerzo, me sentía en un callejón sin salida, confundida, frustrada, impotente, con muchos vacíos; varias preguntas pasaban por mi cabeza y una de ellas era ¿qué más puedo hacer?, no me sentía valorada ni escuchada por quien en ese momento era mi novio. Una parte de mí decía que lo siguiera intentando, que valía la pena, y otra parte de mí, mucho más racional, quería terminar la relación. Aquello que había escuchado de amigas y conocidos, esa afirmación de que el sexo era rico y placentero no me pasaba a mí, y cada vez veía más lejana la posibilidad de disfrutarlo.

Unos minutos antes había tenido relaciones sexuales con mi pareja con quien llevaba más de un año, en ese momento yo tenía un poco más de veinte años y era estudiante de medicina. Él y yo nos habíamos conocido durante un viaje por pura casualidad de la vida. Unos días después llamó a mi casa y desde ese momento iniciamos la relación. Se convirtió en mi primer amor, en mi primera relación estable, incluso decidí tener mi primera relación sexual coital con él cuando llevamos tres o cuatro meses. Me sentía ilusionada, enamorada y disfrutaba de su compañía, cada día nos entendíamos mejor aunque tuviéramos varias diferencias. Sin embargo, esa primera vez ocurrió muy rápido, el encuentro no duró; lo decidí como una primera vez que no fue la primera, la verdad yo era inexperta e inocente en temas sexuales, a pesar de que mis padres —principalmente mi mamá— fue muy abierta conmigo en ese sentido. Me quedé callada por unos días y no lo hablé ni con él ni con nadie más. Pero sentía que tantos pensamientos harían que la cabeza se me estallara, hasta que un día luego de clases mientras subía una gran pendiente para llegar al parqueadero donde estaba mi carro y acompañada de una amiga a quien yo consideraba en ese momento una mujer con más experiencia que yo, me desahogué y le conté lo sucedido, también le pedí ayuda y sugerencias. Ella me escuchó con atención y me recomendó que me fuera un fin de semana con él para un hotel o un lugar diferente. De hecho, con risa recuerdo que me regaló un bono de un hotel. No tuve dudas, durante un fin de semana me fui con mi pareja a un hotel, ambos estábamos más tranquilos y concentrados sólo en nosotros, tuvimos tiempo y espacio para hablar sobre temas que no habíamos tocado antes y disfrutamos del momento. Y sí, volvimos a tener relaciones sexuales. Esa vez él duró más, pero de nuevo fue una experiencia confusa, dolorosa y muy poco placentera. Desde entonces, y en adelante, tener sexo para mí se volvió en un asunto complicado y delicado. Intentamos varias cosas, desde seguir las recomendaciones de algunos amigos, hasta ir a terapia con una sexóloga, ya que él tenía una disfunción, y por supuesto, esto me afectaba a mí, así que buscarle una solución era responsabilidad de ambos.

Seguimos adelante con nuestro objetivo y durante un año seguimos teniendo sexo, yo sentía que el único que disfrutaba era él. A pesar de hablarlo de formas diferentes, los cambios eran pocos e inconstantes, le decía a menudo que yo no era de palo y que quería sentir placer, disfrutarlo; la verdad no me importaba tanto el hecho de que eyaculara rápido, lo que realmente me afectaba era que, después de hacerlo, era como si yo no existiera, no me miraba ni tocaba. Después de uno de esos encuentros en su apartamento terminé llorando en el balcón, cansada de la situación y con las esperanzas agotadas. Todo me resultaba muy confuso, porque si quitaba la parte erótica de la relación, me sentía tranquila, contenta y amada, lo cual hacía más difícil mi decisión.

En esa misma época y de forma paralela, durante mi formación como médica nos dieron dos horas —bastante poco, soy afortunada porque en muchas universidades no dan clases de sexualidad— sobre la respuesta sexual y las disfunciones sexuales. Esta clase marcó en mí un antes y un después, entendí mucho de lo que ocurría en mi relación de pareja y encontré varias oportunidades, tales como la de consultar a una sexóloga con mi pareja y hacer sexoterapia, además me permití conocerme más. Ese año estuve muy pensativa, con una fuerte sensación de incertidumbre sobre mi futuro profesional porque mi decisión de estudiar medicina se basó en mi deseo de ser ginecóloga y desde la mitad de la carrera descubrí que, aunque me llamaba la atención, la ginecología no era lo que quería estudiar. De este modo, me quedé sin rumbo, me sentí perdida, sabía que quería especializarme, pero no tenía claro en qué.

El tiempo siguió pasando y unos meses después descubrí que las expectativas de mi pareja, así como nuestros proyectos para el futuro, eran muy diferentes, sus palabras y sus hechos no coincidían. De este modo nos fuimos distanciando y desencantando, quizá desenamorándonos, por eso decidí terminar la relación. Continué con el proceso de sexoterapia individual, que me ayudó a encontrarme y descubrirme en muchos aspectos y cuando menos lo pensé, me di cuenta de que me había enamorado de la sexología. Cada vez leía más al respecto, asistía a congresos y exploraba las distintas ramas de esta ciencia para muchos desconocida.

Encontré uno de los caminos que buscaba, pero no creas, no fue sencillo escucharme con atención a mí misma y entender que lo que realmente quería era ser médica sexóloga; me tomó años reconocerlo y aceptarlo. A mi mente llegaban pensamientos como: «¿la sexología no la estudian sólo los psicólogos?», «¿tendré pacientes?», «¿qué pensarán de mí al ser sexóloga?», y lo más importante y real era: «¿dónde voy a estudiar sexología?». Hasta ese momento, nunca pensé que dejaría mi país y menos para explorar un sueño recién descubierto; elegir sexología implícitamente era aceptar que me iría al extranjero. Recuerdo con cariño a mis compañeros, incluso a mi hermano, que me decía: «Sexología, ¿eso cómo se come?» En cada conversación en la que salía el tema de lo que quería estudiar me preguntaban con mucha curiosidad: «¿A qué se dedica un sexólogo?» Algunos incluso cuestionaron mis razones para haber estudiado medicina.

Cada día estaba más clara en lo referente a mi camino profesional y en mis decisiones, y por supuesto, a veces experimentaba miedos e incertidumbres. Mis padres me apoyaron, respetaron y entendieron mi decisión e imagino que también lo hicieron con temor a que no fuera lo que yo buscaba o quería de verdad.

Cuando menos lo pensé, llegó el momento de presentarme al Instituto de Sexología en México, donde había elegido cursar varias especialidades y maestrías. Siguiendo el dicho de «al que no quiere caldo se le dan dos tazas», todo el proceso se me salió de control, todo ocurrió de forma intempestiva y desordenada. Sólo quince días antes de iniciar mis estudios compré tiquetes y saqué la visa, cuando mi ideal era hacerlo como mínimo con seis meses de antelación. De esta forma, me lancé a la experiencia en México. Más adelante te contaré un poco más al respecto.

Al mirar hacia atrás, no solamente comprendo mucho de lo que viví en mi carrera universitaria y en la relación con mi primer novio, sino que lo valoro y agradezco porque fueron esas experiencias las que me trajeron hasta aquí y me mostraron el camino, o los que otros llamarían destino. Esa joven universitaria que lloraba en un balcón y que se sentía llevada por una marea de emociones hace parte de mi vida y de mi historia, me enseñó gran parte de lo que soy y puedo lograr como persona. Esta es sólo una pequeña anécdota de las muchas que podría narrarte acerca de cómo terminé siendo sexóloga. Así como yo, cada una tiene sus instantes e historias de vida que la hacen única y especial. Nuestro pasado no define quiénes somos. Sin embargo, nos ayuda a construir lo que somos en el presente.

Desde que regresé a Colombia ejerzo mi profesión con gran dedicación y profesionalismo, convencida de que nací para esto y de que realmente amo y disfruto mi profesión, aunque como en todo, hay días en los que me encuentro con retos y situaciones complejas, con historias humanas de dolor, desesperación, tristeza y/o abuso que me mueven como persona y como mujer. Cada día escucho a mis pacientes de diferentes edades, mujeres, hombres y/o parejas que consultan buscando respuestas, soluciones, con necesidades de ser escuchados y comprendidos, con confusiones y dudas tales como:

«No siento nada con el sexo».

«Me duele cuando tengo relaciones».

«No sé cómo hablar con mi pareja y decirle cómo me siento».

«Mi pareja me fue infiel».

«¿Será que sexualmente soy suficiente para mi pareja?».

«Eyaculo rápido».

«No se me para el pene».

«Mi pareja me terminó porque tenía un problema sexual que no resolví».

«No me dan ganas de estar con mi pareja».

«No sé si me quiero separar o terminar la relación».

«Nunca he logrado un orgasmo».

«Creo que soy asexual».

«No sé si es normal lo que me pasa…».

«Tengo un bloqueo sexual».

«Me siento culpable con respecto a los temas sexuales».

«¿Cuántas veces debo tener sexo? ¿Cuál es la frecuencia sexual normal?».

«¿Será que he tenido muchas parejas sexuales?».

«Mi pareja desea tener sexo con mayor frecuencia que yo».

«¿Cómo rompo la monotonía sexual?».

«Necesito hablar con alguien y no sé con quién hacerlo».

Lo que hago es escucharlos y poner a su disposición mi conocimiento y experiencia, los acompaño a recorrer su camino a su ritmo, a tomar la conciencia de lo que cada uno necesite, les doy herramientas, información y bases para que sean ellos los que decidan tanto lo que desean hacer, como lo que no, y la forma de llevarlo a cabo. A diferencia de lo que muchos piensan, en la mayoría de los casos no existe una pastilla o una solución mágica para aumentar la autoestima, darse cuenta de algo, comunicarse asertivamente, conocer su cuerpo, aumentar el deseo, lograr un orgasmo, tomar una decisión importante de pareja, entre otros. Esto no ocurre en una sola cita, a no ser que sea una duda puntual de fácil respuesta. Lo que se requiere en muchos casos es comenzar un proceso que requiere de tiempo, actitud, paciencia, acción, compromiso y responsabilidad, y esto sólo depende de cada persona o paciente.

En este camino de la sexología el hecho de ser mujer me ha traído numerosos retos. Me he dado cuenta de que el sexo (ser hombre o mujer) influye mucho en las experiencias. Algunos de estos desafíos me han sorprendido positivamente y me han llenado de satisfacciones, como por ejemplo, el de tener la confianza de mis pacientes, ser su apoyo en aspectos muy íntimos y que me permitan de cierta forma entrar en sus vidas y acompañarlas; que me compartan sus victorias, que me hagan partícipe en su proceso de toma de conciencia y progresos. Esto es para mí motivo de inmensa felicidad y satisfacción. Sin embargo, no puedo negarte que me he encontrado con retos y situaciones que me han movido emocionalmente, que han requerido que ponga límites, y de cierta forma protegerme o responder. Uno de ellos, y el que al inicio más me costó entender —creo que aún no termino de entenderlo—, es que algunas personas, principalmente hombres, al ver que soy sexóloga, se enfocan morbosamente en la palabra sexo. Incluso se han tomado el atrevimiento de llamar al celular de mi consultorio masturbándose. Además, me han enviado fotografías de sus órganos sexuales. También me pasa que al mencionar mi profesión algunas personas suponen que «soy insaciable en lo sexual», «que soy experta haciendo sexo» o «que será difícil tener una pareja que me dé la talla», entre muchos otros comentarios. Dependiendo de la forma en la que me lo digan y de la intención, me siento juzgada y observada. Percibo que algunas personas me ven desde mi profesión y se olvidan de que también soy una persona, una mujer que siente, que tiene miedos, que tiene creencias limitantes, que tiene límites. Esto, por un lado, me confirma una vez más que una educación en la sexualidad integral es absolutamente necesaria, y por otro, me ha llevado a tomar medidas para proteger mi vida privada. Debo confesar que estos límites los he puesto recientemente, antes no lo veía así. Aun así, todas las situaciones incómodas y los retos me llenan de motivos para continuar haciendo lo que hago. Por otra parte, en muchas personas he encontrado profundo respeto y la admiración a mi profesión; esto también me motiva a continuar.

¿Sabes? En este momento de mi vida no me imagino ejerciendo una profesión diferente a la medicina y la sexología. Estas disciplinas son para mí la combinación perfecta, ya que unidas a otros aspectos de mi ser, dan sentido a mi existencia.

Para terminar, quiero decirte que mi historia, mis pacientes y mucho de lo que me encuentro cada día en mi profesión, me condujeron a escribir este libro dirigido a cada una de las mujeres que desea estar consigo misma, que tiene curiosidad y/o necesita descubrirse, reencontrarse y conocerse a sí misma. Es un libro que no pretende ser un manual o decirte qué hacer en determinadas situaciones, ni la manera de hacerlo, ya que lo irás descubriendo tú misma con cada ejercicio que te propongo, así como con la información y las herramientas e ideas que te sugiero. Deseo que encuentres en mí, a través de estas palabras, a una cómplice, una compañía para tu autodescubrimiento, y sobre todo, quiero transmitirte que el placer va más allá del sexo; lo encuentras en muchas experiencias cotidianas que para cada persona serán únicas, ya que lo que a ti te brinda placer puede que a mí no. Yo lo encuentro en una mirada sincera y profunda, en un abrazo fuerte y en silencio, en una ducha caliente después de un día de mucho movimiento, en dormir y descansar, en darme unos minutos para ver y disfrutar un atardecer y de otros regalos de la naturaleza tales como el arcoíris. También gozo de las fresas con chocolate y al sostener una conversación cercana con amigos y familiares. Cada persona tiene sus propias formas de conectar con el placer, descubrirás que no lo hallas sólo con los demás; el placer está contigo, te acompaña, te nutre, vive dentro de ti.

LA SEXUALIDAD HUMANA ES un universo maravilloso y este libro será un viaje entretenido y enriquecedor a través de ella. Con cada página quiero trasladarte a lugares donde nunca hayas estado para que así deambules entre los recovecos de tus recuerdos, por los caminos de tus ideas, sensaciones y sueños; además, que puedas circular con mayor conciencia entre los pasadizos de tus deseos, emociones y creencias. Viajamos para aprender, para evolucionar, para explorar, para crecer, para conocer, y sobre todo, para conocernos y disfrutarnos.

Antes de un viaje, por más sorpresivo o planeado que sea, solemos buscar información esencial para conocer algo más acerca de ese territorio al que vamos. Para algunas es necesario saber muchísimo y tenerlo todo muy planeado, para otras, todo lo contrario. Pues bien, para este viaje interior quiero que sepas algunas cosas antes de despegar. Deseo que en este apasionante camino te dejes sorprender, y por último, que este destino lo conviertas en algo único y personal.

Vamos por partes. Los seres humanos tenemos varios tipos de inteligencia. Para Howard Gardner, existen ocho: lingüística, lógica/matemática, musical, espacial, corporal/kinestésica, naturalista, interpersonal e intrapersonal. Esto ha demostrado que nuestra inteligencia no se basa en el coeficiente intelectual, sino en muchos otros factores y habilidades. Sin embargo, en lo que a sexualidad se refiere, solemos ser bastante analfabetas, en realidad nos falta mucho, no sólo por aprender, sino por descubrir, sentir y explorar, y esto, por supuesto, está directamente relacionado con nuestra inteligencia intrapersonal e interpersonal.

Muchos de los malentendidos, creencias y problemas relacionados con nuestra sexualidad surgen precisamente de que todo lo metemos en la misma canasta y solemos observarlo a través de un solo lente: el personal, que está influenciado por las experiencias propias y por todo aquello que vamos tomando de la sociedad y también de los más cercanos sin ningún tipo de filtro, tragando entero, sin reflexionar, refutar o preguntarnos si realmente estamos de acuerdo o no con eso.

Antes de contarte qué es la sexualidad, quiero que hagamos un pequeño ejercicio. Busca un lápiz con qué apuntar. Tómate unos segundos o todo el tiempo que necesites. Si lo deseas, antes de comenzar a escribir puedes cerrar los ojos y tomar tres respiraciones profundas. Al abrirlos, disponte a responder las siguientes preguntas. Trata de contestar lo que primero llegue a tu mente.

¿Qué es para mí la sexualidad?

Ahora escribe todas las palabras con las que relaciones el concepto de sexualidad, si quieres hacerlo de una forma más dinámica y divertida, ponte máximo un minuto para responder. Para estimular tu mente, te daré un ejemplo de palabras que se relacionan con el concepto DÍA: sol, actividad, trabajar, luz, energía, azul, atardecer, amanecer, pájaros, ruido, movimiento.

En los últimos tres meses, ¿cuáles son las emociones predominantes relacionadas con mi sexualidad?

En el ejercicio de mi profesión como sexóloga, me sucede con mucha frecuencia que algunos de mis pacientes, incluso mis amigos, piensan que mi principal labor es enseñar a las personas a tener sexo, y la verdad, nada más distante de la realidad. A lo que me dedico es a enseñar, educar y acompañar a las personas a conocerse, a tomar conciencia de sus actitudes, pensamientos y acciones, a amarse, descubrirse, respetar sus creencias y las de los demás, les ayudo a trabajar en su autoestima, a tener bases para construir vínculos afectivos y de pareja sanos y de crecimiento; también a tener salud sexual, y, sobre todo, a vivir consciente y plenamente su vida sexual. Sí, claro, no puede faltar el tema del erotismo (que no es lo mismo que tener sexo) pero es fundamental entenderlo, no como un todo de la sexualidad, sino como una parte de esta.

Siempre recuerdo las palabras de Víctor Oseguera, uno de mis maestros, quien en una conferencia dijo algo que quedó tatuado en mí: «La sexualidad no es algo que tenemos, es lo que somos». Con frecuencia suponemos que la sexualidad está separada o es diferente a nuestra vida y no; nuestra vida sexual es nuestra vida.

Ahora bien, antes de contactar y plantear las bases acerca de lo que es sexualidad, quiero que sepas algo sobre lo que he estado reflexionando.

Es frecuente escuchar que para aprender a veces hay que desaprender; estoy de acuerdo, pero debo aclarar que no ocurre todas las veces. Yo le agregaría que para aprender hay que reflexionar y tomar aquello que nos sirve, lo que nos suma en la vida. Esto me lleva a deducir que si para aprender hay que desaprender, entonces, ¿para conocerme me debo desconocer? La verdad creo que tiene sentido porque me ha pasado, te voy a contar una historia.

Cuando me fui a hacer las especializaciones en sexología a México, me lancé al vacío sin saber qué me iba a encontrar al final y si eso me gustaría o no, lo que hallé fue un país enorme y con una cultura parecida y al mismo tiempo diferente a la de Colombia; encontré desconocidos que se volvieron conocidos, y a su vez se volvieron amigos, y amigos que se volvieron familia en el tercer encuentro. Sobre todo, creo que descubrí muchos aspectos de mí que no conocía, o que más bien no reconocía, tales como mi capacidad de adaptación, mi resiliencia, mi lado guerrero y aventurero (no tanto la resistencia a la comida picante), entre muchísimas otros. Nunca imaginé que fuera tan arriesgada ni que tuviera la osadía de ampliar mi zona de confort, ya que soy una amante del control y la certidumbre. Siento que descubrí una parte desconocida de mí al sacar a la aventurera que llevo dentro para irme de viaje un fin de semana con una persona a la que había visto dos veces y con otros seis desconocidos, confiando sólo en mi intuición —creo que puede parecer más aterrador de lo que fue—, pero el caso es que tuve un gran fin de semana y esos desconocidos ya son parte muy importante de mi vida. Así es como me permití empezar el proceso de autoconocimiento. Ahora quiero hacer una reflexión: ¿para conocerme debo desconocerme? Sí, tiene sentido, aunque como todo, lo mejor es tomarlo sin exagerar y sin generalizar: algunas veces es necesario desconocernos para conocernos o reconocernos.

¿Qué piensas tú de esto? Detente por un momento y pregúntate: ¿en qué aspectos te desconociste para luego conocerte?

¿QUÉ ES LA SEXUALIDAD?

En 2006 y 2010 la Organización Mundial de la Salud definió la sexualidad como «un aspecto central del ser humano que está presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Se siente y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y relaciones. Si bien la sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no todas ellas se experimentan o expresan siempre».

La sexualidad nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos, nada ni nadie nos la puede quitar. Está en cada una de nosotras, en cómo elegimos vivirla. Recuerda: tu vida sexual es tu vida.

Como muchas de las cosas, habrá aspectos que no puedas cambiar, elegir o controlar, pero lo que sí puedes hacer es elegir cómo quieres enfrentarlos.

La sexualidad va más allá de lo que nombramos o conocemos como sexo. Está más relacionada con cómo nos sentimos y nos vivimos como mujeres, cómo los hombres se sienten y se viven como hombres; se enlaza con lo femenino y lo masculino, con las relaciones interpersonales, con los vínculos y relaciones de pareja y, por supuesto, no podemos dejar por fuera el erotismo, donde están las relaciones sexuales o lo que solemos llamar sexo; así como el placer, la sensualidad, las prácticas sexuales, los estímulos sexuales, entre otros.

La sexualidad está conformada por tres factores fundamentales que siempre estarán presentes y cada uno tiene un papel fundamental, lo podemos graficar de la siguiente manera:

Como puedes darte cuenta, la sexualidad es mucho más profunda, completa y compleja de lo que solemos pensar, y como a menudo menciono en mis conferencias y a mis pacientes, las combinaciones de todas estas características son infinitas, lo que nos abre el panorama y las posibilidades; no hay una sola sexualidad, sino que hay tantas sexualidades como personas en el mundo.

CONCEPTOS BÁSICOS EN SEXUALIDAD

¿Sabes la diferencia entre sexo, género, orientación sexual e identidad de género? Si no es así, no entres en pánico. Para algo estamos juntas en este viaje.

Como la sexualidad es más bien un todo y no una parte de, es necesario tener claros ciertos conceptos, ya que podríamos confundirnos fácilmente. No se trata de etiquetarnos, se trata de tener unas bases claras para que luego cada persona se identifique o diferencie.

A continuación te daré las definiciones de los conceptos básicos en sexualidad y en cada una te propongo marcar aquella con la que te identifiques.

SEXO

Solemos decir esta palabra para referirnos a las relaciones sexuales, pero su verdadero significado es un poco diferente. El sexo son las características físicas o biológicas (órganos sexuales internos y externos, hormonas sexuales, cromosomas, entre otros) que definen a los seres humanos como mujeres o hombres, teniendo en cuenta que hay más posibilidades, ya que estos son los extremos de un continuo. Por ejemplo, en medio de este espectro encontramos las personas intersexuales, en quienes al nacer no es posible determinar si sus órganos sexuales y otras características físicas son de hombre o de mujer («hermafroditas» era el término despectivo que se usaba hasta hace poco para denominarlas).

Mi sexo es:

Mujer

Hombre

Intersexual

Otro

GÉNERO

Es una categoría social, significa que una sociedad y cultura en un momento específico determina las características propias de comportamiento, vestimenta, actitudes, entre otras, de una persona según su sexo; es lo que conocemos como femenino y masculino. Energéticamente, cada persona, independientemente de su sexo, posee la energía femenina y masculina. Ten en cuenta que tu género no determina tu orientación sexual.

Mi género predominante es:

Femenino

Masculino

No binario

Bigénero

Otro

ORIENTACIÓN SEXUAL O PREFERENCIA GENÉRICA

Es el mayor gusto o atracción por relacionarnos erótica y/o afectivamente con personas del otro sexo/género, de nuestro mismo sexo/género o de ambos sexos/géneros; heterosexual, homosexual o bisexual. Aquí también están las personas asexuales; esto no significa que no tengan sexo ni sexualidad, son personas que no sienten atracción sexual hacia ningún sexo/género. Es importante mencionar que la asexualidad es diferente de la disminución o pérdida del deseo sexual. Este concepto es muchísimo más amplio de lo que pueda mencionar aquí, pero la idea es que tengas un poco de claridad acerca de lo que significa. Importante: no es algo que se elige o selecciona, no, es algo que se siente. Nacemos con nuestra orientación sexual, no nos hacemos heterosexuales, homosexuales o bisexuales, y no es sino hasta la pubertad o adolescencia que empezamos a expresarla o sentirla. Lo que sí puede pasar es que nuestras experiencias de vida y nuestro entorno influyan en la aceptación y expresión de nuestra orientación sexual, sobre todo teniendo cuenta que vivimos en un mundo heteronormativo, cuando realmente somos un universo de diversidades, hasta las personas heterosexuales constituimos un mundo diverso.

Mi orientación sexual es:

Heterosexual

Homosexual

Bisexual

Asexual

Otra

IDENTIDAD DE SEXO/GÉNERO

Es la percepción propia e íntima de sentirse mujer u hombre. Para algunos autores, la identidad de género está constituida desde el primer año de vida y para otros desde los tres. Esta no se puede cambiar ni modificar. En muchas ocasiones nuestra identidad de sexo/género coincide con nuestro sexo, es decir: «yo soy sexo mujer y me siento mujer», a esto se le conoce con el término de cisgénero. En otros casos esto no ocurre: «soy sexo hombre y yo me siento mujer», es lo que se conoce como persona trans. Por lo tanto, existen mujeres trans y hombres trans.

Yo me siento:

Mujer

Hombre

Otra

No quiero dejar pasar este momento sin decirte que este libro es para ti, mujer, con o sin vulva —como ya lo mencioné, existen mujeres trans y son bienvenidas en este universo de conceptos y experiencias que estoy creando—, independientemente de tu orientación, tu género predominante o tu identidad de sexo/género. Deberíamos entender que somos mujeres diversas desde muchos aspectos y esto es realmente valioso. Para ti, hombre, si estás leyendo este libro, es una causalidad que lo hagas. Bienvenidas las diversidades y las diferencias que nos acercan y enriquecen.

Mi objetivo de ninguna manera es saturarte con términos y definiciones, simplemente quiero entregarte conceptos básicos para que tengas en cuenta.

Sólo nos falta uno, que para mí es la conexión entre lo técnico y lo personal, es la manera de llevarlo a nuestra vida y me refiero a la salud sexual, que como bien lo dice La Organización Mundial para la Salud, «es un estado de bienestar físico, mental y social relacionado con la sexualidad y no sólo ausencia de enfermedad, malestar o disfunción». Necesitamos un enfoque positivo de la sexualidad y para que podamos lograrla es indispensable respetar, proteger y garantizar los derechos sexuales, que a su vez hacen parte de los derechos humanos. Es esencial tener claro lo que es la sexualidad. Dicho esto, ¿cómo crees que está tu salud sexual en este momento?

¿ES NORMAL QUE…?

Viene a mi mente la frase de Morticia Addams: «La normalidad es una ilusión. Lo que es normal para una araña, es el caos para una mosca».

Al reflexionar sobre este tema es inevitable para mí mencionar a mi maestro, el psiquiatra y sexólogo mexicano Juan Luis Álvarez-Gayou, que en paz descanse, a quien agradezco tantas enseñanzas y el amor por la sexología. Por esto quiero dedicarle este segmento del libro, ya que casi todo lo que diré a continuación lo aprendí de él.

Es muy frecuente en mis consultas, o incluso en conversaciones cotidianas con amigos y conocidos, que me hagan preguntas tales como: «¿es normal que a mí me guste masturbarme?», «¿es normal que no me guste masturbarme?», «¿es normal que no quiera tener relaciones sexuales todos los días?», «¿es normal que primero necesite conectarme emocionalmente con una persona para luego poder tener sexo?», «¿es normal tener sexo casual?», y muchas más.

Estos comentarios e inquietudes no tienen una única respuesta. Primero tendríamos que hacernos esta pregunta: ¿normal para quién?, porque lo que puede ser normal para ti puede ser anormal para mí y viceversa. Ahora yo te pregunto a ti, ¿alguna vez en la vida te has preguntado si eres normal o anormal en algo y más en lo que a tu sexualidad se refiere? Si la respuesta es no, te felicito y aplaudo, esto es algo positivo. Si, por el contrario, tu respuesta fue un rotundo sí, no entres en pánico, para eso estamos juntas, y si sigues leyendo averiguarás lo que puedes hacer con «lo normal y anormal». Mientras tanto, toma una hoja y escribe en frases lo que te has preguntado o dicho sobre aquello normal o anormal en tu vida, en cualquier área de la sexualidad y regresa aquí.

Hablar de normalidad en temas relacionados con la sexualidad, y sobre todo, con nuestros comportamientos sexuales, es bastante frecuente y pareciera que son asuntos siameses. Considero que fuimos los seres humanos quienes nos encargamos de esto, ya que socialmente hemos aprendido, o mejor dicho hemos tragado entero, sin reflexionar acerca de que si algo es normal quiere decir que está bien, y por ende esa persona o acción está sana; muy por el contrario, si algo o alguien es anormal, quiere decir que eso está mal, y por lo tanto está enfermo.

Para dejar las cosas un poco más claras y reflexionar al respecto, según la RAE (Real Academia Española de la Lengua), hay varias definiciones de normal, por lo cual elegí tres de ellas: 1. «Que sirve de norma o regla». 2. «Dicho de una cosa: que se halla en su estado natural» y 3. «Dicho de una cosa: que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano».

Esto quiere decir que este término se vincula más con una norma o normativa. Teniendo esto claro hemos adaptado el término normal a la expresión y vivencia de la sexualidad, y no sólo al erotismo, sino también a otros aspectos de la sexualidad como las relaciones de pareja y la orientación sexual. Sin embargo, quiero aclarar que no hay que satanizar el término normal, ya que este se usa y sirve bastante en campos y ciencias como la medicina, para poder determinar, por ejemplo, la presión arterial, sabemos que cuando se sale del rango es necesario tratarla. Por el contrario, en sexualidad este término, más que ayudarnos o beneficiarnos, nos estorba, nos limita y con frecuencia hace que surja una emoción de culpa que impide que podamos elegir lo que deseamos para que de este modo podamos encajar en una norma.

Vamos por la vida viviendo nuestra sexualidad, a veces pretendiendo meter un gran círculo dentro de la pequeña caja cuadrada de lo que es normal, ocurre que hay oportunidades en las que podremos lograrlo, pero resulta que no es el punto o no es lo que realmente queremos; otras veces nos frustramos al no lograrlo y hasta nos sentimos «bichos raros» en la Tierra. ¿Te ha pasado? Por si todavía no te queda claro, quiero decirte que no, no eres extraterrestre ni un bicho de otra galaxia, todos tenemos la virtud y libertad de ser diferentes, te lo digo yo, que me considero orgullosamente atípica y en muchos casos fuera del molde. ¿Te imaginas que todos fuéramos iguales? ¡Qué terrible sería!, ya que como dice el dicho, «en la variedad está el placer». Y por último, recuerda: no hay una sola sexualidad, sino múltiples sexualidades, así que la caja realmente no existe, está en la mente y en la sociedad.

No quiere decir que porque no exista «una normalidad» en sexualidad, podemos hacer todo lo que queramos o deseamos, sin que nos importen los demás, como si no existieran leyes ni valores. El consentimiento del otro es fundamental para expresar y vivir nuestra sexualidad; una relación de pareja sin el consentimiento de uno de los dos deja de ser una relación de pareja para convertirse en coerción u obligación. Así que somos libres para actuar, tenemos la responsabilidad de no interferir con la libertad de otros ni pisotear sus derechos; lo que hagas en tu vida hazlo con respeto, con el consentimiento del otro. No olvides que cada país tiene sus leyes, y por más libre que seas, si las incumples tendrás consecuencias. Piensa antes de actuar. Si todos hiciéramos esto, el mundo actual sería diferente en muchos aspectos. También hay que saber que aunque no hay «una normalidad en sexualidad», puedes presentar alteraciones o dificultades en alguna o varias áreas de la sexualidad, lo que no te hace «anormal» ni significa que tengas una enfermedad; lo que puede estar sucediendo es que no está funcionando para ti y necesitas tomar acciones al respecto, eso se puede cambiar.

Por ahora sólo me queda decirte, y cito de forma textual a mi maestro, el doctor Álvarez-Gayou: «coge o agarra el término normal y bótalo a la basura».

Si escribiste en una hoja aquello en lo que te sientes o sentías normal o anormal, pues rómpela y arrójala a la basura a modo de ritual o quémala (pero por favor no provoques un incendio). Si no lo haces porque sencillamente no te nace y punto, está bien, haz lo que tú desees y lo que necesites al respecto, recuerda que eres libre de elegir, simplemente escucha y sigue tu intuición.

Yo por mi parte, quiero compartir contigo que también hay aspectos que me crean algún nivel de inquietud o conflicto. Dedicada al tema de la sexualidad humana, también ocurre que me lanzan preguntas o frases incómodas de las que quiero desprenderme; estas son las más frecuentes: «¿es normal que siendo sexóloga no te gusten todas las prácticas sexuales?» «¿Es normal que con los años que tienes no tengas pareja?», «tan bonita y sin novio, ¿es que eres muy exigente?», «¿es normal que siendo heterosexual defiendas los derechos de las personas en el colectivo LGBTIQ+?».

Para concluir, te diré que el término normal no está invitado a nuestro viaje porque lo hemos dejado de vacaciones permanentes, o aún mejor, en el exilio, y si por alguna razón aparece, tienes el poder de elegir qué hacer o no con él.

Te invito, más bien, a hacerte preguntas como: ¿cuáles son mis actitudes frente a mi propia sexualidad y a la sexualidad de los demás?, ¿qué tipo de cosas conectan o no para mí en lo relacionado con el erotismo, las prácticas sexuales, las relaciones interpersonales, los vínculos de pareja, mi ser mujer, entre otros?

Ha iniciado este viaje con rumbo a tu propia sexualidad, una experiencia que espero te lleve a conocerte. Estoy emocionada al saber que nos hemos embarcado juntas en esta aventura única y especial. Te invito a que estés dispuesta a descubrir tu camino, abrazarlo, vivirlo, respetarlo, valorarlo, y sobre todo, a disfrutar del proceso. Este es un viaje con la persona más importante de tu vida: tú.

EN ESTE VIAJE TODAS LLEVAMOS una maleta llena de historias, momentos, experiencias, personas, creencias y recuerdos. Algunas traen exceso de equipaje, otras se fueron desprendiendo de contenido en el camino, a otras les faltaron cosas por empacar o que añoran haber tenido y, también habrá algunas que sientan que cargan lo necesario; lo mismo ocurre con nuestra vida sexual, todas tenemos una historia sexual única aunque presente coincidencias.

Cada paso que damos en nuestra vida va encaminando nuestras propias creencias, así como la forma en la que vemos y vivimos nuestra sexualidad. Por lo tanto, en este viaje de descubrimiento, uno de los primeros destinos es el pasado, haciendo un recorrido por nuestra infancia, pasando por nuestra adolescencia y terminando en el lugar donde nos encontramos actualmente.

A propósito del pasado, quiero compartirte algunas de mis historias.

Cuando tenía cuatro años llegué a la casa después de haber pasado todo el día en la guardería y no podía parar de llorar. Lloraba tanto que hablar parecía imposible, y cuando modulaba alguna palabra mi mamá no podía entenderme. Una vez logré calmarme le dije: «mami, no voy a volver a la guardería». Ella abrió los ojos, me tomó la mano y me dijo: «no entiendo por qué me dices eso, si siempre has sido tan feliz allá». Tomé aire y le dije entre sollozos: «lo que pasó es que un niño compañero mío me alzó la falda del uniforme y me vio los calzones». Con mucha ternura y paciencia, e imagino que con risa, mi mamá me dijo: «hija, no hay nada de malo, son sólo calzones, puedes decirle que no lo haga. Igual hablaremos con la profesora, todo estará bien». Unos días después, a causa de mi insistencia y angustia, me compró shorts para que usara por debajo de la falda. Los shorts se volvieron mis amigos inseparables.

Quiero contarte que en mi infancia fui una niña muy dulce, tierna, tranquila, obediente, disciplinada y sensible; me encantaba jugar a ser mamá, también a ser profesora. Era muy regañona e intensa, o al menos eso decía mi hermano cinco años mayor. Fui más bien solitaria, poco amiguera, además, ¡pasé por tres colegios!, algo un poco traumático para mí, sí, tres son bastante. Lo peor, o quizás lo mejor de esta historia, es que esto ocurrió no porque fuera indisciplinada o por mala estudiante, sino porque el primer colegio no contaba con el ambiente o espacio apropiado para mí, no me sentía valorada o cuidada.

También te diré que desde esa época empecé a no querer mis pecas, odiaba ser tan blanca, mis compañeros me llamaban Fantasma, Blancox, o Fresita. Creía que ser tierna e ingenua era malo, aspectos que con el paso del tiempo fui evaluando y ahora, más de veinte años después, te puedo decir que amo mis pecas y ser blanca a pesar de tener que ser muy cuidadosa con el sol. Ahora me reconozco y valoro más con mis cualidades y mi forma de ser.

El segundo colegio por el que pasé no tenía un buen nivel académico en bachillerato y entre mis padres y yo decidimos que lo mejor era cambiar, y en el tercero sí pude cursar todo el bachillerato y graduarme después de un considerable esfuerzo. Recuerdo que mi mejor amiga en esa etapa bromeaba diciéndome: «Caro, es que tú eres muy nerd», y como me estresaba tanto, en los exámenes no me iba bien y a ella, que no estudiaba mucho, le iba mejor que a mí. Además, reconozco y te confieso que mi autoconfianza en la época de la adolescencia brillaba por su ausencia. En conclusión, aunque crecí y aprendí mucho en el colegio, preferiría no repetirlo, y si en un caso hipotético me ponen a escoger entre repetir la etapa del colegio o la de la facultad de medicina, no lo dudaría y regresaría a la universidad.

Esta es una pequeña parte de mi historia de vida, y por ende, de mi historia sexual. Como dato curioso, esa misma amiga que te comenté, hace un par de años me dijo: «Caro, si cuando nos graduamos del colegio me hubieran dicho que una de nosotras sería sexóloga, tú hubieras sido una de mis últimas opciones, porque te veía muy tranquila y mojigata».

Este será un capítulo de poca teoría y mucha historia personal. Por esto, ten un lápiz a la mano, para que si lo deseas, vayas respondiendo las preguntas. Sigue tu intuición y necesidades, es importante que este recorrido sea individual, que no generalicemos.

¿Estás lista para descubrir cómo está tu maleta sexual?

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