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Por tal razón, el lector tiene en sus manos una diversidad de temas que incluyen los teológicos y bíblicos, pasando por los pastorales y ministeriales. Hemos así creado tres secciones en donde colocar todos los artículos del libro. Las divisiones son un tanto artificiales porque si bien algunos artículos se concentran más en teología y otros más en ministerio o en teología, todos incluyen las tres cosas.
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Seitenzahl: 528
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Enseñando la Verdad. Amando de Verdad.
Cien años al servicio del Señor
Williams S. Trigueros y Gerardo A. Alfaro, editores generales
EDITORIAL CLIE
C/ Ferrocarril, 8
08232 VILADECAVALLS
(Barcelona) ESPAÑA
E-mail: [email protected]
http://www.clie.es
© 2024 por Dallas Theological Seminary en español. Derechos internacionales registrados. Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización por escrito del DTS.
Editores: Williams S. Trigueros y Gerardo A. Alfaro
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
© 2024 por Editorial CLIE. Todos los derechos reservados.
ENSEÑANDO LA VERDAD. AMANDO DE VERDAD
Cien años al servicio del Señor
ISBN: 978-84-19779-84-7
Vida cristiana
Asuntos sociales
REL012110
De los autores
Presentación
Introducción
Biblia
Capítulo I.
La confiabilidad de los manuscritos griegos del Nuevo Testamento (
Daniel S. Steffen
)
Capítulo II.
La función narrativa en Marcos 1:2-3. El discipulado y el mensaje: La Escritura y la motivación para el aprendizaje (
Alvin L. Thompson
)
Capítulo III.
Teología bíblica y hermenéutica (
Alexander R. González
)
Capítulo IV.
Un cambio en la cultura: El rol de las mujeres en el evangelio de Lucas (
Natacha Ramos G.
)
Capítulo V.
Cómo estudiar la Biblia paso a paso (
Manuel A. Valverde
)
Teología
Capítulo VI.
El Dios que abandonó la cruz: Algunos argumentos en contra (
Gerardo A. Alfaro
)
Capítulo VII.
Soberanía del Uno y solidaridad de los Tres: La Trinidad como ejemplo para el trabajo en equipo en el ministerio cristiano (
Edgar A. Perdomo
)
Capítulo VIII.
Origen histórico del dispensacionalismo premilenial y pretribulacional (
Carlos A. Aguilera
)
Capítulo IX.
Pozos en el desierto: Principios y prácticas hacia la formación espiritual en la educación teológica (
Jim Adams
)
Pastoral
Capítulo X.
El ministerio cristiano y la cultura: La importancia de saber interpretar la cultura para servir mejor (
José L. Cruz
)
Capítulo XI.
La debilidad que triunfa sobre los fuertes (
Jorge O. Gallor
)
Capítulo XII.
La práctica de la persuasión en la homilética (
Samuel Palacios
)
Capítulo XIII.
Lucas pedagógico: Bases bíblicas de la enseñanza en los escritos lucanos (
Williams S. Trigueros
)
Cubierta
Portada
Créditos
Índice
Comenzar a leer
Notas
GERARDO A. ALFARO GONZÁLEZ ([email protected]). Es profesor de estudios teológicos en el Seminario Teológico de Dallas (DTS). Originario de El Salvador ha recibido varios títulos en teología sistemática del Seminario Teológico Centroamericano y del DTS (Ph.D.). Por más de treinta y cinco años ha sido profesor en varios otros seminarios de Latinoamerica, Estados Unidos y Europa. También es ministro ordenado bautista y ha servido como pastor de varias congregaciones evangélicas en Centroamérica y Estados Unidos.
JIM ADAMS ([email protected]). Nació en San Luis, Misuri, Estados Unidos. Tiene J.D. de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago. En el campo de estudios teológicos, obtuvo su MTh y DMin del Seminario Teológico de Dallas (DTS). Sirve actualmente como profesor adjunto de formación espiritual del Seminario Teológico Centroamericano (SETECA), y de DTSE.
DANIEL S. STEFFEN ([email protected]). Nació en Bluffton (IN). Tiene un Ph.D. en Nuevo Testamento del Seminario Teológico de Dallas. Ha sido profesor de varios seminarios en latinoamerica. Actualmente es Profesor de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico de Dallas.
EDGAR ALAN PERDOMO ([email protected]). Nació en San Pedro Sula, Honduras. Posee un Ph.D. en Educación Teológica del Seminario Teológico Centroamericano de Guatemala (SETECA). Es profesor de teología del Instituto Bíblico Móvil de Alcance Mundial, y profesor adjunto de DTSE y del SETECA.
JOSÉ LEONARDO CRUZ ([email protected]). Nació en San Salvador, El Salvador. Tiene un doctorado en Estudios Interculturales del seminario de Fuller, y un Ph.D. de la Universidad del Noroeste de South Africa. Ha sido pastor y misionero plantador de Iglesias. En la actualidad coordina el programa doctoral de ministerio en español y enseña, como profesor adjunto, en DTSE.
ALVIN L. THOMPSON ([email protected]). Nació en California del Sur, Estados Unidos. Tiene un PhD en Exposición Bíblica del Seminario Teológico de Dallas. Es profesor adjunto de Biblia en el Seminario Teológico Centroamericano, en la ciudad de Guatemala y profesor adjunto de Exposición Bíblica en DTSE.
NATACHA R. GLORVIGEN ([email protected]). Nació en Maracaibo (Venezuela). Tiene una maestría en teología del Seminario Teológico de Dallas. Sirve en el ministerio de misiones locales de su iglesia Northway Church.
ALEXANDER GONZÁLEZ ([email protected]). Nació en Los Ángeles, California. Tiene un PhD en Exposición Bíblica del Seminario Teológico de Dallas, en donde sirve como profesor asociado.
CARLOS AGUILERA NEME ([email protected]). Nacido en San Rafael, Mendoza (Argentina). Tiene amplia experiencia y dedicación en el ámbito de la educación cristiana. Además de su labor educativa, es conferencista y predicador. Desde el año 2002 ha ejercido como pastor en la Iglesia Evangélica Cristo Salva, ubicada en la ciudad de Santiago del Estero, Argentina.
MANUEL VALVERDE ([email protected]). Costarricense, ha servido en el ministerio pastoral por más de treinta años y en la capacitación de líderes en distintos seminarios y universidades en Guatemala, como también en iglesias de toda América Latina. Tiene una licenciatura en Teología por la Universidad Mariano Gálvez de Guatemala y un Doctorado en Ministerio por el Seminario Teológico de Dallas. Actualmente sirve como profesor adjunto en DTSE.
JORGE GALLOR GUARIN ([email protected]). Natural de Bogotá (Colombia), vive con su familia en Alicante (España), donde realiza diferentes ministerios—pastor, misionero y profesor sustituto de Teoría de la Literatura en la Universidad de Alicante—. Es Doctor en Estudios Literarios por la Universidad de Alicante (España) y Doctor en Ministerio por el Seminario Teológico de Dallas.
SAMUEL PALACIOS ([email protected]). Nacio en Houston, Texas (Estados Unidos). Tiene un Th.M. con enfoque en Homilética y Exposición bíblica en el Seminario Teológico de Dallas. Es pastor asociado de Stone Community Church en Frisco, Texas.
WILLIAMS S. TRIGUEROS S. ([email protected]). Es natural de Santa Rosa de Copán (Honduras). Tiene un Ph. D en Educación Teológica del Seminario Teológico Centroamericano en Guatemala. Actualmente es director y profesor adjunto de Educación, Ministerio y Liderazgo del DTSE.
El año 2024 es muy especial para el Seminario de Dallas pues celebra su centenario. Han sido cien años formando a líderes-siervos para proclamar el mensaje de Jesucristo al mundo.
A lo largo del año nos hemos reunido con exalumnos de todo el mundo y con personas que han sido impactadas por el Seminario Teológico de Dallas (DTS) en todo este tiempo. Sentimos una inmensa gratitud por nuestro pasado, estamos agradecidos por nuestro presente y vivimos gozosos, con esperanza por lo que el Señor seguirá haciendo en los próximos cien años de ministerio.
Es un honor para mí y mis compañeros que forman parte de DTS en español (DTSE) presentar este libro conmemorativo de artículos académicos como tributo al legado de cien años de DTS. Estoy seguro de que nuestro Dios será glorificado por el impacto que este volumen tendrá en los que lo lean. Gracias al Dr. Williams Trigueros, director de DTSE, y a todos los colaboradores por crear un recurso tan valioso tanto para los estudiantes como para los profesores y exalumnos del mundo de habla hispana en las próximas décadas.
A Dios sea la gloria,
Mark M. Yarbrough, Ph.D.
Presidente Seminario Teológico de Dallas
Nos encontrábamos en nuestro retiro anual con todos los maestros y, en uno de los tiempos de comida, el Dr. Gerardo A. Alfaro nos inquietó al animarnos a realizar un proyecto de escritura. La cercanía del centenario del Seminario de Dallas provocó una reacción unánime en cada uno de nosotros pues, además de la celebración de tan magno evento, nos motivó a visualizar el impacto que ese libro podría tener, debido tanto a la notoria necesidad de escritos en nuestra lengua castellana como a la de seguir con la preparación de nuestros estudiantes en el proceso del pensamiento cristiano.
El deseo inicial se transformó en la idea de conmemorar el centenario del Seminario Teológico de Dallas (1924-2024) por medio de la publicación de un libro que aglutinara artículos académicos y ministeriales de las diferentes líneas de investigación que se siguen en DTSE. Las siguientes páginas se unen a la labor de tantos maestros que por un siglo han colaborado con la iglesia local en la preparación de líderes que sirven honrando a Dios, en las palabras del eslogan del seminario: “Enseñar la Verdad y Amar de Verdad.”
El presente libro, aparte de conmemorar el centenario del Seminario de Dallas, reúne trabajos que pueden utilizarse en las clases que cada uno de sus escritores enseña. Por tal razón, el lector tiene en sus manos una diversidad de temas que incluyen los teológicos y bíblicos, pasando por los pastorales y ministeriales. Hemos así creado tres secciones en donde colocar todos los artículos del libro. Las divisiones son un tanto artificiales porque si bien algunos artículos se concentran más en Biblia y otros más en ministerio o en teología, todos incluyen las tres cosas.
La sección de Biblia comienza con un detallado tratamiento de los manuscritos del Nuevo Testamento cuya naturaleza en la opinión del Dr. Steffen nos hacen confiar plenamente en el Nuevo Testamento que tenemos hoy. El Dr. Alvin Thompson analiza el prólogo del evangelio de Marcos y nos muestra la función estructural que tiene para un entendimiento apropiado de todo el libro. En el tercer capítulo el Dr. Gonzalez repasa de manera clara para nosotros los principios hermenéuticos esenciales en la construcción de una teología bíblica. Por su lado, Natacha Ramos G., en el siguiente artículo, hace un estudio detenido sobre el gran valor que las mujeres tuvieron en el ministerio de Jesús de acuerdo al Evangelio de Lucas, mientras reta a la iglesia contemporánea a seguir el ejemplo del Maestro. Esta sección de Biblia cierra con el Dr. Valverde escribiendo un significativo repaso de los pasos ineludibles al estudiar la Escritura con seriedad y devoción.
La segunda sección es la de Teología que comienza con una propuesta que confronta a aquellos que creen que Dios Padre abandonó a Jesús en la cruz. El Dr. Alfaro ofrece razones convincentes que niegan tal idea y que nos ofrecen una imagen más bíblica y cercana del Padre de Jesús. En el siguiente capítulo, el Dr. Perdomo, a partir de una de las doctrinas bíblicas fundamentales, la de la Trinidad, desarrolla un modelo con principios importantes en el trabajo que realiza un equipo ministerial. Carlos Aguilera, a continuación, realiza un recorrido histórico para demostrar el desarrollo que el concepto dispensacionalista premilenial y pretribulacional ha tenido en el tiempo, basándose en citas directas de pensadores cristianos a través de los siglos. La sección concluye con un concienzudo trabajo por el Dr. Jim Adams. Describe cómo cada seminarista debería mantener su vida espiritual en el transcurso de su vida académica. Lo hace ocupando una pintoresca metáfora: la de hacer “pozos de agua en el desierto”. Esto, nos dice, transformará su vida espiritual de por vida.
La última sección del libro, la Pastoral, comienza con el Dr. Cruz ofreciéndonos aspectos cruciales a tener en cuenta en la interpretación de una cultura para poder realizar un ministerio efectivo, especialmente, desde la perspectiva del campo misionero. A continuación, el Dr. Gallor explora “el poder en la debilidad,” principalmente en la vida de Pablo. El sufrimiento, aunque forma parte del ministerio del obrero cristiano, y aunque ha sido infravalorado por muchos, es valioso a los ojos de Dios. Ya casi para terminar, Samuel Palacios argumenta sobre la importancia de la persuasión en la predicación cristiana. Aunque minimizada en los últimos tiempos, fue utilizada por expositores como Pablo y Agustín de Hipona. Finalmente, el Dr. Trigueros ofrece una colaboración en la que establece las bases bíblicas de la enseñanza, utilizando algunos pasajes claves de los dos volúmenes lucanos.
Queremos agradecer a todos aquellos involucrados de una forma u otra en la producción de este libro: A la editorial CLIE por su deseo de trabajar con nosotros aun con la premura del tiempo. Al Seminario Teológico de Dallas por acoger la idea del libro en la celebración de su centenario. Al Dr. Gallor quien colaboró en la edición de algunas partes de la obra.
Hemos tratado de reunir a maestros, personal administrativo, pastores, misioneros y alumnos con el anhelo de que sus reflexiones puedan edificar a muchos y, continuar así con DTS afirmando que: “nuestra misión como institución profesional a nivel de postgrado, es glorificar a Dios por medio de la preparación de siervos-líderes dedicados al Señor para la proclamación de su Palabra y la edificación del cuerpo de Cristo a nivel global”.
Williams S. Trigueros, Ph. D. y Gerardo A. Alfaro, Ph. D.
Editores
El estudio del Nuevo Testamento tiene como su base establecer, al mejor nivel posible, el texto griego de mayor confiabilidad que representa lo que los autores escribieron durante el primer siglo. El gran desafío es no tener en nuestras manos el texto original, sino miles de manuscritos griegos, copiados a lo largo de mil quinientos años, antes de que se imprimiera la primera Biblia. Todo lo anterior a este magno acontecimiento fueron copias hechas a mano. Algunos dudan que sea posible reproducir el texto original puesto que tenemos copias hechas a mano con muchas variaciones.1 Queremos en el presente artículo ofrecer los datos correctos en cuanto a los manuscritos griegos disponibles y sus variaciones para, posteriormente, evidenciar que sí tenemos un texto griego que nos permite estudiar con confianza el Nuevo Testamento.
Es necesaria la honestidad académica en cuanto a los manuscritos griegos disponibles y el nivel de variaciones que hay dentro de ellos. Existen más de cinco mil quinientos manuscritos griegos, cuando contamos toda la evidencia griega, compuesta de antiguos papiros, mayúsculos (los papiros se escribieron con letras mayúsculas en rollos o códices, luego hubo códices en pergamino escritos con mayúsculas), minúsculos (manuscritos escritos en cursiva) y leccionarios (listas de versículos leídas en el culto de la iglesia según su calendario).
Los papiros y los manuscritos mayúsculos se traslapan y la distinción entre ellos es cuestión del material sobre el que se escribieron (papiro versus pergamino). Es importante tener cuidado con el número y fechas de distintos manuscritos griegos para estar consciente de la evidencia disponible2 pero, la evidencia que se encuentra dentro del texto crítico NA28, muestra que hay 127 papiros entre los siglos segundo y séptimo, y 303 mayúsculos desde el tercer siglo hasta el undécimo.3 Los cuatro papiros más antiguos son del siglo segundo, pero son pequeños fragmentos con porciones de Mateo 21; Juan 18; 19; y, Apocalipsis 1. Durante el tercer siglo hay 45 papiros y dos mayúsculos con algo más (porciones de Mateo 1–3; 5; 11–14; 20–21; 23–26; Marcos 4–9; 11–12; Lucas 1–7; 9–18; 22–24; Juan 1–6; 8:14-22; 10–12; 14–21; Hechos 1–2; 4–17; 23; 26; Romanos 1–6; 8–9; 15–16; 1 Corintios 1–16; 2 Corintios 1–13; Gálatas 1–6; Efesios 1–6; Filipenses 1–4; Colosenses 1–4; 1 Tesalonicenses 1–5; 2 Tesalonicenses 1; Tito 1–2; Filemón; Hebreos 1–13; Santiago 1–3; 1 Juan 4; y, Apocalipsis 1:9–17). Los 26 papiros del cuarto siglo tienen un traslape cronológico con los catorce mayúsculos escritos en pergamino, siendo posible encontrar en esa misma línea mucho más del resto del Nuevo Testamento. En los siguientes siglos encontramos más manuscritos griegos. El quinto siglo cuenta con 12 papiros y 37 mayúsculos, pero, muchos de estos manuscritos son fragmentos de pocas porciones del Nuevo Testamento, con la excepción de unas cinco copias de mucho del Nuevo Testamento en un solo códice (Sinaiticus Aleph 01, siglo IV, completo; Alexandrinus A 02, siglo V; Vaticanus B 03, siglo IV; Ephraemi C 04, siglo V; y, Bezae D 05, siglo V con Claromontanus D 06, siglo VI). El gran número de los mayúsculos contiene porciones del Nuevo Testamento tales como los Evangelios o las epístolas de Pablo. Para tener varias copias de todo el Nuevo Testamento en una sola Biblia, tenemos que esperar hasta el siglo noveno cuando existe un traslape de mayúsculos con minúsculos (cursivos). Por fin, unos mil años después de Cristo, tenemos con mayor frecuencia todo el Nuevo Testamento completo en una sola Biblia.
Además de los manuscritos anteriores, hay citas de los líderes de las iglesias desde el segundo siglo y varias traducciones antiguas del Nuevo Testamento en otros idiomas. Hay más de un millón de citas del Nuevo Testamento escritas por los Padres de la iglesia. Metzger y Ehrman han escrito que: “Si todas las otras fuentes de nuestro conocimiento del texto del Nuevo Testamento fueran destruidas, [las citas patrísticas] serían suficientes por sí mismas para la reconstrucción de casi todo el Nuevo Testamento.”4
Los primeros siglos, hasta Constantino, dan evidencia de dos tendencias dentro de los manuscritos griegos. Históricamente, hablamos de dos familias de textos (alejandrina y occidental) con algunas características distintas por los primeros quinientos años de la transmisión del texto griego. El tipo de texto occidental a veces tenía la tendencia a hacer una paráfrasis con adiciones que pretendían explicar o mejorar (según la perspectiva de los escribas) algunos detalles del texto griego.
Después de más de 300 años de persecución y la destrucción de muchas copias del Nuevo Testamento por los romanos, Constantino se convirtió al cristianismo y pidió cincuenta copias de toda la Biblia a Eusebio en el año 331 d.C.5 Aunque no tenemos copias, existe gran posibilidad de que fuesen similares a los grandes manuscritos Siniáticus y Vaticanus. Pero sus diferencias dan evidencia de que no se copiaron al mismo tiempo. No podemos saber exactamente ni los libros incluidos por Eusebio ni el tipo de texto griego representado.6
Un poco más tarde, la iglesia universal “bizantina” empezó a dividirse en cuanto a la Biblia por la publicación de la Vulgata de Jerónimo (382 d.C.), que incluía lecturas occidentales para el mundo que hablaba latín. La iglesia bizantina griega formó su propia Biblia griega que era una combinación de lecturas occidentales con lecturas alejandrinas. Durante los siguientes siglos, los manuscritos griegos bizantinos con sus muchas fusiones llegaron a unificarse aún más porque tenían menos variaciones, especialmente cuando llegamos al siglo décimo. Estas fusiones conservaron los dos tipos de texto anteriores y los combinaron en un texto más amplio. Esto explica porque hubo más variaciones entre los manuscritos griegos durante los primeros cinco siglos, y menos después. Hoy, algunos eruditos afirman que el texto bizantino se fijó sin muchas más variaciones en el siglo décimo.7 Erasmo tenía acceso a unos pocos manuscritos bizantinos del siglo décimo. Y estos pocos manuscritos sirvieron como base de su texto crítico, el llamado Textus Receptus.
Puesto que los manuscritos griegos eran productos de seres humanos (escribas) que copiaron el Nuevo Testamento a mano, no existe ningún manuscrito cien por ciento igual a otro manuscrito. Los manuscritos contienen variaciones debido a pequeños o grandes “cambios” (intencionales o no) que se produjeron en el proceso de copiar de anteriores ejemplares, pero el gran número de estos cambios tienen que ver con diferencias en ortografía sin afectar el significado del texto. Se entiende por “variante” cuando un manuscrito griego tiene algo distinto a otros. Dentro de los más de cinco mil quinientos manuscritos hay unas 400.000 variantes.8 Por cierto, todo lo anterior es una estimación porque nadie sabe, a ciencia cierta, cuántas son. Lo que es importante son los tipos de cambios o variantes que se encuentran en ellos cuando se los compara.
Según Wallace, hay cuatro tipos de variantes: (1) diferencias de ortografía y errores sin ningún sentido; (2) diferencias menores que no afectan el significado o son palabras sinónimas; (3) diferencias que, aunque afectan el significado, no son viables; y, (4) diferencias que afectan el significado del texto y son viables.9 “No viable” es una diferencia con muy poca posibilidad de representar algo antiguo y toda probabilidad de representar la actividad de un escriba (sea intencional o no). Por ejemplo, algunos escribas se autocorrigieron a sí mismos en el proceso de copiar (P66). En otras palabras, sus “errores” entran en el número de variantes (y a veces en el aparato crítico con estrella), pero los mismos escribas encontraron el error en el mismo momento y lo corrigieron.
La gran mayoría de diferencias son cuestiones de ortografía que no cambian el significado de las palabras o resultaron en palabras sin sentido posible. En segundo lugar, con frecuencia, serían palabras sinónimas o pequeños cambios que no afectan en nada el significado. El griego hace mucho uso de artículos que no cambian el significado, sino que sólo tienen funciones gramaticales. Es frecuente observar que algunos escribas pasaron por alto artículos de pocas letras o los agregaron, pero la diferencia no cambia el significado. Otro ejemplo de diferencias es el cambio en el orden de las palabras. El griego puede cambiar mucho el orden de las palabras en una oración sin cambiar el significado final, puesto que los sujetos y objetos de los verbos son determinados por el “caso” gramatical en lugar de su posición dentro de la oración. En tercer lugar, hay diferencias que sí afectan el significado del texto, pero no son viables puesto que hay muy poca probabilidad que representen algo antiguo. En esta categoría encontramos variantes que se encuentran mil años después de Cristo dentro de unos pocos manuscritos (o uno solo). Se considera que no son cambios viables puesto que la variante no está en ningún manuscrito griego a lo largo de mil años.
Finalmente, hay cambios que sí son significativos y viables porque representan variantes que tienen la posibilidad de representar algo muy temprano con un significado distinto. Según Wallace, esta categoría es el uno por ciento de todas las variantes.10 Pero, los distintos significados no siempre tienen que ver con doctrinas importantes de la iglesia. Por ejemplo, Apocalipsis 13:18 se lee de la siguiente manera en el texto griego NA28: Ὧδε ἡ σοφία ἐστίν. ὁ ἔχων νοῦν ψηφισάτω τὸν ἀριθμὸν τοῦ θηρίου, ἀριθμὸς γὰρ ἀνθρώπου ἐστίν, καὶ ὁ ἀριθμὸς αὐτοῦ ἑξακόσιοι ἑξήκοντα ἕξ [ Aquí hay sabiduría, el que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, porque es un número de un hombre, y su número (es) seiscientos sesenta y seis]. Es interesante ver que hay muchos manuscritos griegos que agregan el verbo “es” [ἐστίν] a la última cláusula, lo cual da la apariencia como de una aclaración de la cual no tiene necesidad la gramática griega. Es una variante que no cambia el significado y la traducción sigue igual. Además, el número 600 a veces es ἑξακόσιοι y a veces es ἑξακόσιai y a veces ἑξακόσιa. Estas tres variantes de ortografía no afectan el número que sigue siendo 600. Pero hay manuscritos con el número 616 y un manuscrito del siglo XI con el número 665. Decimos que el número 665 no es “viable” porque un solo manuscrito del siglo XI es un error de un solo escriba con muy poca probabilidad de representar el texto original con más de mil años de antigüedad. El número 616 aparece en varios manuscritos tempranos y sí sería un cambio significativo, pero el cambio de número, no afectaría ninguna doctrina profunda de la iglesia, sino muchas interpretaciones especulativas del número 666 —y algunas películas de terror—.
En resumen: “El 70% de las diferencias textuales no afectan a la traducción. Del 30% restante, el 29% claramente fueron errores propios de los escribas y, el 1% que queda, serían las diferencias que podrían ser viables.”11
La honestidad académica exige tener en cuenta la observación que señala que los manuscritos griegos completos tardan en aparecer unos 200 años. Antes de estos los escritos del primer siglo aparecen en porciones de los Evangelios, las cartas de Pablo y otros más. Tenemos que esperar hasta los siglos cuarto y quinto para encontrar manuscritos más completos de todo el Nuevo Testamento. Para encontrar muchos más manuscritos completos del Nuevo Testamento, tenemos que esperar varios siglos más, y para encontrar Biblias griegas más completas, unos mil años después de Cristo. Dentro de toda esta evidencia, tenemos unas cuatro mil variantes significativas y viables entre los manuscritos existentes. Así que, la mayor pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿con cuánta certeza es posible reconstruir el texto griego del primer siglo, si los manuscritos disponibles provienen de entre 200 - 250 años después del primer siglo, y en ellos se encuentran unas cuatro mil variantes viables?
Existen varios puntos de vista en cuanto a la posibilidad de conocer el texto griego del Nuevo Testamento del primer siglo. David Trobisch argumenta que el Nuevo Testamento constituye una publicación por parte de la iglesia ortodoxa realizada durante el segundo siglo, y que incluía tanto a la LXX como el mismo Nuevo Testamento. Los manuscritos griegos disponibles son copias de esa publicación, en lugar de ser copias de los originales del primer siglo.12 El problema con esta idea es que los manuscritos griegos disponibles no mantienen el mismo orden tanto de los libros de la LXX como de los libros del Nuevo Testamento. Hay bastantes variaciones en cuanto al orden y número de libros dentro de los manuscritos más completos de los siglos cuarto a sexto.13 En otras palabras, la evidencia muestra tantas variaciones en algunas porciones del Nuevo Testamento (en diferentes secciones de los Evangelios, las cartas de Pablo y el Apocalipsis) que serían prácticamente imposibles si hubieran estado en un libro oficial publicado con un orden fijo en el segundo siglo.
Al otro extremo, el optimismo se expresa por Aland y Aland.14 Ellos observan la “tenacidad” de las variantes dentro de los manuscritos. Hay un alto nivel de continuación y estabilidad del texto griego a lo largo de los manuscritos. Todas las variantes son preservadas por un largo tiempo puesto que escribas tomaron cuidado en no perder palabras antiguas, sino que, por el contrario, agregaron explicaciones y luego las combinaron al cotejarlas con lecturas de varios manuscritos más antiguos. Además, se observan estorbos en el proceso regular de transmisión al encontrar muchas más variantes dentro de los manuscritos. Su conclusión es que el texto sin muchas variantes representa el texto original preservado con mucho cuidado por los escribas durante los primeros siglos. En otras palabras, las variantes del Nuevo Testamento no son iguales para todos los versículos. Muchos versículos siguen sin variantes importantes y otros tienen muchas variantes sugeridas por los escribas. La razón de ello es que ciertos versículos llamaron la atención de escribas que estaban conscientes de cambios, correcciones y los problemas relacionados con la transmisión del versículo. Aland y Aland querían argumentar que la gran parte del Nuevo Testamento se copió con muy poca variación con la excepción de algunos versículos que requerían mucha atención.
Por medio de la aplicación del método crítico es posible tener una alta certeza acerca de que conocemos el texto original del primer siglo. La lectura original se preservó dentro de las variantes disponibles de los manuscritos y la ciencia de la crítica textual resulta en la alta probabilidad de descubrirla. Wallace está de acuerdo que el texto original se encuentra dentro de las variantes existentes de los manuscritos griegos disponibles.15
Según Holmes, es necesario admitir que hay algunos problemas textuales que causan dudas entre los eruditos no satisfechos con que la lectura original sí existe dentro de las variantes de los manuscritos vigentes.16 A veces, los eruditos están de acuerdo en que es necesario sugerir una “enmienda” (una conjetura) o declaran que las variantes disponibles no solucionan ciertos problemas.17 Evans es de la opinión (compartida con otros eruditos evangélicos), acerca de 1 Corintios 14:33b-36 y Mateo 27:52-53 como interpolaciones de escribas, a pesar de que los versículos están en todos los manuscritos griegos disponibles.18 NA13 (1927) tenía dieciocho conjeturas del editor porque no pudo encontrar una variante perfecta entre los manuscritos, pero la NA28 tiene solo dos (Hechos 16:12 y 2 Pedro 3:10).19 Metzger admite la frustración que a veces siente el comité en cuanto a las variantes disponibles.20 Ejemplos son Hechos 12:25; 16:12, 13; 1 Corintos 6:5; y 8:2-3. Es difícil de argumentar el que siempre se encuentra el texto original al cien por cien dentro de los manuscritos disponibles, porque a lo largo de los siglos ha habido nuevos descubrimientos. Pero, el punto de Aland y Aland sigue siendo válido: tenemos un texto muy estable y hay una alta probabilidad de conocer la gran mayoría del texto original a pesar de algunos problemas difíciles que encontramos.
Erhman argumenta que no conocemos el texto original puesto que la iglesia ortodoxa controló su transmisión. Pero, en general, su tesis no explica por qué si tenemos las variantes que tenemos, algunas variantes preservadas muestran algo distinto más allá de los cambios ortodoxos del texto en contra de las variantes que muestran este control. Por ejemplo, si revisamos Mateo 24:36 en paralelo con Marcos 13:32, observamos que hace la declaración que solo el Padre sabe el día y la hora de la segunda venida de Jesús. El texto original, por cierto, declara que el Hijo no sabe sino solo el Padre. Pero, hay algunos manuscritos tardíos y bizantinos que quitan la frase, “ni el Hijo” [οὐδὲ ὁ υἱός] en Mateo 24:36. Para Erhman, es un ejemplo de escribas que estaban incómodos con la idea de un Cristo que no sabía todo como evidencia del control ortodoxo.21 El problema es que el texto sin esa frase mantiene que “solo” el Padre sabe y los mismos escribas no tocaron Marcos 13:32.22 Orígenes, en el tercer siglo, estaba bien consciente de la limitación del conocimiento de Cristo en Mateo 24:36 y escribió que era así porque Cristo iba a aprender la hora al mismo tiempo que sus seguidores cuando él venga en el futuro (Comentario sobre Mateo, 55).23 El problema mayor de la tesis de Ehrman es que no explica por qué tenemos las dos variantes disponibles dentro de los manuscritos. Hay muchas variantes que muestran la actividad teológica de los escribas y un tipo de texto más antiguo sin estas variantes. Cuando optamos por el texto más antiguo sin estas variantes teológicas ortodoxas, llegamos a la misma doctrina apostólica del primer siglo. En otras palabras, el texto y la más importante teología apostólica siguieron muy estables durante la transmisión del texto griego.
Dupont-Roc y Mercier explican que las variantes mencionadas por Ehrman muestran una pluralidad de documentos en el primer siglo. En lugar de buscar un solo texto original, “el objetivo del textualista va a ser poner en evidencia un cierto pluralismo textual: la existencia de varios precursores desde el origen, cuyos descendientes conservan y transmiten hasta nosotros una gran riqueza de tradiciones históricas y teológicas,”24 Pero, ellos muestran varios ejemplos de la distinción entre el texto alejandrino y occidental (Juan 1:13; 11:33; Lucas 24:50-53; Hechos 8:37; 19:9). Lucas 24:53 es un buen ejemplo de conflación, puesto que el texto alejandrino tiene εὐλογοῦντες [“bendiciendo”; un término más usado por los Padres de la iglesia] y el texto occidental tiene una palabra sinónima, αἰνοῦντες [“adorando”, un término más usado por Lucas]. Aquí, hay un ejemplo cuando la evidencia externa de los manuscritos favorece el texto alejandrino mientras que la evidencia interna favorece el texto occidental. Pero, el texto bizantino combina los dos términos con αἰνοῦντες καὶ εὐλογοῦντες (“alabando y bendiciendo” (RV1960). Es un bueno ejemplo que muestra la conflación dentro del texto bizantino.
El tipo de texto occidental se conoce por ser un texto griego que agrega palabras y explicaciones en el contenido como paráfrasis (como Hechos 8:37). Por esto muchas de sus variantes son más tardías en lugar de ser evidencia de dos distintas tradiciones originales. Lucas 2:33 es un ejemplo de una modificación tarde bizantina que nombró al padre de Jesús, “José”, en lugar de dejar su identificación original, “su padre”. El texto más antiguo tiene: “καὶ ἦν ὁ πατὴρ αὐτοῦ καὶ ἡ μήτηρ θαυμάζοντες ἐπὶ τοῖς λαλουμένοις περὶ αὐτοῦ” (“Y su padre y madre estaban maravillados de las cosas que se decía de él”) en lugar de “Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él” (RV60). El cambio es un buen ejemplo de actividad de escribas influenciadas por su teología en cuanto a José y María. Pero el cambio no refleja dos distintas comunidades en conflicto dentro del primer siglo sino refleja una tendencia de debates acerca de María, varios siglos después, dentro de la teología de la iglesia. Así que, en lugar de ser ejemplos de dos distintas tradiciones originales del primer siglo, las variantes usualmente muestran actividad de escribas más tardíos que hacen cambios según su teología.
Nos parece que la postura de Chapa y Dupont-Roc es tomar variantes en el texto griego como representantes de distintas ediciones originales o distintas comunidades de cristianismo primitivo en conflicto durante el primer siglo. El problema es que el gran número de las variantes significativas y viables no cambian tanto la teología de la iglesia primitiva y muestran, obviamente, escribas tardíos que hacen cambios los cuales reflejan su propio período patrístico. En otras palabras, Ehrman, Chapa y Dupont-Roc, entre otros, se enfocan en variantes como producciones de distintas tradiciones de la iglesia primitiva en el primer siglo, en lugar de enfocarse en las variantes como actividad de los escribas responsables históricamente por las variantes.
Según Holmes, hay poca evidencia dentro de los manuscritos griegos de una fuerte actividad editorial (recensiones).25 No hay revisiones editoriales por escribas que afectaron a gran parte del Nuevo Testamento (con la excepción de adiciones como Juan 8, Marcos 13 y varios versículos adicionales en los Evangelios y Hechos). Hay poca evidencia de una interrupción en la transmisión del texto, con la posible excepción de Lucas y Hechos, puesto que hay dos tradiciones textuales con mayores diferencias en estos libros entre los manuscritos alejandrinos y occidentales. Pero, los dos tipos de texto tienen mayores distinciones en Hechos y son, mayormente, las adiciones que se encuentran en el texto occidental. El texto básico se mantiene estable. Peterson observa que el descubrimiento de los papiros al principio de siglo veinte, y otros manuscritos después, no resultaron en revisiones mayores del texto crítico. El texto crítico es básicamente el mismo lo cual da evidencia de la estabilidad del texto desde el tercer siglo en adelante; y es posible llegar con algo de certeza al texto del primer siglo basado en los manuscritos que ya fueron descubiertos antes del siglo veinte.26
Hay estudios recientes sobre los manuscritos alejandrinos y bizantinos de Hechos y Las Epístolas Generales, los cuales muestran que el quince por ciento de los manuscritos más importantes están sin variación ninguna. Además, por lo general, los manuscritos concuerdan en las dos terceras partes de sus palabras a lo largo de muchos siglos.27 En cuanto a los Evangelios, la coincidencia entre la NA28 y el texto mayoritario (o bizantino) es del 86 por ciento.28 El núcleo de la tradición se mantiene muy estable a lo largo de mil quinientos años puesto que la diferencia entre el texto alejandrino y el texto bizantino, usualmente considerada muy opuesta, actualmente es bastante pequeña. Además de lo anterior, en gran parte del texto, es muy posible distinguir entre el texto más antiguo y las adiciones realizadas por escribas años más tarde. Los eruditos discuten todavía muchas variantes y no están de acuerdo en algunas decisiones; pero, el número de estas decisiones importantes no es grande y no afecta, en gran manera, el significado del texto.
No es posible, según la evidencia disponible de los manuscritos griegos, reproducir cien por cien —con exactitud perfecta— el texto del primer siglo. Puesto que siempre hay la posibilidad de nuevos descubrimientos, sería incorrecto decir que tenemos todas las variantes posibles de todo el texto original. Pero existen razones que proporcionan mucho optimismo y nos permiten afirmar que los manuscritos griegos disponibles son buenos y suficientes para reproducir con mucha confianza gran parte de todo el Nuevo Testamento.
En esta última sección queremos defender el método más común de reconstruir el texto más antiguo. Además, pretendemos resumir la evidencia más importante que nos permite depender del texto griego.
El método ecléctico razonado. Entre los eruditos que buscan todavía un texto “original” (o el texto más antiguo posible, basado en la evidencia de los manuscritos griegos del Nuevo Testamento) hay distintos niveles de certeza en cuanto a que el texto crítico, el NA28, representa ese texto. Hay varios expertos que tienen otras teorías para evaluar los manuscritos con un mayor énfasis en la antigüedad del texto bizantino o mayoritario.29 Pero estamos muy convencidos que es posible poner manuscritos en grupos de familias o tipos de texto, con el fin de conocer sus arquetipos, cuando hay unidad dentro de un cierto grupo. Cuando todos los manuscritos alejandrinos (incluso Padres y versiones) concuerdan con cierta variante, eso es evidencia, con una alta probabilidad, de que la variante representa el texto alejandrino del segundo siglo. Sucede de igual manera cuando todos los manuscritos occidentales (incluso Padres y versiones), concuerdan con cierta variante, eso es evidencia que la variante representa el texto occidental del segundo siglo. El tipo de texto bizantino a veces está de acuerdo con manuscritos más antiguos, pero el grupo representa el Nuevo Testamento de la iglesia griega bizantina después del siglo quinto y su unidad, en cuanto a cierta variante, significa que el texto bizantino es del periodo señalado. En otras palabras, variantes que son solamente bizantinas de manuscritos tardíos, representan un solo tipo de texto desde el siglo quinto y no antes, a pesar de que es un texto encontrado en aproximadamente unos cuatro mil manuscritos griegos.
Por esta razón, no es una cuestión de contar el número de manuscritos, se trata más bien de evaluar la antigüedad de los manuscritos con ciertas variantes (cuánto más antiguo, más cerca al primer siglo); la unidad que hay dentro de una cierta familia de tipo de texto (la cual es evidencia que significa un arquetipo mucho más antiguo que cada manuscrito); y su distribución geográfica (que da evidencia de que la variante vino de varias regiones del mundo cuando los manuscritos son de los primeros cinco siglos). Las decisiones finales, en cuanto a escoger una variante, dependen también de la evidencia interna de la actividad de los escribas (la variante que explica las otras es la más antigua, puesto que es posible encontrar con frecuencia cual variante muestra la actividad de los escribas, en lugar de variantes que se acercan a las preferencias del autor mismo del libro).
Este proceso, muy popular entre los eruditos del texto crítico, se conoce por “eclecticismo razonado,” que toma en cuenta la evidencia externa de los manuscritos (su antigüedad; unidad; y distribución geográfica) y la evidencia interna (actividad de los escribas y las preferencias de los autores de los libros).30 A veces, el comité responsable por el texto crítico, NA28, muestra su preferencia por el texto alejandrino en lugar del occidental (no teniendo ningún respeto por lecturas netamente bizantinas); pero la evidencia de los manuscritos está disponible en el aparato crítico (no toda la evidencia, sino aquella necesaria para las variantes más importantes).
Con la evidencia disponible y con el uso de la práctica de un “eclecticismo razonado” es posible llegar a tener un texto con una alta probabilidad de representar el texto del primer siglo. No es posible llegar a un texto con una certeza perfecta cien por cien, porque siempre hay algunas decisiones difíciles cuando hay varias variantes que muestran evidencia similar de representar la más antigua. Pero el nivel de certeza es muy alto. William Lane Craig expresa mucha confianza al afirmar que ya llegamos al texto original:
De las 138.000 palabras del Nuevo Testamento solo 1.400 siguen en duda. Así que, casi 99% del texto del Nuevo Testamento ya está establecido. Eso quiere decir que cuando usted toma un Nuevo Testamento griego hoy, usted puede tener confianza que lee el texto como se escribió originalmente.31
Estamos de acuerdo que el texto crítico representa el texto original con una confianza del 99%. No llegamos a la perfección por las 1.400 palabras que se encuentran bajo discusión, pero las variantes disponibles con estas palabras, no cambian nada del mensaje central del texto y la doctrina de la iglesia primitiva.
Gurry proporciona varios ejemplos de los problemas textuales que tienen cambios de significado del texto en relación con la doctrina de la iglesia primitiva.32 El primero de ellos es Marcos 1:1, el cual puede ser: (1) “principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”; o (2) “principio del evangelio de Jesucristo”. La decisión es difícil por el peso de la evidencia de manuscritos buenos con la omisión y se complica porque “Hijo de Dios” aparece como una abreviatura, de pocas letras, dentro de los manuscritos mayúsculos como un error de vista de parte de unos escribas tempranos. La mayoría de los expertos opta por la inclusión de “Hijo de Dios”. Pero, a pesar de que las dos variantes cambian el significado del versículo, no cambia el mensaje del Evangelio de Marcos puesto que el libro declara el mismo título para Jesús varias veces (1:11; 3:11; 9:7; 14:61; y 15:39).
El segundo ejemplo es Lucas 23:34, puesto que hay muchos manuscritos importantes que omiten la primera oración: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. La oración está en corchetes dentro del texto NA28; pero puede ser una adición hecha por escribas; o puede ser una omisión hecha por escribas dentro de algunos manuscritos. Es un cambio importante, pero su omisión no cambia el principio de perdón que Jesús enseñó ya en Lucas 6:28 y Esteban muestra en Hechos 7:60.
Su tercer ejemplo son las variantes en Juan 1:18. Jesús es (1) “el único Dios”; o (2) “el único Hijo”. El aparato crítico muestra cuatro variantes con fuerte evidencia de los mejores manuscritos a favor de “Dios” en lugar de “Hijo”. Pero estos títulos se escribieron con letras mayúsculas como abreviaturas y la diferencia era una sola letra. Fácilmente un error de vista era la razón para el cambio. Finalmente, el primer capítulo de Juan claramente establece la divinidad del Hijo de Dios y las dos variantes no afectan la doctrina de la Trinidad dentro del cuarto Evangelio.
Podemos agregar Lucas 22:43-44, que no se encuentra en varios manuscritos importantes tempranos y alejandrinos, pero sí está en el tipo de texto occidental: “Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”. La inclusión o la omisión de los dos versículos no afectan mucho el mensaje teológico de Lucas. Por cierto, Lucas afirma la actividad de ángeles en la vida y ministerio de Jesús tanto en el evangelio como en el libro de Hechos. Además, no hay necesidad de tener el versículo 44 para afirmar una doctrina de la humanidad de Jesús en Lucas, puesto que el resto de su evangelio afirma tanto su humanidad como su divinidad. Por cierto, enfatiza la intensidad de la oración en agonía, pero no son versículos cruciales para la teología de Lucas y el cambio no afecta ninguna doctrinal central de la iglesia.
En conclusión, podemos decir que los cambios entre los manuscritos griegos que más cambian el significado de ciertos versículos no afectan el mensaje teológico de los libros enteros, “Ninguna doctrina ortodoxa ni la praxis ética del cristianismo dependen solamente de alguna lectura disputada. Siempre hay pasajes sin ninguna duda que enseñan las mismas verdades”.33 A pesar de que hay creencias o conductas cristianas no centrales afectadas por variantes viables, es posible afirmar que, “ninguna variante viable afecta ninguna verdad cardinal del Nuevo Testamento”.34 Ehrman mismo está de acuerdo con esta afirmación: “creencias cristianas esenciales no se afectan por las variantes textuales dentro de la tradición de los manuscritos del Nuevo Testamento”.35
El texto crítico representa con alta probabilidad el texto del Nuevo Testamento del primer siglo, con una certeza del 99% y el 1% no afecta su mensaje principal, sino el significado de algunos versículos.
La longevidad de los manuscritos antiguos. Evans argumenta que hay evidencia del uso de libros antiguos por mucho tiempo, hasta 150 años en algunos casos.36 En este caso, hay la posibilidad que el texto original estaba en uso ya dentro del segundo siglo como control sobre las copias. Además, escribas responsables por los manuscritos más amplios del siglo cuarto en adelante posiblemente tuvieran acceso a manuscritos escritos en los cien años anteriores. En lugar de tener muchas generaciones de copias tras copias; quizás hubo pocas generaciones con el uso continuo de algunos manuscritos de alto prestigio. Es necesario tener en cuenta que rollos de papiro no sobrevivieron por largo tiempo en muchos climas. En lugares áridos como Egipto y Qumrán (Los Rollos del Mar Muerto) los rollos tenían mucha más longevidad; pero la humedad de Roma dio como resultado la poca vida de tales rollos. Por esta razón y otras, Mitchell argumenta en contra de la evidencia que afirma que algunos manuscritos estaban en uso por mucho tiempo como control sobre la transmisión del texto.37 Sus otras razones son la destrucción de copias por los romanos durante la persecución y que algunos papiros no representan fielmente el texto original. Pero el edicto oficial de destruir copias del Nuevo Testamento fue por el Emperador Diocleciano en 303 d.C. y, probablemente, resultó en la protección de los manuscritos más importantes para los cristianos. Además, la presencia de algunos papiros tempranos con escribas que no eran cuidadosos es algo bien conocido. Sabemos de su descuido por medio de una comparación con los papiros y mayúsculos que representan mayor unidad durante el mismo período. Además, la multiplicación de copias de las porciones más importantes del Nuevo Testamento, provenientes de varias regiones geográficas, era un control sobre la posibilidad de revisiones mayores del texto.38
Sabemos también que el proceso de producir manuscritos a lo largo del tiempo no era simplemente que escribas copiaron de un solo original, sino que, con frecuencia tenían varios originales copiados puesto que, con el tiempo, había copias antiguas que controlaron el proceso. Como Evans explica: “El códice Vaticanus (B) del cuarto siglo recibió nuevo tinto en el décimo siglo, lo que demuestra que ya era leído y estudiado unos seiscientos años después de su producción.”.39
Blomberg está de acuerdo con Evans:
[…] La copia original de un libro bíblico, probablemente, habría sido usado para producir nuevas copias a lo largo de varios siglos, con el resultado de una preservación cuidadosa de sus contenidos. Es exactamente lo que se observa en Qumrán, con rollos de libros del Antiguo Testamento preservados por doscientos a trescientos años.”40
Luego declara: “Los manuscritos del Nuevo Testamento del segundo y tercer siglo pueden ser copias de los propios autógrafos o por lo menos copias de esas copias.”41
Así que la longevidad de los manuscritos da evidencia de que los manuscritos griegos, siglos después, representan bien el texto original puesto que las copias antiguas tenían larga vida, fruto del control sobre copias realizadas siglos después.
La comparación con otros libros de la antigüedad. Tenemos que tomar cuidado con esta comparación para llegar con honestidad a la situación de los manuscritos de otros libros de la antigüedad; pero tenemos muchas más copias y más antiguas (cercanas a los documentos originales) para el Nuevo Testamento que para cualquier otro libro contemporáneo.42 Por ejemplo, dependemos mucho de Josefo para detalles históricos del primer siglo, especialmente su obra acerca de la guerra de los judíos. Josefo escribió la Guerra hacia el final del primer siglo, pero los pocos manuscritos griegos disponibles, son de más de mil años d.C. Hay algunas versiones de Josefo en otros idiomas, pero también separadas por muchos siglos. Clay Jones recién actualizó los datos para muchas obras clásicas en cuanto a manuscritos disponibles.43 A continuación, presentamos comparaciones con otras obras escritas cerca del primer siglo. Por ejemplo, de la obra de Julio César, Bello Gallico (“la guerra gala”), redactada cerca del 50 a.C., hay unos 251 manuscritos a partir del siglo noveno y la mayoría son del decimoquinto siglo. Otro escritor, Livy, de cuya obra, Historia de Roma (27 a 9 a.C.), hay cien manuscritos que comienzan en el siglo quinto. Para Tácito, Anales (14 a 68 d.C.), hay un manuscrito del noveno siglo, otro del undécimo siglo y 31 en el siglo XV. El punto es que los detalles de la historia del primer siglo dependen mucho de los documentos históricos de Josefo e historiadores romanos, pero los manuscritos disponibles para reconstruir tales documentos son pocos y separados por muchos siglos de sus autores. Los muchos manuscritos del Nuevo Testamento, que están mucho más cerca al primer siglo, aumentan nuestra confianza y nos dan una mayor certeza de que representan los detalles históricos de Jesús y la iglesia primitiva del primer siglo. Además, el Nuevo Testamento está preservado en muchos más idiomas en amplio contraste con otros documentos antiguos y desde un período muy cerca a sus originales, especialmente el siríaco, latín y cóptico; y luego en gótico, armenio y etiopio.44 Neill y Wright concluyen: “Tenemos un texto del Nuevo Testamento mucho mejor y más confiable que cualquier otra obra de la antigüedad y el nivel de incertidumbre es muy pequeño”.45
La estabilidad del texto griego del Nuevo Testamento. Además, los muchos manuscritos muestran un gran acuerdo en cuanto al contenido, orden y detalles del texto del Nuevo Testamento. No existen manuscritos que representan redenciones grandes, cambio del orden, o cambio de muchos detalles. Hay solo dos capítulos adicionales (Juan 8 y Marcos 13) y algunos versículos agregados como Juan 5:4 y Hechos 13:37. Pero los manuscritos más antiguos son mayormente, con pequeñas excepciones, reproducidos por escribas de manuscritos más tardíos. El texto creció, pero el texto más antiguo se preservó a pesar de las adiciones. Por medio de métodos científicos de la crítica textual, es posible observar que muchas de las adiciones tienen toda la evidencia de la actividad de escribas. El resultado es la reconstrucción de un texto del primer siglo con mucha confianza.
Otra observación similar es que la diferencia entre el Textus Receptus de Erasmo y el texto crítico de NA28 no es muy grande, puesto que el texto bizantino creció solo un diez por ciento a lo largo de los siglos hasta Erasmo y, el texto crítico, basado en los manuscritos más antiguos (desconocidos a Erasmo) mayormente se preservó dentro del mismo texto más amplio. Otra vez, la aplicación de la buena ciencia de la crítica textual llega a un texto más pequeño que fue preservado constantemente por más de mil años y tiene alta probabilidad de representar el texto original. No hay grandes ediciones, revisiones o reseñas de los libros en competencia con los que fueron preservados.
Una manera de observar una revisión o edición amplia sería la relación entre los Evangelios sinópticos, Mateo, Marcos y Lucas. La comparación entre los tres da evidencia de que Mateo y Lucas son revisiones o ediciones más amplias del Evangelio de Marcos con más detalles agregados a la historia original de Marcos y no siempre en el mismo orden. Al contrario, los mismos tres Evangelios dentro de los manuscritos se mantienen muy estables en exactamente el mismo orden con muy pocas adiciones como Juan 8 y Marcos 13 (y algunos otros versículos agregados). Los escribas no escribieron nuevos evangelios con muchos cambios de los cuatro evangelios canónicos, sino que hicieron gran esfuerzo por preservarlos en gran manera como ellos los recibieron.
Aland y Aland estudiaron los textos críticos de los últimos 150 años y encontraron 4.999 versículos, de los 7.947 versículos, sin ninguna variación a lo largo de todo el Nuevo Testamento.46 Westcott y Hort declararon que siete octavos del texto griego crítico ya fue establecido y el resto (12.8%) eran mayormente variantes pequeñas sin afecto en el significado del texto y 1/60 (1.6 por ciento) eran variantes importantes.47 En otras palabras, en 1.881, ellos tenían una confianza que el texto crítico representó el texto original en un nivel del 98.4%.
Heide, en un estudio muy técnico, mostró el nivel de estabilidad del texto griego de los papiros hasta el texto bizantino.48 La variación mayor, como es fácil de observar, es con el tipo de texto occidental que está de acuerdo solo en un 84% con otros manuscritos. Pero, el nivel de concordancia, fuera del tipo occidental, es siempre de más del 90% (y, a veces, mucho más). Sabemos que el texto occidental es casi un 10% más grande que el texto alejandrino y las adiciones son fácilmente reconocidas como actividad de escribas. Por esto, es posible decir que mayormente hay una estabilidad de un mínimo del 90%, desde el segundo siglo en adelante con la transmisión del texto griego.
La misma estabilidad sobresaliente se encuentra dentro de las citas de los Padres de la iglesia y las versiones antiguas. Gracias a la buena crítica textual de los Padres, estamos en una situación mejor hoy que nunca antes de comparar las variantes dentro de los manuscritos con las citas de los Padres. Una vez más, esta evidencia de los Padres y las versiones antiguas (especialmente del segundo y tercer siglo) sirve para observar un texto muy estable a lo largo del segundo siglo y en adelante. Una buena conclusión es:
Cuando consideramos cómo sabemos que los textos fueron transmitidos basados en la evidencia actual, y luego extrapolamos los mismos procesos hacia atrás, dentro del período corto antes de los testimonios más tempranos, no llegamos a una incertidumbre radical acerca de las palabras de los libros del Nuevo Testamento.49
Al contrario, llegamos a una certeza del 99% de conocimiento del texto original.
Blomberg argumenta que hay 102 manuscritos griegos del segundo y tercer siglo, y todos se escribieron con la escritura cuidadosa de escribas con experiencia, en lugar de garabatos de analfabetos responsables de muchos errores.50 La habilidad de los escribas responsables por los primeros manuscritos es importante para saber si copiaron, o no, con cuidado. Erhman argumenta que los escribas no eran profesionales sino miembros de la iglesia, alfabetizados con la habilidad de leer, pero sin experiencia para producir copias con el resultado de tener muchos errores en sus copias.51
El estudio de la habilidad de escribir durante los primeros siglos d.C. hace una distinción entre “documentos” versus “literatura”.52 Los que escribieron “documentos” no usaron las letras muy finas de alta “literatura”. Los manuscritos antiguos del Nuevo Testamento tienen las características de los “documentos” en lugar de los de la alta “literatura”. Roberts escribió que los escribas no eran “inexpertos” sino que mostraban la obra de personas sin entrenamiento en “caligrafía” y no acostumbradas en copiar libros. Ellos usaron una mano “documentaria” a pesar de que eran conscientes de que copiaron libros en lugar de documentos prácticos. Sus manos no eran personales o privadas porque usaron un cierto nivel de regularidad y claridad con éxito. Pero ningún escriba de los papiros mostró la obra de un caligrafista profesional ni la mano informal del estudioso privado.53
Según Cole, muchos eruditos mal entendieron la observación de Roberts como si quisiera decir que los escribas fueron “incompetentes”, pero era solamente una observación del estilo de escribir.54 Copistas “profesionales” con buena caligrafía cometieron muchos errores con frecuencia. Por esto, el estilo de la formación de las letras no determina la calidad o certeza de copias fieles a sus originales. La observación importante es que escribas del Nuevo Testamento usaron letras que eran “regulares y claras” puesto que tuvieron características del escrito de documentos de importancia en el mundo secular. Su competencia y entrenamiento era para producir documentos exactos en lugar de alta literatura.
Más recientemente, tenemos el estudio de Haines-Eitzen, que es una comparación de estos estilos con los papiros del Nuevo Testamento de los primeros siglos.55 Ella descubrió influencias de estilo tanto literario como documentario y los escribas estaban en el medio del rango de experiencia y nivel de habilidad. Los escribas eran “multifuncionales,” tanto profesionales como no profesionales, con una educación y entrenamiento que incluyó cómo escribir un estilo semicursivo. Además, Mugridge publicó un estudio muy detallado de los papiros llegando a la conclusión de que la gran mayoría de los papiros se copiaron por escribas con entrenamiento.56
Lo anterior no se puede aplicar a todos los papiros. Hay buenas descripciones de la calidad de muchos papiros,57 y algunos escribas no copiaron con cuidado como P72 y P47. Otros muestran alta habilidad de escribir con mucho cuidado como P45, P46 y P75. La observación es que fuera de algunos malos ejemplos (P72 y P47), el gran número de los escribas de los papiros del Nuevo Testamento escribieron con mucho cuidado demostrando su entrenamiento y habilidad.
El otro elemento a tener en cuenta es la habilidad de mantener el mismo cuidado y regularidad de letra en copiar muchas páginas. Escribas con buena habilidad mantenían sus letras regulares y cuidado de escribir hasta en las últimas páginas de largos documentos. Muchos papiros tenían muchas páginas (muchas páginas de códices o rollos largos): P45 tenía 220 folios; P46 tenía 104 folios; y P75 tenía 72 folios. Se observa a lo largo de estos manuscritos una letra muy clara y persistente. Muestra la alta habilidad y destreza de los escribas más tempranos.
Malik estudió las correcciones en los papiros para mostrar el cuidado de escribas.58 P66 tiene más de 400 correcciones y la mayoría de la misma mano del escriba.59 En otras palabras, con frecuencia, el escriba de P66 se autocorrigió a sí mismo, a veces en el mismo momento del error y, a veces, después; pero tomó mucho cuidado de volver y revisar su trabajo. Incluso, hay evidencia que usó dos ejemplares para luego hacer algunas correcciones basadas en otra copia. El uso de dos ejemplares complicó el producto final (una práctica común con otros manuscritos que usaron más de una original para copiar); pero muestra que el escriba quería tener una copia fiel al punto que le era posible. Lo que es muy interesante es que Ehrman hace uso de variantes de P66 como ejemplos de su tesis de que, variantes del período antiguo, mostraron actividad de conflictos teológicos en cuanto a la cristología, con el propósito de señalar de que era imposible conocer el texto original;60 pero el problema es que cita el texto de P66 antes que el mismo escriba se autocorrigiera a sí mismo.61 En el aparato crítico del texto crítico aparece con frecuencia la primera mano de un manuscrito con asterisco (estrella) y las manos de correcciones con números sobrescritos. Ehrman cita P66 con tres ejemplos (Juan 10:30; 19:5, y 28) todos del P66* en lugar de P66 corregido. En Juan 19:5 es fácil ver que P66* omite, “y les dijo: ¡He aquí el hombre!” Pero, sabemos que el asterisco (estrella), indica que el escriba escribió algo luego de haberlo corregido; y sabemos que ese escriba se autocorrigió a sí mismo muchas veces. Es posible que el dicho de Pilato fuera difícil para algunos escribas, pero P66 no es uno de ellos; además, sería muy difícil argumentar, como Ehrman, que la variante mostró un debate acerca de la humanidad de Jesús en el primer siglo con el argumento de que era imposible reconstruir el texto original. Hay muy poca evidencia textual por la omisión del dicho de Pilato; por esto, es mucho más probable, con una alta certeza, que Juan escribió el dicho.
La evidencia del cuidado de escribas aumenta nuestra confianza que los manuscritos perdidos durante el período de su producción hasta el tercer siglo, eran también productos de escribas con la misma habilidad, destreza, entrenamiento y cuidado. El resultado son los manuscritos del cuarto siglo representando fielmente, con mucha probabilidad, el texto original del primer siglo.
Es importante conocer los desafíos que las variantes en muchos manuscritos griegos presentan. Empezamos este artículo con un resumen de los datos en cuanto a los primeros siglos. Nuestros manuscritos más tempranos son fragmentos de porciones del Nuevo Testamento, con mucho más en el tercer siglo y todo el Nuevo Testamento en el siglo cuarto. Puesto que hay muchos manuscritos después (más de cinco mil quinientos en total), hay muchas más variantes (entre unas 400.000 a 500.000 variantes). Pero la situación no es tan difícil puesto que los Padres de la iglesia nos dejaron citas de la mayoría de todo el Nuevo Testamento, elaboradas durante el mismo período temprano como también tenemos muchas traducciones tempranas. El resultado es que es muy posible, con una alta probabilidad, reconstruir el texto entero del Nuevo Testamento del segundo siglo d.C., que existía en dos familias de tipo de texto diferentes: el alejandrino y el occidental. No es que es imposible conocer algo más antiguo, puesto que el tipo de texto occidental, en gran parte, es el mismo texto alejandrino con adiciones. Estas adiciones, con mucha frecuencia, muestran la actividad de escribas que querían aclarar el texto y agregar explicaciones según su propio punto de vista teológica. Por medio de quitar las adiciones, llegamos a un texto mucho más antiguo que acerca el texto griego del primer siglo con una certeza del 99%.