Enseñanzas sobre la no-dualidad - Sri Nisargadatta Maharaj - E-Book

Enseñanzas sobre la no-dualidad E-Book

Sri Nisargadatta Maharaj

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Beschreibung

Durante más de dos décadas, Sri Nisargadatta Maharaj pronunció charlas diarias en su casa de Bombay. El maestro hablaba de manera espontánea, sin esfuerzo, con su habitual lucidez. Sus impactantes palabras, fundamentadas en la autoridad de la persona realizada, se abrían paso en la conciencia, eliminando las capas de la ignorancia hasta revelar la Verdad. Su enseñanza era profunda, a la par que asequible y directa. No prescribía ninguna práctica espiritual ni ningún ritual. Todo lo que se requería era una escucha atenta. Las meditaciones contenidas en este libro no solo son fieles a las palabras de Nisargadatta, sino que destruyen la falsa sensación del «yo soy», que reside en la raíz de toda ignorancia. Como Maharaj preguntaba con insistencia a sus oyentes: «¿Acaso no somos antes de saber que somos?».

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Sri Nisargadatta Maharaj

Enseñanzas sobre la no-dualidad

Edición a cargo de Jayashri Gaitonde

Traducido del libro Amrutvarsha por Vinayak Prabhu

Traducción del inglés al castellano de Fernando Mora

Título original: Shower of Grace

Meditations with Shri Nisargadatta Maharaj

Originally published by ZEN Publications, una editorial de Maoli Media Private Limited

© de la traducción de Amrutvarsha del inglés:

2020 Vinayak Prabhu

All rights reserved

© Amrutvarsha: 2016 Jayashri Gaitonde

© de la edición en castellano:

2021 Editorial Kairós, S.A.

www.editorialkairos.com

© de la traducción del inglés al castellano: Fernando Mora

Revisión: Alicia Conde

Composición: Pablo Barrio

Diseño cubierta: Katrien Van Steen

Primera edición en papel: Octubre 2021

Primera edición en digital: Noviembre 2021

ISBN papel: 978-84-9988-911-5

ISBN epub: 978-84-9988-974-0

ISBN kindle: 978-84-9988-975-7

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

Sumario

Nota de la autora1. El apego a la existencia desaparece con la autorrealización2. La atención a la consciencia es meditación3. A la consciencia le complace la continuidad de su propia existencia4. El perceptor de todo es, en sí mismo, imperceptible5. La atención se transforma en desatención6. ¿Qué es jnana?7. El auténtico conocedor es Paramatman8. No hay nada más santo e inmaculado que la consciencia9. La consciencia es nuestra riqueza10. No existen el «yo» ni el «otro»11. El conocimiento del ser es Dios y debemos rendirle adoración12. Los pies del Guru son nuestra consciencia13. Ram Navami14. Mientras viva, busque la verdad15. El dhyana yoga conduce al jnana yoga16. Al final, la mente se disuelve17. Para reconocer su verdadera naturaleza, la mente debe estar libre de pensamientos18. El jnani considera que la consciencia es Dios19. Manana conduce al conocimiento de la consciencia20. Permanezca en silencio21. Samadhi es olvidar el conocimiento22. El momento de conocer la consciencia es ahora23. Mantenga su consciencia por sí misma24. La búsqueda constante de la verdad nos convierte en iluminados25. El iluminado es un verdadero sanyasi26. Aunque el jiva habla, el orador es Shiva27. El mundo nace debido a la eseidad28. En el Jnani descansa la experiencia del mundo29. Los yoguis carentes de eseidad alcanzan la dicha30. La meditación contribuye a asentarse en el conocimiento de uno mismo31. El conocimiento de la consciencia satisface la necesidad de existir32. Albergue la convicción de que su consciencia es Dios33. Quien tiene consciencia es el Paramapurusha34. La sensación de bienestar es un autoengaño35. El señor Narayan es nuestro recuerdo de ser36. Conozca su consciencia a través de la meditación37. El conocimiento del ser es Dios38. La muerte es el olvido de la consciencia39. La sensación de ser es un signo de lo inmaculado40. La atención a la consciencia es atención a Dios41. Este es el yoga del residente42. Creer en las meras apariencias es síntoma de ignorancia43. ¿Qué es la meditación?44. La vasta consciencia está más allá de nuestra atención45. La adoración del Sí mismo conduce a la iluminación46. Todas las ideas se fusionan y pacifican47. Vea también el Sí mismo en los demás48. La liberación es ser el Sí mismo49. Despierte su consciencia y sea un Dios dichoso50. Medite en aquello que en realidad es51. Solo sirve al Guru aquel cuya mente se vuelve hacia la renuncia52. No espere que encaje nada en este mundo53. Jnana debe ser libre54. Se desvanece la noción de ser55. Verá a Brahman en todas direcciones56. La sensación de ser es Ishwara57. Conózcase a usted mismo más allá de nombre y forma58. ¿Es posible conocer al que se torna consciente?59. Conozca «lo que es», pero no «quién es»60. El conocimiento del ser se debe a Parabrahman61. El desorden y los pensamientos se extinguirán62. Nuestra existencia se ilumina63. Después de la realización, no queda nadie para vivir la vida64. La consciencia supone familiarizarse con la luz del Atman65. La meditación nos muestra que la consciencia es universal66. Medite en su cognitividad67. La presencia de Dios es anterior a las palabras68. Todo esto debe ser realizado por usted69. Verá que el mundo reposa en usted70. La cognitividad contiene noticias de la existencia de Dios71. No olvide que usted existe como consciencia72. La naturaleza de la iluminación es el amor73. Alcance el sustrato de su existencia buscando su verdadera naturaleza74. La liberación es la cognitividad conociéndose a sí misma75. Permanecer en la espontaneidad76. Hay que buscar la fuente77. Trabe amistad con lo primero que conozca durante la meditación78. Todos sus conceptos se desvanecerán79. El sabio es la paz misma80. Alíese con su consciencia81. Su Guru y Dios son el Sí mismo82. Nirguna consiste en no saber si uno es o no es83. Él siente que no tiene que hacer nada84. La cognitividad nace, pero no su conocedor85. Brahmacharya significa vivir como Brahman86. Todo esto solo es Eso87. Ser en la consciencia del Sí mismo88. Lo más importante es la consciencia89. Liberación significa que no queda nada90. El conocimiento de la consciencia es iluminación91. La cognitividad precede al mundo92. El iluminado lo atribuye todo a Brahman93. Reconozca esta inteligencia cósmica94. Swarupa es nuestra verdadera naturaleza95. Encuentre en sí mismo el consuelo supremo96. Devoción significa conocer nuestra verdadera naturaleza97. La consciencia es común a todos98. Sea como su propio Sí mismo99. Jnana es todo penetrante100. El discernimiento proporciona autoconocimiento101. El Atman es anterior a nuestra sensación de existir102. No hay final, sino tan solo crecimiento103. Contemple su verdadera naturaleza, que es Parabrahman104. El experimentador de la omnipresencia es Purusha105. La consciencia amorosa es Laxmi Raman106. La fe consiste en reconocer nuestra existencia107. El mundo reside en nuestra cognitividad108. Su existencia es consciencia109. Nuestra consciencia es Bhagavan110. Dirija su atención a lo que hay antes de los conceptos111. Busque de manera consciente la soledad112. Om implica que usted se halla presente113. Dios es nuestra confianza de ser114. Se desvanece la diferencia entre saguna y nirguna115. Establézcase, mediante la práctica, en el conocimiento del Sí mismo116. Yoga significa perder la sensación de ser117. No quedan palabras118. Nuestra naturaleza dice que nada es nuestro119. La consciencia es el fundamento de todo120. Clarifique todas las dudas acerca de la consciencia121. El oyente forma parte de la naturaleza del Sadguru122. Desarrolle una profunda convicción123. La fe débil depende del cuerpo124. La agitación se apaga a lo largo de la vida125. La consciencia del Sí mismo es ininterrumpida e imperecedera126. La consciencia liberada es independiente del dolor y el placer127. A nadie le sirven los demás128. El conocedor del cuerpo es el Sí mismo

Para mi querido padre, el difunto Sri Narayan K. Gaitonde…

Gracias a tu insistencia anoté estas palabras del Sadguru que ahora se han convertido en un libro.

Esta es mi ofrenda para ti.

JAYASRI GAITONDE

Sri Nisargadatta Maharaj

Nota de la autora

Durante más de dos décadas, Sri Nisargadatta Maharaj impartió charlas, todas las tardes, en su casa de Mumbai, si bien durante sus últimos tres años de vida se limitaron a los jueves y los domingos. Eran tan interesantes que me propuse no perderme ninguna. En aquella época, no había grabadora en el ashram y, por tanto, las charlas no quedaban recogidas. Por ese motivo, me propuse anotar de manera fidedigna, para mi propio uso, las palabras de Maharaj. Y, tras su fallecimiento, recopilé en un cuaderno todas las charlas que impartió. El hermano mayor de mi marido, el difunto Sri Narayan, leyó mis anotaciones y quedó profundamente impactado por ellas. Entonces me dio su bendición diciéndome: «Algún día estas notas se convertirán en un valioso libro que será muy bien recibido por todos los seguidores de Maharaj».

Durante esas charlas, impartidas en lengua maratí, no había extranjeros presentes, puesto que nadie las traducía. Solo asistían a las charlas los discípulos y los visitantes indios. Maharaj nunca se preocupó por el número de oyentes presentes y no cancelaba la enseñanza ni siquiera cuando solo asistía una persona, lo cual me recordaba al Señor Krishna narrando la Bhagavad-gita a un único oyente, Arjuna.

Escuchar las palabras que surgían de la boca de Paramatman es un fenómeno muy raro y tuve la suerte de hallarme entre la audiencia. Sin embargo, esas palabras son igualmente eficaces cuando se leen en formato de libro. No podemos negar la presencia de Maharaj incluso ahora, ya que nunca se identificó con su cuerpo y está presente en cada uno de nosotros como nuestro mismo ser. El beneficio que obtengamos al leer estas palabras dependerá de nuestra fe y concentración. Las palabras de Maharaj son tan poderosas que tienen la capacidad de transformar al lector. Dado que él está presente en nuestro interior, lo único que se interpone en nuestro camino hacia la realización es nuestra falta de interés.

En cierta ocasión le pregunté a Maharaj si podía realizar mi verdadera naturaleza en esta vida. En respuesta, él me planteó otra cuestión: ¿Estaba yo dispuesta incluso a morir en el intento? En la actualidad, cuando ya soy una mujer mayor, estoy preparada para morir, pero en el momento en que Maharaj me formuló la pregunta yo era joven y anhelaba vivir. No solo aspiraba a mantener intacta mi individualidad, sino que también deseaba el logro adicional de la realización. Tratar de obtener algo sin pagar a cambio el precio adecuado por ello es un hábito mundano muy habitual. Por aquel entonces no estaba preparada para entregar mi identidad corporal a Maharaj. De ahí que prefiriese permanecer en mi ignorancia sin efectuar sacrificio alguno. Siento ahora que mi acercamiento a Maharaj no fue una acción personal mía, sino que se debió más bien a su atracción magnética. El estado carente de deseo y temor en el que vivía Maharaj era muy tentador para mí, pero estaba más allá de mi capacidad de alcanzarlo. El sabio Tukaram dijo en cierta ocasión que estaba deseoso de encontrarse con el Señor Vitthala, con independencia de que su cuerpo permaneciera o sucumbiera. Estaba dispuesto a pagar el precio… y consiguió lo que quería.

Maharaj era una persona muy sencilla, que nunca pretendió ser diferente de los demás. Siempre trataba de convencernos de que éramos como él y no como imaginábamos que éramos. Nuestra ignorancia era el resultado de sucumbir al conocimiento incorrecto y sus palabras trataban de remediar esa situación de manera que la Verdad resplandeciese. Solo hacía falta escuchar correctamente y no efectuar acción alguna por nuestra parte, es decir, ningún tipo de práctica o ritual. No albergaba demasiadas expectativas respecto a quienes le escuchaban, excepto verlos completamente libres de la ignorancia. Y les ofrecía, sin reserva alguna, todo lo que sabía. Maharaj solía decir que los «dueños de los supermercados espirituales» tratan de convertir este conocimiento simple y directo en un asunto complejo porque no pueden permitirse el lujo de perder a su público diciendo la Verdad. Las personas que acudían a Maharaj para inflacionar su ego se sentían frustradas al percibir el trato igualitario que dispensaba a todos los visitantes. No tengo necesidad alguna de demostrar de qué manera la enseñanza de Maharaj era diferente de la de otros Gurus, ya que este particular se torna evidente al leer cualquier libro suyo.

Durante una de las charlas, Maharaj se percató de que había algunos buscadores occidentales entre el público, pero no les pidió que se marchasen porque no hubiese nadie traduciendo la charla. Movido por su compasión, le dijo a mi marido que les tradujese lo que decía. Mohan estaba muy nervioso y expresó su incapacidad para hacerlo, ya que era novato en la materia y estaba aprendiendo a traducir. Sin embargo, Maharaj insistió en que tradujese la charla, frase por frase, para beneficio de los extranjeros. Maharaj decía una frase que Mohan traducía al inglés y solo entonces Maharaj pronunciaba la frase siguiente. Esto continuó hasta el final de la charla y los visitantes se mostraron muy contentos con el trato especial que se les dedicó. No podíamos imaginar en ese momento que el mismo proceso se repetiría años después del fallecimiento de Maharaj. Hace algunos años, el doctor Vanaja, discípulo cercano de Maharaj, pidió a Mohan que tradujese, del maratí al inglés, las enseñanzas grabadas de Maharaj. Mohan tradujo gustoso y fidedignamente cada una de las cincuenta y dos charlas seleccionadas con las palabras de Maharaj, seguida de la traducción al inglés con la voz de Mohan. Cuando escuchamos estos discursos, sentimos que se repite la misma escena: Maharaj habla y Mohan traduce cada frase. Lo que Maharaj había hecho en una ocasión para beneficio de los buscadores occidentales que asistían a su enseñanza se repetía ahora para el beneficio de Vanaja y de muchas otras personas.

En otra ocasión, Maharaj observó que había dos hombres sentados entre las discípulas. En la India, hombres y mujeres se sientan tradicionalmente en lugares separados durante el satsang. Maharaj dejó de hablar y pidió a aquellos buscadores occidentales que se levantaran y se sentaran con los varones. Como estaban sentados cerca de mí, me había percatado de su presencia. Pero resultó que en realidad eran chicas que se hacían pasar por hombres para evitar ser molestadas por los gamberros en las atestadas calles de Mumbai. Se habían maquillado tan hábilmente que nadie, incluido Maharaj, sospechaba que fuesen mujeres. Maharaj también se percató de que portaban un mala, un rosario de semillas de rudraksha, que llevaba colgada la fotografía de su Guru. Les dijo que no era respetuoso abandonar a su Guru para ir a buscar a otro maestro. Pero, cuando le señalaron que su Guru había permitido la visita, les aconsejó que no trajesen el mala a las charlas.

Solo después de conocer a Maharaj me di cuenta del propósito de mi existencia. Si no lo hubiese conocido, mi vida habría carecido de sentido y no hubiese sabido por qué era como era. No puedo explicarlo con palabras, al igual que un alcohólico no sabe expresar a un abstemio la fuerza y la libertad que siente cuando bebe. El discípulo de un sabio tiene la fortuna de recibir la más elevada bendición que un ser humano puede recibir de alguien que, de hecho, es similar a Dios. Conocer a Maharaj fue como conocer a Rama o a Krishna, quienes en el presente son adorados como dioses en los templos. Sin embargo, mientras vivieron en el plano terrenal también se enfrentaron, como el resto de nosotros, a los problemas relacionados con la vida cotidiana. El hecho de que estuvieran realizados no tenía demasiada importancia para la gente común. Fueron aceptados como grandes seres simplemente porque vencieron la negatividad.

La compañía de Maharaj transformó nuestra vida, confiriendo sentido a nuestra existencia. Ahora estoy convencida de que nací para sentarme a sus pies. Los cinco años que pasé en su compañía fueron muy dichosos y estuvieron colmados de bendiciones. Aunque yo tuve la fortuna de conocer a Maharaj, me conmueve profundamente la fe y la devoción de muchas personas que nunca lo conocieron personalmente, pero que se sienten transformadas con tan solo leer sus libros o escuchar la grabación de sus enseñanzas. Para mí, esto es una prueba de que Maharaj sigue siendo accesible para todos nosotros, aquí y ahora, como nuestro mismo ser. Estoy convencida de que estas enseñanzas tienen el potencial de transformar nuestra vida y de ayudarnos a alcanzar el estado más elevado al que le es dado acceder al ser humano.

Bertrand Russell comentó en cierta ocasión que el concepto de liberación en el hinduismo le parecía completamente inaceptable. Cuando le preguntaron la razón, respondió que ese estado sería un completo aburrimiento. Por desgracia, no había ningún Guru que orientase al señor Russell en este asunto. Sin embargo, nuestra propia experiencia con Maharaj arrojará algo de luz acerca de la condición del jnani o liberado.

Por lo general, visitábamos a Maharaj a las cinco de la tarde. Cierto día, el autobús nos llevó sin problemas hasta el ashram y llegamos treinta minutos antes. Encontramos a Maharaj sentado solo y con los ojos muy abiertos. Cuando tocamos sus pies, mencionó de manera espontánea que había sabido de su existencia solo después de ese toque. El jnani carece de «yo-soy-dad», la cual es la causa de todas las perturbaciones. Cuando nos hallamos en el vientre de nuestra madre y cuando somos bebés, no hay ninguna «yo-soy-dad» y, por lo tanto, tampoco ningún problema. En el sueño profundo también estamos en paz, ya que no tenemos conocimiento de nuestro propio ser. Nunca vimos que Maharaj se aburriese en ningún momento, porque para él no existía la sensación de ser. Maharaj nos señaló en cierta ocasión que cada uno de nosotros ha tenido la experiencia de ese estado en el que desconoce su propia existencia.

¿Qué éramos antes de ser concebidos? Éramos el Absoluto, la existencia eterna. ¿Nos aburríamos entonces? En modo alguno, ya que nuestro aburrimiento solo empezó después de que, en torno a los cinco años de edad, adviniese la «yo-soy-dad». La enseñanza de Maharaj solo aspira a liberarnos de esta falsa «yo-soy-dad». Nuestra verdadera naturaleza es la totalidad, la unidad o el todo-uno. En ese estado no hay «otros» ni «tú». Y, si no hay «tú», ¿dónde ubicar la dimensión de «mi» existencia? Las palabras de Maharaj tienen el poder de purificar nuestra consciencia y de borrar cualquier tipo de falsedad y de sufrimiento. Él reside dentro de nosotros para guiarnos. Cantemos, pues, «Jai Guru» y beneficiémonos de su «lluvia de bendiciones».

JAYASHRI MOHAN GAITONDE

Lonavala

1El apego a la existencia desaparece con la autorrealización

Desde la forma de vida más inferior, como el gusano, por ejemplo, hasta la más elevada, como el ser humano, todos disfrutamos de la sensación del fenómeno de vivir, pero lo hacemos en la creencia de que el cuerpo es nuestra auténtica naturaleza. La mente, el intelecto, el ego y la consciencia del yo que emergen en nosotros, son aspectos de la fuerza vital (prana). Sin embargo, el conocedor del prana carece verdaderamente de nombre y es indescriptible.

Aquel que cree firmemente en las enseñanzas de un maestro realizado y conoce la Verdad por experiencia directa se halla en el camino correcto hacia la liberación. Y ese es siempre el Sí mismo atemporal. Al igual que no necesitamos que nos recuerden que somos una mujer o un hombre determinados, tampoco deberíamos necesitar que nos recordasen cuál es el principio inmutable que es testigo de todos los fenómenos, incluida nuestra individualidad. Tenemos que llegar a vivir con la comprensión profundamente arraigada de nuestra propia naturaleza en todos los aspectos de la vida.

El mantra («Yo soy Eso») que cantamos ensalza la unidad con el prana. El conocimiento primordial es el conocimiento puro de la existencia, la sensación de que «yo existo». Cuando este conocimiento se apodera del nombre y la forma, hereda también el nacimiento y la muerte. Pero el genuino aspirante, el sincero buscador de este conocimiento, no está limitado por nombres y formas, ya que se halla establecido en la consciencia pura, la cual es anterior a la mente. Lo que es anterior a la cognitividad [knowingness] se denomina nirguna: el Uno libre de atributos.

La experiencia de que existo en el cuerpo no pertenece al cuerpo ni a la mente, sino a la consciencia pura, también denominada Dios o Vasudev. La fragancia de este conocimiento se debe a Paramatman: el Sí mismo supremo. Desde el punto de vista de lo absoluto, la experiencia del mundo exterior es solo un sueño despierto, mientras que la cognitividad es la fuente de los estados que reciben el nombre de vigilia y sueño. Donde no hay sueño, tampoco existe el mundo exterior. Y, donde tiene lugar la experiencia del «yo soy», el mundo está destinado a aparecer. Una vez que se revela la verdadera naturaleza al individuo, este deja de ser un sadhaka, un buscador que necesita indagar para unirse con el Sí mismo. La experiencia de ser, del «yo soy», está limitada en el tiempo, puesto que necesita de este cuerpo perecedero, que no es más que el producto de los cinco elementos requeridos para su sustento. Pero el conocedor de esta verdad trasciende el tiempo. La comprensión constante de que nuestra consciencia es Ishwara constituye la genuina adoración a Dios y la única sadhana efectiva. Nuestro amor a la existencia se debe a la ignorancia, la cual concluye a la postre con el conocimiento del Sí mismo.

2La atención a la consciencia es meditación

Cuando, durante el nacimiento, la existencia pura llega a conocer su ser, le siguen de inmediato el nombre y la forma y aparece la individualidad o la sensación del «yo». Pero aquel a quien le ocurre esta sensación del «yo» no es el cuerpo ni los sentidos ni la mente ni el prana, sino su conocedor. La mente es el efecto, mientras que la fuerza vital es la causa. Es el poder del prana el que lo hace todo. El prana existe junto con el sattva, la quintaesencia del alimento, mientras que el Atman es el testigo de este juego. La consciencia del cuerpo emerge con la aparición de la individualidad. Con ello, olvidamos el conocimiento de nuestra verdadera naturaleza. Y eso es la ignorancia primordial, avidya, maya, la cual da lugar a la ilusión.

La sustancia gracias a la cual emergen las diferentes formas de vida en este planeta es también su alimento. Nuestro alimento no es distinto de aquello de lo que está hecho nuestro cuerpo. La cognitividad o la experiencia de ser conlleva la identificación con el cuerpo. En ese caso, hablar de nacimiento, muerte, cielo e infierno solo tiene sentido para el que está encarnado. Con el paso del tiempo, esta comprensión se va fortaleciendo y arraigando de manera firme.

El juego de las tres gunas o cualidades –sattva, rajas y tamas– comienza debido a sattva. Estos son los tres atributos o tendencias de la manifestación que gobiernan la vida. Sattva o sattvaguna promueve el altruismo y la bondad en la persona. Rajas o rajoguna impulsa la actividad, como estar ocupado en una determinada tarea. Por su parte, tamoguna provoca el sentido de que uno es el hacedor, es decir, el sentimiento de que yo soy el que efectúa las acciones.

Por su parte, Dhyana o meditación significa estar en armonía con la consciencia o mantener la atención en el Sí mismo. Jnana implica que conocemos nuestra auténtica naturaleza y nos mantenemos en el Sí mismo. Supone que conocemos la fuente de la consciencia. Paramatman no es consciente de sí mismo y necesita del alimento-cuerpo-mente para conocer su propia existencia. Dado que el Sí mismo solo es un testigo, el responsable de la actividad es el prana. Amamos existir, y este amor hacia uno mismo requiere alimento para mantenerse. Por lo tanto, sattva o la quintaesencia del alimento es imprescindible para la manifestación de lo no manifestado.

El conocimiento de que existo se denomina ahambhava. Pero ahamkara nos lleva a suponer que el complejo cuerpo-mente es el verdadero Sí mismo. Debido al resultado de esta asociación con el cuerpo, el Sí mismo olvida su auténtica naturaleza y se aferra al cuerpo. En cambio, cuando no somos conscientes de nuestra existencia, el Sí mismo es el gozoso conocedor de su ser.

[Una tarde visitamos a Maharaj. Estaba sentado en estado de trance y no se percató de nuestra llegada durante algún tiempo. Cuando finalmente advirtió nuestra presencia, mencionó que no era consciente ni siquiera de su propia existencia. Una vez que supo de nuestra existencia, se dio cuenta de la suya propia: JayaSri Gaitonde.]

Lo que sucedió es que Paramatman adquirió consciencia de la presencia de su propio ser. El Señor del Universo olvida su verdadera naturaleza y ahora se adhiere a la sensación de individualidad. Aquello que es el gozo mismo, o anandaswarupa, sencillamente cobra consciencia del gozo. Pero ser consciente del propio ser acarrea sus problemas, puesto que trae consigo el olvido de nuestra verdadera naturaleza debido al apego al cuerpo, el cual no está compuesto más que de alimento. Es como si uno se considerase a sí mismo como un montón de comida. Al perder la consciencia de nuestra genuina naturaleza, los inevitables placeres y dolores asociados con este cuerpo mortal se convierten en nuestro único activo, con lo que el sufrimiento se torna inevitable.

Esta es la razón por la que, en el estado de vigilia, la tendencia de la mente es buscar la felicidad en la dimensión exterior. Su mirada se dirige únicamente al cuerpo formado por el alimento y, en consecuencia, percibe el mundo exterior a través de los sentidos. Solo cuando el cuerpo-alimento desaparece del conocimiento, como ocurre durante el sueño profundo, la consciencia individual se transforma en la Consciencia universal o Paramatmaswarupa, con lo que la luz de la entera manifestación converge en un único punto, en la misma fuente de la existencia.

La mente está confinada en el cuerpo, pero el Atman reside más allá de su dominio. Cuando nos olvidamos del cuerpo, solo resta el Atman. Parece como si el Atman se obtuviese a expensas del cuerpo. Nuestra existencia humana es temporal porque, de hecho, no somos sino el eterno Paramatman.

3A la consciencia le complace la continuidad de su propia existencia

El libro [que sostengo en mi mano] es el Dasbodh, un texto destinado al auténtico discípulo, quien se ha entregado por completo al Guru y tiene plena fe en sus palabras. El discípulo no está separado del Guru, sino que forma parte de su naturaleza infinita.

Ver a Dios supone darse cuenta de nuestra naturaleza verdadera y eterna. La genuina devoción al Guru consiste en conocer, gracias al maestro, nuestra autentica naturaleza. Quien escucha las palabras del maestro y corrobora su verdad por experiencia directa es un digno y auténtico discípulo. La charla de hoy va dirigida a estos discípulos dignos. La sensación de que «yo existo», que ocurre de manera espontánea dentro de cada uno de nosotros, se halla velada por el cuerpo y de esa manera se convierte en el ego. Sin embargo, el Sadguru asume la tarea de despertar al discípulo de este sueño.

Los padres le dieron este cuerpo a su hijo, pero el Guru le proporcionará ahora la liberación o la realización de que es Brahman. Una madre le dice a su hijo: «Eres un niño o una niña que te llamas de esta o de aquella manera». Al asignarle un nombre al niño, los padres simplemente lo convierten en dueño de unas cuantas letras del alfabeto. La mente se identifica de inmediato con esas letras, apropiándose de esa etiqueta. Pero se trata de un conocimiento que ya estaba latente en el vientre materno y que emerge a los pocos años del nacimiento.

La semilla de jnana solo se siembra en el corazón del buscador cuando el Guru proporciona el mantra –«Tú eres Eso»–, con lo que desaparece el arraigado concepto de que «he nacido y moriré algún día». Aun estando en el cuerpo, el buscador que se atiene a este mantra se percata del hecho de que él es el principio no nacido e inmutable y de que, sencillamente, debido a la ignorancia aparece como el complejo cuerpo-mente. Sin embargo, la gracia todopoderosa del maestro permite que la ignorancia de la mente sea rechazada y reemplazada por jnana. Este jnana o conocimiento puro es la luz que ilumina el resto de los conocimientos. Pero si bien este conocimiento resplandece, da lugar a todo cuanto es e ilumina la mente, resulta incomprensible para ella.

Al igual que la lengua, siendo ella misma insípida, nos permite juzgar correctamente los diferentes sabores, la consciencia pura no es tocada por los conceptos, aunque nos permite concebirlo todo.

Raro es aquel que, dotado de plena fe y entrega a las palabras del Guru, percibe que esta Verdad es su propio Sí mismo y se hace uno con Parabrahman. Este es el resultado de la correcta comprensión de las enseñanzas del Guru. La verdadera devoción consiste en tener plena fe en sus palabras.

4El perceptor de todo es, en sí mismo, imperceptible

El conocimiento del ser, que es el conocimiento supremo, carece de forma, siendo experimentado por todos en cada momento. Gracias a la plena devoción, hacemos que nuestra experiencia se libere en todos los aspectos y alcanzamos la iluminación. Paramatman es aquello que nos permite saber que «nosotros somos» y también que «el mundo es». Dotados de este conocimiento, permitimos que haya una consciencia constante de nuestra verdadera naturaleza, la cual no es tocada por el cuerpo y la mente y que nos libera de las ataduras del karma. La clave de la autorrealización son las palabras del Guru, las únicas que merece la pena recordar.

Durante toda su vida ha creído que era el nombre que le asignaron sus padres y lo convirtió en su «firma» sin darse cuenta de que ese nombre, al ser un adjunto limitante, trae consigo la inevitabilidad de la muerte. En cambio, el nombre que nos proporciona el Guru, y que nos dice que somos el Brahman inmortal, es liberador. No hay ninguna otra enseñanza necesaria para el que acepta las instrucciones del maestro y conoce su realidad por propia experiencia directa: swanubhava. Esa persona conoce la verdad interior no como una nueva revelación, sino como la consciencia siempre existente, espontánea y sin merma, que se ha visto ensombrecida por la ignorancia y que, en consecuencia, ha sido obviada hasta este momento.

Atman no solo es un puñado de letras, sino que es el conocedor que carece de cuerpo en tanto que consciencia. El conocimiento suministrado por el Guru ensalza todas las virtudes del buscador. Solo aquel que canta el mantra del Guru con total devoción comprende la forma en que Brahman se manifiesta y se conduce de maneras diversas, al tiempo que permanece inalterado e intacto. La mente es incapaz de comprender el Sí mismo, pero es el Sí mismo carente de forma el que ilumina la mente. Aquello que objetiva la mente es incorpóreo. Los ojos que ven nunca pueden percibir al Sí mismo, sino que es el acto de ver en sí el que es iluminado por él. Todo cuanto vemos tan solo es contemplado por el Sí mismo.

El cristal situado cerca de un objeto de color parece tener el mismo color que el objeto. Sin embargo, sabemos que el cristal es incoloro y no se ve afectado por el color reflejado. De la misma manera, el Atman brilla debido al sattva y no se ve afectado por las cualidades del sattva. El Sí mismo de la persona no está atado o empañado por ningún rasgo que se manifieste en el ser. Por consiguiente, uno puede vivir de manera vigorosa en el cuerpo mientras no olvide que su verdadera naturaleza no es tocada ni siquiera por su propio cuerpo. Puede utilizar su cuerpo al máximo sin estar identificado o apegado a él.

5La atención se transforma en desatención

El prana, que es el sostén de nuestra vida, se expresa a través de la mente. El lenguaje del prana es la mente. Incluso antes de que surgiese el conocimiento, nació este cuerpo para sustentar el prana. Hasta que este cuerpo no existe, no hay posibilidad alguna de experimentar los pensamientos o las perturbaciones de la mente. En un principio, aparece sattva, seguido por la consciencia, la sensación de ser y el conocimiento del tiempo.

El término Brahman es una combinación de bra (palabra) y hami (sensación de ser). La palabra o el sentimiento de la propia presencia se inicia con la sensación de ser, la cual no es sino la cualidad del sattva o la esencia del alimento, que da lugar al Brahman manifestado. El tiempo y el resto de las cualidades aparecen al unísono con nuestra sensación de existir.

Cuando el prana abandona el cuerpo, se desvanece la sensación de ser, y con ello la consciencia se torna incondicional y libre de atributos. Puesto que la consciencia personal o la sensación de que «yo existo» es el producto del complejo cuerpo-mente, este conocimiento también termina con la desaparición del complejo cuerpo-mente. El Atman o el Sí mismo, que emergió como el complejo cuerpo-mente, permanece ahora sin forma, absorto en su verdadera naturaleza, que es la dicha en sí. Todas las funciones y actividades del cuerpo se deben al prana, con la ayuda de la mente cuando resulta necesario.

El Atman parece manifestarse con diferentes formas. Pero cuando uno alcanza jnana, se establece en el estado gozoso del Sí mismo, donde ya no se experimenta la multiplicidad. La consciencia no dual de ser, que es experimentada por la persona iluminada, es gozosa. Paramatman o Parabrahman es la verdadera naturaleza del jnani.

Tras escuchar estas palabras, la atención debe volverse de manera permanente hacia sí misma. Entonces, la enseñanza impregnará poco a poco la totalidad del ser hasta que termine revelando nuestra verdadera naturaleza. Incluso aquel que simplemente dirige su atención hacia el interior desaparece, desvaneciéndose la entidad del que presta atención o del buscador de la verdad, con lo que solo queda la consciencia pura.

El prana opera en el cuerpo por medio de la mente, siendo los lenguajes del prana los llamados para, pashyanti, madhyama y vaikhari.* Nuestra sensación de ser y el conocimiento del mundo siempre coexisten.

Recuerden siempre que, aun en el caso del objeto más magnífico, el que lo ve existe antes que dicho objeto. Uno tiene que aferrarse a este conocimiento que está escuchando porque solo así conseguirá que impregne todo su ser, y esa es nuestra verdadera naturaleza, la que en última instancia permanece después de que la atención se funda en la auténtica naturaleza de la atención. Entonces lo que resta es el Atman, del cual la consciencia tan solo es la expresión.

6¿Qué es jnana?

El Srimad Bhagavat otorga gran importancia a la devoción al Sadguru. En idioma maratí, el término Shiv tiene dos sentidos. Significa «Señor Shiva», pero también quiere decir «tocar». No hay nadie que no haya sido tocado por la experiencia de la existencia. Aunque podamos no ser conscientes de ella, cada uno de nosotros conoce su propia existencia. Este es el conocimiento del «yo existo». Usted debe redirigir su atención hacia esta experiencia simple y siempre existente y ver que la mente pierde su tendencia natural a moverse hacia el exterior.

En maratí, la palabra naman significa «saludo», aunque también implica no mente (na-man). Así pues, salutaciones a Eso que se halla presente antes de que emerja la mente, a aquello que también está presente mientras la mente se desarrolla y sigue estando presente después de que la mente desaparece. Esto es naman, la única salutación capaz de destruir la individualidad que nos ata al complejo cuerpo-mente, causando el sufrimiento del samsara. Entonces solo hay ser puro sin la sensación de estar separado de la totalidad.

El verdadero Sadguru, el Guru que debe ser adorado, es aquel que es testigo de la experiencia de la existencia. La genuina adoración consiste en conocer al testigo o conocedor de la consciencia. Pero dicho testigo no se halla limitado a un individuo, sino que es común a todos los seres humanos. El Sadguru que nos guía por el camino que nos lleva a conocer al conocedor reside eternamente en nuestro interior. Es él quien nos protege de los obstáculos que podamos afrontar en el sendero. Dios está en todas partes. Él reside en nuestro interior como consciencia.

Jnana es como el espacio infinito, el cual incluye todas las manifestaciones del universo, incluida nuestra consciencia personal. Pero Jnana y el universo coexisten. Uno no puede existir sin el otro. Por ejemplo, en el sueño profundo, no hay jnana o el conocimiento de que «yo existo», como tampoco hay universo. Es la consciencia del jnani la que sigue actuando en el mundo.

El que tiene fe en el Sadguru trasciende el miedo a la muerte, el cual se debe a la propia muerte. Pero, con jnana, se desvanecen los conceptos como nacimiento y muerte. El recuerdo constante de la enseñanza del Sadguru es el verdadero gurubhakti: devoción al Guru. La ilusión carente de principio simplemente abandona a la persona que sigue con fidelidad las instrucciones del Sadguru. Incluso el mundo adora y sirve a la persona que está dedicada por completo al Sadguru.

¿Cómo podemos encontrar a un verdadero discípulo? El auténtico discípulo sigue a su Sadguru en todos los sentidos y no tiene existencia sin él. Considera que su consciencia no es más que los pies de su Guru. El prana del Guru sostiene la vida de ese discípulo. Sus palabras son consideradas como Vedas y shrutis por el discípulo, y este no habla de ninguna otra cosa. Para esta persona, la existencia misma del Guru es gozosa, y las palabras pronunciadas por él rebosan de sabiduría.