El renacimiento de los runa - Ciro Gálvez - E-Book

El renacimiento de los runa E-Book

Ciro Gálvez

0,0

Beschreibung

La presente es una recreación de la obra "Teoría del renacimiento andino" del mismo autor. En esta versión, ofrece un análisis didáctico de los procesos sociales que nos permiten entender la situación actual. Por ejemplo, nos explica cómo el coloniaje truncó el proceso de desarrollo autónomo de los pueblos originarios de la región andina y los confinó a una situación de subalternidad y exclusión. Postula, además, que dicha situación no ha sido abolida por la república, debido a que esta fue fundada por los propios españoles nacidos en América sobre las mismas estructuras políticas, económicas y sociales del Estado colonial, por cuya razón tiene la misma visión colonizadora, contraria a los derechos de los pueblos originarios. El objeto es explicar que, por las razones indicadas, hoy el Estado tiene poca representatividad de los pueblos indígenas y demostrar que la conflictividad social permanente no solo se debe a la lucha de clases entre ricos y pobres —como en los países de población homogénea— sino también a las diferencias étnicas entre el sector poblacional criollo, que organizó el Estado, y el sector excluido por él. Resolver esta problemática debe tener un carácter preferente, pues los pueblos originarios constituyen el segmento poblacional mayoritario, pero con un débil sentimiento de pertenencia a la institución estatal. Recomiendo la lectura de esta publicación para que, en esa comparación con el pasado milenario, los tres siglos de colonización y los dos siglos de vida republicana, podamos promover los cambios que recuperen lo bueno realizado y construyamos un país desarrollado con bienestar compartido. (Ruth Shady, profesora de la UNMSM y descubridora de la Ciudad Sagrada de Caral). El libro de Ciro Gálvez es una clara defensa de un orden andino que, lejos de desaparecer, está llamado a ser un importan te complemento en el incierto futuro que le aguarda al orden socioeconómico occidental. Ciro Gálvez, como su tocayo, mi padre, Ciro Alegría, apuesta por la modernidad, sin necesidad de renunciar a las esencias mismas de la comunidad andina. (Dr. Gonzalo Alegría Varona, hijo del escritor indigenista Ciro Alegría Bazán) Este es un libro importante porque vislumbra claramente cómo se puede enrumbar un Renacimiento Andino que, integrado a las corrientes, lograría un desarrollo humano cabal. […] (El renacimiento de los runa) ha de servir a los lectores para orientarlos, en cuan to ponderen su identidad, a pensar cómo tendremos todos que aunar esfuerzos en la construcción de una sociedad que incorpore positivamente la diversidad cultural y la plena ciudadanía para así caminar hacia un futuro promisorio. (Dr. Enrique Mayer, profesor de Antropología en la Universidad de Yale, EE. UU.) El libro de Ciro Gálvez contiene los postulados de un ideario consecuente, y su sola mención quiere motivar la lectura de un texto que tiene 275 páginas, con una exposición didáctica y adecuadamente sustentada, propia de quien académicamente aporta esclarecedoras tesis sobre nuestra realidad nacional, asumiendo la v oz de nuestros pueblos originarios. (Mg. Odilón Bejarano Barrientos, vicedecano del Colegio de Antropólogos de Lima)

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 426

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Ciro Gálvez Herrera

 

 

Nació en Surcubamba, Huancavelica, en 1949. Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Se recibió de abogado en 1978. Magíster en Antropología Jurídica. Notario de Huancayo desde 1985. Miembro vitalicio de la Federación Interamericana de Abogados. Excatedrático de Derecho Civil de la Universidad Peruana Los Andes. Exministro de Cultura del Perú.

Ha sido promotor y organizador de las Grandes Carreras de Chasquis de Integración Andina, actividad que le ha permitido recorrer las comunidades alto andinas del Perú y formular un Proyecto Nacional basado en los valores de las culturas originarias.

Escritor y poeta quechua. Creador de la poesía de cosmovisión andina, en la cual la naturaleza, por ser un ente vivo, es, conjuntamente con el ser vivo, protagonista activa de la vida, hablando, actuando y manifestando sus sentimientos como un ser consciente. Ha publicado el poemario Runa Harawikuna (2008). También es autor de la teoría de renacimiento andino, desarrollada a través de varios libros como Ensayos de Renacimiento Andino (1997). En 1980 publicó Crítica a legislación notarial y registral.

 

 

 

 

El renacimiento de los runa. Runa kawsariy

Primera edición electrónica, agosto de 2022

 

© Ciro Gálvez Herrera, 2022

Correo: [email protected]

Facebook: https://web.facebook.com/CiroGalvezArtista

Twitter: https://twitter.com/Ciro_GalvezH

Cel.: 979 997 480 / 934 345 525

 

© Paracaídas Soluciones Editoriales S.A.C., 2022

para su sello editorial PSE

APV. Las Margaritas Mz. C, Lt. 17,

San Martín de Porres, Lima

http://paracaidas-se.com/

[email protected]

 

Edición y corrección de estilo: Mariano Arana Bazán

Cuidado de edición: Nilton Zelada Minaya

 

ISBN Epub: 978-612-48639-7-4

 

Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio sin el correspondiente permiso por escrito del autor.

 

Producido en Perú.

 

 

 

 

A mis hijos: Wari, Tuki, Inti, Sinchi e Inkil.

 

A los pueblos originarios de Latinoamérica, con la seguridad de que no se rendirán jamás en la lucha por la reivindicación de sus legítimos derechos.

 

 

 

 

Un escritor francés, E. J. Delécluze (1781–1863), parece que fue el primero que empleó la expresión renacimiento (europeo) para designar el impacto que hizo la muerta civilización helénica sobre la cristiandad occidental en un determinado tiempo y lugar [...] en la última parte del período medieval. Este particular impacto de una sociedad muerta sobre una viva dista mucho de ser el único ejemplo de este tipo que la historia ofrece...

 

ARNOLD J. TOYNBEE

 

GLOSARIO

 

 

 

Para una mejor comprensión de los temas, consideramos necesario advertir que, en la presente obra, utilizamos denominaciones usuales o sus equivalentes en castellano y en quechua o viceversa. A continuación, citamos algunas de ellas.

 

Ayllu: Comunidad campesina andino-amazónica. Denominada también comunidad indígena, es decir, conjunto de familias originarias descendientes de un tronco común.

 

Mamapacha: Madre naturaleza.

 

Misti: Hombre blanco, criollo descendiente de europeo.

 

Occidente: Europa, parte occidental de la Europa moderna.

 

Occidental: Proveniente de Europa; de raíz europea.

 

Hombre occidental: Hombre europeo o descendiente de europeo, nacido en los países de cultura occidental, criollo.

 

Pachakamaq: Dios.

 

Pituco: Aristócrata de la ciudad, hombre blanco y soberbio.

 

Pueblos originarios: Pueblos indígenas. Conjunto de ayllus o comunidades campesinas andino-amazónicas.

 

Runa: Persona; ser humano; poblador originario de las comunidades campesinas de la sierra y de las comunidades nativas de la Amazonía. Descendiente del Tawantinsuyu.

 

La palabra indio fue discriminante y despectiva usada por el hombre blanco para referirse al poblador originario de los ayllus. Por tal razón, en su lugar preferimos usar los términos runa, andino o indígena.

 

Runa simi: Idioma kechwa.

 

Tawantinsuyu: Confederación de etnias andino-amazónicas (Estado inka).

 

Region andina: Escenario del Tawantinsuyu, hoy de los países andinos.

 

NOTAS IMPORTANTES

 

 

 

(a) En el presente libro, las palabras quechuas y aimaras están escritas de acuerdo al alfabeto de dichos idiomas aprobado en el Taller Nacional de Lenguas Andinas organizado por el Centro de Investigaciones de Lingüística Aplicada (CILA), UNMSM, Lima – Perú, oficializado por Resolución R.M.- 1218-85-ED.

 

(b) El autor sostiene la tesis de que el Tawantinsuyu no fue un Estado unitario, sino una confederación de etnias autónomas. Dicha confederación fue invadida por los españoles a partir de 1532.

 

(c) El término “región andina” es utilizado para referirse al escenario de los actuales países andinos.

 

(d) La frase “civilización tawantinsuyana” es utilizada como sinónimo de civilización andina.

 

INTRODUCCIÓN

 

 

 

La presente es una recreación de la obra Teoría del renacimiento andino del mismo autor. En esta versión, ofrece un análisis didáctico de los procesos sociales que nos permiten entender la situación actual. Por ejemplo, nos explica cómo el coloniaje truncó el proceso de desarrollo autónomo de los pueblos originarios de la región andina y los confinó a una situación de subalternidad y exclusión. Postula, además, que dicha situación no ha sido abolida por la república, debido a que esta fue fundada por los propios españoles nacidos en América sobre las mismas estructuras políticas, económicas y sociales del Estado colonial, por cuya razón tiene la misma visión colonizadora, contraria a los derechos de los pueblos originarios.

El objeto es explicar que, por las razones indicadas, hoy el Estado tiene poca representatividad de los pueblos indígenas y demostrar que la conflictividad social permanente no solo se debe a la lucha de clases entre ricos y pobres —como en los países de población homogénea— sino también a las diferencias étnicas entre el sector poblacional criollo, que organizó el Estado, y el sector excluido por él. Resolver esta problemática debe tener un carácter preferente, pues los pueblos originarios constituyen el segmento poblacional mayoritario, pero con un débil sentimiento de pertenencia a la institución estatal.

Nuestro caso es, pues, distinto al de los países occidentales modernos, porque, mientras en ellos los grupos étnicos originarios constituyen pequeñas minorías en relación con la población nacional, en el nuestro ocurre lo contrario. De igual manera, se explica que el citado antagonismo aún permanece porque las estructuras del Estado originario se hallan vigentes, aunque de modo soterrado e invisibilizado.

La finalidad es plantear como solución la abolición de ese antagonismo, consolidando un Estado plurinacional en el que estén amalgamadas las estructuras del Perú prehispánico con las del Estado actual. La consolidación debe ser a través de un proceso de transición histórica, por el camino de la paz y la democracia, en forma ordenada, sin dar saltos bruscos.

Considero que nuestros antepasados, guiados por su autopercepción de ser parte de la naturaleza lograron el desarrollo descentralizado y armónico en todos los confines territoriales. Por ello, el futuro Estado debe organizarse teniendo como referencia tal cosmovisión, más aún cuando hoy urge frenar la contaminación ambiental. En ese sentido, debe ser organizado también teniendo en cuenta las características sui géneris de nuestro escenario adverso, pero con bastantes pisos altitudinales que permiten producir suficiente diversidad de alimentos para una dieta balanceada.

De igual manera, considero necesario explicar, como lo hace Arnold Toynbee, que las civilizaciones en el curso de su existencia evolucionan pasando alternadamente por épocas de situación estática y épocas de situación dinámica, denominadas épocas de apogeo y de decadencia o de evolución e involución. En esa línea, una de las causas del cambio de una situación a otra y viceversa, en toda civilización, inclusive de su extinción, es su confrontación con otra civilización. Tal explicación permite entender que la decadencia medieval de la civilización europea de la antigüedad obedece a su confrontación con otras culturas del medio oriente asiático y que el renacimiento europeo fue la reacción contra esa situación de decadencia, que revitalizó y enriqueció todas las ramas del conocimiento humano en esa parte del mundo, la proyectó hacia el futuro y dio inicio a la Edad Moderna europea.

Cabe remarcar que, gracias a la reacción aludida, en Europa, progresaron todas las ciencias, entre ellas la astronomía, la geografía y la física. Esto permitió constatar la esfericidad del planeta Tierra, inventar la brújula y fabricar barcos de vela cuyo rumbo obedecía los dictámenes del navegante. Queda claro que sin estos logros científicos no se habría concretado el arribo de los españoles al continente americano en el siglo XVI.

Lo indicado en el párrafo precedente significa que la colonización de América fue también consecuencia del proceso renacentista europeo, lo cual significó para ellos el comienzo de una nueva época de apogeo, mientras que para la civilización andina esos mismos acontecimientos marcaron el inicio de su decadencia. Sin embargo, luego de haber permanecido en una situación de colonialidad, la civilización andino-amazónica está reaccionando.

Los movimientos indígenas encabezados por Manco Inca, Juan Santos Atahualpa, Túpac Amaru y Mateo Pumacahua en Perú, y Túpac Katari en Bolivia fueron preludios de tal reacción.

La fundación de las actuales repúblicas latinoamericanas no constituye parte del proceso renacentista andino, porque estas fueron fundadas, repito, por los propios españoles nacidos en América, quienes, al contrario, fortalecieron el proceso colonizador. Muestra de esto es que el etnocidio y exterminio contra los pueblos originarios se incrementó a partir de dicha fundación. Basta una ligera mirada a la historia para recordar que las más grandes masacres contra la población indígena ocurrieron durante la república. Como señala José Carlos Mariátegui, en los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, con la instalación de la república, que estaba sustentada en la ideología liberal, el indígena resultó más desamparado que durante el coloniaje, porque el nuevo Estado abolió las pocas leyes que lo protegían. Recordemos que la corona española, por la ideología de la caridad cristiana, promovió algunas leyes que protegían a los pueblos originarios.

La reacción renacentista se observa en todos los países donde existen pueblos indígenas, pero es más fuerte en Bolivia, Perú y Ecuador, porque estos países son la cuna de la civilización y conforman, además, una región donde la población aborigen aún constituye grandes segmentos de la población nacional. Asimismo, sus ideales son afines con los del segmento mestizo que todavía no se ha desarraigado de la matriz cultural.

Los métodos utilizados en esta investigación fueron el andino holístico, el de la observación participante y, además, el comparativo, pues se coteja los procesos de desarrollo europeo y andino. También se utilizaron los métodos históricos, etnográfico y, como parte de estos, en el análisis del material empírico, se ha aplicado los métodos deductivo e inductivo.

Considero necesario aclarar que este libro ha sido escrito sin basarse en ninguna de las periodizaciones eurocentristas de la historia universal, según las cuales la historia del resto del planeta es solamente apéndice de la historia europea. Tales periodizaciones no son aplicables a la historia del continente andino (erróneamente llamado americano). Nosotros tenemos nuestra propia historia, cuya cronología es distinta respecto de la Edad Antigua, Edad Media, y Edad Moderna y Edad Contemporánea, períodos asociados a la historia europea. También es distinta a la periodización materialista histórica en comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo y capitalismo, porque nuestro proceso es sui géneris, desde la comunidad primitiva hasta la actualidad. Las fuentes a las que se ha acudido son la geográfica, con conocimiento directo de sus características; la etnológica, que permitió al autor (quechuahablante) estudiar cotejando los orígenes y formas de expresión de las culturas andinas y, desde esa realidad lingüística, interpretar con mayor objetividad la civilización andina ágrafa.

El filósofo italiano Antonio Gramsci explica que todo lenguaje contiene los elementos de una concepción del mundo y de una cultura.

Finalmente, es importante precisar que esta investigación toma como referencia, además de los elementos de cotejo mencionados, a ciertas crónicas de la conquista, especialmente aquellas escritas por los primeros cronistas que establecieron contacto con los pueblos originarios.

Agradezco al profesor Mariano Arana Bazán su valiosa colaboración en la revisión del libro.

 

TÍTULO I: PERÍODO DEL DESARROLLO INDEPENDIENTE (AUTÓNOMO)

 

CAPÍTULO l:EL SISTEMA POLÍTICO ANDINO

 

 

 

1. Tawantinsuyu: confederación de pueblos autónomos

 

Como resultado de miles de años de desarrollo por propio impulso y sin recibir ninguna influencia exterior, en esta parte del planeta, fue abolida la comunidad primitiva por el sistema colectivista andino que dio origen a la confederación de etnias denominada Tawantinsuyu.

 

Figura 1.

El surgimiento del Tawantinsuyu

 

 

 

En el escenario andino, accidentado y diverso, los pueblos se desarrollaron independientemente, interrelacionados, pero sin fusionarse para formar un Estado unitario. La adversa geografía impidió la construcción de grandes vías de transporte, en tanto que la inexistencia de caballos y otros animales de carga y tracción imposibilitaron el uso de la rueda (la llama es un frágil animal que carga un máximo de 30 kilos). Ello explica por qué tampoco se desarrolló el comercio entre los pueblos.

El proceso de desarrollo de la cultura humana fue un fenómeno natural en todo el planeta hasta el estadio final de la época de la barbarie, pero, debido a las características particulares de cada escenario, desde ese momento, surgió una diferencia entre Europa y América y ello dio origen en uno y otro continente a diferentes tipos de organización política y distintos modos de producción.

En América andina, la población bárbara siguió un rumbo sui géneris y evolucionó hasta convertirse en una confederación de pueblos autónomos, sin fusionarse en un Estado centralista, porque la producción de gran diversidad de alimentos en los numerosos pisos altitudinales existentes en el propio terruño posibilitó el autosostenimiento de cada uno, sin necesidad de intercambiar productos con otras latitudes.

En el escenario europeo de territorios planos con riego, pero aptos solo para cultivar poca diversidad de productos, unos pueblos necesitaron practicar intercambios comerciales con otros de latitudes lejanas para obtener los productos de las diversidades faltantes, práctica que con el transcurso del tiempo influyó para que todos los pueblos se fusionen en uno solo.

Refiriéndose al origen del Estado centralista en Europa, F. Engels sostiene que

 

[...] al final del estadio de la barbarie como consecuencia de la compraventa de la tierra y de la creciente división del trabajo entre la agricultura y los oficios manuales, el comercio y la navegación, muy pronto tuvieron que mezclarse los miembros de la gens, fratrias y tribus.1

 

Y, efectivamente, en el Viejo Mundo, en el terruño de cada tribu, se establecieron habitantes que no formaban parte de esta y desequilibraron el funcionamiento de la constitución gentilicia y así surgió la necesidad de organizar una institución central para administrar los asuntos que hasta entonces resolvían por su cuenta cada una de las tribus. La primera institución central que surgió con tal finalidad fue el basileus o Concejo Central de Atenas, a la postre primer Estado de la antigüedad europea. Con el surgimiento del basileus,

 

[...] los atenienses se distinguieron de todos los pueblos indígenas de América, pues la simple confederación de tribus vecinas fue reemplazada por su fusión en un solo pueblo [...] y se estableció la división de los ciudadanos según el lugar de su residencia y quedó abolida la división basada en su pertenencia a grupos consanguíneos. La ley gentil dio paso a la ley de domicilio y, a partir de ello, ya no fue el pueblo, sino el suelo lo que se dividió; los habitantes se convirtieron políticamente en simple apéndice del territorio.2

 

En América andina, el surgimiento de la confederación tawantinsuyana no debilitó los vínculos de parentesco consanguíneo entre los miembros de la etnia, porque al asentamiento de esta no vinieron a residir personas de otras etnias. Contrastando las diferencias entre los procesos europeo y andino, llegamos al convencimiento de que, en verdad, fueron distintos.

 

(a) En el escenario andino, la aparición de la familia monogámica no afectó a la antigua organización de la gens (grupo de familias con un antepasado mítico en común), porque en el seno familiar no surgió la acumulación de riquezas y, consecuentemente, no se instituyó un derecho incompatible con la constitución gentilicia para proteger el patrimonio familiar. Tampoco surgieron los gérmenes de una nobleza hereditaria por la diferencia de fortunas familiares. Contrariamente a lo que ocurrió en Europa, en América, la propia gen (ayllu) fue la que promovió la equitativa distribución de los pocos terrenos cultivables entre las familias formalmente constituidas. En ese sentido, la solidez del ayllu dependería de la solidez de las familias. El ordenamiento interno, en base a la familia, fue el primer gran problema que debió solucionar el ayllu. Por tales razones, resultó necesario establecer la obligatoriedad del matrimonio bajo el ideal de que toda persona a determinada edad debía casarse. Quien no se casaba voluntariamente hasta los veinticinco años era casado de oficio.

El ayllu, como institución que respalda a la familia, fue un regulador eficiente de la sexualidad y del control de la moralidad. La familia monogámica se consolidó, pues, milenios antes del incanato. Los inkas tuvieron que respetarla y les resultó fácil organizar el Tawantinsuyu en grupos de cinco, diez, cincuenta o cien familias bajo la responsabilidad de pichqa kamayuqkuna, chunka kamayuqkuna, pachak kamayuqkuna, etc., precisamente, porque encontraron la institución familiar consolidada y con la suficiente solidez para servir como célula básica de la sociedad.

La supuesta vigencia de la primitiva familia sindiásmica (que se fundamenta en la convivencia de un hombre con una mujer y en la cual no hay exclusividad) y de la poligamia en el inkanato, que sostienen algunos estudiosos con visión europea, es errónea.

 

La poliginia practicada por el inka fue parte de la “política de Estado” consistente en autorizar al soberano para que tomase como esposas secundarias a una de las hijas de cada rey o jatuncuraca de los reinos y sayas intervenidos, con el fin de procrear un hijo con cada una de ellas. De este modo, el soberano quedaba emparentado con el rey o curaca avasallado, en tanto que los hijos engendrados como retoños del mandatario del inkanato y nietos del señor local, con el correr del tiempo, se convertían en los mejores ejecutores y en defensores del Tawantinsuyu en su respectiva nación materna.3

 

(b) Debido a tales factores, la behetría entre los pueblos de cada cuenca no se basó en cuestiones de conveniencia política o comercial como en Europa, sino en cuestiones de parentesco, afinidad de creencias y necesidad de estar unidos para afrontar las dificultades del escenario adverso.

 

(c) La escasez de la tierra cultivable obligaba a actuar con total equidad en su distribución. La posesión podía ser revertida en aras de la armonía local. La apropiación individual resultaba imposible no solo porque no se habían dado las condiciones, sino también debido a que ello era incompatible con el interés colectivo.

 

(d) La única forma de obtener fuerza de trabajo era solicitándola (minkakuspa4) a los miembros del ayllu con cargo a reciprocidad (ayni), pues no existían bueyes para labrar la tierra. Las labores agrícolas de cada familia eran realizadas masivamente con participación de las familias vecinas.

 

(e) La mita era el deber cívico de trabajar en las obras públicas (caminos, puentes, andenes, tambos, etc.) que cumplía cada ayllu. Cada comunidad iba al lugar de la obra, por turnos, a cumplir la tarea.

 

(f) La interrelación entre familias, ayllus y etnias se rigió por normas de reciprocidad, cuyo incumplimiento estaba sancionado con la condena colectiva y con la abstención de acudir a trabajar para el transgresor.

 

(g) La capacidad de la etnia para autosostenerse fue sobre la base de la agricultura diversificada y policíclica. La inexistencia de medios de transporte impidió el desarrollo del comercio y las guerras de conquista, consecuentemente, no surgieron las condiciones para esclavizar pueblos.

 

(h) No habiendo sido posible la ocurrencia de guerras de expansión que permitieran a unas etnias sojuzgar a otras, tampoco fue posible que un ayllu en expediciones bélicas pudiera apoderarse de ganados, esclavos y tesoros de otros ayllus.

 

(i) La imposibilidad de migrar y el modo de vida dedicado a la agricultura influyeron para que el poblador andino permanezca plenamente ligado a la tierra. Y como no hubo compraventa de la tierra, ni creció la división social del trabajo, ni se desarrolló el comercio ni la navegación, no hubo mezcla de los miembros de las tribus. En el territorio del ayllu y de la etnia, no llegaron a establecer su domicilio los habitantes provenientes de otras etnias y desequilibrar, como en Europa, el funcionamiento de la constitución gentilicia. Las autoridades de los ayllus no tuvieron la necesidad de transferir sus facultades de gobierno a un organismo central.

 

Por lo tanto, no habiéndose instituido la propiedad privada individual ni surgido diferencias socioeconómicas por la propiedad de los medios de producción, ni siendo posible la acumulación de riqueza familiar, tampoco se llegó a apreciar la fortuna individual como el supremo bien. En ese sentido, no surgió la necesidad de que las etnias formen una institución central llamada Estado para proteger la propiedad individual ni para legitimar las adquisiciones de tierras y bienes por la conquista, ni para servir de árbitro en luchas entre clases sociales opuestas.

De acuerdo al análisis realizado en los párrafos precedentes, se concluye que, en la región andina, por la desconexión entre microrregiones a causa de la accidentada geografía, por la carencia de medios de transporte y por la capacidad de autosostenimiento basado en la agricultura de ladera, cada pueblo optó por ser autónomo. Dicho en otras palabras, no se dieron las condiciones para el surgimiento de un Estado fusionando numerosas etnias en una sola nación.

En consecuencia, debido a que el Tawantinsuyu no fue un Estado unitario, entonces el inka no pudo erigirse como emperador; es decir, no ejerció facultades absolutas de gobierno sobre las etnias confederadas, sino, más bien, fue un interlocutor, un sabio embajador.

 

2. La diversidad: razón de cada autonomía

 

En un ámbito mayor, la diferencia entre los escenarios de costa, sierra y selva también imposibilitó la construcción de un gran Estado centralista que abarque todos ellos. Entendemos que, en los escenarios desérticos de la costa, con pocos ríos torrentosos que bajan de las montañas, surgieran culturas de ocupaciones y costumbres diferentes a las de la sierra accidentada y con diversidad de pisos altitudinales, en tanto que, en el escenario amazónico, tan diferente al de las regiones antes mencionadas, también las culturas fueron diferentes. Precisamente, la diversidad de escenarios en dicho ámbito mayor, en las postrimerías prehispánicas, fue entendida por los inkas y, por ello, respetaron las formas de organización, las costumbres, los modos de vida e idioma de cada etnia que se unía a la confederación.

 

3. La demarcación por cuencas: armonías locales y regionales

 

El aprendizaje de la agricultura antes que el de la ganadería influyó para que los ayllus se sedentaricen tempranamente en las cuencas de los ríos torrentosos. Esa sedentarización se afianzó porque en cada ladera existían diferentes pisos altitudinales que producían la diversidad suficiente de alimentos, para que cada ayllu pudiera autosostenerse sin recurrir a los de las cuencas vecinas.

Como resultado de ese proceso natural de evolución en la misma cuenca, surgió la demarcación territorial de cada asentamiento, no por anexión a través de guerras de conquista, sino por determinación del escenario. El proceso fue similar en el asentamiento de todas las etnias. Si hubo relación, fue solamente para afrontar solidariamente los rigores de la naturaleza como huaicos, inundaciones, sequías, heladas, etc. El contacto entre ayllus y etnias no fue como en Europa para el intercambio comercial ni para despojarse a través de la guerra de bienes que poseían solo algunas etnias, ni para esclavizar a los vencidos.

Cada ayllu tenía que conversar y reciprocar con el ayllu vecino. A su vez, la etnia conformada por los ayllus tenía que hacerlo con la etnia vecina y esta con la siguiente. De igual manera, la macro-etnia hacía lo mismo con su colindante y así sucesivamente. El tinkuy y el reciprocar se realizaban en ceremonias solemnes que perduran hasta hoy en muchas comunidades. La persona tenía que ser recíproca con la colectividad humana de su entorno. El medio obligaba a mantener la armonía entre personas, entre ayllus y entre etnias.

Según el doctor Eduardo Grillo Fernández,

 

[...] este conversar y reciprocar entre las armonías propias de territorios locales vecinos da lugar, cuando así lo consideran necesario, a la crianza de una armonía mayor —lo suficientemente elástica como para albergar a las armonías locales que la integran—, que a su vez conversa y reciproca con las armonías de los territorios mayores vecinos. Así, paulatinamente, se va forjando cada región étnica como una variante definida de la cultura andina consustanciada a una determinada región geográfica multicuencas. Cada región étnica multicuencas alberga en su seno una gran variabilidad de climas, suelos y fuentes de agua que posibilitan la crianza de una diversidad de plantas y animales para la consecución de la autosuficiencia vital de la “colectividad natural” [...] y es por eso que facilita el asentamiento de las etnias en regiones relativamente pequeñas. Por lo general, en el periodo autónomo, estas regiones étnicas dispusieron de territorios complementarios al núcleo geográfico base que, incluso, a veces, pudieron estar bastante lejos y a partir de los cuales se proveyeron de alimentos y materias primas muy especiales [...] Para todo aquello relacionado con la armonía étnica, cada aldea, cada “armonía local”, independientemente del número de sus integrantes, es considerada en la cosmovisión andina como un organismo vivo equivalente a cualquier otro y por lo tanto actúa como una persona para los efectos de sus relaciones.5

 

Señala este autor que la federación panandina y la consecuente formación de armonías en gran escala ocurren solo cuando se presentan variaciones extremas en las condiciones climáticas que, a veces, se prolongan durante siglos.

 

La federación panandina es la forma de recreación, de renovación, de la armonía del mundo-vivo para superar, con buena salud de la “naturaleza”, de la comunidad humana y de las “deidades”, períodos de cambios muy prolongados.6

 

Se entiende, así, que las federaciones panandinas se constituyeron motivadas por los grandes cambios de las condiciones climáticas, permanecieron unidas mientras duró la severidad de tales condiciones y, en la medida que el clima fue mejorando, se desintegraron y florecieron los desarrollos locales y regionales. La efímera duración de las grandes federaciones, así como la accidentada geografía y la inexistencia de medios de comunicación, no permitieron que las etnias integrantes se consolidaran formando un Estado unitario como los de Europa.

El poco tiempo tampoco posibilitaba el surgimiento de un modo de producción superior, sino su perfeccionamiento basado en su propia dinámica, de manera que al desintegrarse cada federación volvía a fortalecerse la organización regional hasta la ocurrencia de nuevos cambios climáticos severos que marcaban el inicio de un nuevo período crítico o pachacutiy para que las etnias vuelvan a federarse.

A tal ciclicidad se debe que, en el mundo andino, la evolución humana tiene un sentido cósmico. También a ello se debe el origen y la vigencia milenaria de la cosmovisión holística de que el hombre se siente parte de la naturaleza y que, de modo fatalista, tiene que seguir la misma suerte de ella.

Las federaciones abarcaban mayor o menor espacio de acuerdo a la extensión afectada por los cambios, de modo que ante fenómenos climáticos de incidencia regional se formaban federaciones limitadas a los ámbitos afectados.

Es entendible que, cuando en el escenario geográfico ocurren grandes rigores y catástrofes, los pueblos se unen para afrontarlos. Seguramente, en tiempos remotos, el efecto psicológico y la dificultad para reparar los estragos eran mucho más graves. Ello obligó a establecer mecanismos de ayuda recíproca y esa necesidad fue una de las razones para establecer el sistema de los tambos. Los pueblos tenían que unirse para enfrentar los tiempos malos, surgiendo así las federaciones. Los desastres no solo pudieron ser ocasionados por drásticos cambios climáticos, sino también por terremotos u otras causas. La orogénesis en el escenario andino aún no ha concluido. Vivimos en un espacio expuesto a cataclismos y diversos desastres naturales. Con los tiempos buenos, viene la desintegración y, con los malos, la integración. El dolor y la necesidad unen a los pueblos.

Según el Dr. Grillo Fernández, se puede reconocer tres momentos de federación panandina: (a) Chavín, (b) Tiawanaku y (c) Inka o Tawantinsuyu; y, entre estos, amplios períodos intermedios de consolidación regional.

 

Esto implica pulsaciones en el mundo vivo andino, con momentos en los que solo es posible criar la armonía en la federación étnica panandina y con momentos en los que la armonía se re-crea, se renueva, en lo regional-étnico. Se trata de sístoles y diástoles orgánicas que facilitan la continuidad de la vida en condiciones drásticamente fluctuantes.7

 

Se entiende que los severos cambios climáticos y las catástrofes ocurren después de grandes intervalos de reordenamiento natural. Hoy estamos viviendo, posiblemente, las etapas finales de uno de estas catástrofes cuyo inicio se halla en aquellos años anteriores a la invasión española del siglo XVI. Según algunos cronistas, se encontraron indicios de desastres no muy antiguos que, hasta ahora, pueden ser percibidos. Se sabe que a la llegada de los españoles el escenario geográfico ya había mejorado y cada etnia o grupo regional de etnias estaban ya virtualmente en capacidad de autosostenerse. Por las mismas razones, también se puede colegir que hoy estamos próximos a grandes catástrofes, con mayor razón si el efecto invernadero de la contaminación mundial, ocasionada por los países industrializados, ya rebasó los límites de tolerancia ecológica.

 

4. Inexistencia de centralismo

 

En el contexto del desarrollo autónomo descrito, ninguna etnia necesitaba depender de otra, por tanto, no hubo condiciones para el surgimiento de una capital centralista que absorba y domine a las otras; los ayllus, como ya se dijo, no se fusionaron en un solo pueblo ni delegaron sus facultades de gobernarse a una institución mayor denominada Estado.

Cada pueblo, preservando su autonomía, formó parte de la confederación, sin relaciones de dependencia entre ayllus ni entre etnias. La población estuvo distribuida armónicamente en todos los confines territoriales.

Debido a la adversidad del escenario y a la capacidad de autosostenimiento de cada ayllu, autónomo incluso en la fabricación de herramientas e instrumentos agrícolas, no surgió, como en Europa, una clase social conformada por personas que, asentadas en lugares estratégicos, se dediquen exclusivamente a la fabricación y comercialización de herramientas y maquinarias. Este grupo mercantil, solo en Europa, con el correr de los siglos, habría dado origen a los burgos, un concepto urbanístico que alude al surgimiento de las primeras ciudades. Por consiguiente, en el Tawantinsuyu no surgieron grandes ciudades centralistas. En tal contexto, acá no surgió el concepto de zona urbana ni de zona rural.

La palabra quechua llaqta no significa ciudad sino lugar de nacimiento, terruño.

El surgimiento de las ciudades en Europa se debió a la llanura de su escenario, que posibilitó usar la rueda y con el tiempo construir maquinarias cada vez más sofisticadas. Dicha fabricación abarcó cada vez más útiles y propició una nueva división social entre personas dedicadas a la fábrica y al comercio: los burgueses, que por conveniencias económicas fueron asentando sus domicilios en lugares estratégicos para su actividad. Surgen así los referidos burgos, a la postre ciudades, en tanto que los no fabricantes, los agricultores, permanecieron afincados en el campo.

 

5. Democracia directa consensual

 

La geografía accidentada y la autonomía de cada etnia influyeron para que los gobernantes de cada ayllu (curacas) sean elegidos mediante el sistema de democracia directa consensual, que consistía en elegir a quien tuviera cualidades que inspiraran confianza para gobernar. Se deduce de ello que las elecciones fueron públicas y por consenso, es decir, directas, sin la intervención de partidos políticos. Para deliberar los asuntos de carácter político se realizaban los rimanakuy (conversatorios) entre los runa (s) del ayllu, y los tinkuy (encuentros) entre los ayllus de la etnia.

En los pueblos andinos, los cargos políticos no fueron hereditarios. En ese sentido, la forma de acceder al cargo no fue como en Europa donde el trono del rey era heredado por el hijo mayor. En el Tawantinsuyu, era importante la demostración de capacidad y carisma para ser elegido. Una prueba de ello es que la palabra curaca, gobernante del ayllu, deriva de las palabras curaq (superior o más antiguo) y kaq (el que es). Para tomar la decisión influían varios requisitos como la sapiencia y la experiencia asimiladas, debido a la edad avanzada, el status de jefe de una familia, la estabilidad, las condiciones físicas, etc.

Todo el grupo tenía que manifestar su consentimiento para que el elegido asumiera el poder y bastaba que alguno se opusiera para debatir nuevamente la elección hasta lograr el consenso total. Un claro ejemplo de esto es que, cuando el cargo de curaca quedaba libre, se requería un tiempo para reemplazarlo. Asimismo, en el ámbito universal del Tawantinsuyu, cuando el cargo de inka quedaba vacante, resultaba muy complicado elegir el reemplazo en las panacas de los candidatos.

Un aspecto muy importante es que cualquiera de los runa (s) poseedores de los atributos requeridos podía llegar a ser gobernante, inclusive cuando no candidateaba al cargo. Si era elegido, tenía la obligación de asumirlo.

Por la forma complicada de llegar a ocupar el cargo, todos los runa (s) eran conscientes de que el elegido era el mejor y, por eso, le tributaban respeto, obediencia y confiaban plenamente en él, pero con la convicción de que cualquiera del grupo también pudiera ser elegido en el futuro.

 

6. Unidad en la diversidad

 

Debido a la accidentada geografía que imposibilitó la construcción de vías de transporte masivo y a la inexistencia de animales de carga, los ayllus y las etnias optaron por el autosostenimiento. A continuación, se cita los rasgos comunes de homogeneidad entre de ayllus y etnias.

 

i) La cosmovisión holística uniforme según la cual el ser humano se autopercibe como hijo de la Mama Pacha. Los escenarios de los pueblos pueden ser diferentes, pero, en todos ellos, los seres humanos se sienten parte de la naturaleza y están formados para coexistir con ella.

 

ii) La racionalidad basada en esa forma de ver el mundo, en la reciprocidad, en la complementariedad y en la solidaridad. Ello se observó en todas las poblaciones oriundas.

 

iii) La ocupación principal en todas las etnias fue la agricultura.

 

iv) La mayoría de las etnias andino-amazónicas del Tawantinsuyu hablaban el runasimi.

 

Por ello, existió un sentimiento común de identidad entre las diversas etnias oriundas.

 

La multiplicidad de creencias, costumbres y prácticas en el conjunto del mundo andino no se reduce, desde luego, a una fórmula única, pero existe como instrumental mental una incontestable homogeneidad del área andina, base esta sobre la que pudieron fundar los inkas la ideología justificadora de su Estado.8

 

El Tawantinsuyu logró tal homogeneidad, porque se organizó tomando como base la misma unidad socioeconómica milenaria: el ayllu, hoy comunidad campesina y, por otro lado, porque asumió la conducción de las instituciones ancestrales de los territorios integrados. Así, en el marco de ese talante comunitario autónomo, los escenarios andinos durante el incanato fueron diferentes, como lo son hasta hoy, en su clima y características geográficas, pero su cosmovisión y su organización socioeconómica y política fueron uniformes.

El hecho de que los pueblos se autosostengan no significa que hayan permanecido totalmente desconectados y aislados entre ellos. Entre un ayllu y otro, o entre una etnia y otra, hubo particularidades en sus costumbres, en su idioma, en sus ritos, etc., pero eran solamente diferencias de forma, derivados de una misma cosmovisión, de una misma matriz cultural, como que fueran “granos de distinto color”, pero todos de una misma mazorca.

 

7. Tawantinsuyu, ¿por qué cuatro suyus?

 

Los mitos, corroborados por diversos indicios, explican que el Tawantinsuyu fue fundado por grupos collas que, migrando de las cercanías del lago Titicaca, se asentaron en las partes altas del valle del Cusco, en tierras poco aptas para la agricultura, seguramente porque la parte baja, la más fértil, estaba ocupada por las tribus originarias, las cuales, en defensa de sus ancestrales asentamientos, demostraron su posición contraria a los migrantes denominándolos hanan (“los de arriba” o “los de la parte alta”). Con el correr del tiempo, esto dio origen a las denominaciones de Hanan Cusco (Cusco de la parte alta) y Urin Cusco (Cusco de la parte baja).

Los del hanan, para merecer el aprecio de los ayllus del urin, tuvieron que mostrarse generosos y colaboradores durante mucho tiempo, dispensándoles yaykupakus (entrega de regalos) y transmitiéndoles conocimientos. Así ganaron prestigio y lograron ser reconocidos como reordenadores de las armonías, es decir, encargados de llevar el bienestar a los cuatro puntos cardinales o latitudes: al anti o selva (Este); al chinchay o costa (Oeste); al cunti o sierra (Norte); y al kolla (Sur). Tawantin significa “con cuatro”, “conjunto de cuatro unidades o elementos”. La palabra suyu no significa “demarcación territorial”, sino “tarea, rumbo o dirección”. Esta tesis queda demostrada por las siguientes pruebas:

 

(a) La práctica del suyunakuy9, aún vigente en los ayllu, hoy comunidades campesinas.

 

(b) No se ha encontrado hitos fronterizos ni murallas que delimiten el territorio del supuesto imperio, ni las regiones o provincias que lo conformaban. No hay restos de fortalezas ni cuarteles en los supuestos puntos fronterizos ni indicios de que los incas dejaban ejércitos para resguardar las fronteras. Si la palabra suyu hubiera significado “demarcación territorial”, el Cusco habría estado ubicado dentro de alguna de tales demarcaciones. ¿En cuál de los suyus estuvo la ciudad del Cusco?

 

(c) El propio significado de la palabra Cusco, Qusqu en quechua, que significa centro u ombligo del mundo, demuestra que existía la idea de que partiendo de ese punto comenzaba la tarea (suyu) de llevar el bienestar hacia los cuatro puntos cardinales.

 

(d) En el Qusqu estuvo el Paqariytampu, es decir, el tambo donde nace (comienza) la labor ordenadora del mundo hacia los cuatro puntos cardinales. Según el mito de los cuatro hermanos Ayar, estos, paridos por la madre tierra, salieron del Tamputuqu, un tambo ubicado en un hueco en el cerro Huanacauri del Cusco. En consecuencia, Paqariytampu significa tambo, posada o casa donde se da inicio a una nueva era, un nuevo amanecer, un renacimiento. Efectivamente, el último Tawantinsuyu comenzó en el Qusqu.

 

El sistema de los siqi (raya, surco, línea), líneas imaginarias que saliendo del Qoricancha se dirigían a cada uno de los suyus, corrobora nuestra tesis de que la palabra suyu no significa región ni demarcación geográfica, sino rumbo o dirección. Según Polo de Ondegardo y Bernabé Cobo, estas líneas imaginarias partían de la plaza principal del Qusqu como si formaran un gigantesco quipu, lo cual, además, tenía profundo sentido religioso.

Los siqi se dividían en cuatro secciones y seguían los suyu (s) del Tawantinsuyu.

 

[...] es decir Chinchaysuyu, Antisuyu, Cuntisuyu y Collasuyu, con un total de cuarenta y dos líneas. Cada una de ellas tenía a lo largo de su recorrido un número de adoratorios o huacas cuidadas por un ayllu determinado o por una panaca real. Para su servicio disponían de numerosos sacerdotes, mujeres y servidores dedicados al culto.10

 

“Entre las funciones que cumplían los siqi en el valle del Cusco, indudablemente estuvo incluida la de servir como línea demarcatoria de los espacios asignados a cada panaca”11, pero ello no le quita el significado de haber sido principalmente derrotero de rumbo o dirección, como tampoco invalida la tesis de que, en un país de agricultores, fueron los indicadores para determinar el punto por donde sale y se pierde cada cuerpo celeste en épocas distintas del año, con la finalidad de prever los cambios climáticos y realizar las labores agrícolas en los momentos oportunos.

El hecho de que el término suyu significa tarea concuerda con la costumbre de que, en las labores agrícolas, hasta hoy, a cada participante o competidor en el suyunakuy se le asigna un siqi12, surco o camellón.

Respecto a la palabra inti, sol en idioma español, no hay duda, porque la noción de esos cuatro rumbos se forma en relación con la posición del astro rey.

Por otro lado, si la palabra tawa significa cuatro y la función ordenadora partía del Cusco hacia los cuatro puntos cardinales, entonces el nombre de la confederación inka no habría sido Tawantinsuyu, sino Tawa Inti Suyu: los cuatro suyus del sol.

También hay que tener en cuenta que algunas investigaciones recientes han establecido que, en el mundo andino, hubo cuatro grandes federaciones. La última de las cuales fue el Tawantinsuyu. De ser así, a esta última federación le correspondería el nombre de Tawan Inti Suyu, cuarta Federación del Sol, o simplemente Tawan Suyu (cuarta federación). Respecto a este último nombre, la probanza inédita de 1580, citada por el doctor Waldemar Espinoza, constituye un indicio que requiere mayor investigación13.

Que el Tawantinsuyu se haya organizado por demarcación étnica y que los referentes principales para orientar la tarea de llevar el bienestar hacia los cuatro puntos cardinales fueron el sol y la constelación de la Cruz del Sur reafirma nuestra tesis de que la palabra suyu no significa área geográfica. Por eso, simbolizando esos derroteros astronómicos en cada pueblo prehispánico, hubo cuatro huacas, ubicadas hacia esos rumbos, que, además de su función ritual, eran probablemente puntos de referencia para observaciones astronómicas. Hasta hoy, por superposición de la religión cristiana sobre la andina, la iglesia católica acostumbra poner una cruz en cada una de las cuatro salidas de los pueblos. Por ello, cada uno de los cuatro caminos que salían del Cuzco y de otras ciudades seguía y siguen, hasta la actualidad, esos cuatro rumbos. La función ordenadora de la vida que desempeñaban los cuerpos celestes y la condición de tener como principales indicadores al sol y a la constelación de la Cruz del Sur permitieron al hombre andino observar el cosmos permanentemente y entender sus leyes.

Está demostrado, pues, que el Tawantinsuyu, percibido como Estado unitario centralista, con territorio demarcado por hitos y fronteras, nunca existió. Tal creencia es una fantasía creada por los cronistas que, desde su perspectiva europea, creyeron haber encontrado acá un imperio similar a los de otros continentes. Es una fantasía similar a la de los territorios de El Dorado o del Paitití, que no fueron hallados nunca.

El Tawantinsuyu fue, más bien, una confederación de etnias autónomas en cuya población arraigó la ideología de llevar el bienestar a los cuatro puntos cardinales, difundida por los inkas.

 

1 ENGELS, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884). En Marx – Engels, Obra-s Escogidas. Moscú. Editorial Progreso. s.f. p. 556.

2 ENGELS, Federico. Ob. cit., p. 563.

3 ESPINOZA SORIANO, Waldemar. Dos casos de señorialismo feudal en el Imperio Inca. En: ESPINOZA SORIANO, Waldemar (Compilador). Los modos de producción en el imperio de los inkas. Segunda edición. Lima. Ediciones Amaru. 1989. p. 350.

4 Minkakuspa: Acción de realizar minka; convocar a los vecinos para que accedan a trabajar para uno con cargo a reciprocidad.

5 GRILLO FERNÁNDEZ, Eduardo. La cosmovisión andina de siempre y la cosmología occidental moderna. En: GRILLO FERNÁNDEZ, Eduardo y otros. ¿Desarrollo o descolonización en los andes? Lima. Ediciones PRATEC. 1993. pp. 19-20.

6 Ob. cit. p. 21.

7 Ob. cit. p. 22.

8 WACHTEL, Nathan. Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570). Tr. Antonio Escotado. Madrid. Alianza Editorial. 1976. pp. 122-123.

9 Suyunakuy: Es la competencia en todo tipo de trabajo. Por ejemplo, el evento en el cual se asigna la misma tarea a un grupo de competidores para que la realicen en condiciones iguales. Se declara ganador al que concluye la actividad en el menor tiempo. En algunas zonas, le llaman yupanacuy o atipanacuy. En el cultivo de maíz (sara hallmay) o de papas (papa hallmay), etc., el suyunacuy se realiza asignando un surco a cada competidor. La competencia es sumamente emotiva por el esfuerzo máximo que hacen los competidores, también por las arengas, las loas y por el acompañamiento musical alusivas al evento. El suyunacuy es similar en el chakmay (barbecho).

10 ZUIDEMA, R. Tom. El sistema de ceques del Cuzco. La organización social de la capital de los incas. Tr. Ernesto Salazar. Lima. Fondo PUCP. 1995, p. 39.

11 Citado por ROSTWOROWSKI, María. Historia del Tawantinsuyu. Cuarta edición. Serie: Historia Andina/13. Lima. Instituto de Estudios Peruanos. 1992, p. 29.

12 Siqi: Raya, línea, surco.

13 Vid. ESPINOZA SORIANO, Waldemar. Los productores indirectos del Imperio Inca. En: ESPINOZA SORIANO. Waldemar (Compilador). Los modos de producción en el imperio de los inkas. Segunda edición. Segunda reimpresión. Lima. Ediciones Amaru. 1989. pp. 358-360.

CAPÍTULO II: EL SISTEMA ECONÓMICO ANDINO

 

 

 

1. De la comunidad primitiva al colectivismo científico

 

Desde el estadio final de la época de la barbarie, comenzó a observarse la diferencia de las condiciones naturales entre el continente europeo y el americano andino. Al respecto, “hasta entonces, el hombre ya había descubierto el fuego, había inventado el arco y la flecha y otras herramientas, existían ya aldeas de residencia fija”.14

Efectivamente, en Europa, el hombre se desarrolló en escenarios geográficos planos, con riego y cambios climáticos estables. Tuvo a su disposición muchas especies de animales domesticables y, además, cereales para el cultivo. Ello influyó en el surgimiento de la propiedad privada y la formación de la sociedad esclavista, mientras que, en América, especialmente en la región andina, el escenario accidentado, el clima inestable y los pocos animales domesticables, como la llama, impidieron el surgimiento de la propiedad privada y los modos de producción individualistas.

En el Viejo Mundo, el individuo pronto pudo percibir que, en los territorios planos, con riego y buen clima, usando la fuerza del buey, era posible arar la tierra y aprovechar en forma exclusiva el producto. Con ello surge el concepto de propiedad privada. En la región andina, el hombre ni siquiera podía imaginar apropiarse individualmente de los medios de producción y hacer producir solamente con la fuerza de sus manos las agrestes laderas andinas. Consecuentemente, de hecho, en los Andes, se descarta el surgimiento de la propiedad privada.

 

En virtud de las condiciones naturales diferentes, desde [...] —el estadio inferior de la barbarie—, la población de cada hemisferio se desarrolló de una manera particular; y los mojones que señalan los límites de los estadios particulares son diferentes para cada uno de los hemisferios.15

 

La comunidad primitiva, que hasta ese momento había seguido similar desarrollo en todo el planeta, sería reemplazada de manera distinta entre Europa y América, por modos de producción diferentes. En ese sentido, por ejemplo, en el hemisferio Este (Europa), se optimizó la domesticación de animales.

 

La formación de rebaños llevó, en los lugares adecuados, a la vida pastoril; los semitas, en las praderas del Eufrates y del Tigris; los arios, en las de la India, del Oxus y el Jaxartes, del Don y el Dniéper. Fue por lo visto en estas tierras ricas en pastizales donde primero se consiguió domesticar animales [...] Es probable que el cultivo de los cereales naciese aquí, en primer término, de la necesidad de proporcionar forrajes a las bestias, y que hasta más tarde no cobrase importancia para la alimentación del hombre.16

 

En cambio, en la región andina, se acrecentó la domesticación de gran diversidad de plantas, marcando desde tal momento la inclinación hacia la agricultura. En tal virtud, en estas tierras, surgió primero la agricultura y después la ganadería, esta última solo como un complemento. La gran diversidad de plantas existentes en los numerosos pisos altitudinales de las laderas; la inexistencia de animales domesticables para carga y transporte, sumada a la accidentada geografía que dificultaba la vida nómada, determinó que el ser humano permaneciera muy ligado a la tierra en un mismo asentamiento, aprendiendo la domesticación de muchas plantas, lo cual, a su vez, influyó para su sedentarización antes que en Europa.

En el Viejo Mundo, la ganadería y el uso de animales de labranza y carguío influyeron para el desarrollo de formaciones sociales con centros urbanos funcionales a la lógica esclavista.

 

La época de la barbarie en el Hemisferio Este termina con el aprendizaje de la fundición del hierro y comienza el “estadio de la civilización” con la invención de la escritura y el uso del arado de dicho metal tirado por animales domésticos, lo que hace posible la roturación de la tierra en gran escala —la agricultura— y produce en las condiciones de entonces, un aumento prácticamente casi ilimitado de los medios de existencia posibilitando también la tala de los bosques y su transformación en tierras de labor y en praderas, cosa que habría sido imposible sin el uso del hacha, de la pala de hierro, y de animales de labranza como el buey. Todo ello motivó un aumento rápido de la población, que se instaló densamente en pequeñas áreas.17

 

En Europa, luego de consolidarse la propiedad privada y con el crecimiento del intercambio comercial, se presentó la necesidad de contar, cada vez, con mayor cantidad de mano de obra. Ello motivó la necesidad de conquistar otros territorios y esclavizar a los vencidos. Así surgió la sociedad esclavista.

En la región andina, la época de la barbarie sirvió para optimizar la producción agrícola ya existente, con la construcción de andenes, reservorios de alimentos (tambos) y observatorios astronómicos que permitieron percibir con precisión los cambios climáticos favorables para la labor agrícola. Debido a ello, no hubo necesidad de instalarse en ciertos lugares que determinarían el origen de los centros urbanos. En la región andina, el accidentado escenario y la inexistencia de bestias de carga influyeron para que la población permanezca distribuida en todos los confines territoriales, arraigada sólidamente en su asentamiento respectivo y dedicado a la agricultura.

El proceso de descomposición de la comunidad primitiva en el Viejo Mundo y su sustitución por la sociedad esclavista comenzó, pues, con la domesticación de animales y la concepción de la propiedad individual. Tal sustitución ocurrió gracias al uso de bestias de transporte y carguío como el buey y el caballo, facilitada, además, por la llanura del territorio que posibilitó el uso de la rueda. Estos elementos influyeron para lograr excedentes en la producción, pero con los excedentes surgió también la necesidad de intercambiarlos con otros productos provenientes de otras latitudes. Esto optimizó el trueque hasta convertirlo en el intercambio comercial propiamente dicho y, con los años, se instituyó el uso de la moneda como instrumento de cambio. Cuando el intercambio ya se realizaba entre lugares muy distantes, confluían y permanecían en lejanas latitudes personas de diversas poblaciones para negociar sus productos traídos del terruño, lo cual significó el inicio del proceso de fusión de las tribus en un solo pueblo que debilitó gradualmente los lazos de parentesco y dio paso, posteriormente, a la ley basada en el domicilio. Tal convivencia entre extraños en tierras lejanas dio origen gradualmente a una institución central conformada por representantes de cada tribu para que cada uno defienda los intereses de su terruño. Así surgió el embrión del Estado en Europa.