El Zodiaco - Margarita Norambuena Valdivia - E-Book

El Zodiaco E-Book

Margarita Norambuena Valdivia

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Beschreibung

Este libro es el tercero de la saga El Zodiaco, en la que un grupo conformado por doce personas que llevan apodos de signos zodiacales viven al borde de la ley, subsistiendo en un mundo postapocalíptico que los margina. Con el tiempo, han dejado de ser una organización criminal y han sido aceptados en la sociedad como un gremio más. No obstante, ellos se encargarán de dejar en claro que El Zodiaco no tiene rey ni ley, y que no es un grupo que pueda ser domado ni enmarcado en las reglas de la sociedad. En esta entrega, se aborda la venganza y la traición, el abandono y el regreso de uno de sus miembros, situación que los otros desaprueban. ¿Hasta dónde será capaz de llegar Escorpio con tal de ejecutar sus planes? ¿Lo seguirá El Zodiaco hasta el final del camino, poniendo en peligro su recién adquirido estatus como gremio? A pesar de ser una saga destinada a un público juvenil, se recomienda como lectura para todo tipo de lectores.

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El Zodiaco: La venganza de escorpio

Margarita Norambuena Valdivia

El Zodiaco: La venganza de escorpio

PRIMERA EDICIÓNOctubre 2023

Editado por Aguja LiterariaNoruega 6655, dpto 132Las Condes - Santiago - ChileFono fijo: +56 227896753E-Mail: [email protected] web: www.agujaliteraria.comFacebook: Aguja LiterariaInstagram: @agujaliteraria

ISBN: 9789564090948

DERECHOS RESERVADOSNº inscripción: 2023-A-1546 Margarita Norambuena ValdiviaEl Zodiaco: La venganza de Escorpio

Queda rigurosamente prohibida sin la autorización escrita del autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático

ILUSTRACIONESIlustrador: Shukei ([email protected])

TAPASImagen: Shukei ([email protected]) Diseño: Jimena Cortés

 

Para Leonardo Antonio Valdivia Alcota, mi tío, quien me enseñó el temor por las venganzas.

ÍNDICE

Agradecimientos

Prefacio

Leo

Alphred Lion

Piscis

Tauro

Alphred Lion

Cáncer

Libra

Sagitario

Alphred Lion

Virgo

Aries

Alphred Lion

Acuario

Alpha Leo

Escorpio

Géminis

Capricornio

Alpha Leo

Capricornio

Epílogo

Agradecimientos

Primero que todo, quisiera agradecer a Mara Camargo Preciado, la editora principal de este trabajo. Sin su ingenio y visión privilegiada este libro no sería lo que hoy es. Agradezco enormemente su trabajo y dedicación: es una de las personas que mejor entiende al Zodiaco y sus variopintos personajes. Agradezco, en esta oportunidad, especialmente su paciencia para explicarme por qué es bueno deconstruir para poder avanzar y crecer.

Agradezco a mi hermana, Amanda, por estar siempre ahí para seguir las aventuras y desventuras del Zodiaco como mi lectora beta, aportándome, desde su siempre increíble juicio, sus opiniones y teorías conspirativas respecto al mundo del Zodiaco.

Agradezco a Leonardo Valdivia por las largas charlas de lo que significa una venganza, los tipos de venganzas, las reacciones que se pueden observar en quien se venga y en las víctimas de venganza y espero que nunca esté en su lista de personas para vengarse.

Y finalmente, agradezco a todos aquellos que en algún momento recibieron un libro del Zodiaco y lo han leído. Me alientan a seguir adelante con este mágico pasatiempo.

Prefacio

La reunión se llevaría a cabo en la sede de la guardia del rey. Alphred Lion inhaló profundo al bajar del vehículo y se detuvo un instante para apreciar el edificio del teatro principal. Una semana y un par de días atrás había estado allí para impedir el atentado de los 3R que terminó con su regreso al Zodiaco. Ahora todo aquello parecía un evento muy lejano.

Exhaló mientras se ajustaba la gorra y la capa, la cita era a las 20:15. Miró su reloj: llegaba cinco minutos antes. Sonrió al pensar que Capricornio estaría orgulloso de él y su puntualidad, si pudiera verlo.

Estaba emocionado y nervioso. Era su primera vez como paladín y no sabía qué esperar. A pesar de que nunca había participado de una reunión de gremios, tenía claro que debía demostrar que el Zodiaco era el mejor gremio de la historia. No importaba la tarea o la misión; estaba seguro de que nadie podría superar al Zodiaco.

—Identificación —un miembro de la guardia del rey custodiaba el acceso.

—Alphred Lion Zoltak, Capitán Comandante de la FUSEN.

No pudo evitar que una sonrisa llena de orgullo se instalara en su rostro. Era el capitán comandante más joven de la FUSEN (Fuerza de Seguridad Nacional) de la historia del segundo reino y saber eso lo hacía sentirse el mejor paladín de todos.

—Al final del pasillo a la derecha, salón B1.14 —el guardia señaló el lugar con el brazo izquierdo sin quitar en ningún momento su mano derecha del arma en su cintura—. Sus armas debe entregarlas en aquella oficina —agregó, señalando una pequeña habitación que se encontraba a la derecha tras la entrada.

—Gracias — Alphred lo dejó atrás y se encaminó al lugar señalado.

Iba vestido con su uniforme de gala: botas negras de montar hasta la pantorrilla con el emblema de la FUSEN; un ave fénix de alas extendidas, imponente y elegante al mismo tiempo, grabado en un disco de plata incrustado a la altura del tobillo de cada bota. Usaba también pantalones de vestir azul marino con una franja verde a cada lado, una camisa blanca, corbata azul marino de nudo, chaqueta larga también azul marino con solapa, que se abotonaba en una hilera de botones plateados hacia el lado derecho. Una franja delgada de color verde adornaba los puños de la chaqueta; un grueso cordón trenzado de color plateado con hebras verdes entrelazadas rodeaba su hombro izquierdo pasando por debajo de la charretera. La parte delantera del cordón se unía al primer botón casi a la altura del centro del pecho, mientras que la parte trasera se unía al segundo botón pasando por debajo del brazo. Una banda ancha de cuero blanco le cruzaba el pecho y le permitía llevar un sable colgando al costado izquierdo del uniforme.

Sobre todo eso llevaba una capa azul marino con forro verde que terminaba con un cuello tipo Kent en el que el ave fénix reinaba en ambas solapas; una cadena plateada mantenía unidos ambos extremos del cuello de la capa, que sobre el hombro izquierdo tenía una tela de color verde cubriendo hasta la mitad del brazo. Y, para completar su vestimenta, llevaba guantes blancos y una gorra de plato azul marino con el emblema de la FUSEN bordado en hilo plateado.

Estaba obligado a usar ese uniforme cada vez que era llamado a una reunión ante la guardia del rey y eso no le molestaba, al contrario, estaba seguro de que lo hubiera usado aún si no fuera obligación, porque lo hacía sentir distinguido e importante: una buena carta de presentación ante los demás paladines. Dejó sus armas en la sala de custodia a la entrada y se encaminó a la reunión.

La puerta del salón B1.14 estaba abierta y contra la pared del fondo se alcanzaba a ver una mesa alargada con un mantel blanco y varios platos con bocadillos calientes y fríos, dulces y salados, así como distintos tipos de bebestibles. Adentro, se encontraban tres de los cinco paladines de los gremios de la ciudad.

Pietro Bertholy, líder y paladín de la Araña Escarlata, se encontraba bebiendo una copa de brandi mientras escuchaba a Tobias Leifson, líder y paladín de la Rosa Azul, quien le contaba la última reforma de mercado mientras comía un bocadillo tras otro. Hagebak Blom, una mujer esbelta y seria estaba sentada de piernas cruzadas mientras saboreaba una copa de vino blanco: ella era líder y paladín del gremio Mensajeros de Morana.

Ninguno de los tres pareció notar la presencia de Alphred Lion Zoltak, paladín del Zodiaco, por lo que carraspeó un poco tras ingresar y provocó que los otros dejaran sus asuntos para mirarlo. Pietro lo saludó con un pequeño gesto de cabeza y alzó apenas su copa. Tobias se volteó; tenía la boca llena de comida, tragó con dificultad y le sonrió.

—Eres el nuevo, ¿verdad? ¿Qué hay, chico suicida? —saludó sonriente. Tenía una voz jovial. Era el más joven de los tres, tenía 31 años, seis más que Alphred.

—¿Suicida? —Alphred frunció el entrecejo.

—Sí, oí que aceptaste ser el paladín del Zodiaco —Tobias estalló en carcajadas.

—Su primer acto como gremio fue robar un vehículo de la contraloría —la voz seria de Pietro no dejaba en claro si estaba molesto o solo estaba poniendo a los demás en conocimiento de tal hecho.

—Te lo compensé… —Alphred habló entre dientes y apartó la mirada. No se esperaba un recibimiento de ese tipo, se sentía como un niño regañado por meterse en la mesa de los adultos.

—Para ser tan joven, te queda bien el uniforme —Hagebak se puso de pie y se acercó a Alphred inspeccionándolo de arriba abajo; era casi tan alta como él.

—Pero no es tu Jov, así que lo odiarás igual que a todos —se quejó Tobias justo antes de volver a probar todo lo que los platos a su espalda ofrecían.

—Aún está verde, pero no está mal —sonrió Blom mientras acomodaba la capa de Alphred.

—¿Perdón? —Alphred frunció el ceño, no le había tocado interactuar de cerca con Hagebak Blom.

Ella era la directora distrital de la Comisión para el Mercado y Finanzas. Había conversado muchas veces con ella, pero siempre por teléfono, y le parecía una persona severa y seria, además de que las primeras veces la confundió con un hombre debido a su nombre y tono de voz.

—Veo que ya estamos todos —era una voz enérgica y de tono profundo.

Alphred se dio la vuelta y vio a un hombre de la guardia del rey sonriendo en la puerta de entrada.

—¡Jov! —Blom se olvidó de Alphred y corrió hacia la entrada para abrazar al recién llegado, quien, en un ágil movimiento, la esquivó.

—Un gusto saludarte, como siempre, querida —contestó sonriente.

Hagebak resopló mientras se cruzaba de brazos y se encaminaba a las sillas de mal humor.

Jov Nyhovac era el líder y paladín del gremio los Hijos de Ka, uno de los más poderosos y numerosos del reino. Además, Jov era miembro de la guardia del rey, el mayor cuerpo paramilitar del reino, conocido porque sus miembros eran maestros de todas las artes conocidas y de todas las áreas posibles: combate, estrategia, biotecnología, espionaje, lo que fuera necesario; si existía, ellos lo conocían y lo dominaban. Sin un rey, eran ellos quienes dirigían y velaban por los intereses del reino.

Jov tenía cerca de cincuenta años y había sido comandante de inteligencia de la FUSEN por siete años, desde los treinta y tres hasta los cuarenta, momento en que fue llamado para presentar el examen de ingreso a la guardia del rey. Si Jov no hubiera aceptado tal honor hoy sería el capitán comandante de la FUSEN y Alphred seguiría en su puesto de comandante de ataque.

Tobias Leifson se acercó con un plato repleto de comida. Él era el actual SEDI (secretario distrital) de obras. Era una persona grande y robusta; hombre rubio, de ojos azules, con una actitud relajada. Nunca antes Alphred había intercambiado palabras con él.

Pietro Bertholy dejó la copa casi vacía sobre la mesa y también se acercó. Él era el contralor del distrito décimo tercero: un hombre de cuarenta años, serio y eficiente, concentrado siempre en su trabajo. A Alphred Lion le recordaba a Capricornio. Pietro tenía cabello negro y ojos marrones, la piel más morena que los demás.

Hagebak se acomodó un mechón de su cabello rojizo e hizo un gesto de desaire y desinterés desviando la mirada. Tenía unos hermosos ojos verdes y medía cerca del metro noventa. Junto a Alphred, eran los más altos del grupo. Alphred Lion Zoltak medía exactamente un metro noventa, tenía el cabello castaño oscuro y ojos verde mar.

Jov observó a todos sentados frente a él y sonrió. No había alcanzado a cambiarse al uniforme de la guardia del rey, por lo que iba vestido de civil.

—Como bien saben, corresponde realizar el torneo distrital de verano —comenzó Jov, moviéndose hacia el frente de las sillas—. Este año la competencia se realizará en Novyy Kursk. Sé que ya saben cómo funciona esto, pero este año tenemos a un nuevo gremio, así que explicaré las reglas.

—No se preocupen por mí, participé muchas veces en estos eventos como apoyo, sé…

—Míster Zoltak, aunque conozca las reglas, es mi obligación repetirlas cuando hay un nuevo paladín —interrumpió Jov.

—Olvídalo novato, jamás podrás sacar a un guardia del rey de su deber, déjalo continuar y disfruta de la comida —comentó Tobias, quien se había sentado junto a Alphred.

—Excelente. Entonces, nuestro distrito está formado por cuatro ciudades con un total de quince gremios. Nuestra ciudad, Vorónezh, es la capital y cuenta con la mayor cantidad de gremios.

—Gracias al Zodiaco. Antes estábamos empatados con Novyy Kursk —volvió a interrumpir Tobias.

—Correcto. Cada semestre se realiza el torneo distrital que permite clasificar y evaluar a cada gremio. Sirve también como vitrina para las instituciones y personas que quieran contratar servicios con los distintos gremios. Cada actividad y competencia entrega puntos a los participantes, y el gremio con mayor cantidad de puntos se corona como campeón del torneo. Además, existe la distinción del mejor por disciplina. Los torneos de verano se realizan en una de las otras tres ciudades, mientras que el torneo de invierno siempre se realiza en la ciudad capital —explicó Jov.

—Y no te olvides del torneo nacional —comentó Tobias.

—Eso lo dejaremos para otro momento. Ahora estamos en el torneo distrital de verano —contestó Jov.

—Y luego también está el torneo regional —continuó enumerando Tobias.

—Y los mejores de esos compiten en el torneo mundial cada tres años. El actual campeón es el gremio del rey del séptimo reino —completó Pietro.

—Uh… ese gremio es demasiado poderoso —Tobias se sacudió los hombros.

—De acuerdo, enfoquémonos en lo que nos convoca. En esta carpeta pueden encontrar información detallada de la normativa del torneo distrital. Les recomiendo que la revisen con los miembros de su gremio, de vez en cuando el consejo decide cambiar algunas reglas —Jov Nyhovac entregó una carpeta de cartón a cada paladín—. La guardia del rey junto a la FUSEN se encargan de velar por la correcta ejecución del torneo. Cualquier duda pueden hacerla llegar a la central de la guardia del rey antes de iniciado el torneo. Durante el torneo la seguridad y logística también estarán a cargo de la FUSEN.

—De todos modos, la FUSEN rinde cuentas a la guardia del rey durante el torneo, así que solo somos la cara visible, pero los verdaderos hombres a cargo son ustedes —comentó Alphred encogiéndose de hombros.

—Cierto, eso me recuerda… Míster Zoltak queda relevado de sus funciones como capitán comandante en lo referente al torneo. Entenderá que, como paladín, la competencia pierde integridad y validez si usted participa de la elaboración de pruebas y protocolos.

—Claro, lo que sea necesario —aceptó Alphred Lion, quien haría lo necesario para asegurar que el mérito del Zodiaco fuera conseguido de forma justa.

—Oh, el nuevo tiene una buena mirada —sonrió Tobias—. Te advierto que los tres primeros lugares del distrito solo giran entre los Hijos de Ka, Zoria y Danica, e Hilos de Oro.

—Aunque en el torneo a nivel nacional Zoria y Danica son los más constantes en los primeros puestos —Pietro se sujetó el mentón haciendo memoria.

—Sí… a nivel nacional varía mucho de año en año, no podría estar tan seguro de ello —aceptó Tobias.

—Los últimos tres años Zoria y Danica han estado entre los tres primeros lugares a nivel nacional —le recordó Pietro.

—Mmh, mmh —Jov carraspeó al ver que la discusión comenzaba a desviarse del asunto que los reunía—. Sí, como sabrán, el torneó comenzará la noche del viernes veintisiete de agosto. Tienen tres días para prepararse. Por favor, lean las instrucciones en detalle y preparen a sus gremios para el evento. Recuerden que el número y nivel de misiones a las que podrán acceder dependen directamente de su desempeño en el torneo. No necesitan ser los mejores en todo, solo mostrar lo que saben hacer y para qué son buenos y tendrán asegurado el trabajo para el presente semestre.

Capítulo 1

Leo

¡Sí! Por fin soy el primero en hablar. ¿Y por qué estamos hablando de la venganza de Escorpio? Deberíamos estar hablando del plan maestro de Leo, porque esto fue mi plan, yo soy la mente maestra tras todo lo sucedido, sin mí nada podría haber sido posible. Comencemos por el principio. Era veintidós de agosto, hace solo una semana que nos habíamos convertido en un gremio. Escorpio y Acuario fueron a entregar nuestro último encargo ilegal y regresaron cuatro horas después riendo como idiotas, y con dos motocicletas nuevas.

—¿Se gastaron el dinero de la venta? —les pregunté. Habían hecho tanto ruido que Tauro y yo salimos a ver qué sucedía.

—Sí —Acuario tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Aries se va a molestar —Tauro se rascó el pecho mientras inspeccionaba las motocicletas.

—Aries nos dio permiso —la sonrisa de Acuario no se borraba.

—¡¿Qué?! —Tauro y yo no podíamos creerlo, era un hecho sin precedentes.

—¿Por qué? ¡Eso no es justo! —me crucé de brazos y fruncí los labios.

—Anda, Leoncito, no seas gruñón. Y creo que es muy justo. Dejaron que nos torturaran y nadie se dignó a ir a rescatarnos —Escorpio se inclinó sobre mí y pasó un brazo por sobre mis hombros. Yo lo observé de reojo y resoplé.

—Nadie los torturó —le recordé.

—¡Me golpearon! —Escorpio se llevó la mano al pecho, ofendido.

—A mí me rompieron la nariz —Acuario alzó la mano, aun sonreía divertido.

—Ese fue Escorpio, no cuenta —le recordé, mientras alzaba la mirada al cielo en un intento por no perder la paciencia.

—Ah, pero pasó mientras éramos prisioneros —insistió Acuario.

—Además, fue Escorpio quien se puso a torturar gente —lo acusó Tauro.

—No entremos en detalles innecesarios, son nuestras y tenemos el permiso de nuestra líder suprema para quedárnoslas —Acuario hizo rugir el motor de la motocicleta.

—Y es completamente injusto. A ver, bájate de ahí, quiero probarla —me acerqué a la motocicleta negra de Acuario, era un modelo remasterizado muy hermoso.

—Acuario se quedó con un vejestorio, le dije que no era buena —Escorpio se cruzó de brazos tras la nuca.

—El chico de la Araña dijo que era la mejor —respondió Acuario.

—A mí me gusta —apoyé. Era una Harley Davidson Fat Boy.

—¡Ya ves! —Acuario me señaló repetidamente con ambas manos.

—Sí, como sea, locos hay en todas partes —contestó Escorpio.

—¡Oye! —reclamamos Acuario y yo.

—Escorpio tiene razón, esta es mucho mejor, más veloz y eficiente —Tauro revisaba la motocicleta aerodinámica de tonos azules de Escorpio.

—Te lo dije —Escorpio miró a Acuario con prepotencia, como si el apoyo de Tauro fuera suficiente para darle la razón—. Como sea, leoncito, bájate de ahí y ven conmigo, tenemos que hablar.

—¿Yo, qué? —parpadeé mirando a Escorpio. Acuario se había acercado a mí y me mostraba las mejoras de su motocicleta.

—¡Yo también voy! —Acuario rápidamente se olvidó de lo que me contaba y alzó la mano emocionado.

—No, solo Leo y yo. Tú estorbarías —lo detuvo Escorpio.

—Pero tengo ideas geniales —insistió Acuario.

—Ese es precisamente el problema. ¡Leo, vamos! —entonces, Escorpio caminó hacia la casa.

—¡¿Me prestas tu moto?! —le gritó Tauro. Escorpio respondió con un gesto despreocupado de mano—. Ven, Acuario, vamos a probarlas —Acuario volvió a sonreír, aceptó la invitación y cambió de lugar conmigo.

Seguí a Escorpio hasta la sala de interrogatorios. Fruncí el entrecejo mientras cerraba la puerta tras de mí. No entendía muy bien lo que sucedía y con Escorpio jugar a adivinar nunca funcionaba. Él te decía “A”, pero en realidad ya lo tenía todo pensado hasta la “Z”.

—Bien, ¿de qué se trata? —me crucé de brazos y me quedé estratégicamente cerca de la puerta. La sala de interrogatorios era en su mayoría usada solo por nosotros dos. Tenía una mesa y tres sillas al centro y en el muro del fondo un mesón con diversos artefactos intimidatorios que rara vez utilizábamos.

—Venganza —sonrió al decirlo, y casi pude sentir que su mirada se afilaba hasta cortar mi garganta.

—¿De qué? —carraspeé un poco y me acerqué a la mesa. Escorpio se había sentado sobre uno de los bordes de esta, me observó caminar y esperó hasta que me senté en una silla para responder.

—Alpha, Leo —contestó, y fue más como un susurro. Escorpio sonreía expectante. Sus ojos parecían pequeñas esferas negras capaces de absorber todo el lugar. No negaré que me causó satisfacción oír lo que nos convocaba, pero la mirada de Escorpio me produjo tal escalofrío que tardé más de lo debido en responder.

—¿Cuál es el plan? ¿Quieres torturarlo? ¿Podemos matarlo o lo dejaremos vivo? —intenté entender por dónde iría el asunto. Escorpio cerró los ojos y meneó la cabeza mientras negaba con la mano, entonces se bajó de la mesa y acercó una silla para sentarse frente a mí, yo retrocedí un poco, fue un movimiento pequeño e involuntario.

—No, no lo dañaremos físicamente.

—Ah, ¿entonces? —fruncí el entrecejo.

—Es el hermano menor de Capri, lo recibimos de vuelta por eso, ¿recuerdas? —asentí con la cabeza—. Matarlo iría contra nuestras intenciones originales.

—¿Pues, entonces, cómo pretendes vengarte?

—También eres un león. Tú dime —y me sonrió inclinando la cabeza en mi dirección, con esa sonrisa que me hacía cosquillear la nuca.

Escorpio era una persona previsora y muy controladora. Estaba seguro de que sabía lo que respondería. Estaba también seguro de que ya tenía armado su plan, pero ahí estábamos, hablando para confirmar todas sus ideas. A veces me daba por pensar que Escorpio era como un gran titiritero: él tenía una visión, lanzaba hilos para amarrar a la gente y la movía en pos de cumplir con sus planes, era escalofriantemente calculador… y macabro, era el miembro más sádico del Zodiaco. Un enemigo aterrador. Agradecía tenerlo del mismo bando.

***

—Muy bien… este es el plan: vamos a rodearlos y tomarlos por sorpresa —Alpha sonreía al hablar, orgulloso de su gran plan. Yo fruncí el ceño mientras movía mi vista hacia nuestro objetivo, aún no entendía cómo se suponía que íbamos a rodearlos.

—Ok, anotado —asintió Acuario e hizo un saludo marcial.

—Recuerden, tenemos que liberar a los rehenes, esa es la prioridad —recordó Alpha.

Yo asentí con la cabeza y luego miré a nuestros compañeros capturados, Capricornio y Virgo. El primero tenía la cabeza apoyada sobre su palma y parecía dormitar, mientras que su hermana pequeña estaba sentada sobre sus piernas y jugaba al piedra, papel o tijeras con Piscis, su carcelera.

—Oigan, faltan dos —comentó Sagitario. Al oírla, traté de localizar a los del otro equipo.

—No. Faltan tres —su voz me tomó por sorpresa y bruscamente me di la vuelta para encararlo. Escorpio nos sonreía con las manos en los bolsillos—. Supongo que estaban planeando cómo rodearnos, ¿no? —preguntó ampliando su sonrisa socarrona.

—¡A él!

Tras el grito de Alpha, los cuatro nos lanzamos sobre Escorpio, quien se dedicó a esquivarnos de allá para acá, hasta que, de pronto, algo me empujó por la espalda.

—Tocada, tocado… —dijo Libra, tocándonos a Sagitario y a mí.

—Aún podemos, Acuario, somos dos contra uno —comentó Alpha, tratando de atrapar a Escorpio, quien inclinó la cabeza sonriendo de lado y sacó las manos de sus bolsillos. Comenzó a bloquear los manotazos de Alpha y Acuario, y logró evitar que lo tocaran con sus palmas.

Escorpio pareció estar acorralado, pero, a pesar de todo, podía notar una incipiente sonrisa en la comisura de sus labios.

—¡Ya es nuestro! —celebró Alpha y se lanzó sobre él.

—Oh… ¿estás seguro? —preguntó Escorpio, entonces se hizo sutilmente hacia un lado y noté a Aries que saltaba de las ramas del árbol tras Escorpio para caerle encima a Alpha.

—¡Ja! ¡Tocado! —gritó Aries, colgando de la cabeza de Alpha.

***

Escorpio no era invencible, tampoco era un temerario como Alpha, pero era un maestro de la estrategia y, lo quieras o no, terminabas bailando en su palma sin remedio.

—¿Qué quieres que te diga? —le pregunté.

—Cómo destruir a Alpha Leo —le retuve la mirada.

Por un momento tuve la impresión de que sus ojos brillaban, como si estuviera muy emocionado por lo que sea que fuera a contestarle. Torcí mis labios, no porque no conociera la respuesta, sino porque algo en la mirada y la sonrisa de Escorpio me hizo revolver el estómago. No era la típica sensación de temor o escalofrío que era capaz de producir con facilidad, sino que era una sensación de ansiedad, como estar de pie al borde de un precipicio oscuro y sin fin.

Yo era muy pequeño cuando Alpha supuestamente murió. No tenía más de seis años, y sí, dolió, mucho, más aún al descubrir que no había muerto, porque al menos si hubiera muerto podía justificarlo, pero él nos había abandonado, se había ido con el mejor postor, con el que le ofrecía la mejor opción de vida y ni siquiera se había molestado en despedirse, pero, a pesar de todo, en el fondo, y aunque jamás lo admitiría en voz alta, estaba aliviado de descubrir que seguía vivo. Al menos, ahora tendría una vida con la cual pagar su abandono, pero, ahora mismo, los ojos de Escorpio no revelaban por ningún resquicio algún sentimiento similar.

Escorpio hablaba en serio, y eso era aún más espeluznante que cualquier sonrisa o mirada macabra que pudiera mostrar. Cuando Alpha nos dejó, Escorpio me doblaba la edad y supongo que eso lo hizo vivir completamente distinta aquella experiencia.

***

—¿Qué haces, Leo? —me sobresalté al escucharlo, me giré y noté a Escorpio en la entrada del dormitorio. Observé hacia un costado y traté de ocultar con mi cuerpo la cómoda que estaba registrando.

—Nada —contesté. Escorpio frunció el ceño, ingresó y se pasó la mano por el cuello mientras observaba a su alrededor.

—Oye, ya sabes que Capri nos dijo que no ingresáramos aquí —me contestó, acercándose a paso lento. Yo dejé caer mis hombros mientras suspiraba y asentía con la cabeza.

—Sí, solo… —contesté y desvié la mirada. Sentí un nudo en la garganta apretando las palabras, lo que me forzó a tratar de tragarlo—. Lo extraño, ¿sabes? —le contesté, esta vez cruzando miradas con él.

Escorpio me retuvo la mirada y pude notar que todo comenzaba a aguarse. Rápidamente me llevé las manos a los ojos para refregarlos. Él no dijo nada ni realizó ningún movimiento.

—No puedo dejar de pensar que fue nuestra culpa. Capricornio nos dijo que sería peligroso, ahora ni él ni Virgo están —por alguna razón no podía dejar de llorar y tratar de detenerlo no hacía más que intensificar mis lágrimas.

—Mmm… —Escorpio inhaló profundo, desvió la mirada un momento y luego me sujetó por la cintura, me levantó y me tomó en brazos, entonces me abracé a su cuello mientras lloraba—. Está bien. Debes pensar que ahora está en un lugar mejor —me contestó, mientras palmoteaba mi espalda con suaves golpecitos.

Yo asentí con la cabeza y traté de calmarme. Mientras tanto, Escorpio se giró conmigo en brazos para observar lo que registraba.

—¿Qué buscabas? —me preguntó. Yo limpié mis ojos y me separé de su regazo observando la ropa de Alpha.

—No sé —le contesté con sinceridad. Escorpio cruzó miradas conmigo, me sonrió con cariño y me bajó al suelo.

—A ver, veamos. Ya que eres nuestro único gran león, deberíamos buscarte algo digno —comentó mientras registraba la vieja ropa de Alpha—. Mira, recuerdo esto, era de sus chaquetas favoritas —me comentó, sacando una chaqueta de lona negra sin mangas. La levantó ante mis ojos y yo observé maravillado la prenda. La recordaba con claridad. Alpha casi ni se la sacaba para lavarla—. A ver, ¿cómo te queda? —preguntó mientras me la entregaba. Yo la tomé con cuidado y me la puse. Me quedaba muy grande. Al verme, Escorpio dejó ir una pequeña risa que cubrió con disimulo con su puño—. Sí, bueno, supongo que tendrás que llenar el espacio en estos años —me sonrió palmoteando mi cabeza—. Anda, salgamos de aquí antes de que Capricornio nos descubra —me pidió, mientras me acompañaba hasta la salida.

—¡Sí! —le contesté, abrazando con fuerza la chaqueta y corriendo fuera de allí.

***

Escorpio era tres años menor que Alpha Leo y había sido uno de los fundadores del Zodiaco. Bueno, los originales habíamos sido Alpha, Capri, Escorpio, Acuario, Sagitario, Libra, Virgo, la hermana de Alpha y Capri, y yo. Nosotros ocho formamos la primera versión del Zodiaco, luego se nos unieron Aries, Tauro, Géminis, Cáncer y el nuevo Virgo, en ese orden. Pero si de fundadores se trataba, definitivamente esos eran Alpha, Escorpio, Capricornio y Acuario, sobre todo Alpha y Escorpio. Si Alpha era nuestro líder supremo, entonces Escorpio era su segundo al mando. Siempre estaban juntos haciendo distintos trabajos, asegurándose de que no nos faltara ni la comida ni el abrigo.

Observé detenidamente a Escorpio, nada en su mirada delataba cuán dolido estaba con Alpha, pero tratar de imaginarlo me hacía escocer la nariz. Nunca vi a Escorpio llorar o sufrir por la muerte de Alpha, pero no era idiota, él había sido muy unido a Alpha, lo seguía siempre a todos lados. Al final inhalé profundo. Escorpio no dejaba de sonreírme expectante, deseché cualquier pensamiento del pasado y le devolví la sonrisa mientras asentía.

—Poder, dinero y prestigio —enuncié.

Si quería destruir a Alpha sin tocarlo, pues había que quitarle lo que más valoraba. Su poder como jefe de la FUSEN no tenía efecto en nosotros y era momento de mostrarlo ante todo el mundo. Escorpio asintió satisfecho y se separó de mí.

—Eso es lo que atacaremos —contestó.

—¿Cómo?

—Aún no lo sé. Pero le quitaremos lo que más valora, le daremos donde más le duele. Comenzaremos con el dinero. No quiere que hagamos nada ilegal, así que no tendremos dinero para operar, no tenemos un padrino real, así que todo el dinero lo sacaremos de Alpha Leo.

—Abusaremos de esos recursos, ¿verdad?

—Por supuesto, leoncito. Luego iremos tras su autoridad. Es el Capitán Comandante de la FUSEN, ¿no?

—Sí, ¿pero cómo pretendes mellar su autoridad?

—Hasta hace una semana éramos un grupo delictual altamente buscado —volvió a sonreír—. ¿Por qué tendríamos que seguir las órdenes de Alpha Leo?

—Oh, entiendo. Como nuestro paladín, su estatus se ve afectado por nuestras acciones. ¿Volvemos a robar?

—No, eso es de efecto muy lento; además, iría en contra de nuestro primer objetivo: dejarlo sin dinero.

—¿Entonces? —pregunté.

—Imagen pública. Capitán Comandante de la FUSEN es un cargo demasiado público. Vamos a pasar por encima de todas las leyes posibles que sean altamente visibles y que afecten a la mayor cantidad de terceros.

—¿Cómo consiguieron las motocicletas? —estaba comenzando a sospechar que ya habían iniciado.

—No las robamos, pero las conseguimos de una forma no tradicional —Escorpio sonrió mientras cerraba los ojos. Me pareció que recordaba el evento.

—Bien, con eso atacamos su autoridad y reputación al mismo tiempo —me crucé de brazos mientras pensaba en lugares y formas de llevar a cabo nuestro plan.

—Necesitamos pensar en un evento masivo y muy vistoso para dar el golpe real. No podemos menguar su prestigio de a poco, no tendrá el mismo efecto. Debemos darle de improviso, debe ser un golpe único que lo deje sin aire y de rodillas en el suelo.

—Entiendo, buscaré algo.

—Excelente —Escorpio se puso de pie y estiró los brazos—. Iré a recuperar mi motocicleta.

—Espera, ¿qué hay de Capricornio? —pregunté justo cuando estaba por retirarse.

—¿Qué pasa con Capri? —preguntó sin comprender.

—¿Estará de acuerdo con esto? —entonces Escorpio dibujó una sonrisa insidiosa. Sonreía solo con la mitad de la boca, pero parecía decir: “¿Acaso no lo adivinas?”.

—Él fue quien me dio permiso, es más, él me incitó a buscar venganza —yo abrí los ojos impresionado y Escorpio se retiró del lugar.

Contagiado quizás por Escorpio, sonreí emocionado mientras me acariciaba la barbilla. Me sentía con deseos de destripar a alguien, quizás a Alpha. Estaba ansioso por poner el plan en ejecución y verlo revolcándose en el suelo.

Rápidamente, comencé a buscar el mejor momento y lugar para dar el golpe. Estudié las funciones del Capitán Comandante y la FUSEN en detalle. Traté de encontrar algún evento en el que pudiéramos intervenir y que abarcara a la mayor cantidad de público. La respuesta llegó del mismo Alpha tres días después y no podría haber sido mejor. Ya estaba decidido: muy pronto Alpha no podría salir en público sin ser repudiado y criticado.

Capítulo 2

Alphred Lion

Salí de la reunión de gremios con una sonrisa que no podía quitar de mi rostro. Sentía que me costaba respirar con normalidad. De pronto tenía mucha energía y necesitaba usarla en algo o explotaría.

No pensé que considerarían al Zodiaco para participar del torneo distrital de gremios de verano, sobre todo porque apenas llevábamos un par de días como un gremio oficial. Era un hecho sin precedentes, pero estaba seguro de que se debía a que habían visto nuestro potencial como el mejor gremio de la historia.

Observé la carpeta con los documentos del torneo que llevaba bajo el brazo, tenía menos de dos días para prepararlo todo. Inhalé profundo tratando de calmarme. Necesitábamos conseguir los uniformes; tal vez podría encargarme de eso esta noche, mañana debía darles la buena noticia a los chicos. Estaba seguro de que estallarían en alegría. Ensanché mi sonrisa involuntariamente. Por fin podríamos mostrar que el Zodiaco era el mejor gremio de todos.

—¿Qué te he dicho de sonreír como idiota? —su voz me congeló de golpe.

Centré la mirada y lo vi, estaba de brazos cruzados esperando junto a la puerta de mi apartamento, reclinado ligeramente sobre el umbral.

—Padre… —mascullé entre dientes, perdiendo por completo la sonrisa y entrecerrando mis ojos.

—Veo que has estado ocupado —comentó enderezándose y observándome con el mentón en alto.

Yo me encogí sutilmente de hombros, sintiéndome de pronto inseguro. ¿Qué hacía aquí? Mi último reporte había sido hace tres semanas. Aún me quedaba una semana antes de nuestra siguiente reunión.

Él se ajustó el cuello del abrigo largo que llevaba y me observó arqueando una ceja mientras se arreglaba los puños.

—¿No me invitas a pasar? —preguntó en tono indiferente, pero mostrando una media sonrisa en su rostro.

Yo apreté la mandíbula, cerré los ojos y asentí al tiempo que pasaba por su lado y abría la puerta de mi apartamento.

—¿Qué haces aquí? —pregunté mientras lo veía ingresar.

—¿Qué son esos modales? No recuerdo haberte educado así —respondió sin prestarme mucha atención.

Ingresó y analizó el interior de mi residencia, se detuvo en el centro de la sala de estar y me observó por sobre el hombro.

—Deshazte de ellos. Te dije que no volvieras a contactarlos.

El lugar estaba a oscuras, salvo por las luces de algunos automóviles que se veían por el gran ventanal a espaldas de Boris Kedves, lo que lo hacía ver como una silueta negra y espectral en medio de mi sala. Inhalé profundo y encendí la luz cerrando la puerta.

Boris Kedves era uno de los diez grandes lores del decimotercer distrito. Me había adoptado casi diez años atrás, cuando dejé al Zodiaco en busca de venganza, y con su apoyo logré entrar a la FUSEN y convertirme en el Capitán Comandante. Era un hombre astuto y calculador; su única preocupación era acumular poder y riquezas. Nos usábamos mutuamente y ambos estábamos bien con eso. Yo lo necesitaba para encontrar a los asesinos de mi hermana y él me necesitaba para poder gobernar el distrito desde las sombras.

Boris bordeaba los cincuenta años, medía cerca de un metro ochenta y era un hombre recto y esbelto, de cabello negro entrecano, tan largo como para cubrirle el rostro, pero que siempre peinaba hacia atrás dejando a la vista sus pequeños ojos color miel resguardados tras sus lentes circulares de cristal, los cuales sujetaba con una delgada cadena a su cuello.

—No los contacté —contesté llevándome una mano a la frente y frotándola.

—¿Sí? ¿Puedes explicarme entonces cómo terminaste de paladín del grupo más buscado del reino? —preguntó, mientras me aventaba su abrigo y se sentaba en el sofá tras él.

Inhalé profundo mientras observaba hacia lo alto. Colgué su abrigo y me acerqué para tratar de hacer que se fuera de una vez, tenía mucho trabajo que hacer y no tenía tiempo para gastarlo en él.

—Escucha, está todo bajo control —comencé a explicarle. Él entrelazó sus dedos y me observó por sobre sus gafas.

—Teníamos un trato, Alphred —comentó.

—El trato sigue en pie —aseguré con los dientes apretados.

—Lo dudo, sobre todo cuando estás a punto de tirar todo lo que hemos logrado con tanto trabajo a la basura.

Boris se veía impávido, frío y calculador como siempre, pero sabía que estaba molesto, aunque no entendía por qué.

—No lo sabes, tal vez esto sea el empujón que nos faltaba —comenté.

Boris dejó ir una ligera carcajada y se puso de pie.

—Escucha, Alphred, sé qué eres un sentimental, pero deshazte de ellos antes de que sea demasiado tarde. Deja que el padrino caiga con ellos y tú aléjate de esa bomba de tiempo —me aconsejó mientras se aproximaba con paso firme hacia mí.

Yo retrocedí medio paso.

—A todo esto, ¿quién es el padrino? —preguntó deteniéndose y llevándose la mano al mentón mientras pensaba al respecto.

Yo tragué con dificultad. Definitivamente no podía decirle que teníamos un padrino fantasma usando el nombre de lord Erstesreich. Boris me miró y arqueó una ceja, pero sacudió la mano restándole importancia.

—Da igual, sea quien sea, firmó su condena.

—¿Cómo puedes hablar así? Ya te lo he dicho, ellos no son así —contesté, apretando los puños.

Ya vería, seríamos los campeones del torneo y tendría que comerse sus palabras. Boris me observó por sobre el hombro.

—Aún no entiendes nada —su voz me desconcertó un momento. Había pasado por mi lado y se dirigía a la puerta. Me apresuré y tomé su abrigo para entregárselo.

—Padre —le dije, mientras le ofrecía el abrigo abierto. Él me observó de arriba a abajo y al final aceptó y se colocó el abrigo.

—No vengas llorando cuando estés tirado en el suelo. Esta vez no te recogeré —me comentó.

Yo le sonreí. Esta vez sería él quien se disculparía por decir siempre tantas tonterías de los chicos. Boris se ajustó el abrigo y se marchó.

Cuando por fin lo perdí de vista, dejé ir un largo suspiro y me pasé la mano por la cara. De pronto me sentía muy cansado. Cerré la puerta y observé la carpeta que había dejado cerca de la entrada. Volví a sonreír con entusiasmo; este fin de semana el Zodiaco sería coronado campeón y todo estaría bien.

Al día siguiente, fui temprano donde los chicos a contarles la buena noticia. Resultó tal como creí, estaban muy entusiasmados con el torneo. Sabía que ellos seguían siendo los mismos de siempre, ya verían, por fin podríamos probar que el Zodiaco era más que un grupo de inadaptados. Pronto no solo seríamos los mejores del distrito, sino que de todo el reino. Por ahora, mi primera misión sería encargarme de los uniformes.

—¿Cómo que no puede tener los uniformes para esta noche? —pregunté desconcertado.

Lady Violette me observó abriendo mucho los ojos, carraspeó un momento y dobló la tela ripstop negra que habíamos elegido recién.

—Señor Zoltak, aunque sea un favor especial para usted, no puedo hacer milagros, los uniformes estarán en dos semanas —me informó.

Yo abrí mis ojos en pánico e incliné la mirada para mirar los bocetos que habíamos acordado. ¿Qué iba a hacer ahora? No podíamos participar sin uniformes. Volví a mirar a lady Violette.

—Pagaré. Le daré lo que pida. Para mañana temprano igual me sirve —le contesté inclinándome sobre el mesón.

Ella dio medio paso atrás, asustada, pero se recompuso rápido, inhaló profundo y terminó de retirar la tela bajo mis manos.

—Entiendo su urgencia, pero no puedo. Aunque me pagara cien veces el valor de los uniformes, no tengo ni las maquinarias ni el personal para lograr lo que me pide en tan poco tiempo —señaló.

Apreté la mandíbula y creo que mi mirada reflejó mi desesperación, porque ella se compadeció de mí y apoyó una mano sobre las mías.

—¿Por qué no usa un uniforme temporal? —me propuso.

Parpadeé varias veces, tratando de entender lo que me proponía.

—¿Uniforme temporal? —pregunté enderezándome.

—Sí, creo que tengo unos en bodega —me contestó.

Yo seguía sin entender. Observé el mesón y lo único en lo que podía pensar era en que no podríamos tener el uniforme del Zodiaco listo.

—Venga conmigo —lady Violette me tomó del brazo y me llevó a una puerta al fondo de la tienda.

La sastrería Toujoursvert era una de las más importantes del distrito. Era con ellos con quienes se hacían los uniformes de la FUSEN, incluso, era sabido que los gremios más importantes del distrito mandaban a hacer sus distintos uniformes con Toujoursvert.

La eficiencia y la calidad de las prendas de esa sastrería eran conocidas incluso fuera del reino. Al ser un distrito fronterizo, era muy sencillo que nuestros productos cruzaran al reino vecino. Se decía que lord Erstesreich confeccionaba sus ropas personalmente con lady Violette.

Si el Zodiaco iba a tener un uniforme tenía que ser confeccionado en Toujoursvert, si no era con lady Violette, entonces no tendría sentido. Dejé ir un largo suspiro mientras me dejaba conducir a la bodega. Esto era una desgracia. ¿Por qué tenía que estar todo en mi contra incluso antes de comenzar? Tal vez Boris había hablado con lady Violette para boicotear nuestra gran presentación.

Me enderecé y observé a lady Violette con los ojos entrecerrados, juzgando qué tan cierto era eso de no poder cumplir con mi pedido para esa noche. Aunque se lo echara en cara, estaba seguro de que nunca admitiría que Boris Kedves le había pagado para perjudicarnos. Suspiré resignado y decidí salir de esto lo mejor posible. Cuando ganáramos todo, Boris se sentiría muy tonto por haber sido tan infantil al tratar de detenernos. Iríamos a ese torneo, aunque fuera con uniformes viejos de la FUSEN.

—Tengo estos —lady Violette se dio la vuelta mostrándome unos overoles de un naranjo intenso.

—¿Qué son estas cosas? —pregunté, tomando uno de los overoles y revisándolo.

—Iban a ser unos uniformes para la brigada de rescate de emergencias de la FUSEN —contestó.

La observé parpadeando impresionado. ¿Cuándo iba a ser eso? No desde que soy el Capitán Comandante, al menos.

—Ya veo por qué no funcionaron —contesté entrecerrando los ojos. Íbamos a parecer basureros con patas.

—Son los únicos en cantidad y material que tengo disponibles. Hay unos treinta de esos overoles, son todos de ripstop. Debe haber de todas las tallas que necesite. Le servirán para esta ocasión, ya luego le tendré sus uniformes oficiales —me comentó.

Yo exhalé con lentitud y acepté la propuesta. Tampoco es que tuviera más opciones. Me llevé unas bandanas negras y en casa les marqué el símbolo del Zodiaco. No quería que nada del Zodiaco quedara en esos uniformes momentáneos.

Pensándolo bien, no se veían tan mal, además, estaba seguro de que los chicos jamás habían tenido telas de ripstop. Iban a amarme por el regalo, sí, estaba seguro de que saldría todo bien.

Capítulo 3

Piscis

Era temprano en la mañana de lo que parecía un día como cualquier otro. Algunos aún seguían durmiendo. Virgo estaba sentado frente al mesón central de la cocina con la cara apoyada en la superficie y le reclamaba a Capricornio quien, como en los últimos tres días, no le prestaba la más mínima atención.

—¿Por qué no me puedo quitar esta cosa de la pierna? Ya estoy bien —lloriqueaba Virgo con los ojos cerrados y entonando con una voz que le hacía parecer una trompeta estropeada. Parecía estar muy aburrido.

—Si me sigues molestando te dejaré todo un mes con el exoesqueleto —contestó Capricornio, mientras me pasaba unos platos.

Éramos los únicos preparando el desayuno. En la mesa del comedor Aries jugaba con su celular y Escorpio intentaba vencer a Tauro en un pulso. El resto estaba aún en sus dormitorios, excepto Cáncer, quien fue enviado por la compra matutina, pues no teníamos nada para comer.

—Pero Capricornio… —Virgo arrastraba las vocales lastimeramente—. Ya estoy bien. No me dejas hacer nada.

—Pues ve y pon esto en la mesa —le contestó, mientras le acercaba el servicio. Virgo miró los utensilios un momento, como si quisiera derretirlos con la mirada, pero al final desvió la cabeza.

—No quiero.

—Entonces no reclames o ni siquiera te dejaré salir de tu cama.

—¡Pero Capri! —Virgo alzó las manos en protesta.

—¡Buenos días! —justo en ese momento Géminis apareció desde los dormitorios.

—¿Qué tienen de buenos? —Virgo se enderezó y la miró.

—Pues acaban de mejorar un 20 por ciento —rio Géminis. Virgo la observó con los ojos entrecerrados.

—Iré a buscar a mi hermano —anunció, se puso de pie y se encaminó a la salida.

—¿A dónde crees que vas, enano? —la voz de Aries detuvo a Virgo a un paso de la puerta principal, él se giró y miró a la chica, quien seguía concentrada en su móvil.

—¿Por qué no puedo salir? —preguntó.

—Estás castigado, ¿recuerdas? —sonrió Géminis—. No puedes deambular solo fuera de casa hasta que estés sano.

—Ya estoy bien.

—La cabra dice que no —insistió Géminis. Virgo gruñó de mal humor.

—Voy contigo, enano —Escorpio se levantó de la mesa y Tauro lo imitó.

—Yo también. Tengo tanta hambre que no aguantaré hasta que Cáncer vuelva.

Entonces los tres abandonaron la casa.

—No soy una cabra, Géminis —le reclamó Capricornio, aunque sonó más como un recordatorio que una queja o regaño.

—Mitad cabra, mitad pez. Es casi lo mismo —Géminis se encogió de hombros.

—¿Despertamos a los demás? —pregunté cuando terminamos de poner todo lo necesario para el desayuno.

—Descuida, Piscis, yo voy —se ofreció Aries tras ponerse de pie y guardar el celular.

La miré y torcí el rostro encogiéndome un poco; ya podía escuchar el montón de reclamos que nos llegarían en breve. El método de Aries para despertarnos consistía en entrar a las habitaciones gritando y tirándonos al suelo. Por suerte Capricornio, Tauro, Escorpio y Virgo estaban despiertos o, de lo contrario, tendríamos que buscarnos una nueva líder.

Veinte minutos después estábamos todos sentados desayunando, unos más despiertos que otros, hasta que de pronto alguien entró de improviso y azotó la puerta con el muro.

—¿Quién olvidó cerrar con llave? —reclamó Leo sin mirar quién había ingresado.

—¡Cáncer! —gritaron a la vez Escorpio y Tauro.

—¿Yo, por qué?

—Fuiste el último en entrar —respondió su hermano.

Virgo estaba sentado de espaldas a la entrada, así que se volteó para ver quién era.

—¿Qué es eso? —preguntó al recién llegado, mirando la carpeta que traía entre las manos.

—Tengo buenas noticias, pandilla —Alpha Leo sonreía feliz, parecía muy entusiasmado—. Y no habrá nada que digan que pueda arruinar mi día.

—No somos tu pandilla —contestó Aries, sin dignarse a mirar al recién llegado.

—Cáncer, saca la basura, es muy temprano para lidiar con él y es tu culpa dejar la puerta abierta —contestó Leo.

—¡Agh, no fue mi culpa! —Cáncer se puso de pie y se acercó a la entrada de mala gana.

—¡Olé! —Alpha Leo se lo tomó de buena forma y esquivó a Cáncer visiblemente divertido—. Ya dije que no habrá nada que puedan hacer para arruinarme el día.

—¿Qué traes?

Géminis se había unido a Virgo y trataban de tomar la carpeta de entre las manos de Alpha Leo, quien no dejó de sonreír mientras esquivaba sin mucho esfuerzo a los tres que lo rodeaban: a Cáncer, que quería sacarlo de la casa, y a Virgo y Géminis que trataban de agarrar la carpeta.

—¡Estamos siendo derrotados! ¡Ataquen! —gritó Acuario y se lanzó a ayudar a Cáncer.

—¡Amordácenlo! —Sagitario se quitó la sudadera y se lanzó para tratar de atar a Alpha Leo con ella.

En el camino me tironeó para que ayudara así que me uní a ellos.

No supe en qué momento Aries se nos unió ni bajo qué pretexto, pero de pronto me di cuenta de que Libra y Leo también nos ayudaban a tratar de vencer a Alpha. De hecho, los únicos que se quedaron al margen tratando de terminar sus desayunos fueron Capricornio (él nunca se involucraba en este tipo de cosas después de todo), Escorpio y Tauro. Bueno, de Tauro me lo esperaba, pues no le gustaba que interrumpieran sus momentos de comida.

—Ni aun así pueden contra mí. Tropa de perdedores.

Alpha reía a carcajadas luego de evitarnos y salir invicto, no ileso, pues más de algún golpe y tirón de ropa se llevó, pero había usado la sudadera de Sagitario para inmovilizarnos a ella, a Libra y a mí a la vez, así como parte de la ropa de Acuario para hacer un lío entre él, Aries y Leo, quienes con dificultad intentaban soltarse.

—¡Lo tengo! ¡Gané! —saltó eufórica Géminis cuando logró tomar por sorpresa a Alpha y arrebatarle la carpeta. Alpha Leo se volteó observándola asombrado y por un momento pareció no comprender cómo había sucedido.

—¡Dame eso! —cuando por fin reaccionó ya era tarde, Géminis corría lejos de Alpha Leo mientras leía el contenido de la carpeta.

—¡Oh! —exclamó de pronto.

No leía en voz alta, así que no teníamos ni idea de qué se trataba, pero el rostro de Géminis se iluminó como si hubiera encontrado la receta de la eterna juventud.

—¡Ah, princesa, atrápalo! —justo cuando Alpha estaba por recuperar la carpeta, Géminis se la pasó a Virgo.

—Deja de ponernos sobrenombres tontos —Virgo tomó la Carpeta y se detuvo a leerla.

—¡Lo tenemos!

Acuario saltó con el resto de nosotros, que recién nos habíamos liberado, y aprovechando que Alpha estaba distraído conseguimos agarrarlo y atarlo al poste del castigo que teníamos en medio de la sala.

—¡Serán brutos, suéltenme! —protestó Alpha.

—Nooo, entraste sin permiso así que te quedarás allí hasta que terminemos de desayunar —sonrió Leo.

—¿Cuándo nos vamos? —Virgo cerró la carpeta y observó a Alpha entusiasmado, los demás no entendimos.

—¡Ahora! ¡Prepara las cosas, princesa! —gritó Géminis empujando a Virgo hacia los dormitorios.

—¿Qué deberíamos llevar? —preguntó Virgo.

Virgo sonreía muy feliz, pocas veces lo había visto tan alegre y emocionado. Avanzaba empujado por Géminis y la observaba por sobre el hombro a la espera de su respuesta. Los ojos pardos de Géminis brillaban como si estuviera viendo un unicornio de arcoíris… o, bueno, supongo que por ser ella, en realidad estaba imaginando que veía un robot autónomo asesino mutante, o algo así.

—Quietos ahí, par de enanos, denme eso —pidió Escorpio.

Géminis casi se cayó debido a la brusca frenada de Virgo, quien se quitó de enfrente y se acercó a Escorpio con una gran sonrisa.

—Ajá, la tengo —Alpha Leo tomó la carpeta justo antes de que Virgo pudiera dársela a Escorpio.

—¿Cómo te soltaste? —Géminis parpadeó impresionada.

—Novatos, creen que soy Capitán Comandante solo por mi bello rostro —contestó.

Yo abrí los ojos asombrada: ¡Alpha Leo era genial!

—Por supuesto que no, si fuera por tu cara no te dejarían ni de recogedor de basura. —se burló Leo, entonces casi todos estallaron en carcajadas.

—¡Qué graciosos…!

A pesar de sus palabras, se notaba que no le había hecho nada de gracia.

— Ahora guarden silencio.

Al principio creí que nadie le haría caso, pero de pronto noté que Virgo asentía con la cabeza y se sentaba en su lugar en la mesa para observar con atención a Alpha. Géminis lo imitó y se sentó en el borde de la silla como si estuviera esperando por la señal de salir corriendo.

—¿De qué se trata? —Capricornio, al ver a Virgo nuevamente sentado a su lado, se interesó en todo el alboroto y aquello fue la orden indirecta de “guarden silencio y dejen a Alpha Leo hablar”.

—Este sábado 27 se realizará el torneo distrital de gremios —Alpha sonreía de oreja a oreja, su mirada brillaba como si hubiera anunciado que acababa de ganarse la lotería.

Hubo un prolongado silencio mientras asimilábamos lo que Alpha había dicho, un silencio que trataba de contener una explosión, como la calma antes de que una gran ola reviente en la costa. De pronto, de un segundo a otro, casi todos estallaron en gritos de júbilo, todos menos Capricornio, quien se limitó a arquear una ceja y tomar la carpeta de manos de Alpha para poder leer su contenido.

—Se realizará en Novyy Kursk, así que nos iremos mañana temprano. Es un viaje de seis horas. Tienen el día de hoy para prepararse y revisar qué llevarán. Yo arreglaré todo para el transporte y lo necesario para el torneo.

Entonces tomó la carpeta de manos de Capricornio.

—Sacaré copias al reglamento para que cada uno lo tenga y aprovechen el viaje para leerlo. Este es nuestro momento, chicos, puedo sentirlo en mis dedos, ¡Este es el momento del Zodiaco!

Varios lo celebramos con él. Al final, Alpha sonrió y nos observó un momento en silencio antes de dar media vuelta y marcharse. Me pareció escucharlo decir algo de unos uniformes, pero no entendí bien. ¿Era algo para la FUSEN o para nosotros?

—¡Wow! El torneo de gremios. ¡Es fantástico! —saltó emocionada Sagitario cuando volvimos a quedarnos solos los doce, provocando que centrara mi atención en ella.

—¿Quién pensaría que algún día podríamos participar en él? —Acuario sonreía mientras observaba hacia la televisión apagada.

El torneo de gremios distrital, nacional, regional y mundial era televisado y seguido por casi todos, no solo los contratantes de gremios. Era casi un evento social. Incluso se realizaban apuestas en torno a los gremios favoritos y más poderosos; apuestas por el campeón del torneo, el campeón por categoría y el ganador por competencia. Era toda una revolución. Es más, para el torneo regional de gremios, que duraba cinco días, se llegaban a paralizar las actividades diarias durante las competencias. Ni qué decir para el torneo mundial, era un evento a gran escala y el reino anfitrión desplegaba diferentes fanfarrias y desfiles que lo hacían parecer un carnaval. Era la fiesta más popular y alegre del año, la gente salía a las calles a apoyar a sus gremios favoritos en un gran desfile previo al inicio de la competencia, incluso muchos se disfrazaban o usaban caretas y antifaces con los temas de sus gremios favoritos.

Nosotros siempre veíamos las distintas competencias por televisión. El más corto de todos los eventos era el torneo distrital, pero igual de intenso que los demás. Duraba un día y medio de competencias. Eran 30 horas ininterrumpidas de actividades. La noche anterior al primer día se presentaban a los participantes y, al final del segundo día, se coronaba al mejor del distrito en una ceremonia impresionante, llena de música y baile.

Era emocionante saber que nosotros podríamos ser aquellos: podríamos ser los mejores del distrito, ¡saldríamos en televisión!

—¡Escorpio! —escuché el grito de Leo y quedé petrificada, por un momento me desconecté y no supe qué estaba pasando, pero no parecía que estuvieran peleando, todos parecían muy felices, así que miré a Escorpio, quien sonrió y asintió con la cabeza mirando a Leo.

—Trae la pizarra Leo, rápido —pidió Escorpio.

—A la orden —Leo bajó del sofá nuevo donde se había subido a saltar con Acuario antes de tener su momento de epifanía.

—Todos vengan y siéntense —nos pidió Escorpio señalando el sofá largo de la sala de estar. Lo habíamos comprado hacía poco, el anterior ya nos quedaba pequeño y además se había roto.

Todos obedecimos la petición casi sin protestar, después de todo habíamos acabado el desayuno y teníamos mucha energía debido a la noticia reciente.

—Aquí está —Leo posicionó frente a nosotros la pizarra móvil, que solía usar Aries para explicarnos las misiones, y le entregó a Escorpio unos plumones de color azul, verde y rojo para que pudiera escribir.

—Gracias —Escorpio recibió los plumones y se giró hacia nosotros—. Escuchen, sé que están emocionados por lo del torneo, pero olvídenlo.

—¡¿Ah?! ¿Por qué? —fue la protesta general, ninguno de nosotros entendió bien qué pretendía Escorpio.

—Porque habrá otros torneos, este es el momento de nuestra venganza.

Entonces Escorpio dibujó la mitad de una sonrisa en su rostro. Siempre hacía eso cuando estaba emocionado, creo que lo hacía de forma inconsciente, como si fuera parte de un mecanismo que le permitía respirar cuando estaba al tope de energía. Leo y Libra decían que lo hacía parecer un psicópata aterrador, no sé, yo creo que lo hacía parecer lindo, era la sonrisa más genuina que tenía y era de pura felicidad.

—¿Venganza? —preguntaron Tauro y Aries, aunque creo que más de uno tenía la misma pregunta.

—¡Sí! —Acuario saltó y se puso de pie emocionado mientras empuñaba las manos—. ¡Al fin! ¿Iremos a recolectar hormigas carnívoras al bosque y las soltaremos en la competencia? —preguntó con genuina ilusión.

—¡Te dije que no hay hormigas carnívoras! ¡Ahora siéntate antes de que te lance la pizarra por la cabeza!

Escorpio pareció haber perdido la calma, pero rápidamente cerró los ojos e inhaló un par de veces mientras se acomodaba el cabello con una mano, entonces observó a Acuario fijamente, como si con la mente le ordenara sentarse y hacer silencio.

—A la orden —Acuario sonrió y se volvió a sentar.

Me di cuenta de que tarareaba una canción alegre en tono bajo, una canción que sonaba como la marcha de las hormigas o algo así, no creo que prestara verdadera atención al plan que explicó Escorpio.

A pesar de estar sentada al lado de Acuario traté de no distraerme con su tarareo y prestar atención, menos mal que Escorpio iba anotando en la pizarra las ideas y los pasos por seguir, de lo contrario, no hubiera entendido nada.

“Destrucción y muerte lenta y dolorosa de Alpha Leo”, decía el título que Escorpio había escrito. El plan consistía en acabar con todo lo que Alpha Leo más valoraba.

—Su dinero… —explicó Escorpio mientras anotaba “dinero” en un extremo de la pizarra y lo encerraba en un círculo—. Va a tener que rentar un furgón o algo para viajar hasta Novyy Kursk. Necesitaremos comida, energía y otros. Hay una parada a una hora y media de viaje. Es una estación de servicio… haremos que Alpha se detenga y compraremos todo lo que más podamos, TODO —recalcó, entonces anotó, debajo de la sección de dinero, “gastos numerosos e innecesarios”.

—Como recién estaremos iniciando el viaje, Alpha no notará nada extraño. Nos pidió que no hiciéramos nada ilegal así que no querrá faltar a su propia regla, tendrá que pagarlo todo de su bolsillo, lo hará a regañadientes, pero no creo que note el plan —agregó Leo.

—Exacto. Se molestará un poco, pero al rato lo dejará pasar —Escorpio sonrió inclinando un poco la cabeza,

Observé a mi alrededor, todos lo escuchaban con atención, todos menos Acuario, que había comenzado a mover el pie al ritmo de la canción que tarareaba. Justo en ese momento apareció una gran sonrisa en su rostro, no sé si porque la canción era alegre o porque estaba emocionado por la propuesta de Escorpio.

—Lo segundo que atacaremos será su autoridad.

Mientras Leo hablaba, Escorpio escribió la palabra “autoridad”, casi al centro de la pizarra.

—Virgo, vas —le indicó Escorpio. Virgo parpadeó sin comprender y se enderezó para prestar mayor atención.

—¿Con qué? —preguntó desconcertado.

—Es seguro que será Alpha Leo quien conduzca, te sentarás adelante como su copiloto y lo molestaras todo el viaje —le contestó Escorpio mientras lo señalaba con el plumón. Virgo abrió la boca para contestar, pero se arrepintió y sonrió mientras asentía con la cabeza.

—Ok —aceptó.

—¡Yo también quiero ir adelante molestando a Alpha! —pidió Géminis.

Escorpio y Leo iban a contestar, pero fueron interrumpidos por Capricornio.

—Por supuesto que no, no queremos morir de camino al torneo. Queremos acabar con Alpha, no con nuestras vidas. Con uno de ustedes dos basta y sobra. Yo iré adelante con Virgo para asegurarme de que no choquemos —Capricornio se cruzó de brazos y miró a Escorpio a la espera de que continuara.

—Eh… sí, bien, eso está bien —aceptó no muy seguro Escorpio, entonces dejó de mirar a Capricornio y volvió a mirar a Virgo—. Tienes prohibido separarte de Alpha hasta que lleguemos, hostígalo hasta que ya no pueda pensar en nada más —le pidió, volviendo a sonreír. Virgo asintió con la cabeza.

—Capri… ¿estás de acuerdo con esto? —fue la primera vez que Acuario se involucraba en la conversación. Se inclinó sobre el borde del sofá y miró a Capricornio, quien le contestó arqueando una ceja.

—¿Por qué no estaría de acuerdo? —preguntó Capricornio.

—Porque es tu hermano —le contestó Acuario.

Capricornio arqueó las cejas, pero no dijo nada más.

—De acuerdo… ¿ya podemos continuar? —preguntó Leo. Acuario asintió con la cabeza en un movimiento lento mientras volvía a sentarse mirando al frente.