El psicoanalista, el teatro de los sueños y el enactment en la práctica clínica - R. M. S. Cassorla - E-Book

El psicoanalista, el teatro de los sueños y el enactment en la práctica clínica E-Book

R. M. S. Cassorla

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Beschreibung

«Este libro ofrece una comprensión profunda de la naturaleza del proceso psicoanalítico al examinar el enactment, en la clínica y la teoría. Inspirándose tanto en Bion como en la teoría del campo de Baranger, R. M. S. Cassorla propone una original visión de cómo se manifiesta el enactment en el encuentro clínico. Su idea de "sueños-de-a-dos" destaca la riqueza y complejidad de la relación entre paciente y analista. El fracaso de este proceso aparece en forma de puestas en escena, como un estado mental de "no-sueños-de-a-dos" en el que el analista falla temporalmente en buscar verdades que son personales para ambos participantes. Las ideas de Cassorla son profundas, originales y clínicamente útiles, acompañadas de una gran sensibilidad en su exploración de los diferentes tipos de representaciones» (Dra. Catalina Bronstein, psicoanalista didacta y supervisora de la British Psychoanalytical Society; profesora invitada, University College London y presidente de la British Psychoanalytical Society).   «En el corazón del pensamiento psicoanalítico contemporáneo subyace el problema de la acción: sus significados y manejo en la sesión, sus desafíos y oportunidades para la cura. Este libro, que proviene de una de las más innovadoras y creativas voces de la escena analítica contemporánea, ofrece a los lectores una exploración profunda e inteligente, y profusamente ilustrada, acerca de las vicisitudes de la acción en el proceso psicoanalítico. El propósito de este trabajo es la transformación del hecho sensorial impersonal en una experiencia personal psíquicamente significativa. En sus formulaciones innovadoras en la frontera del pensamiento y la práctica analíticos contemporáneos, este libro será de vital interés y beneficio inmediato para los psicoanalistas clínicos de todas las escuelas y niveles de experiencia» (Howard B. Levine, MD, coeditor de  Unrepresented States and the Construction of Meaning,  The WR Bion Tradition, Bion in Brazil y André Green Revisited: Representation and the Work of the Negative).

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R. M. S. Cassorla

EL PSICOANALISTA,EL TEATRO DE LOS SUEÑOSY EL ENACTMENT EN LA PRÁCTICA CLÍNICA

Primera edición

«Un libro notable, en el que R. M. S. Cassorla muestra su innovadora manera de conceptualizar y explorar sus diferentes presentaciones, tanto crónicas como agudas, y trabajar en la sesión con el fascinante pero elusivo fenómeno de la actuación. Cassorla establece, por un lado, un diálogo rico y vivo, con los muchos autores que desarrollaron preocupaciones similares acerca de lo que sucede en la relación analítica, y por el otro un diálogo con pacientes y colegas con quienes pudo penetrar en la intimidad de la delicado proceso de enactment, lo cual es un constante desafío para nuestro trabajo analítico. Leer este libro es una experiencia gratificante tanto para principiantes como para analistas experimentados, y lo recomiendo enfáticamente».

― Claudio Eizirik, ex Presidente de IPA y Profesor Emérito de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, Brasil.

 

 

«Ese libro refuerza el estatus de R. M. S. Cassorla como uno de los principales psicoanalistas de América del Sur. Está a la vanguardia de los analistas contemporáneos que han elaborado creativamente las teorías de Freud y de Bion sobre los sueños y el talento de Cassorla como pensador sofisticado y clínico está a la vista en este maravilloso libro. Su foco en el necesario sueño intersubjetivo entre analista y paciente y la manera en que el tratamiento puede estancarse por una falla en ese sueño compartido cobra vida de manera brillante en las páginas de este libro.»

― Lawrence J. Brown, autor de Intersubjective Processes and the Unconscious: An Integration of Freudian, Kleinian and Bionian Perspectives

 

 

«R. S. M. Cassorla funda el psicoanálisis sobre la verdad de que psicoanalista y paciente se encuentran en un medio compartido. Casi todos los psicoanalistas clínicos se basan en la presunción de que psicoanalista y paciente son dos individuos aislados que se conectan entre sí. Cassorla aprovecha este mito y así la primera oración de su libro es: “El psicoanálisis es una cosa de dos”. Esta piedra fundacional que se encuentra en el corazón de su pensamiento altera radicalmente el compromiso entre analista y paciente. Este libro por lo tanto abre una nueva perspectiva para el psicoanálisis».

― Neville Symington, autor de The Psychology of the Person, Narcissism: A New Theory,The Analytic Experience, y co-autor de The Clinical Thinking of Wilfred Bion

 

 

«El psicoanalista, el teatro de los sueños y la clínica del enactment nos ofrece una conjunto de trabajos coherentes y estimulantes. La capacidad para estimular deriva de una fuerte presencia de la clínica psicoanalítica y, como lectores, de la posibilidad de tomar contacto con las experiencias emocionales que ella produce en la dupla psicoanalítica, así como la habilidad de Roosevelt Cassorla para transmitir los procesos afectivos y de pensamiento que lo desafían en su práctica y lo llevan a... crear. La cualidad creativa de la práctica clínica y teórica del autor contribuye a hacer todavía más movilizadores estos textos, que han sido revisados y publicados como capítulos de este libro. La coherencia, a su vez, se deriva en parte de la formación académica del autor y de su inserción en la vida universitaria. Sin embargo, destacamos el trabajo de Cassorla como un ejemplo muy exitoso de investigación clínica psicoanalítica. O sea, no se trata de una consistencia según moldes académicos proyectados sobre el psicoanálisis, sino de una auténtica investigación clínica que adopta el método de investigación psicoanalítico para descubrir fenómenos, proponer conceptos y hacerlos operar. Los descubrimientos clínicos y las invenciones teóricas se entrelazan, despliegan y expanden, generando un área de investigación bien delimitada y siempre abierta a nuevas posibilidades. Cuando hablamos de investigación y expansión del conocimiento, implícitamente estamos hablando de fronteras. Y este libro se trata, por cierto, de una importante contribución brasileña para expandir las fronteras del psicoanálisis a nivel internacional.»

― Luís Cláudio Figueiredo, psicoanalista y profesor de la Pontificia Universidad Católica de San Pablo y la Universidad de San Pablo

Índice

CubiertaPortadaPresentación a la edición argentina, por Ricardo SpectorPrefacio, por Elias Mallet da Rocha BarrosIntroducciónCapítulo 1. Campo analítico y sueños-de-a-dosCapítulo 2. Soñando sueños no soñadosCapítulo 3. El teatro de los sueñosCapítulo 4. El no-sueño y el enactmentCapítulo 5. Simbolizar el trauma: el enactment agudoCapítulo 6. Del baluarte al enactment: modelos intersubjetivosCapítulo 7. El enactment y la función alfa implícita en el análisis de las configuraciones borderlineCapítulo 8. Soñar objetos bizarros y traumas tempranos: el continuum sueño <–> no-sueñoCapítulo 9. Qué sucede antes y después del enactment agudo: validación de hechos clínicosCapítulo 10. Cuando el analista se vuelve estúpido: entre Narciso y EdipoCapítulo 11. Edipo, Tiresias y la Esfinge: del no-sueño a las transformaciones en el sueñoCapítulo 12. Sueño sin sombras y sombras no soñadas: reflexiones sobre la experiencia emocionalReferencias bibliográficasSobre este libroSobre el autorCréditos

Presentación a la edición argentinapor Ricardo Spector

El autor ha conseguido en este libro echar nueva luz sobre algunas de las cuestiones más interesantes del psicoanálisis actual: ¿Cuál es la relación entre lo que hacemos (acción, agieren) en sesión y lo que creemos que hacemos? A esto se suma ¿Qué creemos que deberíamos hacer? Y también, ¿Qué decimos que hacemos al comentar o publicar material clínico en nuestras instituciones?

No es este el objetivo explícito de R. Cassorla. Él hace un estudio exhaustivo de otro aspecto central de nuestra práctica, el enactment: ¿cómo obtener algún grado de objetivación de aquello que ocurre “entre” analista y paciente y que de modo hipercondensado se ha dado en llamar desde Freud comunicación de inconsciente a inconsciente?

Cada lector encontrará sus propias resonancias ante la lectura, pero seguramente no será sin impacto en su pensamiento clínico y su práctica.

Antes de avanzar en el comentario de los diferentes capítulos, me parece conveniente hacer algunas aclaraciones o advertencias. Cassorla utiliza en el texto muchos conceptos bionianos, también algunas notaciones peculiares a este autor, como Función α o la particular manera en que utiliza Bion el término ‘sueño’. El lector no familiarizado con estas notaciones puede verse algo desconcertado al principio, pero sin duda, si persiste en la lectura, irá familiarizándose de a poco.

Un dato no menor es que el autor, a mi juicio, no se sentiría identificado con la calificación de bioniano. Se trata de alguien que ha incorporado con tanta intensidad las ideas de Bion que ya son completamente propias y eso le permite, con naturalidad, realizar paralelos (no superposiciones), con conceptos que tienen equivalencias con términos usados en las más variadas teorías psicoanalíticas, de las que se demuestra ser profundo conocedor.

Ya en la Introducción, aparece una idea directriz del texto: El psicoanálisis es “cosa de dos”. El analista se involucra emocionalmente (obviamente no de manera simétrica, pero tampoco tan asimétrica) en los encuentros y desencuentros con su paciente. Ya no se trata de “el analista analiza al paciente”. El analista con mayor autoconocimiento de sus propias singularidades está más protegido de realizar actuaciones contratransferenciales, pero de ninguna manera exento de hacerlas.

Otro eje es la importancia central otorgada a las experiencias emocionales, que están en la base del pensar, y que son inasibles para la escritura científica y dan cuenta de la dimensión artística o artesanal que tiene nuestro quehacer. Pero las experiencias emocionales solo adquieren significado si logran ser representadas, y es aquí donde entra en juego de modo fundamental la simbolización. La simbolización será ampliamente relacionada con la Función α dado que este uso del concepto bioniano le permite al autor una mejor articulación con lo “soñado y lo no soñado”. Como expresé más arriba, Cassorla utiliza a Bion para hacer construcciones hipotéticas que permitan dar cierto orden a los hechos clínicos, pero en absoluto como teorías totalizadoras. Valga como ejemplo esta breve cita: “diferencio la experiencia analítica de las diversas teorías que, a la vez, facilitan y dificultan el contacto con la experiencia emocional”. Resalto el facilitan y dificultan porque muestra el modo en que el autor razona en este libro, siempre mirando ambas caras de la moneda de los fenómenos que explora y trasmite. Que las teorías facilitan y dificultan está en la línea del aserto, en general no bien comprendido, de Bion acerca de sin memoria y sin deseo. Depende de la zona del psiquismo del analista en sesión en que se ubiquen predominará uno u otro efecto, habiendo un continuum de posibilidades.

El material clínico está presente en forma copiosa. Cassorla se ocupa de mostrarnos que conoce muy bien las dificultades implicadas en la publicación de material, dado que entre lo que ocurre en la sesión y la publicación existen una serie de transformaciones que dependen de lo que percibe el analista, de los interlocutores a los que se dirija y del grado de deformación implicado en el hecho de que el material sea usado para “demostrar” teorías preexistentes. Es por ser consciente y explicitar estas prevenciones que el material clínico incluido en el libro resulta sumamente enriquecedor. Nos muestra un área de la experiencia, la que él está explorando, el enactment agudo y crónico, pero no por eso pretende dar cuenta de la totalidad de la experiencia en juego.

Se trata de la oscilación sueño (relación triangular) no-sueño (relación dual). En la medida en que predomine la identificación dual entre autor y lector, así como entre analista y paciente, no habrá desarrollo y, cuando se alcanza la triangularidad edípica, se hace posible que los “sueños” de dos personas diferentes generen un tercer “sueño”. Siguiendo en esto a Bion, hace notar que ambas situaciones son necesarias e inevitables, y es la oscilación entre ambas lo que se da en un vínculo emocionalmente significativo.

Retoma textos ya publicados en los que ha ido trabajando desde hace muchos años, otorgándoles una coherencia explicativa que va conduciendo al lector a ir avanzando en la profundidad de los fenómenos que explora. Probablemente mejor que la metáfora de la profundidad es la del microscopio, que siempre en la superficie permite ir generando cada vez mayor aumento y así iluminando lo que está explorando de manera más clara. Va retomando temas tratados en capítulos previos pero ofreciendo cada vez nuevos vértices de observación.

Comienza presentando los instrumentos teóricos de los que se va a servir: campo analítico descripto por Willy y Made Baranger, transferencia e identificación proyectiva entendida al modo de Klein y Betty Joseph como situaciones totales, función α y reverie como las describe Bion. Apunta a proponer la idea de sueños-de-a-dos, que será guía a lo largo del texto. Introduce el enactment crónico como una colusión generada como un no-sueño-de-a-dos. El enactment es algo diferente de lo que suele considerarse acting out, ya que este último se entiende como producto del paciente y el analista lo observa mientras que el enactment lo es del dúo analista-paciente. El analista observa y participa emocionalmente al mismo tiempo.

La simbolización o capacidad para soñar creando significados implica la creación de nuevos “personajes”, estos son producto de la fecundación de aspectos del analista y del paciente. Recordando que estos “personajes” no son necesariamente personas, y pueden ser, por ejemplo, un síntoma, una carta, un viaje, un ideal, una relación, una institución, etcétera, que pueden ser creaciones “terceras” del dúo paciente <–> analista.

Cuando está perturbada la capacidad para soñar, pero aún es posible comunicar mediante acciones y comportamientos, estamos ante el enactment. Estas acciones y comportamientos involucran tanto a paciente como a analista, y al mismo tiempo ocultan y revelan aspectos inconscientes (una vez más, las dos caras de la moneda).

Enfoca de manera rigurosa, relacionándola con sus hipótesis centrales, las características de los pacientes borderline y la mayor tendencia a los enactments que generan. También relaciona los enactments crónicos con el concepto de baluarte desarrollado por los Baranger.

El hecho de presentar discusiones clínicas rigurosas enriquece y da consistencia a las hipótesis de Cassorla.

En apretada síntesis, que el lector podrá consolidar al expandir la lectura, el autor se basa en que el trauma básico implícito en el pasaje de la relación dual a la triangular se pone en juego en forma intensa en todo análisis. Eso le permite concluir que es inevitable que se generen situaciones duales en el vínculo analítico, de mayor o menor intensidad y duración. Estos momentos simbióticos, en que analista y paciente generan identificaciones proyectivas masivas, que implican cierto grado de indiscriminación, son llamados enactments crónicos. En ellos, predomina la colusión entre ambos a fin, entre otras funciones que tiene, de evitar una emergencia prematura e inmanejable del trauma básico. Lo ejemplifica con una situación en la que el analista se dio cuenta a posteriori que lo que él creía que había sido una muestra de mucha paciencia para con su analizada y sus actitudes violentas hacia él, era en realidad una colusión sadomasoquista con ella. En un momento dado, ante las agresiones de ella él dio un fuerte golpe en el apoyabrazos de su sillón y levantó mucho el tono de su voz. Sorprendido por su reacción (enactment agudo), y ante la evolución positiva del tratamiento luego de ese episodio, concluyó que el período de supuesta paciencia para con sus agresiones había sido una etapa necesaria para que, pese a la aparente inmovilidad del análisis (aparente no proceso, o no-sueño), en otras áreas de la mente se estuviera generando la necesaria confianza para que el trauma implicado en el reconocimiento de que se trata de dos personas diferentes (por lo tanto tres, 1+1=3) pudiera ser finalmente expresado y “soñado”.

En los análisis se da una oscilación entre enactments crónicos y enactments agudos, habiendo todo un gradiente, y teniendo en claro que otras áreas de la mente están funcionando paralelamente. Los conceptos bionianos de parte neurótica y parte psicótica de la personalidad son aquí retomados fecundamente.

El interés por los relatos clínicos se acrecienta por el comentario que el autor hace de materiales clínicos publicados por psicoanalistas de diversas regiones y de diversas orientaciones teóricas. Propone entender lo ocurrido en esos casos con los parámetros utilizados aquí: oscilaciones entre enactments agudos y crónicos.

En el psicoanálisis actual, cualquiera sea la corriente teórica de que se trate, está en juego el trabajo teórico y clínico con lo que, para usar un lenguaje compartido, es lo no-simbolizado.

Este libro es una lúcida mirada sobre este tema, que incluye, de manera significativa, también lo no simbolizado por el analista, y los modos en que esto interviene en el desarrollo de los análisis.

Como comenté al comienzo, la lectura de este libro no deja al analista clínico igual que como era antes de leerlo.

PrefacioPor Elias Mallet da Rocha Barros

Cuando Roosevelt Cassorla me invitó a escribir el prefacio de este libro, me honró la deferencia y, cuando pienso en Cassorla, surgen una multiplicidad de ángulos desde los cuales podría hablar de él a modo de introducción. ¡Podría hablar del fiel amigo con el que intercambio ideas desde hace 28 años! Podía comentar sus obras, su trayectoria académica o las mil historias que escuché de él sobre su vida, o comentar las memorables cenas que tuvimos con todo el grupo de Campinas en mi casa.

Como no sé qué ángulo privilegiar, hablaré un poco sobre cada uno de estos aspectos. Durante unos 15 años, en mi casa de campo en las afueras de Campinas recibí un grupo que se reunía una vez al mes para tratar temas de psicoanálisis. Este grupo de personas muy interesadas, competentes y sensibles es inolvidable y fue una gran fuente de placer para mí. Fue Cassorla quien propuso que empezáramos estas reuniones. Yo acababa de llegar de una estancia de 13 años en Europa, 10 en Inglaterra, donde mi esposa Elizabeth y yo hicimos nuestra formación psicoanalítica. Para mí esta invitación fue una de las mejores maneras de darnos (a mi esposa y a mí) la bienvenida, así como una muestra de confianza en mi capacidad al pensamiento psicoanalítico del grupo de Campinas. Esto sucedió hace muchos años, en una época en la que ciertos círculos psicoanalíticos aún mantenían cierta hostilidad hacia las personas recién llegadas de lugares considerados centros colonizadores, en este caso Inglaterra. En este contexto, la invitación de Cassorla fue más que bienvenida, también fue un acto de valentía. Esta valentía caracteriza toda la obra de Cassorla, especialmente en lo que se refiere a sus obras de los últimos años dedicadas a un tema espinoso, ese “enactment” que trata de desentrañar y profundizar con su comprensión y exposición.

Enactment es un término más amplio, aunque con cierto parecido a puesta en escena o acting-out. Durante mi estadía en Londres, asistí a un seminario del profesor Joseph Sandler sobre “Enactment y/o Acting out” y, en broma, definió estos conceptos como que comprendían todo lo que el paciente hacía y que al analista no le gustaba, y que también se aplicaba al analista, cuando este hacía cosas que la Asociación Psicoanalítica Internacional (API, IPA en inglés) criticaría (Joseph Sandler era presidente de la IPA en ese momento). Claro que era una broma, pero contenía la advertencia de que estábamos pisando un campo minado y trabajando con un concepto límite de lo que podría considerarse una violación ética de las fronteras. De ahí la necesidad de cierto coraje para profundizar en su estudio. Cassorla lo hace con maestría y sensibilidad. Estas cualidades se manifiestan enseguida, en el mismo título de sus artículos, títulos a menudo provocadores e instigadores y que, por lo tanto, invitan a la lectura y a la reflexión. Recordemos algunos de estos trabajos: “Reflexiones sobre el no-sueño-de-a-dos, el enactment y la función alfa implícita del analista”; “Cuando el analista se vuelve estúpido: un intento de comprender el enactment utilizando la teoría del pensamiento de Bion”; “Del bastión al enactment: el no-sueño en el teatro del análisis”; “Lo que sucede antes y después del enactment agudo…”, etcétera.

Quizás lo que mejor caracteriza al psicoanálisis contemporáneo, en contraposición a lo que inicialmente proponía, es un enfoque en los procesos intersubjetivos y, como resultado de este enfoque, una forma de interpretar que incorpora la escucha analítica y el proceso posterior que tuvo lugar en nuestras mentes como una función de este tipo particular de enfoque. En esta caracterización del psicoanálisis es claro que ya no podemos ignorar el impacto que el paciente tiene sobre el analista, y el analista en el paciente como resultado directo de su método. Cassorla investiga estos procesos y las formas en que se manifiestan y, en el transcurso de su abordaje, acuñó conceptos que llegaron para quedarse porque son instrumentos de comprensión muy esclarecedores de cómo operan los procesos mentales del binomio analista-paciente. Entre estos conceptos podemos mencionar “enactment crónico”, “enactment agudo” y “no-sueño-de-a-dos”. Cassorla hoy es un autor de conceptos que forman parte del bagaje de la cultura internacional del psicoanálisis.

En este libro veremos un conjunto de reflexiones ilustradas con abundante material clínico sobre esta compleja interacción e impacto mutuo que se da en una relación analítica y que exige reflexiones profundas, dadas sus amplias implicaciones. La forma en que el paciente se relaciona con nosotros desde su presencia y luego desde su habla tiene un efecto sobre nosotros, ya sea en forma de sentimientos experimentados, pensamientos evocados, sensaciones corporales, deseos que toman forma, estados de ánimo que se imponen, a veces placenteros, otras muy desagradables, y sugiere que hay un fenómeno peculiar en proceso. Al ser el psicoanálisis una forma única de relación, no puede dejar de preguntarse qué hacer con estas experiencias. ¿Ignorarlas? ¿Considerarlas el resultado de idiosincrasias personales? ¿Considerarlas manifestaciones neuróticas y descartarlas? ¿Buscar entenderlas como formas de comunicación operadas por un intenso tráfico de identificaciones proyectivas que nos dicen algo sobre el paciente y parte del contexto relacional vivido? ¿Cómo procesarlas? ¿Debemos convertirnos en observadores atentos de lo que sucede en nuestro mundo interno y tratar de poner en palabras los sentimientos que despierta en nosotros la presencia del paciente?

Pierre Fédida (1991), reflexionando sobre la apropiación francesa del concepto de contratransferencia y preocupado por la posibilidad de transformar el psicoanálisis en una psicología de la comunicación y/o de las relaciones interpersonales, advierte sobre la necesidad de construir una metapsicología de la contratransferencia. En este caso, este modelo tendría la metapsicología del sueño y, sobre todo, la lógica que articula el trabajo onírico. El objeto de su crítica al hacer esta reflexión fue la descripción de los fenómenos contratransferenciales en términos limitados a procesos comunicativos en curso asociados, en la mayoría de los casos, solo a pensamientos latentes ocultos, dejando en un segundo plano el problema de los escenarios inconscientes que estaban siendo actuados en la relación con el analista. Como resultado de un abordaje cada vez más abarcativo de los procesos contratransferenciales, comenzamos a buscar desentrañar los fenómenos intersubjetivos presentes en la sesión analítica.

René Roussillon, en varias intervenciones en el último congreso de la IPA, subrayó que el psicoanálisis moderno está más centrado en comprender procesos psíquicos complejos y, basado en estos, elaborar conceptos metapsicológicos que nos permitan comprender mejor la práctica clínica actual.

Roosevelt Cassorla, al estudiar el enactment, inserta este concepto en el marco de preocupaciones antes mencionado. El enactment no se limita a un acto o a una respuesta, sino que se refiere a un proceso complejo y muchas veces largo que se manifiesta clínicamente, pero también constituye un concepto metapsicológico.

Las ideas de Cassorla fueron profundamente discutidas por el Comité de Investigación Clínica de la IPA, en un Informe presentado en el Congreso de México en 2011. Su autor, Donald Moss (2011), escribe:

“(…) Cassorla nos ofrece su visión. La visión es profunda y elaborada, una mezcla densa de dimensiones de desarrollo, estructurales y clínicas. La visión es, en mi opinión, bastante hermosa, que recuerda, creo, el tipo de belleza disponible en algunas pinturas del Renacimiento: la iconografía y el dominio técnico se combinan para producir una imagen de extraordinaria fuerza narrativa y convicción. (…) Cassorla genera brillantemente una molécula clínico-conceptual mediante la cual puede preguntar y responder simultáneamente a un conjunto de preguntas planteadas a modo de un momento de sorpresa clínica”.1

Cassorla ha recibido varios premios por sus investigaciones. Entre ellos, el Premio Parthenope Bion Talamo (Boston, 2009) y el Premio IPA a la Mejor Investigación sobre Simbolización (Praga, 2013).

Como profesor, Cassorla no limitó su aporte a las Sociedades de Psicoanálisis y, desde temprana edad, desarrolló una fructífera carrera académica. Se convirtió en Profesor Titular de la Universidad Estadual de Campinas, donde implementó el trabajo con la comunidad y el Posgrado “strictu sensu” en Salud Mental. También fue Profesor Titular de la Pontificia Universidad Católica de Campinas y ha colaborado como Asesor en la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul, en la Universidad de São Paulo y en la Universidad de Uberaba.

Concluyo diciendo que la lectura de este libro no solo nos enseñará mucho, sino que también nos dará un gran placer como resultado del estilo ameno y profundo del profesor Roosevelt Cassorla.

Buena lectura.

1. (Nota de Trad.: en el original traducida del inglés): “(…) Cassorla offers us his vision. The vision is deep and elaborate, a thick mix of developmental, structural, and clinical dimensions. The vision is, in my view, quite beautiful, reminiscent, I think, of the kind of beauty available in some Renaissance paintings–iconography and technical mastery combining to produce a picture of extraordinary narrative force and conviction. (…) Cassorla brilliantly generates a clinical/conceptual molecule by which he can simultaneously ask and answer a set of questions posed by way of a moment of clinical surprise”.

CAPÍTULO 1 Campo analítico y sueños-de-a-dos

El psicoanálisis tiene lugar entre dos personas. El paciente busca revelarse en su subjetividad al analista, aunque esto pueda ser difícil. El analista, a su vez, participa en el proceso analítico acogiendo e interpretando lo que el paciente revela y/u oculta. Se discute si el analista se dedica a comprender objetivamente el funcionamiento mental de su paciente, o si vive, subjetivamente, experiencias emocionales que surgen en el encuentro. Es decir, en qué medida el analista será objetivo o subjetivo. Encontramos dos extremos hipotéticos: en el primero tenemos un ideal de analista objetivo, que no se involucra con su paciente, que observa el material desde afuera, como un frío científico en el laboratorio. En el otro extremo, el analista que renuncia a toda objetividad y se centra en lo que siente, creyendo que ese sentimiento es el único instrumento fiable para su actividad.

Para el psicoanálisis, el paradigma objetivo <–> subjetivo es limitante. El analista y el paciente se involucran emocionalmente el uno con el otro y esta turbulencia es parte de las relaciones humanas. Es importante que el analista pueda dejarse llevar por lo que sucede en el campo analítico, al mismo tiempo que observa atentamente los hechos en los que participa. Por lo tanto, el analista busca objetivar por sí mismo lo que experimenta subjetivamente.

Consideramos campo analítico (Baranger & Baranger, 1961-1962) al espacio-tiempo en el que se desarrolla el proceso analítico. Ambos miembros del dúo analítico se influyen mutuamente y nada le sucede a uno de ellos que no afecte al otro. Estos hechos se relacionan con la idea de transferencia como situación total. Klein (1952) afirma que para “[…] desentrañar los detalles de la transferencia, es esencial pensar en términos de situaciones totales transferidas del pasado al presente, así como en términos de emociones, defensas y relaciones de objeto” (p. 78, énfasis añadido). Betty Joseph (1985) postula que la situación total es “[…] todo lo que el paciente aporta a la relación” (p. 163). Ella nos dice que esto se puede comprobar enfocando nuestra atención en lo que está pasando dentro de la relación, entendiendo “[...] cómo nuestros pacientes actúan sobre nosotros para que sintamos cosas por las más variadas razones; cómo tratan de atraernos a sus sistemas defensivos; cómo inconscientemente actúan [act out] con nosotros en la transferencia, tratando de que nosotros actuemos [act out] con ellos; cómo transmiten aspectos de su mundo interior, desarrollados desde la infancia, elaborados en la niñez y la vida adulta, experiencias muchas veces más allá del uso de las palabras, que a menudo solo podemos aprehender a través de sentimientos provocados en nosotros a través de nuestra contratransferencia, utilizada en el sentido amplio de la palabra” (p. 163).

Esta autora llama nuestra atención, en detalle, sobre lo que inconscientemente hacen los pacientes con el analista. Es evidente que el analista solo podrá captar experiencias, o aprehenderlas a través de los sentimientos, si estos aspectos pueden ser pensados por el analista. Uso aquí el término pensar como la transformación de estas experiencias, por parte del profesional, en algo simbólico, es decir, que tiene una cualidad psíquica. Y el primer paso del pensamiento será soñar estas experiencias.

En este momento nos encontramos con lo que Bion (1962b, 1992) llama trabajo del sueño alfa o simplemente función alfa, una hipotética función mental que transforma elementos en bruto (aquellos que no han adquirido calidad psíquica), llamados elementos beta, en elementos alfa. Los elementos beta no pueden conectarse, vincularse entre sí y, por lo tanto, no pueden usarse para soñar, pensar, recordar. Lo contrario ocurre con los elementos alfa, que ya tienen una cualidad psíquica y constituyen la materia prima de los sueños. La unión de elementos alfa constituye una barrera de contacto, es decir, una barrera que separa y, al mismo tiempo, comunica lo consciente con lo inconsciente.

Soñar tiene lugar tanto cuando dormimos como en la vida inconsciente de vigilia. La idea ampliada de sueño incluye sueños diurnos y nocturnos, hechos de la categoría C de la Tabla (Bion, 1977). En el caso de los sueños que ocurren durante el sueño, podemos tener cierto acceso a su contenido latente, desde la comprensión del contenido manifiesto que continúa con asociaciones, imágenes atraídas o en secuencia al relato del sueño nocturno. Es decir, el sueño se sigue soñando cuando uno está despierto. En relación con el sueño o pensamiento inconsciente de vigilia, su contenido latente trata de manifestarse a través de ensoñaciones, imágenes visuales que transitan por la mente del soñador despierto, especialmente si permanece en un estado de suspensión del deseo y de la memoria. El concepto de identificación proyectiva ayuda a comprender lo que sucede en el campo analítico. El paciente, en la fantasía, coloca partes del self, objetos y sus relaciones, dentro del analista, quien es visto de manera deformada, como si contuviera aspectos del paciente. Sin embargo, si estas identificaciones proyectivas son patológicas y masivas, actúan más allá de la fantasía, invaden al receptor y pueden controlarlo desde adentro. El analista es reclutado para ser parte del paciente y obligado a actuar los aspectos proyectados.

En el modelo continente-contenido de Bion (Bion, 1962b) se amplía la comprensión de estos hechos. Si la función alfa está deteriorada y el continente no es capaz de transformar las percepciones externas e internas en algo que se pueda pensar, estamos ante configuraciones disfuncionales en las que el dúo analítico no puede soñar y pensar en forma adecuada. Como resultado, hay situaciones de esterilidad o rigidez de pensamiento que pueden denominarse no-sueños, materia prima de lo que más adelante se denominará enactment. Los no-sueños están constituidos por configuraciones que se comportan como elementos beta que buscan descarga. El no, calificativo, indica que es un sueño potencial que no ocurrió, pero que podría ser soñado si encuentra una mente continente, soñadora, pensante. La dificultad para soñar y pensar ocurre en lo que Bion (1957, 1962a) llama la parte psicótica de la mente. Se extiende a áreas traumatizadas arcaicas y áreas no representadas (Cassorla, 2009a, 2014a), que pueden superponerse, de alguna manera, al inconsciente no reprimido de la segunda tópica freudiana (Freud, 1923; Bollas, 1992; Sapisochin, 2007).

Los elementos alfa constituyen el primer nivel de significado, un esbozo de pensamiento en imágenes, que al unirse constituyen el pensamiento inicial. Los símbolos visuales buscan símbolos verbales. Cuando hay un sueño, es porque esta simbolización ya está teniendo lugar.

Recordemos que los símbolos son elementos que nos permiten enfrentar la realidad en su ausencia y se caracterizan por la capacidad de vincularse, de articularse en redes, en tramas simbólicas, cuyas conexiones amplían la capacidad de pensar. Por ejemplo, una palabra escuchada en un idioma extranjero, al no tener significado, no puede entrar en ninguna red simbólica. No se produce ningún pensamiento. Sucederá lo contrario si conocemos su traducción a nuestra lengua, su palabra-símbolo, que atraerá otros símbolos y entrará en la trama simbólica. Otro ejemplo: en este texto, la palabra alfa no sería más que una letra griega, sin sentido, a menos que conecte con la trama simbólica sobre la teoría del pensamiento de Bion. También es necesario recordar que estas redes simbólicas no representan el pensamiento, son pensamientos y su capacidad de conexión crea nuevas posibilidades, nuevos pensamientos.

La deficiencia de la función alfa hará que los símbolos pierdan sus funciones. Las redes simbólicas no están debidamente formadas, se deshacen o se produce un estancamiento en el que las supuestas ideas se vuelven rígidas. Este último hecho ocurriría, por ejemplo, si se utilizara el término función alfa no como hipótesis para ampliar la capacidad de pensar sino como creencia irrefutable, inquebrantable, certeza final. En ese caso, serviría para no pensar y, cuando apareciera en la mente, sería parte de un no-sueño. El paciente externaliza, en el campo analítico, estos aspectos no simbolizados a través de afectos, sonidos, actos impensados, creencias, síntomas y vacíos, descargas que pueden invadir al analista a través de identificaciones proyectivas masivas que estimulan su sentimiento más que su audición. Son no-sueños que potencialmente podrían ser transformados en sueños por un analista con función alfa disponible.

La situación descrita anteriormente, en la que el término función alfa se convierte en creencia, transformándose en alucinosis (Bion, 1965) y dejando de ser un símbolo utilizable, un pensamiento, demuestra lo que se denomina la inversión de la función alfa (Bion, 1963), destrucción de la formación simbólica. Lo que antes servía como pensamiento se convierte en algo sin esta capacidad, que funciona de manera similar a los elementos beta.

Así, forman parte del no-sueño tanto los elementos que nunca adquirieron pensabilidad como aquellos producto de la inversión de la función alfa y que se manifiestan como somatizaciones, síntomas, actings, creencias, delirios y alucinaciones y cualquier otra forma de no-pensamiento. Caper (1997) diferencia entre una función alfa sintética, que se ocupa de estados no mentales (sensaciones y percepciones brutas) y una función alfa analítica, que se ocupa de estados mentales insoportables, es decir, delirios, alucinaciones, objetos extraños, odio moralista, etcétera, productos de la inversión de la función alfa, o de una hipotética función anti-alfa (Sandler, 1997).

El proceso onírico implica un trabajo de elaboración de experiencias emocionales que buscan la expresión a través de imágenes, es decir, la figurabilidad. La migración a la figurabilidad (Freud, 1900) se produce en una atmósfera afectiva que inconscientemente determina el sueño, y produce imágenes que captan y expresan las formas iniciales de constituir el sentido de estas experiencias, en una especie de metabolización de la vida emocional (Barros, 2000). Con este autor, llamamos pictograma afectivo a la primera forma de representación mental de las experiencias emocionales que constituye el inicio del pensamiento onírico. Podemos decir que la función alfa pictografía experiencias sin significación. El pictograma afectivo contiene potencialmente, en el proceso de su constitución y en la figuración misma, significaciones ocultas y ausentes que presionan a la mente a expandir sus instrumentos de representación.

El analista está llamado a responder a esta presión con su mente, a jugar con los elementos de la imaginería puestos en escena. A riesgo de quedar atrapado en esta presión, su función será tratar de desentrañarla, mostrando y creando significados, hacia nuevas formas de representación, principalmente a través de las palabras, símbolos por excelencia. Al principio, o incluso después, es posible que tampoco las encuentre, y la escena seguirá en busca de significación, hasta que aparezcan los símbolos verbales. Estos atraen nuevos símbolos, sensoriales, imagéticos y principalmente verbales, ampliando los significados. De esta forma se amplía el universo mental, abriendo la experiencia a nuevas conexiones simbólicas, nuevos significados, mayor desarrollo emocional y la riqueza del trabajo del dúo. Las escenas y tramas que ocurren en el teatro de análisis se expanden y se sofistican, y esto nunca es completo, en una continua expansión del mundo interno.