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Jack, billonario chino del comercio electrónico y de las finanzas, es obligado a salir de su plácido retiro para enfrentar las ambiciones totalitarias del poder político. En el intento de proteger a su empresa, queda atrapado en la lucha global que se desarrolla entre las grandes corporaciones y los gobiernos por el control absoluto. Este duelo de gigantes, donde la tecnología tiene el rol protagónico y los ciudadanos somos simples fichas descartables, pone en peligro el modo de vivir de millones de personas, su propia familia está en riesgo. Ha llegado el momento de tomar decisiones drásticas, de arriesgarlo todo, quizás… hasta la vida. Inspirado en hechos reales…
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Seitenzahl: 676
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Juan Alberto Narciso
Narciso, Juan Alberto El último bitcoin / Juan Alberto Narciso. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-2818-6
1. Narrativa Argentina. I. Título. CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
CAPÍTULO I
Sardina libidinosa
CAPÍTULO II
Nalgas que aplauden
CAPÍTULO III
La paja rusa
CAPÍTULO IV
El comunista que calzaba Ferragamo
CAPÍTULO V
Jack-Tosaurus Erectus
CAPÍTULO VI
No era fea pero tampoco bonita
CAPÍTULO VII
Tres amigos
CAPÍTULO VIII
El perro frito
CAPÍTULO IX
El beso blanco
CAPÍTULO X
Cachetadas, caviar y vodka
CAPÍTULO XI
La fábrica inteligente
CAPÍTULO XII
Como el Chapo Guzmán
CAPÍTULO XIII
Te va a costar un ojo y medio
CAPÍTULO XIV
El cíclope salvador
CAPÍTULO XV
My home is your home
CAPÍTULO XVI
En el hueso es donde está el sabor
CAPÍTULO XVII
Fucking drone out
CAPÍTULO XVIII
Lagrimas de arcoiris
Quisiera comenzar agradeciendo a mi hermana Liliana por leer su primera novela sin conocer el final. Sus comentarios emocionados después de cada capítulo me motivaron a seguir escribiendo.
Agradecimiento especial a Marilena por introducirme al mundo literario compartiendo sin mezquindad y con alegría sus conocimientos.
Me gustaría agradecer también a Irenita M. y al tío Nicolas por haber encontrado el coraje de leerme y regalarme sus valiosos consejos y opiniones.
Y muy particularmente agradezco y dedico este libro a Irene, mi compañera de aventuras, mi ancla, mi fuerza, mi amor y mi inspiración, por todas esas sonrisas mañaneras que me dan fuerza y son la base de mi felicidad.
Finalmente, agradezco a mi hija Valentina que, aunque no se ha leído el libro, es quien me mantiene actualizado y se moriría si no la menciono en esta página.
“La responsabilidad es el precio de la libertad”
Elbert Hubbard
— ¡Abra la compuerta y agarre el cabo! ¡Apúrese, vamos, rápido marica!
Este rugido de mando que se imponía por sobre el ruido de los motores, del viento, y de las olas que tozudamente golpeaban el casco fue lo que hizo salir a Jack de su estado de semiinconsciencia para recordar que estaba en el interior de un narco submarino.
En esta nave tan singular se encontraba atravesando el océano Atlántico en un viaje que había comenzado diez días atrás, cuando con un abrazo apretado y lágrimas en los ojos se despidió de su familia en Punta Cana para adentrarse en una aventura que tenía como destino Guinea-Bissau, país ubicado en el occidente del continente africano que sirve como escala a las operaciones del narcotráfico en su periplo desde América hacia Europa.
La orden provenía del capitán del submarino incitando a su mecánico a atajar el cabo de amarre que le era lanzado desde el buque pesquero de nombre El Oriental. El encuentro con este buque había sido planificado para reabastecerse de gasoil y alimentos en lo que sería la última parada antes de llegar al continente negro.
Coincidir en altamar no había sido tarea fácil, aun contando con equipos sofisticados de localización y vasta experiencia de navegación, las olas de cinco metros, las corrientes que hacen derivar las embarcaciones, y una noche oscura de esas que solo han experimentado marineros avezados, se habían confabulado para retrasar el encuentro por más de cinco horas, situación que había puesto en alerta a la tripulación del submarino ante el peligro inminente de quedar a la deriva por falta de combustible.
El submarino en donde viajaba Jack es conocido en el narco mundo como el Ferrari de los submarinos, al igual que un bólido de Fórmula Uno, su estructura está fabricada con una combinación de fibra de vidrio y fibra de carbono que permite que la nave sea fuerte y liviana a la vez. Tiene buenas dimensiones, eslora de sesenta pies, manga de seis pies, pero por razones aerodinámicas tan solo tiene cuatro pies de altura, lo que obliga a sus tripulantes a permanecer en posiciones muy incomodas durante todo el trayecto.
El exterior tipo camuflaje, pintado con colores grises y azules le permite mimetizarse en el mar. La nave de dos millones de dólares cuenta con un doble sistema de propulsión, un motor eléctrico ultra silencioso para entrar y salir de las costas continentales donde la vigilancia de la DEA es más alta, y un motor diésel de trescientos caballos que es utilizado para navegar costa afuera y sirve también para recargar las baterías del sistema eléctrico. Para el inminente caso de ser capturados, cuenta con dos válvulas de alivio rápido que tienen un triple propósito, deshacerse de la nave, de la droga y obligar a que las mismas autoridades que querían capturarlos deban rescatarlos para dar cumplimiento a las leyes marinas aplicables a los naufragios. El resto de la embarcación es la bodega para la mercancía, que usualmente aloja hasta tres toneladas de cocaína, pero que en este viaje lleva una carga un poco más peligrosa, un dispositivo atómico.
Jack compró el submarino tres meses atrás valiéndose del Dark Web, plataforma en donde se puede conseguir desde un sicario o un órgano humano, hasta un esclavo sexual o una obra de arte robada, para el pago de este utilizó Bitcoins. Estaba orgulloso de haber podido rebajar quinientos mil dólares del precio inicial, luego se enteró que el gran negocio lo había hecho el Cartel de los Soles, quienes lograron una ganancia fortuita al poder revender una embarcación que usualmente es hundida después de coronar la entrega de la droga.
En el claustrofóbico habitáculo viajaban tres hombres totalmente disímiles entre sí, el “Capi” como llamaban al capitán, uno de esos sujetos imposibles de calcularles la edad, que bien puede tener cuarenta o setenta años, quizás sólo treinta, vaya usted a saber. Hombre de mar acostumbrado a la faena se le notaba a leguas que había invertido grandes sumas de dinero en el desarrollo de su prominente vientre cervecero, tenía piel y bigotes de foca, y unas manos de gorila que hacían que todo lo que agarrara se viera pequeño y frágil. El “Capi” aunque ahora no lo pareciera, había sido un exitoso ejecutivo de una empresa naviera holandesa en la que por méritos propios y trabajo fuerte escaló posiciones hasta convertirse en su director principal. Su carrera corporativa se fue al traste cinco años atrás, cuando descubrieron que además de la mercancía que transportaba, generalmente madera seca y abono, también traficaba con adolescentes. El destino quiso que una de esas adolescentes se convirtiera en su mujer, su sardina, como él le decía cariñosamente.
El otro integrante de la tripulación era el mecánico, apodado Chito por su semejanza con el mono de la historieta de Meteoro. Chito era altamente valorado y bien pagado en el submundo de los narcos, no solo por su habilidad mecánica, ya que podía arreglar prácticamente cualquier motor en cualquier circunstancia, sino porque además era enano, su pequeña estatura le permitía acceder fácilmente al estrecho compartimiento del motor para hacer las reparaciones, y su bajo peso corporal colaboraba a que los viajes fueran más rentables. El tercer tripulante era Jack.
El menú en el submarino consistía exclusivamente de pepitonas, casabe y frescolita. Una gaseosa roja y empalagosa que caliente le resultaba detestable a Jack. Acostumbrados a las faenas más arduas, el Capi y Chito devoraban varias latas de pepitonas al día. El Capi aseguraba que las mismas eran afrodisíacas, y solo esperaba la hora de volver a Cartagena para demostrarle su renovado poderío a la sardina que, con diecinueve años y la libido en un pico era insaciable. El enano por su parte se jactaba que podía comer hasta cable, sin embargo, sus acompañantes comprobaron para su desdicha, que lo que tenía era un estómago pequeño, sensible y preciso. Precisión que se manifestaba cada quince minutos, cuando con carcajada previa expulsaba de su cuerpo gases con olor a huevo podrido que venían a colaborar con el ya enrarecido ambiente del submarino, mezcla de restos de cocaína, gasoil y el hedor corporal de tres hombres que no se han bañado en días.
Durante el amanecer del octavo día de la travesía, Jack despertó percatándose que sus acompañantes dormían. Chito que debía estar de guardia roncaba a pierna suelta, el enano había sucumbido al rítmico sonido del motor y al hastío de no tener nada de que ocuparse. El sol que se asomaba en el horizonte era complaciente, sus destellos anaranjados se colaban perezosos por la ventana, la temperatura todavía era tibia, ese día el mar estaba plato, pero repentinamente la luz del nuevo día desapareció como si alguien hubiese bajado una persiana. Jack por unos segundos no supo que pasaba, pero luego se dio cuenta y gritó angustiado.
—¡Despierta Capi! ¡Coño…, despierta Capi! — Al mismo tiempo que gritaba y sacudía por los hombros al Capi para sacarlo de su sueño, con la otra mano Jack intentaba tomar el control del timón girándolo todo a estribor. La sombra que ocultaba al sol era proyectada por un buque mercante gigante con el que era seguro se estrellarían, desde la perspectiva subacuática donde se encontraban, el buque parecía un edificio de veinte pisos en movimiento, el choque entre las dos embarcaciones era inminente.
El Capi no solo tomó el mando del timón, sino que actuando instintivamente colocó el motor en reversa, el motor aulló con todo su poderío como cuando un jet está aterrizando, pero el submarino seguía su rumbo inercial directo hacia el buque. Luego de unos segundos de angustia, el submarino y todas sus fibras crujieron para adaptarse al repentino cambio de dirección. Chito y Jack se agarraban como podían al techo y a las paredes preparados para el choque. Afortunadamente, a los pocos segundos el submarino empezó a cambiar el rumbo, al principio lentamente, luego tomó velocidad alejándose de la trayectoria del buque. Jack suspiró aliviado, se habían salvado, pero el Capi les advirtió nuevamente que se agarraran, que todavía estaban en peligro. Aunque habían evitado el choque, el pesado buque había pasado a solo cinco metros de distancia y ellos estaban en la estela del barco, una impresionante ola puso al submarino patas arriba, haciendo que tanto pasajeros como la peligrosa mercancía volaran por el aire, luego, por suerte, el submarino se estabilizó nuevamente. Ahora si estaban a salvo.
El episodio completo no había durado más de dos minutos, el buque con el que iban a chocar se alejó sin ni siquiera percatarse que ellos estaban allí. Se habían salvado de esta, pero de ahora en adelante tendrían que ser más cuidadosos, ya que el mar usualmente no perdona este tipo de errores.
Jack todavía adolorido por los golpes, pero calmado luego del incidente, no podía dejar de pensar en cómo había cambiado su vida en tan solo seis meses....
Jack desde niño ha sido disciplinado y constante, sabe que tiene más debilidades que fortalezas, y por ello se siente particularmente orgulloso de su auto disciplina, esa que le ha ayudado a alcanzar el éxito, bueno…al menos el éxito económico. Ese rigor lo aplica diariamente con diversas mini pruebas. Una de ellas, despertarse a las 5:54 de la mañana, justo seis minutos antes de que suene la alarma del despertador. Le fascina ese misterioso poder que permite a las mentes ocupadas enviar órdenes al organismo, en este caso, instrucciones del subconsciente para despertarse a una hora determinada.
Durante sus discursos y charlas que hoy en día se han convertido en una de sus principales actividades, durante las conferencias corporativas con sus más de seis mil empleados, o en los programas de televisión en donde es usual que sea invitado como una celebridad, incita al público a imitarlo y a que tomen en control de su vida. “El secreto del éxito es la disciplina”, afirma, y por eso debemos empezar por disciplinarnos nosotros mismos.
En privado, sin embargo, esos seis minutos que le gana al sueño los utiliza para disfrutar de una manera íntima y personal. Se complace con el silencio de la casa al abrir los ojos, escuchar a lo lejos las olas del mar gimiendo contra las rocas, oír la sinfonía de viento, metal y madera que producen los veleros anclados en el muelle. Se permite tener plena conciencia de sí mismo, percibir el roce de su piel con la tela de su pijama de tela de bambú, esa textura que lo transporta a su infancia, a sus franelas favoritas, esas que, mientras estaban más gastadas eran más placenteras. Disfruta apreciar la lucha de los traviesos rayos del sol en su intento diario por traspasar a las aguerridas persianas defensoras de las sombras. Se extasía con la armónica respiración de Peng durmiendo a su lado, su compañera de vida, su esposa. Y es en ese instante del día que da gracias…. gracias por todo lo que la vida le ha dado, gracias por un día más de vida.
Transcurridos esos minutos de autoindulgencia, Jack salta de la cama y haciendo el menor ruido posible camina descalzo hacia el baño para iniciar su rutina diaria, consistente en lavar su cara con agua, aplacar la rebelde cabellera y cepillarse los dientes de conejo. Nadie hubiese podido prever que, esos dientes objeto de tantas burlas en su juventud serían hoy en día uno de sus activos más importantes para su reconocimiento internacional y su proyección de empresario-niño-bueno. ¿Quién en su sano juicio puede desconfiar de un conejo?
Siempre crítico, no puede evitar hacer una autoevaluación de la imagen que refleja el espejo, detalla las arrugas de la comisura de sus labios, esas que a los cuarenta años lo hacían ver atractivo y maduro, y hoy, casi a los sesenta, se han convertido en una mueca senil. Toma nota mental de su creciente papada, de la flacidez de su piel, de las pecas de sus manos, pero también observa que sus ojos, negros y rasgados, aún tienen esa mirada chispeante y viva, detalla que su cabellera todavía es abundante, y que posee una forma física nada despreciable.
—¡Estás igualito Jackie! — Se dice auto engañándose, mientras se da unas cachetadas en el rostro para darse ánimo.
Su rutina continúa imitando al protagonista de una vieja película que se queda ciego en la guerra y debe aprender a utilizar sus otros sentidos para guiarse. Con sus pendejadas como él mismo se dice, cierra sus parpados y siguiendo el olor de los lirios camina por el pasillo para ubicar la escalera, luego usa su sentido auditivo para escuchar los diferentes crujidos de los escalones al bajar, utiliza el sentido del tacto para conectarse con el frio del piso de mármol y así, paso a paso, llega hasta su sitio favorito, uno de sus caprichos de millonario, su piscina con borde infinito y perfecta vista de doscientos setenta grados sobre el puerto de Hong Kong. Cada mañana cuando disfruta del panorama reconfirma lo acertado de haber comprado la mansión, que, si bien financieramente no fue la más rentable inversión, es la que más disfruta.
La casa está ubicada en una de las urbanizaciones más exclusivas de Hong Kong, allí donde solo los multimillonarios y los embajadores pueden tener su residencia. La Cima Peak, debido a su privacidad y sus bellas vistas es una de las zonas más buscadas y por ende con el metro cuadrado más costoso del mundo. En la cima el clima es perfecto, no hay frío ni calor, y por eso para Jack, no hay mejor sitio para seguir con su disciplina, en este caso, realizando su práctica diaria de Jiujitsu y Yoga como le enseñó su padre.
Desde el nivel de la piscina, además de disfrutar de la vista del puerto siempre en movimiento, se divisa también la única vía de acceso a la mansión, una carretera estrecha de peligrosas curvas por donde justamente sube un carro apresuradamente. Es un vehículo deportivo descapotado, cuando se acerca un poco más, Jack aprecia que se trata del Mercedes Benz amarillo y ruidoso del novio de Jenny. Le parece extraño verlo venir a esa hora en la que Jenny seguramente está durmiendo. Usualmente ella no abre los ojos hasta después del mediodía, cuando desde su cama exige a gritos que le suban un Red Bullpara volver a la vida, y aspirinas para mitigar la resaca.
Pero no, Jenny no está durmiendo. Esa cabellera mitad morada y mitad azul no puede ser de nadie más sino de su hija. Viene escuchando reggaetón a todo volumen en el bólido que se estaciona a pocos metros de donde está Jack.
—¿Qué pasó Jack? ¿Cómo estás? — Quien lo saluda, al tiempo que rodea el carro para ayudar a Jenny a salir del asiento del copiloto, es John Jr.
Jenny viene totalmente drogada, casi sin conciencia, con los ojos enrojecidos.
— Aquí haciendo un poco de Jiujitsu-Yoga para aceitar las bisagras— Responde Jack enseñando su sonrisa de conejo y ocultando el malestar que le produce ver a su hija en ese estado.
La confianzuda forma de saludar de Junior le choca a Jack, pero decide ser amistoso y tragar grueso para ganarse su confianza, ya que tenerlo cerca equivale a contar con más oportunidades de ayudar a Jenny con sus problemas.
Jenny que apenas puede mantenerse en pie y caminar, requirió de la ayuda de la señora Changuei, quien al escuchar el vehículo salió apresurada de la cocina para servirle de muleta y ayudarla a llegar a su recámara. Jenny que meses atrás dejó de ser una de las celebridades más famosas de China debido a la divulgación de un video sexual. Hoy solo encuentra refugio para su frustración, en las drogas, las fiestas y en este novio que Jack no termina de descifrar.
—¡See you Jack! — Se despide Junior, al tiempo que vuelve a romper la paz de la mañana con el aullido del Mercedes Benz, que, al alejarse, demuestra todo el poderío de un vehículo especialmente diseñado para lucirse.
Jack se auto fustiga por tener a una hija sin rumbo, se siente responsable, se preocupa. Para aislar sus mortificaciones intenta concentrarse nuevamente en el Jiujitsu, pero cuando ya está a punto de lograrlo ve a lo lejos a su mujer que con su caminar de caballo de paso fino va rumbo a la cocina. Peng, segura de que Jack la observa, sin variar su dirección y sin mirarlo hace un giro sexy, le tira un beso con la mano y desaparece detrás de una puerta. “¡Qué bella y qué coqueta sigue siendo!” piensa Jack, que desiste de continuar con la rutina del Jiujitsu-Yoga de ese día.
Peng es una ilusionista del tiempo, aunque tiene una agenda llena y comprometida siempre tiene tiempo para todo, algunos piensan que es un ser omnipresente, tiene la capacidad de organizar desde las cosas más domésticas, como cuando se limpia la piscina o cuanta mantequilla queda en el refrigerador, hasta temas complejos de negocio. De hecho, ha sido el bastón de Jack para su éxito, brindándole oportunos consejos y descifrando con su increíble intuición a los que se acercan a la familia con malas intenciones. No teniendo suficientes actividades, colabora con la Fundación Mundial de Limpieza del Océano y preside junto a Jack la Organización Mundial de Mujeres Emprendedoras, organización que cuenta con más de dos millones de afiliadas y dos mil colaboradores en varias partes del mundo.
Mientras la señora Changuei prepara sus famosos dim sum para el desayuno y Peng gira las órdenes del día en la cocina, Jack bebe té, observando al mismo tiempo ocho grandes pantallas de alta definición que empapelan de piso a techo una de las paredes del desayunador. En las pantallas están sintonizados diferentes medios de comunicación con diversos puntos de vista, canales de televisión rusos, japoneses, árabes, alemanes, americanos. El ojo educado de Jack va descifrando y analizando casi inconscientemente cual es la noticia que cada país y medio quiere imponer como la verdad. No contento con las pantallas de televisión, Jack complementa la información leyendo en su teléfono móvil más de quinientas cuentas de Twitter y Sina Weibo con opiniones “independientes”.
El responsable de que Jack haya desarrollado esta rutina sin duda alguna fue su padre. Al principio fue un juego. Cada semana Guang le traía películas americanas obtenidas en el mercado negro e invitaba a Jack a que se aprendiera los diálogos. Ese juego hizo que Jack aprendiera inglés. Posteriormente, con la excusa de practicar, lo invitaba a oír el noticiario de la BBC de Londres en el viejo radio de onda corta, en ocasiones, cuando las condiciones climáticas eran favorables, escuchaban la Voz de América. Ese “juego” permitió al pequeño Jack tener la capacidad de contrastar las noticias del mundo con su entorno local, aprendiendo a buscar fuentes alternativas y complementarias para poder crearse una opinión propia.
En retrospectiva se podría decir que fue justamente esa capacidad de ver el mundo fuera de la muralla china y entender el pensamiento del occidente, lo que lo convirtió en el hombre más rico de China y factor fundamental para que su empresa Open Sésamo OS, fuera la pionera y todavía líder del comercio electrónico en Asia y gran parte del mundo.
El crecimiento de OS fue vertiginoso y exponencial, de ser hace solo unos años un emprendimiento de amigos, se convirtió en una empresa que cotiza en la bolsa de Nueva York y Hong Kong, manejando más del 35% de las operaciones del comercio electrónico y de pagos de China.
Luego de cuadrar los asuntos domésticos en la cocina y definir el plan del día, Peng acompaña a Jack, quien al verla venir apaga las pantallas de televisión y silencia su teléfono. Entre ellos existe un pacto de desayunar juntos cada vez que puedan, con la única condición de no utilizar ningún aparato electrónico mientras lo hacen. La idea les surgió durante un periodo en donde el matrimonio estuvo tambaleante, el objetivo era lograr un ambiente que los invitara a conversar y a conectarse más íntimamente. El experimento tuvo tan buen resultado que ahora lo aplicaban sistemáticamente.
—¿Viste la hora que llegó Jenny? —Preguntaba Jack en ese tono, que al mismo tiempo que pregunta responsabiliza al interlocutor — Estaba totalmente drogada, yo pienso que no sabía ni siquiera quién era yo.
Peng que sabía del sufrimiento de Jack, consciente que este podía estar toda la mañana quejándose lo atajaba rápido —Si, yo también me preocupo mi amor, procura entenderla, está frustrada por lo que le paso, pero estoy segura de que cuando decida su próximo proyecto va a volver a ser la misma de siempre, los principios están allí, yo la estoy monitoreando de cerca. Te pido un poco de paciencia, recuerda que es una milenial, la generación de la incertidumbre, no saben que les depara el mundo, están angustiados, algunos piensan inclusive que no van a tener un planeta en donde vivir.
—¿Millennial? ¡Coño Peng, no me vengas con eso! y esos principios que hablas ¿Cuándo van a salir? ¿Cuándo tenga una sobredosis que la mate? — Replicaba Jack mientras se mordía el labio inferior en ese gesto que lo delata cuando está preocupado.
—Hablaré con ella— Contestaba Peng con tono decidido— Dame unos días — Dando por terminada la discusión y cambiando el tema.
—Por cierto…, en unos días es el cumpleaños de tu papá; ¿Qué le quieres regalar?
—Ese si es un tema difícil— Contestaba Jack cambiando de humor.
— A ese viejo no le interesan los viajes, no quiere carros, no quiere tecnología, la verdad no sé, lo admiro, vive su vida de una forma tan simple que lo material pareciera que pasa a un segundo plano.
—¡Coño, ya sé que le vamos a regalar! — Decía Jack al tiempo que se le iluminaba el rostro.
—¿Te acuerdas de ese restaurant de la última vez que fuimos en Japón? Ese dónde comimos esa parrillada de carne wagyu con la cerveza artesanal de jengibre y jalapeños que tanto le gustó. Bueno Peng…, si yo conozco a mi padre, creo que lo que más disfrutaría sería hacer una parrilla similar con Jenny y con nosotros, algo íntimo, sería como cuando cocinábamos en el patio de la casita de Shanghái.
—¡Listo! Yo me encargo— Dijo Peng al mismo tiempo que le daba un beso, y se levantaba recordándole que Naomi lo esperaba en el despacho.
Naomi era la asistente de Jack, su mano derecha, tenía diez años trabajando con él. Se habían conocido en Wuhan en condiciones muy especiales conformando desde esa época un equipo inseparable.
Todo ocurrió cuando Peng y Jack habían ido a prestar su ayuda luego de las terribles inundaciones que habían dejado más de mil quinientos muertos y millones de personas desplazadas. Cuando llegaron en el helicóptero se impactaron de lo que vieron desde el aire, las noticias del gobierno no reflejaban la real magnitud de la emergencia humanitaria a la que se enfrentaban, era un total desastre, las vías de comunicación estaban cerradas, no había agua, no había electricidad, no había comida y las personas deambulaban de un lado a otro sin saber qué hacer, la vista cenital les permitía conocer la verdadera magnitud de la desgracia.
Cuando se montaron en el vehículo que los trasladaría al Centro de Operaciones, el chofer que reconoció a Jack por sus famosos dientes. Apenado pero valiente, lo increpó.
—Sr. Jack, disculpe mi atrevimiento, ¿Usted de verdad quiere ayudar?
—Por supuesto, a eso hemos venido— Contestó Jack parcamente.
El chofer decidió hablar con sinceridad —Sr. Jack, el Centro de Operaciones está manejado por los militares, ellos han enfocado todo su esfuerzo en organizar el ejército para controlar posibles desórdenes. Pero toda la ayuda material que ha llegado y las donaciones las están utilizando para reparar las casas de los burócratas del partido, si usted realmente quiere ayudar, lo puedo llevar a un sitio en donde estoy seguro será de mucha más utilidad a la población. Es un colegio no muy lejos de aquí, no se va a arrepentir.
Peng siguiendo sus instintos se adelantó a la respuesta de Jack —Llévenos al colegio por favor, no tenemos nada que perder.
Al llegar a la escuela, la actividad era frenética pero ordenada, en pocos días habían logrado crear un centro de refugiados de la nada, todos ayudaban y parecían saber lo que tenían que hacer. Naomi con solo veintidós años era la jefa de ese centro improvisado, a falta de líderes ella había asumido el mando, al principio, solo las mujeres la siguieron, pero luego los hombres también se pusieron a sus órdenes. La muchacha era una máquina para las ideas y para la acción, todos trabajaban sin cesar, se habían organizado en cinco divisiones: alimentación, salud, infraestructura y servicios, coordinación con entes gubernamentales, búsqueda y rescate.
Lo primero que sorprendió a Jack fue el impresionante físico de Naomi. Hija de padre senegalés y de una bióloga china, Naomi era un mujerón de 1, 85 m. que parecía todavía más alta por su cabello afro alborotado. Jack nunca había visto una negra-china, pero pronto su físico paso a segundo plano cuando observó que su mayor cualidad era su carisma y la capacidad de organización. Le admiraba ver como esa muchacha impartía órdenes a diestra y siniestra con autoridad y serenidad.
En el momento en que Jack pudo conversar con ella, luego de una breve introducción y un firme apretón de mano. Naomi, viéndolo directamente a los ojos, le preguntó si solo venía a tomarse una foto para relaciones públicas o si realmente tenía intenciones de ayudar.
Jack recibió la pregunta como una bofetada, tartamudeó y tosió buscando tiempo para encontrar las palabras correctas para su respuesta, no estaba preparado para que esta niña le hablara de esa forma.
Peng salió a su rescate. — Venimos a ayudar, tenemos tecnología y dinero. — Dijo con decisión.
Dirigiéndose nuevamente a Jack, ahora en forma de reto, le preguntó. —¿Puedes generar electricidad al resto de la ciudad?
—Si puedo. — Contestó Jack defensivamente sin saber si realmente podría cumplir con su palabra.
Naomi ahora dirigiéndose a Peng. —¿Y usted señora?
Peng con decisión le dijo. —Yo puedo ayudarte a que esos niños y esas mujeres tengan un futuro. — Había nacido la Organización Mundial de Mujeres Emprendedoras.
Nuevamente en el presente y mientras caminaban hacia el despacho, Jack interrogaba a Naomi. —¿Qué tenemos en agenda hoy?
— Tienes una video llamada con la junta directiva de la Fundación a las diez, luego a las once tienes reunión con los creadores de Hienergy, y a las doce una entrevista por videoconferencia con Jimmy Fallon. Por cierto, Leo Dan ha insistido en que necesita hablar contigo, dice que es urgente, te dejé la tarde libre y lo cité a las dos. ¿Está bien?
—¿No te dijo que quería?
—No, pero su tono era de emergencia.
—Ok, pásame por favor la video llamada de la junta directiva.
La reunión con la Junta Directiva transcurrió sin pena ni gloria, en resumen, las cosas iban bien, los directivos eran profesionales de primera línea y tenían muchos años trabajando en equipo, sabían bien qué se esperaba de ellos y ellos sabían lo que le gustaba a Jack, por lo que hacían entrega de ese producto de una manera prolija y profesional.
A Jack le interesaba más la reunión con Hienergy, que era una empresa emergente para el desarrollo del hielo combustible, una nueva forma de energía experimental.
Durante el proceso de reconstrucción de Wuhan, para cumplir con la promesa de electrificación hecha a Naomi, Jack se involucró personalmente en el mundo de las energías alternativas convirtiéndose en el proceso en un pseudo especialista del tema, por lo que ahora era buscado en este campo.
Al entrar a la oficina Hans Leo, CEO de Hienergy, Jack pensó en los grandes glaciares. Hans era un vikingo gigante de más de dos metros de estatura, con manos de basquetbolista y cara de niño. A Jack le encantaba este tipo de reuniones por la energía que transmiten los emprendedores. Él mismo había sido así en un pasado no tan lejano.
—Señor Jack, mucho gusto, gracias por recibirme. —Se adelantó a decir Hans hablando atropelladamente como si le faltara tiempo para todo lo que tenía que decir en un inglés con fuerte acento nórdico.
Jack con su sonrisa de conejo contestó al tiempo que le estrechaba la mano. —El gusto es mío Hans, llámame, Jack a secas por favor, me interesa mucho lo que estás desarrollando, siéntate, cuéntame por favor que tienes en mente.
—Señor Jack, digo…, Jack, todo empezó hace dos años cuando estábamos explorando la utilización de la energía geotérmica en Groenlandia. Queríamos replicar lo que se realiza actualmente en Islandia, Costa Rica y otros países. La idea era utilizar la geotermia para producir energía sustentable. Para comenzar con la exploración perforamos dos pozos, en el primero descubrimos una “veta” geotérmica de alto valor calórico que pudiera servir para suministrar energía a una ciudad de un millón de habitantes; sin embargo, lo interesante fue lo que pasó con el segundo pozo exploratorio. Cuando ya llegábamos a dos kilómetros de profundidad, empezaron a sonar lo que al principio pensamos eran piedras que desde el fondo llegaban al separador de prueba, cuando revisamos el contenido, descubrimos que no eran piedras normales ¡Eran hidratos de metano o lo que se conoce comúnmente como hielo combustible!
Hans continuaba con la explicación. —Ahora bien, la verdad es que no sabíamos que hacer con ese hielo, pero por un error los dos pozos se conectaron, hubo una fusión y se generó una corriente de gas combustible, pudimos determinar que esta nueva corriente tiene el contenido calórico por pie cubico más alto del mundo. Para que tenga idea, estamos hablando de al menos treinta veces más energía que la capacidad calórica que tiene una corriente similar de gas natural, lo más interesante, es que estamos seguros de que la isla de Groenlandia tiene cantidades astronómicas de este hielo combustible.
Jack aun con cara de póquer —Ajá, entiendo que tienes una fuente de energía excepcional, ¿Pero en que te puedo ayudar? Pareciera que tienes algo bueno en mano, lo que no veo es donde entro yo.
Hans respondía atropelladamente —Desafortunadamente los pozos estallaron y colapsaron, ya creemos saber cuál fue el error, pero para poder determinar que el descubrimiento y el potencial es real, necesitamos hacer dos pozos adicionales y comprar un sistema de mezcla auto regulable que recientemente desarrolló una empresa finlandesa. Estamos seguros de que con ese sistema de mezcla vamos a lograr una producción comercial y segura. Lamentablemente los inversionistas, luego de la explosión, no han estado dispuestos a darnos más fondos, no confían en nosotros.
—Hans ¿Y esa energía es posible exportarla? — Preguntaba Jack con renovado interés.
—Claro Sr. Jack, si logramos el desarrollo, podemos exportarla a los países vecinos por medio de gasoductos, o también podemos exportarla directamente como hielo combustible, solo necesitaríamos un mezclador en el país receptor.
Con cada palabra Jack se interesaba más —¿Cuánto es la inversión que requieres?
Hans que tenía el número previamente pensado contestaba con seguridad. —Necesitamos veinticinco millones de dólares americanos, y por esa cantidad estamos dispuestos a ceder el 25% de la compañía.
—¿En cuánto tiempo pueden tener los pozos y el mezclador funcionando?
—Con los fondos disponibles, estoy seguro de que en doce semanas podemos tener el prototipo funcionando.
—¿Cuántos socios hay en la empresa y cuáles son los porcentajes de participación y la valoración? — Continuaba Jack quien había pasado por este tipo de conversaciones decenas de veces.
—Los inversionistas iniciales son el Grupo Hanover, quienes nos aportaron treinta millones de dólares por el 15% de la empresa, mi papa y yo tenemos el resto.
Jack ahora en modo inversionista —Ok, suena interesante, pero tú sabes que nosotros aportamos mucho más valor a una empresa que el simple dinero. Asociándote con nosotros, no solo obtendrás recursos para los dos pozos y la adquisición de la tecnología, sino que automáticamente obtendrás el prestigio requerido para convertir este potencial negocio en un negocio de verdad, un negocio a gran escala. ¿Estás claro?
Sin dejarse intimidar Hans respondía. —Sr. Jack, lo que le estoy ofreciendo es una oportunidad en un millón.
—¿Tú sabes cuantas personas me visitan diariamente con oportunidades similares? De hecho, creo acordarme de una empresa en Australia que estaba desarrollando algo muy parecido. Dejémonos de tonterías o bullshit como le encanta decir a los americanos, me caes bien Hans… mi política en la vida y en los negocios es que todos seamos felices, yo sería muy feliz si por esos veinticinco millones de dólares que requieres, obtengo el control de la empresa, es decir el 51% del negocio.
Hans haciendo cuentas mentales, replicaba. —Sr. Jack eso no es posible, lo máximo que pudiéramos dar por ese monto es el 30%, y estaría entrando en una valoración menor a la que entró el Grupo Hannover.
Jack apresurando el cierre de la negociación —Hagamos algo Hans, de mi experiencia sé que lo que pides usualmente no es suficiente, lo que conlleva a retrasos, nuevas rondas de negociación, etc. Te ofrezco en lugar de los veinticinco millones de dólares, treinta millones por el 40% de las acciones, además, pondría a tu disposición a cinco de mis más altos ejecutivos para que te ayuden a negociar con los finlandeses, pero requiero una respuesta ya.
Hans tratando de ocultar su emoción. —¿Es esa su oferta final Sr. Jack?
Jack seguro que lo había convencido. — Insisto Hans, no me digas señor, solo Jack a secas, vamos a ser socios, amigos.
—Está bien Jack, tenemos un trato. — Al mismo tiempo que le estrechaba la mano con satisfacción.
—Bienvenido Hans, estoy seguro de que juntos haremos cosas muy buenas, por favor mantengamos esta información en secreto hasta que tengamos resultados ciertos.
—No hay problema Jack.
—Pero para cerrar este pacto apropiadamente, te invito a tomarnos un té.
La ceremonia del té es como Jack terminaba de enamorar a sus socios y clientes, aprovechaba la oportunidad para evaluar el comportamiento del potencial socio y sobre todo sus modales. Durante el acto del té, Jack se comporta como una autentica geisha japonesa, el proceso está planificado y es ejecutado al milímetro, desde la forma de caminar hasta la cantidad de pasos que se dan, donde se pisa, como te sientas, como se toman los objetos. Jack con los años ha perfeccionado este ritual, convirtiéndolo en un acto de seducción en donde la mayoría de los invitados terminan sucumbiendo a su encanto.
En el mundo de los negocios era conocido que Jack utiliza esta ceremonia para cerrar sus negocios, por eso los negociantes más astutos se preparan y estudian con anticipación los movimientos y los pasos requeridos para evitar ofender al anfitrión. Hans era de estos últimos, y por eso no tuvo problema alguno en realizar la ceremonia sin errores, sin embargo, lo que previo a la reunión le había parecido un esnobismo, finalmente lo había acercado espiritualmente con Jack.
Al terminar su representación, con sus invitados casi hipnotizados, Jack aprieta un botón que da la señal a Naomi para entrar al despacho y sacar literalmente al invitado para no dejarles tiempo a reaccionar.
—Naomi, por favor acompaña a Hans a la salida, coordina con él todo el papeleo para realizar una inversión en su firma.
Una vez que Naomi regresa de llevar a Hans, pregunta —¿Todo bien Jack? ¿Algo más que deba hacer?
— Si, coordina con el Grupo Hanover, vamos a comprarle su participación en Hienergy — Jack había aprendido a golpes que no tenía sentido tener una empresa en donde no tuviera el control.
La mañana terminó monótonamente. La entrevista con Jimmy Fallon fue similar a las otras cincuenta que él había dado en los últimos tres años, tal vez un poco más graciosa, las historias eran recurrentes, repasaba cómo había logrado ser el hombre más rico de China, como había sido el surgimiento de su empresa, y brindaba consejos a los jóvenes emprendedores, muchas de sus citas eran basadas en reflexiones y frases de las películas piratas que había visto en su juventud. Obviamente, toda esta charla siempre era aderezada con su sonrisa de conejo bueno y una actitud humilde que encantaba a las personas.
Ese día el almuerzo preparado por la señora Changuei consistió en pollo a la soya cinco especies y miel. Los comensales eran Peng, Naomi y Jack, quienes conversaban distraídamente rememorando una de las anécdotas vividas durante la labor de Wuhan. La conversación cesó de inmediato cuando apareció Jenny para acompañarlos, en su rostro se podía apreciar los excesos de la noche anterior. A Jack se le iluminaba la cara de amor cuando la veía, le provocaba abrazarla, besarla, protegerla, sin embargo, no estaba dispuesto a dejar pasar su comportamiento. Por eso se dirigió a ella amargamente. —¿Y entonces? ¿Dónde estabas ayer?
—Ay Papá ¡Déjame comer tranquila! Si vas a empezar con tus discursos, me paro de la mesa y me voy.
Peng intermediando —No seas tan grosera con tu papa que lo único que hace es preocuparse por ti.
— Pero mamá, es que pregunta como si realmente no supiera en donde estaba, desde que me insertaron ese chip de localización, no puedo ni ir al baño sin que alguno de ustedes dos sepa lo que estoy haciendo.
Peng cariñosamente —Mi amor ya te dije que es una necesidad, no es que quiera monitorear tu vida, pero es que ninguna medida de seguridad sobra, además, sabes que ya nos han amenazado con secuestrarnos
— Ajá y entonces ¿Por qué tantas preguntas? Está bien, ¿Quieres saber…? Estaba de fiesta, luego bailé, me drogué, hice el amor ¿Suficiente, o quieres más detalles?
—Por favor, pásame el pollo Naomi— replicaba Peng para cambiar la conversación.
Jack sabía que era verdad lo que decía Jenny, claro que podía averiguar con quién estaba, en dónde estaba, no solo conocía el paradero de Jenny, también tenía la localización y el perfil psicológico de millones de personas. Personas que daban esa información a OS en forma gratuita para recibir una oferta o utilizar un servicio gratuito. Las personas prestaban muy poca atención a toda la información que daban en sus perfiles, Jack conocía sus preferencias, sus miedos, afectos, personalidad, todo era procesado utilizando un algoritmo para influenciar, para lograr más ventas en línea, ese era el real secreto de su éxito, el capitalismo de datos.
Peng con picardía intentó que la conversación pasara nuevamente a temas sociales. —Naomi ¿Y cuándo vamos a conocer a ese novio misterioso?
Naomi con cierto fastidio, pero sonriendo. —¡Que no tengo ningún novio Peng! Steve es solo un amigo.
—Naomi es que tenemos tiempo que no tenemos un bebé en la familia, aunque me digas entrometida, el reloj biológico no se detiene.
El postre acompañado con té consistió en unos panqueques con dulce de leche, postre que Jack había descubierto en uno de sus viajes a Argentina y le fascinaba. Todas las semanas se lo solicitaba a la señora Changuei, quien no tenía problemas para consentirlo.
Naomi se dirigió a Jenny aprovechando que el ambiente se había distendido. —Y entonces Jenny… ¿Cuándo empiezas a trabajar en la Fundación?
Jenny en una desproporcionada reacción explotó. —¡No, no voy a trabajar, no voy a estudiar, coño déjenme en paz, no quiero hacer nada ahora! Más bien ¿Por qué no te metes en tus asuntos? Resuelve tus propios problemas, investiga la razón por la que no te dura un novio más de una semana, ya me fastidié de ustedes, no quiero hacer nada ahora. — Replicaba amargamente, parándose y alejándose de la mesa.
—¿Qué vamos a hacer con tu hija? — Preguntaba nuevamente Jack. —Será muy generación X, y, centenaria o milenaria, pero no estoy dispuesto a soportar estos ataques de malcriadez.
— Dale espacio Jack, por favor, no puedes controlar todo y a todos, todo el tiempo. — Respondía Peng tratando de que la situación no pasara a más.
Naomi que vio el reloj de su muñeca anunció. — Jack, recuerda que tienes reunión con Leo, debe estar esperándonos en el despacho.
—Bueno, vamos, permiso Peng nos vemos más tarde.
Efectivamente, en la oficina estaba Leo puntual como siempre, vestía formal y elegante con un traje Hugo Boss que era su marca favorita, peinado con fijador y lentes que montura Mount Blanc. Su apariencia hoy distaba mucho de aquel muchacho andrajoso con el que Jack había compartido eternas partidas de futbol en la calle con pelotas hechas de trapos.
Jack lo saludo. —Hola Leo ¿Cómo estás? Háblame de esas rodillas, ¿Sigues jugando tenis? — Y sin esperar respuesta. —¿Quieres un té o un expreso de esos que te gustan a ti?
Leo había acompañado a Jack desde los inicios de Open Sésamo, era su hombre de confianza, a Jack le gustaba porque además de pensar muy bien antes de hablar y de actuar, era leal. Leo había sido la opción perfecta para ocupar su cargo de CEO, cuando dos años atrás Jack había decidido retirarse del mundo activo de los negocios para dedicarse de lleno a la Fundación y a sus acciones de filantropía.
—Un expreso está bien, y un vaso con agua por favor.
—Naomi por favor tráele un café del especial a Leo, un vaso de agua, y por favor que no nos molesten
Cuando Naomi se marchó, se dirigió a Leo —¿Cómo está la familia?
—Todos bien, el mayor Danny estudiando en Harvard, quiere ser médico, y mi hija menor Lucy, está estudiando música.
Jack contestaba al tiempo que cruzaba los brazos. —¡Qué cosas tiene la vida! Ninguno de nuestros hijos quiso involucrarse en el mundo de la tecnología, uno que trabaja pensando en ellos, en que seguirán nuestros pasos, y resulta que no tienen el menor interés.
—Si Jack, esta generación es diferente, tienen más interés en la ecología y en una vida más sencilla que en la que nosotros pretendemos diseñarle, son más abiertos a lo nuevo, aceptan de mejor forma el cambio, en definitiva, son mejores que nosotros amigo.
—Entrando al tema, ¿Qué te trae por aquí? No me dirás que vas a renunciar, de una vez te digo que no acepto renuncias.
—Si tú me lo pides, sabes que sí. — continuaba la broma, aunque en el fondo ambos sabían que era verdad. Había un pacto intrínseco que, si Jack tuviera que regresar, Leo se haría a un lado tranquilamente, no tenía problemas en ser un personaje secundario, de hecho, lo prefería.
Leo ahora serio, entro en el tema. — Jack la situación con el gobierno está complicada, además de la supervisión que tenemos y el par de imbéciles que nos pusieron en la junta directiva para controlarnos, ahora quieren que le demos toda la información de nuestros clientes, parece que hay un movimiento dentro del Partido Comunista que busca radicalizar el control social y echar para atrás muchas de las libertades económicas que hemos alcanzado. Después de las sanciones mundiales a China por el virus COVID-19, y la apertura comercial obligada al occidente, parece que el Partido ha ido perdiendo el control político, y tú sabes que ellos no cederán nunca el poder. Ahora que se acabaron las prebendas económicas, quieren aplicar la política del garrote, y la quieren perfeccionar usando la data de nuestros clientes y con nuestras tecnologías.
—¿Tú te refieres al crédito social? ¡Esos son puras tonterías Leo! Los famosos puntos por buen comportamiento, la verdad, no sé a quién se le ocurrió esa idea. Eso no sirve para nada. — Comentaba Jack agitando las manos y restándole importancia.
—No son tonterías Jack, ¿Por qué crees que tuve que sacar a mi hijo Danny fuera del país? Lo que te voy a decir no me lo contaron, lo vivimos en carne propia. Tú conoces a Danny, es inteligente pero rebelde, resulta que por “tonterías” como tú dices, en un mes le quitaron todos los puntos de crédito social ¿Y sabes que le pasó?
Jack ahora un poco más enfocado —No, Leo por favor, cuéntame.
—Bueno Jack, que lo expulsaron de la escuela pública, pero no solo eso, de repente se dio cuenta que no podía comprar pasajes en el tren, hasta la velocidad de internet nos la disminuyeron en la casa. No podíamos acceder a ninguna aplicación, el internet que recibimos era como si estuviéramos en la década de los ochenta. Lo metieron en la lista negra, y los que están en la lista negra no tienen derechos, son ciudadanos de segunda, no solo tienen las restricciones que te digo, pero tampoco pueden acceder a créditos bancarios, no pueden ni siquiera comprar un pasaje para el exterior, Jack te digo, no es poca cosa.
—Cuéntame ¿Y qué hiciste Leo? ¿Cómo resolviste ese problema? — Preguntaba Jack con curiosidad y genuino interés.
—Personalmente me dirigí a todas las instancias para protestar formalmente, quería ver si podía revertir esa situación por las vías legales, pero nada amigo, no hay forma de apelar. Entonces traté de averiguar cómo funciona el sistema de puntos, me enteré de que inicialmente el gobierno implementó este sistema para que los bancos no siguieran prestándole a los morosos. Tú sabes que en China nunca tuvimos un registro financiero. Eso me pareció que estaba bien, ya que había personas que se aprovechaban de esta situación y obtenían varios préstamos y no los cancelaban. Pero ahora ese sistema mutó, ahora lo están utilizando para moldear a los ciudadanos a su antojo, usan un algoritmo para la asignación de los puntos que nadie ha podido descifrar. Lo que he podido averiguar es que te quitan puntos por diversas cosas, desde arrojar basura a la calle o gritar en el metro, hasta asistir a un evento de la oposición.
—Entiendo, pero ¿Qué tiene que ver Open Sésamo con esto?
—Todo Jack, actualmente el gobierno posee casi doscientos millones de cámaras en todo el país con reconocimiento facial, y me enteré de que van a duplicar la cantidad en los próximos años, pues bien, la noticia es que ahora no se conforman con la vigilancia en el mundo físico, sino que también quieren controlarte en el mundo virtual, saber que pagaste, donde comiste, con quien, por eso quieren la tecnología de OS.
Jack enfadado —¡Pero eso no puede ser coño! Esa información es de nosotros, es lo que nos da valor, además…si eso llega a la competencia perderemos nuestras ventajas. ¿Estás seguro de que solo están interesado en eso del control social o la competencia está detrás de esto?
—Estoy casi seguro de que es el gobierno Jack, quieren los registros de preferencias, la base datos de reconocimiento de rostro y emociones, exámenes de ADN, quieren la tecnología de análisis de big data que hemos desarrollado, el de ubicación, quieren todo. No sé qué decirte.
—Amigo esto es serio, estoy realmente preocupado, tengo tres meses dándole largas, haciéndome el tonto para no darles lo que solicitan, pero nos dieron plazo de un mes para dar la información, ya nos están amenazando con el tribunal antimonopolio, con nuevos impuestos al patrimonio y hasta con la expropiación. La verdad ya no tenemos mucho margen de maniobra.
—Leo la verdad es que me equivoqué en mi pronóstico. Pensé que con las sanciones mundiales que nos impusieron y la apertura del internet, más bien nos íbamos a occidentalizar, que el Partido cedería un poco, estaba consciente que con la caída económica nos iban a apretar con los impuestos, pero no esto, esto nos puede conducir a la ruina.
—¡Tienes que volver a la compañía Jack! Tal vez con la fama que te has ganado en occidente podemos ganar algo más tiempo, o inclusive hasta dejen de molestarnos. Estoy seguro de que si tú estás al frente de OS la presión bajaría.
Jack que quería tantear el ambiente corporativo preguntó. —¿Qué dicen los otros de la junta directiva?
—Tú sabes..., allí tenemos amigos y enemigos, no hay unanimidad.
—Aquí está el café y el agua— Informaba Naomi, mientras ponía las tasas en la mesa, los hombres hicieron una pausa y al unísono, como si estuvieran en clase de primaria le dieron las gracias a Naomi quien les sonrió y cerró la puerta al marcharse.
—Coño Jack hablando de otra cosa, no me dirás que no te estás follando a esa hermosura.
—Leo, Leo, no cambias, no amigo ella me sirve más como aliada, te confieso que me da morbo a veces y está como grandota, pero lo veo como una prueba de autocontrol. Hablando de otra cosa ¿Cómo van los números de Open Sésamo?
—Van bien Jack, estoy un poco preocupado por futuros juicios antimonopolio y por la Unión Europea que quiere que paguemos impuestos localmente. Pero en general vamos muy bien.
Jack continuaba con el interrogatorio — Y la ¿Fintech? Open Pay ¿Cómo va?
—Allí si estoy positivo y tengo el presentimiento de que nos va a ir muy bien, el Initial Public Offer I. P. O. de Open Pay para hacer la empresa pública es en seis semanas. Pero si los inversionistas se enteran de que colaboramos con el Partido Comunista, que le damos la información de nuestros clientes, nuestra valoración se va al piso, sin ser adivino, te vaticino muchas sanciones y vetos en otros mercados, esa es otra razón importante para que vuelvas a la empresa.
Jack levantándose y dando por terminada la reunión. — Ok, tengo claro el escenario Leo, déjame pensar que podemos hacer.
Jack mientras acompañaba a Leo hacia la puerta — A ver cuando jugamos tenis y nos tomamos unas cervezas.
—Ok perfecto, pero llévate el protector bucal, porque estoy sacando más duro que John Isner.
—Bueno Leo, saludos por la casa. Gracias por venir.
Esa noche a Jack le costó conciliar el sueño, la conversación con Leo lo había hecho salir de la paz de su retiro. Volvió a recordar la actividad frenética de los primeros días de Open Sésamo, cuando trabajaba de sol a sol por ese sueño de llevar a China hacia el comercio electrónico. En ese tiempo estaba dispuesto a todo y este requerimiento del gobierno le hacía recordar que, para obtener su fortuna y toda la fama de gran empresario había hecho concesiones morales y éticas que ahora lo perseguían.
Recordaba amargamente cuando tuvo que ceder participación de su empresa al Partido Comunista, cuando sacrificó el sueño de libertad con el que Open Sésamo había nacido, traicionándose a el mismo, y sobre todo traicionando a Julián, su amigo y socio que lo había ayudado desde el principio y quien había renunciado a seguir en la empresa si quedarse significaba asociarse con los comunistas. No previó nunca que esa pequeña empresa fuera el monstruo del comercio electrónico y de las finanzas que era hoy en día, tampoco previó que el Partido Comunista le iba a pasar la factura justo ahora, después de tantos años.
En el pasado OS había colaborado con el gobierno suministrando tecnología y recursos para sacar a pueblos enteros de la miseria y convertirlos en villas tecnológicas. Pero esto era diferente, OS no solo manejaba información de China. Ciudadanos de India, Taiwán, Rusia, España y gran parte de Estados Unidos también estarían expuestos. Esa información en manos sin escrúpulos fácilmente podía cambiar la forma de vivir de millones.
Jack despertó con el cuerpo empapado de sudor, obviando su rutina y el autocontrol que tanto predicaba, fue directamente a su despacho, estaba realmente preocupado, esa conversación con Leo Dan le había movido sus cimientos. Había pasado toda la noche dando vueltas en la cama pensando en cómo solucionar la situación. Finalmente, cuando despuntaba el sol, se tranquilizó con la certeza de quien ya tiene la respuesta a un problema. Jack había tomado una decisión, había decidido que para evitar el acoso a Open Sésamo utilizaría la estrategia del lobby político, se sentía muy cómodo en su rol de empresario retirado, y no estaba dispuesto a dejar su tranquilidad por este evento.
Lo más importante de la estrategia era escoger al operador político idóneo, para ello rebuscó en la caja fuerte de su despacho su vieja libreta de anotaciones y contactos, en esa libreta estaban todos los nombres de las personas con las que había hecho negocio en alguna ocasión. Allí, escrito con su puño y letra, estaban plasmadas desde las características físicas del contacto, hasta detalles de su vida personal e íntima, posición laboral y personalidad.
Repasando los perfiles de sus “amigos” y conocidos dentro del Partido Comunista Chino, a Jack se le iluminó la cara cuando vio el nombre de Pino Cho. Pino actualmente era uno de los cuatro miembros de La Secretaría del Comité Central del gobierno, y estaba a cargo del manejo operativo del Politburó. Aunque el tipo era resbaladizo como una serpiente, estaba seguro de que con un buen incentivo era la persona apropiada para ayudarlo a mitigar el hostigamiento sobre Open Sésamo.
Pino Cho vendiéndose puertas adentro del Partido como el más rojo de los comunistas, había escalado posiciones hasta lograr convertirse en uno de los políticos más influyentes del país. Sin embargo, Jack lo conocía muy bien, sabía que este personaje rojo por fuera era realmente verde como los dólares por dentro, además de apostador empedernido, era corrupto, mujeriego y con debilidad por el lujo. En fin, era el indicado para esta misión.
Jack pensó que antes de plantearle el caso sería conveniente darle primero un masajeo profundo a su gran ego, por eso propuso que la reunión fuera a la hora del té en el famoso Hotel Península, que ubicado enfrente del muelle de Colon es donde se reúne la crema y nata de Hong Kong para ver y dejarse ver. Para darle un toque de jet set, logró que uno de los míticos Rolls Royce verdes del hotel fuera a buscar a Cho, la idea era que este último pudiera lucirse con una gran entrada triunfal.
Jack tenía todo planificado, pero aun así llegó a la reunión con anticipación para tener la oportunidad de escoger la mesa de siempre, esa que, ubicada estratégicamente en la esquina noreste, le permitía observar todo el salón y la puerta de entrada. Su preferencia por esta mesa tenía un triple propósito, privacidad, satisfacer las tradiciones del feng shui y su seguridad. Parte de su mantra era, no des nunca la espalda a la puerta de entrada, y en un lugar concurrido, verifica en donde está la salida de emergencia. Desde su ubicación privilegiada observó la llegada de Cho, que, como buen burócrata, llegaba con quince minutos de retraso y sin prisa. En su recorrido hacia la mesa saludaba a algunos de los comensales que lo reconocían, estrechaba manos, despachaba sonrisas y se dejaba fotografiar sin abandonar nunca el tabaco tipo Churchill que sostenía en su boca con las muelas. A Cho lo escoltaban dos guardaespaldas con rasgos mongoles, que al recibir la instrucción que su jefe les dio con un pequeño movimiento de sus cejas procedieron a sentarse en una mesa del fondo. Luego de esta caminata de modelo de pasarela, Cho llegó finalmente a la mesa donde Jack lo esperaba de pie.
—Buenas tardes, excelentísimo Sr. Pino Cho— Saludaba Jack haciendo una reverencia como si fuera el mismísimo rey.
—Déjate de tonterías Jack. — Hablando al mismo tiempo que seguía saludando con la mano a otros comensales y chupaba un poco más de la nicotina del tabaco que ahora había mordido.
— Mira Jack, vamos a pedir el té y los bocaditos que sirven aquí, pero sabes que cualquier favor que necesites, te va a costar más que unos sándwiches y agua caliente.
— Estoy claro Pino, ya nos conocemos. — Al tiempo que hacía señas al mesonero para ordenar.
—Por favor tráiganos té y canapés, y luego se volteó hacia Cho,
— Pino, al grano… ¿Qué está pasando?, ¿Por qué el gobierno me quiere joder?
— Aquí no puedo hablar, pero algunos estamos preocupados, parece que el Partido está dando pasos agigantados hacia una Revolución Cultural 2. 0.
Luego de esta frase, la decisión implícita era resignarse a tomar el té y conversar banalidades, Jack que estaba en modo trabajo, aprovecharía esta charla ligera para intentar descifrar en qué tipo de persona se había convertido Pino luego de haber llegado a la posición de poder, saber que lo motivaba ahora, descubrir alguna debilidad. Pero Pino también sabía jugar y con sus preguntas también intentaba saber las intenciones de Jack, era el juego del gato y el ratón, en donde el rol se intercambiaba con cada dialogo.
Pino mientras hablaban se devoraba un habano tras otro. Tenía la desagradable costumbre de comérselos en lugar de fumarlos, primero chupaba sectores del tabaco y luego los mordía como si se tratara de una salchicha, escupiendo posteriormente en una taza los restos masticados envueltos en una densa saliva marrón.
Luego de horas de conversación trivial y haberse comido tres tabacos, Pino impaciente y hastiado de la cháchara, le propuso a Jack a que fueran a su oficina privada para poder conversar abiertamente. Previamente había girado instrucciones a los guardaespaldas mongoles para que fueran por uno de los autos blindados en los que usualmente se desplazaba, ya el Rolls Royce había cumplido su función y no quería arriesgarse de más. Pino estaba cerca de la cúspide del poder, pero en el camino se había ganado varios enemigos y por eso intentaba no salirse del esquema de seguridad.
Al entrar al vehículo, Jack descubrió que el interior era una jaula de cristales entintados, su función no era que los de afuera no pudieran ver a los pasajeros, su función era evitar que los pasajeros pudieran ver hacia afuera. Durante el recorrido, Jack Intentaba utilizar el resto de sus sentidos para orientarse tal como lo hace en su matutino juego del soldado ciego, pero luego de veinte minutos de dar vueltas se dio por vencido, era imposible saber en dónde se encontraba.