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Esta es la historia de dos amigos, Mariana y Luis, compañeros de psicología que les atrapa y fascina lo paranormal y la magia negra, que por alguna razón llegaron a una situación que se podría decir como la línea de no retorno. Pues si quisieran volver deberían haber tenido las herramientas y conocimientos para poder utilizarlos correctamente. Pero esta vez no fue el caso...
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Seitenzahl: 549
Veröffentlichungsjahr: 2021
Diego Muñoz
En una tarde fría de Buenos Aires, los estudiantes se preparan para salir de sus clases, Luis y Mariana se encuentran en la entrada de la facultad, se saludan y cada uno toma su camino a sus hogares. De repente Mariana le grita a Luis.
—Ey, esperá... me enteré de algo fascinante, ¡no me vas a decir que no!
Luis atónito le contesta:
—¿Es algo referido a lo paranormal?
Ella con una mirada cómplice le dice:
—Sí. —Juntos se fueron a una cafetería, entraron, se sentaron con un silencio misterioso. Luis no aguanta más la incertidumbre y le habla a ella
—Bueno, soy todo oídos, cuéntame.
Mariana —¿Te acuerdas de lo que te conté acerca de esa casa abandonada que se cae a pedazos y nadie quiere comprar?
Luis —Sí, qué averiguaste, se podrá entrar a investigar, estaría genial, ¿no?
Mariana —No solo eso, unos vecinos que viven hace mucho tiempo en la zona conocen al dueño y les contó que pasó un crimen horrendo, por eso nadie quiere vivir ahí, ni comprarlo.
Luis —¿Cómo se llama el dueño? Podríamos hablar con él para que nos deje entrar a investigar.
Mariana —Se llama don Vicente, tendría que hablar con él por si nos deja.
Luis —Si nos deja, es algo muy importante... qué podríamos llevar, ¿qué elementos?
Mariana —Primero empezamos con una grabadora a la noche, ¿te parece?
Luis —Perfecto, cuándo vamos a ese lugar... no me digas nada, a la noche.
Mariana —Vamos el viernes a la noche... cuanto más se trabajan esas prácticas es a la noche, más clima de misterio, ¿no?—
Luis —Okey, donde nos encontraremos para planificarlo.
Mariana —En mi casa vivo sola, vos vivís con tus padres, lo planificamos en mi casa.
De repente pasa una persona y les dice sin que se den cuenta:
—Nunca les contaron que no deben investigar demasiado, uno no sabe lo que puede encontrar.
Los amigos sorprendidos.
—Profesor, es usted.
Profesor —Sí, cuídense por si las moscas... —Ellos con caras de sorprendidos dicen:
—Gracias, profesor.
Ellos un poco alterados se retiran de la cafetería sin haber consumido nada, se despiden y cada uno se va a su casa. Él pensativo camina a su casa imaginando lo que podría conseguir con esa grabación si realmente se despejaría porque un poco de incredulidad tenía, pero lo que dijo el profesor le produjo como un misterio que le dio más ganas de ir esa noche.
Llega a su casa y se pone a leer un libro de cacofonías para interiorizarse en el tema.
Mariana obsesionada y sin dudarlo se recuesta en la cama, prende su notebook y mira videos de fenómenos poltergeist y posesión demoníaca.
Ella recostada mirando sus videos recibe un llamado a su celular, pues es Luis.
Luis —Mariana, te llamo porque me dejó pensativo los que nos dijo el profesor, ¿a vos no?
Mariana —Luis, no te sugestiones por lo que nos dijo, te vas a poner nervioso, para eso no vamos, sería una pérdida de tiempo.
Luis —No es eso, pero hay algo que no sé explicarte, como raro en esto, pero no me perdería esta oportunidad que tenemos de llevar a cabo este estudio.
Mariana —Excelente, no se habla más, llevaremos a cabo esta investigación. Yo tengo una grabadora de alta definición, no es cualquier grabadora, es justo para estos casos, me salió mucha plata ¡y vamos a estrenarla para el viernes a la noche!
Luis —Buenísimo, Mariana, me quedo tranquilo de que todo va a salir bien, nos vemos mañana en la facultad, besos, hasta mañana.
Mientras los amigos se preparan para la investigación del viernes sin saber los que le esperará en esa investigación...
Ya de mañana se levanta Mariana, se prepara para salir y saca de su caja la grabadora para mostrársela a Luis. Mientras tanto Luis se dirige a la facultad ya dispuesto a contarle a ella y comentar lo que ha leído.
Se encuentran en la puerta de la facultad, se saludan y entran juntos, se sientan y entra el profesor, saluda a los estudiantes y los mira fijamente a cada uno de los amigos y ellos se miran con cara de ¿qué pasó?
Después de una extensa clase salen los estudiantes, Mariana y Luis se encontraron en la puerta.
Mariana —Viste cómo nos miró el profesor, ¿qué le pasó por la cabeza?
Luis —Debe ser por lo que nos escuchó ayer en la cafetería.
Mariana —Pero tanto será o es otra cosa, por las notas quizás.
Entre la muchedumbre aparece el profesor empujando para alcanzar a los amigos y les grita:
—Ey, chicos, no se vayan, quiero hablar con ustedes.
Los amigos se dan vuelta sorprendidos.
—Profesor, ¿qué le pasa?
—Tengo que hablar con ustedes por lo que los que escuché decir en la cafetería, vamos para allá y conversamos.
Se sentaron, pidieron unos cafés y Luis le pregunta al profesor, señor Torres, qué les quiere decir.
Profesor Torres —Escuchen, ¿ustedes saben lo que van a hacer?, ¿conocen la magnitud del problema en que se van a meter?
Mariana —Sabemos, profesor, pero no es para tanto, ¿qué le pasa?
Torres —Se de qué se trata el tema en que ustedes se van a meter, por eso les digo que tengan cuidado porque esto no es broma, no hay que tomarlo a la ligera.
Luis —No lo tomamos a la ligera, profesor, vamos cautos a investigar nomás, no vamos a prender velas negras e invocar al Macho Cabrío, no lo vamos a hacer.
Torres —Me lo decís como si no entendieras la magnitud del problema, me están cargando.
Mariana —No, profesor, no lo estamos cargando, ¿por qué no nos dice exactamente lo que piensa de esto que pasó y nos ayuda?
Torres —Es que lo que van a hacer es un tema complejo, no es para tomarlo a la ligera, pueden salir dañados con esto, incluso la muerte, y los pueden tomar como locos.
Luis —Locos no estamos, profesor, somos investigadores aficionados, si usted nos puede ayudar para no cometer errores se lo vamos agradecer desde ya.
Torres —A ver, con qué herramientas van a hacer esta investigación.
Mariana —Yo tengo una grabadora de alta definición para este trabajo e ir de noche.
Torres — Solo eso nomás, si alguien les roba o salen heridos por lo menos una oración del padrenuestro para alejar el mal que los va a rodear a ustedes, un grabador no va a hacer eso por ustedes.
Luis —Pero, profesor, usted sabe de esto, nos pone tranquilos que usted nos diga pero qué más sabe, por favor dígalo, esta charla se pone interesante.
Mariana —Ahora entiendo por qué nos miró fijamente en la clase, ¿qué más sabe?
Torres —Yo los entiendo, son jóvenes y por ende curiosos, por favor no lo hagan pero caso no me van a hacer, les recomiendo que los proteja un cura con una oración.
Luis —Gracias, profesor, lo vamos a hacer, pierda cuidado.
Torres —Bueno, no me quedo tranquilo, si es posible no lo hagan, me voy, chicos, me espera mi señora, después me cuentan el lunes cómo les fue.
Se levanta el profesor, paga su café y se retira mientras los amigos quedan sorprendidos por el consejo, Mariana queda fijamente mirando su grabadora, pagan sus cafés y se dirigen a la casa de Mariana, dirigiéndose primero a la iglesia que está a cinco cuadras de la casa de ella.
Mientras ellos caminan se miran con una mirada cómplice, antes de cruzar la esquina de la iglesia viene un auto a toda velocidad y por poco no atropella a Luis, solo le pasa la rueda por el dedo gordo, se recuesta en la acera con un dolor fastidioso.
Mariana lo ayuda a levantar y lo acerca a su hogar, le saca su zapatilla, está un poco hinchado, le pone una cubeta con agua fría para desinflamar y aliviar el dolor y descansa un rato pero pensando en lo que van a hacer esa noche los dos.
Pasan tres horas de lo sucedido y Luis mejorando, camina un poco mejor.
Mariana —Cómo te sentís, estás listo para esta noche o lo cancelamos.
Luis —Vos estás loca —dijo con carcajadas de por medio.
Mariana —Yo estoy más ansiosa que vos, por lo que veo, no quiero que te duela después y por mi culpa pase a mayores.
Luis —Puedo caminar, prepara el equipo de grabación que nos vamos, lástima que el padre no nos dio la bendición para protegernos.
Mariana —Es verdad, ¿no será un aviso de que no tenemos que ir?, no importa, leo la Biblia y rezaremos por los dos.
Una vez terminado el rezo se persignan invocando la Santísima Trinidad, recogen la grabadora, bajan por la escalera, un poco cojo Luis, se dirigen a la casa de los sucesos extraños con un clima gélido donde los esperará su prueba de valentía.
Mientras los amigos caminan faltando dos cuadras para llegar a la casa maldita Luis le dice a Mariana caminando fijamente, llegando al lugar.
Luis —Mariana, qué te parece si compramos algo para comer para que no sospechen los vecinos de lo que vamos a hacer.
Mariana —Es buena idea pero qué van a sospechar los vecinos de robar una casa abandonada.
Luis —Por ahí no quieren que nos vean, pensarán que vamos a usurparla, compremos algo de comida para pasar desapercibidos, para que no piensen otras cosas.
Mariana —Sí, dale, vamos, que sea rápido, se me está endureciendo el estómago de los nervios.
Mientras los chicos hacen su pedido de pizza en el local, en la parte lateral de la vista de Luis vio una imagen que se movía muy rápido, salió y no lo vio más, fue hasta la esquina para asegurarse, tampoco vio nada de lo que esperaba, solo una anciana paseando a su perro.
Volvió al lugar donde estaba Mariana esperando la comida, ella le pregunta:
Mariana —Qué pasó, Luis, que te fuiste sin avisar, qué viste o qué seguías.
Luis — No sé, Mariana, fue algo raro, como si alguien nos siguiera y lo peor es que tenía una silueta conocida, pero no nos engañemos, son imaginaciones mías, vámonos.
Mariana paga la cena y se dirigen a su destino ya con frío caminando esas cuadras largas hasta que llegan y miran asombrados esa casa vieja cómo se mantenía en pie, pero emanaba como una pesadez que los influía anímicamente a ellos para mal, aunque se armaron de coraje y pusieron en marcha el plan que tanto anhelaban ambos.
La neblina que rodeaba el barrio era espesa, ideal para que nadie sospeche de los vecinos de lo que ellos iban a hacer.
Mirando para ambos lados los dos entraron sin hacer ruido, la casa tiene un jardín abandonado adelante de la casa, llegan hasta la puerta y Mariana deja la comida en el piso y saca de la mochila su grabadora, dejándola al lado de la puerta pues Luis echa un vistazo afuera y ve otra vez esa imagen o silueta del hombre que vio en la pizzería pero esta vez con un aspecto fantasmal rodeado con esa neblina sepulcral.
Él no le dice nada a ella para no asustarla y vuelve a la entrada, hace que abre la puerta de la casa con el picaporte flojo. La puerta se mueve poco, suficiente para que entre de a uno.
Mariana —Cómo sabías que no estaba con llave la puerta.
Luis —No, solo probaba nomás, es una lástima dejar la grabadora y que nos vayamos y no la encontremos, ¿o no?
Mariana —Sí, es verdad, tienes razón, lástima que no trajéramos linterna, está oscuro. —Dejó la pizza al lado de la puerta.
Luis —No hace falta, ilumino con el celular.
Pues él saca el celular y se le cae al piso, lo levanta y otra vez se le cae de nuevo.
Mariana —Estás bien, Luis, ¿qué te pasa?
Luis —Nada, son los nervios nomás.
En realidad esos nervios eran por la imagen que vio afuera de la casa que no quería decirle nada a su amiga para no asustarla.
Mariana —Bueno, tenemos luz, vamos a ver cómo es esta casa, sí que da miedo y con mucha humedad.
Ella recoge la grabadora y la cena, las deja al lado de la puerta de adentro. Mariana le agarra la mano a Luis y se van a investigar la casa. Tiene un salón grande, ella camina asombrada y él disimula el susto de lo que vio; ven una escalera, suben muy despacio aunque con el pasar del tiempo la escalera cruje llegan a una habitación que tenía una puerta rota, deciden entrar, cuando lo hacen un sentimiento feo empezó apoderarse de ella.
Luis —¿Qué te pasa, estás bien?
Mariana —Tengo ganas de devolver, se me retuerce el estómago y me duele la cabeza, no me gusta este lugar, vámonos de acá, dejá la grabadora aquí.
Luis —Yo también me siento mal aquí, salgamos un rato.
Se pusieron al lado de la escalera para reponerse y ella vomita, se agarra la cabeza y se recuesta en el piso. Luis agarra el grabador, entra de vuelta a la pieza y lo deja grabando en el suelo, sale de la pieza, levanta a Mariana y bajan por las escaleras y de repente Luis se cae de las escaleras por su pie pisado, ella lo levanta a él y salen de la casa asustados, él cojeando, se dirigen a la casa de Mariana, en el trayecto él le habla para que se anime.
Luis —Vamos, Mariana, arriba ese ánimo, ponete bien ¡que ya salimos de esa casa de porquería!
Mariana —Sí, ya sé, doblemos por la esquina y paremos y vayamos caminando.
Paran en ese lugar y descansan un rato y ella le recrimina a él.
Mariana —Para qué fuimos a ese lugar de porquería, si sabía que iba a pasar esto no iba un carajo, qué mala elección.
Luis —Bueno, lo importante es que salimos de la casa, a mí me agarró como un bajón anímico inexplicable que no sé por qué me pasó, nunca me pasó.
Mariana —Eso debe ser porque no nos protegió el cura con la oración de protección, tendríamos que haber ido y no pudimos ir por lo que te pasó.
Luis —El profesor Torres tenía razón, le teníamos que hacer caso de esto.
Mariana —Bueno, lo tendremos de experiencia pero vamos para mi casa, descansemos y tomemos unos cafés tranquilos.
Ellos ya caminando tranquilos se van a sus casas, nunca se van a olvidar de ese momento único que pasaron esa noche pero lo hicieron y tendrán sus frutos para bien o para mal por eso.
Ellos se alejaba de la zona y una figura de persona los observaba de lejos, quizás la imagen que vio Luis.
Los chicos ya más tranquilos pero no tanto se dirigen a la casa de Mariana, ella abre la puerta de la casa, suben por las escaleras, entran a su departamento, y se recuesta Luis en la cama con un dolor molesto y se saca las zapatillas.
Mariana en cambio le avisa a Luis que se va a bañar, se levanta Luis, le pregunta a ella si quiere que le prepare café, ella por su parte le pide que le prepare té solo. Él se recuesta otra vez en la cama y recoge la Biblia que estaba al lado de la cama, lee un par de páginas, lo cierra y lo abraza con tal fuerza para compensar ese momento raro, extraño o paranormal como se pueda decir.
Abre la Biblia y empieza a rezar un padrenuestro para sentirse bien anímicamente, pero se le viene a la mente esa figura que vio en la pizzería y en la casa maldita y preguntándose una y otra vez quién pudo haber sido quien los vigilara.
Mariana sale del baño y se ponen a tomar algo caliente los dos uno al lado del otro con un silencio de misa, una vez que terminaron la infusión Mariana le pregunta a él si quería ducharse, el agua caliente está ideal con este frío, se va al baño, se saca el buzo y escucha un pedido de auxilio de Mariana.
Mariana —Luis, no me siento bien, ¡ayudame!
Luis —Qué te pasa, por qué gritás, qué tenés.
Mariana — Vomité y me bajó la presión creo, estoy mareada.
Él no podía creer lo que vio, temblaban las manos de Mariana y la Biblia manchada con vómito.
La levanta y la lleva al lavadero, le lava la boca y le hace hacer buche para sacar el gusto desagradable que le molestaba.
La recuesta en el sillón y limpia la Biblia y el piso con un trapo. Levanta a Mariana y la recuesta en la cama, él le dice a ella que va a llamar un médico, ella le dice que no, que se va a poner bien.
Luis —Pero, Mariana, vos sufrís de baja presión siempre o es la primera vez.
Mariana —Es la primera, lo me que pasa nunca me pasó, es raro.
Luis —Debe ser por el estrés o los nervios que hemos pasado en esa casa, pero ¿por qué vomitaste sobre la Biblia?
Mariana —No sé, agarré el libro que dejaste sobre la cama, lo abrí y me empezaron a temblar las manos ¡y devolví sobre él!
Luis —Justo donde está el padrenuestro en que había leído esto, ya me está preocupando en serio, ¡tenemos que parar con esto!
Mariana —Sí, tenía razón el profesor de que nos tenía que hacer una oración de protección el cura pero no pudimos por lo que te pasó.
Luis —Quizás lo que me pasó fue una señal de que no teníamos que ir y no hicimos caso.
Mariana —Hubiéramos hecho caso al profesor, él sí sabe de esto y no le dimos mucha importancia.
Luis —Cómo te sentís ahora, estás mejor, querés que te haga otro té.
Mariana —Bueno, te agradezco pero ya me siento bien de a poco.
Mientras ella se recuesta en la cama se pone a pensar en todo lo sucedido y analiza todo lo que les pasó en poco tiempo, si siguen con esto no sabrá qué más les puede pasar o peor aún y le viene a la mente la idea de abandonar todo esto que trajo más que problemas a sus vidas.
Mariana —Tomé una decisión, Luis, paremos con esto, ¡no estamos preparados para esto!
Luis — Sí, Marian, va a ser lo mejor, nos pasaron muchas cosas inesperadas que no nos imaginamos que nos iban a pasar.
Mariana —A vos te pasó lo del coche, después viste esa imagen extraña, a mí que me agarro esa sensación de bajón anímico, a vos también y por terminar vomité con las manos temblando.
Luis —¿Pero vos no comiste la pizza que compraste?
Mariana —No, la dejé en la puerta del lado de adentro y cuando salimos corriendo y vos cojeando ni me acordé de eso.
Luis —Bueno, tranquila, mañana pensamos bien lo que vamos a hacer, ahora estamos alterados
Mariana —Va a ser lo mejor, mejor nos tranquilizamos.
Luis —Por qué no nos vamos a mi casa, no vas a estar sola, están mis padres, a vos te pasó esto y no es bueno que estés sola.
Mariana prepara la ropa en una mochila y duda en llevar la Biblia, la deja en la mesa, salen del departamento y se toman un taxi a la casa de Luis, pensativos los dos en el viaje de la odisea que vivieron esa noche, pagan al taxista y entran a la casa, su madre estaba esperándolo.
Silvana —Hola, hijo, cómo estás, llegaste tarde, pensé que te pasó algo.
Luis —No, madre, estoy bien, es que no pensé que iba a tardar tanto, ella es Mariana, una amiga, la que te conté, no se sentía bien, como vive sola no es bueno que se quede sola.
Silvana —¿Pero qué te pasó a vos que no te sentís bien?
Mariana —Es un problemita de salud, gracias por preocuparse, discúlpeme por venir así a su casa sin avisar.
Silvana —No pasa nada, querida, es mejor que te quedes aquí, acá no vas a estar sola, vos vas a dormir en el sofá.
Luis —Bueno, me voy a acostar, hasta mañana, vos, madre, te ocupás de ella.
Silvana —Sí, hijo, vaya a descansar.
Mariana se acomoda en el sofá y piensa por todo lo que pasaron esta noche y qué captará la grabadora...
Después del susto que vivieron los amigos y un descanso muy merecido empieza a amanecer y el sol se asoma sobre las casas de Buenos Aires dando una imagen reconfortante comparada con la noche anterior fría y con abundancia de niebla, se levanta Luis ya con el dedo del pie deshinchado, se da una ducha y se va a ver cómo está Mariana, se dirige al living y no la encuentra, va a la pieza de la madre tampoco está, escucha unas voces provenientes de la cocina pues ahí estaban charlando y desayunando.
Luis —Hola, buen día, cómo están.
Silvana —Hola, hijo, buen día, bien, te desperté para desayunar y no contestabas, mirá si estabas cansado por todo el cansancio de toda la semana.
Mariana —Hola, Luis, buen día, tu mamá me despertó para desayunar.
Silvana —Sentate que te preparo el café, hay facturas.
Luis —Cómo estás, Mariana, veo que mucho mejor, no te temblaron más las manos.
La madre muy perceptiva con lo que vio anoche y con la pregunta que escuchó de su hijo no duda en preguntarles qué fue lo que realmente les pasó.
Silvana —Bueno, chicos, cuéntenme lo que les pasó anoche, ayer los noté mal, nerviosos y un poco alterados, ¿es así no?
Luis —No, madre, fuimos a una reunión con amigos, comimos algo y nos cayó mal, nada más.
Silvana —Ah, nada más que eso, qué otra cosa más les pasó.
Luis —No, madre, solo eso nomás, no te preocupes, no es para tanto, ¿por qué lo preguntás?
Silvana —Por otra cosa más, porque caminabas un poco rengo, ¿tiene algo que ver con la cena?
Luis —Bueno, eso no me peguntaste, esto me pasó: me rozó un coche y me dolió un poco nomás cuando íbamos a la reunión de los chicos de la facultad.
Silvana —Y por qué no viniste a casa o me hubieras llamado para que tenés celular.
Mariana —Porque lo llevé a mi casa para que se deshinche el dedo con agua fría. Pero tiene razón, Luis la tendría que haber llamado.
Luis —Bueno, qué es esto, ¿un interrogatorio?
Silvana —Soy tu madre y me preocupo por tu salud, ¡no te quiero ver mal!
Luis —Si tenés razón, disculpame, no te voy a hacer preocupar otra vez.
Silvana —Okey, no me ocultes otra cosa más, ¿o lo estás haciendo?
Luis —Madre, cómo me vas a decir eso, ¡qué te voy a estar ocultando!
Silvana —Bueno, chicos, me voy a comprar para almorzar; ¿vos, Mariana, te quedás?
Mariana —Bueno, gracias, señora, me quedo.
Silvana —Quédense en la cocina hablando, a mí no me molesta de paso hablan de lo que me ocultan... es un chiste, en un rato vuelvo.
Mientras la madre se prepara para ir a comprar, agarra su bolso y se va al mercado, los chicos se miran sorprendidos con muecas de asombro.
Mariana —Por qué no le dijiste la verdad a tu madre, ¿por qué le mentiste?
Luis — Vos querés que la haga poner nerviosa.
Mariana —Sí, tenés razón, pero no se merece que le mientas, ¿después se lo dirás?
Luis —Y qué querés, que quedemos como mentirosos, recordás que vos también no dijiste nada.
Mariana —Bueno, no me chantajees pero es preferible decirle la verdad, ¿no?
Luis —Bueno, después se lo digo pero hablemos de lo que vamos a hacer de acá en adelante con la investigación, ¿la dejamos o querés seguir adelante?
Mariana —No quiero saber nada más de esto pero quiero recuperar mi grabadora.
Luis —Dejá que yo me ocupo de eso, terminamos de almorzar, te acompaño a tu casa y a la noche voy a la casa a recuperar lo tuyo.
Mariana —Está bien vas, vos haceme ese favor, si me siento bien te acompaño.
Luis —Okey, vamos a mi pieza, te voy a mostrar lo que vi en la computadora antes de ir a tu casa.
Mientras los chicos se van a la pieza Luis le muestra lo que había investigado sobre cacofonías.
Luis —Qué te parece, Mariana, ¿habrá registrado algo tu grabadora anoche?, de ser así no lo podríamos dejar hay que investigarlo.
Mariana —Sí, fijate vos, total me parece que fue en vano todo lo que hicimos.
Luis —No te tires abajo ni siquiera sabemos lo que grabó anoche.
Mariana —Bueno, si capta algo seguimos, si no graba nada lo dejamos.
Luis —Okey, quedamos así, ¡trato hecho!
Mientras los chicos se ponen a mirar lo que investigaron, regresa la madre de hacer las compras y se prepara para hacer el almuerzo, una vez hecho se sientan a comer los tres, una vez terminado le dice Luis a la madre que va a acompañar a Mariana a su casa, se saludan y ella le agradece por la invitación y ellos en la calle ya casi llegando a la casa Luis pregunta.
Luis —¿Te parece que vayamos a la iglesia?
Mariana —Más tarde, quiero entrar a casa, acompañame por favor.
Entran a la casa, preparan un café, ordenan la pieza, ventilan el ambiente abriendo las ventanas, preparan la cama y acomodan la Biblia en la biblioteca, pasa el tiempo y Luis se va a la noche a buscar la grabadora.
Luis —Bueno, cuidate, Mariana, voy a buscar la grabadora, si querés quedate en tu casa, va a ser mejor así.
Mariana —Bueno, cuidate, andá para tu casa después, si es algo importante venite para acá.
Luis se despide en busca de la grabadora pensando si habrá captado algo la noche anterior.
Luis de dirige en busca de la grabadora, nervioso por del pensamiento de qué habrá registrado la noche anterior, dobla por la esquina y ve la casa maldita, cuando está por llegar a la puerta ve que la puerta está cerrada con candado, no lo podía creer que tuviera tanta mala suerte, pensó.
”¡Zas! No puedo recuperar la grabadora, qué decepción no recuperar el artefacto”. Se da la media vuelta y se retira a su casa con bronca pero se detiene y piensa. “Pero si no pude cruzar la puerta del jardín puedo buscar otro lugar para ver cómo entrar”.
Vuelve de vuelta a la casa, cruza el jardín y se dirige al costado de la casa donde ve una ventana y no hay forma de subir a la parte de atrás, imposible, hay un paredón donde termina la casa, va del otro lado lateral y ve un árbol cuyas ramas se meten adentro de la casa, duda en subir y se arma de confianza, se decide y le cuesta subir por el árbol pensando que no lo vean los vecinos. Entra por la ventana, se acomoda una vez en el piso y empieza a sentir otra vez esa sensación desagradable que le da ganas de llorar y se le vienen pensamientos malos que vivió en su infancia y piensa voy a terminar esto de una vez; prende la linterna de su celular y ve que es la pieza de la puerta rota donde dejó la grabadora, la busca y no la encuentra y piensa: “Pero si yo la deje acá, a otro lugar no podrá haber ido”, se va para el lugar de escalera al costado, la ve ahí, se agacha para recogerla y se la introduce en la riñonera y piensa: “Pero si yo no la dejé acá, estaba en la pieza, no importa, me voy, ya no soporto más este lugar, es horrible, la sensación de pesadez de este lugar no se aguanta más.
Entra de vuelta a la pieza, sale por la ventana y se trepa por las ramas que dan por la ventana y empieza a bajar con cautela, cae al césped y le empieza otra vez a doler el dedo, mira fijamente a ambos lados para asegurarse que nadie lo vio, sale por la puerta del jardín y cuando da la vuelta ¡ve esa imagen del sujeto que vio la noche anterior!, se queda paralizado, su corazón empieza a latir rápidamente, la figura le grita en la cara:
Figura —Qué estás haciendo en esta casa, ¡no sabés que no se puede entrar!
Luis —No, nada, señor, fui a orinar nada más.
Figura —Orinar y por qué subiste por el árbol a orinar, idiota, aparte llamé a la policía.
Sin dudarlo Luis por instinto lo empuja y la figura cae al piso y empieza a correr por cualquier dirección. Después de correr cinco cuadras para y toma aire, se percata de que no lo haya visto nadie, camina una cuadra más hacia la avenida y para un taxi y agarra su celular.
Luis —Hola, Marian, voy para tu casa, después te comento.
Cortó el teléfono y le dice al chofer “déjeme acá en la esquina”, le paga el viaje y baja del auto, camina un poco cojo hasta el domicilio de Mariana, toca timbre y atiende ella, le dice que ya baje.
Mariana —Te pasó algo, Luis, estás bien, contestame.
Luis —Sí, pero te cuento arriba, acá no voy a decirte.
Mariana —¿Trajiste la grabadora?
Luis —Vamos a tu pieza ¡y te digo todo lo que me pasó!
Llegan a la pieza y se desploma Luis en la cama y ella lo mira atónitamente, va a la cocina y le prepara un té para reconfortarlo del estado de ánimo que tenía.
Mariana —Bueno, acá está tu té tomalo y después contame lo que te pasó.
Luis —No, después lo tomo, te cuento.
Mariana —Dale, contame que no aguanto más de la angustia, ya soltalo.
Luis —Traje tu maldita grabadora pero la puerta de la casa estaba con candado.
Mariana —¡Cómo hiciste, rompiste el candado!
Luis —Cómo lo voy a romper y ¡con qué aparte si me escuchaban los vecinos!
Mariana —Tenés razón, ¿cómo lo recuperaste?
Luis —Me trepé por el árbol, entré por la ventana, lo agarré y me volví pero eso no es nada, te acordás de la figura que vi anoche, ¡me lo topé frente a frente!
Mariana —¿Cómo que lo viste y qué pasó?
Luis —Reaccioné mal, me asusté demasiado y lo empujé, corrí, tomé un taxi y vine para acá, no quería que mi madre me viera cómo estaba, ¡ya sabés cómo es ella!
Mariana —Bueno, tranquilo, hiciste bien en venir acá, ¡tomate tu té que te va a hacer bien!—
Una vez tranquilo Luis saca la grabadora de su bolsillo y se la da a su amiga, ella la agarra y la tira al tacho de la basura, Luis desconcertado le pregunta.
Luis —Pero qué hiciste, no lo vas a escuchar, por todo lo que pasamos, la tirás a la basura.
Mariana —Justamente por todo lo que pasamos y no quiero volver a saber más nada de esto.
Luis —Bueno, pero yo la quiero escuchar, hicimos un trato, te acordás.
Mariana —Los tratos también se pueden romper porque esto no es lo que me esperaba, si querés llevátela vos, yo acá no la voy a escuchar por todo lo que pasé, ¡mirá hasta dónde llegamos!
Luis —Bueno, yo me lo llevo si querés, quiero saber lo que captó, ¡no tiremos esto por la borda!
Mariana —Sí, llevalo, escuchalo en tu casa y no me digas nada de lo que escuchaste porque no me interesa nada más de esto porque trajo problemas ¡y nada más que problemas!
Luis —Acordate que vos tuviste la idea, ¿no?
Se despide Luis de ella y agarra la grabadora y se dirige a su casa para un taxi y se va a su domicilio hasta que lo deja en su casa, ingresa a su hogar, se recuesta en su cama y deja el artefacto en la mesita de luz, lo mira fijamente para escucharlo pero el sueño lo invade y piensa: mejor lo escucho mañana, voy a estar mejor y con este dolor de pie no voy a poder concentrarme”.
Luis se duerme ya preparado para escuchar a la mañana lo que se captó y no podrá creer lo que se grabó esa noche.
Son las 9 de la mañana de un domingo lluvioso, se levanta Luis, se dirige al baño, se da una ducha, una vez secado, con ropa limpia se va a la cocina, no hay nadie, su madre durmiendo, único día para descansar, él se prepara el desayuno mirando por la ventana que da al patio observando cómo llueve copiosamente, pensativo de lo que habrá grabado o no grabó nada se pone a desayunar, una vez terminado se dirige a la pieza pero primero saluda a su madre y le pide por favor que no lo moleste por un rato que va a estar concentrado mirando un video de la materia que tiene que estudiar, una vez avisado cierra la puerta de su pieza, cierra la cortina de la ventana y piensa.
—Llegó el momento esperado, la hora de la verdad, qué es lo que grabó.
Él se pone los auriculares y aprieta play. La verdad esperada empieza a correr sin retroceso.
Escucha en un primer momento ruidos de personas hablando subiendo o bajando las escaleras y recuerda que fueron ellos cuando se fueron de la casa y aparece un silencio de ultratumba.
Él no adelanta la grabación, quiere escuchar todo muy concentrado, a las 12 de la noche se escuchan voces de vecinos caminando seguro por la cuadra por cómo se elevan las voces y baja el sonido a medida que se van. A la una y media se escucha el sonido de un auto pasar y así sucesivamente a las dos y media se dejan de escuchar los ruidos que hacen los coches, a las tres de la mañana se escucha como un grupo de muchachos hablando y se pierde el volumen a medida que se van, quizás nomás se iban a divertirse y del fondo se escucha cómo un coche estaciona, apaga el motor, abre la puerta y lo cierra.
Ahí Luis se enfoca y se concentra en la grabación, se oye cómo abre el baúl del rodado, lo cierra, se escuchan pasos y desaparece, escucha ruidos de la puerta cerrándose y ruidos de cadena y el clic del candado que se cerró, vuelven a aparecer esos pasos de vuelta, abre la puerta y cierra, pone en marcha el coche y se va desapareciendo el sonido a medida que se retira.
Pone en pausa y se dirige al baño, saluda a su madre en la cocina desayunado y se vuelve a la pieza trotando, se pone los auriculares, pone play para escuchar otra vez. En ese tiempo no se escucha nada, concentrado y ansioso por otro sonido a las tres y treinta y cinco, vuelve a escuchar otro sonido pero este era diferente a los demás, se escucha como una interferencia con voces o ruidos mezclados a la vez y desaparece, lo que llamó mucho la atención a Luis hasta el límite de ponerse nervioso, pone pausa y descansa un rato por lo sorprendido que quedó, se va a la cocina, la madre cocinando, se prepara otro café, su madre le pregunta.
Silvana —Cómo estás, hijo, estás bien, te noto muy concentrado.
Luis —Sí, madre, quiero terminar cuanto antes este trabajo de la facultad.
Silvana —Cuando esté el almuerzo te llamo y despierto a tu padre.
Luis — Yo te aviso, ya falta poco para que termine, hasta luego.
Se va de vuelta a la pieza, se pone el auricular, pone play, se escucha otro ruido como un zumbido y de repente vuelve ese sonido de interferencia pero esta vez con un sonido más claro, se escucha la voz de un niño y grito a la vez y la de un señor grande pero no se escucha con claridad lo que hablan y después viene la interferencia.
Luis empezó a tener miedo y empezó a sudar por la adrenalina, pone en pausa otra vez para llamar a Mariana pero no contesta, agarra la grabadora y se le cae de las manos de los nervios, se tranquiliza, vuelve otra vez a escuchar, otra vez vuelve a aparecer ese ruido de interferencia pero no logra diferenciar mucho y vuelve el silencio otra vez y de repente se escucha como un sonido de algo arrastrándose algo por el piso y de ahí no se escuchó más nada desapareciendo el sonido a las cuatro y media. Otra vez se escuchan sonidos de autos circulando con más frecuencia, voces de personas también, se fija el horario y le marca como las cinco y media de la mañana y se corta la grabación, no tenía más memoria para seguir grabando, se saca los auriculares sorprendido y pensativo por lo sucedido, se podría decir consternado, descansa un poco y se va a la cocina a almorzar, estaban los padres listos esperándolo, se dispone a almorzar, ni una palabra en la mesa por parte de Luis mientras los padres hablaban entre ellos les dice que se retira de la mesa, terminó su almuerzo y se va de vuelta a su pieza, su padre le dice.
Sergio —Hijo, todo bien, no hablaste en todo el almuerzo, ¿qué te pasa?
Luis —Nada, padre, ¡solo estoy concentrándome en lo que estoy estudiando!
Silvana —Seguro, hijo, vos no sos de callarte cuando almorzás, ¿querés contarme qué pasó?
Luis —Nada, no pasa nada, estoy bien, si me pasa algo les cuento, tengo que terminar el trabajo, hasta luego, no pasa nada, quédense tranquilos.
Cuando se retira Luis los padres se miran nada convencidos de lo que dice.
Entra a la pieza, llama a Mariana y nada, no contesta otra vez y piensa.
“Bueno, voy a seguir yo con este trabajo, después que no me diga nada porque lo hice solo sin consultarla, total ella dejo de interesarse.
Introduce la grabadora a la computadora, pasa la grabación a la memoria de su computadora, una vez instalada la copia para pegarla a una aplicación que corrige los sonidos y que pueda escucharse con más nitidez; una vez procesado recorta la parte donde se escucha la interferencia, se coloca los auriculares de mejor calidad y escucha la interferencia pero con un sonido más pulido, era la voz de un niño hablando, gritando y llorando junto con la voz de un hombre adulto, vuelve otra vez a escucharlo y lo mismo pero no consigue escuchar lo que habla, más no le daba el programa para pulir el sonido y se queda con la intriga de lo que hablan y se pone a buscar por internet la forma de cómo aclarar esas voces que escuchó, que de verdad dan mucho para pensar...
Después de una siesta reconfortante se recupera anímicamente Luis y pensando que una y otra vez no puede encontrar programas de calidad para limpiar el sonido de la grabación se levanta, se dirige al baño, se lava la cara y vuelve a su pieza y otra vez empieza a pensar cómo resolver ese problema, se sienta adelante de su computadora, navega por internet y no tiene más remedio que comprarse un aparato especial para tal fin. Pero una página lo lleva a un enlace que lo explica por video y al final del video aparece el nombre de la persona de un investigador paranormal, busca su nombre otra vez en la web, aparecen sus servicios y número de teléfono, piensa: “No me queda más remedio que me ayude este investigador, cuánto me cobrará, pero, bueno, hay que hacerlo y veremos qué sucederá.
Anota su número en su celular y su nombre ansioso por lo que va a hacer, piensa si lo atenderá hoy domingo y con lluvia, pero eso es lo de menos. Él marca el número pero no contesta y le queda el contestador grabado en silencio y corta.
—Bueno, hoy es domingo quizás hoy no trabaja. Pero voy a llamar a Mariana.
Marca el número de ella pero tampoco contesta y es muy raro, ella no es de no contestar, deja su móvil en la cama y se va a la cocina a tomar un refresco y a mirar televisión, de repente su madre le avisa que su celular lo está llamando, pensó que era Mariana pero no es ella, aparece otro nombre, el de Esteban Prados y recuerda que es el número que anotó del investigador.
Luis —¿Hola?
Prados —Buenas tardes, usted me llamó hace rato y no pude atenderlo.
Luis —Sí, yo lo llamé porque tenía una duda por un problema de una grabación.
Prados —Dígame por favor el motivo de su llamada.
Luis —Bueno, resulta que tengo una grabación y no se puede escuchar bien lo que se habla.
Prados —Bueno, eso debe ser por varios factores, uno de ellos es que la grabadora no anduvo bien por baja batería, otro también que pudo haber grabado una grabación.
Luis —No, imposible porque lo dejé grabando en una casa abandonada y se escucha de la noche a la madrugada y cuando volví otra vez a recuperarlo no había nadie...
Prados —¿Pues dónde queda esa casa?
Luis —La calle se llama Ramos y está a dos cuadra de la pizzería, a cinco cuadras de la avenida.
Prados —Conozco esa casa, escuché comentarios de ese lugar pero nunca escuché lo que usted me está diciendo de que alguien grabó en esa casa.
Luis —Pues me lo contó una compañera mía, no fui solo, sucedieron varios traspiés en ese momento para conseguir esa grabación como si fuera de película.
Prados —Bueno, noto que hicieron un gran trabajo, ahora usted cómo se encuentra anímicamente.
Luis — Yo en lo personal ando mejorando del dedo que rozó un auto, después cuando entré a la casa sentí como un malestar en mi ánimo y sentí mareos.
Prados —¿Y su compañera qué signos presentó?
Luis —Ella también sintió lo mismo que yo pero se llevó la peor parte...
Prados —Dígame, lo sigo escuchando
Luis —Cuando volvimos a su casa ella se sintió mal y vomitó sobre su Biblia y después ya no quiso saber más nada con esta investigación, se asustó demasiado.
Prados —Por lo que usted me cuenta percibo que ustedes estuvieron con algún tipo de contacto.
Luis —No me diga eso, señor, que eso sí que asusta, he tenido mucha angustia con esto y ella no quiere seguir más con esto, ya duda de esto.
Prados —Es normal que duden de esto y por lo que pasaron. Dígame cuándo podríamos encontrarnos para que usted me facilite esa grabación, me interesa el tema, voy a ayudarlos si ustedes quieren, esto es un tema serio.
Luis —Cuando salga mañana de la facultad a las siete de la tarde, a una cuadra hay una cafetería, venga y le presento a mi amiga.
Prados —Perfecto, caballero, quedamos así, ruego que no falte a la cita por favor.
Luis —¡No!, por nada del mundo voy a faltar al encuentro.
Prados —Quedamos así, nos vemos mañana a las siete en la cafetería, hasta mañana.
Luis —Hasta mañana, señor, gracias por escucharme, adiós.
Una vez finalizada la conversación Luis se siente aliviado y distendido por el problema que le van a solucionar, se dirige al comedor, se pone a mirar el televisor tranquilo y empieza a cenar, se podría decir que en cierta forma volvió la armonía a su vida mientras su madre le prepara la ropa para mañana y ella también lo siente pero decide no preguntarle para no presionarlo.
Pero él no logra olvidar y le suena raro lo que le pasa a Mariana que no contesta sus llamados, por lo menos un mensaje, ni eso y decide ir a la casa de ella para saber cómo está, se cambia de ropa, llega la puerta y empieza a dudar, su madre le pregunta.
Silvana —Qué pasa, hijo, ¿adónde vas con esta lluvia?
Luis —Voy a la casa de Mariana, la llamé y no me contesta, pienso si le pasó algo.
Silvana —Mañana la vas a encontrar en la facultad, ¿no? Aparte está lloviendo, por qué no te quedás, lo único que falta es que te enfermes.
Luis —Tenés razón, madre, mañana la veo, me voy a acostar mejor, hasta mañana.
Saluda a su madre, se prepara para mañana y se acuesta en su cama pensando lo que sucederá al día siguiente sin saber que esa situación le marcará su vida.
Ya es temprano en Buenos Aires, despejado y con mucho frío por la intensa lluvia de ayer. Luis se prepara para ir a la facultad, desayuna en el comedor, una vez terminado deja la taza en el lavadero, saluda a su madre y ella también recoge la mochila y mete adentro la grabadora y piensa: “Llegó el gran momento, la hora de la verdad, me voy a sacar todas las dudas y sabré si valió la pena por todo lo que pasé con Mariana. Aparte hoy la veo a ella en la facultad”.
Sale de su casa, llega a la esquina y en un rato se toma el ómnibus.
Mientras tanto en la facultad los estudiantes se reúnen en la entrada charlando de lo que estudiaron o se divirtieron el fin de semana Luis va llegando y se pone en las escaleras de la entrada para ver si viene Mariana hasta que es la hora de la entrada, desilusionado y preocupado por no verla a ella entra al establecimiento, se dirige al aula, se sienta y marca su celular y vuelve a no contestar, ya preocupado piensa que una vez que termine las clases del día irá a su casa a buscarla, ya muy preocupado por su ausencia en la clase, ve su pupitre donde ella se sienta vacío y sus compañeros murmurando qué le habrá pasado que no llega. Aparece el profesor, saluda a sus alumnos y se dispone a dar su clase.
Una vez terminada la jornada se levantan los alumnos, los estudiantes recogen sus pertenencias y se retiran y en la puerta lo llama el profesor con una voz preocupante.
Torres —No se retire, Luis, ¿no sabe por casualidad por qué no vino Mariana?
Luis —No sé qué le pasó la llamé para saber cómo anda varias veces y no me contestó y estaba pensando en ir a su casa ahora para saber cómo se encuentra o si necesita ayuda.
Torres —Bien, cuídese, vaya a verla, aparte, ¿cómo les fue la otra vez que fueron a investigar eso que tenían planeado?
Luis —Sí, fui con Mariana pero no pasó lo que esperábamos, bueno, nos vemos mañana, me voy a verla a ella a ver cómo se encuentra.
Torres —Okey, hasta mañana, suerte con eso.
Luis —Sale de la facultad, saluda a sus compañeros en la puerta y se dirige a la cafetería, entra al lugar, toma asiento, no había nadie, pensando que no llegó Prados, viene el mozo, lo saluda él también y pide un café, mientras espera saca de su mochila, la grabadora y la escucha mientras espera al de la cita y se toma su café.
En ese momento ingresa por la entrada una persona de estatura alta, vestido de traje negro con una mirada penetrante con ojos de color negro, acompañado de un portafolio y Luis no duda de que es él y viceversa y le pregunta.
Prados —¿Usted es Luis de casualidad?—
Luis —Sí, soy yo, ¿usted es el profesor Esteban Prados?
Prados —Desde luego permítame sentarme con usted.
Luis —Sí, por favor tome asiento, ¿quiere un café?
Prados —Sí, un café por favor, ¿usted ya pidió?
Luis —Sí, pero pido dos, mientras lo esperaba a usted me tomé un café.
Prados —Esta bien, recién lo llamé para saber si se encontraba acá.
Luis —Ah, disculpe, no lo atendí, no lo habré escuchado, estaba escuchando la grabación. Mozo, dos cafés por favor.
Prados —Su amiga no llegó todavía, ¿la esperamos a ella?
Luis —No, ella no se presentó hoy a clases, después de esta reunión voy a ver cómo se encuentra, pero no hay problema, ¡empecemos a hablar del tema ya!
Prados —Bueno, soy todo oído cuénteme desde el principio de lo que grabaron
Luis —Resulta que mi amiga Mariana me contó que había una casa abandonada en la que sucedían sucesos extraños y me preguntó si quería investigar, yo acepté, aparte nos fascina lo paranormal y lo oculto y el viernes a la noche fuimos a la casa, antes tuve un inconveniente me rozó el pie un auto, no me lastimó pero me fastidió bastante, llegamos al lugar y dejamos la grabadora en el lugar y nos fuimos pero antes sentimos como un malestar de ánimo muy feo, me dolía la cabeza, ella vomitó y nos retiramos, llegamos a su casa y nos reponíamos y yo con mi pie hinchado y ella después se puso a vomitar.
En ese instante el mozo trae los dos cafés y el profesor atento espera el relato de Luis, endulzan los cafés con un sorbo de por medio y se reanuda la conversación.
Luis —Después ella se repuso y no quiso saber más nada de esto, yo por el contrario seguí con la investigación y el domingo me lo puse a escuchar, pero había una parte que no se escucha bien, lo mejoré en la computadora y me figuró un sonido de un niño llorando y gritando como pidiendo auxilio detrás de una voz de una persona grande, después de ahí busqué ayuda y lo encontré a usted por internet.
En esta pausa, café de por medio, mientras el profesor procesa lo dicho por Luis.
Prados —Bueno, por lo que usted me cuenta a veces el inconsciente colectivo lleva a esto y ustedes no se prepararon adecuadamente pero admiro la valentía de los dos.
Luis —Sí, fue todo muy improvisado, qué elementos usa usted para investigar un lugar.
Prados —Primero el permiso del dueño del lugar, si tiene dueño, después un equipo especial para estudiar el área, por ejemplo luces portátiles, lámparas de visión nocturna, una grabadora de visión nocturna más una grabadora de buena calidad y un mel meter, que es un medidor de campo magnético que es muy caro y para terminar un sensor de movimiento, una vez terminado el trabajo se procesa lo que captaron los instrumentos y se verá el resultado si hay o no fenómenos paranormales.
Luis estaba sorprendido por lo que hablaba Prados.
Luis —Buá, eso se llama profesionalismo, ¿y cómo sigue esto?
Prados —Ahora usted me dijo que captó sonidos y pudo escuchar, a eso se lo llama estrépito ultrasonido, pero a lo que usted no pudo escuchar por el oído humano en ese momento de silencio, que por ahí quizás lo captó, se lo llama infrasonido, que está fuera de nuestro alcance audible.
Luis —Lo escucho y no lo puedo creer, acá tiene la grabadora, fíjese si es de buena calidad y tiene la grabación original.
Prados —Si es de buena calidad y capta sonidos ultrasonidos y de infrasonidos graba por debajo de veinte MHz, este modelo usan los profesionales.
Luis —Excelente, entonces seguro que captó algo, cuándo me podría confirmar la grabación.
Prados— No se impaciente, a veces esto sucede, a veces no, pero esta noche me dedico a trabajar con su investigación y si es necesario recurriré a la ayuda de un profesional.
Luis —Está bien, ¿así que usted tiene un equipo de colaboradores?
Prados —Sí, hay un equipo de profesionales que me ayudan en esto, otra cosa más, no hagan más esto solos, primero la oración de un sacerdote para protegerlos para evitar en ustedes una cadena de acontecimientos negativos en su vida.
Luis —Desde luego, señor, no más solos y con una bendición de por medio, prometido.
Prados —Mañana a la tarde lo llamo para que sepa cómo va la investigación o pasado mañana y llame o vaya a ver a su amiga, cómo se encuentra es raro que con un tema muy importante no haya venido, hágame el favor.
Luis —Sí, ya voy a su casa en este momento.
Los señores pagan sus cafés mientras el profesor guarda la grabadora en el portafolio y se retiran en distintas direcciones mientras Luis toma un taxi y se dirige a la casa de Mariana hasta que llega se detiene a su destino y Luis paga al conductor la tarifa, se baja y toca el portero eléctrico y no contesta y piensa que esta situación ya es preocupante, algo anda mal, espera un momento y vuelve a tocar timbre y nada, no contesta, ya no duda y llama al portero del edificio, sale el encargado, abre la puerta y le pregunta a él.
Portero —Buenas, ¿en qué lo puedo ayudar?
Luis —Hola, soy Luis, amigo de Mariana del segundo A, la llamé anoche y no me contestó, hoy tampoco y no fue a clases de la facultad; vine a ver si le había sucedido algo.
Portero —Sí, la conozco, ¿es la pelirroja que estudia psicología?
Luis —Sí, ella misma, podría ir a verla usted si por lo menos se encuentra o está bien en su departamento porque estoy preocupado.
Portero —No se haga problema ya mismo voy a averiguar cómo se encuentra, si está o no, le aviso.
El encargado se dirige a su habitación recoge del tablero la copia de llave de la pieza de Mariana y empieza a subir por las escaleras hasta el segundo piso y toca timbre y no contesta, baja el portero a planta baja a llamar a Luis, lo hace pasar, cierra la puerta del edificio y se dirigen a la habitación de Mariana. Introduce en la cerradura la copia de la llave, logra abrir, entran al departamento y observan en el living la biblioteca que da frente a la cama tirada con los libros desparramados, lo que llama mucho la atención a ambos y Luis observa cómo en la Biblia estaban las páginas arrancadas. El portero observa en la cocina como en el lavadero, está manchado con vómito y le dice a Luis que ahí no se encuentra, él camina hacia el baño, abre la puerta y ve a Mariana desmayada en el piso y grita Luis al encargado:
Luis —Ayuda, señor, acá esta Mariana, se encuentra desmayada, ¡llame a emergencias!
El portero observa la situación y no duda en llamar al 911, baja por las escaleras, se dirige a su habitación, su señora estupefacta lo mira y él hace el llamado pidiendo el auxilio y le dice a su señora que cuando vengan los médicos que vayan al segundo A, vuelve el portero a la habitación avisándole que viene ayuda en camino.
Luis abrazando a su amiga llora por lo que le pasó y ella no pudiendo dar una señal pero respiraba aún y los médicos llegaron enseguida junto con los policías suben por las escaleras, se dirigen a la habitación, el médico le pregunta a Luis.
Médico —Qué le pasó, hace cuánto se encuentra así inconsciente.
Luis —No sé, yo la encontré así, ella ayer no me contestaba el teléfono, creo que desde ayer.
El médico le pide que se retire y empieza a tomarle a ella sus signos vitales y le mira con una linternita los ojos, pide al camillero que hay que llevarla al hospital enseguida, con ayuda de Luis la bajan por la escaleras, llegan a planta baja y la recuestan en la camilla y la llevan a la ambulancia, abren la puerta trasera, entra la camilla y su amigo le dice al médico que va a acompañarla porque ella está sola acá en Buenos Aires. El médico le dice que suba, arranca la ambulancia y se van al hospital mientras el portero daba detalles a los policías de lo que había sucedido en la puerta del edificio. Mientras la ambulancia se dirigía a toda velocidad con su sirena encendida el médico pide por handy que necesita urgente un equipo de reanimación, llegan a la puerta del hospital, la bajan y llevan la camilla a estudios intensivos y Luis llega hasta la puerta diciéndole el enfermero que hasta acá puede llegar y tiene que esperar que el médico que la atenderá le dará un informe médico. Se sienta en el salón de espera sorprendido por lo que estaba pasando y se pone a llorar y acongojado por lo que le pasó a su amiga se va a la entrada del hospital y llama a su madre, que han internado a Mariana, que a él no le pasó nada y que se queda toda la noche a esperar el informe médico, corta la llamada, entra al salón y se sienta en la silla con la mirada apuntando hacia arriba, tensionado y desbordado por la situación.
Después de toda la situación que pasó Luis, cansado y agotado se dispone a dormir algo o lo que pueda en el salón de espera de emergencia con un ambiente de tensión y mucho frío, por fin logra conciliar el sueño y dormita mientras tanto en la casa de Luis la madre se prepara para ir al hospital a llevarle algo de comer y café caliente y le avisa a su marido.
Silvana —Sergio, despertate, la amiga de Luisito está internada en el hospital, no me dijo exactamente lo que le pasó pero quiero llevarle algo a Luis para comer ¡y saber cómo está él!
Sergio —Cómo que está en el hospital, qué le pasó a él, ¿en qué hospital?
Silvana —No me dijo lo que le pasó, no escuchaste bien, él está bien pero su amiga no lo está.
Sergio —Pero qué les pasa a estos chicos, en qué andan, tendrán algo que ver por lo que estaba callado en el almuerzo Luis que no quiso decir nada, algo anda mal en él, pero no lo quiere decir.
Silvana —Sí, la otra vez cuando vino con su amiga y se quedó a comer él estaba como cojo, no caminaba bien, como si se hubiera tropezado con algo.
Sergio —De eso vos no me dijiste nada, por qué no me lo comentaste, cuándo me ibas a decir.
Silvana —Bueno, tenés razón, te lo tenía que haber dicho pero cambiate, prepará el coche que nos vamos al hospital a ver a Luisito que esta solo allá esperándonos, pobre.
Sergio — No está solo, hay pacientes, médicos y policías, dejá de ponerte nerviosa, ya vamos, espero volver temprano, apenas estaba durmiendo y lo traemos a Luis ¡y fin del problema!
Silvana —Bueno, no te pongas nervioso que tenés que manejar, vamos al hospital central.
Los padres se preparan para ir al lugar, se dirigen al garaje, se suben al auto, arranca directo al hospital mientras Luis casi dormido se despierta por una emergencia pasando por donde está él una chica en camilla con el brazo fracturado por un accidente de motocicleta. Él sorprendido se levanta, empieza a caminar por el lugar para calmar sus nervios y observa al médico que está atendiendo a la chica en la puerta de la guardia, era el mismo que recibió a Mariana y no duda en preguntarle, camina directamente a la puerta.
Luis —Doctor, cómo se encuentra ella, es la que vino desmayada, ¡cómo esta!
Doctor —Usted es pariente de ella, ¿qué es usted de ella?
Luis —Soy su amigo, estudia conmigo en la facultad, qué le pasó a ella, ¿se recuperó?
Doctor —Su amiga está bien, en un rato le doy el informe, tengo que atender otra emergencia.
Luis — Bueno, gracias, doctor, espero.
Él más tranquilo ya por la buena noticia de que su amiga se está recuperando sale a la puerta a tomar aire fresco, pide un cigarrillo para calmarse por un rato y observa en la entrada del hospital que aparecen sus padres, sorprendido de que están ahí y él con el cigarrillo en la mano.
Luis —Pero qué hacen ustedes acá, les dije que no me pasó nada a mí sino a ella.
Silvana —Pero, hijo, te vinimos a ver y te trajimos algo caliente y comida, ¿cómo estás?
Luis —Yo bien, pasé por la casa de Mariana porque no fue a la facultad, estaba preocupado y la encontré desmayada en el baño de su casa, el portero me ayudó, llamó a los médicos y la trajeron acá en ambulancia.
Sergio —Desde cuándo fumás, hijo, contame en qué andan ustedes, todo esto es muy extraño.
Luis —Bueno, padre, estaba nervioso, tenía que fumar un pucho pero está bien y en qué ando yo, nada raro, padre, solo pasé por la casa de Mariana y ella necesitaba ayuda cuando se despierte ella veremos qué le pasó así te tranquilizás, ¡no te pongas nervioso!
Silvana —Bueno, chicos, no discutan, a ver, Luis, ¿cómo está ella ahora, hablaste con el médico?
Luis —Sí, me dijo que se está recuperando, en un rato nos da el informe médico.
Sergio —Bueno, eso está bien, si ya sale la llevamos a la casa y después a la nuestra porque estoy cansado, mañana, es decir hoy, ¡porque tengo que trabajar temprano!
Luis —Bueno, entremos a la guardia que por ahí sale el médico y no me encuentra, vamos adentro.
Llega la familia adentro del salón de la guardia, se sienta y su madre le pasa el café a su hijo y al marido, de repente abren la puerta de la guardia y es el médico.
Doctor —Usted es el amigo de Mariana.
Luis —Sí, dígame cómo está ella ahora, se encuentra mejor, cómo está ahora, ¡dígame!
Doctor —Sí, ella está mejor, se encuentra estable, sus valores normales están bien pero necesita reposo, a la madrugada o al amanecer se podrá retirar acompañada de alguien.
Silvana —Doctor, ¿qué fue lo que le pasó a ella?
Doctor —Lo que le pasó a ella fue que sufrió un mareo, se desmayó por tener la presión arterial baja.
Luis —Cómo presión baja, pero está estable, ¿se está reponiendo?
Doctor —Tuvo presión baja porque tenía una disminución en la presión arterial, no le llegaba suficiente sangre al cerebro por los reiterados vómitos y deshidratación.
Silvana —¿No sabe por qué motivo pueden desencadenar esa presión baja?
Doctor —Se debe a varios factores como por ejemplo un cuadro agudo de estrés, cansancio, fiebre o anemia, alguien se tiene que quedar para que la lleven a casa, sola no puede ir.
Luis —Sí, yo me quedo y la acompañaré a su domicilio, no va a ir sola.
Mientras el médico se retira del pasillo de la guardia la familia se retira a la entrada, Luis acompaña a sus padres al automóvil, su madre le dice:
Silvana —Por cualquier cosa, hijo, nos llamás, cuidate y mantenenos al tanto.
Luis —Sí, madre, quedate tranquila, vayan a casa, papá tiene que ir a descansar, tiene que trabajar.
Ellos se despiden y arranca el coche y él camina ya tranquilo hacia la puerta del hospital, entra a la guardia, se sienta y espera a su amiga sentado ya en la silla más tranquilo y relajado.
Ya son las siete de la mañana, empieza a ver movimiento de personal en el hospital por el cambio de guardia, se despierta Luis ya descansado y bebe de su café y su sándwich que le dejó su madre, termina de desayunar y espera impaciente en la puerta y sale una doctora preguntando por los familiares de Mariana y Luis, se anuncia a la profesional, lo hace pasar y lo llevan a la cama donde estaba su amiga y se miran, él se pone muy contento al verla ya bien y le agarra su mano como signo de que está con ella y todo bien, pues Mariana apenas puede demostrar ese gesto de Luis con su mirada.
La doctora le da el alta, que ya se puede retirar acompañada de alguien, se levanta un poquito mareada, se sostiene en su amigo y empieza a caminar hasta la puerta, la sienta a Mariana en la silla de la guardia, él agarra su termo y bandeja de comida y vuelven otra vez a caminar despacio hasta la calle, llaman un taxi, se sube muy delicada ella, después Luis y se van al domicilio de Mariana, en el viaje él acomoda sus pertenencias en la mochila y él le pregunta.
Luis —Tranquila, Mariana, ya llegamos a tu casa, cómo te sentís ahora, ¿mucho mejor?
Mariana —Sí, ya mejor, cómo sabías que estaba mal, cómo fue todo, no me acuerdo de nada.
Luis —Vos no fuiste a la facultad ayer y no contestabas las llamadas, me preocupé y vine a verte.
Mariana —Sí, el celular dejó de funcionar, recuerdo que lo dejé cargando en la biblioteca y de la nada se cayó todo, me puse tan nerviosa más por todo lo que pasamos, me agaché a recoger el celular, estaba como nulo por el golpe me agarró un mareo y vomité sobre los libros y fui al baño y ahí no recuerdo más nada.